Partida Rol por web

Hijos de la Tempestad [+18]

Prólogo - Lua

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30/04/2020, 10:01
Sir Gherim van Wayden

Los soldados se cuadraban a su paso dedicándole un saludo marcial y evitando con descaro el contacto con su mirada acerada. No era para menos. Su trágica leyenda, su siniestra impronta, aun siendo tan joven, hablaban en voz alta por él.

Avanzó raudo, rumbo al enorme salón del Castillo de Ironford. No prestaba demasiada atención al temor y admiración que levantaba su presencia entre los jóvenes Caballeros de la Orden del León. Los guardias que custodiaban la enorme puerta se cuadraron ante él y retiraron las lustrosas gujas que portaban para disuadir de la entrada a todo aquel que no tuviese invitación expresa. Desde luego, él la tenía.

Uno de los centinelas le abrió la puerta sin intercambiar saludo alguno, pues sabía que el paladín era parco en palabras y sus aterradores ojos eran, en buena medida, muy elocuentes.

-¡Sir Gherim van Wayden!-, anunció con voz firme, orgulloso de dar la bienvenida a tan ilustre personaje.

El interior de la sala, un fastuoso salón decorado con todo lujo de detalles ostentosos como correspondía al inmenso ego del Barón Ironford, estaba presidido por una enorme mesa ovalada sobre la que se había desplegado un extenso mapa de la región. El caballero no perdió el tiempo en valorar el documento, pues conocía bien el Valle del Dessarin y sintió más curiosidad por los individuos que allí le aguardaban expectantes.

Conocía bien al Barón. Una vieja rivalidad motivada tras un duelo a espada les avalaba como antagonistas desde muy jóvenes. Reconoció también al siempre elegante y taimado Cécil Stedman, del que se decía que era más antiguo que el Castillo mismo. El autómata le dispensó su habitual reverencia mecánica. Distinguió también a varios caballeros de diverso rango y estatus. Sus corazas doradas y los emblemas grabados en ellas –un león rampante- los delataban como la guardia personal del Barón.

-¿Acaso me engañan mis ojos? ¡Sed bienvenido, Sir! ¡Nos alegramos de verle! ¡Pensábamos que no disfrutaríamos de su locuaz compañía en esta reunión!-. Habló un hombre de rasgos rubicundos, un rostro jovial y bien afeitado y portador de una inconfundible armadura dorada. Sir Harrik de Ironford, Barón de Ironford. El Gran León. El Anfitrión. –Es todo un detalle que sólo nos haya hecho esperar media hora, Sir-. Las palabras de Sir Harrik estaban cargadas de un sarcasmo cáustico. Sus ojos glaucos se entornaron, mas su amplia –y falsa- sonrisa no se desdibujó en su rostro.

"El Gran León, Sir Harrik de Ironford"

-Sir Harrik, por favor… Tenemos asuntos más importantes que discutir-. La voz aterciopelada de una misteriosa mujer de largos cabellos negros como una noche desprovista de estrellato se alzó entre los presentes, aplacando al León de Ironford. Sus ojos oscuros, sembrados de vetas púrpuras, emitieron un fulgor sobrenatural al clavarse en Sir Gherim mientras una tenue, misteriosa sonrisa amanecía en su hermoso rostro.

¿De quién se trataba?

-Acepten mis disculpas. Tienen mi total atención-. Omitió lo fatigoso del viaje, con uno de sus hermanos herido de gravedad en uno de sus ojos durante una refriega hace unos días. Sir Gherim hizo una fugaz reverencia sin devolver la mirada a Sir Harrik. Centró su atención en la mujer ataviada con oscura túnica y distintivos propios de los Abjuradores. Parecía conocerle, algo que dejaba en desventaja al caballero negro.

-Directo al grano, haciendo gala a su nombre. Bien, mejor así. No hay tiempo que perder-. La Abjuradora invitó a algunos de los presentes a congregarse alrededor de la gran mesa y comenzó a hablar mientras apoyaba las manos enjoyadas sobre la gruesa mesa de madera noble. Sus palabras conminaban a su auditorio a prestar cautelosa atención.

-Sir Gherim, en nombre de todos los aquí presentes, gracias por acudir a nuestra llamada. Supongo que ha debido ser un largo viaje. Hemos querido contar con su inestimable ayuda dada la naturaleza de esta empresa. Bien, caballeros. Seré breve-. Un silencio dramático. La calma que precede a la tempestad. –Llevamos años tras la pista de un dispositivo mágico de enorme poder conocido como el Ojo de Aghanazzar. Su forma exacta puede no ser lo que sugiere su nombre, pues no consta que nadie lo haya visto jamás; pero tras una tediosa investigación hemos encontrado algo…-.

Sir Gherim quedó pensativo por un momento. Había escuchado ese nombre antes.

Aghanazzar.

-…En la Baronía gozamos de grandes Abjuradores y de no menos poderosos Videntes. Uno de estos adivinos ha resultado ser de un valor incalculable para advertir de un fenómeno que puede situar el Ojo aquí, en el Valle del Dessarin. Por el momento, sus profecías y sus visiones son enigmáticas y resultan confusas en el mejor de los casos. Por el momento…-.

-Aguardad un momento, Lady Naeve-. El Barón alzó su mano enfundada en un aparatoso guantelete para interrumpirla. -¿Cuál es el poder de ese artefacto exactamente?-.

La Abjuradora giró su rostro con suavidad, dedicando una mirada compasiva al Barón. No le gustaba ser interrumpida.

Stedman no perdió detalle de la silenciosa pero expresiva mirada de Lady Naeve.

-El Ojo de Aghanazzar es capaz de localizar a cualquier persona, cualquier ser, en cualquier plano de existencia. Basta con haberle visto el rostro una vez o conocer su Nombre Verdadero. Más aún, parece ser capaz de predecir acontecimientos del futuro con excepcional precisión. Y de mostrar sus posibles alteraciones… Es el Ojo de un dios olvidado, creen algunos. Pero nos asisten motivos para pensar que podría tratarse de la obra de un demonio… En cualquier caso, es un instrumento de asombroso poder, como podrán imaginarse-. Esta vez, Lady Naeve miró al paladín enmascarado de forma directa. –No puede caer en manos equivocadas-.

-Que me aspen…-, comentó Sir Harrik mientras se frotaba su pronunciado mentón.

-Milady… Antes habéis asegurado que hay un Vidente, alguien que habla a través de profecías y que asegura la presencia de ese objeto mágico en el Valle. ¿Dónde se encuentra ese hombre?-, inquirió Sir Gherim, inmutable en su pose, cruzado de brazos, su figura envuelta en su larga capa púrpura.

-No lo sabemos-, confesó Lady Naeve con gesto torvo ante el asombro de los presentes. –En los últimos tiempos se ha vuelto más… retraído-. Llevó uno de sus dedos de marfil a los labios y entornó sus ojos. –Nos ha evitado. Sospecho que no sólo a nosotros. Pero ya hemos puesto en marcha un plan para localizarlo. Daremos con él-, enfatizó mirando de soslayo a Cécil.

