Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 1: Tú ya no eres sólo tú (Wamai)

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23/04/2016, 01:25
Narrador

Capítulo 1: Tú ya no eres sólo tú

Así que hoy marcho y marcharé para recordar que no soy solo yo. Sino también un nosotros. 

Nairobi, 1 de Julio de 2015.

Todavía no ha sonado el despertador cuando te haces consciente de que estás despierto. Es hoy una de esas veces en que uno se despierta poco a poco, sin querer, y de repente es como si llevase más de media hora perdida de sueño.

Los recuerdos del día anterior aún están presentes: el sonido de explosiones y el varazo de Muthengi, todavía tibio en tu mejilla, el paseo con Nyah y la conversación que lo acompañó y sobre todo ver a esos tres desconocidos que parecían tan familiares. Decenas de sensaciones se mezclan al acordarte de ellos. Puedes oír el mar de nuevo a lo lejos, como si aún estuvieras en la otra punta del mundo y de alguna forma sientes que si cerrases de nuevo los ojos y te dejases llevar podrías sentir a Ruth a tu lado, escuchándolo contigo. Pero en cuanto recuerdas el detalle de que aún estás en tu casa todo eso se disipa dejándote a solas y en tu cama.

La alarma no tarda mucho más en sonar, aunque tu hermano siempre ha sido un experto en ignorarla. Una vez esté despierto probablemente negará que el aparato haya funcionado, y lo hará con esa sonrisa inocente con la que tantas veces se ha librado de problemas sin saber siquiera que estaban cerca. Por delante os espera un día más. Un día de trabajo, de comida escasa y de encontrar con qué matar el tiempo sin buscarlo. Y en tu caso un día de buscar suerte, sea como sea. Quizá hoy veas a alguno de esos desconocidos con los que la magia te había unido. Quizá no.

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23/04/2016, 23:49
Nyah Baddhu

Tu voz y la de tu hermano son las que más se alzan mientras entráis a trabajar. Vuestra zona es animada y no tiene nada que ver con esas cosas que se oyen de la gente que va medio dormida por la mañana, pero aún así siempre sobresalís de una forma que a Jimiyu se le hace inconsciente.

Mientras haces cola para firmar tu jornada te parece ver a Nyah a lo lejos, parada con un chico que debe tener sólo unos años más que ella. Su actitud es dominante, aunque en cierta forma su bigote no deja de resultar algo ridículo. Ella va vestida con una camiseta verde y aún lleva ese pañuelo al cuello. Probablemente será una molestia para trabajar, pero seguro que lo es menos que las preguntas o, peor, que los silencios.

Pasa algún rato antes de que coincidáis cerca. Recoger el grano es una labor a la que el tiempo os ha acostumbrado, y las bromas de Jimiyu siempre diluyen la carga. Hoy puedes notar a Muthengi atento a vosotros, aún más que de costumbre, pero mientras no acabes por arrojar de nuevo la cesta todo debería ir bien.

Para cuando ves a Nyah de manera directa lo haces con un par de filas de plantas entre vosotros. Ella te dedica una sonrisa, aunque es evidente que sus ojos no la acompañan. Unos segundos más tarde mira a ambos lados por si la pillasen saliéndose del sitio que le corresponde y da un par de pasos, ocupando un lugar más cercano.

—Nzuri Asubuhi, Wamai —te saluda. Parece un poco más distante que anoche, pero es difícil saber si es por vuestra despedida o por algún otro motivo. Luego hace un gesto hacia Jimiyu, incluyéndole en sus palabras—. Espero que hayáis pasado una buena noche.

Notas de juego

Nzuri asubuhi: Buenos días.

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26/04/2016, 03:49
Wamai Saád ú

Esta vez fue más corto, Wes... y no hubo puertas, quizá las mismas son la cabeza de cada uno... ¿Solo desearlo? ¿Pero como hacerlo? ¿Cuando? Magias invisibles. Ruth, Milka, Wes... rubios, ojos claros. ¿Volveré a verlos? ¿Morgan? ¿Quien es Buddy, el de la habitación vacía? ¿vacía? ¿Los veré a ellos?... Pienso en el elefante que hice y que jamas verá la luz. Sonrío con los ojos cerrados, pienso en Nyah... y entre mucho más, el sueño me secuestra sin apenas darme cuenta.

