Partida Rol por web

La mañana se alzaba con un frío helador, y no hubo grito alguno que os despertara, como sucediera ayer… tan solo silencio. Como cuando muere el músico de una orquesta y los acordes se llenan de silencios en pentagramas en blanco, tan solo el silbido del viento a vuestro lado, recordando aquel gélido abrazo una y otra vez.

Sobre el suelo un cuerpo tendido, semidesnudo esta vez, tan solo el torso había sido desprovisto de cualquier atuendo…

Con un afilado rastro de profundas heridas se alzaba un epígrafe en su espalda que dejaba que un rastro inmenso de sangre nacer bajo su pecho… haciéndoos sabedores de que aquellas heridas marcaban aquellas letras a través de su ser…

Unas letras que se grabarían en la mente de muchos, mientras los ojos en blanco de Eko, miraban a un horizonte plagado de su propia sangre, tiñendo de rojos y escarlatas cualquier zona a su paso.

“Herederos del último legado, ha llegado la hora de la venganza”

Un mensaje que se postraba sobre las espaldas de Eko, mientras que su mano ya inerte en la noche busco cobijo en alguien cercano, y solo encontró el calor de su propia sangre… y dejó de respirar mezclando su propia sangre con un hilo de lágrimas, que le recordarían la soledad, pues su propia sangre se alzaba de nuevo cerca de él… entre sus manos, otra vez…

Las piernas de Eko, se encontraban aprisionadas entre miles de cadenas, haciéndolo una presa fácil, y ahora que la sangre comenzaba a secarse visteis como de nuevo su garganta fue sajada, al igual que sus ojos velados, por una amarga maldición….

Ahora empezaba un cuarto día, mientras aquellas letras calaban muy dentro de vuestro ser, letras que manchaban cualquier papel, con un recuerdo amargo, el recuerdo del ayer…

Fue un intenso silencio lo que me despertó en esta ocasión, creciendo en mi estómago como una carencia, un vacío que provocaba un agujero, una ausencia cercana que se mezclaba con el olor metálico de la sangre.

Abrí los ojos despacio, acostumbrando mi mirada a la luz, antes de mirar a mi alrededor, analizando la sala y buscando el origen del olor. Cuando vi el cuerpo de Eko mis ojos se abrieron del todo y se oscurecieron mientras empezaba a sentir la ira crecer en mi interior. Apreté los dientes y los puños al empezar a acercarme a él y me arrodillé a su lado. Leí el mensaje en su espalda, pero estaba demasiado enfadada como para sentirme amenazada por él y me limité a girar su cuerpo, tapando ese mensaje y mostrando con mi gesto que no me interesaba lo que tuvieran que decir. Respiré con fuerza por la nariz y con la mano tapé delicadamente sus ojos, dejando que mis dedos se deslizasen después por su mejilla, con una caricia de despedida.

Después aparté mi mirada de su cuerpo y me levanté, sin importarme haberme manchado las manos o las rodillas con su sangre. Me aparté de todos, todavía con las mandíbulas apretadas y tratando de respirar con normalidad, reorganizando todos mis planes en mi cabeza.

Mientras que os dignabais a hablar, las heridas de vuestros tobillos os volvían a escocer, dejando una nueva huella una nueva mella esta vez...

Al menos había dolor de nuevo, tras ese frío glaciar...

Marceline se levantó agitada. Tenía la sensación que el sueño había venido y se había ido antes que en las otras ocasiones, y eso había alterado sus bioritmos. Ayer sólo había la duda de si habían logrado proteger a la víctima de los traidores, hoy además iban a necesitar un nombre. No le preocupaba su vida en las votaciones, pero si que pudieran cometer otro grave error como con Gabriel, y que esta vez no pudieran remediarlo. Y aunque logró apretar los dientes para no soltar la lengua, su mente no pudo reprimir de soltar un "Puta mier..." al ver el cadáver de Eko.