-Bueno, no veo por qué necesitamos al matademonios entonces, milady-. Sir Harrik miró a Van Wayden arqueando una ceja dorada y mostrando su mejor y más corrosiva sonrisa. –Al fin y al cabo, esta Baronía presume de tener a una de las Órdenes de Caballería más poderosa de todo Faerûn-. La bravata del Gran León fue respondida con vítores por parte de su manada. Impetuosos y aguerridos, los Leones Dorados de Ironford eran, sin duda, una de las unidades militares más formidables en los reinos.

-Pretencioso bastardo… No sé cómo caben él y su endiosado ego en esa armadura…-, pensó Sir Gherim manteniéndole la mirada al Barón con desprecio.

Lady Naeve tomó aire con elegancia. Desde luego, aquella mujer sabía bien cómo disimular que su paciencia estaba colmándose.

-Porque el hecho de que al Vidente, y al Ojo, le sigan la pista los Tres Muertos nos pone en alerta, Sir Harrik. Ni más, ni menos-. Naeve lanzó aquella declaración por sorpresa, deleitándose en el rostro de profunda turbación que sacudió a todos los caballeros que rodeaban la mesa. A todos, menos a uno.

-¿¡Los Tres Muertos!? ¿¡Aquí, en Ironford!? ¡Eso es imposible!-. El Barón golpeó la mesa con furioso ímpetu, poniéndose el pie. Sus hombres no dudaron en secundar sus recelos. -¿¡Acaso tenéis pruebas, milady!?-.

Sir Gherim sonrió, inclinando el rostro para disimular su satisfacción ante el nerviosismo de Sir Harrik. Ahora entendía por qué la misteriosa Abjuradora le había convocado. Los Tres Muertos: Baal… Bane… y Myrkul… El culto al Triunvirato de la Muerte estaba más extendido de lo que muchos quisieran reconocer en los Reinos Olvidados. Que operasen en el Valle del Dessarin no era una sorpresa para él.

-Es un hecho, Sir Harrik. Nuestro bienamado Secretario y su División de Élite han hecho algunas indagaciones interesantes al respecto. ¿Cécil? ¿Serías tan amable?-. Lady Naeve hizo un gracioso gesto a Stedman, cediéndole la palabra.

El autómata, sintiéndose rodeado por una manada de leones –percepción altamente apropiada-, fingió carraspear para simular ser inferior, algo así como un súbdito.

-Ahem… Caballeros… Tal y como apunta Lady Naeve, hemos sufrido diversas desapariciones en el Valle en los últimos meses. Mis mejores sabuesos han investigado el asunto y, para ser francos, las conclusiones no son nada halagüeñas… Tengo un par de cadáveres que presentan indicios claros de haber sido víctimas de un asesinato ritual. Un… sacrificio, para ser exactos. Hemos consultado al docto Xharodan Draxos, experto en demonología y clérigo local. Draxos advierte claras referencias al Culto a Baal y apunta a que se ha realizado un ritual de invocación. Podemos afirmar, sin abrigo de duda racional de ningún tipo, que los cultistas se han comunicado con un abyecto demonio al menos un par de veces en esta región y traman algo… Aún no sabemos qué, pero con la ayuda inestimable de Lady Naeve he diseñado un pequeño grupo de investigación. Esto, por supuesto, es del más alto secreto. Tengo a mis investigadores sobre una buena pista. Haré un informe detallado en cuanto disponga de más datos-.

Stedman hizo su habitual reverencia y dio un paso atrás para indicar que su intervención había concluido.

-Los Tres Muertos aquí… En mi tierra…-. El Barón quedó pensativo, visiblemente preocupado. –Este asunto es de la mayor importancia. Cécil, mantenme informado puntualmente. Bien, caballeros. Tenemos el festival en honor a Chauntea en dos días. Recemos a la diosa para que nos traiga fortuna y gloria ante la adversidad. Milady, como siempre, vuestra voz es néctar para nuestros oídos. Que los dioses os guarden-.

Sir Harrik se levantó de su asiento y, con ello, la reunión quedó terminada, abandonando la sala escoltado por su manada. Dedicó una mirada de soslayo a Van Wayden que pareció cargada de desafío antes de abandonar la sala.

-Quizás otro día, con asuntos menos urgentes acechando, podamos volver a medir nuestro talento con el acero, Sir Gherim. Como en los viejos tiempos-. Su sonrisa, blanca y brillante, centelleó al mismo tiempo que sus ojos glaucos.

-Cuando gustéis, Sir Harrik. Por los viejos tiempos-, concedió Van Wayden, devolviéndole una mirada de desprecio, sin inmutarse.

-No tendréis tanta suerte la próxima vez…-, susurró el Barón entre dientes.

El Gran León marchó con caminar orgulloso y el característico tintinear de su aparatosa armadura completa. Sin su ego desmedido sofocando el aire en aquel Salón, quedaron Stedman, Lady Naeve y Sir Gherim sumidos en un ominoso silencio.

-Sir Gherim, hay algo más que precisamos de vos-, deslizó Lady Naeve mientras desvelaba un extraño dispositivo en la palma de su mano izquierda. Recordaba a un cilindro metálico que recubría un vial en su interior. El vial estaba lleno de sangre.

-¿De qué se trata?-. El paladín clavó sus ojos de halcón en la Abjuradora, intrigado más por el hecho de que esto le fuese revelado sólo a él y no al Gran León.

-Necesitamos un líder para nuestra escuadra, mi estimado señor. Un experimentado estratega que tenga un buen conocimiento del enemigo-, aseveró Stedman, apoyado con sus dos manos enguantadas sobre su bastón. –Queremos que sea usted ese líder, Sir Gherim-.

Van Wayden ya había intuido este dato. Había algo más.

-Hemos dispuesto un cebo para nuestro esquivo Profeta. Una parte importante de sus desvaríos implican con notable precisión a una mujer bastante singular, una hechicera que parece poseer una afinidad natural con el hielo, de cabello blanco como la nieve y ojos heterocromos. ¿La conocéis?-. Naeve arqueó una ceja mientras sonreía, advirtiendo lo retórico de su pregunta.

Sir Gherim frunció el ceño y trató, sin éxito, de disimular su asombro.

-Así que la conocéis…-, deslizó Naeve reprimiendo el impulso de enfatizar el “cuánto”.

-Así es… La conozco. Eruviel de la Tormenta. También llamada Eruviel de la Ventisca. La Dama Blanca-, espetó Sir Gherim, su mandíbula tensa.

-Tenemos la fundada sospecha de que el Profeta, un viejo chalado llamado Malodhir, está conectado con ella de alguna forma que aún no podemos concretar-, explicó Stedman sacudiendo su cabeza metálica. Parecía decepcionado de no tener más información sobre el particular.

-Y habéis usado una filacteria para seguirle la pista y aseguraos de que cumple su cometido como una disciplinada subordinada…-. La voz de Sir Gherim podía ser tan cortante como una afiladísima espada.

-Si habéis escuchado con atención, debemos seguir el rastro de Malodhir si queremos encontrar el Ojo. Ahora lo sabemos. Está aquí, en el Valle. Lo que no sabemos aún es dónde. Sumad a ello nuestras averiguaciones sobre la presencia de cultistas de uno de los Tres Muertos y tendréis una visión más completa de la situación-. Lady Naeve alzó ligeramente su tono, notando que Sir Gherim no era tan fácil de impresionar como el Gran León.

