Partida Rol por web

Tras registrarle, os pusísteis de pie, dispuesto a correr tras la muchacha y el niño por la dirección en la que habían marchado. No obstante, os dísteis cuenta que, en la otra parte del claro, más allá del roble centenario, había una figura asomada tras un árbol. Parecía estar viendo cómo saqueábais el cuerpo del párroco, pero no mostraba discrección alguna. Por supuesto, no era ninguno de los dos compañero de Bernal, pues lo hubiérais reconocido Xacome o tú enseguida.

Aquel que os observaba era un tipo de baja estatura (algo más de vara y media de altura); poseía un cuerpo lleno de pelo, pequeños cuernos en la frente y, lo que era más extraño, (créame Vuaced cuando le digo que se me hace difícil narrarle lo que le cuento)... ¡patas de cabra en lugar de piernas!

Me quedé sorprendido, sin poder creer lo que veo...

Pero que diablos... ¿Que se supone que sois vos?. ¿Sois lo que sale cuando un pastor se pone demasiado cariñoso con una cabra?.

La criatura salió de detrás del árbol, y comenzó a acercarse a ti y a Xacome tímidamente, a pasos cortos. Veíais como tenía realmente pezuñas de cabra, y piel de éste animal hasta el ombligo. De cintura para arriba era todo hombre, ¡mas todo hombre no tiene aquestos cuernos en la testa! Camisa ninguna tenía, ni harapo, trapo o capa que cubriera su pecho, y eso que hacía considerable frío en el bosque de Mouromorto.

Yo soy... el padre de ese niño -espeto la criatura-. La cara de Xacome era un poema...

 Ahora empiezo a ver a que viene todo el jaleo.. Y no es jaleo pequeño, vayamos Dios. Miré al ser que tenía ante mí, con severidad, y le dije:

 - Pues... Felicidades, supongo, por ser padre. ¿Y que quieres de nosotros?. ¿Y quien eres tú?.

 Miré a mi criado, preguntándole con mi mirada si reconocía al tipo de criatura que teníamos ante nosotros...

Nada sé, mi señor... -respondió Xacome-. Nunca había visto un ser tan..., tan...

El joven siervo de Tui no supo encontrar la palabra precisa de lo que veía.
 

Os contaré... -la voz gutural de aquel tipo de cuernos en la cabeza era tremanda, como salida de un viejo afónico-; hace un tiempo, violé a esa mujer y la dejé embarazada. En lugar de abandonar al niño en el bosque, como hacen muchas, ella intentó criar al niño. Sin embargo, al querer bautizarlo en la religión cristiana casi lo mata, ya que es hijo mio, y yo no tengo cabida en las cuestiones religiosas de los hombres...

Miró a Xacome y luego continuó.

La mujer y mi hijo vinieron al bosque con ésta anciana -la criatura señaló el cadáver de la vieja del muérdago en el pelo-; lo hizo para hacer una ceremonia con la cual exorcizar el cuerpo del cuerpo del niño mi naturaleza diabólica, que como ahora sabéis, lleva gracias a su padre, osea, yo...

Yo mismo no podía acercarme al ritual, puesto que también me afectaría a mí, y tan sólo estuve espiando cómo esa vieja danzaba dando vueltas al fuego, y luego... luego llegásteis vosotros tres -incluía a Bernal-. Claro que, luego tuve que huir al oir el ruido de la lucha de espadas que mantuviste con ése... -referido al párroco-.

 - Ir al grano, por favor. Esa mujer y vuestro hijo están en peligro y vos nos estáis haciendo perder un tiempo demasiado valioso. Hay otros que los persiguen y que los matarán si no nos damos prisa... - Respondí de manera seria.

¿Otros la persiguen? -dijo la criatura-, ¡Tenéis razón! ¡Hemos de ir a busc...!

Un tremendo sonido de cuerno, muy grave y prolongado, interrumpió al ente de los cuernos... El sonido de cuerno tocó dos veces...

¡Dos toques, mi Señor! -alertó Xacome-, ¡dos toques dijeron los amigos de don Bernal en el caso de capturar a la mujer!

Dicho lo cual, comenzásteis a correr tras la dirección de la misma, y el sátiro se fue tras de vosotros, pensando en recuperar a su hijo. Tras dejar el roble centenario, el fuego, y los cuerpos de la bruja y don Bernal, no tardásteis mucho (unos cinco minutos más o menos) en llegar hasta el lugar por el que parecía proceder el retumbar del cuerno de caza. Otros dos toques de cuerno os hacen redigir la búsqueda, hasta que al final llegásteis hasta el lugar donde "se cocían habas":

En un pequeño cerro encontrábanse Ginés y Rodrigo, y justo en la cúspide de la loma (llena de peñas) estaba la mujer con el crio, refugiada allí. Veíais que ambos dos no podían subir sin riesgo de ser apedreados por ésta, la cual lanzaba varios guijarros desde aquella altura para mantener a raya a los dos de la Lvcis. Tampoco la mujer puede bajar sin ser acribillada a flechazos...

 Al ver lo que pasaba, susurré a mis acompañantes:

 - Debemos de actuar rápido, si nos han llamado, es que no saben lo que han ocurrido, así que tenemos el elemento sorpresa de nuestro lado, debemos de actuar rápido. ¿Algún plan para que no os vean venir a vos?. - Pregunté al híbrido.

Si... -dijo la criatura-. Puedo guiaros por los viejos senderos del bosque, justo hasta las espaldas de los hombres. Nada se percatarán si sois silenciosos...

 - Vamos pues.... - Respondí con resolución, mientras empuñaba mi espada...

El sátiro os condujo por entre los árboles profundos del bosque de Mouromorto, haciéndoos a Xacome y a ti zigzaguear y soltear algunas raíces salidas a tierra. Tras pocos segundos ascendiendo la pequeña colina entre los árboles, fuísteis a parar justo a las espaldas de aquellos dos: Rodrigo y Gines. Los teníais delante vuestra, de espaldas, lo que conllevaba una gran ventaja*.

Dadles muerte... mirad cómo hostigan a mi hijo -insistió la criatura-. Y es que ciertamente, estaba cuchicheando con sus arcos en la mano cómo poder llegar hasta la mujer, la cual les apedreaba de "cuánto en tanto" para que no subiesen.

 Nos disponemos a tacar a esos villanos, que se disponen a hacer un crimen tal vil...