El sonido de la flauta comenzó a sonar, y aquella no era una melodía cualquiera sino que se trataba de una creada por ti, una muy especial donde tu divinidad y tu talento convergían creando un lugar secreto que sólo tú...  y tus amantes habituales conocían...  

La puerta no se hizo esperar, emergió de la nada extendiendo la escalinata que tantas veces habías subido, aunque en esta ocasión el uso que ibas a darle no era...  exactamente el mismo.  En tiempos de guerra deben tomarse medidas desesperadas o cuanto menos, diferentes, si se quiere tener la más mínima oportunidad.

Paseas por tu habitación observando los más mínimos detalles, desde luego no ha sido creada para las reuniones secretas ni para concilios secretos, sin embargo, tendrá que servir...  ¿qué cara pondrán los invitados cuando vean la enorme cama como único lugar en el que sentarse? Casi sonríes sólo de pensarlo.

Mientras su melodía suena el escenario se prepara para la llegada de la diosa.

Es simple y sencillo y a su vez completamente parte de él: más de un millar de violetas cubren la entrada como si de un manto se tratara. El aroma natural llenará la estancia con un aire fresco.

Y entonces el sátiro la esperaría, apoyado en la pared. Sabía que llegaría. Ella siempre lo hacía.

Y cuando ella entrase, él se inclinaría ante ella como la diosa que realmente es.

Una maravillosa melodía me guía encandilada hacia un lugar que bien conozco. Cual abeja hacia el dulce miel me dejo llevar por la fascinante tonada a través de la sala hasta la escalinata que se extiende delante de mi y subiendo cada uno de los peldaños como una amante en busca a su amado en secreto.

Al llegar a la entrada puedo ver esta adornada por miles de las mismas violetas como la que me ha regalado momentos antes y que inundan todo el lugar de lugar de un agradable aroma floral. Envuelta en la suave fragancia, entro con pasos sosegados y, ahí está Pan, apoyado contra la pared. Antes de que pueda decir nada, se inclina ante haciendo que me sorprenda.

- Pan... - con una sonrisa cantarina hago una leve pero elegante reverencia hace el Señor de los Sátiros - ¿me has llamado? Hacía mucho tiempo que no venia aquí.

Una sonrisa tonta aparece en el rostro del sátiro, está bastante claro que siente una innegable debilidad por la diosa plateada. Mas... ¿quién, en su sano juicio, divino o mortal, no lo haría? Bastaba con observarla unos segundos para quedar atrapado.

Y la verdad es que a él no le disgustaba la idea.

Bueno, tratar de retenerte a mi lado sería egoísta ¿no crees?

Una sutil sonrisa hacia Selene, dando un par de saltitos en su dirección y, con bastante atrevimiento, se adelanta para robar el roce de sus labios. Claro que, si ella lo deseaba, podría esquivarlo, pero no podía evitar tal fascinación y tratar de tomar aunque fuesen unas gotas de ella.

Tras el intento, exitoso o no, con un amago de la mano le invita a acompañarle a la cama mientras él comienza a acercarse, para saltar en los pies de la cama, sentándose.

Al final pasar tanto tiempo buscando intimidad lejos de los ojos de otros dioses ha servido para algo. Quería que fueses la primera -una sonrisa cómplice en dirección de la contraria-. Ya sabes que este lugar es especial. Soy fiel a quien entra aquí.

Suspira y aguarda los movimientos y las palabras de ella, pero bien era sabido que la paciencia no era una de las virtudes de Pan.

La diosa lunar no puede evitar reír divertida a pesar de la situación apurada que están sufriendo. El sátiro siempre ha sido un alegre bribón pasara lo que pasara y su corazón salta animada junto con él. El roce de sus labios contra los suyos toma desprevenida a Selene quien está mirando con nostalgia la estancia.

- Mi querido Pan, este no es momento para pensar en amoríos o en los placeres que esta pueda darnos - dice sonriente posando el dedo índice sobre los labios de Pan - aunque si como sospecho, eres leal a Zeus, y salimos bien de toda esta locura, tal vez podamos volver a recordar todas esas noches pasadas entre estas paredes - con un guiño se lleva el dedo a sus labios con actitud traviesa.

