Partida Rol por web

Al amanecer y poneros en pie lo primero que percibís es un picor en los ojos y un extraño olor que inunda el aire creando un ambiente sofocante. No tardáis en daros cuenta de que una leve capa de humo es la causante de que vuestra vista tenga que esforzarse más de lo habitual. 

No sabéis cómo ni cuándo, pero Lord Varys se ha introducido entre vosotros en la Sala del Trono y camina como uno más hacia las cortinas del fondo. Cuando las descorre con su mano regordeta una cruenta visión se presenta ante vuestros ojos. Un cuerpo humano ennegrecido, con la piel levantada y el rostro convertido en una máscara de terror, los labios abiertos en un grito mudo y doloroso. - Parece que a alguien no le gustan las brujas. - Comenta el eunuco haciendo una pequeña mueca con los labios y agachándose para recoger un mechón de cabellos del suelo, tan rojo como las llamas ardientes en las que alguien ha quemado viva a Melisandre. 

Lo guarda en su bolsillo mientras comienza a caminar de nuevo, dejando el horror cometido al alcance de vuestros ojos. - Tal vez sus palabras eran demasiado ardientes para los oídos de algunos. - Añade antes de desaparecer sin que nadie sepa por dónde ha salido de la sala. Lo único claro es que ya no se encuentra entre vosotros.

El enano fruncía el entrecejo mientras las acusaciones se lanzaban de un lado a otro de la sala. Casi le daban ganas de llevarse las pequeñas manos a la cabeza, y echar su cuerpo maltrecho al suelo, para protegerse, como si fuera una cruenta batalla.

En más de una ocasión abrió la boca para replicar, para contestar de manera mordaz a aquel Guardia de la Noche que creía saber mucho, pero que, en el fondo, era un crío. No sabía de la vida más allá que sus anhelos y esperanzas aún vivas en un corazón al que el frío aún no había penetrado ni congelado. La ferocidad de la vida se le presentaría pronto, aunque Tyrion no sabría decir cuándo. Le hubiera gustado explicarle que las acusaciones que estaba haciendo sobre Sandor le pondrían en un grave peligro, pero el enano mantuvo la boca cerrada. Un Guardia de la Noche no tenía nada que perder. Un Guardia de la Noche no podía poseer nada. Un Guardia de la Noche había dado la espalda a la vida cuando formuló su juramento. Y Tyrion lo sabía. Y consideró cruel recordarle al bastardo todo lo que se iba a perder de durante su existencia en los Siete Reinos. Así que, calló. Y se mantuvo en silencio hasta que decidió irse a dormir.

Aquella noche se mantuvo alejado deel vino. Quería tener un sueño apacible, relajado. Estaría pendiente de Sandor, pero decidió, cuando la luna estaba alta, y las estrellas más brillantes, que no habría de qué preocuparse. Cerró sus dispares ojos, y se fundió con la noche.

Le despertó un olor nauseabundo. Al abrir los ojos de improviso, la luz lo desconcertó y lo cegó de manera momentánea. Sacudió la cabeza y pestañeó repetidas veces hasta que recuperó la visión. Arrugó la nariz, entonces, y decidió que era hora de salir del lecho.

Se vistió lo más aprisa que pudo, y deseó que nadie lo viera correr. Parecía un pato tratando de nadar sin agua, pero llegó a la Sala del Trono, y se llevó las manos a la cara, deseando no volver a respirar más.

Con los ojos llorosos, reconoció a la Dama Roja. Frunció el ceño, pensativo. ¿Quién querría deshacerse de Melisandre cuando había protegido a su señor?

Ah, pero el no estuvo muy contento con eso, ¿verdad?, le dijo a Tyrion una voz traviesa en su cabeza.

Bufó por la nariz, poniendo los ojos en blanco, sin saber si dar crédito o no a aquellas palabras, y miró a Sandor cuando entró en la sala.

-Me parece que con ésta ya no podrás tener nada, Sandor- dijo Tyrion, algo burlón-. Lo siento, compañero.

Cuando los primeros ocupantes del Trono de Hierro se empezaron a retirar a sus respectivos dormitorios, el Perro decidió imitarles. Confiaba en tener uno de sus extraños sueños para que a la mañana siguiente pudiera demostrarles a los más escépticos que su peculiar poder era cierto. Tan concentrado estaba recordando la gran cantidad de acusaciones que había recibido horas antes que ni se preocupó en mantenerse alerta por si el asesino daba cuenta de él esa noche.

