Partida Rol por web

Empieza a oscurecer y el día da paso a la noche. 

Las reglas del Dios de Dioses han sido claras, alguien debe irse a las mazmorras del Tártaro bajo sospecha de pertenecer al grupo de los Conjurados, ese grupo de traidores sin corazón a los que no les importa ver arder el mundo con tal de lograr sus propios objetivos personales.

Temis, que ha permanecido impasible durante todo el día sin participar de vuestras conversaciones, leyendo en voz alta todos y cada uno de los votos, se acerca a la Llama del Olimpo y con los ojos en blanco introduce en esta una de sus manos en el fuego, que curiosamente no la hiere lo más mínimo y saca un fragmento chamuscado de papel.

A continuación, con voz alta y clara pronuncia un nombre...

- Asclepio.

Una nube de niebla se forma cerca de la figura de Asclepio, apareciendo una oscura barca sobre la que Caronte rema sin detenerse y extendiendo su huesuda mano hacia el Dios de la medicina le invita a acompañarlo:

- Zeus ha pagado tu viaje, acompáñame al Tártaro.

Acto seguido Asclepio estrecha su mano y ambos desaparecen entre la bruma.

- Descansad ahora dioses, pues mañana será otro duro día...  y tened cuidado, pues los CONJURADOS seguramente traten de deshacerse de alguno de vosotros por la noche.

Y tras decir aquello, ella misma se retiró...

Ares se despidió de Asclepio con un gesto de mano y una inquietante sonrisa en la cara. Aquel joven dios había jugado sus cartas y había perdido. Quizá aún tuviera un as en la manga y lo hubiera planeado todo para viajar al Hades una temporada, aunque el dios de la guerra estaba demasiado cansado para hacer cavilaciones.

Tumbado en el suelo, con el torso desnudo y las manos apoyadas detrás de la cabeza, Ares decidió permanecer descansando durante la noche. Su lanza y su escudo reposaban a su lado, para tener la posibilidad de agarrarlos cuanto antes en caso de que los necesitara.

-Espero que sepas agradecernos a tía Demeter y a mí que hayamos votado por Asclepio, Madre -dijo el dios de la guerra, en tono socarrón-. Me temo que, de lo contrario, habría sido usted la que se hubiera ido con el barquero. Hefesto, Dionisos, Apolo, Hermes, habéis sido unos hijos e hijastros muy malos.

Lejos de mostrarse enfadado, Ares se echó a reír, disfrutando de aquellas intrigas. Le resultaba divertido que Hefesto y los hijos que Zeus había tenido con toda clase de zorrupias hubieran unido fuerzas para intentar expulsar a la diosa que había realizado toda clase de atroces acciones contra aquellos dioses cuando eran niños y sobre todo con sus mortales madres. De habérseles unido Heracles y Artemis, habrían formado el Escuadrón Definitivo Anti-Hera.

Muy bien, dejamos que los conjurados aprovecharan para votar en masa sin levantar sospecha. Es grandioso el trabajo que estamos haciendo.

Por cierto hermano... Me dirigí a Eros. Siento haber votado por ti, sólo quería evitar una votación innecesaria, pero eso ya no importa ahora, y, preferiría que no votáramos en pareja, podrian tomarnos de aliado y lo que menos deseo es pasarme una temporada en tártaro.

La noche había llegado y lo único que deseaba ahora era dormir, había sido un día ajetreado, ya quizás mañana lograría encontrar un conjurador o lo que sea.

Eris se levantó de donde se había sentado. Ahora que ya habían votado, los ánimos se habían relajado y ya solo cundía la tensión por si los conjurados tomarían alguna acción para reaccionar a nuestra búsqueda y, sobre todo, en qué consistiría su respuesta y a quién afectaría, Eris había recuperado un tamaño algo más manejable. Aun así, ahora medía un metro sesenta en lugar del metro cincuenta con el que había empezado el día. Eso significaba que por mucho que ahora estuviesen en un momento distendido, el odio se había quedado "al ralentí" consumiendo a los dioses e inmortales como ruido de fondo.

