Partida Rol por web

Lord Varys regresó de nuevo a la Sala del Trono, su presencia empezaba a inquietaros cual pájaro de mal agüero, solo abría la boca para transmitir malas noticias y luego abandonaba la Sala como si esos sucesos no fueran con él.

Esta vez no se molestó en subir al Trono, solo con entrar en la sala ya había conseguido captar vuestra atención, vuestras miradas suplicantes de que al fin informase de que la revuelta había sido neutralizada, unas miradas ingenuas y auntocontradecidas por vuestras entrañas que sabían que se limitaría a anunciar una nueva muerte.

La mayoría pasó los ojos entre los presentes localizando y contando a sus familiares. Tyrion debió haberlo hecho.

- Dicen que una serpiente puede asfixiarse con su propio veneno. Al parecer las leonas son capaces de igual proeza. 

No necesitasteis muchas pistas más para saber a que se refería pero tampoco os dio ocasión a empezar a deducir el significado de sus palabras. Señaló el Trono que seguía exactamente en el mismo sitio de siempre y en él se encontraba sentada Cersei, con la piel morada, y teñida por el color de su familia. Parecía más calmada que nunca y en su mano sostenía su propia lengua.

Al parecer tampoco quieren reinas. - comentó Varys antes de desaparecer de nuevo. Un comentario que todos oísteis pero ninguno podías asegurar haberlo oído.

Bryden habia quedado cayado mientras escuchaba las palabras del resto, tratando de disendir algo. Pero solo podia sacar unas concluciones apresuradas del conflicto de ayer, aunque lo unico que parecia verdadero era que Lyanna era inocente de los asesinatos.

Al dia siguiente otravez el enuco hizo algunos comentarios fuera de lugar, antes que se dieran cuenta del nuevo muerto en la sala de tronos. Alguien no parece querer mucho a los leones. comento mirando a la leona posada en ese asiento de hiero.

Supongo que Olenna y yo somos los acusados ahora por haberla votado ayer? pregunto sin mucho interes, pero tratando de adelantarse un poco a la acusacion. Por mi lado no tenia una razon especial en votarla, si debo ser sincero me disponia a votar por el perro pero decidi cambiar de voto.

Casi como un augurio prematuro de su muerte, la falsa amabilidad de Cersei (el Perro estaba acostumbrado a que la sonrisa de la leona acustumbraba a ocultar la arpía de su interior) hacia el hermano que siempre había odiado fueron las últimas palabras que ésta pronunció. El Perro esperaba que el enano se quedara al menos con el "buen recuerdo" de que una vez Cersei le dio un cumplido.

Tristemente, esta muerte no venía causada por el destino que por fin le daba justicia al Gnomo por los desprecios recibidos a lo largo de su vida. Parecía que alguien no quería que los Lannister fueran candidatos al trono, y lo estaba demostrando de una curiosa y sádica manera. Aquellos comportamientos dignos de víbora estaban crispando los nervios de Sandor: "En lugar de ir cara a cara, y luchar contra el acero de una espada, se dedican a masacrarnos por la espalda, aprovechando la oscuridad de la noche".

El Perro iba a expresar esta indignación en alto, pero una reveladora voz se le adelantó: Brynden Tully. Con media sonrisa en los labios (la media que su cara quemada le dejaba mostrar), habló algo más pausado:

- Vaya, esta vez no hace falta ninguna Lyanna Stark para acusaros, Ser Tully: ya descubrís vos mismo las intenciones para con los Lannister... y sus perros -y ensanchó más la sonrisa- Pero, por favor, no habléis por Lady Olenna. Los Siete no quieran que una flor se manche del tizón que va soltando un pez negro -e inclinó la cabeza ante la vieja Tyrell-. Y hablando de peces, parece que a la pesca de Aguasdulces no les enseñan a esquivar a los más grandes, sino a envenenar el río, ¿uhm? -finalizó, haciendo un gesto hacia el cadáver emponzoñado de Cersei Lannister.

No le gusto en nada la insinuacion en las palabras del Perro y se lo mostro con su mirada, que no vacilaba en mirarlo aun en ese rostro desfigurado. No me gusta tu tono perro...Al parecer los Lannister han fallado en enseñarte dos lecciones importantes. comento mientras se acercaba al Perro, aunque mateniendo una distancia segura por su espada.