Por suerte para él, no solo despertó respirando, sino que la intranquila noche le había proporcionado otro profético sueño: en él, el Perro corría por los amplios pasillos de la Fortaleza Roja con la mayor velocidad que sus cuatro patas podían darle. Se detenía en la puerta de cada alcoba, alerta por si detectaba el característico hedor del traidor, pero todas las habitaciones estaban vacías. Sus pasos le llevaron hasta la única habitación que parecía estar ocupada en Desembarco del Rey: la de Stannis Baratheon. Al asomarse a ella, el venado se encontraba dormido plácidamente en su lecho; en su ventana, la sombra de una figura ajena a quien dormía: la del traidor. Sandor quiso gritar para espantarle pero solo un ladrido salió de sus labios. Sin darse cuenta de este último detalle, en ese momento despertó.

Despertó con el recuerdo de un olor asquerosamente familiar. Un olor agobiante, hediondo, y pesado, que parecía invadir hasta el último rincón del castillo, y que el Perro reconoció casi de inmediato: el olor de la carne quemada.

Levantándose a toda prisa, se dirigió hacia el salón del trono, con el corazón en un puño por el terror que le producía el nauseabundo olor de las quemaduras. Las suyas propias parecían latir con desesperación, como si su piel recordara el dolor que el fuego le causó años atrás. "Si la Fortaleza Roja está en llamas, que nadie cuente conmigo. Aquí se quedan todos, su trono y sus malditas traiciones, yo me marcho" se prometió un aterrado Sandor.

Cuando llegó, la escena que el Perro encontró fue de lo más dantesca: la Dama Roja estaba asada en su propio elemento: el fuego. Parecía que su Señor de la Luz había preparado un destino demasiado iluminado para ella. 

- Los Siete saben que pienso que morir bajo las llamas es la muerte más cruel de todas. La bella Melisandre no se merecía algo así -dijo Sandor con rabia en la voz. A continuación miró a su señor Gnomo, y agradeció sus palabras de consuelo con una inclinación silenciosa de cabeza.

El Perro no pudo acercarse más al cadáver de la sacerdotisa: los tormentos de sus malos recuerdos no lo permitirían. Sin embargo, se acercó a Stannis Baratheon para darle el pésame.

- Lamento tan terrible pérdida, Lord Stannis. En los últimos días ha quedado claro que apreciaba a vuestra hermosa Dama Roja. Y tal vez ella me empezaba a apreciar a mí... -suspiró con tristeza- En cualquier caso, esta muerte injustificada no tiene ningún perdón. El asesino no quedará impune -e inclinó su cabeza ante el venado. A continuación habló un poco más alto para que los demás pudieran oírle- Por otro lado... os debo una disculpa. He vuelto a tener uno de mis sueños, esta vez con vos; el sueño me decía que vos sois tan inocente como un niño, por lo que os pido perdón si alguna vez sentisteis en mis palabras la sombra de la sospecha. 

Dio un par de pasos atrás para dirigirse a todos los presentes en la sala, y siguió:

- Sé que no todos me creéis, y que es difícil confiar en algo tan etéreo como los sueños. Pero los que aún tenéis esperanza de encontrar al asesino, los que creéis que podemos vengar la pérdida de los miembros de nuestras casas y seres queridos, debéis saber que Stannis Baratheon no es a quien buscáis. Todos habéis sido testigos de los enfrentamientos verbales entre el venado y yo, por lo que sabéis que no tengo motivo alguno ni para protegerle ni para defenderle. Excepto uno, desvelado esta pasada noche en mis sueños: la verdad. Lord Stannis es inocente. 

- Con ello no quiero decir -continuó el Perro- que defienda también a sus extrañas alianzas -y miró de soslayo a Jon Nieve-. Solo puedo hablar por la inocencia del segundo de los Baratheon. Pero no quiero echar más leña al fuego... -y una punzada de dolor le recorrió el alma al usar un símil tan desafortunado delante del cuerpo quemado de Melisandre, allí presente. Se tomó un momento, y siguió- ... con acusaciones infundadas. Hay algo que varios han comentado ya, que yo mismo he dejado caer de manera indirecta, y que debería preocuparnos más: el silencio. Los labios mudos de quien calla ante tanta tragedia. Algunos se han defendido con ferocidad de los argumentos que caían contra ellos cuando su inocencia se vio atacada. Pero otros prefieren pasar desapercibidos, y es de ellos quien desconfío más que de cualquier otro -sin rodeos, se acercó con paso firme hasta Meñique y se puso frente a frente con él- Contadnos, Lord Baelish. Contadnos a todos por qué calláis tanto vos, que siempre habéis presumido de una afilada lengua. Contadnos por qué no deberíamos pensar que vos sois el asesino que está dejando mermadas todas las casas de los Siete Reinos en pos de acaparar vuestro deseado Trono de Hierro.