Eso no iba a poner las cosa fáciles en el día de hoy. Aunque para ella, poca cosa más podía hacer que cumplir con el último deseo - de momento - de Eko. - Nos vengaremos Eko, y espero que tú puedas alcanzar ser parte de esta venganza.

Andrew se despierta despacio, disfrutando de seguir con vida un día más. Mira a Alexia y a Poron y sonríe al verlos bien. Pero su sonrisa pronto desaparece al ver el cuerpo de Eko. Su expresión cambia de golpe. Los ojos del joven se humedecen y una gran tristeza aparece en su rostro.

-No... Da unos pasos hacia el cuerpo mientras una lágrima silenciosa cae por su rostro. Porqué? Porqué tú? No tiene sentido... Aparta la mirada de Eko, incapaz de seguir viendo aquellos ojos ya sin vida. Lo siento... Eko... Yannick... Yo...No pude protegerle.

Le había fallado a su mejor amigo. No pudo proteger a Valfar y tampoco ha podido proteger ahora a Eko. Pero entonces una chispa de esperanza aparece en los ojos del rubio. Tetsuo, tú puedes arreglar esto. Si no puedes traer de vuelta a Valfar al menos hazlo con Eko. Él es inocente, lo han matado los asesinos. Tienes que hacerlo!

Veo el cadaver de Eko envuelto en su propia sangre...- Maldición...-le doy una rápida miranda a Tetsuo y comprendí que solo había que esperar para que volviera... eso me tranquilizó.

Luego me giro y me dirijo directamente a Yormund y le pregunto: -¿y?... cuéntame... estoy seguro que algo tienes que decir no?- luego de preguntar, me quedo mirándole fijamente esperando su respuesta.

Tras despertar, vio con impotencia quien era el caído este día. El silencio de su muerte apretó su pecho. No tenía mucho que decir, ni que pensar, puesto que sus acciones estaban claras. 

Camino en silencio hacia Eko, asintiendo a las palabras de Andrew. Se arrodillo junto al cuerpo de Eko, examinando su anatomía mientras llevaba la mano diestra a la empuñadura de su katana. Era la primera vez que usaría su nuevo poder, y no estaba seguro del todo como resultaría. Cerró los ojos, y se dejo llevar, dejando que sus instintos guiaran el poder para traer a la vida a Eko.

Asiento ante las palabras de Andrew. 

-Con él no te arriesgas a errar. Qué no te asalten las dudas de ayer.- Aunque estuviera vinculado en su momento a Selee, parece que no jugaban para el mismo equipo.-Con Syd, puede que no lo tuvieras claro, pero Eko, ha demostrado con su habilidad de que lado está.

Distraídamente me rasco el tobillo.

- Pues...sí. Estaba pensando...- Continuo rascando el nuevo dolor.-... que me parecía raro que los traidores no atacasen a los que ya habían muerto una vez. A mi me parece lo más rentable, pero no voy a entrar en detalles, estoy seguro que cualquiera de vosotros puede intuir por qué. Pero... empiezo a creer, que sólo les hace falta que cada uno de nosotros muera una vez. Aunque resucite gente, su nombre sigue marcado en nuestra piel. No quiero saber que puede pasar cuando todos pasemos por el patíbulo al menos un viaje, aunque intuyo que es su forma de ganar esta batalla.

Megan se levanta y ve que Tetsuo sigue vivo, cosa que le alegra aunque él parecía evitar el contacto. Observa la situación cuidadosamente y allí es cuando lo ve. La víctima de esta noche era Eko. ¿Cómo podía haber ocurrido esto? Lo ataron con cadenas y nadie logró escucharlo.

Ella se mantiene aparte y sola, pues necesitaba pensar un poco, cuando el dolor en su tobillo se hace fuerte. Creía haberse acostumbrado al ardor pero esta vez es diferente. Ver a Eko allí, entender todo lo que estaba sucediendo, ver la actitud de Azhariel frente al hijo de su amigo, todo eso estalló algo en su interior, algo que ella nunca creyó sentir desde ese día que decidió enterrar su parte humana. Una gran angustia invadió su corazón y una gran tristeza hizo mella de su dureza. Un centenar de lágrimas hacen que caiga al suelo, llorando inconsolable. No sabía exactamente lo que sucedía pero no podía parar de llorar. Era como si esa pequeña niña que un día fue, estuviera pidiendo a gritos salir y desahogar todo el dolor que había guardado durante años.