Cuando abro medio ojo, remoloneo antes de que suene la alarma de ese despertador, que si no fuese porque nos despierta de vez en cuando ya lo habría enterrado en el huerto de algún vecino. Me he despertado antes... y a uno le gusta sentirse una oruga envuelta entre mantas, pero hay que levantarse. Me siento en la cama y elevo las palmas hacia el techo. Amani. Bostezo, me estiro, me rasco, miro a mi hermano durmiendo, me rasco otra vez y finalmente me visto. A recolectar.

— ¿Has traído tu elefante? — le pregunto ya de camino — Necesitaras tu amuleto, hermano — y uno debe buscar el suyo.

Mientras firmo mi jornada veo al posible macho de Nyah, su pañuelo — Ese... — dejo el boligrafo mientras mis pupilas se desvían por segundos intentando no llamar la atención, pero verle la cara — ¿ese? — me pregunto sin mencionar nada, pero dando un tironcito al brazo de Jimiyu. Quizá el tipo tenga el mismo numero de veranos que yo, pero no me asustan los machos con bigote.

Luego... en mi hilera de trabajo converso con Jimiyu sobre la tierra seca, los mosquitos nocturnos, lo que pesa el cesto cuando esta lleno, hasta que entonces noto a Nyah saludarme, y luego acercarse. Echo un largo vistazo a un lado, a otro, la hez arrugada serpentea al rededor, Muthengi, no quisiera hacer un llamamiento a su vara. Sostengo el cesto con fuerza — Nzuri asubuhi . Nzuri uchaguzi , shukrani Nyah — asiento del lado de la marca de mi cara — Fue una buena noche — sonrío, luego miro a Jimiyu, y vuelvo a los ojos de la hembra. Me acerco un par de pasos recogiendo de medio lado, intercalando miradas entre lo que hago, y ella — ¿Y Nyah? ¿Buena mañana? — le pregunto.

Notas de juego

Nzuri asubuhi . Nzuri uchaguzi , shukrani: Buenos dias, buen remedio. Gracias.

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27/04/2016, 02:20
Montu búh "Jimiyu"

En el momento en que Nyah se dirige a ambos tu hermano busca con los ojos detrás de ella, y más que un depredador parece una gacela oteando entre la hierba. Su mirada brilla expectante con la misma curiosidad con la que un rato antes, cuando le preguntaste por su elefante, había asentido y te lo había mostrado. Era tan deforme como el día anterior, pero aún así se notaba que había intentando arreglarlo un poco más, probablemente durante la noche.

Él asiente al deseo que Nyah os regala y cruza sus pupilas con las tuyas en el momento en que le miras. Y menos mal que lo haces, porque en ese instante, al verte, una idea parece abandonar su cabeza. Seguro que no era buena si se ha disipado así. Luego permanece callado el tiempo de tres latidos, el justo que parece saber aguantar antes de que su lengua ponga en voz alta la pregunta que le corre.

—¿Y Subira?

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27/04/2016, 02:33
Nyah Baddhu

La chica sonríe de manera amable con tus palabras. Su dentadura no es perfecta, pero sí bonita, como si de alguna forma quedase bien en su cara y no fuera coherente otra. A vuestro alrededor la gente parece seguir a lo suyo, pero hasta tú sabes que muchos tendrán el oído y la oreja puestos en vosotros.

Nyah parece a punto de responder a tus palabras cuando tu hermano la interrumpe y ella ríe con naturalidad. Atrás parecen quedar los momentos tristes, y o bien disimula muy bien o bien le ha parecido genuinamente divertido.

—Subira está allí —dice dedicando una mirada a un lugar del cafetal un poco lejano—. Dice que ha encontrado una planta con tantos granos que no tendrá que recoger más en todo el día —explica con un tono que deja claro que no se cree demasiado—. Yo sé que está descansando y que tendré que darle de los míos, pero está bien mientras no se meta en problemas —expone, y de alguna forma esa manía de buscar propiedades mágicas incluso a las plantas te resulta familiar, aunque no parece que Subira se lo crea tanto como tu hermano. Después la chica se dispone a contestarte.