Y mientras las miradas empiezan a apartarse de la pira para continuar con las conversaciones el sonido de un pequeño chisporroteo os interrumpe, haciendo que vuestros ojos se fijen una vez más en el cuerpo carbonizado de Melisandre.

Del lugar donde debía estar su corazón la luz titilante de una nueva llama comienza a arder con timidez. Sin embargo, no tarda en crecer, hasta tener el tamaño de un puño. Vuestras respiraciones se cortan durante un instante al ver que empieza a moverse, con las lenguas de fuego bailando una hipnótica danza en su interior. 

Recorre la sala despacio, pasando cerca de todos y cada uno de vosotros, como decidiendo quién merece que la furia de R'hllor caiga sobre él, sin embargo, va pasando de largo, hasta detenerse delante de la pequeña Arya. La niña da algunos pasos hacia atrás, negando con la cabeza, pero la llama avanza incesante hacia ella, hasta acorralarla contra una pared. Arya saca entonces su espada, Aguja, con un gesto desafiante en la mirada y se coloca en una guardia que parece venir de países lejanos, dispuesta a enfrentar a la muerte y a su destino, como su maestro le enseñó.

Pero no se puede pelear contra la ira de un dios. Ni combatir el fuego con el acero. La llama prende en los pantalones de la pequeña y antes de que nadie pueda moverse para impedirlo crece, extendiéndose por toda su ropa y sus cabellos, quemando su pequeño cuerpo mientras no podéis hacer otra cosa que mirar el espectáculo con ojos desorbitados. 

El olor es tan terrible como la picazón del humo en vuestros ojos. Y mientras, Arya empieza a ver imágenes en las llamas. Ve a su padre, recibiendo su destino con entereza, recibiendo esa herida mortal que no fue obra de nadie más que ella misma. Recuerda las palabras de los que culparon al Lord de Invernalia por dejar que lo mataran y abandonarla a su suerte. Las miradas que se apiadaron de su orfandad ahora revuelven la culpabilidad en su pecho mientras el calor de las llamas escuece en su piel. Sus gritos agónicos se clavan en el fondo de vuestro cráneo. No dura más que unos minutos, pero cuando termina algunos tienen lágrimas en los ojos tras tan terrible visión.

Lord Varys, mezclado de nuevo entre vosotros, niega con la cabeza, mirando la nueva pira, más pequeña que la anterior, sobre la que descansa una fina espada bastarda. - Era una bruja a su manera. - Susurra el eunuco, alzando la mirada para posar sus ojos escrutadores en cada uno de los presentes antes de desaparecer de nuevo, dejando esas palabras flotando en el aire, lleno de humo una vez más.

"Esa niña nunca me gusto, se parecía a su padre." Observo a los presentes: "Ya quedamos pocos" Trago saliva preocupado.

Las afirmaciones de Perro sacaron a Tyrion de su ensimismamiento. Se quedó pensando en una muerte como la de Melisandre y a la que Sandor temía. Ciertamente, el enano nunca había previsto cómo moriría. Sí sabía cómo quería morir, pero no tenía la certeza de que se fuera a cumplir. De hecho, si los días se sucedían como lo estaban haciendo, Tyrion tenía las mismas posibilidades de sobrevivir como de salir huyendo. Remotas.

Temía morir, como todos los que estaban en aquella sala. Sin embargo, si moría, al menos tenía la certeza de que su vida la había vivido como quiso.

Fue entonces cuando las llamas volvieron. Miró a Sandor, y le lanzó una mirada tranquilizadora. Las lenguas de fuego no tocarían al perro si el enano podía evitarlo. No de cintura para abajo, era lo único que podía garantizarle Tyrion.

Sin embargo, sus ojos dispares brillaron cuando la pequeña loba de los Stark fue víctima de las llamas. Se tapó la nariz con la mano en cuanto la carne se fue consumiendo, y sacó un pequeño pañuelo escarlata para limpiarse los ojos llenos de lágrimas por el olor. Sin embargo, no sintió ninguna tristeza.

