Partida Rol por web

La mañana despertaba con la música aún en los oídos de Zyllah, un pequeño murmullo callado por un amplio alarido de dolor…

Rápidamente, alzáis todos vuestras miradas, y ante vosotros una danza macabra parece despertar.

Andrew no puede dejar de gritar mientras hunde sus dedos en su propia piel, como queriendo acabar con algo que lo hiere desde dentro, haciendo arder cada parte de su ser…

Poco a poco su piel se marchita, y deja que su interior quemado empiece a florecer, mientras un banco de niebla asciende desde los restos de su cuerpo, mientras su mirada se pierde aunque aún sus manos siguen buscando una salida a todo aquel dolor…

Finalmente, sus manos caen sobre su torso herido, y su mirada se pierde a la vez que su cabeza cae inerte sobre el frio suelo que deja un lienzo de sangre y quemazón alrededor.

Puede que la mayoría pensaseis que todo acababa allí, pero entonces, la luz de la mañana, rompió una figura engullida en la sombra de una de las esquinas.

Sobre uno de los bancos descansaba uno cuerpo, atado al asientos mientras la muerte pintaba todo su ser.

Su rostro enmarcado en un lecho de piel muerta, como corrupta antes de ser dominada por la muerte, dejaba descansar una cabeza degollada hacía atrás, hasta una posición en la que los huesos de su garganta astillados solían profusos, sin nada que los ocultase de vuestra miradas.

Su torso abierto como en plena operación, dejaba un abdomen vació de vísceras, y a cambio alguien había introducido el reloj de su dueño, esperando que aquel fuera la mejor caja para guardar aquel tesoro.

Su propio arpón atravesaba una de sus piernas atenazando su propia figura a la fría piedra de la pared.

Fuera quien fuese, el asesino de Gabriel, había disfrutado, con aquel baño de sangre y rencor.

Vuestro tobillo volvía a arder como cada mañana, como cada amanecer.

Y mientras un nuevo lienzo se pintaba con dolor en vuestra piel, veíais como Mêredy se balanceaba sonriente mientras sus dientes parecían teñidos de sangre, y sus manos intentaban ocultar alguna víscera que encharcaba el suelo a su alrededor.

Me desperté con un mal presentimiento, un grito rompió el silencio y me incorporé a toda velocidad, al olor habitual de la sangre se mezclaba algo más, olor a quemado. Busqué el origen del grito desgarrador y mis ojos se posaron en el cuerpo de Andrew que se retorcia de dolor como intentando arrancarse lo que le hería mientras el humo salía de su cuerpo, intenté acercarme para ayudarle pero Saskia no me lo permitió, caí de rodillas en el suelo sin poder dejar de mirarlo. La sangre se me congeló en las venas y el dolor me taladró el pecho mientras otro grito llegó hasta mis oidos cuando su cuerpo finalmente se quedó quieto. El sonido desesperado me taladraba los oidos y me molestaba, tan bloqueada como estaba tardé en darme cuenta de que, quien gritaba, era yo.  Las lágrimas caían de mis ojos sin control, la esperanza en el futuro que me había imaginado se desvanecía y el aire me faltaba en los pulmones, traté de respirar y cuando lo conseguí volví a gritar.

-¡Andrew, no!- gateé como pude hasta llegar a su lado, llorando sin parar. Sin importame que aún saliera algo de humo del cuerpo, comencé a farfullar incoherencias.- No, tú no. Me lo dijiste, dijiste que nos marchariamos de aquí juntos. No me puedes dejar.- Me agitaba hacia adelante y atrás hasta que levanté la mirada para encontrarme con los ojos tristes de Saskia, me colgué se su cuello y lloré.

Con el acre olor de aquel amanecer, el rostro triste de Tetsuo despertó, agarro su pelo con frustración, y entonces se alzó sobre sus pies.

Y fue hacía la silla en la que aún descansaba el cuerpo ajusticiado de Megan, y no pudo evitar que sus lágrimas empezaran a emerger. Alzó una de sus manos y acarició sus labios manchados con sangre seca y pensó en todo cuanto quisiera decirle antes de hacer lo que había decido para olvidar.