-He escuchado en otra ocasión hablar de ese condenado artefacto-, comentó el caballero mientras negaba con la cabeza. –Si los seguidores del Culto al Dios del Asesinato andan tras él, es un motivo de considerable preocupación. Aceptaré vuestra petición… Pero con dos condiciones-.

Lady Naeve apretó los dientes mientras amusgaba la mirada. Tomó asiento mientras echaba un vistazo a Cécil. El autómata, tan erguido y adusto siempre, captó el mensaje y se dispuso a mantener el pulso a Sir Gherim. En cuanto alguien hablaba de cláusulas, pactos y condiciones, Stedman se hallaba en su salsa.

-Oigamos esas condiciones, Sir-.

-Para empezar, en esa unidad que estáis creando para dar caza a los adoradores de Baal estarán conmigo los dos hombres que han viajado en mi compañía. Son dos caballeros experimentados a los que confiaría mi vida. Además, son buenos luchadores y conocen al enemigo tan bien como yo mismo-. Sir Gherim evaluaba el indescifrable rostro del Secretario. Un rostro sin rasgos, a salvo de las ranuras que albergaban esos fulgurantes ojos de un verde sobrenatural.

-No hay inconveniente, Sir. Valoramos el talento que puedan aportar a la que será su unidad. Escuchemos la segunda condición-.

-En segundo lugar, si voy a dirigir esa unidad, lo haré a mi manera. Informaré de forma detallada de mis hallazgos, pero no soy el peón de nadie. Si encuentro una célula del culto aquí en el Valle, la exterminaré. No dejaré piedra sobre piedra. Tienen mi palabra-.

Stedman asintió.

-Excelente, excelente. Desde luego, no tenemos intención de dar cuartel. ¿Verdad, milady?-. Remató sus palabras con una risilla tétrica, habitual en él para enfatizar que estaba satisfecho.

-Así es…-. La Abjuradora, vigilante, advertía una fuerte resolución en el caballero negro.

-Entonces, Sir, ya sólo resta un pequeñíiiisimo detalle, algo sin mayor trascendencia…-. Cécil extrajo de su casaca un modelo de contrato de arrendamiento de servicios. -¿…firmamos?-.

-A un paladín le basta su palabra, señor Secretario. Más aún a un Vengador-. Sir Gherim se permitió esbozar una tenue sonrisa, sabiendo que aquel argumento sería suficiente.

Stedman giró su cabeza metálica hacia Lady Naeve y casi pudo intuirse franca sorpresa en su mirada brillante.

-Fascinante…-, alcanzó a pronunciar. –Un hombre de honor. Sea, Sir. Nos vincularán las palabras, como en tiempos lo hicieron entre los Ancestros. A continuación, le presentaré a los hombres y mujeres que integrarán su unidad. Si es tan amable, sígame-.

Notas de juego

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30/04/2020, 15:03
Cécil Stedman

El Secretario Cécil Stedman condujo a Sir Gherim y a Lady Naeve por una compleja galería subterránea bajo el Castillo de Ironford. Era evidente que el autómata era, a mucha distancia, el mejor conocedor de los secretos de la Baronía. Se le veía disfrutar del desconcierto y la inquietud que generaba a sus “huéspedes” caminar allá abajo, en su laberinto particular.

Aunque el lugar era lóbrego e inquietante, estaba bien iluminado por largas hileras de antorchas. Las lenguas de fuego bullían dispersando la oscuridad, marcando muchos y diversos senderos excavados bajo el baluarte del Gran León; pero Stedman caminaba sin dudar hacia un lugar muy concreto. Sólo el constante golpear de su bastón resonaba en aquella silenciosa galería.

Al cabo de unos minutos, los pasillos entroncaron con algo parecido a unos barracones en los que los uniformes de los primeros guardias que aparecieron en un buen trecho cambiaban los colores de Ironford –el rojo y el ocre- y las camisas de mallas por una característica gabardina oscura y un sombrero de ala ancha negro. Diversos grupos de hombres circulaban por los pasillos visiblemente atareados, como si tuviesen algo muy importante entre manos. Se notaba en el caminar presuroso y en las miradas de recelo que enviaban a Sir Gherim y, en especial, a Lady Naeve.

Todos los allí presentes mostraban profundo respeto por Stedman y le saludaban con entusiasmo, tal como harían los caballeros de más bajo rango con el propio Sir Gherim. Todos, sin excepción, reiteraban la misma palabra…

-Señor-.

-¡Señor!-.

-Señor-.

Siempre seguida de una ligera inclinación de cabeza.

Stedman replicaba siempre enfatizando el nombre del individuo que le dirigía el saludo. Se sabía los de todos los allí presentes. No erraba ninguno.

-Señor Claypool-.

-Me alegro de verle, Señor Burke-.

-Oh, señor Creedy, si es tan amable, traiga una infusión antiardores para Lady Naeve. Estaremos en mi despacho. Ese careo con el Barón ha debido ser agotador, querida-.

-Cécil… Tú siempre tan atento-, replicó la Abjuradora en voz baja en este último caso, sin disimular cierto tono sarcástico para reprender la bromita improcedente del Secretario.

* * * * *

La oficina de Cécil Stedman era amplia y estaba iluminada por el baile de una miríada de velas diseminadas en diversos candelabros repartidos por la habitación. Un escritorio abarrotado de legajos y tomos perfectamente ordenados en torres daba testimonio de que Stedman era un hombre muy ocupado. Sobre la mesa tenía dispuestos todo tipo de instrumentos de escritura. Parecía mantener una colección o algo similar.

Flanqueando el escritorio, varias estanterías repletas de libros, la mayoría de historia de los Reinos, compilaciones de leyes o mapas del Valle de diferentes ediciones. Había también en lo alto de alguna estantería un busto de mármol de un hombre de perfil regio, quizás un simple detalle ostentoso, así como varios tapices bordados para evadir al visitante del pensamiento de que en la habitación no había ni una sola ventana.

-Damas y caballeros, me complace presentarles a nuestro último integrante. Den una calurosa bienvenida a Sir Gherim van Wayden, también conocido como el Vengador de la Máscara de Plata. El será el líder de nuestro equipo de investigación-. Por muy constructo que fuese, era palpable la emoción que recorría el armazón de Stedman.

En efecto, el despacho no estaba solo. Tres singulares individuos aguardaban en su interior. El primero era un hombre de piel oscura y pelo muy corto. Sus rasgos, muy marcados, podrían invitar a considerar que provenía de Oriente, quizás de alguna de las ciudades del Desierto Dorado. Vestía una armadura pesada de factura extranjera, como denotaban sus hombreras curvas, y una túnica blanca con ribetes dorados. Era un clérigo de Amaunator, como revelaba el imponente sol que lucía a la altura del pecho, grabado en su armadura de ébano. Saludó con cortesía, con una ligera, casi imperceptible, inclinación de cabeza.

