Partida Rol por web

HLCN - Ciudad Bala Dorada.

Día 0 - Yo soy la revolución.

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11/01/2015, 22:45
Director

Bala Dorada descansaba, únicamente las bolas rodadoras y el raso viento que despertaba el polvo arenoso habían tomado conciencia de que en el horizonte la luz del sol empezaba a reflejarse en las bajas nubes que anoche fueron niebla.

Las noches en Bala Doraba siempre habían sido frías, pero últimamente cada vez había más camas vacías que hacían aun más fría la noche y más largas las mañanas.

El tintineo percutor e histérico irrumpió en las viviendas, incluso en las madrigueras y terrestres estancias de víboras, alacranes y otras alimañas animales o humanas. Era un replique irregular, perdido en el tempo, carente de gracia musical alguna, con el simple y único objetivo de despertar a la población y reclamar su atención inmediata.

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11/01/2015, 22:46
Rocky Roca

El estridente y vehemente ruido era originado por los torpes movimientos de la mano de Rocky Roca, quién plantado con las piernas separadas y su mano sobrante apoyada en la cartuchera mascaba tabaco haciendo bailar su bigote colgante.

- ¡Atención Pueblo! Ha llegado un nuevo sheriff. Se acabó malgastar balas, se acabó abandonar cuerpos frente a la cantina. ¡Yo soy la revolución!

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11/01/2015, 22:55
Emily

- Nosotros. - Protestó una voz discreta, sin darle mucha importancia pública a ese descuido. Con una queja tan fina como sus manos que jugueteaban con el cilindro de su revolver.

- Tengan la bondad de reunirse en el Saloon. - anunció Emily está vez para el público que seguía oculto en sus casas - Empezaremos con un censo. - aclaró para sí, pensando en voz alta como solía hacer pues no creía tener nada que ocultar.

Notas de juego

Aviso: Emily ha pasado a ser PNJ.

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12/01/2015, 00:30
Maybelle Canary

Los ojos de Maybelle se abrieron como un resorte cuando aquel repiqueteo infernal rompió el silencio de la mañana. La mujer había caminado hasta tarde para llegar a la ciudad y ni siquiera se había podido quitar de encima el polvo y el cansancio del viaje antes de caer rendida en el jergón que le habían prestado en el burdel. 

Su brazo se estiró por instinto, buscando la pistola que había colocado al alcance de su mano antes de cerrar los ojos. El frío del metal, tan familiar contra las yemas de sus dedos, tranquilizó su ánimo lo suficiente como para recordar que no había pasado la noche al raso y que por fin había llegado a su destino.

Pasaron tan sólo unos instantes hasta que se asomó buscando la causa del estruendo por la ventana de aquel lugar de vicio y pecados que Maybelle no compartía, pero que tampoco ofendían a su moral, se asomó. Vestía tan sólo la camisa blanca con la que había dormido, con algunos botones abrochados y sus cabellos rubios estaban completamente despeinados y enmarañados. Con el ceño fruncido dejó que sus ojos claros se deslizaran por la calle hasta detenerse sobre ese hombre que parecía ser el responsable del escándalo. Tras escuchar a la mujer que lo acompañaba, suspiró con hastío y volvió a meterse dentro. No había sido un buen despertar. 

Unos minutos después el polvo de la calle se levantaba bajo sus botas de montar. Sus espuelas repiqueteaban con un soniquete tenue pero cantarín a cada paso que daba. Sus vaqueros oscuros, marcados con el polvo de largos días viajando sin descanso bajo el sol ardiente del Oeste, se ajustaban a sus piernas, moldeadas con el caminar, a pie o a caballo, durante años. Una camisa blanca de hombre cubría su torso, cubierta por un chaleco marrón oscuro. Sobre sus hombros una gabardina larga y color café, que llegaba hasta sus tobillos. Y en la cabeza un sombrero protegía con su ala los ojos verdes de Maybelle del sol que había comenzado ya su ascenso por el firmamento. En conjunto, un atuendo más apropiado para un pistolero que para una dama. Y también su caminar era más cercano al de cualquiera de los ganaderos de la zona que al de las señoritas que podían poblar Bala Dorada. 