A no faltar respeto a una casa noble y como defender a tus dueños. dijo con una sonrisa acida esto ultimo. En Aguasdulces no sabemos de venenos, pero hasta el mas noble de nosotros sabe como se cria bien a un perro. Quieres que te lo demueste? Pregunto desafiante, talvez se estaba pasando un poco en su reaccion pero el era un soldado por eso se sentiria mejor si estuviera peleando frente a frente con el enemigo y no buscando indicios que no parecian hacerse presentes.

La muerte de la pequeña Targaryen sin duda le había cogido por sorpresa, y teniéndo forjada una alianza con ella, obviamente le había perjudicado más que a otros, si es que a alguien más le había perjudicado de alguna forma, claro.
La muerte de Cersei sin embargo, era bastante previsible.

- A nadie le gustaba, era una pécora. -Dijo, mientras miraba de soslayo a Robert. Y ese era el motivo de su voto. No intentaba justificarse, era un hecho.- Si comienza a haber muertes en algún lugar en el que está ella, sin duda pensaré que está involucrada de alguna forma, y seguramente no sería la única que pensase así. Aunque está claro que estaba equivocada.

Realmente no le importaba que estuviese el cadaver presente, Olenna no creía en aquello de hablar bien de los difuntos cuando estos no se lo merecían. Era pura hipocresía. Quizás Cersei no era culpable de los crímenes que estaban teniendo lugar allí, pero si lo era de otros muchos, y de eso ni la muerte podía exculparla.

Luego miró al Perro al ver las acusaciones que hacía sobre el Tully.

- ¿Qué os hace sospechar de él? -Preguntó, curiosa. También compartía alianza con él, y aunque sabía que no por ello tenían que ser inocentes, en un principio al menos quería creer que sí.

Sandor Clegane enarcó una ceja al ver a un pavoneado Brynden Tully plantándole cara, y a continuación soltó una carcajada.

- No deberíais atribuiros los méritos de vuestra sobrina Lady Catelyn: es ella quien está curtida en el trato con canes... o debería decir lobos, pero no vos -dijo el Perro aún sonriendo, mientras observaba curioso cómo el Pez Negro se quedaba a una distancia prudencial de él.

Su media cara quemada miró a la Tyrell con más respeto que con el que había mirado al Tully.

- Es más una... premonición, Lady Olenna -comentó misteriosamente, con una sonrisa en los labios. Acto seguido, carraspeó un poco; a Sandor empezaba a faltarle el vino, tal y como solía decir el enano, así que continuó hablando mientras se dirigía a por una copa que le aclarara la garganta- Las intervenciones de Ser Brynden Tully en esta sala han sido de lo más contradictorias: aparenta ser ajeno e imparcial a la ocupación del Trono de Hierro, y no para de hacer averiguaciones disfrazadas de cordiales comentarios, o de quejarse cuando mi señor ha encontrado un asiento para calmar el dolor de sus pobres y machacadas piernas -el Perro miró con un mohín a Tyrion Lannister-. Quizá al Pez Negro también le duelen las aletas y el desconsiderado Lord Tyrion no ha dejado que las pose en esa puntiaguda silla -dijo negando la cabeza en fingida desaprobación hacia su señor. Sandor Clegane aprovechó una pequeña pausa para dar un trago de vino de su recién echada copa.

- Sea como fuere, lo que digo es una opinión, Lady Olenna. Los Siete me libren de acusar a alguien con pruebas irrisorias -comentó Sandor echando una rápida mirada a Lyanna Stark-. Solo digo... que Ser Tully no me da buena espina, si entendéis a lo que me refiero -dijo, aludiendo con la palabra espina a la Casa de las Flores.

Una muerte más sucedió aquella noche, y una vez más el eunuco se reía de todo y de todos. Esta vez le tocó el turno a Cersei. No mentiría si dijera que no le caía especialmente bien. Sin embargo, había muerto de noche, notablemente asesinada... era inocente, y se ponía enfermo cuando ni siquiera lamentaban nada su muerte, como si no pasara nada. Agradables o no, cada muerto inocente les llevaba a una clara desventaja.  No obstante, debía decir algo al ver como un cuervo se posaba sobre el hombro del Lannister.

-Lady Lyanna, le debo unas disculpas, estaba equivocado... creo que usted no mentía- se alegraba de haberse dado cuenta a tiempo, aunque la alegría no se reflejaba en su rostro. Aún habían cosas por las que preocuparse.

Como pasó el día anterior, las acusaciones no tardaron en llegar, posándose sobre el Tyrell. Stannis, que creía casi con total seguridad haber errado el día anterior.