-Xharodan Draxos. Un placer, Sir-. Contenido en sus palabras, el sacerdote solar mantuvo su impenetrable rostro vigilante, sus ojos rasgados, negros como la obsidiana, clavados en Van Wayden.

"Xharodan Draxos, el Sacerdote Solar"

El segundo individuo era, a todas luces, mucho más extraño que el primero. Su cabeza era alargada y abovedada, sin rastro de pelo ni vello facial. Su rostro no era del todo visible, pues cubría la parte inferior por una extraña máscara que sólo permitía verle los ojos, negros como dos pozos sin fondo. Su piel era de un azul pálido y estaba recorrida por varios tatuajes que parecían tener un componente tribal. Lucía un atuendo elegante que combinaba seda de gran calidad y piezas de armadura de un color bermellón. Por si necesitase llamar más la atención, tenía cuatro brazos. Dos de ellos –el par inferior- aguardaban con las manos entrecruzadas. El par superior, mucho más gesticulantes, comenzaron a moverse con aspavientos en cuanto le llegó su turno de presentarse.

-Bienvenido sea, Sir Van Wayden. Me alegro de conocerle. Mi nombre es Zephir Alhen val Thaali-, dijo en un tono afable, justo antes de que sus manos chisporrotearan rodeadas de un aura púrpura.  –Soy su interrogador-, deslizó con un perceptible matiz malicioso en su voz.

"Zephir Alhen val Thaali, el Místico Psiónico"

Finalmente, a la zaga en singularidad con el tal Zephir, una mujer genasi de piel de una tonalidad azul apagado y una melena ígnea aguardaba silenciosa su turno, mirando a Van Wayden con pose desafiante. Su atuendo sencillo la delataba como una de esas legendarias artistas marciales que habitaban en monasterios aislados por Faerûn. Sir Gherim nunca había visto a un monje en acción, lo que le generó cierta curiosidad por la joven.

-Y he aquí a nuestra última integrante…-, siseó Cécil mientras extendía su mano hacia la genasi, invitándola a presentarse...

Notas de juego

2/2

FLASHBACK TIME!!!

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30/04/2020, 17:18
Director

Notas de juego

Tu misión ahora, antes de contestar a Sir Gherim, es hacer un flashback explicando qué te ata a Cécil.

Debe ser algo que motive un contrato con él. Quizás cometiste un error parecido al resto de aventureros y te detuvo la guardia local después de armar un tumulto. Quizás algo más Dark & Gritty. Lo dejo a tu elección creativa.

Sea como sea, Lua'nwe ha tenido que firmar un contrato con el bueno de Stedman que le supone integrar, a la fuerza, este escuadrón para investigar a los adoradores de Baal. En próximos mensajes ampliaré la naturaleza de tu misión, pero ya te adelanto que te va a gustar y va a ser bastante intensa.

Si en lugar de tener una vinculación contractual quieres tener sincera lealtad con él, no sólo es posible, sino que me resultaría estupendo XDDDD

El equipo está integrado por dos especialistas -Draxos y Zephir-, Lady Naeve en calidad de consultora esotérica de apoyo, algunos de los Sombreros Negros de Cécil -su División de Élite- y el propio Stedman en labores de coordinación. El líder, como sabes, es ahora nada más y nada menos que Sir Gherim van Wayden.

Aunque Lua'nwe entra en la partida aparentemente por azar, lo sorprendente es que va a ser la encargada de seguirle la pista a Eruviel e informar, a través de un curioso sistema que ya te detallaré, del primer contacto con el Profeta, si es que llega a producirse.

Conoces la ubicación de Draxos en Womford -aunque figura en el mapa como sacerdote de la Iglesia, la realidad es que ahora está al cargo de las autopsias de los cadáveres que van dejando los adoradores de Baal y de las investigaciones de los rituales-. Siempre que quieras encontrarle, podrás hacerlo sin dificultad.

Ocurre lo mismo con Zephir. Este PNJ tiene una función algo más turbia, así que especifica qué impresión te da un tipo que puede jugar con tu mente hasta el punto de hacer de tu cerebro un zumo muy espeso, lleno de pulpa neuronal xDDDDD. Podrás encontrarlo por la mañana meditando en las Piedras de los Antiguos Dioses. Por la noche suele estar en el cuartel subterráneo de Stedman, interrogando a posibles sospechosos. Ni qué decir tiene que le han dado carta blanca para que consiga pistas valiosas, pero esto sólo lo sabes tú. Draxos no tiene certeza sobre este extremo, aunque lo imagina.

Los dos son bien diferentes, pero te conocen lo suficiente para fiarse de ti. Puedes aplicar esto a la inversa.

Lady Naeve no es amiga tuya y dudo que consigas que lo sea. Es una auténtica femme fatale pero estáis en el mismo barco... Por el momento. Encontrarla a ella es complicado porque, como buena Abjuradora, pasa bastante tiempo en el Castillo en reuniones variadas. Es la representante de los Abjuradores en la Baronía.

Por su lado, Sir Gherim se hará fuerte en el subterráneo, supervisando la marcha de la investigación, pero no dudará en liderar acciones de campo si alguna pista alerta al grupo. No informarle puede tener consecuencias...

Finalmente, Cécil te hará entrega de una placa emblema que te representa como autoridad local. Esto tiene un pro y un contra. El pro es evidente: a todos los efectos, eres integrante de la División de Élite. El contra, a estas alturas, también creo que es obvio: la desconfianza entre los Hijos de la Tempestad puede sufrir una HYPEXPLOSION si la ven. 

Ojo con esto ;)

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30/04/2020, 19:18
Lua'nwe

Jamás hubiera llegado a pensar que podría sentirme cómoda nunca más, lejos del único lugar al que había llamado hogar desde que tengo memoria. De un momento a otro se me había arrebatado todo lo que conocía. El monasterio, mis discípulos, mis hermanos aún sin llevar la misma sangre, mi maestro Jun Fao que había sido como un padre para mi. Era la única superviviente del Monasterio Estrellanevada, si muriera ahora las enseñanzas de tan respetables maestros que por años cultivaron y perfeccionaron técnicas de combate se perderían para siempre.

No, estoy en un error. Aún queda otro maestro de Estrellanevada, pero su destino será ser vencido por mi mano, pues no perdonaré que mientras nuestros hermanos eran consumidos por el poder del fuego, él huía con las escrituras secretas que con tanto celo guardaba mi maestro. Su nombre es un recuerdo incesante en mi mente, repetido como un mantra, hasta que los Dioses vuelvan a cruzar nuestros pasos. Kwan Fei.

Siguiendo las pistas que descuidadamente aquel que una vez consideré un hermano y un rival, y es ahora un traidor a todo lo que nos enseñaron, fue dejando en el camino, me encontré de pronto en aquel poblado llamado una vez Ironford, y ahora conocido como Womford. Buscando cualquier información que se me pudiera brindar con respecto a mi búsqueda, conocí al señor Cécil Stedman. Fue... desconcertante, al principio. Jamás había visto a un ser de metal, mucho menos uno que hablara con la formalidad y elegancia que el señor Stedman mostraba. Expliqué al hombre lo que me había llevado hasta allí, esperando encontrar información respecto al traidor, la banda de ninjas que habían destruido mi hogar, o del hombre que había asesinado a mi maestro.