Sin poder romper el llanto se giró y miro la luz del sol, y desenvaino la katana de su oscuro guardia. Agachó su mirada, mientras sus labios despedían este mundo con un último vocablo japonés: - Mata ne…

Palabras arrastradas por el viento mientras un silencio rompía su propia piel, con fuerza apretó sus manos evitando el dolor, mientras sus ojos se escondían de cualquier sensación.

Guió el filo de su arma hacía arriba para acabar con un vaso principal, que precipitara aquella sensación.

Con acidez ya en sus labios, y languidez en su piel saco el arma de su interior, y con las manos manchadas de su propia sangre comenzó a andar.

Fue de nuevo junto a Megan, y apoyó su espalda contra la silla que guardaba su féretro, y mientras la sangre del japonés manchaba el suelo, y emborronaba su visión. En sus ojos rasgados, reconoció un aroma y un sueño que esbozaba una sonrisa en su rostro antes de caer, preso de la muerte, en verdad.

Su cuerpo caía dueño de la parca, mientras él pensaba besar a Megan en un sitio lejano a este lugar. Pero en verdad su alma se perdía condenada como todas aquellas almas, que se abocan a la muerte, presos de un corazón marchito y de un sentimiento de vació imposible de llenar.

Tetsuo, dejo un vacío en su alma, mientras su paso se cerraba en vuestras vidas, como un capitulo ya leído, como algo que nunca volverá a pesar de ser deseado, algo eterno en verdad.

La música sonaba en mis oídos mientras recuperaba lentamente la consciencia. - Genial... Me voy a quedar sin batería... - Pensé en un primer instante, antes de abrir los ojos y recordar el horror que nos recibía cada día. Un alarido entonces atravesó la nebulosa de mi duermevela, superponiéndose por encima de la música y mezclándose con el intenso olor metálico de la sangre. 

Abrí los ojos de golpe y miré a mi alrededor sobresaltada. Hice una mueca al ver a Andrew consumiéndose desde dentro y a Alexia intentando acercarse a él destrozada. Era una imagen desgarradora. Me saqué los auriculares de un tirón y recorrí la estancia con la mirada, hasta encontrar el cadáver de Gabriel, que observé con la indiferencia de quien lleva seis días despertando rodeada de gritos, sangre y dolor. Aunque lo del fuego era nuevo, eso era cierto.

Busqué a Eko con la mirada, asegurándome de que estaba bien y emití un suspiro quedo. No podía evitar sentirme aliviada por no haber sido yo, y me temía que cuanto más tiempo pasara y menos gente quedase, más aumentaría esa incertidumbre. Apagué el reproductor y lo guardé en el bolsillo mientras me levantaba, sujetando al pajarito de Eko y echándolo a volar con cuidado hacia él. 

Fue entonces cuando mis ojos buscaron a Tetsuo, esperando que trajese de vuelta a alguien como cada amanecer. Y en mi rostro se reflejó la sorpresa al ver al japonés utilizando su katana consigo mismo. Lo miré sin ser capaz de reaccionar durante varios segundos, anonadada. No entendía por qué había hecho eso si para reunirse con Megan lo único que debía hacer era traerla de vuelta. Parpadeé rápidamente mientras daba un par de pasos hacia él antes de detenerme cuando su cuerpo cayó sin vida. - ¿Pero qué...? ¿Por qué ha hecho eso? - Pregunté, sin dirigirme a nadie en concreto, empezando a asimilar lo que su pérdida significaría para todos nosotros. Mis ojos se tiñeron de preocupación mientras lo contemplaba y me dirigí a Marceline, intentando averiguar si todavía existía alguna posibilidad de recuperarlo. - ¿Ha llegado a tu mente? 

Marceline empezó a despertarse preguntándose quien habría muerto, si Liam o Annie. Era muy posible que además hubiera una víctima de los traidores, pero quería intentar pensar en la parte positiva. Como un golpe en el estómago, la realidad la golpeó muy duramente, mientras observaba horrorizada como Andrew ardía y se consumía por dentro. Miró desesperada a ver si había algún otro muerto, y lo había. Pero era Gabriel, con lo cual todo había salido terriblemente mal.