La grovehn se abraza buscando algo de calor en sí misma y comienza a revivir la muerte de sus padres, sus años de sacrificio y cómo había sufrido en silencio, todo por no mostrar su humanidad a la gente. Tantos años huyendo, tantos años sola y apartada de los suyos, creyendo ser invisible para el mundo, añorando los brazos de un madre y el cariño de una madre. Volvía a sentirse como una niña asustada otra vez, como una pequeña que había perdido la esperanza. Pasa sus manos por su cabello con cierta violencia e intenta calmarse, no sabe qué le sucede pero trata de mirar al presente, de buscar reconfortarse en lo que ha logrado. Su respiración agitada y un gruñido suave muestran su desesperación, mientras el ardor de su tobillo pasa y con ello, el desboque desenfrenado de emociones.

Obsevé desconcertada el cadáver de Eko. No podía entender por qué, por qué él. No es que le tuviera especial aprecio, pero era otra muerte más en nuestra contra.

-Veamos. Creo que por ahora estamos perdiendo esta batalla, pero aún tenemos ases en la manga. A los que han muerto claramente a manos de los traidores creo podemos tildarlos de inocentes (o al menos, de no traidores, pues hay casos peligrosos como el de Zagam). Y cuando digo que han muerto claramente a manos de los traidores es porque han muerto sólo ellos esa noche. Sabemos que ellos sólo pueden acabar con uno por día, por lo tanto si muere más de una persona en una noche, es porque otro bando ha interferido también, y  en ese caso no podemos estar seguros.

Lo que debemos hacer -dije, recorriendo a todos con la mirada- es proteger a Tetsuo para que siga trayendo de vuelta a quienes sabemos inocentes, tal como yo fui protegida el primer día -esperé que mis palabras llegaran a la persona adecuada... Si es que seguía con vida.

El sueño nos engulló mucho antes de lo previsto interrumpiendo de forma abrupta pensamientos, conversaciones más o menos agradables y acciones. Lógicamente muchas cosas se quedaron en el aire al no poder ser concretadas. Especialmente el coqueteo de Gabriel  y la pelirroja, la promesa del rubito hacia Eko, o mi ofrecimiento de alcohol a Alexia.

No recordé cuando me dormí, pero al levantarme tenía un ligero de cabeza y la boca un poco pastosa, fruto posiblemente de la ingesta del alcohol, pero nada digno de mención.  Me costó bastante incorporarme, paladeé constantemente intentando tener saliva para hoy ya que por alguna razón u otra el día anterior hablé bastante, demasiado dirían algunos y especialmente algunas.

Froté con mis dedos ambos ojos para despejarme, y en ese preciso instante escuché algunas voces bastante alteradas sin llegar a comprender muy bien que sucedí me levanté para averiguar algo.

- ¿Se puede saber qué diablos… ? - No llegué a terminar la frase cuando mis ojos se fijaron en el cuerpo, algo no extraño, ya que de cuatro días que llevamos aquí habíamos visto varios cadáveres. Lo realmente sorprendente fue la identidad del mismo, el vaquero, hijo de uno de los supervivientes de la primera reunión, Eko Létang, y su muerte en sí fue bastante extraña, como si hubiera sido encadenado y torturado.

Su muerte no dejó a nadie indiferente, y afectó especialmente algunos, miedo en Megan, impotencia en Andrew, Ira en Zyllah. ¿Y yo qué sentía en aquel momento? No lo sabía con certeza, me quedé bloqueado, con los ojos abiertos, mi sangre debería estar bastante espesa porque me era imposible reaccionar.  