—Buena mañana —asegura antes de formar una pequeña sonrisa—. Y si queréis, tarde mejor.

Lo cierto es que, viéndola así, cuesta imaginarla siendo víctima de un hombre como el de un rato antes, incluso a pesar de su bigote. El tipo era delgado y de una estatura más baja que la tuya. Parecía uno de esos que si hacen uso de la fuerza es para sentirse más capaces. Al verle tu hermano había cambiado un poco su expresión, pasando a apretar y rozar insistentemente un puño contra otro, representando la lucha de carneros, pero realmente no había nada que confirmase o desmintiera que aquel era su hombre.

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02/05/2016, 05:51
Wamai Saád ú

A uno le gusta cuando la leona sonríe. Giro mi pescuezo echando mi cuerpo hacia atrás cuando indica que Subira está más allá de los arbustos , lo hago aunque no la vea, acto reflejo. Pienso que al final todos igual, vemos unos por otros – todos somos uno – entrecierro los ojos y sigo metiendo la mano entre las matas recogiendo granitos. Espero no ver disparos, y tampoco escuchar explosiones. De vez en cuando me quedo 2 o 3 segundos mirando al cielo.

Asiento a las palabras de ella sonriendo — Bien. Tarde mejor — Y mejor hacer como que ayer no la eché a empujoncitos porque apareció una presencia invisible en mi casa. Noto el sol pegándome en la cabeza, dejo el cesto en el suelo y empiezo a recoger granos con mi camiseta, un poco más rápido. Uno hizo esto con moras sabinas hace poco, la camiseta nueva pasó a ser vieja por los manchones de las rotas, seguro que madre los hubiera quitado, pero uno rascaba y rascaba y la mancha parecía extenderse.

Tras ver el gesto de Jimiyu, subo y bajo sonriendo, más bromeando que buscando esa pelea de carneros. ¿De veras era el macho de bigote?. Uno es fuerte, pero no debe meterse en líos para mantener el equilibrio de 3 equilibrios. Vuelvo a buscar los grandes ojos de la hembra de cristal otra vez — Nyah — podré preguntarle después. Me limpio la frente con el hombro de la camiseta — ¿Sabes donde está Tamarama? — je! me salió bien. Levanto la cabeza — Un sitio con mucho mar — Yo sé donde están las calles que me traen hasta mi casa desde allí a donde voy. No de países y capitales. Pero... ella ve ese programa de las preguntas, a lo mejor sabe.

Prosigo recogiendo. El campo es muy grande, pero me da que hoy Muthengi no piensa alejarse mucho de mí. Echo un vistazo a mi hermano. 

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04/05/2016, 02:53
Montu búh "Jimiyu"

En el momento en que miras a través del cafetal buscando a Subira te haces consciente de que la cabeza de Jimiyu está haciendo exactamente el mismo movimiento y a la misma velocidad. Puede que sean esas cosas las que os convierten en hermanos más que la sangre. Tú no llegas a ver a la chica, que debe estar tomándose un descanso a pesar del poco tiempo que lleváis de jornada, y por la expresión de tu hermano parece que él tampoco.

—Voy a buscarla —dice tras un instante. Entonces intercambia una mirada contigo—. Tengo que contar los granos de esa planta para ver si son tantos —aporta riendo, aunque no llega a simular realmente que ese sea el verdadero motivo de su marcha.

Sin embargo no se marcha de inmediato. La experiencia y tus consejos le han enseñado a buscar antes a Muthengi, y en cuanto el hombre se da un momento la vuelva Jimiyu se escabulle entre las altas plantas.

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04/05/2016, 03:22
Narrador
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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04/05/2016, 03:35
Nyah Baddhu

La chica sonríe en cuanto aceptas esa invitación que no ha llegado a hacer de forma explícita. Si Jimiyu no ha dicho nada puede ser por no haberla entendido, pero no le importará enterarse más tarde. Eso si no se lo dice antes la hermana de Nyah. Ella echa un vistazo hacia abajo, hacia tus manos, cuando sigues recogiendo tras dejar el cesto en suelo y aunque no llega a seguirte en tal acto puedes ver que no le disgusta la idea. Ella sigue con su trabajo mientras tanto. Sus dedos son diestros y finos y es evidente que no le falta la fuerza necesita para nada.