Sin embargo, la pieza que marcaba la apariencia de la forastera, por encima de su ropa o la firmeza de su paso, era el cinturón que colgaba de sus caderas. En él se sujetaban las fundas de sus dos pistolas, una a cada lado de su cuerpo, con el metal limpio y brillante y las culatas a mano, listas para ser tomadas con velocidad en cualquier momento en que fuese necesario. 

Sus manos se apoyaron en la madera de las puertas abatibles del Saloon y pasó al interior, dejando que oscilasen tras ella. Sus ojos se entrecerraron por el cambio de luz mientras estudiaba el lugar con un rápido vistazo y sin más, caminó hasta una mesa apartada y se dejó caer con desidia en una silla, con una postura muy poco femenina. - Whiskey, por favor. - Pidió en dirección a la barra antes de sacar de su gabardina la bolsa de tabaco para empezar a liarse el primer cigarrillo del día. 

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12/01/2015, 03:33
Lila Rocarroja

Lila se había levantado con la salida del sol, como solía hacer toda su gente. Era el momento de saludar el día y a la madre naturaleza.

Su tribu vivía tranquilamente en un lugar del desierto cercano al pueblo, pero era secreto dónde abastecían sus reservas. Ella había tenido que aprender el idioma de Bala Dorada para proteger a su gente y lograr una convivencia pacífica entre ambas sociedades, pero no faltaban los roces de poder. Por eso, ella debía reunirse con el Sheriff ese día para poder hablar los términos del intercambio de víveres por caballos y ropajes, con el fin de mantener la pacífica comunicación entre los dos pueblos.

Arregló su cabello como siempre lo llevaba y vistió un traje de un color café claro, completo con un pantalón y unos botines sencillos. No solía vestir así y no se sentía muy cómoda de esa manera, ya que prefería sentir sus piernas libres, al igual que sus pies, pero iba a montar a su caballo "Arroyo" para llegar a Bala Dorada temprano. Subió a su caballo con su cantimplora, su hacha y una pequeña pistola que el Sheriff le había regalado, aunque prefería mantenerla oculta en su pequeña bolsa de viaje. Cargaba su tótem de zorro en su bolsa, junto con el agua y algunas hierbas especiales que solía cargar.

El camino no se le hizo muy largo pero había algo extraño en el ambiente general de la ciudad. Cuando observó la llegada de un extraño hombre, ella no había siquiera bajado del caballo y miró con dudas al forastero. Bajó despacio, sosteniendo su hacha en su mano, pero entonces se le unió una mujer que ella consideraba familiar, ya la había visto un par de veces por esos lares, aunque no le había prestado mucha atención. Si realmente el Sheriff no estaba, debía averiguar qué había sucedido con él, así que fue hacia el Saloon sin luchar. Esperaba que no tuviera problemas por su apariencia. 

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12/01/2015, 08:58
Red Hardigan

Estaba dispuesto a salir del Saloon cuando escuché a aquella extraña pareja decir no sé qué tonterías. El vaquero aseguraba ser el nuevo sheriff y la mujer que le acompañaba se diría que su ayudante. Aunque más parecía un viejo borracho adinerado con su dama de compañía, que lo que vendría a ser un sheriff como Dios manda.

Cambié el puro de una comisura a otra del labio y enarqué una ceja.

Un vaquero de cara fina cruzó la calle y entró en el Saloon, supuse que haciendo caso a las palabras del nuevo "sheriff", otra nueva sorpresa cuando me dí cuenta que no era un vaquero, era una mujer de ojos verdes. Luego llegó la india. Pronto comenzaría a reunirse todo el pueblo aquí. La idea no me gustaba. Habría marchado del Saloon con gusto, pero la curiosidad por ver cómo acababa todo aquello me pudo, así que, sin quitarme nuevamente el sombrero, pues aun no tenía claro si me largaría de allí o no, caminé hacia un lado del Saloon, hice uso de una escupidera y me senté en una silla, entre una de las mesas vacías y la pared, acariciando con la mano derecha mi revólver, por pura costumbre.