Después de unos segundos que me parecieron eternos, sentía fluir nuevamente la sangre, abrí la boca para decir algo pero solamente pude emitir un amargo silencio. No se me ocurría nada que decir al respecto, así que me lo ahorré, más de uno me lo agradeceria, eso seguro.

Apreté con fuerza los dos puños marcando de forma notoria alguna que otra vena en ellos, una mueca de rabia se dibujó en mi rostro, tenía que mantener el control sobre mí mismo.

“Cálmate Liam, ahora no, contrólate”  Me repetía a mí mismo continuamente, no podía liarla, no era el momento.

Entonces el asiático se acercó al caído, y recordé que dijo tener la capacidad de resucitar a alguien. Lo entendí, Syd tendría que esperar. Observé a Zyllah, aquella muerte le habría supuesto un duro golpe, no era muy difícil suponerlo, pese a las diferencias que ambos habrían tenido se notaba que existía un vínculo.  

La observé un poco más, pero desistí, me parecía conveniente dejarla sola, y mi presencia no haría otra cosa más que incomodarla. Finalmente me aparté de todos, no iba hacer o decir nada de utilidad, y lo más importante ya estaba dicho, además tenía mucho en que pensar.

Demasiado oportunas habían sido aquellas niñas. Cómo cada noche, ellas aparecían allí para sumirlos en inquietantes sueños de los cuales ellos no podían escapar. Para Ira todo se volvió negro, y lo último que recordaba era la compañía de Gabriel.

Un haz de luz golpeó sus ojos con brusquedad, provocando que ella moviese la cabeza levemente, cómo buscando el “protegerse”, pero algo la obligó a desperezarse y no fue el olor férreo, si no algo aún más inquietante. Su cabeza estaba reposaba sobre el cuerpo de Gabriel, al igual que una de sus mano ¿Cómo había acabado allí? Se llevó la mano a la cabeza, aún confusa, mientras levantaba de forma lenta hasta quedar sentada sobre aquel frío suelo que les servía de cama. Fue entonces cuando tuvo un pequeño “alumbramiento”, la noche anterior cuando esas pequeñas habían aparecido, ellos estaban hablando. Sin poder evitarlo, rodó los ojos lentamente mientras acariciaba el cuello sorprendida, pues esa mañana no sentía ningún tipo de molestia, al menos en esa zona. Con ello no quería decir que le había “gustado” el desenlace, pues cualquier cercanía cariñosa era vomitivo para la pelirroja.

Mientras salía de su aturdimiento movió la cabeza de manera lenta sobre la sala, quizás el haber tardado en despertase fue la razón por la que a la primera que vio fue a Megan dominada por las lágrimas y el miedo, no entendía el por qué, pero pronto esa duda fue resuelta. Ante sus ojos apareció el cuerpo de Eko, y una mueca de disgusto se marcó en su rotro. Cada noche era igual, uno más caía... Y lo que más la inquietaba era que en cualquier momento podría ser ella ¿Y en ese momento? No podría defenderse, no podría hacer nada por evitar a la muerte. Su puño se cerró con fuerza, mostrándose disgustada ¿Cuanto más duraría aquel juego? Estaba cansada ya.

-Otro más...-Soltando un pesado suspiro se dejó caer sobre la pared, encogiendo las piernas contra el pecho, para después posar los brazos en las rodillas. Durante todo ese tiempo sus ojos no se habían apartado de los presentes. Cada cual tenía su reacción y por más que los analizaba no los llegaba a entender.

Ira miró a Gabriel unos instantes, pero después dejó que su mirada se perdiese en la profundidad de la sala, escuchando de fondo las conversaciones. Demasiada calma era aquella, pero algo la rompió. De los labios de la joven salió un chillido de dolor, mientras llevaba sus manos al tobillo, apretándolo con fuerza. El dolor se volvió casi insoportable, era cómo si la quemasen lentamente, llegando a lo más hondo. La respiración de la Grovehn, empezó a volverse pesada y agitada por unos segundos. ”Siente dolor... Y será que sigues viva, Ira”

Hacía mucho frío. Ivhone, todavía medio dormida, se arrebujó en la chaqueta que llevaba prestada y se dio la vuelta, intentando recuperar el sueño que poco a poco empezaba a evaporarse. 