—Son como dos gotas de aceite —reflexiona la chica haciendo un gesto hacia tu hermano mientras la espalda de este se aleja de vosotros. Luego parece que rescata la pregunta que le has hecho para guardar silencio durante algunos segundos, como si hiciera memoria.

Tamarama repite interesada, como si aquello supusiera un reto, para finalmente asentir—. Suena a Australia —asegura y vuelve a asentir una vez más—. Sí, estoy segura: Australia.

—¿Por qué pregunta Wamai? —enuncia, y es evidente que la verdadera cuestión es la que viene ahora, y que quizá tenga que ver con lo sucedido la noche anterior—. ¿Está todo bien?

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06/05/2016, 05:14
Wamai Saád ú

Y así como lanzo un vistazo a mi hermano, también asiento a sus palabras venideras. Inconscientemente busco el momento de escabullirme con él, no porque quiera hacerlo, si no porque es mi hermano — Espera, espera... — digo para mi mismo mientras diviso a Muthengi con todo el disimulo posible — Aho... - pero al mudar la vista... Jimiyu ya no está. Dedos rápidos no sé, ahora... pies rápidos sin duda. Si es tras nalga tersa, más que más.

Sonrío de oreja a oreja e intento recolectar más rápido. Que la hez de la vara vea como uno trabaja. Busco el cesto para dejar caer el montón de granos acumulados mientras escucho a Nyah en la otra hilera — Aceite — río para mi mismo y sacudo la camiseta. Acto seguido apoyo un antebrazo en alguna rama y mi frente contra el mismo, mirando hacia ella — ¿Si se calientan, salpican? — susurro fuerte. Y entonces recibo respuesta a mi pregunta. No puedo ocultar mi impresión elevando las cejas, lo supo. Y Australia es un sitio que todo el mundo dice que está en el quinto arbusto, aunque nunca hayan estado allí. Los bichos exóticos que soportan el clima (y si no, aclimatan el centro) nutren el parque nacional, muchos vienen de Australia. Se me escapa una sonrisa de lado que enseña parte de mis dientes ¿porque pregunta? — Wamai soñó con una playa — sigo recogiendo — Había leído Ta.... Tamarama en alguna postal... — pienso — de kiosko — sí, eso... de kiosko, esas postales amarillas de 1984 que están pegadas al cristal desde entonces. Y entonces alzo la vista hacia este nuevo cielo achinando los ojos — Australia... — pero la voz de Nyah se cuela por mis oídos con su siguiente pregunta - Oh - reacciono rascándome el cuello.

¿Está todo bien?

Tras un par de segundos abro la boca y alzo un dedo, como quien va a decir algo pero se queda callado — ¿Cuento con Nyah? — pienso para mis adentros, es lo que me gustaría decirle para decirle más... pero cierro la boca — Todo bien, Nyah — no me cuesta forzar una sonrisa, en realidad no está nada mal, si no mejorable. Y no puedo decirle que ayer fui un chaman africano con visiones pasajeras, sentimientos anclados a gente blanca y extraños síntomas de Vudú sin muñeco, y más bien, de trance con dioses (Milka?). Sería como decirle que el sol sale por el Oeste, en el mejor de los casos, en el peor sería decirle magia negra. 

Cierro los ojos un segundo y agito la cabeza para lanzar un vistazo al rededor, como dando a entender que los recolectores cercanos nos escuchan — Tarde mejor — asiento sonriendo de medio lado.

 

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07/05/2016, 01:14
Nyah Baddhu

Al sonreír desde una oreja hasta la otra la boca de Nyah no tarda en devolverte el gesto, cómoda y sincera. Su sonrisa no se estira tanto como la tuya y es difícil saber si es por timidez o por falta de costumbre. Al sacudir la camiseta un poco de suciedad y algún trozo de hoja se escapa de ella, pero es más la suciedad que se queda pegada. Los ojos de tu amiga se desvían sólo un instante hacia allí desde la otra hilera, y con tu pregunta detiene sus pies un instante, riendo de buena gana.