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12/01/2015, 10:30
Joey Thorton

Un nuevo día amanece. Un nuevo y maravilloso día... en el culo del mundo.

A pesar de llevar ya mucho tiempo en esta ciudad, Joey echaba de menos Nueva Orleans, echaba de menos el bullicio, echaba de menos las risas de los niños de la vecina Mary - La buena de Mary, que guardaba demasiado amor para entregárselo sólo a su marido - echaba de menos los desayunos en Neil\'s, echaba de menos el tañido de la campana llamando a la iglesia que marcaba el comienzo del día... junto a eso, el absurdo tintineo con el que había amanecido hoy en Bala Dorada. Aun así, una novedad siempre era bien recibida y Joey se asomó a la ventana del segundo piso del saloon, el piso destinado a motel donde se hospedaba.

Pudo ver a un hombre nuevo y lo primero que pasó por su cabeza fue lo que siempre pensaba cuando un forastero estaba de paso en Bala Dorada: - Dinero para el pueblo, para el saloon, para el poker y para Joey. - Después miró mejor, vio las pistolas y oyó al hombre hablar, inmediatamente pensó - Problemas para el pueblo, para el saloon, para el poker y para Joey

No obstante, Joey tardó en bajar, le gustaba siempre ir bien arreglado: Su bigote tenía que estar perfectamente perfilado, su pelo bien peinado, su camisa bien planchada, su bombín bien calado y, por supuesto, la joya de la corona, su distintivo, la prenda que le reconocía como jugador y croupier profesional, su alma de "gambler": el chaleco.

Cuando por fin bajó, lo hizo perfectamente aseado y jugando con una de sus barajas de cartas. Le sorprendió que el saloon aún estuviese medio vacío... - panda de vagos

Rápidamente echó un vistazo. Estaban las más madrugadoras que, como no, incluían a la bella india. Se acercó a Lila llevándose una mano al sombrero y saludándola con un gesto galán.

Me alegra ver que a pesar de nuestra total falta de modales y de cerebro sigamos pudiendo disfrutar de su belleza por aquí, señorita.

Después, dirigiéndose a todos añade.

Y buenos días a todos. ¿Alguien sabe de qué va todo esto? Susie, reina, ¿estás por ahí? Por favor, cuando puedas ponme un desayuno de los que tú preparas... ¡Aah! ¡No conozco a nadie que prepare los huevos como la dulce Susie!

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12/01/2015, 13:29
Susie Powell

Susie llevaba ya rato despierta y trabajando en la modesta cocina del Saloon, cuando un estrépito fuera hizo que asomase la nariz por una pequeña ventana que había junto a los fogones. Apartando las cacerolas del fuego con cuidado para que no se quemasen los huevos del desayuno, la camarera observó con una ceja ligeramente levantada a los forasteros. Así que se ha autoproclamado sheriff. Ya lo veremos. A ver cuánto aguanta en Bala Dorada, se dijo con una risita. Lo cierto es que era un lugar más duro de lo que parecía a simple vista. Sacudiendo un poco la cabeza, la mujer volvió a sus ocupaciones durante unos minutos, hasta escuchar cómo la puerta del Saloon chirriaba. Empezaban a llegar los clientes y parroquianos.

La señorita Powell comprobó que su aspecto estaba impecable. Llevaba una falda hasta los tobillos de color gris y una camisa de color mostaza, ambas impecables y sin una mancha. Se alisó el delantal negro con esmero, arregló los pelos que se habían escapado de su recogido con habilidad y se lavó las manos con fuerza. Si algo había en su Saloon, era orden y pulcritud. Menos cuando los borrachos hacían de las suyas. Entonces, Susie no se iba a la cama hasta que había limpiado la última mota de suciedad y alcohol del suelo.

