Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 1: Tú ya no eres sólo tú (Milka)

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23/04/2016, 01:23
Narrador

Capítulo 1: Tú ya no eres sólo tú

Así que hoy marcho y marcharé para recordar que no soy solo yo. Sino también un nosotros. 

Hamburg, 30 de Junio de 2015.

 

Una dolorosa punzada en la sien te despierta de golpe, arrancándote sin piedad de la suave oscuridad en la que te mecías. Te cuesta algunos segundos ubicarte. El techo blanco, el suero conectado a tu muñeca, el tacto del camisón tan fino que es casi de papel sobre tu piel. Estás en ese hospital.

Los recuerdos te asaltan entonces, bombardeándote como si fuesen disparos de una ametralladora. La batería del teléfono de Aharon se acabó y Morgan desapareció de golpe dejando un vacío en tu pecho. Pero antes de que pudierais enchufar el aparato, la puerta se abrió y por ella apareció esa horrible doctora Geller acompañada de los dos armarios vivientes vestidos de blanco. 

Ni siquiera preguntaron. Te inyectaron un sedante y mientras te hacía efecto y todo tu mundo se difuminaba, esa mujer le decía a tu marido que finalmente sí iban a hacerte algunas pruebas en ese mismo momento. La mirada de Aharon, preocupada como nunca antes lo había estado, fue lo último que viste antes de caer en la oscuridad. 

Pero ahora... Ahora tu marido no está y la habitación se siente fría. La cabeza te duele como mil infiernos y la soledad pesa en tu estómago... Hasta que te das cuenta de que no estás sola.

 

Es una mujer de unos treinta años, de rasgos marcadamente orientales. No es necesario llevar tu vista en su dirección para saber que está ahí, junto a ti, sentada en la butaca que antes ocupaba Aharon. Y una vez más sientes esa ineludible certeza de que ese es su lugar: a tu lado. 

Ella va vestida con un traje negro y elegante, tiene el pelo negro, largo y reluciente y sus ojos son castaños. Tiene ojeras y parece sencillamente agotada. Pero a pesar de su evidente cansancio puedes percibir un brillo de determinación en sus ojos rasgados. 

En el momento en que vuestras pupilas se encuentran algo en tu cerebro y en tu pecho parece conectar con ella, como si la conocieses de siempre, a pesar de no haberla visto nunca, como si pudieras confiar en ella tu vida, incluso tu propia alma. Como ya te pasó con el pianista. Con Wamai. Con Morgan.

Uno de esos hilos invisibles parece atarse entonces, uniéndoos de una forma que tu mente no puede racionalizar ni explicar, pero que sientes de una forma tan innegable como inexorable. 

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25/04/2016, 13:10
Narrador
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Es en uno de esos cabeceos cuando sucede. Antes de cerrar los ojos estás sentada en tu estudio. Y de repente los abres y estás en otro lugar. Parece una habitación de hospital, blanca y aseptica. Sólo hay una camilla y estás sentada en una butaca junto a ella. Es entonces cuando te das cuenta de que no estás sola.

Es una chica de unos treinta años y puedes percibir en su mirada la misma sorpresa que tú sientes. Está tumbada en una camilla y parece acabar de despertarse en ese instante.

Tiene los cabellos rubios y algo despeinados, sus ojos son verdes y están subrayados por ojeras. Va vestida con un camisón fino, de hospital, y su rostro se encuentra pálido. No parece estar pasando su mejor momento.

En el momento en que vuestras pupilas se encuentran algo en tu cerebro y en tu pecho parece conectar con ella, como si la conocieses de siempre, a pesar de no haberla visto nunca, como si pudieras confiar en ella tu vida, incluso tu propia alma. Como ya te pasó con Devendra.

Uno de esos hilos invisibles parece atarse entonces, uniéndoos de una forma que tu mente no puede racionalizar ni explicar, pero que sientes de una forma tan innegable como inexorable.