Escuchó voces que llegaban arrastradas por el aire. Pero no quería despertar... Cada mañana era igual y la impotencia iba creciendo en los corazones de todos. No quería enfrentarse a las miradas de dolor, ni a las miradas cargadas de odio y de rabia... Quería dormir hasta que todo eso terminara...

Pero de nuevo el dolor de su tobillo arrancó un gemido de sus labios. Sus ojos se abrieron y se incorporó, llevando ambas manos a las botas y arrancándose la que protegía el tatuaje. Lo miró con los ojos entelados y empezó a frotárselo, como si de esa forma pudiera arrancárselo.

Entonces levantó la mirada y recorrió el lugar, hasta detenerse en el cuerpo caído de Eko... - ¿Eko...? - Su rostro palideció y se encogió ligeramente. Se sentía mal, el día anterior él se disculpó, pero su orgullo hizo que le ignorara y ahora...  - Pero... ¿Por qué...? No... No lo entiendo... - Dirigió su mirada avergonzada hacia Tetsuo, casi disculpándose por haber creído que él sería la próxima víctima... Volvió a calzarse la bota y se incorporó. Los primeros pasos que dio, fueron medio encorvada, como si su cuerpo fuera recuperando poco a poco el calor perdido. Había estado durmiendo muy pegada a los cristales y el frío de la mañana había calado en sus huesos. Shia apareció por su escote y trepó por su cuello hasta prenderse del cabello castaño. Parecía estar observando todo lo que ocurría a su alrededor, como si quisiera averiguar qué podía haber turbado a Ivhone. 

Se detuvo al ver a Tetsuo acercarse Eko y pestañeó un par de veces. De fondo escuchaba los sollozos de Megan y se volvió a mirarla, confundida... Se sentía como si estuviera atrapada en una pesadilla y por mucho que corriera no consiguiera escapar de sus frías garras. 

Hasta entonces no había mostrado ningún tipo de acercamiento hacia nadie. Le costaba muchísimo... Pero era el cuarto amanecer y cada vez quedaban menos... Había tenido alguna diferencia con Megan, pero aquello, al menos por parte de Ivhone, estaba olvidado. 

Se acercó a ella mientras sacaba un pañuelo tejido con la hebras que fabricaba Shia y se lo tendió a la Grovehn... No le dijo ni una palabra, no sabía qué decir ni cómo comportarse ante la mujer. 

Poron se desperezo con la llegada del nuevo día y para la desgracia de todos los allí presentes una nueva muerte, eso significaba un nuevo punzón en el tobillo, algo que ya había pasado por alto desde que el dolor le era familiar. El hijo del circo la pasada noche estuvo callado y somnoliento, tan solo asintió a su amigo Andrew cuando lo elogio por su poder y ni siquiera sonrió. Él estaba acostumbrado ha usarlo para entretener, usarlo por necesidad había pasado al pasado, desde que dejo esta ciudad en ruinas, pero era obvio que con la llegada a la ciudad y los recuerdos nuevamente se hacían fuerza así como el resto. Por lo que admitirlo era el primer y único paso.

Con sorpresa vio como era Eko el elegido por los asesinos esta noche. Poron de Old miro a su alrededor, esperando ver un segundo caído pero nunca sucedió, ¿Seria la cara pálida entonces su vinculo real y si fuera así, ¿Porque no callo? Agito su cabeza para negar ese simple hecho y se centro en la tragedia.

A su forma de verlo una gran perdida, por su gran poder, por lo que los asesinos habían sabido elegir a su victima. Por suerte, no contaban con que las palabras de Tetsuo fueran ciertas. Y sus gestos así lo atestiguaban.