—Y si les da el sol brillan de colores —completa. Pero no tarda en volver a moverse despacio mientras sus manos trabajan en un tiempo muy distinto. Escucha tu explicación con interés, y aunque no llega a darle respuesta parece agradarle. En el par de segundos que pasas callado ella te dedica una nueva y breve sonrisa, que te costaría saber si clasificar en cómplice o en dubitativa, y luego escucha tus siguientes palabras.

Tu penúltimo gesto parece ser entendido por Nyah, que asiente. Parece encantada con la idea de esa tarde que será, sin duda, mucho mejor que estar recogiendo. Sin embargo otro de los presentes parece haber entendido ese vistazo como una invitación: el tullido Rasul, que se acerca para unirse a la conversación.

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07/05/2016, 01:34
Rasul Brahmi

Si hay alguien que se tome en serio hacer gala de su nombre ese es Rasul. No es raro verle caminar con las noticias en la boca, compartiéndolas y escuchando opiniones a cambio. No hay nadie en el cafetal que no le conozca, y probablemente tampoco en la comunidad. Sus padres son los únicos cristianos de la zona y le pusieron ese nombre por algo de su religión, pero él no llegó a abrazarla más que cuando descubrió que las hojas de su libro sagrado eran ideales para liar cigarros.

El caminar torpe y casi patizambo del chico había sido motivo de burla para muchos. Sus rodillas no habían quedado igual desde que a los diez años había intentado que unos chicos de la ciudad no se llevasen a su hermana mayor, pero nunca había parecido que él se arrepintiese. Algunos decían que su voz monótona se había quedado atrapada entonces y por eso le faltaba emoción. Otros que su mirada se había quedado perdida porque había conseguido matar de un tiro a uno de ellos, pero nadie sabía si alguna de esas cosas era cierta.

Cuando le ves acercarse a vosotros tienes la impresión de que es capaz de agacharse sólo con los ojos, aunque es difícil saber por qué.

—Buenos días, chicos —os saluda mientras sus manos se mueven ágiles de grano a grano—. ¿Habéis oído lo de esta mañana? —pregunta, pero no espera a que deis la negativa antes de responderse a sí mismo—. Han encontrado a un forastero muerto. Dicen que fueron los del Puño, que han vuelto.

La incomodidad de Nyah ante aquella mención es evidente, y no es para menos. El Puño de Oro es una especie de banda venida a más que había estado causando terror hacía unos meses. Parecía que habían parado su actividad, pero si las palabras de Rasul son ciertas, han vuelto a las andadas. El problema no es que sean más sanguinarios que otros, o que no distingan entre niños y adultos. El problema es que su líder, Abasi Khalil, es probablemente el hombre más astuto que podría dirigir una banda así.

Notas de juego

Rasul: Mensajero.

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10/05/2016, 16:47
Wamai Saád ú

Río para mi mismo pensando la respuesta de Nyah, uno no lo sabía, pero ahora lo sabe. Y prosigo allegando granos a mi camiseta otra vez, pero tras mi vistazo a las orejas al acecho, cruzo una fugaz mirada con Rasul. No son extraños los rumores que rodean a ese macho tullido al que veo aproximarse. Cualquiera diría que le pesa la sombra, pero sigue en pie. Wamai no sería quién de preguntarle sobre su historia — Buen sol, compañero — saludo apretando una afable sonrisa y sigo recogiendo a la escucha de lo que nos cuenta. El tullido siempre cuenta algo... ¿Lo de esta mañana? No sé. Como cada 1 o 2 mañanas, supongo. No obstante, esta vez Wamai presta más atención y sus pupilas se van hacia un lado de repente, pues dice forastero muerto y El puño. Veo el gesto de Nyah — ¿Vino la policía de Nairobi para hacer que hace algo, y finalmente no hacer nada? — Me pregunto a mi mismo, pues a veces son peores con su justicia a dedo, pero teniendo en cuenta las distancias de los cuarteles, otras parece que no existen más allá de la ciudad.