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25/04/2016, 13:11
Milka Bendij

Aprieto los ojos con fuerza y consciencia al sentir esa punzada en mi sien. Tenso los músculos de mi frente como si aquello pudiera hacerla desaparecer, o tal vez, es una respuesta al dolor. Temo que al abrir los ojos mis recuerdos sean más que un sueño, aunque esa realidad es más que evidente para mi piel, para mi cabeza y mis tripas, y el único escéptico es esa mota de esperanza que habita en mi corazón y conecta directamente con Dios.

Recuerdo la mirada preocupada de Aharon, y mis sentimientos encontrados al buscarle en un grito de ayuda y, a la vez, pensar que si algo me pasaba se lo tendría merecido. Odio a esa mujer, la odio como no debería hacerlo e incluso más. La odio hasta el punto de hacerme sentir mal, y en medio de esa ira, soledad y miedo, busco a mis hijos dentro de mis párpados, evocándome al último abrazo que les he dado -al menos a dos de ellos-, y luego busco el anterior a ese, y el anterior al anterior, y así sucesivamente hasta que mi alma pierde agitación, mis párpados tensión, y me atrevo a abrir los ojos y mirar mi realidad.

Pero en cuanto mis pupilas aceptan la luz más allá de la que filtraban mis párpados, me siento acompañada, y trago el nombre de mi marido que empezaba a escalar mi garganta en un grito desolado. Un grito que ya no necesito, y que siento realizado. La siento a mi lado, y sé que no es Morgan, ni Dallas, pero agradezco que sea ella quién esté conmigo aunque ni siquiera conozca su nombre.

Volteo mi rostro hacia ella, sin incorporarme, de algún modo me parece que lo mejor es no moverme ahora mismo, seguir descansando, fingirlo más bien. Le sonrío con esfuerzo, intentando parecer amable pero mi tristeza impregna mis ojeras como el cansancio dibuja las suyas.

- Me llamo Milka.

Me remuevo entre las sábanas, para apoyarme sobre mi costado y maldigo la incomodidad de esa vía que vuelve a picar y tirar. Acomodada de lado, me alejo hacia el extremo de la cama opuesto al de la butaca y con mi mano engrilletada por el suero aliso las sábanas - Ven -le digo en un tono que he aprendido de mi madre. Es una invitación que en sí misma excusa a no ser atendida sin enfados-. Descansa conmigo.

Cierro un par de segundos los ojos antes de volver a mirarla allí dónde esté - ¿Estás aquí o solo un poco?

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25/04/2016, 13:12
Narrador
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Las emociones de la mujer te embargan en esa extraña comunión entre ambas, acariciando con suavidad algún lugar en tu pecho. Puedes sentirla, del mismo modo que intuyes que ella te siente a ti.

Su voz suena de alguna forma dentro de tu cabeza, reverberando por dentro y llenándote de una manera que no habías conocido antes. Su pronunciación es más clara que la de la mayoría de la gente que conoces, y a pesar de su aparente origen extranjero parece hablar un japonés tan de la zona como si fuera una nativa de toda la vida.

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26/04/2016, 19:53
Rena Hiyane

La pesada carga en la que se ha convertido mi compromiso me empuja a trabajar durante toda la noche, buscando reparar el daño que han hecho a años de esfuerzo y dedicación. El ordenador y yo somos uno, capaces de hablar el mismo idioma, de cooperar estrechamente durante horas. Pero, finalmente, mis ojos comienzan a cerrarse ante el esfuerzo y el estrés que he sufrido a lo largo de todo el día. Sin quererlo cierro los ojos sobre la mesa y, cuando los abro, todo ha cambiado.

Despierto en una butaca, frente a una camilla en la que descansa una bella mujer rubia, atractiva pese a la palidez de su rostro y a sus ojeras. Sin duda alguna me encuentro en un hospital, algo que es, a todas luces, imposible.

La muchacha se vuelve hacia mí sin levantarse y no duda en presentarme, cautivándome con una voz dulce y cálida. Pese a que no suelo sentirme cómoda con desconocidos hay algo en esa mujer que me agrada y, siguiendo su petición, me levanto para sentarme junto a ella.