-La muerte de Cersei puede ser al azar, como quizá también lo fuera la del cuervo- El segundo de la casa Baratheon ya no estaba seguro de nada- pero creo que ella a pesar de su lengua afilada podría habernos sido de utilidad, por desgracia, no dijo nada, aparte de su voto, que incriminara a nadie. Seguramente no sabía nada.

Eso significaba que debían fiarse de sus instintos, y dada la muerte de una inocente el día anterior era algo que podía ser peligroso sin ayuda.

La sacerdotisa roja se puso de pie esa mañana y se dirigió con paso presuroso al salón donde todos los nobles se habían reunido. Casi como si supiera lo que debía buscar, miró a las casas para buscar a aquella persona faltante, hasta que dio con Cersei Lannister, envenenada en el trono de hierro. Realmente, era una lástima. Era una mujer inteligente, a pesar de su falta de carisma.

Stannis se acerca a Lyanna, cosa que ella pensaba hacer apenas llegar, pues debía preguntarle algo. Fija su mirada en ella y la analiza por un momento. Luego de un incómodo silencio, le dice - Lady Stark. Si mi Señor confía en usted, lo haré a continuación pero creo recordar que usted dijo que podría hacer lo mismo que hizo con Maester Amon con el último león. ¿Qué ha podido averiguar o era sólo una estratagema de su parte para confundir a la gente? -.

Con la llegada de la mañana llegó una nueva muerte, los traidores habían acabado con alguien que podría haberles ayudado mucho. Algunos decían que seguramente no le habría dado tiempo a descubrir nada pero salvo que se obrara un milagro ya nunca lo sabrían. 

También llegaron nuevos rumores a sus oídos, rumores que acusaban a Tyrion Lannister y que ahora sabían que eran fruto del trabajo de su tía. Nunca habría pensado que ella era el Varys de Invernalia. Maldijo en silencio a todos aquellos que se habían empeñado en acusarla tan insistentemente:

- Sabía que eras inocente tía Lyanna. Lamento no haberte apoyado como merecías. 

Los latidos de su pequeño corazón resonaban en sus oídos, como un tambor, sin descanso. Aún estaba ridículamente arrodillado sobre aquel frío suelo cuando su hermana apareció en lo que antes había sido su asiento.

Se la quedó mirando con la boca algo entreabierta, y tragó saliva con dificultad. Finalmente, se levantó, trastabillando un poco. Se le había dormido la pierna encogida, y ahora, sentía cómo un hormigueo avanzaba por toda la extremidad.

Supongo que un veneno actúa igual, pensó el enano, caminando de manera lenta hacia el Trono de Hierro, sin dejar de contemplar a su hermana. Aún muerta es...

Pero no continuó pensando lo que era. Terminó de acercarse al Trono, y extendió su pequeño brazo del tamaño de un niño, como si fuera a tocar el cadáver del Cersei. A lo lejos, como si fuera un sueño lejano, había voces que hablaban. De su hermana, de Brynden, de Lyanna...

Miró por encima de su hombro al Perro, y le indicó con la mirada que tuviera los ojos bien abiertos. Varys tenía razón: los leones no gustaban, y la familia menguaba.

Miró por última vez a su hermana. Rezó una pequeña plegaria a la Madre por ella, aunque no tuviera ningún motivo por el que hacerlo, después de todo lo que le había hecho. Pero, de todos modos, sabía que a Jaime le hubiera gustado que lo hiciera. Y así lo hizo.

Tras un par de minutos en silencio, se dio media vuelta, y anduvo hacia la multitud. El bosque de piernas se abría ante él, y pensó que, poco a poco, lo talarían. Y él era un árbol pequeño, fácil de cortar de raíz.

Sintió el cuervo en su hombro. Sabía que llevaba ahí desde hacía rato, pero no se había preocupado por él. Tyrion le dirigió una mirada que el cuervo le devolvió de manera acusadora. El Gnomo suspiró.

-Lyanna... No me gusta tu regalo de bodas.

Lord Varys entró de nuevo en la sala. Helando el ambiento con su presencia, su calma eterna contrastaba con los nervios de los presentes.

Se acercó con paso pausado a una mesa provisional en la que habían instalado alimentos y bebidas sin ningún orden o presentación. Parecía meditar cada movimiento, calcular cada respiración, esquivar toda mirada, toda menos una.

Tomó una copa y la llenó de vino y luego obvio a los demás presentes y se acercó al Lord de Invernalia.

- Lord Stark- saludo con voz aguda y con un tinte de cantinela - A su salud. - añadió alzando la copa sin dejar de mirarle a los ojos.