Pregunto a Rasul — ¿Dónde? — en realidad no importa en que lugar, si no sabes moverte puede ser cualquier esquina. — ¿Dónde, Rasul? — vuelvo a preguntar acercándome a mi cesto y dejando caer los granos dentro. Uno espera que a muchos kilometros, aunque las noticias de un nuevo sol, sobre el mismo sol, se huelen cercanas a la propia comunidad. Miro hacia la posición de Nyah — Wamai hacía bastantes hojas del calendario que no escuchaba sobre esa manada — Niego con una pequeña mueca. No roban para mantener el equilibrio, lo hacen para romperlo. Asi no funciona Kenya.

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11/05/2016, 02:58
Rasul Brahmi

Mientras seguís recolectando es evidente que algunas miradas se posan en vosotros. Nada fuera de lo común, pero casi puedes sentir más ojos en vuestras nucas y en vuestras frentes cuando Rasul dice la palabra «Puño». O puede ser, claro, que sea impresión tuya.

Lo que sí es seguro es que Muthengi vuelve a mirarte, aunque después sus ojos pasan de ti a las personas que te rodean. Casi parece estar buscando algo, o a alguien, como el que busca las moscas alrededor de una vaca. No tardas en oír cómo maldice por lo bajo y se gira hacia atrás, examinando el trecho que acabáis de recoger recolectando.

En ese tiempo has podido ver cómo Rasul usa sus dedos ágiles. Parece que la destreza que le falta en las piernas la compensa con los dedos, recogiendo más rápido de lo normal. El chico recibe tus preguntas y alza un poco los ojos, como si pudiera ver el «dónde» más allá del cafetal.

—En la carretera a la ciudad —te informa cruzando una mirada con la tuya. En ese momento sus ojos se posan en Nyah y ella los aparta, visiblemente incómoda—. A media hora andando —añade acto seguido, dando más detalles. Sin embargo no llega a especificar si son treinta minutos de los de andar con sus piernas o las de andar con las de cualquier otro, que probablemente serán menos de la mitad. En esta ocasión tu amiga no llega a responder a tus palabras, pero más bien parece que ni siquiera sepa que van dirigidas a ella. Desde un instante atrás mira al frente, ligeramente ausente, sin dejar de trabajar.

—Unos dicen que le han dejado con la piel del revés por venganza —prosigue Rasul—. Otros que obligaron al blanquito a hacérselo él mismo. Pero yo creo que sólo intentan asustar al resto de la gente para que nadie los busque.

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12/05/2016, 23:41
Wamai Saád ú

Las gentes de al rededor nos estarán prestando su aburrida atención, seguramente. Sé que es normal, aquí no hay mucho que hacer... saber lo que hace o bien sabe el projimo es casi un modo de vida para muchos de nosotros. Y uno mismo es más reservado... pero no vive solo bajo la sabana africana, así que también presta atención a los chismes de vez en cuando. Aunque, eso si, procuro no despistarme ni un segundo. El capataz está atento a mi hilera. Nada que decirme cuando el cesto está en orden y uno trabajando como aquellos dioses a los que el viejo hostigador venere gusten. Notará la falta de mi hermano, pero si pregunta le diré que pasó mala noche, y que está en las letrinas. Nada extraño. Eso sí, recojo el cesto contra el pecho y sigo cosechando de un modo más acorde al resto de recolectores.

Cuando el mensajero tullido me cuenta que el suceso se dio a media hora a pie, no hago más que apretar y desapretar la mandíbula, casi inexpresivo, aunque el gesto se me nota. Miro para Nyah entre las ramas, la hembra parece desentenderse de Rasul trabajando, ambos, quien sigue dándome detalles.

En principio no me sorprenden sus ultimas palabras, de unos y de otros, las creo exageradas, pero es cierto que aquí pueden cortarte las 2 manos por robar una barra de pan y que el vecindario tan solo haría coro. Nunca es bueno acercarse a un coro de gente. Si hablamos de venganza, no imagino. Unos dicen, otros también... Wamai opina — Venganza no — desvío la mirada hacia él — Quizá el blanco salió de la ciudad y se perdió por los caminos sin luces — Asiento. Entonces pudo encontrarse con cualquiera, le robaron el reloj, los zapatos, la chaqueta, y si venía en coche, el coche también... Y si opuso resistencia, salpicó la sangre. Mas el líder de esta pequeña facción de oscuros negros tiene el don de dominar a los borregos. Si fueron ellos, o ni tan siquiera pasó, Wamai no lo sabe. 