Escuchó la voz de Joey Thorton, que la llamaba desde la sala. ¡Ya salgo!, gritó con su voz cantarina, cogiendo varios platos de desayuno con la práctica de varios años de ser la encargada del Saloon de Bala Dorada.

Cuando salió, examinó a los visitantes. Estaba Lili, la india. No solía dar muchos problemas y Susie le tenía cierto respeto a pesar de ser una piel roja. También estaba Joey, como siempre, esperando sus huevos con bacon. La camarera le hizo un gesto con la cabeza mientras le ponía un copioso plato en la barra. Buenos días, cielo. Dejó el resto de platos tras el mostrador. También estaba allí Red, y la camarera chasqueó los dedos con descaro para llamar su atención. Red, cariño, ¿quieres el desayuno? ¿Lili, tú también?

Por el rabillo del ojo observó a la forastera. A pesar de sus ropas de hombre, no engañó al ojo experto de Susie desde el primero momento en el que posó los ojos sobre ella. Susie se apoyó en la barra y se dirigió en voz alta hacia ella. Buenos días, forastera, y bienvenida a mi Saloon. Susie Powell a tu servicio. ¿No te apetece desayunar?

 

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12/01/2015, 13:45
Ella Watson

Ella Watson se había despertado en su pequeña y desordenada habitación, dispuesta a encarar el nuevo día con la mejor de sus sonrisas, la cual dedicaba a todos los hombres que pasaban por el pueblo. Escogió de su vestuario un atrevido vestido rosa con el que pensaba alegrar la vista a los clientes y atraer las miradas, aunque no era difícil en un pueblo como aquel, no había demasiada competencia. Ninguna de las demás damas del lugar sabían bailar y seducir ni la mitad de bien de lo que lo hacía ella.

Tenía pensado bajar más tarde al Saloon, pero algo atrajo su atención. El ruido que escuchó desde su casa hizo que se asomase a la pequeña ventana para enterarse de lo que sucedía. Al escuchar a la pareja, se apresuró a vestirse. Cambio de planes, iría cuanto antes a la reunión. Estaría todo el pueblo, tenía que enterarse de lo que pasaba y no quería hacerlo por boca de otros.

Se vistió y bajó al Saloon. Hola sheriff. Saludó con voz sugerente y una sonrisa traviesa  en su rostro antes de dirigirse a los demás. Por suerte aún no habían aparecido demasiados invitados. Miró alrededor y fijó la vista en una chica india. Una mueca apareció en su rostro por una fracción de segundo y después desapareció, como si nunca hubiera estado allí. Su vista se clavó en Joey. Buenos días, compañero. Dijo, acercándose a él y sentándose a su lado. Supongo que más pronto que tarde la gente se acercará a ver lo que pasa. Espero que tengas preparada tu baraja. Dijo, guiñándole un ojo. Otro desayuno por aquí. Pidió la mujer morena antes de seguir con su inspección.

Su vista se posó en la mujer rubia con pintas de joven cowboy. Torció el gesto al ver su pose, propia de hombres. Debían haberle enseñado modales hace mucho. Pero no se entretuvo demasiado en la chica. Más allá, pegado a la pared, había un hombre. Ella sonrió y se acercó hacia allí colocándose mejor el escote. Vaya, vaya, a quien tenemos aquí... Buenos días, caballero. Diijo Ella, sentándose cerca de Red, dejando que sus pechos se notasen. Creía que ibas a salir de Bala Dorada sin siquiera saludar. El tono era jocoso y algo pícaro. Sabes que esto se va a llenar de gente, ¿verdad? Comentó, distraída en inspeccionar al hombre.

¿Quiere que le traiga algo?

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12/01/2015, 15:28
James E. Riley

Ruidos y mas ruidos... Por primera vez parecía que sucedía algo que pudiese llamar la atención en Bala Dorada. Con curiosidad me asome a la ventana y vi quien estaba montando tanto jaleo. Chasquee la lengua despectivamente y cerré la ventana. Me vestí rápidamente y agarrando mi abrigo largo y mi sombrero, salí de mi casa camino del saloon... Tenia hambre y agradecería uno de los deliciosos desayunos de Susie.