Eddard Stark sabía perfectamente que se escondía tras los ojos del eunuco: la muerte. Y no temió mirarla de cerca.

Aquello era una despedida, ambos hombres lo sabían, y aun así cuando Varys le ofreció la copa Ned bebió de ella, hasta la última gota. Si aquello le permitía morir honrado, lo aceptaría.

Alargó la mano para devolver la copa a Lord Varys con la mirada dura, refirmándose en sus ideales, dispuesto a correr la misma suerte que Cersei.

Dedicó una última mirada a su familia, y en ese momento, creyéndose envenenado dejo que sus rodillas buscaran el consuelo del suelo, encontrándose con una daga sujeta por la mano verduga de Varys en el camino.

Su gola quedó al descubierto, y el suelo se manchó una vez más de sangre.

- No debería confiar ni en su propia sombra, milord.

Guardó de nuevo la daga en su manga y se quedó junto al cuerpo cada vez más pálido del Guardián del Norte. Le observó hasta estar convencido de que había errado. Dejo que su mirada se perdiera entre los rostros horrorizados que le juzgaban y condenó a uno de ellos.

- Habéis errado. - pronunció antes de desaparecer sin que nadie lograse advertir cuando había sucedido. 

Robert que aun no comprendía que había sucedido miraba sin parpadear el cadáver de su esposa en el trono hasta que finalmente exploto con un grito de guerra.

-¡POR TODOS LOS PUTOS DIOSES VIEJOS Y NUEVOS! ¿Quien a osado arrebatarme a mi esposa? No levantan simplemente la mano frente a los León también a los Ciervos, cerdo de tripa podrida. Cobarde de mil putas deformes, hijo de la zorra de mas haya del norte, quien ha sido, quien a sido el cobarde que no se atreve a mostrar el rostro y dar la cara para que mi espada ensarte su garganta y mi mano raje sus tripas desde el ombligo al culo.-Robert Baratheon, estaba gritando y escupiendo saliva furioso seria una palabra amable para lo que sentía.

Recogió el cuerpo de su esposa y miro penetrante al enano Lannister y a su perro. Antes de bajar los escalones y acercarse hasta la puerta.

-¡Abre esta maldita puerta Varys! Abre o...-En ese momento Se abrió para que el eunuco hiciera su aparición, pero antes de atender al ciervo tuvo unas palabras para el lobo.

-¡Que habéis hecho! ¿Mi esposa y mi hermano muertos el mismo día?- Bien sabido era por todos que Robert consideraba a Eddard como su hermano. Puso a su mujer en su hombro derecho y camino firme hasta la araña, para cogerlo por el pescuezo.

-Que has hecho eunuco de mierda. ¿Has matado a un buen hombre por orden de alguno de los presentes? Dime su nombre, pues ese lo conoces dime, quien esta matando a todo lo que es mio y dame una espada.-Su mano aferraba con fuerza al hombre gordo.-Y haz traer a alguien que lleven y velen por los cuerpos de mi esposa y mi hermano, ¡AHORA!-La molesta saliva salia sin control de su boca.

Finalmente solo al hombrecillo y esperaba impasible que cumpliera al menos su ultima petición.

Hodor no entendía por qué tenía que haber tantas muertes. De todas formas, la de Cersei no le impresionó mucho, aunque era muy bella tenía una mirada fría que a Hodor le asustaba bastante. Sin embargo, cuando Varys emplazó a Lord Eddard a lo que parecía una muerte segura, Hodor quiso intervenir, y sólo la mirada serena del que era su señor lo calmó, cuando sus ojos se cruzaron. 

- Hodor!- protestó en un murmullo mientras lord Eddard aceptaba con calma su destino, y él, a pesar de toda su fuerza, lo miraba impotente mientras moría. Finalmente lágrimas brotaron de sus ojos derramándose por su enorme carota, y golpeó una pared a falta de otra cosa.

Yo hago averiguaciones con mi vista y oído, perro. Si te pareció que mis palabras escondían algo, entonces estas obsesionándote más de lo que deberías. comento luego de escuchar las sospechas a su persona que daba el Perro. Ah, yo no tengo problema que el enano use la silla. Aunque no me imagino que siga con esas bromas ahora....

Antes que pudiera continuar hablando con Sandor, Varys se ocupo de envenenar a Eddard Stark a pedido de alguien o al menos eso habia entendido con las palabras del furioso venado. Ignorando al perro se movio rapido a donde se encontraban y miro con tristeza al lobo muerto en el suelo. Por los 7 como pudo pasar esto...