Tras los sucesos de ayer prefiero desechar esto como un claro mensaje de la madre tierra, pero no como consejo. Me doy una palmada seca en la cintura, tenia un bicho marrón escalando por mi cuerpo... — Yo creo como tú, Rasul. Quieren miedo para nuestras gentes, que los encuentren o no seguro que no les importa — o eso... o el charco rojo sigue presente no muy lejos de aquí. Prosigo recogiendo. De vez en cuando ojeo a Muthengi con disimulo.

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13/05/2016, 16:52
Rasul Brahmi

Sin dejar de recoger, Rasul escucha tus palabras y asiente sin mirarte cuando hablas de los caminos sin luces. En ese momento sus ojos están perdidos en su trabajo, pero no son necesarios para oír lo que dices. Un instante más tarde, cuando le das la razón, sí vuelve a mirarte.

—Salir de la ciudad no es buena idea para un blanco, y menos si está solo —dice mientras se encoge de hombros y continúa su labor—. Pero a lo mejor no lo estaba. O a lo mejor buscaba una negrita que le alegrase y encontró otra cosa —propone antes de seguir hablando con naturalidad—. También algunos dicen que el Puño no tuvo nada que ver, y quien lo hizo es listo. Y quien dice que el cuerpo tenía diez monedas y cien billetes hasta que llegó la policía.

—Yo no sé si fueron ellos, la verdad, pero estaban mejor descansando. Aunque creo que para saber del Puño hay que preguntar a la gente que sabe de ellos —expone cargado de razón. Entonces hace un gesto, intentando llamar la atención de Nyah—. ¿Tú que dices, Nyah? —le pregunta directamente, con claro interés.

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13/05/2016, 17:07
Nyah Baddhu

El escaso tiempo que dura tu conversación con Rasul sirve para que Nyah se abstraiga un poco. Sin embargo una segunda mirada te hace verla más taciturna que antes. No es sólo que esté concentrada en lo que hace, sino que una parte de su cabeza parece centrada directamente en no escucharos.

Con el paso de las frases de Rasul la sonrisa que su rostro había dibujado para ti se ha ido borrando y ahora sólo queda de ella el posible recuerdo. Puedes verla trabajar con la fuerza de la costumbre, y desde luego debe ser incómodo hacerlo con ese pañuelo al cuello.

Ante el gesto de vuestro compañero ella desvía sus ojos hacia él. Le mira por un instante, y casi puedes ver que guarda la mayor parte de sus palabras en su estómago para no sacarlas. Las que ven la luz, por su parte, lo hacen de una forma contenida.

—Yo no digo nada —enuncia—. La lengua hace que pesen las manos y estoy trabajando por dos.

- Tiradas (1)
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17/05/2016, 01:02
Wamai Saád ú

Sí, seguro que se extravió, Rasul — Insisto en esta vía. Sus palabras me hacen pensar en el blanco con el estomago lleno de alcohol, pero uno sabe agarrarse a lo fácil aunque se aleje un poco de la verdad... seguro que solo tuvo mala suerte. Y aunque tampoco es difícil que este blanco de males quisiera hacerse con Kidogo Wananake de las afueras, sin pagar, entonces sería un blanco muy estúpido, y no voy a decir que se lo merecía, pero Wamai sí lo piensa para sus más profundos adentros. No haría falta que fuesen los del Puño, precisamente. En tales circustancias cualquier blanco, negro o azul podría encontrarse con el puño de Wamai.

