- Veo que Caronte os ha traído hasta mi reino Dioses caídos en desgracia, Dioses bajo sospecha de ser aliados del traidor Poseidón...  bienvenidos al Tártaro...  todo está dispuesto para que podáis disfrutar de una cómoda estancia en mi hogar...

- No seáis tímidos...  pasad...

La voz de Hades resonaba por todas partes, aunque no podíais verle...  

Desterrados y bajo sospecha, estábais destinados a pasar una temporada en las mazmorras del Inframundo.

Y como seres divinos y poderosos que erais, se había designado un guardián para que os mantuviese a raya y evitase posibles intentos de fuga, un hecatónquiro, y no uno cualquiera, pues se trataba de Briareo, al que conocían como "el Fuerte".

Uno de esos terribles seres de cien brazos y cincuenta caras que custodiaban a los Titanes caídos tras la gran guerra había sido designado a ocuparse de vosotros...  ¿tanto os temía Zeus que prefería correr el riesgo de que los titanes escapasen?

Estaba claro que creía tenerlo todo bajo control, o al menos eso estaba intentando, pero al poner al más poderoso de los guardianes de los Titanes a custodiaros estaba corriendo un terrible riesgo...  ¿innecesario? sólo el tiempo lo diría.

Lo que hay que reconocer es que es evidente que Zeus no desea otra guerra, la primera casi había acabado con todo y ahora que por fin el mundo se había encauzado no deseaba ver su destrucción.

- Seguirnos a celda, acomodaros y no molestar - fue todo lo que el gigante dijo mientras os dirigía hacia la fría y oscura celda que os esperaba.

Vuestra celda resulta ser una cueva completamente vacía en una ardiente montaña de la que caen ríos de lava, situada a una altura considerable y cuyos precipicios asombrarían al más valiente.  Desde ella podéis observar al gigantesco Cancerbero vigilar la entrada y salida del Tártaro mientras monta guardia el hecatónquiro en la falda de la montaña...  imposibles de burlar...  ¿o no?

Perséfone miró a Cancerbero con ternura y extendió su mano para acariciarle. Ella estaba allí como guardiana del Averno, algo esperado ya que ella era la ama y señora de este lugar.

- Buen chico. Estaremos juntos en esta batalla, amigo. Todo lo que vivamos será rememorado y espero que siempre me ames como te amo a ti - dejó de acariciarle y observó el lugar con detenimiento. Así que este sería su dominio.

El enorme can complacido con las palabras cariñosas de su ama, se tumbó panza arriba creando un gran estruendo que hizo templar la tierra, esperando que ella le rascase la tripa.

Hestia no estaba acostumbrada a ser participe de las disputas entre dioses y la situación violentaba su ser tendente a la paz y la armonía. Sabiendo que su sobrina Perséfone, reina y dueña del inframundo estaría allí a solas con su querido perro de tres cabezas Cancerbero, decidió hacerle una visita para calmar sus ánimos. Tras el chisporrotear de las llamas de fuego, se apareció en el infierno.

- Hola, mi querida sobrina.le saludó sonriendo nada más aparecer. Tenía afecto por su sobrina y no tenía para nada una mala relación con ella. A decir verdad, Hestia se llevaba bien con todos y allá a donde iba trataba de lograr que reinara la armonía. Siento haberte sorprendido, supongo que no me esperabas...Estaba cansada de las disputas y acusaciones sin fundamento que se lanzan sin pensar allí en el Olimpo y pensé que un poco de compañía te alegraría. ¿Cómo se comporta tu perro? ¿Sigue siéndote tan fiel como siempre?

Me alegraba estar allí y compartir un momento de tranquilidad. Aunque no por ello pensaba aludir su responsabilidad y realizar la voluntad de su hermano Zeus, quién había ordenado que votasen a un sospechoso.

Perséfone acariciaba la panza de Cancerbero, quien parecía estar muy a gusto y se mostraba como cualquier perro que viviera sobre la superficie.

- Buen chico - dijo Perséfone, pero se exaltó al escuchar una voz diferente.

Vio las llamas y reconoció el incandescente fuego del hogar. Era Hestia quien allí surgía.