—Lo sabía— murmuró el Gnomo, cuando Arya fue llevada por el Desconocido a un lugar que Tyrion esperaba ver dentro de mucho tiempo—. Sabía que alguien de la familia Stark había sentenciado y condenado a muerte y asesinado a Eddard.

Los latidos de su diminuto corazón iban en aumento. Casi esperaba saltar de emoción, pues, finalmente, sus sospechas se habían confirmado. Y pese a que su cerebro se sentía orgulloso por haber sido capaz de desentrañar el misterio antes que nadie, se sentía compungido. Había esperado que Eddard volviera. No sabía por qué, pero esperaba que alguno de los dioses, nuevos o antiguos, obrara un milagro, y permitiera volver a Lord Stark. Bajó la mirada, algo avergonzado, por pensar tales historias de nanas, y carraspeó la garganta, aún con un rubor en sus mejillas.

—Se hizo justicia— dijo Tyrion, con un deje de desdén en la voz—. No se debe sentir lástima por una niña capaz de matar a un hombre como al Guardián del Norte. Lo que me extraña es que haya durado tanto.

Se giró hacia Stannis, y le dedicó una reverencia.

—Estad orgulloso de vuestra Dama Roja, Lord Baraheon, ha sabido apuntar muy bien— y una sonrisa, parecida a una mueca, se asomó a su rostro.

Sin embargo, desapareció al oír las palabras de Lord Baelish, y su mirada se ensombreció. Una sombra pasó por sus ojos, como otrora había pasado cuando estaba sentado en el Trono de Hierro, y una furia latente se apoderó de su pequeño cuerpo.

—Meñique— dijo Tyrion con voz suave, casi aterciopelada—. No sabía que seguíais con nosotros. Vuestra presencia es tan destacada como mi estatura— añadió con mirada burlona.

Se acercó más a él, en silencio, mirándolo, como si fuera una serpiente con el veneno a punto de salirle de los colmillos.

—¿No os gustaba Lord Eddard?— preguntó Tyrion, repitiendo sus palabras, aunque tergiversándolas a su gusto—. Y, ¿por qué será?— el enano fingió sorpresa, con los ojos grandes como ciruelas—. Si nunca os votó, Lord Baelish, ni dijo nunca nada en vuestra contra— añadió Tyrion.

Carraspeó de nuevo la garganta, y miró a Meñique cuan largo era.

—Sí, sí que somos pocos— concedió el enano—. Pero, pienso que muere la gente equivocada— y lanzó una mirada fría al Consejero de la Moneda, arrugando el ceño.

Volvió al Trono de Hierro, algo alejado de donde acababa de ser incinerada la pequeña Arya, y se sentó, pataleando como un niño pequeño para lograr conseguir subir hasta el asiento. Aposentó su trasero, y posó los brazos a sus lados. Contempló la Sala y a los que allí había. Sabía quién sobraba.  

Llega a la sala del tronos mirando a su al rededor, su abuela no había llegado aún y se sentía algo desconcertado por ello. Por un momento pensó que podía estar en peligro. Entonces cuando Varys llega y dice que quien ha muerto ha sido Melisandre, por un momento no puede evitar soltar un suspiro de alivio, no era su abuela. Pero se vuelve a poner tenso al momento. El había votado a Melisandre el día anterior, pues no le había terminado de creer cuando dijo que había protegido a Stannis, pero ahora estaba totalmente seguro que habría matado a una inocente. Escucha en silencio a Tyrion y al perro. Entonces algo que no se esperaba pasa, una llama aparece desde Melisandre y ataca a la niña Stark, sabiéndose que fue ella misma la que mató a su padre. 

Escucha a Petyr y Tyrion. Tenía entendido que el consejero de la moneda siempre estaba por en medio de las discusiones con su afilada lengua, pero era bastante sospechoso que estos dias estuviera tan callado, como Aemon, que llevaba días sin decir ni una palabra.

Se cruza los brazos y se queda en un lado observando. Algo había que se escapaba de sus manos. ¿Quienes serían los traidores?

Hodor se quedó con una cara aun más atontada de lo normal. No podía creerlo. Su pequeña Arya, una bruja, asesina de su padre, el bueno de Lord Eddard. Aquéllo podía con su entendimiento. Sólo le quedaba Lady Lyanna. Nunca había sido demasiado cariñosa con él, pero seguía siendo una Stark, y se había demostrado su inocencia. De los demás presentes, seguía desconfiando del que llamaban meñique más que del resto. Se situó tras Lady Stark y apuntó con su dedo a Petyr.