El señor Stedman pareció interesarse por mis habilidades, y aunque me dijo no conocer nada que pudiera servirme de ayuda de momento, se ofreció a brindarme el apoyo necesario para poder cumplir con mi objetivo. Sin embargo, pocas cosas en el mundo se dan de forma gratuita. Se me ofreció la oportunidad de servir a la causa del señor Stedman, y a través de ello conocer el peligro que parecía cernirse por encima de su ciudad. Mi aspecto no ayuda a pasar desapercibida, pero al ser una extranjera en estas tierras me sería más sencillo quizás descubrir si hay entre los habitantes alguna célula perteneciente al oscuro culto que intriga en las sombras, sin que se me relacione con las autoridades del lugar.

Tengo poco tiempo en Womford, pero he comenzado a familiarizarme con algunos sectores, así como relacionarme más con mis compañeros en esta misión. Draxos es un hombre que me despierta respeto por la fuerza e impasibilidad que muestra, devoto de su religión. Sé que puedo confiar en él, y que su causa es justa al igual que la mía. Por otro lado Zephir me causa curiosidad y nerviosismo. En el momento que nos conocimos pude percibir cómo era capaz de leerme como si pudiera ver a través de mi alma, algo que me hizo estremecerme. Soy alguien directo en mis intenciones y acciones, pero si no fuera así sé que bajo su mirada no sería capaz de ocultar secretos. Casi sentí pena por aquellos que tuvieran la mala fortuna de ser interrogados por él, sobretodo ahora que sabía que se le había permitido la libertad de obtener la información a cualquier costo. Más de nuevo, ¿no sería acaso los interrogados merecedores de tal trato?

A medida que paso más tiempo conociendo al señor Stedman, más me sorprendo de su sagacidad y su agilidad estratégica, más humano que muchos que he llegado a conocer. Sobretodo, admiro su sentido del honor, que esconde detrás de plumas y pergaminos. No tardo en comprender que estos múltiples contratos no son sino la manera que tiene para estudiar a aquellos con los que desea tener trato, ver si dudan al firmar, si intentan encontrar la letra pequeña entre las líneas, o si firman sin dudar en su palabra. Es por ello que pocos días después de haber entrado a su servicio, le ofrecí mi lealtad y compromiso sin esperar nada a cambio. Esto no quiere decir que haya dejado de lado mi objetivo principal, pero mientras vuelvo a encontrar la pista que me llevará a cumplirlo, he decidido dar uso a mis habilidades para defender la causa noble del señor Stedman.

Ese día se nos había llamado para presentar a quién parecía ser el último integrante de este equipo. Con las manos a mi espalda y las piernas entreabiertas en posición de descanso, estudié con atención al caballero de la máscara de plata mientras se hacían las debidas presentaciones. Cuando fue mi turno, hice una modesta reverencia inclinando la cabeza en su dirección. -Lua'nwe, maestra de Estrellanevada, practicante de las artes monastéricas de la Senda de la Mano Abierta. A su servicio, sir.- Dije, volviendo a fijar mi mirada dorada en él.

Notas de juego

¡Lista! (por segunda vez... a ver si esta vez si se guarda xD)

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03/05/2020, 17:09
Sir Gherim van Wayden

Las lenguas de fuego de los candelabros brillaban en la máscara de plata, dándole un fulgor sobrenatural. Sir Gherim pareció estudiar a los tres integrantes del grupo con su afilada mirada según se presentaban. Su única respuesta fue un leve gesto de asentimiento a sus presentaciones.

Tras la introducción de la genasi, el paladín encaró a Cécil con gesto de impaciencia.

-Quiero saberlo todo-.

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03/05/2020, 17:10
Cécil Stedman

Stedman llevó ambas manos al cabezal del bastón e inclinó la cabeza.

-Como dije, el Valle ha sufrido varias desapariciones en los últimos meses. Tenemos al menos una docena de denuncias repartidas a lo largo de la región. Ello ha motivado que pasemos a estar en alerta. Nos coordinamos con los gobernadores locales y con las autoridades para tratar de dar con los culpables. Si es tan amable…-. Con un elegante giro de muñeca, Stedman invitó a todos los presentes a estudiar un mapa que extendió raudo sobre su gran escritorio. Diversas marcas recorrían el documento, marcando algunas de las principales poblaciones del Valle del Dessarin. Cécil las recorrió con su delgado dedo enguantado, una a una, muy despacio.

-Las desapariciones comenzaron hace algo más de un mes. Las dos primeras en Triboar, siguió una en Conyberry, otra en Yartar, tres en Westbridge, otras dos en Beliard, otras tantas en Red Larch y una última… Aquí, en Womford, ayer por la noche. Todas mujeres. Todas vírgenes-, dijo mirando de soslayo a Draxos.

El clérigo captó la indirecta y tomó la palabra.

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03/05/2020, 17:11
Xharodan Draxos

-El Culto a Baal se caracteriza por ensalzar el asesinato, como estoy seguro de que usted sabe, Sir-. Xharodan Draxos estaba dotado de una cavernosa voz que sólo enfatizaba el fuerte halo de autoridad que le rodeaba. El sacerdote paseaba sus penetrantes ojos negros como la brea entre todos los presentes. -La muerte da fuerza a los Baalitas. No cometen sus asesinatos de cualquier forma, sino que se jactan de emplear rituales particularmente violentos y repulsivos. Fáciles de distinguir para sus perseguidores. Nosotros-. Draxos exhaló una bocanada de aire con gravedad. Su rostro no parecía ser proclive a la sonrisa, pero sí estaba en dura pugna con algo difícil de identificar. –Sólo hemos encontrado dos cuerpos. Dorothy Lane, en Red Larch; y una tal Vicky Vale, en Beliard. Mutiladas antes de ser brutalmente asesinadas con una daga con hoja serpenteante. Lane fue hallada aquí, cerca de Red Larch-. Draxos señaló un camino de tierra que serpenteaba fuera de la ciudad. –Fue el hermano Agnatio, clérigo de Helmo y lugareño de Red Larch, el que nos puso en alerta sobre el particular. Trataron de atrapar a dos hombres que arrastraban el cadáver, pero lograron escapar, para nuestra desgracia-.

Aquella revelación dejó en el aire la incógnita del por qué un clérigo, a priori, versado en las artes sanadoras como el tal Agnatio, recurrió a Draxos.

-El cadáver tenía grabado a cuchillo en la piel un símbolo…-. Draxos clavó sus ojos en Sir Gherim y guardó silencio un instante. Su mandíbula pareció tensarse. –Una calavera rodeada por una docena de gotas de sangre. La señal del Dios del Asesinato-.

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03/05/2020, 17:13
Sir Gherim van Wayden

Sir Gherim mantenía impertérrito su apostura, erguido y serio, sus brazos cruzados. No parecía impresionarse con facilidad. Tampoco estar dotado de un gran repertorio de gestos o expresiones faciales.

-Hábleme de la segunda víctima. Vicky Vale. ¿Qué sabemos de ella?-.