-¿Alexia has podido ver el potencial de Eko?-Pregunto sin tapujos a su amiga, parándose un segundo en su animal para saludarlo con la mano poniéndose a su altura.

Después se dirigió directamente al oriental.
-La chica de pelo de chicle tiene razón, siempre vamos por un paso por delante con el simple echo de que podemos hacer regresar a las personas importantes ,con poderes como el tuyo Tetsuo. Pero tengo una pregunta, ¿Puesto que este no era tu poder inicial cierto?-Se rasco el tobillo por primera vez.-Dinos, ¿Obtuviste ese nuevo poder al amanecer o tras el brillo del tatuaje? No creía muy importante que dijera cuando lo obtuvo, pero si tenia curiosidad y de seguro que no pondría en peligro a nadie, por aclarar ese hecho.

Y mientras esperaba una respuesta que tal vez nunca llegara. Repitió las palabras de Yormund

Cita:

-Yo también he pensado en eso, y espero que no sea cierto. Pero...-Quedo pensativo, sin saber que palabras usar para expresarse.

-Pero es probable.-Termino la frase de Poron.- Si no fuera así, habrían vuelto a atacar a Nil. No es nada personal, pero ya que has insinuado que yo he tenido algo que ver con la muerte de Eko, dejaré claro porque no soy a quién buscáis. Si yo fuera uno de los traidores, te hubiera matado por segunda vez la noche que admitiste que tu don era vigilar por las noches. Como ya has muerto una vez, no te podrían resucitar por tercera ocasión, eso es algo que alguno de los veteranos habéis contado. Sólo hay una segunda oportunidad. Asimismo, sólo tendrían que encontrar después al ladrón de dones, para asesinarlo dos veces y dejarnos ciegos respecto a lo que ocurre por las noches.  Por lo que dijo Vanna y que todas las noches sólo ha habido un cadáver, parece que sigue conservando el poder que te copió.

Me despierto lentamente, abriendo los ojos despacio con miedo de que, al hacerlo, volviera a ver el lugar a donde van aquellos que caen. No puedo evitar alegrarme durante un segundo de ver el techo del lugar donde estábamos encerrados, aunque fuera una vez más. 

Me pongo en pie y es entonces cuando me percato de que uno de nosotros está en el suelo, muerto. Era el primero que se había dirigido a mí tras mi regreso y, pese a todo lo que se había dicho de mí, sus palabras habían sido bastante más amables de lo que me hubiera esperado. No me agradaba absolutamente nada su muerte y mi rostro lo reflejaba.

Escucho lo que dicen los demás y me limito a contestar al aire. - Hombre... Que le hayan atacado por la noche demuestra que él esta en el bando de los inocentes, ¿no? Entonces es más que evidente que, siempre y cuando sea posible, habría que intentar que volviera como muchos otros hemos hecho, aunque no sé muy bien cómo funcionan vuestras habilidades. - Aún no me queda del todo claro quién es capaz de hacer qué. - No sé, de esta forma, todo volvería a ser como era anoche, y volveríamos a tener ventaja sobre los asesinos, ¿no?

Las palabras de Yormund me preocupan y me acerco a él. - Entonces... ¿sólo podemos volver a aquí una vez? - Mi voz tiembla un poco asustada al decir eso. - Hombre, tiene lógica, pero eso es una mierda... No me apetece desaparecer sin más... ¿Es por eso que no vi a Seele en aquel lugar? Sabía que había muerto, pero me extrañó no verla con el resto de caídos.

Me mantuve apartada de todos y en silencio, con la mirada perdida más allá del ventanal y el intrincado ramaje formado por el rosal que nos mantenía apresados, con sus espinas a modo de barrotes. La luz se iba elevando mientras me esforzaba por controlar mi respiración con los puños apretados. 

Un movimiento en el reflejo del cristal me hizo enfocar en él la mirada y pude ver a Tetsuo acercándose al cuerpo tendido de Eko. Me giré hacia él con un brillo esperanzado en los ojos, sin decir nada, tan sólo contemplando al oriental mientras se arrodillaba al lado del cuerpo. 