Guiada hasta la cama, se sienta junto a su anfitrión y adquiere un semblante más serio.

- Sí, este lugar en oasis de paz en medio de tanto conflicto. Pan, dime que no tienes nada que ver con los conjurados y puedo fiarme de ti - la diosa toma las manos de Pan y lo mira con ojos implorantes.

Si no pensamos en el placer, yo no existiría.

El sátiro se limita a encogerse de hombros ante la diosa lunar que se encontraba frente a él, sin desviar los ojos en ningún momento, queriendo aprovechar cada instante con ella mientras aún se encontraban vivos.

Pero su dedo en los labios le calla y hace que sus ojos cobren aún más fuerza. Estaba claro que ella estaba preocupada por todo esto y entonces su gesto se suaviza y su mano busca acariciar sus cabellos con suavidad.

No mentí con lo que dije en el otro lado. No tengo nada que ver con esos conjurados... mi único deber es para aquellos a los que traigo a esta habitación. ¿Qué tipo de anfitrión sería si permitiese que alguien dañase a mis huéspedes? ¿Qué tipo de dios de los placeres sería? Uno muy malo. ¿No?

Ladea un poco la cabeza con curiosidad, esperando que aquella respuesta fuese suficiente.

Haré lo necesario por tí. Siempre ha sido así, a pesar de saber que tu corazón no me pertenecerá nunca.

Su sonrisa se entristece un poco. Pero sólo es un parpadeo, enseguida alza la tez más confiado y sus ojos están con un brillo renovado. Esperaba que aquello fuese suficiente para ella.

El dios de los sátiros mira a su invitada, quien aún permanece callada.

No sé cuánto más podré mantener el hechizo que te mantiene aquí.

Le sonríe con dulzura.

La mente de Selene está algo ausente, abrumada por la pérdida de su hermano, hasta que se da cuenta de que Pan la está hablando y reacciona como recién salida de un sueño.

- Disculpa, mi buen Pan, estoy algo distraída en este momento - contesta apretando las manos de este - me alegra saber que no eres parte de los mismos que han arrojado a mi hermano a los Océanos. Como dije, yo tampoco soy una de ellos, y por desgracia tampoco cuento con nada para poder descubrirlos.

Con un sentimiento de frustración, la diosa aprieta los labios y desvía la mirada para pensar un momento. Después, mira directamente a los ojos al sátiro con un brillo de sinceridad en ellos.

- Pero sí hay algo que puedo hacer para obstaculizar sus movimientos y... creo, que puedo confiar en ti para contarte sobre mis poderes. Tus palabras son un gran apoyo, querido Pan, a pesar de que mi corazón ya pertenece a otro, siempre habrá un lugar en él que sólo te pertenecerá a ti - se acerca un poco más a él, como si alguien pudiera oírlos y tuviera que contarle un gran secreto - una vez, cada ciertos días, puedo traer alguien de los Océanos o del Tártaro, por desgracia, no todas las noches. Esta noche, partiré en mi carro para traer de vuelta a Helios.

No te preocupes... comprendo que te duela la pérdida de un hermano.

Le sonríe con amabilidad, comprensivo. No se solía mostrar así muy a menudo, pero sabía que la Luna era evasiva y era mejor tratarla como se merecía.

Mis dedos van hacia su hombro para acariciarlo con la yema de los mismos tras sus palabras. Decide no interrumpirla en su conversación. Pero tenerla tan cerca hace que la naturaleza del sátiro salga a relucir, al menos un poco, y robe el roce de los labios de la diosa de la Luna con un fugaz beso.

No he podido evitarlo. Sé que tu corazón pertenece a otro, pero siempre tendrás una parte de mí.

