Partida Rol por web

Te despiertas en un motel de mala muerte, has pasado alli la noche hullendo de una tormenta, pero sabes que no te quedaras por mucho tiempo

Desde hace horas que estaba despierto, con los ojos cerrados, viendo pasar imágenes tras imágenes de recuerdos dolorosos. Tenia la esperanza que si dejaba correr sus pensamientos de forma aleatoria llegaría al tan ansiado sueño. Pero solo encontraba mas sufrimiento, el mas inocente pensamiento lo llevaba a un recuerdo especialmente cruel: cuando le dijo a Kizzi que la amaba, las noches donde la pasión guiaba sus cuerpos, la alegría de estar en América, el sostener la mano de un cadáver en vida de lo que antes fue su esposa.
Con rabia se levanta de la cama. Hacia tiempo que se había acostumbrado a olor rancio que emanaba de todos lados, así que solo se acercó a una ventana para ver con ojos rojos la ciudad donde se encontraba. Veía sin mirar, tomando conciencia de lo que hacia solo cuando una leve brisa de viento le daba en el rostro.
Su esposa ya no esta, eso es algo que aun le cuesta recordar. Piensa que de un momento a otro aparecerá por esa puerta con unas bolsas y empezara a preparar la comida. Siente la necesidad de huir de allí y dejar atrás esos recuerdos. Camina arrastrando los pies hasta su mesa de luz, un mueble destartalado y con el cajón tan torcido que abrirlo requiere de mucha fuerza. Sobre el mismo hay una pequeña pulsera, con un adorno, de madera. Era de su esposa, él mismo se lo había hecho cuando le propuso casamiento. No disponía de mucho dinero, así que su regalo fue: Su vida, dos pasajes a América y esa pulsera.
-Ahora no estar conmigo- se dijo en ingles, como acostumbraba a hacer siempre para mejorar su dicción, aunque ahora lo realizaba como un acto reflejo-. Estoy roto, mi corazón huyo hacia ti- en su mente vio los ojos apagados de Kizzi y el dolor volvió como una puñalada, antes de que pudiera darse cuenta su rostro estaba bañado en lagrimas...

Escuchas un ruido en la puerta de tu habitacion, como si alguien quisiera entrar, no parecen demasiado preocupados por disimular el sonido, pero no sabes quien opuede ser, nadie te persigue, o eso crees tu.

El sonido de su puerta ahoga el de sus sollozos, levanta la cabeza confuso. ¿Quien puede querer entrar allí? No había nadie que lo conociera, mas allá de la gente de su trabajo el cual dejo muy lejos, tampoco tenia nada de valor que robar. Su primer impulso fue buscar algo con que defenderse, pero incluso eso le parecía inútil. No tenía deseos de luchar.
Suspiro cansado, pensando que algún drogadicto estaría buscando algo con que pagar su mierda. Levanto la voz, asombrándose de lo rasposa y gruesa que parecía, hasta que recordó que casi siempre se la pasaba llorando.
-¡¡Fuera, no dinero!!!- grito con rabia, la cual parecía crecer en su interior. Se descubrió deseando que quien sea que estuviera queriendo entrar, lo logre. Así podría expulsar toda esa rabia e impotencia que sentía. Tal vez por unos segundos podría olvidar ese dolor lacerante que lo agobia. Apretó los puños y se levanto, sin ocultarse, solo se quedo frente a unos pasos de la puerta, listo para desatar su furia.

- No es dinero lo que quiero- no sabia que era estoque estaba notando, como si una fuerza tratara de eliminar mi propio ser, algo que parecia decirme que me amoldara que me queda quieto, que me cansara de hacer aquello, era como si el ansia por conseguir poderes se estubiera escapando de mi, pero apenas duraba unos segundos despues volvia a entrar en mi y el hambr se hace mas voraz que nunca, no sabia cual era el poder de aquel hombre, pero tenia que ser mio.

La puerta se abre y le miro sonrriendo

La puerta al fin se abrió y un sujeto se encontraba en el umbral, no parecía ladrón, ni drogadicto. Pero había algo que decía que era muy peligroso. Su mirada pareció ponerse turbio por unos segundos, el brillo de sus ojos desaparecer, incluso su postura acechante se relajó. Pero solo fue un suspiro, luego todo volvió a la normalidad. Una sonrisa se abrió paso en su rostro volviéndolo francamente pavoroso.
Sirhan sintió miedo por primera vez desde que no tenía a nadie a quien cuidar y proteger. Sus puños aun eran dos armas formidables, pero sentía que eso no seria suficiente. Dio un paso atrás, sin apartar la vista del extraño sujeto.
-¿Que quiere?- pregunta buscando ganar algo de tiempo.

