Partida Rol por web

Kurgan, Orphen y Arkaeron se ven desvanecer de los respectivos planos en los que moraban para reaparecer en un lugar desconocido.

El malherido y sobrepasado liche clérigo de Vecna retrocede un paso dejando que los pocos muertos vivientes de su séquito restantes le protejan mientras usa su última baza en este combate perdido.

¡Despues de mil años de existencia no sucumbiré aquí! ¡¡VECNA, AYUDA A ESTE, TU MAYOR SERVIDOR!!

La intervención de una deidad no se pide a la ligera, pero un Milagro es lo único que puede salvarle ahora.

Sin tardanza un portal se crea en mitad de la oscura sala de este mausoleo. El brillo rojizo se condensa, dando forma lentamente a un umbral, que poco a poco toma la forma de la convocación que el mismísimo Vecna manda para proteger a su seguidor. Los tres poderosos caballeros - paladines de Pelor, Heironeous y Kord - que purgaban esta cripta de la maldad de los muertos vivientes miran horrorizados la conjuración que ha de volcar el combate en su contra y castigarles por la profanación.

Un débil humano de túnicas negras se materializa. No se parece menos a un muerto viviente que el convocador ni sus acompañantes, puesto que su brazo derecho entero es un miembro esquelético y la piel estirada en su rostro enseña los huesos de su cráneo tanto como si fuera una calavera. Al nigromante conjurado le falta el ojo izquierdo, pues su párpado cerrado está tan hundido como si fuera una cuenca vacía. Su mano izquierda está hecha de reluciente luz rojiza que pulsa y vibra al moverse. No es más que una mano fantasmal creada por magia, porque también esta parte del cuerpo le falta al humano. El puño derecho, el del brazo de hueso, sostiene un bastón decorado con tiras de piel sangrante y con multitud de runas plateadas.

Hay un semielfo a la derecha del nigromante. La armadura del guerrero es de color gris acerado, pero la perfección de su factura deja claro que está hecha en mithril. En torno a la coraza hay multitud de púas muy afiladas por las que recorre azul energía eléctrica, formando arcos de un pincho a otro. Las púas de la armadura van fijas a unos eslabones que sobresalen en los costados, revelando los extremos de una poderosa cadena armada que en manos del combatiente promete ser un arma terrible. Completando la protección, el semielfo tiene en los antebrazos unos brazales dorados que parecen sendos dragones del mismo color metálico.

Al lado del medio elfo hay otro humano que lleva ropas ligeras y un escudo grande a la espalda con una única y enorme runa dibujada en el centro. El pelo de este humano es plateado y sus ojos azules, aunque en combinación con su piel muy oscura le hacen parecer antinatural. Al cuello lleva un amuleto con una piedra verde y varias gemas brillan en partes de su túnica y brazales. El único arma visible en él descansa en una vaina que parece ser de cristal, de forma que permite ver la hoja de una espada larga plagada de inscripciones en alguna lengua oscura. La empuñadura de esta espada tiene bordes tan afilados como la propia hoja, y su pomo representa la cabeza de un demonio astado.

Aparte del liche hay una momia milenaria y tres guerreros esqueletos, pero todo el suelo está alfombrado con restos óseos de otros servidores del clérigo de Vecna. Oponiéndose a ellos, y a las recién llegadas convocaciones, están los tres caballeros, aún sorprendidos por el conjuro. El paladín de Kord tiene un enorme martillo a dos manos cuya cabeza arde en llamas continuamente, y lleva una armadura completa de grandes proporciones con apariencia de ser pesadísima. El paladín de Heironeous debía llevar un escudo, pero ha sido reducido a astillas que están repartidas por el suelo, de modo que sostiene su poderosa espada larga de hierro frio - cuya empuñadura parece una cruz - con ambas manos. El paladín de Pelor lleva armadura metálica pero más ligera que los otros dos, y sostiene dos espadas curvas en ambas manos; una espada es dorada y la otra parece hecha en plata, pero ambas brillan incluso en las penumbras de esta catacumba.

El liche no parecía esperar una respuesta así a su plegaria. Para salvarle de esos inmundos mortales Vecna le enviaba ¿más mortales?

Y, sin embargo, los designios de los dioses eran inescrutables, y Vecna era la más misteriosa entre las deidades.

A ellos. ¡¡PROTEGEDME!!

Con su huesudo dedo señala a los paladines, que ya alzan sus armas preparándose para enfrentarse al clérigo muerto viviente y a todos los que se interpongan en medio.

Lo primero que hizo Kurgan fue preparar su cadena para un posible combate, y lo siguiente, como hombre con un mínimo de educación, fue saludar rapidamente a los compañeros reencontrados.