Cuando su cuerpo finalmente respondió, se acercó hacia una Alexia desconsolada. - De verdad que lo siento. No era la forma que mi hermano Kaldreade quería encontrarse allí abajo con Azhariel. No al menos desde que te conoció a ti. Vio que tu amor por Andrew era real y no quiso dañarlo. Aunque eso significara no poder decir todo lo que quería cara a cara con Azhariel, no quería que yo fuera culpable de que le pasara algo malo a Andrew y que me odiaras por ello. Pero independientemente que Kaldreade resuelva sus diferencias con Azhariel, mi hermano cuidará de Andrew hasta que pueda regresar.

Marceline se giró hacia Tetsuo. Al menos él había sobrevivido, y podría traer hoy de vuelta a Megan y estar juntos. Y cuando pudieran, harían regresar lo antes posible a Andrew. Pero entonces, la pesadilla decidió que aún debía alargarse. Sin motivo, sin sentido, Tetsuo se quitó la vida y Marceline volvió a quedar horrorizada, petrificada.

¡Estúpido! ¿!QUE HAS HECHO!? - Soltó cuando su cuerpo volvió a reaccionar, llevándose las manos a una cabeza que no podía parar de negar - ¿¡Por qué?! Ella no te lo perdonará jamás, jamás...  - dijo cuando su cuerpo se plantó delante de los cadáveres de Tetsuo y de Megan. Entonces, ante la pregunta de Zyllah, se giró con una mirada triste - No. ¡NO! Perdón. - Marceline aún estaba alterada y confundida, e intentó tranquilizarse. - Al igual que Verona o Jane, han ido a parar a un lugar fuera de mi control. No sé que ha pasado, que está pasando, pero hay que actuar ya y detener todo esto, antes que sea demasiado tarde. - ayer creía que esto hoy podría terminar. Ahora temía que estuvieran más cerca de perderlo todo.

Ayer fue un día movido, no era arriesgado suponer que el cambio de día iba a traer problemas graves y así fue. Desperté lo que en teoría tenía que ser el amanecer del sexto día, el sexto día en aquella prisión sin barrotes. Solo quedábamos la mitad, once.

Al abrir los ojos me di cuenta de que faltaban dos, al ser menos y teniendo en cuenta quienes eran, no fue complicado averiguar la identidad de los caídos, el rubito y Gabriel. Tenía que admitir que me caían bien, pese a que el "aprecio", por llamarlo de alguna forma, fuera unilateral. Después vi con desconcierto y sin terminar de comprender como el samurai se quitaba la vida, no lo entendía. Si alguien tenía pensado que aquel día sería tranquilo, estaba muy equivocado.

- ¿Pero qué?  Si la echaba de menos, ¿por qué cojones ha decidido hacer eso en lugar de traerla? - Pregunté al aire en actitud de reproche, no tenía sentido alguno, no lo comprendí.

Y fue ahora cuando me percaté de algo importante, al realidad que nos rodeaba. Ver a Alexia en ese estado, si su muerte fue un duro golpe ahora era peor, no se me ocurría como consolarla, y aunque yo sabía que con la muerte de Tetsuo él no podría regresar, no sería yo quien lo dijera.

Una mezcla de sentimientos encontrados surgía desde el fondo de mi ser, y una mueca de desagrado se dibujó en mi rostro. Me acerqué hasta la Eve con paso dudoso, por miedo al rechazo. Una vez detrás de ella, sin decir palabra alguna, la eché mi chupa de cuero encima de ella. Al lugar que iba no la necesitaría. Como no encontraba palabra alguna para poder aliviarle, me alejé de ella.

Mi hora se acercaba, sabía que mi final estaba cada vez más cerca, y por primera vez sentí que no tenía ganas de luchar. Saqué mi fiel compañero de peleas y lo empuñé. Estaba cansado, aceptaría mi destino fuera cual fuera. Hoy no tenía muchas ganas de malas palabras, el conflicto interno que estaba sufriendo era evidente, pero no pensaba suplicar por mi vida, es más, no era mi estilo, nunca lo fue y nunca lo sería. Después de todo era lo que estaba buscando, encontrar el descanso después de tanto tormento.

-Para ser Sempuppu está mal hecho...- comento indiferente.- ¿Porqué te importa, Alexia? No ha muerto ninguna de las personas que dijo que mataría, así que obviamente era un traidor y un mentiroso.- Andrew había muerto de una forma dolorosa y ahora se encontraría con quién le esperaba al otro lado.- Es una muesca más a la lista de traidores que te orbitaban.