Mi nombre es Rena, encantada -respondo con cierta simpatía pese a que mi rostro no refleja ni una fracción de la calidez de Milka -Yo diría que no estoy aquí, al menos no del todo. Estaba trabajando en mi casa, en Japón, cuando cerré los ojos para descansar unos segundos...

Observo la estancia a mi alrededor, blanca y sin personalidad, propia de hospitales -¿Donde estamos? Parece un hospital ¿te encuentras bien? -pregunto a la joven, sintiéndome algo extrañada por la preocupación que siento hacia ella, una completa desconocida con la que, seguramente, estoy soñando.

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26/04/2016, 21:54
Milka Bendij

Sonrío a su nombre y lo atesoro en mi alma, es una de esas rarezas exquisitas que jamás he oído antes y, en consecuencia, ninguno de mis archivadores se abre violentamente para golpear mi cabeza desde dentro con recuerdos que en este momento no necesito.

Me alegra que se haya acercado, aunque sus ojeras siguen atrayendo mi preocupación, reconozco en ellas los ojos cansados de Aharon de aquellas noches que prefiere dormir entre su papeleo que en su cama. Debería descansar, y, aun así, su alma la ha traído a mí, o eso parecen decir sus palabras.

-Japón -repito abriendo los ojos asombrada y acomodo mi brazo bajo mi cabeza para alzarla un poco más y buscar sus ojos-. Esto es el Asklepios Klinik Barmbek, de Hamburg -le sonrío con la calidez que Wamai puso en mi alma- Me encuentro bien. Pero me tienen encerrada porqué ... -dejo la frase en el aire al recordarme sentada en el sofá de Wamai, a esa bombilla colgando del techo, mi mano vacía y la desorientación mezclada con la convicción de encontrarme en mi lugar. Revivo ese recuerdo al asumir sus palabras, a raíz de otro recuerdo de mis ojos cerrándose para llevarme a conocer a aquel pianista que quizás no fue solo un sueño.

- Rena, ¿Te había pasado antes algo parecido a esto? -parpadeo una única vez con la pregunta lanzada y luego giro mi cabeza y un poco mi cuerpo hacia la puerta- ¿Y si no está cerrada? -

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26/04/2016, 23:01
Rena Hiyane

¿Hamburg? Me suena por Europa, seguramente sea una ciudad de Francia o Alemania -reflexiono ante la información que me da Milka. Sin embargo, la parte que más me interesa, lo que le ocurre, no termina de salir de su boca. En cualquier otra ocasión no me importaría demasiado lo que le ocurriera pero había algo entre ella y yo, una sensación tan extraña como la misma situación en la que nos encontramos.

Encerrada. Debemos estar en el área psiquiátrica del hospital clínico, hecho que me hace mirar con cierta pena y preocupación a la joven rubia. ¿Qué le habrá pasado? ¿Me espera lo mismo? ¿acabar encerrada en un loquero?

Si, no te voy a mentir, no eres la primera persona a la que visito en uno de estos sueños. He estado en otros lugares del planeta y luego todo ha vuelto a la normalidad, todo menos yo... -respondo a Milka tratando de entender lo que nos ocurre.

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26/04/2016, 23:39
Narrador

Las emociones de la mujer te embargan en esa extraña comunión entre ambas, acariciando con suavidad algún lugar en tu pecho. Puedes sentirla, del mismo modo que intuyes que ella te siente a ti.

Su voz suena de alguna forma dentro de tu cabeza, reverberando por dentro y llenándote de una manera que no habías conocido antes. Su pronunciación es más clara que la de la mayoría de la gente que conoces, y a pesar de su aparente origen extranjero parece hablar un alemán tan de la zona como si fuera una nativa de toda la vida.