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03/05/2020, 17:13
Xharodan Draxos

Draxos prosiguió.

-Vale fue hallada en Beliard hace una quincena, y es, sin duda, nuestro descubrimiento más interesante-. El clérigo miró de soslayo a Stedman, que se limitó a asentir por única respuesta.

-Su cadáver apareció en bajo un túmulo situado aquí, a unas veinte millas de Beliard-. Apuntó una marca en el mapa. –En Beliard, la guardia local sospechaba de un tipo llamado Belfur Sharp, que había sido visto rondando la casa de Vicky…-. Draxos cerró la mano que tenía sobre el mapa y resultó evidente que apretaba con fuerza la misma. –Le siguieron unos días tras su desaparición… Pero logró escabullirse cerca del túmulo. Aunque logró escapar, tuvimos un golpe de suerte. Unos granjeros que vivían por la zona advirtieron a la guardia de que habían visto a Sharp junto a otros dos tipos de aspecto sospechoso cargando un fardo alargado hacía un par de lunas en dirección al túmulo. Fue una pista trascendental para encontrar un pequeño santuario subterráneo profanado por los baalitas y reconvertido en un improvisado lugar de adoración al Impío-.

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03/05/2020, 17:15
Cécil Stedman

-Y aquí es cuando viene lo interesante-. Por supuesto, Stedman no iba a permitir que alguien le impidiese lucir el gran hallazgo. –Envié a algunos de mis mejores hombres a Beliard a prestar ayuda. También para recabar información, claro. Entre ellos estaba mi buen Zephir-. Cécil señaló al intrigante kasatha, que efectuó una cumplida reverencia al recibir el reconocimiento, si bien tuvo la inteligencia suficiente para no interrumpir al Secretario.

Permítame comentarle algo, Sir. Si alguna vez desea encontrar a alguien, quien sea, donde sea, asegúrese de contar con el talento de Zephir. Es mi más implacable investigador-. No había que conocer demasiado a Stedman para saber que hablaba con sincera admiración tras sus rimbombantes florituras verbales. -Tan implacable… Que no tardó más de una luna en dar con Belfur Sharp. Zephir, si eres tan amable…-.

-Será un placer, señor Secretario…-. Enigmático y siniestro, el kasatha comenzó a relatar la confesión de Sharp y sus implicaciones.

Lua’nwe aún podía revivir con escalofríos aquella noche.

Notas de juego

Segundo y último flashback del prólogo.

GO!

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03/05/2020, 17:15
Zephir Alhen val Thaali

Beliard, hace algo más de una semana.

La División de Élite de Stedman era proclive a usar uniformes imponentes y aplaudían las técnicas intimidatorias, pero no cuando la naturaleza de su misión requería absoluta discreción.

Aquella lluviosa noche de tormenta, la genasi y su compañero kasatha aguardaban bajo un techado de madera y paja en total oscuridad el resultado de la redada que habían orquestado con unos cuantos de los Sombreros Negros más hábiles de Cécil. Claro estaba que no lucían sus icónicos sombreros aquella noche, pero Zephir ya se había memorizado sus nombres y apellidos, rangos y aficiones, los nombres de sus familiares, y también de sus amantes. Y por supuesto, sus más inconfesables miedos.

Stedman les había enviado en la persecución del fugitivo, un tal Belfur Sharp, sospechoso del secuestro y asesinato de una joven aldeana llamada Victoria Vale. Nervios, ansiedad y un incandescente deseo de hacer justicia palpitaban en los corazones de los agentes. También de la genasi.

Sólo Zephir parecía tranquilo, ajeno a la situación. Y sin embargo, vigilante. Expectante.

El kasatha intercambió una mirada fugaz con la genasi. Como llevaba la parte inferior del rostro cubierto por una máscara siguiendo la tradición de no mostrar la cara que tanto caracterizaba a su raza, era imposible leer su expresión.

-¿Por qué estás con Stedman, Lua’nwe? No me mientas… Si lo haces, lo sabré-, preguntó dejando aflorar una risilla que heló la sangre a la genasi.

Ese fue el momento en el que Lua’nwe empezó a descubrir el inmenso poder que atesoraba su misterioso compañero.

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03/05/2020, 19:49
Lua'nwe

Miraba el agua caer desde nuestro refugio, de brazos cruzados, con el usual respeto que siempre he sentido hacia el elemento opuesto al mío. En este tipo de misiones, la espera siempre es la parte más dura, ya que aquellos con espíritu indomable y aventurero sienten la tensión en el aire, y encuentran desesperante en la impotencia de no poder hacer nada más que estar allí, esperando. Por mi parte he aprendido a controlar esa energía, por medio del silencio y la meditación. Sin embargo, esta vez la presencia de un compañero con el cual no he tenido demasiado trato me tenía distraída, ansiosa. Desde que lo conocí había algo en él que me causaba un extraño estremecimiento por toda la columna.

Cómo si se hubiera dado cuenta que estaba pensando en él, lo escuché hacer esa pregunta acompañada de la velada amenaza. -Deberías reservar tus habilidades para ese tal Sharp.- Pronuncié. No me gustaba que me usara de víctima para sus interrogaciones. Le lancé una mirada de medio lado, presionando mis dedos en mi piel. -La razón por la cual esté bajo su mando nos compete sólo a él y a mi. ¿Acaso te ha ordenado interrogarme, o sólo sientes curiosidad?- Pregunté, tratando de mantener la calma ante aquellas preguntas.

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04/05/2020, 14:43
Zephir Alhen val Thaali

Zephir se tomó un instante en responder a Lua'nwe. Sabía que su presencia la ponía nerviosa y parecía deleitarse en la sensación. Sus ojos eran oscuros como dos esferas de obsidiana, brillantes y de todo punto insondables. Si le aguantaba unos segundos la mirada, la genasi podía notar una desagradable perturbación dentro de su cabeza, como si algo estuviese hurgando en sus pensamientos. Un intruso al que no podía expulsar.

-Sharp tendrá toda mi atención. En su debido momento-.

El kasatha mantenía sus dos pares de brazos cruzados, aunque ocasionalmente hacía gala de alambicadas gesticulaciones para enfatizar sus palabras. En aquella ocasión, unió las yemas de los dedos de sus manos superiores mientras una torva mirada emergía en su cara.

-No suelo padecer curiosidad, Lua'nwe. No durante largo tiempo. Ya no-. Sus silencios eran incluso más calculados que sus palabras. -Tengo variadas formas de satisfacer rápidamente mi antaño inabarcable ansia de saber. Simplemente... Me gusta conocer a la gente. Lo quieran o no-.

El aguacero pareció intensificarse y un trueno cruzó la noche rasgando el denso y nuboso velo que encapotaba la luna.

-...Especialmente cuando no-. 

Zephir dejó escapar otra vez esa risilla escalofriante. El taimado kasatha decidió cambiar de estrategia, sabiéndose jugador en un terreno en el que era netamente superior.