- Hodor!

Todo empezaba a cuadrarme, tras lamentarme por haber perdido a mi sobrina me di cuenta de que ella había sido quien había matado a mi hermano, y eso me puso furiosa y hasta cierto punto me alivio que muriese. 

Sin embargo todo aquello empezaba a cobrar sentido, así pues expuse mis argumentos, tan razonados como podía tras la muerte de mi sobrina:

-Creo que al menos hemos descubierto  a uno de los asesinos, he estado pensando en las distintas habilidades que hemos dicho tener cada uno y también las habilidades de los que ya no forman parte de nosotros. Y sin embargo veo una clara contradicción, aunque puede que me equivoque no veo otra posible salida.

-Sandor, eres uno de los asesinos- dije apuntándole con la mano- Dices tener una habilidad que pertenecía a la difunta Cersei. En un principio pensé la posibilidad de que hubieras mimetizado su habilidad, pero no creo que eso exista, principalmente porque la mataron los asesinos. ¿Entonces como puedes ver las habilidades y corazones de los que estamos aquí reunidos?- hice una pequeña pausa para mirar a los que estábamos allí- Sencillamente no puedes, es un farol para intentar prolongar tu vida de asesino. ¿Por qué entonces defenderías a Stannis?

-Para esto tengo dos posibles respuestas, ambas igual de válidas. La primera, que fuera un asesino como tú, y hayáis estado jugando con nosotros todo este tiempo. O, otra opción igual de plausible, que debas defenderlo sea cual sea tu interés personal, sería como sigue un alumno a su maestro incondicionalmente. Yo soy más partidario de esta segunda opción, algo os habrá pasado este último día, que te ha hecho cambiar su opinión sobre él bruscamente, y ya he demostrado que no es porque hayas visto su habilidad.

- Creo que mis razonamientos pueden ser fácilmente demostrados si cogeis un pergaminio y una pluma y empezáis a cruzar habilidades de los caídos y de los que aún están vivos.

Tras esto recojo mi cuervo y se lo dejo al verdadero asesino Sandor Clegane.

Antes de que Meñique contestara, la dulce voz de su amada futura esposa despertó en él instintos que creía ya muertos.

Se giró hacia ella, y la miró con adoración, como si fuera la viva imagen de la Doncella. Temía por el dolor que pudiera sufrir por la muerte de su sobrina, pero no quería mencionarlo. Lo último que el Gnomo deseaba era destruir el maravilloso hilo dorado que el destino había trazado para ellos.

Se acercó a Lyanna, y dudó en tomarla la mano para tranquilizarla. Con voz suave, Tyrion comentó:

—Mi queridísima Lyanna, flor de mi vida— tragó saliva con dificultad—, mi señora, sin faltaros al respeto, ¿no se os ha ocurrido que a Sandor se le haya despertado el don una vez que mi hermana muriera?— pregunté, sin alterarme—. Tampoco se os ha ocurrido, por lo que puedo comprobar tras escuchar vuestras dulces palabras, es que Sandor nos ha dicho que Stannis es inocente. Y puedo aseguraros que es cierto. El Perro es mi fiel sirviente, está bajo mis órdenes. Si hubiera sido un asesino, mi señora, ¿no creéis que me hubiera matado desde el principio? Los dones de mi hermana y de Clegane se mantienen dentro de la familia. Temo que yo os sirva poco para vos por no poder tener tal don, ya que no tuve tal suerte. Pero, puedo protegeros. Tengo oro y sé que puedo serviros y ser vuestro esposo de la manera más grata, humilde y servicial— añadió el Gnomo, hincando de nuevo la rodilla en el frío suelo—. Lyanna, mi señora, vayámonos de aquí, y vivamos nuestra historia de amor lejos de tanta muerte y sufrimiento. 

Su rostro, conocido por ser inalterable, cumplió su función no moviéndose ni un ápice ante las palabras del perro. Si realmente sentía lo que decía o solo quería ganarse su confianza para que no siguiera señalándole era algo que no sabía, pero no iba a ponérselo fácil. Así era Stannis, se equivocara o no no se arrepentía de decir lo que sentía.