Echó un vistazo a su derecha donde se encontraba Orphen girando ligeramente el cuello y sin perder de vista a los paladines que tenia al frente -- Orphen... tienes buen aspecto -- miró después al nigromante -- Arkaeron... tú no -- acompañó el "no" negando con la cabeza -- ¿sabes por casualidad lo que está pasando aquí?. -- El semielfo preguntó a Arkaeron automáticamente, pues parecía que se estaban moviendo en su hábitat.

Tras preguntar al mago y sin esperar respuesta de este, habló a los tres paladines que tenia frente a él mientras alzaba una mano, como si desease una pausa antes de la refriega.

¡Un momento!, no avancéis un paso mas si apreciáis vuestras vidas, mis compañeros y yo hemos sido invocados aquí por alguna razón, pero no somos los títeres de nadie. Antes de tener que matar a alguien me gustaría saber donde estamos y quienes sois.

El Filo del Ocaso no se sentía cómodo cumpliendo las ordenes de nadie, y menos de aquel liche, aunque realmente tuviese el favor de Vecna de su parte.

El más joven de los tres caballeros habla en nombre de los tres. En su brillante armadura tiene grabado el símbolo de Heironeous.

Por el Valeroso que nunca había visto una convocación cuestionar tales cosas. Sin embargo no me engañaréis.Todo lo que debe ser sabido es que este es el más abyecto templo de Vecna y que somos paladines de Kord, Pelor y Heironeous que no descansaremos hasta purgar esta mazmorra.

La expresión del caballero demuestra tanto valor como resolución, y no tantas ganas de solucionar el asunto hablando. Alza su espada, señalando a los tres recién llegados con la punta del acero.

Ahora quitáos de en medio o luchad, si debéis hacerlo, porque no discutiremos el asunto más que con las armas. Bien conocidas son las tretas del Susurrado.

Nada mas aparecer me pongo en posicion defensiva, visto lo visto debo estar preparado para cualquier cosa.

Aparezco en una sala desconocida, pero me sientro extrañamente bien, este lugar me resulta reconfortante.
Me giro al oir las palabras de Kurgan le miro y le dedico una sonrisa sarcasticapero que en mi esqueletico rostro mas bien parece la sonrisa de un psicopata.

Pues estoy mejor que nunca amigo, tu en cambio tienes un aspecto un tanto patetico, ¿te has cambiado el peinado? Despues miro a Orphen. Saludos de nuevo.

Dejando de lado las bromas me encaro a los enemigos.

Mi nombre es Arkaeron, caballero de la Redencion, lamento informarles de que no permitire que toquen a este elegido de Vecna, tenemos una mision muy importante de la que depende la seguridad de este plano y el puede ser una herramienta clave para nuestra supervivencia.
Por lo tanto tienen dos opciones, marcharse, sobrevivir y poder luchar otro dia en otro lugar; o dar un solo paso y morir aqui. La eleccion es suya. Mi rostro revela la determinacion de mis palabras y mi voz se muestra amenazadora y serena.

Vuestros dioses han abandonado este plano a su merced. Ya no responden a vuestras peticiones.

Dejar las armas, ahora.

Orphen permanece seguro y su seriedad es su gran característica en este momento.

El paladín de la derecha, el que tiene el símbolo de Kord al pecho y un enorme martillo llameante, no encaja bien las palabras de Arkaeron, y peor aún las de Orphen.

Vuestros intereses aquí son oscuros e incomprensibles, pero si algo hay claro es que no os quitaréis de en medio, y que un insulto a nuestros dioses no quedará impune.

El ánimo en los otros dos caballeros parece ser igual.

Vuestra arrogancia no os salvará. ¡Veréis lo cerca que está Kord cuando su puño os aplaste!

Y con un rugido se lanza a la carga hacia Orphen, siendo imitado en seguida por los otros dos guerreros.

El liche a la espalda rie, pues la situación ha mejorado para él. La visión de humanos y un semielfo aparentemente bienintencionados - y caballeros además - enfrentarse a los paladines es mucho mejor que cualquier diablo aberrante que su dios le podría haber mandado.

El paladín de Kord carga hacia Orphen, mientras que los otros dos simplemente se lanzan hacia delante enarbolando sus armas. Es difícil de decir sus objetivos, pero Arkaeron es el más expuesto.

Orphen sonríe, como siempre delante de un combate donde se avalúa su capacidad.

Rápidamente unas palabras mágicas y unos movimientos, raros en el guerrero, la figura del guerrero se vuelve translucida aunque se le puede observar perfectamente, incluso cuando se pone el escudo en la otra mano.

Esta bien, si habeis decidido morir, que asi sea.

Sin ningun reparo me preparo para el combate, por desgracia soy el mas cercano al enemigo y el que deberia estar mas lejos, pero eso no sera problema.