-¿Quieres saber un secreto sobre nuestro Secretario...? ¿O quizás de nuestro sacerdote solar? ¿Puede que de nuestra abjuradora favorita? Sólo tienes que pedirlo... Maestra de Estrellanevada. A cambio pido una minucia... Un secreto vuestro. Único. Jamás revelado. Es un trato justo-. Arqueó su ceño con aire travieso.

Lua'nwe jamás le había hablado a Zephir de su monasterio, de su pasado, de las llamas que lo devoraron todo. Y sin embargo, la genasi pudo revivir con cálida precisión el fuego devorador en los ojos del kasatha una dolorosa vez más.

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05/05/2020, 16:36
Lua'nwe

La tensión se había ido intensificando a medida que escuchaba aquel tono de quien sabe que obtendrá lo que quiere de un modo u otro, como el gato que se deleita jugando con el ratón. Me molestaba ver que en esa metáfora yo era el ratón. Sin embargo, debía admitir que picó mi curiosidad la propuesta que me hacía. -¿Y si te digo que me interesaría un secreto tuyo a cambio, aceptarías igualmente?- Pregunté, aunque sentí por un instante mi voz temblar, el fuego en mi cabello hacerse más intenso, casi cambiando a azul; intenté con todas mis fuerzas concentrarme en mantener aparte el recuerdo en mi mente, los gritos de mis hermanos atrapados entre las llamas...

Jadeé y por un instante me llevé las manos a los oídos. Sólo por unos segundos. Carraspeé, intentando calmar mi respiración. -Deja de hacer eso.- Siseé, esta vez manteniendo la mirada apartada hacia la lluvia.

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05/05/2020, 19:06
Zephir Alhen val Thaali

El kasatha rió con ganas ante la propuesta de su compañera, quién sabía si sorprendido o no. Sus globos oculares se entrecerraron, clavados en Lua'nwe.

-Acepto-, afirmó tajante. Casi podía intuirse su taimada sonrisa bajo su rostro oculto.

La genasi sintió como ese insidioso rumor que en los últimos minutos acechaba sus pensamientos parecía evaporarse poco a poco. La asaltó una brevísima náusea y la desagradable sensación de que una hilera de dedos apartaban sus yemas del contacto con su mismísimo cerebro. Tras un brusco escalofrío final que recorrió por completo su espinazo, el malestar desapareció. No así la inquietud.

-Tengo adicción a las pesadillas-. Zephir habló sin contemplaciones, mirando fijamente a la artista marcial. -Me obsesionan. Cuando descubrí que podía hurgar en las mentes de los demás me encantaba colarme en casas ajenas y saborear los terrores nocturnos de sus moradores mientras dormían. Con el tiempo, mi pasión me ha permitido desarrollar un talento oculto...-. Una risilla macabra escapó a través de su máscara. -Puedo esculpirlas-.

El kasatha no cesó de reír mientras extendía la mano hacia la genasi.

-Tu turno-.

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05/05/2020, 21:06
Lua'nwe

La sensación de tener mis recuerdos hurgados de aquella forma había desaparecido, pero no pude relajarme por completo, sabiendo que Zephir podría volver a hacerlo en cualquier momento y no siempre iba a respetar mi petición de detenerse. Tenía muy claro que jamás querría hacerme enemiga de aquel compañero temporal, pues si hacía esto teniendo que colaborar juntos, ¿de que sería capaz si estuvieramos en lados opuestos del tablero?

Su secreto no fue tanto sorpresivo, sino más bien escalofriante. Sus capacidades eran algo de lo que nunca había oído, y algo me decía que no era común llegar a desarrollarlo de la manera que el kasatha lo había hecho. Zephir era alguien único, y por un momento me encontré pensando que el hecho de que fuera único era algo bueno, por el bien de Faerun. Cuando volvió a enfocarse en mi, me vi obligada a mantener de nuevo su mirada obsidiana y aterradora. -No recuerdo mucho de mi niñez. Pero si recuerdo... Recuerdo una noche...-

Tenía poco tiempo de haber llegado al monasterio, eso puedo recordarlo. Estaba aún adaptandome a lo que era vivir en aquella montaña, tan fría. El fuego que siempre había estado conmigo desaparecía estando allí. Era la rara. La extraña. Recuerdo las miradas que me lanzaban, recuerdo la manera en que me trataban. No, no era feliz. Recuerdo como muchas noches, durmiendo sobre el suelo de piedra, muy cerca de la chimenea, soñaba con convertirme un ser de fuego, y veía todo quemarse a mi alrededor. Veía todo destruirse, yo era poder, era fuego, y todo sería cenizas en mis manos...

-Pero mi maestro me enseñó a controlarlo, a controlar esa ira que me invadía, a soportar las palabras del mismo modo que soportaba los golpes. Descubrí que podía ser más que sólo destrucción. Podía ser luz.- A mis ojos volvió esa noche, cuando lo que una vez había sido un sueño de una niña sin control, se había convertido en la pesadilla de una mujer atormentada. ¿Era mi culpa los acontecimientos que habían llevado a aquella noche? ¿Acaso mis acciones habían hecho que todo acabara así, de esa manera? Con un nudo en la garganta, aparté la mirada. -Bien, ahi tienes un secreto. Es algo que jamás conté a nadie, ni siquiera a mi maestro.-

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05/05/2020, 23:31
Zephir Alhen val Thaali

Zephir acarició con un macilento gesto de su diestra superior su máscara. 

-Una pequeña hoguera templada en la cima de Estrellanevada... Qué poético...-. Dio una palmada, tan repentina que sobresaltó a la genasi. -Tienes miedo a no encajar. A estar sola... Je. De hecho, sigues sintiéndote sola-. Zephir comenzó a caminar en círculos por el porche de la casa deshabitada en la que ambos estaban apostados. Rodeaba a Lua'nwe mientras jugueteaba frotándose los dedos de sus cuatro manos.

-No has dejado de sentirte sola desde entonces. Y culpable. ¿Me equivoco?-. Enarcó una ceja mientras alzaba el rostro con altivez. -Una llama que camina fuera de su hoguera, preguntándose qué ocurrirá si se extingue entre la vasta oscuridad... ¿Será devorada? ¿Hmm? No lo sabes... Y no quieres saberlo. Pero no puedes evitar preguntártelo-. 

El kasatha pareció temblar por un instante, sus ojos cerrados, el ceño fruncido en un gesto de concentración inquebrantable.

-Gracias, Lua'nwe. Me has dado algo en lo que pensar-.

No fue lo que dijo. Fue cómo lo dijo. Esa inquietante risilla que siguió a sus palabras. Y esa forma de frotarse las manos. Sus cuatro manos de ese color azul brillante y resbaladizo.

-Pronto podrás liberar esa ira... Muy pronto, de hecho-.

Zephir no estaba equivocado. Se detuvo y contempló

Dos sombras, caracterizadas como vulgares granjeros, se aproximaban en la oscuridad, sus pasos chapoteando con premura entre el denso fango en dirección a aquellos dos extraños e improbables aliados.

-La tercera casa a la derecha, subiendo esa calle. Tiene una trampilla en el callejón. Las luces están apagadas-. Habló el más alto, un hombre de rostro aguileño y espesa barba oscura. Señaló en dirección a una oscura calle que ascendía remontando una colina sembrada de varias casas de piedra.