Cuando acto seguido Rasul le pregunta a Nyha aparto la vista hacia el recolector que tenga a mi otro lado y niego, pero prosigo recogiendo. Apenas la miro porque hablan los silencios, en sus pocas palabras suenan gritos de evasión, pues el tullido le molesta, y además me deja intuir con su pregunta... que la hembra de cristal sabe de palabras y remedios, pero... ¡Zaidi ya mawingu! igual también sabe de machetes y corrillos. Uno no sabe muy bien que decir, o pensar, pero sin acunar un silencio incomodo me giro hacia el macho cojo para dar alas al tema, que vuele, que vuele lejos. Aunque... a uno se le van a acumular las 15 preguntas del millón para Nyah muy pronto. — Eh, Rasul, amigo mio. Entretengámonos con otras palabras — apoyo el cesto en el suelo y pongo mis brazos en jarra mirando hacia él por un instante. Guiño los ojos a causa del sol, que es vida, pero nos azota como cada día — Te apuesto 2 Tusker a que no descubres la vieja historia del perro de Huba-Ha antes de que termine la mañana. Solo la saben unos 10, el resto ya no viven aquí, o ya no viven  — me levanto la camiseta y me limpio el sudor de las cejas. Recojo el cesto en alto — Si descubres, Wamai salda su apuesta — golpeo mi pecho y prosigo recogiendo — Si no lo descubres, salda Rasul  — Y no va descubrir tal historia porque no la hay, podría estar preguntando durante toda la mañana quien era Huba-Ba — ¿Rasul acepta? — busco sus oscuros ojos por un instante, casi esperando inmóvil a que me responda: bien un sí, bien un no, bien una contraoferta. Tal como sea, solo trato de que el tullido cambie de tema, de hilera, o que mañana regrese con 2 cervezas.

Y oh, Mukuru! Atiendo a lo que me rodea, a veces logro olvidarlas, pero no puedo quitarme a las tres presencias espirituales de la cabeza, al menos del todo. Como esas melodias de tambores que se instalan en la mente siendo capaces de acompañarte hasta el final del día. Y no es para menos, no. Miro hacia el suelo... a ver si me encuentro una piedra con forma de luna, o algo que me diga –Wamai, soy tu suerte-.

Notas de juego

Kidogo Wananake - Pequeñas mujeres

Zaidi ya mawingu - Más alla de las nubes

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18/05/2016, 00:28
Rasul Brahmi

El tullido continúa observando a Nyah aún un par de segundos después de su respuesta. A tu otro lado está una negra vieja, una que ni siquiera recuerdas haber visto antes. Es extraño, pero a veces pasa. Sin embargo por cómo recoge no parece que sea precisamente nueva. Quizá cada arruga que lleva en el cuerpo la hace un poco más fácil de olvidar y sólo es nueva para tu cabeza, aunque no lo sea para tus ojos. La mujer no parece muy pendiente de vuestra conversación: dice algo por lo bajo, pero parece que esté hablando sola.

Cuando medio instante más tarde llamas al tullido por su nombre sus ojos te buscan, y parece prestar más atención aún al escuchar la palabra «amigo». Sus pupilas se desvían un instante a tu cesto al verlo en el suelo mientras él, sin dejar de recoger, hace un gesto para indicarte que te escucha.

Al oír hablar de la apuesta y de la historia una sonrisa brota en su rostro, pero lo hace sólo hacia un lado. Parece creer que tiene esas cervezas ganadas.

—Claro que acepto —dice de inmediato, encantado con la idea. No parece sospechar nada de la engañifa—. Si la descubro antes de una hora —propone, dispuesto a subir la apuesta— serán cuatro Tusker.

Tras esas palabras y sin esperar más que unos segundos tu respuesta hace un gesto de despedida hacia ti y luego otro hacia Nyah. Lleva sus ojos entonces hacia el lugar que ocupaba Muthengui un instante atrás, ahora vacío, y camina algunos pasos alejándose y cambiándose de fila para ponerse a hablar con uno de los recolectores más antiguos del lugar.

- Tiradas (3)
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18/05/2016, 00:48
Nyah Baddhu

La forma de mirarte de Nyah en cuanto Rasul os abandona es al mismo tiempo agradecida, admirada y un poco cómplice. Sus ojos oscuros están fijos en ti y a pesar de que la presencia del tullido la ha apagado un poco una pequeña sonrisa empieza a dibujarse en su cara.

—No existe esa historia, ¿verdad? —pregunta con las palabras y con las pupilas. Su tono parece un poco curioso, pero dada su siguiente palabra no debe necesitar una confirmación ni de eso ni de que lo has hecho por ella.

—Shukrani, Waganga.

Notas de juego

Shukrani: Gracias.