Annie se estiró y bostezó, encendiéndose acto seguido uno de sus últimos cigarros, dando una profunda calada mientras observaba el panorama- Es una mañana preciosa. ¿No creéis? - dijo, esbozando una sonrisa. 

En cuanto Eko despertó los acontecimientos se sucedieron rápidamente. La muerte de Andrew, encontrar el cuerpo de Gabriel y, finalmente, el suicidio de Tetsuo. Eko observó esto último incrédulo, sin entender qué podría llevar al oriental a hacer algo así.

Luego permaneció expectante a la respuesta de Marceline, y la decepción cubrió su rostro cuando negó haberle recibido.

No dijo nada ante los comentarios de los demás. No tenía nada que aportar, ni ninguna explicación. Su pájaro, cuando Zyllah lo liberó, voló hacia él en cortos y rápidos trayectos, antes de posarse en su mano.

Y luego, cuando Annie comenzó a fumar tan tranquila, la observó con el ceño ligeramente fruncido.

- Dime una cosa. - Pidió con tranquilidad, antes de señalar el pitillo. - ¿Son los cigarros de Syd?

Me despierto, nuevamente sorprendido y aliviado por poder volver a abrir los ojos. Al menos es así hasta que escucho el grito desgarrador de un hombre. Se trataba de Andrew y algo extraño estaba pasando con él. Algo le estaba matando desde dentro y era, sin duda la imagen más terrible de cuantas había visto esos días. Habían habido muchas muertes horrorosas, pero, hasta ahora, sólo habíamos visto agonizar a quiene votábamos, además de la chica pelirrosa, pero su muerte no era comparable a esto. Miré, horrorizado, la escena. Poco podía hacer ninguno de los que estábamos allí.

Cuando todo terminó, me giré a los demás, asqueado, y sin hablar con nadie en concreto. - ¿Qué narices acaba de pasar? ¡Hasta ahora nadie había muerto así! ¿Acaso aún hay habilidades que no se han visto hasta ahora? No es que sepa qué es lo que todos los que estábamos aquí podíamos hacer... La verdad es que me pierdo bastante... Por poner un ejemplo, no sé si Alice, además de crear sospechas, era capaz de hacer algo más... Lo mismo me pasa con Ivhone. Pero esto... - señalo al ya cadáver de Andrew- Esto ya va más allá...

Es entonces cuando veo el segundo cadáver de la noche: Gabriel. En este caso, más que horrible, parecía de mal gustó la evidente tortura a la que había sido sometido. Me giré a Annie, dirigiéndome a ella con tono evidentemente molesto, ya que, pese a que le consideraba un tipo raro, Gabriel había sido el primero en creer y confiar en mí. - Esto tiene la firma de vuestro grupito... Encima te regodeas como si esto fuera un espectáculo.  Si lo que buscabas era que todos te fijáramos como nuestro objetivo, lo estás consiguiendo.

En ese momento, ocurre lo que nadie esperaba: Tetsuo decide quitarse la vida. No puedo evitar dejar escapar un grito: -¡No! -Pero ya es demasiado tarde. Se desploma en el suelo la única esperanza que tenían los caídos de volver... Me quedo en silencio, callado, pensando en por qié haría algo así, pero no me acerco a él. Dejo que sus más allegados sean quienes lo hagan.

Las lágrimas continuaban manando sin control de mis ojos, allí abrazada a mi hermana junto al cuerpo de Andrew el dolor no cesaba, Saskia se limitaba a esperar lamiendo mi hombro y tratando de hacerme sentir mejor, algo que no era posible. Noté un movimiento a mi lado pero ni me inmuté hasta que algo cayó sobre mis hombros, la cazadora de Liam, levanté la vista un poco pero ya se alejaba. Por más que lo intentaba no conseguía entenderle del todo.

Marceline se acercó a mi y sus palabras me aliviaron un poco, una parte de mi miedo era pensar en qué le esperaba al otro lado. -Gracias Marceline y agradeceselo también a Kaldreade. En cuanto a Andrew, dile por favor que aquí le espero.