-¿Sabe que le seguíais?-, preguntó Zephir.

-¿Con esta lluvia? No creo, señor. Hemos tenido sumo cuidado-, aseguró el hombre mientras sorbía la nariz, el agua manando por su rostro. No parecía importarle.

-Rodead la calle y aguardad mi señal-. En silencio, el kasatha trazó una brillante runa con un haz de luz púrpura como muestra. -En completo silencio-.

Los dos tipos asintieron y desaparecieron de nuevo al abrigo de la noche, calle arriba. Zephir se dio unos golpecitos en una de las mangas de su elaborada túnica.

-Bien... Prepárate. Quizás necesitemos liberar un incendio-. Dio varios pasos adentrándose de lleno en el aguacero antes de girarse y dedicar una ladina mirada a la genasi. -No me dirás que tienes miedo a una pequeña lluvia de nada, ¿eh?-.

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06/05/2020, 13:34
Lua'nwe

Sentí un escalofrío por todo mi cuerpo al ver como Zephir había tomado mis palabras y de ellas había deducido no una, si no dos de las cosas que me atormentaban cada día, que trataba de mantener ocultas dentro de mi. Me sentí vulnerable y desnuda, y a modo de reacción me abracé aún más fuerte a mis brazos. Estaba aún intentando recuperarme de la sensación de impotencia cuando escuché sus palabras y el sonido acuoso de pasos fangosos en nuestra dirección.

El kasatha tomó el liderazgo, dando instrucciones a los Sombreros Negros que nos acompañaban. Miré la señal purpúrea que dibujaba en el aire, intentando memorizarla o al menos tomar suficientes elementos de ella para reconocerla. Seguí con la mirada como Zephir se adentraba en la lluvia, y luego como se dirigía hacia mi, burlón. -Suficientes miedos has sacado de mi esta noche.- Le dije, llevándome las manos a la frente, en un gesto parecido al que hacían las humanas para recogerse el cabello en una cola de caballo, sólo que en mi caso al pasar las manos por mi cabeza, las llamas que componían mi cabellera se desvanecían como si nunca hubieran estado allí. Avancé hasta la entrada, y me detuve al límite de la protección del refugio y el cielo encapotado.

Hice una señal de respeto con la mano, murmurando unas palabras en primordial.

-Cruzo a través de ti en paz.-

Atravesé entonces la cortina de agua, sintiendo el frío de cada gota evaporarse al contacto de mi piel. Miré en la dirección de la casa señalada, y con un último asentimiento a mi compañero, me moví a través de la lluvia con rapidez, usando todo lo que he aprendido en mis años de entrenamiento para ser veloz y silenciosa como el viento. Ubiqué el callejón correspondiente, pero no busqué la trampilla sino las ventanas, intentando captar movimiento desde el interior.Si el hombre sospechaba que estuvieran tras él, seguramente tendría alguna trampa preparada en las entradas más obvias, así que intenté buscar otra opción. Alguna abertura en la parte superior de la casa, una ventana... Incluso ver si podría mover algunas tejas del techo.

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06/05/2020, 22:11
Zephir Alhen val Thaali

Se separaron en mitad de la tormenta que azotaba Beliard aquella inhóspita noche.

Zephir no solía cuestionar las decisiones de sus compañeros. Confiaba en su capacidad de adaptación e improvisación. No se consideraba un líder, sino más bien un consejero. Uno pragmático y rebosante de fría lógica. No obstante, el plan para atrapar a Sharp había sido obra suya, por lo que los Sombreros Negros seguían a pies juntillas sus instrucciones. Y desde luego, Lua'nwe no había manifestado queja alguna.

Stedman había insistido en que le acompañase la genasi, quizás porque no terminaba de confiar en que el asunto pudiese solventarse del modo pacífico que tanto gustaba a Zephir. Entendía por qué no había enviado a Draxos. El sacerdote era más bien un médico, un erudito, un investigador. Un hombre de paz.

Por contra, Lua'nwe era justo el extremo opuesto. A primera vista, podía pasar por una matona, una quebrantahuesos más; pero conociendo a Stedman, y tras analizarla con calma, estaba claro que la había elegido porque era sutil. A Cécil no le gustaban las espadas, ni las hachas y mucho menos los martillos para este tipo de operaciones.

No, a Cécil le gustaban los bisturís.

Que Lua'nwe optase por una vía de entrada alternativa debió parecerle inteligente al kasatha, pues ni se opuso ni añadió nada a la decisión de la genasi. Y podría haberlo hecho.

* * * * * *

Zephir caminó con paso tranquilo hasta alcanzar la puerta de entrada a la casa de Belfur Sharp. Una casa normal, de piedra gris, con una puerta de madera algo vetusta. Nada particular en su entrada. Incluso, algo desangelada para su gusto.

Aguardó a que Lua'nwe desapareciese por el callejón y tras un instante dibujó en el aire la runa que había marcado a los guardias, una forma algo rimbombante en aquel psiónico de dar la señal de comienzo de la redada. Por respuesta, al menos seis sombras se deslizaron en la oscuridad en completo silencio. Tras tomar posiciones pegándose a la pared de la casa, los Sombreros Negros –aquella noche eran más bien los Granjeros Negros tras su soberbio trabajo de caracterización- echaron mano a las empuñaduras de sus sables y dagas.

Zephir alzó solemne una mano precisando calma y paciencia. No le gustaba el caos que comportaba la violencia al desatarse. Además, el kasatha tenía una manía personal tratando de cumplir las misiones encubiertas de Cécil sin bajas para poder procurarse esos interminables interrogatorios que tanto parecía disfrutar.

Invocó su quinta mano con un simple gesto, aquella que era invisible para todos salvo para él. Un apéndice espectral con el que podía hacer infinitos trucos tan pérfidos como creativos. Con ella llamó a la puerta con tres golpes firmes entre el mudo asombro de los agentes de Stedman, manteniendo cierta distancia.

-Nunca deben perderse los modales-, pensó con orgullo, confiado en su plan.

* * * * * *

En el ínterin, Lua’nwe se percató de que la planta baja albergaba luces y una sinuosa sombra se arrastraba difuminada entre las llamas de las velas hacia la puerta, movida sin duda por la llamada de Zephir.

Los cristales de las ventanas estaban tan sucios que resultaba imposible distinguir con claridad el contorno de la figura. La genasi gruñó y alzó la vista hacia la planta superior y alcanzó a ver dos ventanas, ambas en completa penumbra. Una estaba cerrada por dentro. La que quedaba a la derecha, estaba ligeramente abierta.

De un simple salto era imposible alcanzar el alféizar, pero ayudada con su bastón y una pequeña acrobacia, podría conseguir el impulso necesario para agarrarse.

A un par de pasos de distancia, la trampilla parecía abierta.

Escuchó a Zephir saludar con su exquisita formalidad –cuando quería, podía parecer un caballero-. Replicó una voz de mujer. Si quería escuchar la conversación, tendría que acercarse a la esquina del callejón.

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06/05/2020, 23:46
Director

Notas de juego

Varias opciones para encarrilar el atún de la escena ^^

Elige la que más te guste.