¡​Bueno! Se ve que el trabajo del día ya está hecho. Ahora tendremos que ir todos a descansar, porque mañana tendremos segunda ronda. - ​Dijo con cierta satisfacción - ​Además, ya estoy expectante de ver qué reacción tiene el equipo del señor de las tormentas. Porque seamos realistas, supongo que nadie pensará que la conjura del tito consiste simple y llanamente en malvadosear criticando a papi, ¿no?. Estoy bastante segura que, tal y como se las gasta el tito, estarán planeando algo incluso más horrible que el castigo que en estos momentos está sufriendo el hijo de ninfa.

Su sonrisa se ensanchó.

​¿No os encanta todo esto? La verdad, que si llego a saber que esto podía ocurrir, habría dejado hace tiempo de meter cizaña entre hombres para hacer visitas periódicas al tito y alimentar su veneno. ¡Qué de tiempo perdido! ¡A estas alturas ya podíamos estar medio panteón en el reino de la prima Persi! ¡Y el otro medio cantando "Bajo el mar"! ​¡Que emoción!

​Bueno familia. Hasta mañana, si la peña del tito quiere.

​...Aunque... ¿Quién se anima a aumentar la emoción de la situación? ¿Alguien? ¡Venga! Apostemos a ver si acertamos a quién se ventilarán. Pero una apuesta de las de verdad. De las que incluyen dominios, esclavos o poderes al servicio de otro. Ya sabéis. Como un "Verdad o atrevimiento" pero sin la parte de "Verdad", que siempre es más divertido.

Mira a todos.

​¿Nadie? ¿Ni siquiera tú Dioni?... Bueno... Por si alguien se anima aún me quedaré por aquí un tiempito.

No estaba segura de haber tomado la decisión correcta, pero esperaba que así fuese. Perder leales a padre era algo que no nos podíamos permitir y menos yo. No quería quedar ante todos como una inepta que no sabía tomar las decisiones correctas cuando de verdad importaban.

- Esperemos que sea el correcto a quien hemos enviado con Hades, puede que aun seamos muchos pero por cada error que cometamos, acercamos más a Poseidón al trono y... Siempre he preferido a un padre a un tío en el centro del Olimpo.

Cuando Temis pronuncia el nombre de Asclepio, la expresión en el rostro de Ártemis no cambia un ápice. Todos habían sido testigos del transcurso de las votaciones y no iba a ser tan hipócrita como para fingir sorpresa ante algo evidente o malestar por la marcha de alguien por quien ella misma había votado. Se limita a observar en silencio cómo Caronte se persona para llevárselo.
Una vez se hubieron ido, dirige una breve mirada a Apolo. Poco le importa a ella el destino que pudiera sufrir su sobrino, pero no sabía qué esperar de la reacción de su hermano.

-Espero que puedan confirmarnos cuanto antes si era realmente culpable o hemos errado en nuestra primera votación. -dice a todos y a nadie.

Paciente, se sienta en el suelo, sabiendo que aún les espera una larga noche por delante.

-Veremos cuál es el primer movimiento de esos traidores...

Qué curioso, Venus, yo justo ahora estoy pensando que necesitaré más que vino para aligerar el ambiente...¿qué pasa por tu mente? (Dionisos)

- Sabes todo lo que pasa por mi mente.- Cogió la copa que le tendía con un agradecimiento mudo mientras le daba un par de sorbos a medida que la noche caía y el reloj de arena que pendía sobre sus cabezas agotaba las incipientes horas de espera.

Aunque había contado los votos mentalmente temía que el nombre que saliera fuera otro, por lo que no pudo evitar soltar el aire que retenía en los pulmones al escuchar el correspondiente a Asclepio, el joven dios de la medicina, el cabeza de la lista, marchándose ahora con Caronte.