Incapaz de ver lo que sucedía entre Varys y Eddard pudo, sin embargo, sentir el gélido silencio suspendido en la sala, solo lo rompió un suspiro y el particular sonido del aliento de un hombre ahogado por su propia sangre. Había un muerto más.

- Esto se nos está yendo de las manos, debemos dejar de acusarnos como si no fuese a tener ninguna repercusión. Entiendo lo que dice Sandor, pero... ¿Es eso motivo suficiente para acusar a alguien? ¿Para condenarlo a la muerte? Con esta clase de actitudes mejor estaríamos al otro lado del muro, matándonos como bárbaros.

Algo más apaciguado prosigue.

- Por hoy ya hemos tenido suficiente, ahora solo queda rezar por nuestras vidas y por que la noche sea corta.

Loras había enmudecido tras levantarse y ver a Cersei muerta. Si bien no soportaba los Lannister y sabía que donde estaban, siempre habían problemas, no por eso quería el mal a los inocentes, y menos aún verlos muertos injustamente. Pero ver la muerte de Lord Stark de tal forma, delante de todos, no hacia más que hacerle sentir un inútil por no poder protegerlos a todos.

-No deberíamos estar acusándonos unos a otros, al final, por culpa de las diferencias de nuestras casas, pasan cosas como estás. -mira a Lyanna- Siento mucho la perdida de sus dos hermanos, y aunque haya querido decir que usted es quien hace correr los rumores, no puedo creermelo del todo, pues cualquiera puede hacerlo. Pero de momento, la creeré. 

Mira a Aemon y asiente. La noche es corta, y espera que esa noche no haya ningún muerto.

Miró a la mujer roja, afirmó con la cabeza, y después a Lyanna de nuevo.

- Es cierto, mencionasteis algo sobre el Maestre Aemon, pero no habéis vuelto a decir nada más sobre ello. ¿Qué descubristeis sobre él? -La miró con curiosidad. Todo el mundo le había creído porque de su boca habían salido cuatro palabrejas que si bien podían ser ciertas, aún nada lo había demostrado. Y cualquiera podía usar un truco así, era más viejo que ella misma.

La entrada de Varys hizo que frunciese el ceño y es que nada bueno podía traer aquello, y efectivamente, así era.

- Por todos los... -Su boca quedó abierta mientras todo aquello pasaba a cámara lenta y nadie parecía hacer nada.- Sus principios siempre le habían asegurado una muerte temprana, pero tanto... -miró con tristeza el cadaver del Lord de Invernalia.- Que los Siete cuiden de él...

- Padre. 

No podía creer lo que veía, como su padre aceptaba aquella copa que le condenaba a muerte. La bebió sin dudarlo con el honor y el coraje que a ella misma le había inculcado desde que no era más que un bebé. Cuando terminó sus ojos se cruzaron, era una despedida, la última vez que vería el amor que le profesaba reflejado en los ojos de su padre. 

- No...

Entonces Varys le apuñaló sesgando su vida con frialdad como si aquello no tuviera que ver nada con él mientras señalaba a alguno de los presentes como el verdadero autor en la sombra.

- !NO! 

Gritó mientras corría junto al cuerpo de su padre al que ya no le quedaba el menor hálito de vida. Las lagrimas se desbordaban cayendo una tras otra por sus mejillas, borrando todo lo que le rodeaba como si fuera una horrible pesadilla.

Después todo lo que escuchó fueron murmullos, algunos lamentándose de aquellas muertes, otros conspirando claramente para acusar a otros ya fuera para salvar sus propias vidas o para acabar con otras. En su mente resonaron los nombres de varios sospechosos que se incriminaban con sus palabras. Pero solo un nombre resonaría aquella noche en sus pensamientos como una oración silenciosa, una promesa de muerte que la ayudaría a arrancar el dolor de su alma y le permitiría perderse en sus sueños. El nombre que se ocultaba tras las acciones de aquel eunuco y que usaría hasta que averiguase de quien se trataba en realidad.

Varys

Un frío gélido apareció en el corazón de Tyrion. Sintió su piel encogerse, y su cuerpo temblar.

Se acerca el Invierno.

Vio cómo cogía la copa, cómo aceptaba su destino, cómo bebía y cómo acataba el final. Vio a un rey. Muerto. Pero rey.

