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Historias Secretas: El Monte de las Ánimas

III. La batalla

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17/06/2014, 17:58
Beatriz poseyendo a Xacome

Tu amigo... -repitió Beatriz-. Tu amigo estara bien, este cuerpo ha sobrevivido a la batalla -mirándose a si misma, osea, mirando el cuerpo del de Tui-, y no seré yo quien le despoje de su vida, pues habéis obrado bien -te dijo-. Sin embargo, si queréis que él mismo vuélvase quien era, habréis de hacer un último encargo para mí...

Beatriz se giro, miro hacia el altillo del monte, donde estaban las ruinas de la iglesia, y las señaló. Fue entonces cuando el caballero de la armadura que os dio el pañuelo, presumiblemente el tal Alonso, se acerco a Beatriz, rodeándola con sus brazos, mas sin poder tocarla (los brazos del caballero, fantasma todo él, atravesaron el cuerpo poseído de Xacome): ninguno podía tocar al otro; ni Beatriz a Alonso ni en viceversa.

Subid alli, pues allí está mi amado -dijo la mujer-; buscad su tumba, cerca del ruinoso ábside. Et entonces, desenterrad sus huesos, y llevadlos lejos de aquí, fuera de este monte. Sólo dándole sepultura lejos de esta batalla yo podré regresar con mi amado Alonso, en la otra vida, y vuestro amigo volverá a la vida...

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17/06/2014, 18:07
El Maligno

Hubo entonces un tremendo resplandor, un fogonazo procedente de los ojos brillantes y terroríficos de Beatriz; et que en donde había cadáveres de templarios y nobiliarios en el suelo, que tras la luz nada quedó, y tampoco estaban allí ni la tal Beatriz ni el caballero del pañuelo. Ahora, aquel claro donde hacía escasos minutos casi perdías la vida (vidas que tambien quitaste), que se encontraba limpio de personas, no muertos o cualesquier lucha. Era como de arte de magia, allí no había nada... Ni siquiera Xacome. ¿Habría sido todo un sueño?

Notas de juego

Lo dicho. Estás ahora mismo sólo. Y no hay resto alguno de batalla ninguna.

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17/06/2014, 20:53
Gabriel Soto de Queiroga

 Corrí a donde estaban las monturas y luego ir con ellas donde me había indicado el fantasma, con el fin de hacer lo que me había pedido...

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17/06/2014, 21:47
El Maligno

Notas de juego

con el fin de hacer lo que me había pedido...

¿Cómo lo haces?

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18/06/2014, 02:49
Gabriel Soto de Queiroga

Notas de juego

 Pues voy a donde a dicho, desentierro los huesos y voy a enterrar los huesos lejos de aquí, ¿no?.

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18/06/2014, 14:36
Director

Notas de juego

Te reitero ¿Cómo los desentierras? ¿Con tus manos? ¿con una pala? Las tumbas están bajo losas; decir "los desentierro" es como decir, "me pongo a volar".... Nárrame (sea como sea que te las ingenies) como un post de narración, no como un apartado de notas.

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18/06/2014, 14:54
Gabriel Soto de Queiroga

Notas de juego

 Bueno, antes de nada tr debo de preguntar, antes de narrar nada, es si tenemos palas...

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18/06/2014, 16:05
Director

Notas de juego

No... Xacome tampoco.
 

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18/06/2014, 17:41
Gabriel Soto de Queiroga

Notas de juego

 ¿Entonces con que me dejas excavar?. ¿Hay algo con lo que se pueda improvisar algo por ahí?.

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18/06/2014, 19:04
Director

Notas de juego

No lo sé ;) tu personaje ha de improvisar. Lo que te quiero decir que dentro de la iglesia (donde están las tumbas) no hay tierra; las tumbas están enlosadas, como se hacía antiguamente. Búscate la vida. Las dudas al OFF.
 

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19/06/2014, 02:23
Gabriel Soto de Queiroga

 Fui a buscar la tumba, a ver si la encontraba...

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19/06/2014, 20:12
El Maligno

Subiste a las ruinas. al entrar en la iglesia ruinosa (la cual habías oído tras enfrentarte antes con los lobos una campana y que ahora seguía sin estar allí, como esa batalla fantasmal) vístes de nuevo la disposición de tumbas. En el centro estaba la del tal Alonso: "Alonso de Alcudiel" ponía. Sin duda que esa era la tumba del amado de Beatriz.

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19/06/2014, 20:47
Gabriel Soto de Queiroga

 Examiné con atención la tumba, para ver si sería fácil de abrir...

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20/06/2014, 17:02
El Maligno

Vístes entonces cómo la tumba era abierta. La losa estaba abierta por una lateral, concretamente rota a través de una esquiva, bajo la lápida. Numerosos gusanos y arañas correteaban por dicho agujero, desde el interior de la lápida hasta la obertura. Quizá levantándola...

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20/06/2014, 17:23
Gabriel Soto de Queiroga

 Agradecido por los guantes que llevaba, traté de levantar la losa abierta...

Notas de juego

 ¡Arrg, que asquito! ;P

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20/06/2014, 18:02
El Maligno

En un principio introdujiste la mano por la pequeña abertura y agarraste bien la lápida resquebrajada. Tras tirar hacia arriba, nada pudiste hacer*, pese a impregnarle toda la fuerza posible. Pareciera que aquella losa mortuoria estuviera a prueba de reaperturas y profanaciones. Eso sí: todo tu bonito guante de Torrenegra se llenó de gusanos sobre tu palma; tan sólo tuviste que sacudirte el guante varias veces para expulsar todos los gusanos y lombrices que tu mano había recogido...

- Tiradas (1)

Notas de juego

*Haces Pifia. Quizá puedas hacer palanca con algo metiendo lo que sea y haciendo palanca en la tumba enlosada, porque a fuerza no consigues levantar nada.

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20/06/2014, 18:14
Gabriel Soto de Queiroga

 Asqueado, busco por lo alrededores algo que me sirva para hacer palanca...

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20/06/2014, 20:05
El Maligno

No hay nada en absoluto. Ni palas, ni palos, ni nada parecido. Sólo ruinas, hierba y más tumbas...

Notas de juego

Nota: estás dentro de las ruinas.

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20/06/2014, 20:23
Gabriel Soto de Queiroga

 Me asomé fuera de las ruinas, a ver si veía algo...

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20/06/2014, 20:47
El Maligno

Saliste fuera y allí no habia nada. Sin embargo, fuiste a echar un vistazo al cementerio contiguo, aquel que tanto miedo dábale a Xacome y donde encontrasteis al fantasma de Beatriz. Una vez dentro, rebucaste por si había algún madero o estacaca fuerte para poder hacer palanca; mucho mejor que eso: notaste que, tirada en una de las esquinas junto a una vieja tumba, había una pala de mango de madera carcomida por el tiempo. Al menos la parte posterior se conservaba bien. Seguramente hubierand dado con ella entierro a cuantos yacían allí.

Al volver, introdujiste la pala en la lápida enlosada (al menos no tuvístes que llenarte los guantes de gusanos) y tiraste con todas tus fuerzas. Allí abajo, tras abrir la tumba, contemplastes un esqueleto humano, cuyos huesos estaban desperdigados (como si hubiera muerto hacía mucho). Claro que, no estaban todas las piezas: tan sólo calavera y los huesos más largos.

Sin dilación alguna, tomastes los huesos y los envolviste en una tela larga, dispuesto a irte de allí y darle entierro digno en otro lugar. Te llevaste también la pala.