No acababa de hablar cuando Tetuso se suicidó, al principio no asimilé lo que veía, pero cuando el razonamiento llegó hasta mi cerebro y Marceline reaccionó, fui consciente de las consecuencias. La miré aterrada esperando su respuesta, ahora sí que era definitivo, Andrew no volvería. Caí de nuevo al suelo, las fuerzas me fallaban y el pequeño resquicio que evitaba que me desmoronara del todo, desaparecía.

En ese preciso instante a Yormund se le ocurrió abrir su enorme bocaza, poner en duda a Andrew y era lo peor que podía haber hecho. Una furia ardiente me recorrió las venas, las ganas de matarle eran tan intensas que apreté con fuerza la empuñadura de mi látigo hasta el punto de hacerme daño. Me levanté del suelo lentamente, el pelo me caía sobre la cara ocultando mi rostro, alcé la mirada y le taladré con lo ojos rojos e inflamados por las lágrimas, a mi lado Saskia gruñía furiosa.- Nunca, nunca vuelvas a mencionar su nombre delante de mi tratando de ensuciarlo... ¡nunca!- comencé hablado lentamente escupiendo cada palabra, hasta que al final fue un grito. - Me preocupo porque se lo merece, porque es una buena persona, algo que tú no serás jamás. He ignorado tu actitud durante todo el tiempo, pero esta vez no te lo voy a permitir. Estoy tratando de controlarme, pero estás cerca de verme realmente furiosa, no me provoques, gato.- finalicé mirandole con desprecio.
 

No podía entender como el final estaba tan cerca y de repente todo volviera otra vez a no tener sentido..

- ¿Qué ha pasado?...¿Tetsuo?¿Porqué lo ha hecho?- dije mirando a los presentes con desconcierto-. Seguidamente miré a Annie y después a Liam, la sonrisa que se dibujaba en el rostro de la primera no dejó indiferente a nadie:

- Zorra!¿Cómo te atreves a regodearte?...eres eres...-apreté los puños con furia-...es inevitable que en estas próximas votaciones mueras, pero me encargaré que tú misma acabes con tu vida- dije mirándola con desafio-

Observé a Gabriel, no me dió tiempo a contestarle a confesarle mi don, fue el único que se percató de mi capacidad, miré a Andrew y después a Alexia, era irónico que acabasen de igual manera que Azahariel...

- Ya os lo he dicho. No le temo a la muerte. No tengo nada que perder- se encogió de hombros- ¿Qué soy? ¿Ruin? ¿Una hija de puta? Gracias, supongo- volvió a sonreir- Y sí, parte de esto lo hemos hecho nosotros, la verdad es que ha quedado genial, me siento orgullosa. 

Dio un par de pasos hacia Lennish mientras se miraba las uñas- Así que eras tú, ¿eh? Pequeña mentecata... ¿Por qué no miras a Gabriel y a Zagam a los ojos y les explicas por qué lo hiciste? No eres mejor persona que yo, hipócrita de mierda. 

Se dirigió entonces a Eko- Puede que lo sean, ¿qué harás si lo son? ¿Quitármelos?- dijo, retante. 

-Permite decirte algo, pero yo no he ensuciado nada. Andrew era uno de los traidores, o se convirtió en uno y alguien se ha encargado de hacer lo que se suponía que era su tarea. Que os haya engañado recientemente o que os tuviera engañados desde el principio, ni cambia los hechos, ni hace que sea realmente una buena persona.-Después sonrío tristemente.- De todas formas tienes razón, no soy una buena persona, soy un semidemonio.

Ante la respuesta de Annie Eko levantó una ceja, sorprendido por su desmesurada reacción.

- Oh, no, ni mucho menos. - Le dice tranquilo. - Sólo me preguntaba si le habíais matado por los cigarros o por algo más. Hasta qué punto llegaba vuestra gratuidad, ya sabes. - Comenta, como si hablase de algo sin importancia.

- De todas formas, deberías tener cuidado. Fumar puede matar. - Concluye, antes de volver a sentarse tranquilo.