Sus principios le hacían su mayor fortaleza, aunque toda fortaleza tiene una grieta por la que pasar. Al único que hubiera considerado como un buen rey acababa de caer por su propia voluntad. Y Tyrion negó con la cabeza, mirando a la casa Stark. Su hija, su hermana y su criado mostraban rostros rotos. Sin embargo, el enano fruncía el entrecejo, serio, impasible, y algo rabioso.

Tragó saliva con dificultad, y sintió que fuera tan preaturo, tan temprano, pero no le habían creado para que callara. La sombra que había aparecido en alguna ocasión mientras estaba sentado en el Trono de Hierro apareció de nuevo. Más oscura que nunca.

Trató que su voz no vibrase, que no se le notara que la muerte de Lord Eddard Stark le afectaba más que la de su hermana, pero no pudo evitar que se le quebrara en la garganta alguna palabra.

Acarició el cuervo que tenía en su hombro, y lo miró de forma fugaz.

-El Señor de Invernalia ha sido asesinado. De manera cruel e injusta, pues no hay nada más cruel que provocar el abandono de su hija a su suerte en este nido de víboras que es Desembarco del Rey- hizo una pausa, tratando de medir sus palabras, aunque poco le importaban ya. Todos terminarían cayendo. Y los enanos no corrían mucho-. Sin embargo, recordemos algo. Algo que no pasó hace mucho tiempo. Recordemos nuestros votos, cuando sentenciamos de manera también errónea a la niña de dragones- otra pausa, más corta que la anterior-. Lord Baelish fue señalado por toda la familia Stark, salvo por Lord Eddard. Él, el padre, el Guardián del Norte, no votó por él. No siguió a su familia, no la acompaño. ¿Por qué?

Dejó la frase en el aire, la dejó morir, pues ni él mismo sabía la respuesta.

-El resto de los Stark lo tomaron como una pista, los desconcertó, los asustó y sintieron el aliento de un traidor en su misma Casa. Sangre de su sangre.

Miró el cuerpo de Eddard, y sintió una punzada en el pecho. Lo echaría de menos. No sabía del todo por qué, pero sabía que, a partir de ese momento, todo cambiaría.

-Alguno de los lobos, no mi amada esposa- se apresuró a añadir, negando con la cabeza ante todos los presentes-, tuvo excesivo miedo. "¿Y si yo soy la siguiente víctima? ¿Y si Lord Eddard Stark fuera a por mí?"- preguntó poniendo una voz algo chillona, como si imitara a alguien-. "¿Y si yo me adelanto, y acabo antes con él?"- concluyó con un tono sombrío.

Miró a los Stark, dedicándole una sonrisa extremadamente dulce a Lyanna, ensobreciéndole después los ojos al mirar a Hodor y a la pequeña loba.

-No os siguió y tuvisteis miedo de que fuera uno de los traidores. No os siguió y, por supuesto, la única salida era la muerte. No os siguió, y no dudastéis en darle el beso de la muerte.

Miró hacia sus pies maltrechos, y cerró los puños para volver a abrirlos después.

-Espero que jamás os perdonéis tal error.

Cuando vi que mi hermano por su estúpido honor tomaba aquella copa un sentimiento contradictorio afloró en mí, por una parte lo odié por dejarme atrás, siempre había sido un gran hombre y sobre todo ante un gran hermano, sin embargo rápidamente lo entendí, prefería morir de forma honorable antes de ser trinchado como un cerdo que es lo que muchos allí querrían pero ocultaban. Aún así las lágrimas no dejaban de aflorar mientras corría hacia su cuerpo inerte aun a sabiendas de que no serviría para nada.

Tras recordar su última mirada y su última sonrisa, sabía que tenía que sobrevivir aunque algo me decía que haber mencionado mi habilidad acarrearía mi muerte a manos de los asesinos esta noche, aun así había gente que no la creía, así que solo veía una solución a aquello y entre lágrimas añadí a aquellos incrédulos que seguían dudando de mi palabra:

-Uno, solo necesito que cualquiera de los valientes que se han atrevido a acusarme, se presente voluntario para demostrar de nuevo mi habilidad y enviaros a mi querido cuervo. ¿Seréis ahora tan valientes como para seguir negando lo que tenéis ante vuestros ojos? ¿Seguiréis mirando en mi buscando a vuestro asesino? Ponedme a prueba si queréis, solo necesito un voluntario y tendrá mi cuervo posado sobre su hombro mañana al amanecer.- dije mirando a todos aquellos que hacía poco no hacían más que escupir sobre mi familia y poner en duda cualquier palabra que dijera