Las últimas palabras de Temis no fueron precisamente halagadoras aunque por su rostro no mostrara ningún signo de nerviosismo. Pasó la mirada por cada uno de los presentes dedicándole a cada uno los segundos necesarios para plantearse quién sería conjurado o qué planeaban, bebiendo un segundo sorbo de su copa.

Se acercó a Ares, lugar donde ahora mismo se sentía segura y quería estar, sentándose al lado del guerrero con una amplia sonrisa. La diestra dejaba la copa en el suelo, a su lado lo suficientemente cerca para que ambos si quisieran pudieran beber de ella, mientras que la zurda aprovechaba el torso desnudo para recorrerlo. Sólo dos dedos, el índice y el corazón, simulando unas piernas que lentamente caminaban desde el ombligo, pasando por los abdominales y frenando en la base del cuello, donde acarició con delicadeza la piel.

Caronte, el barquero, se había llevado a Asclepio rumbo al inframundo al haberse llevado la mayor cantidad de votos del primer día. Su marcha le entristeció y se sentió un tanto dolida, pero ya nada se podía hacer. Había comenzado la noche y los ánimos de la gente habían vuelto, en cierta medida, a la normalidad, tal y como comentaba Eris. No obstante, era patente que las miradas habían cambiado tornándose oscuras y desconfiadas y que poco se podía hacer para ayudar a mantener el buen ambiente y armonía que tanto anhelaba Hestia. El veneno había actuado lo quisieran reconocer o no.

- Eris, cariño. Ya sé que te divierte sobremanera está situación pero no lo hagas ver de forma evidente ante todos... comentó un tanto preocupada y a modo de reproche cariñoso.

- Lo de hoy ha sido una clara victoria para Poseidón y sus posibles aliados, siendo los resultados visibles a simple vista. Nuestro padre Zeus desconfía de todos nosotros y afirma que hay conjuros, cosa que creo. Durante todo el día no hemos dejado de sacar a relucir viejas rencillas e incrementar la tensión y evidenciar que no estamos unidos. finalizó dando un suspiro y tratando de pensar como podrian afrontar el problema de una forma más suave y calmada. ¿Había empezado una nueva Guerra Olímpica? No quería ni pensar en ello. Sea como sea, ayudadme a recoger la mesa e intentad no discutir salvo que sea estrictamente necesario. Mañana cuando tengamos que volver a votar, ya argumentaremos el por qué de nuestros votos con tranquilidad y buenas formas. ¿No os parece? Sabía que sus palabras podrían sonar vacías pero le violentaba mucho tener que pasar por todo aquello y ver que la unidad y armonía se estaba desquebrajando a medida que pasaban las horas. Lo que pensaba que sería una reunión familiar divertida y amena, pese a los típicos roces de los más "juguetones", como le gustaba llamarlos, se estaba volviendo algo duro y desagradabe. 

Entonces miró a los allí reunidos con cierta ternura y desasosiego. ¿Entre ellos había conjuros que querían romper la armonía y unidad que tanto les había costado conseguir y mantener? ¿Por qué motivo? Afrodita, pese a ser totalmente opuesta a Hestia, actuaba con normalidad flirteando con Ares, que tenía su aire jactancioso y altanero como buen dios de la guerra que era. Pan y Dionisos, más de lo mismo, dados a la bebida y a divertirse, nada fuera de lo normal. Eris era Eris...siempre había sido así y ya estaba acostumbrada. Su hermana Hera era más oscura, celosa y calculadora pero ¿Que ganaría con todo aquello? Hefesto acababa de hacerle una magnífica obra de arte a Atenea, digna del Dios del fuego y la fragua. Su querido Hermes, aún no había podido escucharle hablar de sus viajes que tanto la entretenían y le emocionaba escuchar pero seguía siendo él...  y así podría haberlos enumerado uno a uno ¿Que había cambiado? ¿No eran los de siempre? ¿Quienes eran los traidores a padre?