- Tía Hestia. ¿Cómo has logrado llegar aquí sin ser ajusticiada? - le dijo sorprendida.

- Sabes que adoro tus visitas, pero me sorprende verte aquí sabiendo que sigues allá también. ¿Cómo has logrado eludir tan fácilmente la seguridad que mi amado esposo ha puesto? - su tono era extrañado, aunque no descortés. Simplemente era curioso escucharle.

A la mención de Cancerbero, Perséfone temió que este atacara a su tía, así que puso una mano en su lomo para tranquilizarle.

- Cancerbero y yo compartimos un mismo corazón. Yo cuido de él así como él cuida del Averno y él me da el amor que no puedo tener de mi madre durante mi estancia aquí. Por ello, siempre me será fiel y yo a él - miró al can infernal y le sonrió.

- Querida tía, ¿por qué has votado también a mi madre? Solo es curiosidad -.

Sonreí cálidamente al escuchar las curiosas preguntas de mi querida sobrina. Confiaba en su lealtad hacia mí hermano, el rey del Olímpo, y desde que me había mostrado ante ella había considerado ser clara y estrechar nuestros lazos, hacerla mi aliada si ella así lo deseaba.

- Creo que tus preguntas son comprensibles y te responderé con sinceridad. Recién empieza este conflicto y temo que pese a que siempre he sido la más pacífica y cuidadosa para que se mantuviese la calma y armonía familiar, este conflicto trasciende mucho más allá de lo que podemos entender y será inevitable que las cosas se compliquen y mucho. empecé hablándole para que entendiera la gravedad de la situación. Ella sabía que siempre me había preocupado sobremanera por mantener la armonía y que tenía en alta estima a todos los dioses del Olimpo. Pocos o ninguno eran los roces que se me podían achacar con cualquiera de ellos y siempre me había caracterizado por ser comprensiva, respetuosa y querida por todos ellos. Sinceramente no sabía cómo afrontar la situación y decidí confiar en tí, creo realmente que eres leal a Zeus. Supongo que al igual que tú tienes la capacidad de estar allí y aquí en este instante, eso mismo explica que yo pueda estarlo también. No todos los dioses pueden hacerse visibles en varios sitios a la vez pero algunos tenemos esa habilidad...espero que eso satisfaga momentáneamente tu curiosidad pequeña. 

- En cuanto a por qué he votado a tu madre. Simplemente por el hecho de que no se ha pronunciado hasta el momento siendo tan grave la situación. No tengo nada en contra de ella y estoy casi convencida de que también es leal al igual que confío en ti, la voté porque era un voto que pasaría desapercibido y que no me causaría graves problemas. Si me he equivocado de inicio, entenderé que las disputas nunca fueron hechas para mí y supongo que aceptaré el destino que me espera. Entonces...¿Me he equivocado al considerar tu lealtad a padre y confiar en tí? ¿Considerarías que fuésemos aliadas?

Perséfone me importaba y sabía que allí en el Olimpo todo acabaría en una sangría. Una nueva Guerra Olímpica había comenzado y solo restaba mantenerse unidos y ser fuertes para descubrir a los conjuros lo antes posible.

- De acuerdo. Tal vez como han dicho los pequeños, portas varias llaves, llaves que yo desconozca. Es grato recibir tu visita, mi querida tía - se acercó con una suave y amable sonrisa.

- Perdona que mencionara algo de esto, pero han sido dos ataques simultáneos los que he recibido y debía defenderme. Espero que esto no te traiga mayores problemas - reconocía con algo de pesar.

- Por supuesto que seremos aliadas, tía Hestia. Tú más que nadie conoces el corazón de mi madre y mío y confío plenamente en su lealtad a Zeus. También por ello la he votado, porque sé que su inocencia y gran amor la mantendrán salva venir al Tártaro junto a mí -.

Abrazó a Hestia con cariño y familiaridad - ¿Cuánto tiempo durará esta grandiosa visita? -.