-Sin duda Melisandre era una gran mujer, no se merecía ésto- por una vez casi se podía apreciar pena en su voz. Y es que con "ésto" no se refería solo a su muerte, si no a haber dudado él mismo de su inocencia- y supongo que el que yo sea inocente es algo que cualquiera, con poderes o no- volvió a incluir algo de sarcasmo hiriente a sus palabras- vería que no soy uno dellos, puesto que ahora que sabemos la verdad sobre la sacerdotisa roja sabemos que los asesinos me atacaron hace dos noches... haciendo que la sacerdotisa tuviera que darme el beso de la vida del que yo no creía demasiado pero que hemos visto era real. Lo siento, pero sigo dudando de vos, Clegane, esos poderes, hablen bien de mí ahora o no, siguen pareciéndome demasiado misterios. Que yo sepa, solo Melisandre podía leer en las llamas y quizá Cersei, con su ejército de espías podría saber más cosas sobre nosotros, pero ya murió hace tiempo.

No obstante, sentía que su instinto le había fallado. Seguía sospechando de igual forma del perro como lo hizo el día anterior, y no impediría a nadie que le votara. Pero sus ojos se giraron hacia otra persona.

-Creo que Clegane es uno de ellos, pero ya me  equivoqué al señalar a Lyanna el primer día y al albergar sentimientos de duda ante Melisandre, prefiero fiarme de los indicios que tenemos hasta ahora. Hay dos casas que no han sido atacadas, los Starks y los de las tres T. La probabilidad de que ambas casas tengan un traidor es elevada, y dado que creo que Lyanna dice la verdad sobre su cuervo, solo nos deja a una persona en los Stark que pueda ser el traidor. Hodor. Creo que él y quizá Clegane o Loras son los traidores. De los dos últimos solo tengo mi instinto como prueba, del primero, creo que no hay apenas posibilidad de error. Sé que  cabe la posibilidad de que los traidores intenten culpar a otras casas matando a gente de las suyas y dejando a otras intactas, pero a mí me parece que no. Creo que Lyanna, a la que yo, y supongo que más de uno creemos que es inocente y peligrosa porque puede sumar votos, habría muerto hace tiempo de no haber un traidor en su casa.

La mañana había llegado con una fatídica sorpresa, incinerada había sido a quien llamaban la dama roja y a quien Jon acusó en mas de una ocasión, pero ahora quedaba demostrado que tan equivocado estaba el guardia de la noche, Aique aquella mujer era en realidad una bruja, en eso Nieve no se había equivocado, era tan letal como benéfica para el cónclave. Era una lastima que ella no usara su don para traer a la vida a alguien que en verdad lograra dar luz para desenmascarar a los asesinos, pero claro, el que sacara a su padre de los brazos de la muerte no le hubiese gustado menos.

Luego de las palabras del Perro, Jon le mira con severidad dejando claro su agudizado descontento Sigo sin creer una palabra de lo que dices, son demasiado convenientes tus palabras... Pero también es cierto que aquellos que se mantienen en silencio generan una incertidumbre descomunal dice mirando de reojo al maestre, quien al parecer tenía su mente en otro lado.

El desconcierto se apoderó de Jon luego de que de los restos humeantes de Melisandre una llama apareciera y acabara por envolver a su pequeña hermana. El guardia de la noche se estremeció y quiso de inmediato correr a apagarla, pero aquellas imágenes que hablaban del crimen de Arya simplemente le paralizaron. Había sido ella la culpable de la muerte de su padre, por muy difícil que fuera había que aceptarlo y ahora era el turno de la pequeña loba para enfrentar su terrible castigo.

Hodor se sobresaltó. ¿Creían que era un traidor? Ojalá supiese explicarse mejor...él sólo tenía una extraña habilidad, de la que no se enorgullecía, pues le habían contado que podía crecerle la nariz, y creía que algo había fallado y en lugar de la nariz había hecho que creciese todo él. Por eso no hablaba más, no quería mentir y crecer todavía más. Pero era superior a él, si hablaba, mentía, así que lo mejor era decir sólo...

-Hodor!

Robert quien se mantenía en un segundo plano escuchando y bebiendo, aun intentando comprender como una hija mata a su amado padre de esa manera tan rastrera digna de la peor de las mujeres. Y pensar que Ned le dijo una vez que su hija pequeña era mejor con el arco que su propio Geoffrey, ella al final eligió el asesinato de las zorras traidoras.