La votación salió a favor del hijo de Apolo, a nadie pareció sorprenderle tras ver el desarrollo de los hechos, escuchó a su hijo Ares - Os agradezco el voto en contra de Asclepio, pero no acabo de verle como uno de los conjurados, esperemos que la intuición de la mayoría no haya fallado. - dijo algo preocupada - No desaprovechemos la noche, pues no sabemos cual va a ser el movimiento ahora de los conjurados, puede que alguno de nosotros solo tenga la oportunidad de hablar ahora. - dijo mirando a todos.

¿Alguien tiene alguna acusación formal? De no ser así tendremos que volver a guiarnos por instinto y ahora mismo eso va a cobrarse la ida de muchos inocentes. - dijo mientras repasaba mentalmente lo acontecido ese día.

Ares se relajó al sentir cómo Afrodita recorría su torso desnudo con dos únicos dedos. Era un tacto suave y relajante, capaz de evadir por completo al dios de la guerra de todas las discusiones que estaban manteniendo los dioses. Mientras daba un trago de la copa de la que Afrodita bebía, el belicoso dios se preguntó qué pensaría Hefesto. "Como si eso hubiera importado alguna vez" se dijo para sus adentros, con malicia.

Sin embargo, bastó con que un solo dios comenzase a hablar para que Ares se enfureciera. Había dos clases de dioses a los que no soportaba: los mentirosos y los idiotas, y el dios al que estaba escuchando hablar siempre le había parecido ambas.

-Himeneo, pequeño lerdo, ¿podrías repetirnos por qué votaste a Eros? -preguntó el dios de la guerra, de mala gana-. Es curioso ver cómo te haces el inocentón, tiras la piedra y escondes la mano. Pero a mí no me la das, chico.

- Vaya Ares, deberías intentar calmarte, podrías morir de un disgusto si sigues así. - Me detengo un segundo, dándome cuenta lo que dije. - Pensándolo mejor, ¡ATACALO ARES! ¡ATACA COMO UN PERRO RABIOSO! JA JA JA JA. La verdad es que encontrar razones bien justificadas de porque votar a alguien es muy difícil, aunque hay algunas que realmente son muy tontas, como la de nuestro amigo Helios. -

- Dicho eso, quiero que sepas madre, que aun contarás con mi voto, ya que tu actitud no deja de ser sospechosa, por muchos que vayan al Tártaro antes que tú. Creo que hoy perdimos la oportunidad de sacarnos las sospechas de alguien de más peso que Asclepio, pero esa es mi opinión. El único en el que realmente confío es en (Zeus, párteme con un rayo si tienes algo de misericordia) Ares. - En ese momento, un pensamiento cruza mi cabeza y se me escapa una sonrisa irónica.

- Cosa curiosa. Mi esposa, que no puede contenerse ni en público de demostrar que es infiel, debe tenérsela jurada a Zeus y Hera por haberla casado conmigo. Sin duda es algo que has maldecido toda tu vida, que te hayan casado con un deforme como yo. Apuesto a que cada día la vergüenza te corroe por dentro al despertar, puesto que me desprecias tanto. Eso sería combustible suficiente para incendiar todo el Olimpo, creo yo. Y no digo esto por venganza, ya que, repito, por alguna razón estúpida confío en el maldito Ares, pero es que junto con Hera, su aporte suma un castigador gran total de nada... -

Finalmente el barquero se había llevado a Asclepio y en mi mente se arremolinaban pensamientos entrecruzados. -No sé si Asclepio sea o no un traidor pero sin lugar a duda su jugada de quitar el auto-voto  y dárselo a quien tuviera más votos después de él fue sin lugar a duda una jugada aborrecible. En ningún momento le importo que estuviéramos buscando a los posibles traidores, el solo quiso pisar la cabeza de cualquiera para salvarse el mismo.- Ese accionar del dios de la medicina hacia que sintiera justa su expulsión del Olimpo y su encierro en el tártaro, sin embargo nada me decía a ciencia cierta si él era o no un perjuro.