Entre en el saloon y vi algunas caras conocidas y otras a las que no conocía de nada. Salude con un pequeño movimiento de cabeza a Joey y me senté en una de las mesas. -Buenos días Susie... Podrías traerme un desayuno a mi también por favor y... Por un momento pensé en pedir un Whiskey... Pero después del accidente... Después de perder a mi mujer por culpa del alcohol, lo había dejado... o mas bien estaba en ello, dos meses habían pasado... dos meses sin probar una gota de alcohol. Mire a Susie. -Y agua por favor. Me quite el sombrero y lo deje a un lado de la mesa mientras esperaba a que me trajeran el desayuno.

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12/01/2015, 15:45
Giesie

Desde hace mucho el chico de los chismes no escuchaba ese sonido, buscando algo de que dar noticia (el nacimiento de una ardilla o  algún buitre caído en medio del desierto de los aborígenes)... Se levanta temprano y se acuesta tarde, siempre buscando algo de lo que hablar a la gente del pueblo. Esto huele a noticia- sonríe el chico mientras toma su rucio caballo y monta a todo galope hacia el centro del pueblo donde se encuentra el salón de la señora Susie, siempre ha sido buena con él aunque tiene un genio de mil demonios.. jajajaja... es una buena mujer... esboza para sí.

Siempre anda por aquí y por allí armado con sus dos pistolas, libreta y carboncillo para anotar cualquier cosa que ve o escucha para dar las nuevas, aunque en el pueblo, hace mucho no pasa nada de interés, si acaso cuando viene la chica india que le hace brillar los ojos. 

Hola a todos..¡¡¡ ... Doña Susie, necesita ayuda en la cocina?¡¡¡... esta mañana veo muchos comensales... exclama acercándose a la barra, mientras no deja de recorrer el lugar con su mirada- mmm.... veo caras nuevas... *.* también la muchacha del desierto... (se descompone y sonroja el chico). -Que ha pasado, por que tanta gente?- dice armándose de su libreta...

Notas de juego

JAJAJA, SALUDOS A TODOS....

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12/01/2015, 16:04
Susie Powell

Susie sirvió rápidamente el desayuno a la joven Ella, que estaba ya intentando capturar clientes. Si apretase más ese corsé, se le saldría todo por fuera, pensó con media sonrisa irónica mientras dejaba el plato sin decir nada, para después acercarse a James y ponerle el desayuno por delante.

Buenos días, cielo. ¿Has visto qué jaleo tenemos hoy por aquí? ¡Y tan temprano!, la camarera se apresuró a ponerle un buen plato delante y una jarra de agua. Susie solía tratar muy bien a sus clientes preferidos, poniéndoles más comida de la que correspondía en sus platos. El pobre James le inspiraba cariño tras el trágico accidente en el que había perdido a su esposa. Iba a seguir hablando con él, cuando Giesie entró en el saloon, así que Susie se fue al otro lado de la barra a por su desayuno. Gracias, guapo, pero he sido previsora esta mañana y he preparado comida por si las moscas, sonrió, apoyada sobre la barra. Parece ser que ha llegado un nuevo sheriff a Bala Dorada, y trae consigo a una bonita ayudante. Aunque no creo que las bonitas ayudantes te roben mucho el sueño, ¿verdad? Susie miró de soslayo a la joven india.

Cogió un trapo como acto reflejo y empezó a limpiar el mostrador, tratando de escuchar las conversaciones de su Saloon. Todo bajo control, asintió satisfecha.

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12/01/2015, 16:46
Giesie

jajaja, no se a que se refiere mi querida señora..-  -. hey estos huevos están de-ma-ra-vi-lla... de donde viene el anciano justiciero?...-dice el joven, cambiando abruptamente de tema, mientras se atiborra con el delicioso desayuno y quien es esa chica con ropa de hombre?anoche ví que llegó un vaquero nuevo, será su esposa? -susurra con la prudencia que lo caracteriza (que es casi nula)- 

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12/01/2015, 17:09
Lila Rocarroja

Lila entró y al primer hombre que se encontró fue a aquel que jugaba mucho con las cartas. Ella aún no comprendía bien ese juego y le parecía un tanto extraño, pero no decía nada. A pesar de no ser nativa de ese pueblo, trataba de ser cortés y no dar una mala impresión de su gente.