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27/04/2016, 00:09
Milka Bendij

Vuelvo a mirarla cuando su voz me acaricia, y no solo reconozco en sus ojos la mirada de mi madre en mi tercer cumpleaños, sino que siento mi células removerse por dentro en busca de qué debo decir para expulsar esos fantasmas que la atosigan.

- Otros sueños -pienso para mí sacando las piernas de la cama e incorporándome en un movimiento espiral hasta levantarme encarada a la puerta-. -No soy un sueño, ni tu lo eres para mí -le cuento sin preguntarme si me va a creer-, por algún motivo Dios a atado nuestras almas -avanzo hacia la puerta en aparente silencio mientras mi cabeza vuelve a recordar a Budi desde el otro lado de la ventanilla de mi coche, el concierto, la humedad que impregnaba mis labios, la luz que me entregó a Geller, sus absurdas advertencias puestas incluso en la voz de Aharon, Budi, la llamada, Wamai, Morgan, la batería, el dolor en mi sien y, finalmente, mi mano toma el frío pomo de la puerta y la realidad arrastra mi consciencia fuera de esa vertiginosa secuencia de mis últimas horas e intento abrir la puerta.

-La doctora Geller cree que tengo un tumor -explico a tres voces en mi cabeza, una por cada vez que lo he explicado, solapando todas ellas y atándose el fajo de emociones con la palabra tumor por cinta -.Pero en la radiografía solo vi mi cerebro como siempre ha sido, lo sé. Y Budi me advirtió que corriera, si me dejan vegetal... -pinzo la piel de mi mano y la retuerzo un poco como antes había hecho con Wamai-.

Entonces la busco con los ojos sin abandonar esa manilla - Lo siento mucho.

Notas de juego

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27/04/2016, 00:58
Narrador
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El pellizco llega a tu propia piel, en el mismo lugar en el que los dedos de la mujer estiran la suya. No es más que una leve punzada pero te hace sentir la magnitud de esa conexión que os une, no sólo en espíritu sino, al parecer, también físicamente.

 

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03/05/2016, 22:19
Rena Hiyane

Mi piel y mis nervios reaccionan ante el pellizco que Milka se propina a sí misma. Me levanto de la cama y retrocedo unos pasos, llevándome una mano al lugar afectado por la punzante sensación. Esto no tiene lógica alguna...

Hablas de Dios atando almas y de médicos que mienten -respondo aturdida, extrañada y enojada ante la situación tan irreal e incontrolable a la que debo enfrentarme. Debería estar en casa de nuevo, trabajando en encontrar a Ash. Debería estar despierta. - ¿Geller? ¿Budy? Son nombres que desconozco y que no explican nada. ¿Cuándo te encerraron aquí? ¿cuántas de estas sensaciones has vivido? Parece que estás cómoda con esta situación, que a mi me parece una verdadera locura...

 

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03/05/2016, 22:43
Narrador

Milka se pone en pie y sus pasos son débiles cuando camina hacia la puerta, todavía afectada por la anestesia que ha mantenido su mente sedada y su cuerpo adormecido. Trastabilla, aunque no llega a caer, y cuando su mano ase el picaporte, lo siente como un apoyo en el que sostenerse por un momento.

El metal está frío, ambas lo sentís en vuestros dedos, pero cuando Milka lo acciona nada sucede. Un clic suena, pero la puerta no se abre. Al parecer está cerrada con llave.

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03/05/2016, 23:02
Rena Hiyane

Pese a que la situación supera mi lógica racional puedo sentir que mi lugar está aquí, junto a Milka. Cuando la joven trastabilla mi corazón se encoge dolido y siento el frío del picaporte bajo a mi mano, una férrea conexión con otra persona que solo he experimentado en mi anterior experiencia.

Ven, apóyate en mí, volvamos a la cama. Estás encerrada aquí pero eso nos da tiempo para hablar y privacidad -rodeo con mi brazo a la joven rubia y la acompaño hasta su lecho -¿Cuánto tiempo llevas aquí? ¿quién te encerró? Me gustaría poder ayudarte...