Y ahora... -mira a las paredes de la habitación- Nadie puede escuchar lo que aquí pase. Es algo que he mejorado con el paso del tiempo. Ni siquiera el mismo Zeus sería capaz de espiarnos. Es por ello que tu secreto queda a salvo conmigo. Debo reconocer que eres sorprendente. Yo sólo tengo este lugar.

Sin embargo... -le mira, dudando si seguir o no, pero se decide- Yo me inclinaría por Afrodita. Su capacidad de protección, si es tal, nos vendrá bien. Y también le das una oportunidad a tu hermano de volver por sí mismo. A veces, algunos hombres -carraspea a la vez que dice como Ares- tienen un ego que les hace sentirse mal si alguien les ayuda.

Aunque si crees que no puede hacerlo por sí mismo, ni lo dudes. Al fin y al cabo, soy un dios que se mueve por instintos, no por razonamientos -ríe-. Aún nos queda un poco... ¿quieres que establezcamos una especie de lenguaje oculto para comunicarnos cuando la canción acabe?

Ella parece bastante distraída. Es normal, eran demasiadas cosas para procesar, sin embargo él sabía que el tiempo se acaba, de modo que le toma de las manos y le mira a los ojos.

No hay tiempo. Cuando te marches con tu carro, el hechizo terminará. Tengo varias canciones... y una canción especial que permite traer a alguien para siempre.

Si necesitas hablar conmigo urgente... pídeme una azucena. Sólo si es algo muy vital.

Si has comprobado la culpabilidad de alguien, bésame y pídeme que le de una violeta a la persona que sepas que es culpable.

Si yo consigo comprobar la culpabilidad de alguien, te besaré y después te diré que no le daré flores a la persona que yo sepa que es culpable.

Y si necesito tu ayuda... te pediré que me des una vuelta en tu carro.

No lo olvides... puedes contar conmigo, mi diosa.

Toma sus manos entonces para besarla. No se le ocurre nada más que decirle, sólo espera que con esto sea suficiente.

Defenderé tu inocencia.

El sonido de la flauta comenzó a sonar, y aquella no era una melodía cualquiera sino que se trataba de una creada por ti, una muy especial donde tu divinidad y tu talento convergían creando un lugar secreto que sólo tú...  y tus amantes habituales conocían...  

La puerta no se hizo esperar, emergió de la nada extendiendo la escalinata que tantas veces habías subido, aunque en esta ocasión el uso que ibas a darle no era...  exactamente el mismo.  En tiempos de guerra deben tomarse medidas desesperadas o cuanto menos, diferentes, si se quiere tener la más mínima oportunidad.

Paseas por tu habitación observando los más mínimos detalles, desde luego no ha sido creada para las reuniones secretas ni para concilios secretos, sin embargo, tendrá que servir...  ¿qué cara pondrán los invitados cuando vean la enorme cama como único lugar en el que sentarse? Casi sonríes sólo de pensarlo.

Mientras su melodía suena el escenario se prepara para la llegada de la diosa.

Es simple y sencillo y a su vez completamente parte de él: más de un millar de amapolas cubren la entrada como si de un manto se tratara. El aroma natural llenará la estancia con un aire fresco.

Y entonces el sátiro la esperaría, apoyado en la pared. Sabía que llegaría. La discordia era solo cuestión de tiempo.

Y cuando ella entrase, él se inclinaría ante ella como la diosa que realmente es.

Eris entra en el pequeño refugio del sátiro. Al atravesar la puerta debe inclinarse levemente, pues los dioses de allí fuera no dejan de enfrentarse, desconfiar, discutir, enemistarse, odiarse... y todo ello es alimento de la pequeña Diosa que deja de ser tan pequeña, como ya citase Homero.

"Discordia, insaciable en sus furores, hermana y compañera del homicida Ares, la cual al principio aparece pequeña y luego crece hasta tocar con la cabeza el cielo mientras anda sobre la tierra"

Así que este es el secreto que esconde el dios de la naturaleza salvaje. ¿Es esta la afamada Coricia?, tenía entendido que estaba en el Párnaso - Pregunta mientras observa la sala y recorre con una mano sus paredes apreciando su tacto.