- Todo el tiempo que necesites, mi niña. Vendré a visitarte cuando gustes y creo que nuestra colaboración puede ser vital para descubrir a los conjuros y defender a los leales. Creo que ya he dado explicación en el Olimpo del por qué de mi primera votación y si tú madre me pidiese que cambiara el voto, lo haría, nada más habló percibí que eran sinceras sus palabras y su lealtad a Zeus. Como el resultado parece claro en contra de Asclepio, no veo necesidad de llamar la atención y cambiarlo. Le dije con dulzura aún estrechándola entre mis brazos. En verdad consideraba que madre e hija estaban muy unidas y no iba a dificultar su relación. Si ella necesitaba que su madre sobreviviera necesariamente o algo similar, la apoyaría para lograr su fin.

- Siempre podré ir y venir de aquí para allá en todo momento, aunque cuando venga gente en la que no confíe, puede que no revele mi presencia. Aún así, todo lo que se diga y pase por aquí lo sabré, por lo que apreciaré siempre tu criterio y deducciones. Si disimuladamente nos apoyamos cuando sea necesario para votar...es algo que nos beneficiará. ¿Se te ocurre qué nos podría ayudar ahora que sabes que siempre podré estar aquí cuando lo necesites? No pretendo que me reveles tu habilidad...solo piensa como poder aplicarla en nuestro favor sabiendo este hecho.

Y por cierto...me alegra que hayas podido estar con tu madre. Es una alegría veros juntas. Le sonreí.

Perséfone parecía estar entretenida cuando Asclepio fue entregado al Tártaro. Lo miró con amabilidad y acarició a Cancerbero con el amor de una madre a su hijo.

- Bienvenido, Asclepio. No sé qué tan feliz te encuentras con tu decisión y si deseabas morir por algún motivo en especial, pero aquí estás. ¿Algo que quieras decirme a mí, la Reina del Inframundo? -.

Nunca quise entrar al inframundo, la luz normalmente no brilla y en el están las personas que no logro salvar, este lugar me pone los pelos de punta, siento escalofríos por todo mi cuerpo, pero estoy sudando.

Esperaba ver a Perséfone, pero cuando le iba a hablar ella acaricio al al animal que no me permite salir, se me anudó la lengua y no logré expresarme como quise. Pero no importa que ocurra, la verdad y la justicia vencerán, y si salgo, les demostraré a los demás que yo y mi padre somos inocentes, ese pensamiento me dio el valor para poder hablarle a la diosa del inframundo.

Buenas noches Perséfone, aunque no se si aquí hay noches. Mantendré mis modales y dejaré que tu preguntes lo que quieras saber. Debía demostrar confianza y dignidad, Zeus no ser´derrocado.

Al escuchar sus primeras palabras, dijo sin ningún tipo de desánimo o algo parecido - En el Averno no hay día, no hay noche, solo los campos Elíseos disfrutan de la luz que los dioses han dispuesto para ellos. Los otros infiernos son solo estadíos de castigo por sus penas en vida. La agonía es eterna a la espera de expiar sus culpas y llegar a los Campos Elíseos en algún momento. El tártaro es una prisión, claro, pero los mortales tienen peor suerte - se giró hacia Cancerbero una vez más y le sonrió.

- Eres un buen chico - y le dio un tierno beso en su nariz.

- Sé que tienes un motivo mayor a lo que has manifestado para esto. Sé que hay algo detrás de tu voluntariado y ya que no hay nadie más aquí, ¿por qué no le dices a esta solitaria mujer tus penurias? Un dios tan abnegado como tú, no dejaría a sus amados desprotegidos y solos sin motivo -.

Sinceramente ya esperaba ser el el que hablara primero.

Pues, no los dejé solos, protegí a mi padre esta noche, no podrán llevarlo al océano. Si debo pasar una temporada, estoy seguro de que el cuidará de los humanos. Tengo algunas teorías de quienes pueden ser los traidores, entre los que me votaron a mi deben haber dos como mínimo, y si logro demostrar mi inocencia también quedará confirmada la inocencia de mi padre y la de Hermes, lo que reduciría el numero de sospechosos, ahora la pregunta es ¿Como puedo demostrarte mi inocencia?