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04/05/2016, 16:54
Milka Bendij

Asiento al resumen que hace esa mujer de mis palabras, una única vez tan determinada como su mirada, no creo que necesite más confirmación ni sabría dársela. Que Dios sigue siendo dueño de nuestras almas y destinos es un hecho, que los médicos son ángeles caídos que mienten para derribar el pedestal de la divinidad también. 

Siento esa necesidad de estar en otra parte crecer en mi, necesito hacer algo, necesito cumplir mis promesas, necesito a mis hijos. 

La puerta no se abre por más que insista, en gestos tan idénticos como desafortunados, entonces, ese frío metálico bajo mi palma se me antoja el más ardiente de los infiernos, y mi pecho se encoje claustrofóbico.

Al apartar mi mano y esperanza de la manecilla mis puños empiezan a cerrarse y sé que esa puerta me llama, que les pide que la golpeen, sé que el pecado en mi alama quiere tomar mi conciencia y que quiero desesperarme. Pero ella está conmigo, y su voz tranquiliza tanto el temblor de mis manos como el de mi corazón.

Agradezco la calidez de su brazo a mi alrededor, y mientras me acompaña de nuevo a esa cama de la que no debería haber salido, ni entrado en primer término, mis emociones adormecidas por la magia negra de los médicos empiezan a aguarse y a filtrarse a mis ojos -Tiempo y privacidad. Creo que carezco de ambos-.

 - Gracias -giro mi cabeza hacia ella y estudio el contorno de sus ojos y la fuerza de su mirada aun manchada de confusión-. Gracias por estar -divido aquellas palabras en sincera gratitud para ella y amargo reproche hacia Aharon que estoy segura que pitará en sus oídos-.

Me acomodo de nuevo en la cama, dejándole espacio y descanso mi cabeza en la almohada de nuevo. Realmente desearía que sus primeros recuerdos de mí fueran otros.

- Geller es la doctora que ha logrado que mi marido le venda mi alama. Budy es como nosotros, él tiene las respuestas que no le dio tiempo a darme antes de volver a desaparecer -me pierdo en sus recuerdos, en sus palabras y en su nombre en el mensaje de Morgan, en su voz y en su historia. Recuerdo el olor de esa cocina, las voces de sus amigos y el calor preocupado de la mano de Aharon sobre la mía. Recuerdo y dejo caer mis párpados como un telón al pasado-. Me encerraron -hago una pausa desorientada por el tiempo que me han robado y busco con la mirada el exterior por la ventana- a la una del mediodía de hoy, estaba inconsciente cuando llegué, y dice mi marido que estuve inconsciente seis horas.

Busco su mano sin saber porqué, seguramente por reflejo de todas aquellas veces que he visto ese gesto asociado a la información difícil, poco creíble, negativa o simplemente reconfortante y no sé muy bien en cual de ellas va a archivar mi cabeza esté momento, pero sé que necesito la palidez de su piel junto a la mía- La locura se utiliza para explicar lo que no se entiende. Pero ésto, no es locura, es un don.

>> He estado en un concierto dentro de mis sueños, he oído al mejor pianista que han creado las manos de Dios, mi alma vibró con la suya, mis dedos encontraron la armonía de su pieza ...-busco en el aire las cuerdas de ese arpa que dejé deshacerse en el aire con el silencio de esa última nota que ponía el punto y final en la obra, y como en aquel momento contengo la respiración y espero a que la luz me alcance-.

- Budi estuvo en está habitación, junto a la ventana, y afirmó estar en Nueva York en ese preciso momento. Esto es Alemania -sonrío a mucho más que a Rena-. Me escapé a Kenya, conocí a Wamai -aprieto un poco su mano encontrándola de un color mucho más oscuro en mi cabeza- y volví. Volví para evitar que os hicieran daño por mi culpa. Temo que como esa vara o la mano, si me rebanan la cabeza, alcancen más de una.

>> Debo huir, Rena -guardo silencio concentrada en tragarme aquellas lágrimas que mis párpados pronto no abarcarán a contener-. Me quedan dos días.