El paladín de Pelor se lanza contra Arkaeron y, vigilando la magia de la que sabe capaz al nigromante, da un golpe con su espada curva, pero la hoja afilada pasa rozando el rostro del brujo sin que éste se inmute. Algún tipo de magia debe proteger al practicante de magia negra, o bien el guerrero sagrado está demasiado preocupado por los sortilegios rivales.

El inmenso martillo del paladín de Kord cae sobre Orphen, pero el mazazo no tiene otro efecto que atravesarle, sin alterar en lo más mínimo la sonrisa del guerero-hechicero. Además, el fuego de la cabeza del martillo se transforma en unas pequeñas e inofensivas chispas rojas al entrar en contacto con el aura protectora de la runa del escudo de Orphen. El combatiente del Dios de la Fuerza ruge frustrado, maldiciendo la magia oscura que protege a la convocación del liche. Mientras tanto, la momia carga, sobrepasando a Kurgan por su izquierda, y dándole un fuerte golpe al paladín de Pelor que está enzarzado con Arkaeron. Aunque el puño no deforma la resistente armadura del caballero sigue siendo una buena contusión, aunque insuficiente para hacerle titubear.

Los esqueletos que protegían al liche también corren al combate, y enarbolan sus grandes hachas contra el paladín de Kord que combate inefectivamente con Orphen. Una de las hachas quizá haya tenido algún efecto, superando la enorme protección de la armadura colosal que viste el guerrero, pero los filos parecen incapaces de penetrar mucho en el acero de la coraza.

Kurgan avanzó un paso para situarse en el lugar donde estaba colocado Arkaeron, apartando con su brazo al nigromante con un ligero empujón. Quizá el semielfo fue un poco brusco, pero es que el nigromante estaba cubriendo sin querer de su cadena a sus enemigos, por eso decidió ocupar su lugar en primera fila, y así de paso el mago podía apartarse de un espacio de enfrentamiento directo, donde no solía habitar frecuentemente.

Con tu permiso, mago

Tras esto, el guerrero de la cadena comenzó a repartir golpes cargados de magia maligna, que absorbían la vida de los paladines al mismo tiempo que los golpeaba con fuerza. Primero al paladín de Pelor, para luego pasar al de Kord, para luego terminar concentrándose en golpear unicamente al seguidor del dios del sol.

Mis compañeros lo han dicho bien, no estamos aquí para perseguir una estúpida cruzada contra el mal de una cripta, lo estamos para asegurar la existencia de un plano entero. Sed inteligentes, marchad ahora y volved cuando ya no estemos.

Antes de que pueda darme cuenta el enemigo se abalanza sobre mi, veo como su cimitarra pasa a escasos centimetros de mi cara pero ni me inmuto, se que Vecna me a elegido y no dejara que caiga aqui.

Ya te lo he dicho necio paladin, Vecna esta de nuestro lado, nos protege y guia hacia la victoria, vuestros dioses se han ido, no teneis nada que hacer contra nosotros, marchaos y podreis vivir.

Sin esperar respuestas doy un paso hacia atras, justo en el momento en el que Kurgan me aparta de la primera linea y comienzo a conjurar, en el mismo lugar en el que me encontraba unos instantes antes una niebla comienza a tomar forma.

El paladín de Heironeous, que parecía el líder de la comitiva de caballeros sagrados, se había quedado ligeramente atrás sin entrar en cuerpo a cuerpo. Por supuesto no era cobardía lo que le llevaba a no cargar como los otros, sino que tenía algo mejor que hacer primero.

Alzando su símbolo divino con la mano que tiene libre mientras sostiene la espada, habla.

Primero caerán tus muertos vivientes, liche, y después tus convocaciones. ¡Heironeous os abrase!

¡No! grita el clérigo de Vecna, que parecía haber estado esperando este momento para actuar.

¡Vecna te maldiga! visiblemente hacía un gran esfuerzo para luchar contra la energía positiva desencadenada por el paladín. A duras penas podría paliar su efecto. Las propias manos esqueléticas con las que alzaba el símbolo del Susurrado parecían quemarse con el poder divino de Heironeous, pero el clérigo malvado logró salvar a la momia, mientras que sus guerreros esqueletos se consumían en llamas.

Orphen empieza a recitar de nuevo unas palabras arcanas, de la nada aparecen 4 círculos de runas mágicas alrededor de arcano que lo envuelvan completamente.

Cuando termina automáticamente saca la espada de su funda casi cristalina, estira la espada hacia delante como si comprobara que estuviera recta y equilibrándola...como si ignorara completamente su adversario. Mas bien haciendo exactamente esto.

Estas lista?

Ya era hora.

Además de la voz en su mente, Orphen comienza a escuchar otro sonido, aunque esta vez no está en su cerebro sino en sus oídos. La espada produce una nota aguda y chirriante. Acto seguido, comienza a conjurar por sí misma...