Partida Rol por web

Normandía, día 189 de misión.

El grupo entero se organiza y abandonan el puesto de mando. La teniente Ellen Ripley, venida de la Nostromo, portando un lanzallamas. La tensión puede verse en los ojos de todos los presentes, en sus gestos y en sus formas de andar, desde luego todos avanzan en piña mirando en todas direcciones.

Pronto, y como siempre que alguien ha avanzado por los pasillos, no tarda en poderse escuchar el ruido de el Alien avanzando por los conductos de ventilación, el traqueteo de sus extremidades chocando contra el metal, las gotas de agua condensada en los conductos de refrigeración que vuelven a caer sobre la superficie de la nave. La luz parpadea varias veces, y en ese momento, todos se apiñan intentando que no sea él quien va a ser atacado.

Algo suena a un lado del corredor, y todos se giran hacia allí solo para ver al gato asomándose y saliendo corriendo asustado.

Puede escucharse un suspiro de alivio al ver que el supuesto Alien no es más que un gato, y el grupo continúa su avance hasta que llegan a la enfermería. Hay sangre por todas partes y todos os asomáis por la puerta para ver como todo está destrozado, los cuerpos están totalmente destrozados metidos en una especie de capullos sobre la pared. Y ahí, en medio de todo, el Alien os mira y emite un chillido.

La teniente no duda y empuña el lanzallamas para arrojar un fogonazo sobre la estancia, intentando calcinar a ese asesino sin conciencia. El Alien salta para meterse en el conducto de ventilación a tiempo, pero Ripley entra en el lugar arrojando fuego en todas direcciones.

Los demás se quedan fuera, esperando a ver lo que sucede, y hay un tremendo ruido, Iris sale corriendo, avanza hasta casi el final del pasillo solo para ver como está todo bloqueado, la mujer se gira y el Alien aparece, interponiéndose entre la chica y el resto del grupo.

La mujer sabe que ese es su final.

El Alien sigue acercándose a la chica y abre la boca, sacando el apéndice dejándolo a escasos centímetros del rostro de la chica. En ese momento hay un grito y Emanuel se lanza contra la criatura esgrimiendo una tubería que acaba de terminar de arrancar de una pared, provocando un escape de vapor bastante grande.

El miembro del equipo de seguridad descarga un golpe con su improvisada arma en la espalda del Alien, y este se gira más molesto que dolorido para agarrar al hombre con una mano y apretarlo contra la pared, aplastándolo.

Katarina reacciona, al parecer la experiencia que acaba de vivir ha hecho que sus reflejos estén algo menos desarrollados, y dispara repetidas veces contra la criatura, que se ve obligada a soltar a Edmundo para huir hacia los conductos de ventilación.

El Alien salta y justo antes de poder entrar, un panel formado por cuñas se van cerrando sobre si mismo en una forma circular bloqueando el conducto. Akira ha sacado una consola y sigue tecleando, pronto el resto de conductos de ventilación también empiezan a cerrarse siguiendo sus comandos.

La criatura se agarra contra el techo al ver impedido su avance y salta hacia el más indefenso: George.

La doctora Alonso grita, pero es demasiado tarde y el apéndice de la criatura atraviesa la carne salpicando sangre contra las paredes... Pero no la de George. En su lugar, es Francesco quien se ha interpuesto al golpe, haciendo que sea su cuerpo el dañado.

Haciendo acopio de sus fuerzas, el sacerdote agarra la cola de la criatura con fuerza.

-Dios, dame la fuerza que necesito para no permitir a este engendro de Satán huir.

El Alien intenta retirarse, pero el agarre de Francesco se lo impide. George grita al ser consciente de que de nuevo el sacerdote se ha sacrificado por él, y no duda. Ve que en el pasillo hay una pistola, la que perteneció a Katarina, y corre para tomarla.

El Alien no para de moverse, y la doctora Alonso, viendo que el chico está armado, se lanza sobre el Alien para intentarlo agarrar con fuerza y evitar su movimiento. La criatura chilla desesperada y zarandea a la doctora hasta conseguir lanzarla por los aires, y en ese momento, se escucha un disparo. George se ha acercado y apretado el gatillo a una corta distancia de forma que el Alien no ha podido evitarlo.

La criatura chilla y con una tremenda fuerza arranca su cola del pecho de Francesco, girándose hacia George para matarlo, y en ese momento, una llamarada lo envuelve.

El Alien chilla de nuevo y sale corriendo hacia un lado del pasillo, pero de nuevo se cierra una puerta frente a él impidiéndole la huida, la teniente Ripley sigue tras él bañándolo en fuego hasta que cae al suelo totalmente calcinado.

-Está hecho - Dice.

En cuanto todo termina, bajo los brazos, tembloroso. La adrenalina es lo que me ha hecho moverme, la rabia al ver a Fran morir delante de mí, al ver a tantos muertos. 