No deseaba alegrarse por la muerte de una niña, pero no podía evitar brindar en el nombre de su amigo porque su asesina ahora estaba también muerta y por el dios de Melisandre mas ni menos. Indirectamente obra de la casa Baratheon. Él no había cumplido su promesa a su amigo de atrapar a su asesina, pero de alguna forma indirecta lo había cumplido y por eso bebía en su honor y en el de Lyanna, la única Stark convida y de quien sabia su inocencia y lo celebraba, cada noche, la pena es que eran noches de soledad.

-Enano, déjate de bromas estúpidas, no molestes a Lyanna, esto es serio maldita sea lo ultimo que necesitamos son mas estupideces y distracciones.-Grito furioso y sudado desde su lugar, al gnomo deforme, cuando hinco una rodilla en el suelo y se declaro de nuevo a Lady Stark.

Ahora que el resto de la sala se había percatado de su presencia, decidió levantarse, dejando el arma en la mesa una vez mas.
-Viendo que tanto el pez negro como la sacerdotisa roja están muertos y eran inocentes. Creo que va siendo hora de cambiar de forma de pensar, dejarnos al menos por este día de culparnos los unos a los otros y centrarnos en los callados ¿No creéis?-Evito un eructo, no era el momento.

-Creo que mi hermano esta libre de cargos y no por lo dicho por el Perro, que al igual que mi hermano yo tampoco llego a creer todo lo que dice... Pero como he dicho, puede que sea momento de probar suerte y si digo suerte porque no hacemos mas que fallar.-Golpeo la mesa con su jarra y la dejo allí mismo, estaba vacía.-Así que esto es lo que hacemos cada día probar suerte. Así que yo digo que lo hagamos con los callados. Targaryen, Hodor o Meñique. Elegir uno de ellos y veamos quien de los tres es mas culpable.

Quiso ir al lado de Lyanna pero finalmente se quedo al lado de su hermano.
-Pero antes porque no repasamos a los inocentes. La hermosa Lyanna, a demostrado su inocencia con su cuervo, mi hermano a demostrado ser inocente por las palabras de su sacerdotisa. ¿Alguien mas?

Algo en la cara de Hodor le hizo sobresaltarse. Si había vuelto a equivocarse, enmendaría su error, o lo intentaría. Pero claro, antes debía hacerle una pregunta a un ser que parecía incapaz de expresarse normalmente ni de establecer una conversación.

-Hodor, ¿intentas decirnos algo? Ayer parece que votaste a mi hermano Robert, ¿lo hiciste de veras o cambiaste el papel a última hora? Si lo hiciste, ¿puedes señalar a la persona que votaste?*

Podía ser que el grandullón fuese menos tonto de lo que se hacía pasar. Aún así, Stannis quería cerciorarse.

La anciana se mantuvo callada un buen rato, meditando todos los hechos. Sin duda lo de la pequeña Stark le había sorprendido.

Realmente no sabía si el Perro mentía, pero todo apuntaba a que sí.

- Yo también creo que nuestras sospechas iban mal encaminadas. -Miró al Enano cuando salió defendiendo al Perro.- En realidad, que soñase hoy con Lord Stannis no demuestra absolutamente nada. La Mujer Roja ya había dicho anteriormente que ella misma había defendido a su señor de los traidores, por lo que quedó claro que era inocente. Y ha quedado a la vista que la Mujer Roja no mentía. -Frunció levemente los labios y prosiguió, aún dirigiéndose a Tyrion.- Tenéis que dejaros de confianzas tontas y solo creer en aquello que veáis. En este caso, la inocencia de Lady Lyanna y la de Lord Stannis.

Luego miró al bastardo de Eddard Stark y prosiguió.

- Antes creía que te traías algo entre manos, pero creo que me equivocaba. Aunque tampoco pondría la mano en el fuego por tí. -Sonrió.- Eres tonto, pero no creo que seas un traidor. Matar a la mujer que tanto acusabas demostrando así que era inocente, es estúpido hasta para ti.

Se quedó un momento callada, como dubitativa y comenzó a hablar de nuevo.

- Aunque... por extraño que suene lo dicho por el Perro... si no fuese cierto que él tomó el poder de Cersei. ¿Por qué aquel que podría hacerlo no ha dicho nada? -Frunció el ceño, llenando su rostro con aún más arrugas.- Sin duda quien pueda descubrir a todos los traidores, merecerá el puesto en el trono. Llevar un reino casi parece una nimiedad comparado con esto.