Budi dijo que Lauren Morgan me sacaría, hablé con ella por teléfono y estuvo aquí, y yo con ella fuera de aquí. Pero no va a llegar a tiempo -busco la vía con mis ojos y marco una cruz más a favor de arrancármela. Me dan igual las palabras de Geller-. Que estés aquí no es una locura. 

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06/05/2016, 13:12
Rena Hiyane

Escucho con atención las palabras de Milka, sintiéndome profundamente frustrada ante su terrible situación y ante las maldades que habían cometido sus allegados. El resto de sus afirmaciones, otrora semejantes a una locura, se me asemejan posibles y menos importantes que su conclusión final, el hecho de que debe huir, que solo le quedan dos días.

Siento el dolor en mi brazo cuando Milka se desprende la vía y no soy capaz de aguantar las lágrimas por su tristeza, nuestra tristeza, que ahoga mi cuerpo -¿Te quedan dos días? ¿dos días para que? Te prometo que te ayudaré, intentaré sacarte de aquí por todos los medios -una rápida idea se dibuja en mi mente, la posibilidad de hackear los sistemas y ordenar el alta de la joven -tal vez pueda entrar en sus sistemas informáticos y ordenar tu puesta en libertad, aunque para eso debo estar en mi casa y no coincidir con el horario laboral de esta tal Geller...

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07/05/2016, 20:39
Milka Bendij

Al ver las lágrimas de Rena siento una punzada de dolor instalarse en mi corazón que me obliga a cerrar los ojos sintiendo sus lágrimas gemelas a las mías y la culpabilidad por traicionar la ternura de mi hijo se cruza en ese dolor para empujar la punzada un poco más adentro.

- No, no llores, lo arreglaremos -le prometo tras un labio tembloroso ampliando mi promesa hacia Wamai y me lanzo con ambas manos hacia su rostro para ser los sépalos de esa flor-.

Me esfuerzo en secar mis ojos, con rápidos parpadeos que a nada llevan, y suelto su rostro de esa mano engrilletada por un tubo de plástico que me alimenta con desolación para llevarme las lágrimas de mi rostro y resultar un poco más presentable.

- Dos días para la operación. Será el Viernes, no sé la hora, pero no pienso hacerlo -recalco tan tajante como Geller al asegurar que sí lo haría-.

Entonces cuando Rena me ofrece una llave no solo fuera de esa habitación, sino del Hospital y sin poner mis botas a correr mi rostro se ilumina y mi alma se oscurece. Quiero aceptar pero soy incapaz de ello. -Hoy han entrado en el ordenador de mi suegro -comento deduciendo que aquello era una práctica habitual entre japoneses, y buscando en esa costumbre un resquicio a la moralidad, si ellos eran así... Además sería como derrocar el nazismo de nuevo, dejar que mi voz se escuchara -. ¿Y eso es legal? -acaricio su mejilla retirando aquella otra mano libre y olvidada.

Notas de juego

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10/05/2016, 19:58
Rena Hiyane

La tristeza que siento por Milka es realmente profunda, mayor de lo que jamás había creído poder experimentar. Su tristeza es mi tristeza, su vida mi vida.

Dos días, creo que es tiempo más que suficiente para hacer mi magia -declaro con cierto orgullo ante la posibilidad de ayudar a la joven que tanto aprecio -Bueno, todo esto es legal, al menos mientras no te pillen. Y yo soy muy buena en esto -afirmo mientras trato de sonreír, desterrando las lágrimas de mi rostro -En los países civilizados no se puede operar a alguien sin su autorización o la de un familiar, cuando no tenga capacidades para decidir sobre su futuro. En el caso de que mi primer intento no tenga el efecto deseado y no te den el alta siempre puedo borrar autorizaciones y darte más tiempo -comento ante la posibilidad de que Geller impida su salida pese a todo. Esa malvada bruja, solo quiere hacerle daño. Se supone que su función es ayudar a la gente...

