Partida Rol por web

HEROS [DM05/20]

01 El largo viaje

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22/04/2020, 18:56
Aeda

Deseo, tú eres, sin duda, la guerrera que proviene de más lejos. Tu viaje será arduo, fatigoso, y hasta puede que exasperante. Al menos no viajas sola, vas acompañada de tus tres maestros Cèlüè, Yàosài y Zhihui. Y otra ventaja con la que cuentas, si te comparamos con otros guerreros que también se adentrarán en la Laberinto, es tu riqueza, y tu posición. Ambas cosas no te servirán de mucho dentro del laberinto, pues deberás enfrentarse sola a ese gran reto que ha condicionado tu vida desde el nacimiento.

Tu historia empieza unos cuarenta días antes del cumpleaños que marcará tu mayoría de edad, fecha en la que deberías encontrarse ante el legendario Minotauro para cercenar su cabeza. Estamos en palacio. Los Señores Feudales, tus padres, y tus hermanos y hermanas, acompañados de un verdadero ejército de sirvientes, te presentan tus respetos momentos antes de tu partida.

Hoy son pocas las palabras. Sin embargo es mucha la simbología que envuelve a cada acto, cada gesto, cada mirada. Tras un breve, intenso y disimulado instante, abandonas el lugar que te vio nacer. Atraviesas los jardines de sauces y almendros en flor en los que tan duramente has entrenado, dejas atrás los estanques de nenúfares en cuyos bordes eras instruida en equilibrio y estrategia, y cruzas las puertas que te dan la bienvenida al camino que te guiará hasta tu aventura.

Notas de juego

Empezamos. Por ahora no tenemos ritmo diario (sé que me dijiste que no tenías tiempo, no te preocupes), puedes ir con calma (es que no me podía esperar xD). Puedes narrar los primeros días de viaje junto a tus maestros, aún en territorio conocido, aún en clima oriental.

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23/04/2020, 01:04
Deseo

Cuando los portones de la muralla de la Capital del Feudo se cerraron tras ellos, Deseo sintió una punzada en el pecho. A otro quizá le parecería mentira, pero no lo era, era verdad: nunca antes había salido fuera de esas enormes puertas de hierro y madera. 

Se detuvo un momento, para mirar atrás. 

Junto a ella, en sus respectivas monturas, sus maestros se detuvieron también. Estrategia fue a decir algo, como siempre, pero Sabiduría le hizo un gesto con la mano. Fue suficiente. Esperaron, en silencio. El silencio era, además, el gran compañero de Deseo. Su vida era eso, silencio y sacrificio, castigo constante a su cuerpo, dureza, acritud. Había llegado a habituarse, a no temerles. Obedecer era su vida diaria, nunca había degustado ni un poquito la libertad.

Por eso, ahora, allí fuera, se sintió como una extraña. Su séquito no estaba formado por amigos, no tenía amigos. Estaba formado por maestros de la Orden, fieles a su padre, y seguramente ni siquiera conocedores del Pacto del Diezmo. Eran extraños también. Pero ella, ahora, era libre. 

Podría.

Podría librarse de los tres, incluso matarles. Podría tomar todo lo que llevaban en las mulas, y lanzarse a los caminos, dejar atrás el Pacto, dejar atrás el Feudo. Vivir, por primera vez, vivir...

Inspiró, profundamente, y soltó el aire poco a poco, recitando sus mantras de control. 

Espoleó su caballo, y siguió adelante, en silencio, dejando los portones, la muralla, el Palacio y el Feudo a sus espaldas.

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24/04/2020, 16:46
Aeda

Los días pasan. Atravesáis lugares pintorescos, planicies infinitas, anchos ríos como océanos, valles profundos y montañas nevadas. Los paisajes se suceden, las gentes cambian gradualmente, así como la arquitectura, los idiomas y la gastronomía. Al ser una dama de la corte te relacionas poco con las gentes que os cruzáis. Son tus acompañantes, tus maestros y a la vez vasallos, los que lo hacen por ti.

Esta experiencia del mundo te llega a través de ellos, siempre explicada, traducida, filtrada. Siempre adaptada y corregida. En pocas ocasiones te expones al exterior, directamente al mundo, pues no es necesario. Te limitas a verlo pasar ante tus ojos, desde el carruaje. Cada noche montáis una tienda en la que dormís, siempre a las afueras de alguna aldea, cerca de un río.

El entrenamiento continúa, e incluso se endurece. Cuanto más cerca estás de tu destino más exigentes se vuelven tus maestros.

Notas de juego

No tienes el talento Jinete. Aunque imagino que sabes montar, este viaje tan largo no está previsto hacerlo cabalgando. Viajáis en un carro, tirado por bueyes o caballos. Lleváis mucho equipaje, para los cuatro, armas y herramientas, como dijiste. Muchas cosas que pueden ser necesarias, pues los imprevistos pueden ser muchos. Por otro lado no eres libre, no eres dueña de tu destino. Tus maestros son también tus captores, te cuidan y te vigilan, pues no están ahí por ti, sino por tu padre.

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25/04/2020, 13:33
Deseo

Habían recorrido ya casi la mitad del camino. Los paisajes iban cambiando, pero para extrañeza de la mente de Deseo, no cambiaban tanto como ella había esperado. Los ríos seguían siendo ríos, y los montes, muy parecidos unos de otros. Unos picos más escarpados y altos, coronados de blanca nieve, otros más suaves, lomas tapizadas de verde, caminos serpenteantes.