En silencio permanecí, sin prestar atención a los que se sorprendían al ver quién había caído, o a los que se fijaban en mí. El llanto de Megan me llamó la atención, esa joven siempre me había parecido muy fuerte. Pero tan sólo le dediqué una mirada antes de volver a fijarme en Tetsuo. 

Fue la voz de Zagam la que consiguió llamar mi atención y lo miré extrañada, arrugando el ceño. ¿Volver sólo una vez? ¿De dónde se había sacado eso? Me di cuenta de lo que había dicho Yormund y abrí la boca por primera vez en el día para aclararle ese punto. - Nadie ha dicho que sólo se pueda volver una vez. Mi madre murió dos veces y volvió, Azhariel también. Eso es una chorrada que no sé de dónde te has sacado. Deja de confundir a la gente. - Mi voz sonó mucho más cortante de lo habitual. Me costaba ser amable mientras controlaba el dolor que sentía.

Tras dedicarle estas palabras a Yormund volví a posar mi mirada en el oriental, esperando que terminase su trabajo, sin ser capaz de relajarme hasta averiguarlo.

Me desperté sobresaltada, no recordaba siquiera haberme dormido, en esta ocasión ocurrió sin avisar y antes de lo habitual, estaba desconcertada.  Lo último que de lo que podía hacer memoria era del ofrecimiento de Liam de un poco de vodka, que me habría venido estupendamente y luego... nada.

Me incorporé rápidamente repasando a todos con la vista, a ver quien faltaba, comprobé a Andrew y a Poron satisfecha de que estuvieran bien, Liam también lo estaba, y entonces vi a Eko. No conseguía entender que parámetros seguían para elegir a sus víctimas pues había otros más peligrosos que Eko, a no ser que ellos supieran algo que nosotros no.

Me acerqué lentamente al cuerpo de Eko, dónde Andrew, o más bien Azhariel, lamentaba la pérdida de su amigo y le pedía a Testuo que le trajera de vuelta. Testuo se arrodilló juanto al cuerpo y comenzó su trabajo, evidentemente Syd tendría que esperar. -Tranquilo- le dije a Andrew colocando una mano en su hombro- no estará fuera durante mucho tiempo, sólo hay que esperar- Me quedé a su lado hasta que oí a Poron hablarme, me aparté de Andrew, segura de que estaría bien.

- No lo he visto, lo siento, la última vez que pude hacerlo ví a Syd, pero no creo que sea necesario- señale con el pulgar hacia Tetsuo- creo que en este caso no cabe duda de que le tendremos aquí de vuelta pronto. -Dí una vuelta sobre mí misma, observando las expresiones de los demás, buscando una pista, algo que me indicara quién podía haber sido... pero no ví nada. La expresión de Zyllah denotaba que, aunque no lo expresara estaba afectada, aparentemente se llevaban mal pero era evidente que su relación era fuerte.

No podía hacer nada y escuchar las teorías de los demás, empezaba a estar mentalmente agotada de todo esto, suspiré hondo y me dirigía hacia Liam. -Creo que aceptaré tu oferta, me vendría bien un trago, de hecho necesitaría una buena borrachera, pero de momento bastará con un poco. -sonreí con picardía conseguir emborracharme con vodka era bastante difícil, en casa lo bebiamos sólo para entrar en calor.

-Es lo que he entendido de lo que lleváis dicho. Lo siento si os he malinterpretado.- Me disculpo a la espalda de Zhylla que es todo lo que nos dejaba ver a los demás. Ella había respetado mi duelo, yo respetaría el suyo, aunque solo fuese a durar unos instantes.- Si lo que ha dicho la señorita del látigo es cierto, y yo fuera uno de los traidores, me cortaría las venas yo mismo. Su objetivo va a tardar demasiado en completarse, su única oportunidad es que los que sois capaces de resucitar muertos, estéis convencidos de su inocencia.