-Mañana nos tocara otra jornada oscura, espero que este maldito juego de tronos termine de una buena vez por todas.- 

Si él era inocente ese comentario es muy idiota, hermanastro. La posibilidad de que caiga un inocente es mejor que la seguridad de que cae un inocente. Heracles, te estás luciendo. Aunque a mi me da igual. Si yo controlase a los conjurados te llevaría por delante. Dices tantas tonterías y acusas a tanta gente que sería lo que más caos provocase

Eso suponiendo que tú no seas de ellos.

Dionisos atestiguó con cierta decepción la partida de Asclepio, puesto que como se dedicó a dejar en claro sus principales sospechas caían sobre la reina consorte, no obstante confiaba en que, si lo que había dicho el dios de la luz solar era cierto, tarde o temprano alguien traería de vuelta al médico divino...o que este volvería por su cuenta.

Se dedicó entonces a seguir con su fiesta semi-privada y no porque estuviese cerrada a los otros precisamente, evitando el ayudar a Hestia pese a la posibilidad de una nueva colleja solo porque el orden le era tan antinatural a él como a Ares la paz. Hablando de este, su encuentro con afrodita tardó menos que Hefesto reconociendo su propia corona de astas, qué hombre aquel, pero sin duda fue más lento que la lengua viperina de la discorde, esa que no tuvo reparos en poner picor a la situación desde su peculiar perspectiva y, como no, buscar el dulce regusto etílico que solo las palabras del mítico borracho podrían brindar a su plática.

— Si apostaremos, manzanita, hay que hacerlo a lo grande — Baco sonrió abiertamente — Yo me la juego a que no paso de esta noche...¿o reto? — la velocidad de esparcimiento de su concentración solo era típica de alguien muy tomado, de uno que era impertinente, como ya había demostrado ser él, más un borracho siempre dirá la verdad, aunque a su modo — Bah... como sea, lo que estoy intentando decir es que, si sigo aquí mañana, les mostraré algo interesante a todos: mi habilidad — repentinamente la expresión de Dionisos cambió a una mucho más seria y compuesta, aguda, severa. Retadora. Como si su faceta alcoholizada fuese solo un acto para enseñar a los otros o una simple distracción para él mismo.

— Claro que eres libre de no creerme, Eris, y de paso extiendo esto a todos los que quieran escuchar. Si nada me ocurre durante las horas en que Nyx impera mañana añadiré un poco de sabor a esta mezcla homogénea de lenguas, pero si por algún motivo llego a despertar en otro lado igual les daré de qué hablar — aseguró — Hera, aun no confío en ti y sin importar lo que digan tus babies planeo llevar mi acusación tan lejos como "ellos" me lo permitan, y con "ellos" me refiero a los conjurados, no a tus babies, claro, así que recomiendo a todos los demás que se tomen a estas palabras y a su destinataria en cuenta si es que al salir de nuevo el sol ya no puedo pronunciar otra cosa aquí, lo mismo si se me ignora de forma tajante, y resulta que misteriosamente no pueda ya usar mi habilidad — se giró entonces hacia Pan, donde descansaba su olvidado cetro de vides — ¡Atentos he dicho! que pienso presionar a la suerte tal y como Asclepio hizo, pero a diferencia del hijo de Apolo yo pido a cambio algo más que confianza y buen discernimiento de parte suya: QUIERO QUE ESTÉN ALERTA, QUE VEAN MÁS ALLÁ, porque así como enuncio mi postura contra la diosa de los celos también estoy mostrando desnudo y jugoso mi cuello ante los que conspiran, los que podrían aprovechar un malentendido y condenar no a uno, sino a dos leales de forma simultánea. —

Lleno de inusitado furor, Dionisos se dejó caer al piso y suspiró hondamente, buscando con tal acción dejar salir mucho del fuego que había ido almacenando. 