Aunque viendo esta cama en su centro, quizás sea más una representación del Dios de la virilidad. Un consejo: Deberíais delimitar mejor vuestras responsabilidades o seguiréis entrando en conflicto con ellas. Me estoy planteando que, cuando todo esto acabe, mi siguiente manzana sea para el mejor amante del Olimpo. Esa disputa sí que será devastadora

Recorriendo la pared, llega hasta la cama y la empieza a rodear con gesto crítico.

Personalmente, siempre he apreciado tu faceta de inspirar el miedo enloquecedor. Pero es algo por lo que no se me puede culpar especialmente, ¿verdad? Diría que allí fuera hay quien está sucumbiendo a tu extraño don del pánico...

Finalmente deja de recorrer la sala y se detiene junto a Pan.

¿Y bien? ¿Por qué me has hecho venir? Creo que ambos sabemos que no soy Diosa dada a los placeres de la carne. O al menos, no la más entregada a ellos.

Cuando la diosa, en su envergadura, entra el dios de los sátiros no puede sino sonreír. Una sonrisa que se amplia mientras ella habla. Sin dudarlo demasiado, el pícaro salta sobre la cama para terminar sentándose, sin desviar la mirada de sus ojos en ningún momento y apoyar su mentón en su mano con un gesto pensativo, asintiendo ocasionalmente.

Oh, deliciosa Eris, me da igual quién presuma ser el mejor amante del Olimpo mientras las mejores diosas sepan que tan sólo yo soy capaz de hacer que se sientan completas.

Su sonrisa se afila y sus ojos brillan por un momento, con determinación.

¿Que no eres una diosa entregada a los placeres? Entonces tu concepto de placer y el mío difieren demasiado -de un salto se coloca al lado de la discordia, aumentando su propio tamaño hasta igualarla, probablemente producto de la magia del lugar, y con el dedo índice acaricia su sien y su voz se torna un susurro-. El placer nace en la mente, en el egoísmo y en la entrega. En el deseo, el desconocimiento y el miedo. Bien hablas de mi pánico... un placer que se extiende desde la nuca hasta la base de la espalda y se descarga por las extremidades. Eres capaz de despertar los deseos y hacer que la mayoría supere sus límites por puro orgullo hasta perderse en sí mismos... ¿de veras crees que somos tan diferentes?

Su dedo se ha deslizado hasta el mentón de la diosa y sus labios se han acercado tanto que casi podrían haberse rozado, más enseguida Pan recula un paso y, con un ademán de la mano, le invita a acercarse a la cama.

Eres inteligente y deductiva, yo básico e inductivo. Eres elaborada y fría, yo primario y cálido. Soy fiel con quien entra aquí, no puede ser de otro modo.

Estira sus brazos con cierto pesar, eso sí, dibujando la increíble silueta de la diosa con su mirada y cierto deseo en ellos, un deseo contenido por ahora.

Adoro la privacidad, ni siquiera el mismísimo Zeus podría escuchar lo que suceda aquí.

Le guiña un ojo, sabiendo que eso debería ser suficiente para ella. Por ahora.

Eris permanece estoica ante las provocaciones del sátiro.

No somos tan diferentes - Concedió - Pero los placeres de la carne son más apreciados que los placeres de la mente, tal y como tú los defines. Por eso tú eres bien recibido y yo soy rechazada. - Como una concesión a la picardía del sátiro, añade - Por eso y por tu flauta. - Si había doble sentido en sus palabras no ahondó en ellas.

Pero no debatamos sobre eso. Hablemos con sinceridad y privacidad. Estoy segura de que tú también tienes tu parte que aportar. No seré yo la única. Y el caso es que no es de Zeus de cuyos oídos desconfío.

Querido Pan, la Discordia nunca es discreta, es llamativa y ostentosa. Es en su visibilidad donde reside su discreción. Antes de que la Discordia revele discretamente lo que ella sabe, dime, ¿que crees que sabe? Con todo lo que he dicho públicamente, con toda la atención reclamada ¿qué subtextos has captado para traerme aquí? Es curiosidad, pero también es un punto de partida para poder hablar.