- Es noble tu empresa, Asclepio. Admiro mucho lo que has hecho y la valentía con la cual lo has afrontado. Sin embargo, me queda una duda y es, ¿más allá de los lazos familiares, por qué crees que tu padre y Hermes son inocentes? Creo que entiendes que lo pregunto para amenizar tu situación aquí. El silencio en el Tártaro es mucho más denso que en el Olimpo, donde ocurren cosas todo el tiempo y todos callan, mas todos las conocen -.

Acto seguido, meditó un momento.

- Yo puedo enviar un mensaje de tu parte al Olimpo, si así decides. Si prefieres que no diga nada, no lo haré, pero te puedo asegurar que no solo yo he escuchado lo que has hecho por tu padre. No es mío el deber de dar un nombre, ya que este dios me ha confiado su secreto, pero así tienes dos personas que creen en tu inocencia. Si envías un mensaje, puede que eso haga eco en el Olimpo - se paseó por el Tártaro acariciando sus paredes y sonriendo, a sabiendas de que los titanes habían pasado años allí encerrados. Quería sentir su dolor, su furia, su tristeza, comprender más a los padres de su madre.

Asclepio la miró con prudencia, debía salir si quería demostrar inocencias.

Quizás es porque mi padre me enseñó a decir la verdad, o quizás estar tan vinculado con el dios me hace ver la luz de su palabra, no te puedo confirmar con certeza si Hermes es inocente, pero Apolo si lo es y prefiero ir yo al tartaro antes que el, su habilidad es mas útil que la mía. Tampoco se si Hera es una traidora, pero si mi padre lo dice es porque lo sabe, o porque quería salvarme, no lo voy a contradecir.

Después pensó un poco lo que iba a decir para que lo transmitan a los demás dioses.

Por favor dile a mi padre que estoy bien, y que me reconfortaría escuchar su música, también quiero que Hera sepa que si llego a salir, la volveré a votar, a menos que mi padre haya asegurado equivocarse.

Paró por un momento de recorrer el Tártaro para escuchar al dios de la medicina y le sonrió - He entregado tu mensaje, pero ahora los oídos de los dioses están ensordecidos por las disputas - agregó.

- Eris ha generado caos como siempre, pero ahora se le acusa fuertemente de ser una conjurada por querer causar caos, además de que muchos afirman que se ha contradicho. Entre ella, Heracles y Hebe se han atacado en muchas ocasiones porque la pareja afirma que deben repetir la frase de ser leal a Zeus todos los días y, de no hacerlo, se es conjurado - se rió ante eso porque le parecía algo infantil, mas no lo exteriorizó.

- Además, Himeneo es otro opcionado en ser elegido a acompañarnos aquí por haber votado a su hermano. Himeneo afirma haberle votado por no querer ser parte de tu envío aquí, pero no parece convencer a muchos con su respuesta. Claro, me señalan a mí también porque aman a aquellos que vociferan, Hefesto sigue haciendo regalos para Atenea, Afrodita sigue siendo evidente en su deseo por Ares y Ares sigue peleando con Eris. Creo que es más gusto por discutir que realmente porque le crea sospechosa... La verdad es que después de tanto tiempo en este lugar de almas en pena, ese ruido me hace doler los oídos. Mi madre y yo solemos viajar por lugares pacíficos y llenos de naturaleza - era más una confidencia a su nuevo acompañante.

- He dicho que, si quieren decirte algo, puedo pasar sus mensajes, pero no sé si mi voz será escuchada por encima de las disputas entre dioses -.

Entonces, miró hacia un lugar indeterminado del Tártaro y rió para luego decir - Te pido que guardes discreción sobre esto, ya que no puede salir de los tres... - su rostro era cómplice.

- Te lo digo a ti porque es tu padre y porque confío en el otro huésped. Me ha llegado un rumor, un mensaje oculto sobre una posible unión entre tu padre y Afrodita. No sé si por amor, no sé qué los une, pero es lo que he escuchado -.

Después de esto, miró a Asclepio un poco más severamente - Con la llegada del próximo huésped, no reveles que sabes que alguien más nos escucha. A partir de aquí, no confío en la inocencia de nadie más para que lo sepan de nuestra boca -.