— ¿Ahora si me darás manzanas, Eris, o también quieres que te invite al bacanal que estamos preparando? Venga, todos pueden unirse... — y con esto la voz mareada y los ojos ausentes fueron retornando al ebrio más pronto que tarde, devolviéndole el aspecto de hombre peligrosamente intoxicado al tiempo que comenzaba a cantar:

A mi me gusta el pimpiririm pim pim
de la bota al final pampararam pam pam
A mi me gusta el pimpiririm pim pim
de la bota al final pampararam pam pam

Con el pimpiririm pim pim
Con el pampararam pam pam
El que no beba vino, será un animal
será un animal ~

¿Mis acusaciones Eris? dime a quien he acusado y si en algún momento le he hecho solo por capricho como lo hiciste tu, solo faltó que una sola persona te contradiga como para que sea candidata a ser enviada al Tártaro. Tu lógica es el caos y te regodeas en el mismo, dudo que tu interés sea encontrar a los traidores ya que estás en tu elemento. Toda esta instiga y desorden debe ser para ti un deleite.- Sabia que de ahora en más tendría un voto por parte de Eris en futuras votaciones, sin embargo no estaba en mi naturaleza quedarme callado.

Hebe miro a Temis y escuchó sin asombro y con alivio el nombre que salió de sus labios. La visión de Caronte la turbó, como diosa no debería verlo en la vida y al permanecer siempre en el Olimpo tampoco era esperable verlo en otra circunstancia, hasta ahora. Cuando Asclepio le dio la mano y desaparecieron, la joven apretó los labios y se alejó, no creía que él fuese uno de los conjurados pero en el fondo era un poco egoísta, mejor el dios de la medicina que su madre. Entonces tuvo un presentimiento, o un pálpito, o una intuición, siendo el ámbito de sus poderes el que era, quizás...

La áspera voz de Ares interrumpió sus pensamientos y rodó los ojos, Hera no había sido muy afectuosa con los nombrados, lo raro era que no la hubiesen votado más de los presentes. Los ojos de la joven miraron a su esposo y comenzó a acercarse a él para pasar la noche a su lado.

Las palabras de Himeneo la intrigaron pero las de Eris la confundieron mas. Los dioses siguieron hablando, unos aclararon cosas y otros las oscurecieron, cuando hubo un pequeño silencio aprovechó para preguntar lo que no le cuadraba.

-Eris ¿quién es el señor de las tormentas?

Mientras hablaba comenzó a ayudar a su tía Hestia a recoger, por hacer algo mundano y estar entretenida, estaba inquieta ahora que se acercaba la noche y deseaba poder no dormir y así velar el sueño de su familia. Cuando pasó cerca de Pan le cogió la copa de su mano y la vació de un trago, luego se la devolvió como si no hubiese pasado nada.

-Hay que dejar todo limpio -le susurró con una sonrisa.

Estaba intentando alejar el fantasma del miedo, no quería ser una víctima de los conjurados, no tan joven, no con tanto por vivir aún.

Querida, tu juventud te delata. En este caso es obvio que me refiero al tito. Dios del Mar, las tormentas marinas y los terremotos. No entremos a debate con los dioses tan menores que ni siquiera se encuentran aquí

Hermes sintió la partida de Asclepio, mientras este tomaba la mano del Caronte no pudo evitar los recuerdos de cuando ayudo a mantenerlo con vida cuando este era muy pequeño, también se preguntó por lo que debería sentir Apolo uno de sus grandes amigos al perder a su hijo ante la decisión de la mayoría.

Después de sobreponerse a estos recuerdos Hermes se comenzó se movió rápidamente entre la multitud de Dioses. Semidioses e Inmortales del lugar para posesionarse justo al lado de Ares,

- las votaciones eran por intuición, y pues muchos tenemos algún resentimiento, espero que poco a poco los conjurados vayan cometiendo errores y así poder acabar con las Amenazas contra nuestro Padre.

Después de esto aprovecho la oportunidad y su velocidad para acercarse a dar un saludo a Iris y Hestia pues tenía un rato ya sin verlas.

Termino sus movimientos quedando a un costado de Apolo y apoyando la mano derecha en el hombro de este, pues la amistad de estos iba más allá y sabía que un gesto así decía más que mil palabras para mostrar el apoyo tras el destino que había sufrido su hijo.