- Buenos días, señor Joey - su acento era diferente al de las personas del pueblo, pero por razones obvias. Ella tenía una procedencia bastante diferente.

- No entiendo lo que dice, pero creo que es algo bueno. Vine porque debía hablar con el Sheriff pero ahora... - señala a la puerta, por donde antes el nuevo Sheriff había citado a una reunión, junto a la otra extraña mujer.

Susie se acerca a ellos y la joven, con tono amable, le dice - Le agradezco el ofrecimiento, pero ya he comido antes de venir - la observa irse y llegar una mujer con un corset que podría desmayarse por el escaso flujo de aire y pudo notar cómo no dirigió su mirada en ningún momento hacia ella. No comprendía la razón, ya que la mayoría de las personas solían saudarse amablemente, o tal vez no había tomado una sola gota de licor, lo cual la hacía actuar de manera más reacia. A pesar de eso, guarda silencio mientras ve a todas las personas entrar. Esto se llenaría en breve y podría saber qué es lo que requería de una reunión tan urgente. 

Notas de juego

Esperaba que todos postearan pero prefiero responder ahora que han hecho dos referencias hacia mí.

Espero haberlos incluido a todos :P.

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12/01/2015, 17:35
Red Hardigan

Ante el ofrecimiento de desayuno por parte de Susie, respondí: - No gracias, preciosa. Se me ha quitado el apetito con las novedades. - No me moví de mi silla y pensé que un tipo como ese no iba a servir de mucho en una ciudad como esta, a menos que traiga algún as bajo la manga, pero no como los de Joey, de los de verdad.

Entonces mi campo de visión se vio monopolizado por Ella, que pavoneándose ante mí no daba opción a mirar a otro sitio. La saludé tocándome el ala del sombrero, mientras se sentaba a mi lado - ¿A caso es ese mi estilo? - Le pregunté cuando me acusó de querer marcharme sin despedirme. Era pura ironía, pues yo acostumbraba a ir y venir sin dar explicaciones a nadie. - Trae un par de wiskys, y siéntate conmigo. Hoy hay espectáculo.

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12/01/2015, 18:09
Maybelle Canary

Maybelle terminó de liar el cigarrillo y lo prendió con una cerilla mientras contemplaba el ir y venir de la camarera. Cuando se dirigió a ella se lo pensó durante un instante. No estaba acostumbrada a comer por las mañanas. No al menos hasta después del primer cigarro. Pero parecía que iba a haber un buen revuelo y no le vendría mal coger fuerzas. Asintió levemente con la cabeza. 

- Claro. Un desayuno, por favor. - Hizo una pausa y añadió lo más importante. - Pero no olvides el whiskey. - Se dio cuenta entonces de que la mujer se había presentado y añadió algo más, corrigiendo ligeramente sus modales. - Un placer, Susie. Puedes llamarme Maybelle. 

Se echó hacia atrás, exhalando despacio el humo del cigarro y sus ojos verdes recorrieron el lugar sin detenerse demasiado en ninguno de los presentes. Desde luego en el pueblo había mucho más revuelo del que había esperado encontrar. Escuchó de lejos al muchacho que preguntaba por ella y una sonrisa de medio lado se esbozó en su rostro. Sin embargo no dijo nada al respecto. Si querían hablar, que hablasen. 

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12/01/2015, 18:37
Joey Thorton

Señorita - le dice a Lila - Ya sabe que prefiero que mis amigos me llamen "Spades" y también las hermosas flores como usted - Lo cierto es que tan pronto pedía que le llamaran "Spades" como "Hearts", al parecer según el día.