Los países cambiaban, lo hacían sus banderas, sus gentes. Pero el cielo sobre sus cabezas mostraba las mismas estrellas, el sol salía siempre por el mismo lado, y calentaba al máximo cuando se hallaba en el cénit. Después descendía, estuvieran donde estuvieran, y se ponía al oeste, siempre, indefectiblemente.

Los día y las noches se sucedían, así como las miradas curiosas de las gentes a su paso. Desde el interior del carruaje, desde el otro lado de las ventanas matizadas por ligeras cortinas de fina seda, que para ellos no representaban ningún lujo, pero al parecer sí para los campesinos que las admiraban, Deseo observaba. Le había llamado la atención algo curioso, inesperado. En los rostros admirados de esas gentes. Sus facciones.

Si la naturaleza variaba poco a lo largo de los días de viaje, sí lo hacían las facciones de las personas con las que se cruzaban. Los ojos iban redondeándose, dejaban la forma almendrada de su tierra. El tono de la piel también cambiaba ligeramente, iba perdiendo la coloración dorada y se hacía pálida, blanquecina. 

Una de las noches, sentados los cuatro alrededor de una hoguera, mientras cenaban, decidió preguntar.

-He visto que las gentes que nos rodean van cambiando, no así los paisajes. Es curioso. ¿Por qué? ¿Qué debo esperar cuando llegue a nuestro destino? ¿Qué vamos a encontrarnos allí, además de a mi objetivo el Minotauro?

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26/04/2020, 18:01
Aeda

Ante tu pregunta tanto Cèlüè como Yàosâi guardan silencio y miran a Zhihui. El anciano se toma un momento para responder, entrecerrando sus ojos como intentando recordar una historia, que es el modo en el que te suele dar las lecciones:

- Los primeros hombres fueron hechos de oro, y su soberbia les destruyó. Los segundos fueron hechos de plata, y su languidez les consumió. Los últimos fueron erigidos desde el barro, y aprendieron a arrastrarse sobre el mundo. Algunos aprendieron a beber el agua de sus ancestros.

Después de esto el sabio guarda silencio, dándose por satisfecho. No siempre es fácil entender sus palabras, aunque todos saben que encierran un gran conocimiento. Yàosäi no parece conforme, y arruga su cara por un instante. La estratega habla entonces por boca de todos:

- Poco importa lo que encuentres fuera del Laberinto, Xiwang. Y poco importa lo que creas saber sobre lo que encontrarás dentro de él. No confíes en tus creencias, mantén los ojos abiertos, sé ágil y déjate guiar por tu instinto. La victoria estará contigo.

Tras esta velada reprimenda os disponéis a dormir, pues mañana os espera otra prueba: el desierto.

Muchos son los días que el carruaje avanza a duras penas sobre la arena. El calor del sol y la sequedad de la arena durante el día contrastan fuertemente con el frío y la humedad de la noche. Son condiciones extremas que os llevan casi al límite. Recuerdas los montes nevados, los verdes valles, los riachuelos y los arrozales. Zhihui aprovecha las noches para mirar al cielo y contar algunas historias sobre las estrellas.

Tras perder la cuenta de las jornadas que camináis sobre la arena del desierto, acabáis por llegar a la ciudad de Ishtar, capital de la Tierra del Sol, a orillas del río Oromedón, donde se te permite visitar un templo dedicado a la diosa de la guerra Sejmet.

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28/04/2020, 20:55
Aeda

El viaje continúa hasta Kandaria, ciudad portuaria en la que tomáis una embarcación directamente hasta Creta.

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29/04/2020, 09:46
Deseo

Ishtar había dejado en Deseo una impresión profunda. La belleza de una ciudad tan distinta a la suya, la magnífica puerta levantada con materiales extraños y brillantes, de colores vivos, la había impresionado. En medio del desierto la andadura había sido difícil, salvaje. Pero la ciudad junto al enorme río había cambiado el paisaje, y la algarabía de las calles repletas, las gentes vestidas con telas de tonos claros, terrosos, hechas de hilos gruesos y ásperos eran un mundo nuevo.

Visitó el templo de la diosa guerrera, y comprendió que no distaba tanto del espíritu de las enseñanzas de sus entrenadores en la lucha. Aunque sí en las intenciones, la filosofía, allí las cosas eran diferentes, la guerra se utilizaba para agrandar un territorio, para agenciarse esclavos. Para Deseo había otras motivaciones más espirituales, y mucho más dependientes del Destino. Aunque todas esas reflexiones se las guardó para sí.

Ahora, frente a las costas de Creta, de pie en la proa de la embarcación que hiende las olas del mar azul y hoy especialmente bravío, la joven que está a punto de cumplir su decimoctavo aniversario enfrenta también su propio Destino. Puede que muera allí, en su misión, en el pago del Diezmo de otros. Aquel diezmo que sigue siendo un misterio para ella, nunca nadie ha tenido a bien explicarle con claridad el por qué. Su padre la entregó a las fuerzas oscuras, ¿para satisfacer qué deuda...?

Puede que ya nunca lo sepa.

Pero no hay más dudas en su alma, ni en su determinación. Matará al Minotauro, o morirá. Eso es todo.

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29/04/2020, 11:20
Aeda

Notas de juego

Seguimos en Puerto de Hagia.