- ¿Ya... ha... terminado todo? - Pregunto a Ripley, con los ojos abiertos como platos y la boca temblorosa. Luego miro a la doctora Alonso, y finalmente a Katarina. Pero me derrumbo.

- No... ¡¡No!! Nooo... - Me caigo al suelo de rodillas. - No... no... no... - Estoy llorando desconsolado, por haber perdido a Fran, y porque todo ha terminado y es como si todo el terror que he sentido viniera de pronto a mi cabeza. Me llevo las manos a la cara, con la pistola aún agarrada con fuerza. - Están todos muertos... Fran... Claude... William... ¡Nooooo! Yo solo... yo solo tenía día libre en el colegio. Esto no tenía que pasar... No... - Me abrazo al cuerpo de Fran, que ha vuelto a morir por mí. - No... no tenías que haber hecho eso, tonto... Te necesito. Te necesitamos. Ahora más que nunca...

Abrazo a George mientras intento calmarme, siento que mi corazón va a estallar, late a mucha velocidad y me tiemblan las manos.

- Él sabía que era lo mejor, George. Además...si rezas, tal vez vuelva. A Francesco nunca fui yo quien lo resucitó con la Edén. Fuiste tú, pidiéndoselo a Dios. Tal vez quede esperanza. 

Mis ojos se abren como platos cuando escucho el disparo de una pistola que no era la que estaba en mi mano. Miro hacia el lugar de donde ha salido el sonido y veo a George con mi anterior pistola en la mano. Parece que el Alien va a volver a arremeter contra él, pero la mujer que acababa de conocer se lanza a por él con su lanzallamas, arrebatando la vida del último de esos bichos.

En cuanto la calma vuelve, me acerco corriendo a George y le abrazo con fuerza. - Lo has hecho tú... Tú has salvado a todos... El padre volverá, como ya ha hecho otras veces... O en la tierra le traerán de vuelta de allí, te lo aseguro. Ahora podemos volver a casa. Podrás volver con tu padre, y estoy segura de que Francesco estará allí para ver como te reencuentras con él.

Escucho a la doctora Alonso y vuelvo a mirar a George. - ¿Ves...? Él puede volver por ti y por la ciencia. No te va a dejar solo.

El sacerdote yace en el suelo, inmóvil, y sangrante. Siente que su consciencia se pierde por momentos, y sin embargo, el sonido le llega. George, la doctora Alonso, Katarina... El dolor no pudo paliar la emoción que comenzaba a embargarle al percatarse de que los miembros de la tripulación finalmente habían comenzado a creer. 

Poco a poco, sus párpados cerrados se tensan, abriéndose finalmente. Francesco mira alrededor, confuso, y se palma las herida que el apéndice del aquel engendro de Satanás le había infligido, no encontrándola- Oh Dios mio- dijo, entre sorprendido y agradecido, percatándose entonces de que el alien yacía carbonizado sobre el suelo- Lo... Lo hemos logrado. Lo hemos conseguido- su tono de voz se encontraba a medio camino entre la incredulidad y el alivio.

Se levantó, despacio, teniendo una precaución innecesaria, pues se encontraba perfectamente, y se miró las palmas de las manos, se palpó el pecho, escuchando su propio corazón. Un milagro. El Señor le había protegido, una vez más- Dios, Dios nos ha escuchado. Dios nos ha asistido en nuestra hora más oscura- emocionado, se acercó a George, y posó una mano sobre su hombro menudo al mismo tiempo que miraba hacia lo alto, entonando una plegaria-

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre:

por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
5canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.

Cuando camino entre peligros, 
me conservas la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.

Mi intento de alejar a la criatura de la que iba a ser su primera víctima de la noche ha tenido éxito, pero en el proceso he arrancado una tubería de la nave, que espero de todo corazón que no fuera nada importante, y he estado cerca de morir. Mientras recupero el aire, tirado a un lado del pasillo, observo toda la escena, y como es finalmente George, gracias al sacrificio del padre Francesco, el que ataca a la criatura con el arma que perteneció a Katarina... Y, finalmente, la teniente Ripley le prende llamas. 

Un alien menos. Y, sorprendentemente, el padre se levanta, parece que indemne a pesar de haber sido atravesado. Sus resurrecciones empiezan a convertirse en algo rutinario, y no estoy seguro de como encajar éso. Pero no queda más remedio que aceptar la evidencia. Finalmente, consigo incorporarme con algo de esfuerzo, y recupero la tubería. 

-Espero no haber roto nada importante... ¿Estáis todos bien? ¿Cuantos bichos creéis que quedan?

Mi boca se abre al ver al padre acercarse al niño. - La madre que me parió... ¡Esto es un milagro! - Sonrío, pletórica, a George. - ¡Qué bien! ¡Ves! Ya sabía yo que el padre no iba a dejarte solo.