Es el nombre que se le da a una "suit" de las naipes - Le digo mostrándole la jota de picas y continúo guiñando un ojo imitando a la carta - ¿Sabe?, le contaré un secreto, las cartas, como las personas, tienen distinta personalidad, cada uno de nosotros, somos una carta diferente, y yo tengo el don de leer a las personas. Como la jota de picas, ¿ve que está de perfil? esconde un ojo porque lo utiliza para ver el interior. Por eso me gusta que me llamen "Spades".

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12/01/2015, 18:54
Francis Prescott

Francis al llegar al pueblo lo primero que hizo fue meter la cabeza en el abrevadero donde puso a beber a su caballo, todo el estaba envuelto en una capa de polvo, había polvo de casi todas las llanuras al Oeste del  Mississippi.

Después de volver a ponerse el sombrero entro en el Saloon, fue hacia la barra, su paso era firme haciendo el típico sonido de sus botas en el  suelo y el tintineo de sus espuelas, su rostro se ilumino como el de un crio a la puerta de una pastelería cuando vio los buenos platos de desayuno y tantas botellas de licor, dio dos golpes en la barra y saludo con el sombrero a la propietaria con un educado  Señora!, dejo caer unas monedas en la barra, Me gustaría un baño con agua caliente, una moza igual de caliente un buen desayuno y una botella de licor, pero bien destilado que la ultima vez perdí dos días visión en el ojo izquierdo.

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12/01/2015, 20:04
Wyatt Stolesouls

-Yaargh.- Liberó un leve quejido, frotándose las cervicales donde sentía agudos pinchazos. Le dolía. Poderosamente. Y la cabeza también.

Necesitó estirarse y reubicarse. Un mal despertar. No es que fuera un borracho. De hecho, la bebida no tenía nada que ver, sino más bien el dormir, noche tras noche, sobre un mal lecho de heno. –Algo es algo.- Se consoló al observar la paja desordenada y mal esparcida por el suelo. Con su habitual conformismo, e imborrable alegría, contempló aquellas cuatro malas y claustrofóbicas paredes.

Volvió a sentir el tintineo que, sin saberlo, lo había despertado. -¿Qué es e..?- Eso, habría concluido, pero al estridente sonido le siguió una voz. Nueva y grave. –Vaya, tenemos novedades…- Comentó ajustándose los tirantes sobre los hombros desnudos. Hablaba despreocupadamente en voz alta, sin que nadie pudiera oírlo mientras se acercaba a la diminuta, embarrada y rota ventana que apenas le daba consuelo (o cobijo alguno) en las frías noches.

-Pues al Saloon habrá que ir.- Aplaudió y conversó animadamente otra vez en su soledad a un mismo tiempo que se sentaba estupefacto a la única silla.

Hacía tiempo que estaba asentado en la ciudad Bala Dorada y Wyatt no era hombre de echar raíces, años atrás, éste amante de las novedades tecnológicas que tanto brotaban en su siglo floreciente, en cuanto descubrió el arte de la captura de imagen, se había lanzado a la aventura de conocer y fotografiar esas tierras llenas de desiertos, bosques, valles, montañas y de personas de carácter y estilo de vida único. Pistoleros, mineros, enterradores, alcaldes, trabajadores ferroviarios, agentes de la ley, campesinas, y un largo etcétera (con la evidente excepción quizás de algunos supersticiosos nativos) habían desfilado y se habían expuesto a sus fogonazos de polvo magnesio y clorato potásico las más distintas y pintorescas figuras. Se había impuesto con ilusión ser testigo de aquél efímero tiempo que le había tocado vivir, en el sí bullicioso de mil historias y dejar un legado, de lo que vieron sus ojos, para las generaciones venideras.

-Dos rostros nuevos. E interesantes ambos.- Por un agujero de la pared se medio escondió una araña a la expectativa de alguna presa, y a ella le preguntó: -A ver si en ésta ocasión no salen tan… ¿vergonzosos?- En cuanto se hubo vestido con la camisa, el lazo y los zapatos, se agachó enérgicamente para recoger su cámara y todos sus accesorios. Cajas, bolsas y equipaje, que conservaba depositados a un lado con cariño.