Las concesiones de la diosa son como miel para el sátiro, quien permanece con una sonrisa plácida y decide no interrumpir en momento alguno. Aunque al final el dios ríe abiertamente.

Yo no te rechazo. Es más, puedo afirmarte que, de esta reunión, eres prácticamente la deidad en quien más confío. Por ello estás aquí.

Aunque si deseas... un poco de mi flauta, sólo debes pedir.

Tampoco era fácil averiguar si había doble sentido en sus palabras, aunque su sonrisilla traviesa dejaba ver que quizá había incluso más de un doble sentido.

Nadie puede escuchar a través de estas paredes -asevera-. Así que puedes sentirte tranquila con los oídos indiscretos.

Es entonces cuando su rostro se torna más meditabundo, cuando le pide los motivos por los que le ha traído aquí.

Si tuviese que buscar un motivo a todos mis movimientos... probablemente mis dominios estarían más limitados -sonríe, como si fuese algún tipo de broma-. Por tus palabras se podría leer que no eres leal a Zeus -se encoge de hombros, también una broma, aunque quizá un poco ácida para la mayoría, esperaba que no fuese así para la discordia- aunque no me importa en verdad.

Se rasca detrás de la oreja, antes de asumir un tono un poco más serio.

Has sido la primera en ver en mí no más de lo que muestro y en responder a mis palabras como corresponde. Mucho antes que tu hermano, de quien, de no ser por Dionisos, desconfiaría. Lo siento, aunque sea tu hermano. Tus palabras ocultan mucho, pero ya he dicho que no soy un experto en esos temas... por eso te traje aquí. Muchos pequeños detalles para enumerarlos todos. Sé algunas cosas, incluido el cómo matar definitivamente a Helios, según la profecía. O la menos lo más definitivamente que se me ocurre. Creo que tú también sabes, si no... no hubieses intercedido así.

Siento no poder ser más... específico. Pero me pregunto muchas cosas y has sido la única con ánimo de responder.

Nuevamente, no cedió a las provocaciones más allá de una sonrisa. Los duelos dialécticos eran más estimulantes que la oferta que encerraban los dobles sentidos del fauno.

Voy a darte algunas respuestas. Alguna de las que te doy son las que iba a hacer públicas cuando conviniese. Primero debo decirte que no soy conjurada. No quiero el auge de Poseídón. En esta línea poco tienes que temer de mi.

Eris se calló unos segundos reordenando sus ideas.

Supongo que lo segundo que debo decirte es que un conjurado ha caído. Quedan tres. Es, supongo, la información más importante. Pero no puede hacerse pública aún. No es el momento adecuado.

Eris avanzó hasta la cama y se sentó en su borde.

Esto es porque no todo son buenas noticias. Nadie ha cambiado su lealtad aún para unirse a los conjurados, pero eso puede llegar a cambiar. Me consta que uno de nuestros enemigos tiene la habilidad de convertir alguien a su causa, pero no podía usarla mientras los conjurados fuesen cuatro. Desconozco si el conjurado caído era quien poseía esta habilidad y hemos tenido suerte o si se está reservando, pero no tengo dudas de que si alguien cambia de bando y se une a Poseidón, yo lo sabré. Ese será el momento de hacer pública esta información. No sabré quién, pero sí que ha sucedido.

También tengo la impresión de que Poseidón pueda convencer a alguien más a su causa si es atacado por los conjurados, pero esto no escapa de ser más que una impresión. Lo anterior es una certeza.

Eris volvió a guardar silencio. Parecía que dosificaba la información con cierta cautela, como si le costase organizarla o separar lo relevante de lo superfluo. Finalmente pareció concluir en su debate interno que podía añadir algo más y lo hizo, aunque al acabar pareció que seguía guardando balas en la recámara.

Estoy segura de que el conjurado caído es uno de los tres últimos enviados al Inframnundo