Me acerco a Emanuel, con el que apenas había tenido tiempo de hablar, tendiéndole la mano - Has hecho un gran trabajo, compañero. Sin duda, has sido el que mejor has cumplido tu labor como miembro del equipo de seguridad, manteniendo la calma y no llevándote por delante a inocentes, como hice yo... - Parezco lamentar mucho estas últimas palabras.

Sonrio con cansancio a Katarina, aunque procuro no bajar la guardia demasiado. No sé si aún queda algún alien en la nave, y lo mejor es seguir alerta y no descuidar la seguridad del grupo.

-No creo haber sido el mejor. Hiciste lo que hiciste porque pensabas que era lo correcto. De todos modos, si te refieres a Manfred... Yo también pensé que estaba con los infiltrados. Aunque sigo sin pensar que haya sido inteligente matar a los sospechosos, entiendo porqué se hizo. 

Levanto la mirada de mi consola con una sonrisa. Ya estaba todo todo hecho. La amenaza ha pasado y por fin podremos volver a Tierra y traer de vuelta a todos los que hemos perdido hasta el momento... Incluso a los infiltrados, para que den explicaciones y aclaren todo este desastre. La verdad, después de todo lo vivido espero que recibamos como mínimo un extra y alguna condecoración por llo que hemos tenido que pasar.

-Buen trabajo.-Digo, manteniendo las compuertas cerradas solo por si acaso. No me gustaría tener que lamentar otra muerte ahora mismo.-Parece que esta pesadilla ha acabado. Supongo que ahora solo queda que os lleve de vuelta...

- Propongo que revisemos todo y que entonces, cuando hayamos comprobado que no queda ningún engendro, ni en nosotros ni en la nave... Volvamos a casa- dijo, con cierto alivio

Miro al cura con aprobación. Ya no me sorprende el nuevo milagro, de hecho, es un milagro que sigamos vivos.

- Me parece lo más sensato. Revisemos todo antes de volver, no queremos llevarnos uno de esos a casa.

Cuando el padre empieza a rezar me quedo a su lado rezando igualmente. No sé la oración, pero asiento a lo que dice con las manos juntas.

- Amén. - Termino. - ¿Vamos a ir todos? - Pregunto con miedo ante la propuesta de Fran. Pensar en que podemos necesitar repetir algo como lo que acaba de pasar me hace temblar, y me agarro a su camisa con fuerza.

-Bueno, a mí también me parece lo más adecuado. ¿Por dónde empezamos? Ya sabemos que uno está muerto seguro, ahora tenemos que encontrar los restos de los otros, o acabar con ellos...

Miedo, jodido miedo. Siempre congelandome, siempre acobardandome. Vivir, morir, todo en un paso. Mivida salvada tras mi inutilidad y mi temor a la lucha.

En el suelo yasco llorosa, temblando de miedo, y de frío. Pudiera tener fé, debiera tener fé como ese sacerdote, y salvarme, pero no. Lo mio solo es un cerebro de conocimientos inútiles que piensa en correr o en convertirse en estatua ante cada cosa extraña y terrible.

Pasada la acción, camina hacia Iris y la toma del hombro, dedicándole una dura mirada.

- Oye, estas viva, eso es lo que importa, ¿no? Guarda las lagrimas para cuando mueras, o para cuando llegues a casa sana y salva, pero no te derrumbes cuando aún hay trabajo que hacer.-

Miro a todos y escucho lo que comentan. - Hay tres armas, contando con el lanzallamas, ¿no? Lo suyo sería que dos personas armadas fueran a explorar y otra se quedara con algunos por aquí, de forma que estén protegidos. El arma que más les ha jodido parece haber sido el lanzallamas hasta ahora, por lo que tendría que estar donde creamos que hay más peligro. - Miro a la doctora. - No sé si realmente se le ha nombrado de forma oficial capitana, pero seguiré sus órdenes. ¿Cómo nos dividimos?

-Yo exploraré.-Digo decidido.-Tengo mi arma y cierto control de los conductos. Si algo va mal creo que podría protegerme. 

Miro a la doctora, pidiéndole permiso.

Al parecer, ahora estoy al mando, después de todo.

- No me han nombrado nada oficialmente, pero como parecen confiar en mi criterio, yo opino que es mejor no dividirnos. Acabamos de ver que, si vamos juntos, los más débiles pueden ser protegidos ante un ataque. Si nos dividimos y una de esas cosas logra atravesar las defensas de Akira, no tendremos opciones. Pero si Akira puede ir conectándose y cerrando conductos por allí por donde vayamos, al menos podremos cubrirnos las espaldas, y enfocar las armas siempre hacia el frente, lo cual nos dará mejores posibilidades de éxito.