- Quiero abrirte para ver como funcionas, voy a rebanarte la cabeza y aprendere a usar ese truquito tuyo- pero despues de hablar volvio a sucederme lo mismo, a estas alturas ya le abrai sujetado con mi poder, le tendria donde yo quiero, le estaria abriendo la cabeza, pero era como si no tubiera ganas ni de moverme, como si solo quiere estar alli quieto sin hacer nada, una apatia total me rodeaba, pero una vez mas el hambre parecia volver a asaltarme como si no quisiera dejarme descansar, como si lo unico que le importara fuera conseguir esa habilidad, no lograba entenderlo que era aquello, que podia ser lo que me estaba haciendo ese hombre, me sentia yo mismo, pero por segundos era como si me perdiera.

Sus palabras lo confundieron aun más. ¿Rebanar su cabeza? ¿A qué truquillo se refería? Ese tipo debía estar loco, de todas las cosas que podría encontrarse esto era casi irónico. Solo quería que lo dejaran en paz con su dolor, que sus heridas sanaran con el tiempo. Pero esto, que un tipo apareciera de la nada hablando tonterías, era algo que lo hacia sentir incluso peor.
Su anterior ira estaba opacada por la sensación de peligro que emanaba del desconocido. En una situación normal se habría arrojado sobre él, golpeándolo hasta cansarse, pero ahora simplemente quería estar lo más lejos posible. En un momento vio otra vez esa mirada perdida, la sensación de apatía en su rostro y ahí fue que aprovecho su oportunidad.
Se lanzo por la ventana, sin ver si estaba abierta o cerrada, solo movido por el deseo de dejar atrás a ese tipo siniestro. Al caer al suelo rodó sobre si mismo y se lanzo a pura carrera por la calle. Unos botes de basura lo hace caer golpeando sus rodillas con violencia en la graba, pero se levanta y continua corriendo. La sensación en su espalda es aterradora, como si una mano fría estuviera a pocos centímetros de él, lista para atraparlo y no dejarlo ir nunca más.
Ni se le paso por la mente pedir ayuda, gritar o cualquier cosa parecida. Solo veía la calle y corría, deseando que esta fuera aun mas larga. Tomó por un callejón oscuro y maloliente, tratando de perderse entre autos y personas…

escapas por los callejones corriendo por todas partes sin encontrarte nada, hasta que por fin logras llegar a un lugar seguro y paras a descansar, una sensacion de terror te sigue recorriendo todo el cuerpo, y entonces te fijas en un hombre que hay delante de ti, te recuerda mucho a ti y te mira con una cara amistosa, pero siempre fijamente.

... ... ...

Después de lo que le pareció una carrera de pesadilla, donde a cada instante creyó que seria alcanzado, se dejó caer agotado. Hacia verdaderos esfuerzos por respirar mientras temblaba descontroladamente. Jamás en su vida había sentido algo así, ni siquiera cuando debía meterse en una aldea atestada de guerrilleros, en esos momentos había sentido miedo, pero también una cierta pizca de emoción. Como si el peligro lo estimulara, pero ahora era diferente, no sentía la posibilidad de salir bien librado de ese encuentro. Aun tenía grabada a rojo fuego en su mente la media sonrisa de ese desquiciado.
Algo goteaba por su pierna derecha, al revisar se dio cuenta que se había despellejado la rodilla. Las palmas de sus manos también estaban rojas y le ardían bastante. Pero estaba a salvo, lejos de ese tipo. Cuando miró hacia adelante se encontró con que alguien lo miraba, era algo y delgado, de rostro cuadrado y aspecto tranquilo. No sabia que esperar de él, después de lo que acababa de vivir…
Asintió con su cabeza, a modo de saludo, aun estaba perturbado. Mas allá del terrible momento, había algo mas que le preocupaba. El tipo parecía confuso por momentos, tenía algo en la mirada que le resultaba familiar. Al principio no lo había asociado con nada, hasta hace unos segundos, cuando vio en su mano la pulsera de su mujer. Esos ojos perdidos y muertos, esa expresión vacía, eran las mismas que acompañaron a su esposa hasta su muerte…

Camino hacia el hombre que parece afligido, se que es lo que le ocrre hace tiempo que le sigo, puedo alludarle pero solo si deja que la guia de dios le alluda- Escuchame- digo cuando estoy frente a el- Se cual es el dolor que te aflige si me dejas puedo alludarte a controlarlo-