Finalmente miró a su nieto de reojo, pero no dijo ni una palabra más.

"Lord Eddard y yo, teníamos siertos arreglos de nuestra conveniencia. Su muerte solo ha dado la razon a mi sospechas. Siempre intuí algo malo en esa niña y aún tengo mis sospechas sobre quienes pueden ser los asesinos. Además ya deje en claro quienes pueden ser a las personas indicadas. Alguien quiere saber de mis sospechas? Es simple. La trampa está hechada, y cuando muera las pruebas de quienes son será desveladas!!!"

Había estado escuchando atentamente lo que los allí reunidos estaban diciendo, algunas propuestas eran realmente interesantes y me sorprendí que pensaran igual que yo, sin embargo empezaba a ver que querían dispersar los votos en exceso, y eso podría hacer que los asesinos ganaran finalmente, y eso no lo permitiría:

-Estoy casi segura que Sandor es uno de los asesinos, acaso intentan engañarso y hacernos dudar, en un principio yo también pensé que  Sandor pudiese tener alguna habilidad para poder hacerse con las habilidades de los muertos, seamos sinceros: era la única opción de que fuera inocente.

-Sin embargo me di cuenta de que esto era imposible, ¿por qué es imposible? Os preguntaréis. Muy sencillo porque si bien es cierto que cuentan las leyendas que determinadas personas pueden hacerse con las habilidades de los muertos, sin embargo SOLO si son linchados "justamente" por el pueblo. Sin embargo, y como todos recordais, Cersei murió asesinada, así pues esta habilidad no podría haberse usado en ella y por ende es imposible que Sandor tenga su habilidad. Creo que todos estaréis de acuerdo en esto conmigo.

-Ahora bien, entiendo porque queréis matar a aquellos que hablan menos entre nosotros, sin embargo somos ya muy pocos y no podemos permitirnos la probabilidad de errar una vez más con nuestro veredicto, podría resultar fatal para el grupo. Es el momento de unirnos contra los que tenemos que seguro que son asesinos, y ese sin lugar a dudas es : Sandor. Espero que todos los que no seáis asesinos me apoyéis... Mis argumentos si los habéis seguido al pie de la letra son irrefutables

Lord Stannis parecía haberlo comprendido. Pero le pedía algo difícil, pues la persona a quien señalar no se hallaba ya entre los presentes. Por suerte, en el salón del trono había tapices decorados con escenas de caza, banquetes, etc., y en uno de ellos pudo señalar el pescado que consumía uno de los comensales.

- Hodor!- señaló asintiendo con su enorme cabezota

Asintió a las palabras de Hodor. Era justo la respuesta que esperaba. El pez había tenido un voto extra que había hecho que muriera frente a Meñique.

-Creo que Hodor dice la verdad, al menos ha superado mi pequeña prueba... Bryden se llevó ayer un voto extra y oculto ya que se desempató sin tener que decidirlo al azar cuando aparentemente habían tenido los mismos votos. Si alguien hizo lo que Hodor afirma haber hecho- aunque afirmar no era la palabra exacta, era muy difícil comunicarse con aquel bobalicón- que lo diga. Hasta que llegue ese momento creo que no le señalaré.

Miró al hombre enorme antes de continuar.

-Siento haberte señalado, pero lo has hecho bien.

Aún quedaba esperar a que alguien desmintiera o no lo "dicho" por Hodor, pero de momento lo descartaba. Volvió su mirada a aquel ser al que votó el día anterior.

-Lo que Lyanna dice tiene sentido, no hay ninguna posibilidad de que antes de morir le plagiara la habilidad a Cersei, los asesinos seguramente se cercioraron de que nadie se acercara hasta matarla y dudo que pudiera extraer ninguna habilidad de alguien muerto, seguro que eso requiere preparación.* Si hay algo sobre tu poder que aún no has dicho- le dijo a Sendor- dilo y así no sospecharemos, quizá con una explicación cuadre más. Pero ya lo dije ayer, creo que lo podría haber inventado... o ya que me viste en sueños puedes decir lo que viste de mí, si tengo o no una habilidad especial.

Ya había sido atacado y creía que lo volvería a ser en un futuro cercano, no le preocupaba que los asesinos supieran todo sobre él.

-No voy a negar que mi instinto ha fallado a veces, pero no puedo evitar seguir haciéndole caso, votaré a la misma persona que ayer.

Y esta vez, esperaba acertar. Si no lo hacían pronto, morirían todos.