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10/05/2016, 22:36
Milka Bendij

Parpadeo un par de veces fascinada con sus palabras: no solo sabe de todo sino que ese todo incluye la magia. La miro asombrada mientras una parte de mi se pregunta si también sabrá volar a saltos como los chinos de las películas.

Verla sonreír en medio de su explicación estira mis labios hasta hundirse en mis mofletes y llena mi alma de calidez. Suspiro para mis adentros aliviada con la idea de poder salir de un modo legal. Necesito tanto abrazar a mis hijos que mi corazón se conformaría con una meca de Vivian.

- ¡Pero yo tengo capacidad para decidir! -protesto girando mi cabeza hacia la puerta como si con ello Geller, cualquier enfermera, o el propio hospital si hacía falta pudiera escucharme- ¿Qué harías tu en mi lugar? -vuelvo a Rena mis ojos y palabras se paran en sus ojeras- No te he dejado descansar -reconozco y mis entrañas me lo reprochan-. Perdona -acomodo la almohada en un intento de redimirme por si quiere acostarse también- ¿Qué te preocupa?

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11/05/2016, 23:06
Rena Hiyane

La protesta de Milka no hace más que aumentar mi empatía por ella. Una mujer tan joven y viva no puede permanecer encerrada contra su voluntad, no se puede permitir.

Bueno, yo no dejaría que nadie decidiera por mí, mucho menos un marido -digo dándole mi opinión aunque mi tono, sin quererlo, muestra cierto reproche y un claro rechazo cuando menciono a su marido.

Dejando que mis palabras se pierdan prefiero cambiar de tema y centrarme en otra cosa -No te preocupes, ya descansaré cuando vuelva a casa. Me da miedo que me relaje tanto que me duerma y deje de estar en este lugar, contigo. Por cierto, ¿sabes como he llegado hasta aquí? -pregunto sin abordar su última cuestión dado que mis problemas no tenían importancia alguna comparados con los suyos -no se si tiene algo que ver que me durmiera...

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12/05/2016, 16:59
Milka Bendij

Me sorprende una vez más la agilidad con que encuentra respuestas a todo y lo perfectas que suenan en mis oídos. Me recuerda a Dallas y Ariel en sus palabras y a Dorian en su presencia, incluso mis tímpanos vibran confundiendo la palabra "marido" de Rena con la de "madre" de Vivian. Es un hermoso resumen de mis seres queridos y una novela entera sobre sí misma que también lleva la rúbrica de familia y me pasaría la noche leyendo.

Confío en ella para custodiar mi voluntad mucho más de la confianza que me resta en Aharon, y oír en ella esa confirmación de mis impresiones me hace sentir más fuerte y decidida.

Mi cabeza empieza a abrir puertas a preguntas y más preguntas que he oído a lo largo de mi vida, y todas ellas se solapan y me atosigan lanzándose como sugerencias a un buzón que no quería poner.

Llevo mi mano engrilletada a la frente para apretarme los costados con el pulgar y el corazón rogando a mi cabeza que se detenga. Y entonces, de todas esas preguntas, escucho una que de verdad busca respuesta, una pregunta exótica entre recuerdos como los ojos rasgados de su dueña.

Dejo caer mi mano y niego ligeramente con la cabeza - Lo siento. Yo llegué al concierto dentro de mi inconsciencia, y a Kenya por un teléfono, como con Morgan -llevo mis ojos con prisa al teléfono de Aharon enchufado al cargador como si de pronto una idea me empujara que pierde fuerza tan repentinamente como había llegado- Quizás sí -secundo su hipótesis-. Quizás es porqué esa parte de nuestra alma que Dios mezclo sentía el mismo sueño. Miedo y adrenalina con el Pianista; Dolor y cariño con Wamai -me encojo de hombros y busco el cielo más allá de la ventana esperando a Dios-. Esos sitios que has visitado... ¿te conectaban con Dios y de nuevo a la tierra también?

Notas de juego