De pronto, se sintió desalentado. Al salir de su estrecho cubículo redescubrió los montículos de ropa sucia que sobre el mostrador, y a todos los rincones del local, se elevaban como garras de una ave de presa, los cuales lo esperaban pacientemente y con urgencia. –Bufff.

Olía a sudor y humedad como siempre, aunque se había acostumbrado. El esbelto comercio apretujado entre anchos domicilios siempre gozaba del mismo olor, impronta de su tan honorable como cualquier otra ocupación. En su primer momento, cuando aceptó el trabajo en la lavandería le había casi golpeado, pero tras semanas y más semanas uno podía habituar a todo, y él, que había sido peón de muchos empleos, lo sabía muy bien.

Deshinchado se preguntó, como cada día, porqué conservaba esos grilletes impuestos por la rutina. Tiempo hacía que había reunido dinero suficiente para su siguiente viaje y encontrar la siguiente estación de su libre camino.

Un gruñido largo, profundo y suspendido le contestó.

Observó al viejo y cándido Wallace durmiendo en su balancín, que, roto de un lado, hacía tiempo que no consolaba a nadie con su vaivén. Era un anciano ciego, desvalido y algo sordo, pero nada tonto, que había hecho su modesta economía, fruto del trabajo duro y una vida intensa, que siendo insuficiente para la ciudad se había hecho el negocio en aquél próspero y tranquilo pueblo. Solo que una década después no era ni lo uno ni lo otro y el hombre no disponía ni de medio ni de fuerzas para asentarse de nuevo a un lugar mejor.

Wyatt suspiró. Y se concedió otro par de días más a Bala dorada, por enésima vez. Era incapaz de dejar a ese hombre solo sin encontrar a quién lo substituyese. Era, y doy fe de ello, una alma libre, pero cándida.

-No creo que haga ningún daño si desayuno un poco más temprano.- Concluyó tras debatir su mirada entre la ropa y la cámara. -El trabajo seguirá aquí a mi regreso.- Resolvió palpando su estómago y encontrando apoyo en los ronquidos de fondo.

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12/01/2015, 21:12
Mickey McFinnigan

La mano del tembloroso McFinnigan se aferro a la mesa, saliendo de debajo de ella sin su inseparable bombin y con cara de resaca, otra noche mas inconsciente durmiendo debajo de las mesas del Saloon.

El viejo borracho se sentó en la silla mas cercana y emitió un ruido conocido por todos al cual le acompañaba el olor rancia del Whyski barato del día anterior, se tambaleo, palpo su calva y se dio cuenta de que su fiel amigo no estaba en su sitio. El irlandés se agacho entonces a buscarlo y al poco levanto la cabeza no sin antes sentir el la dura madera de la mesa en su nuca, pero al menos ya tenia de nuevo su sombrero en su mano y pronto estaría en su cabeza.

Mickey McFinnigan, el irlandés mas amable y pobre de Bala Dorada volvía a estar completo con su sombrero, su barba blanca casi arreglada y un traje negro de tres piezas, con lazo, lleno de arena, por culpa de dormir en suelo ajeno, por suerte su mirada perdida de ojos azules, no llegaba a mirar su rechoncho cuerpo, por lo que le daba igual estar limpio o sucio, "Después de todo el desierto no te deja mantenerte sin polvo mucho tiempo". Ese era su mayor atractivo. las frases echas.

Una vez mas se recoloco el bombin, miro al frente evitando, lo que abajo fue su cama ahora el techo era su mesa. Y dedico un movimiento de dedos y unas palabras a la hermosa mesonera.
-Suuuuuusieeeeee.-Alzo el dedo acusador al cielo que era tapado por el techo.-Una zarzaparrilla por aquí, con un choorrito de whisky.-Se ayudo con un gesto para aclarar la cantidad de alcohol a usar.

No sabia que hora era, pero si se había despertado necesitaba desayunar.
-Y un trozo de ese pastel tan rico de manzana al whisky.-Dijo, dejando su sombrero encima de su mesa.