Tan metido en sus pensamientos estaba que no notó como el extraño se acercaba. Ese día todos parecían estar interesados en él. Cuando comenzó a hablar no entendió nada de lo que decía. Nadie podía ayudarlo, nadie le daría jamás el descanso que necesitaba ni le devolvería a su esposa.
Negó con la cabeza, pero se detuvo con la mirada perdida. ¿Por que no? sentía que estaba haciendo un trato con el diablo, no sabia como iba a ayudarlo, pero si podía quitar su dolor entonces, ¿que mas daba?
-Ayúdame- dijo con ojos suplicantes, esperando que no sea una broma o una mentira. Pero al no tener más nada que perder, decidió arriesgarse.

- Se que tienes una habilidad que no controlas, crees que es una maldicion, pero dios te a dado ese don para que lo uses con sabiduria si me dejas puedo enseñarte a controlarlo-

Estaba desesperado, hacia mucho que sospechaba que la muerte de su esposa era su culpa. Mientras mas la cuidaba peor estaba, la vio morir mientras el le sostenía la mano, sin poder hacer nada mas que ver como la vida se le iba consumiendo. Las palabras del desconocido le dieron esperanza.
-Esta bien- dijo, a pesar de que no sabía quien era él, a pesar de que hacia solo unos minutos corría por su vida, quería que le ayudara. Su verdadera maldición era no estar con ella, la mujer que le había robado el alma el día que le sonrió-. Ayúdame, no querer esto- se golpea el pecho-. Ya no más.
Solo quería olvidar lo que ya no tenia, este hombre tal vez le ayudaría a sacar esa sensación de vacío. Si para eso tenia que aprender eso que el llamaba “don”, entonces lo haría.

Empiezo a caminar y espero que el hombre me siga, comprendo su dolor y su sufrimiento, pero si la compañia se entera de que existe tendria que atraparlo y llevarselo, yo mismo corria mis riesgos por alludarle, pero todos mereciamos una segunda oportunidad

- De acuerdo lo primero que tienes que saber es que si no conterolas tu mente jamas controlaras tu don-

Lo siguió, como si ejerciera un raro magnetismo sobre él. Caminando a su lado, escuchando sus palabras. Aunque todo sonara tan descabellado estaba dispuesto a obedecerle y aprender.
-Controlar mi mente- se dijo tragando saliva-. Es casi imposible…
¿Como controlarse si en su cabeza chocaban a cada instante un recuerdo mas doloroso que el anterior? ¿Como dejar atrás cientos de emociones que amenazaban con destruirlo? Cerró los ojos con fuerza, buscando la fuerza interior para hacer lo necesario.
-Entiendo- dijo al fin con su rudimentario ingles. Se sentía mas tranquilo junto al extraño personaje, tanto que casi había olvidado al tipo que allanó su departamento.

- Solo tienes que centrar tu mente, saber que tu don no tiene por que ser malo, concentrate en cerrarlo en que no afecteaa los demas, si centras tu mente tu poder no dañara a nadie- intento explicarle como yo entendi mi habilidad, mi don, pero solo dios tiene el verdadero poder para hacer que controle su habilidad.

Abrió mucho los ojos al escuchar su idioma, parecía que hacia mil años que no escuchaba esas entonaciones. Con su mujer habían empezado a obligarse a hablarse en ingles, para así practicar e ir mejorando poco a poco.
Quito estos pensamientos de su mente, no quería enterrarse otra vez en ese abismo, trato de concentrarse en lo que decía el tipo. Buscó en su mente una puerta abierta, como si su poder fuera eso, una puerta que pudiera ser cerrada con solo pensarlo. Aisló todo pensamiento, dejando solo un espacio blanco y vacío, donde esa puerta estaba allí, esperando ser dominada. Con suavidad, comenzó a cerrarla, no con bronca o miedo, sino con la promesa de abrirla cuando la necesitase. Al abrir los ojos no sabia si lo había logrado o simplemente había sido una perdida de tiempo.
-¿Lo hice?- pregunto con algo de miedo en la voz, tenia que controlarse, pues ahora entendía que si dejaba que lo dominara su miedo entonces podría lastimar a gente inocente.

- Yo diria que si- digo sonrriendo al muchacho, parecia que habia encontrado la forma de abrirse a dios, tal vez tubiera esperanzas y pudiera ser por fin libre- Solo tienes que recordar que mientras no quieras hacer naño a la gente no tendras por que hacerlo-