Sobresaltada abrió los ojos, lo gritos de dolor la asustaron al meterse en sus sueño despertándole de aquella manera tan poco correcta. Su respiración agitada provocó que ella se llevase la mano hacia el cuello, lentamente buscó la fuente de tales alaridos y allí estaba ¿Qué tipo de mal era aquel? Por más que intentó descubrirlo, fue incapaz, nunca había visto algo así. Quizás aquellas odiosas niñas eran las causantes ¿O no? Después de lo visto se esperaba cualquier cosa. Lentamente se levantó, sintiendo que su arma pesaba más de la cuenta, era cómo cada día ganase más carga. Y es que el cansancio se hacía notar con cada despertar, llevándose una mano a la frente se acarició un par de veces seguidas, sentía incluso dolor de cabeza. Eran multitud de cosas que la estaban colapsando. Tras ver caer el cuerpo sin vida de Andrew negó con la cabeza, no tenía nada contra él, pero tampoco le importaba su vida... Cómo a él tampoco le hubiera preocupado o importado la de ella de no estar viva. Pues ¿Para qué engañarse? Ella sabía que hasta el momento la consideraba traidora o algo familiarizado con ellos. Al recordarlo rodó los ojos en un acto de aburrimiento.

Pero algo le chocó demasiado, ese olor tan familiar. Olor a sangre fresca. Con rapidez sus ojos volaron por toda la sala, encontrándose con la desagradable escena de Gabriel, con suavidad se mordió el labio, quizás un poco fastidiada. De manera lenta caminó en dirección a él, mientras pisaba de forma firme sus ojos se clavaron en aquella niña que de aspecto inocente estaba adornada con la sangre que seguramente pertenecía Gabriel.-Se acabó el juego por este día... ¿No tuviste suficiente?-Sisea, mientras sus ojos la miran fijamente, cómo retándola a acercarse si se atreve. Con un movimiento seco retira la mirada para posarla sobre el cuerpo sin vida del hombre. Lentamente paseó alrededor de él, para quedar colocada en uno de los laterales, sus largos y finos dedos se deslizaron sobre los ojos de él, cerrandoselos.-Buenas noches, cazador de monstruos, buenas noches.-Sin poder evitarlo, los dedos de ella bajaron hasta los labios de él, los cuales acarició de manera lenta y delicada.

Estaba sumida en sus pensamientos, cuando una voz conocida la hizo girar lentamente. El espectáculo fue aún más sorprendente ¿Morir por amor? Su ceño se frunció levemente, a la par que su cabeza hacía un movimiento negativo. Al parecer todos estaban empezando a ser vencidos por sus fantasmas y miedos, tanto que se inmolaban. Ver caer el cuerpo sin vida del asiático tampoco provocó ninguna reacción exagerada en la joven mujer de cabellos rojos cómo el mismísimo fuego. Lentamente se quitó la chaqueta, para colocársela encima a Gabriel, intentando cubrir la mayor parte posible de las miradas curiosas. Girándose volvió hasta su lugar, sentándose, pero esta vez flexionando una de las piernas, dejando su brazo desnudo sobre la rodilla. Al parecer no era la única que estaba cansada y deseaba que aquello llegase a su final.

Annie miraba con insuficiencia a los demás mientras sus labios dejaban un rastro de humo caer, que poco a poco se rompía en el aire.

Pero entonces su mirada sintió frio y su piel calor, sus dedos aún desconocedores de lo que estaba por venir, rozaron su boca y se mancharon de un rojo intenso…

Su mirada se hacía lejana intentando buscar una explicación, pero entonces sus un fuerte dolor provino desde su interior, como rota en mil pedazos que la obligaron a gritar para intentar disminuir la tortura que la obligaba a ceder sobre su propio peso hacia el suelo.

En su mirada se dibujo un velo de tristeza,  mientras que se obligaba a negar, entre sus lágrimas un deseo parecía romperse.

La entrepierna de Annie, se bañaba en sangre mientras sus manos temblorosas acariciaban su vientre poco elevado. Un nuevo dolor y un nuevo alarido llenaron el lugar… Fueron minutos que parecieron horas, en los que sola, y con avance desgarrador traía desde su interior un cuerpo formado pero inerte.

Un pequeño inocente, que había pagado el precio que nunca debió conocer, el odio de la existencia, la muerte y la crueldad…

Las lágrimas de Annie se mezclaban con sus ropas llenas de sangre mientras entre sus brazos se obligaba a sostener aquel cuerpecito envuelto en sangre, cuyos pulmones nunca llegarían a respirar.

Las lágrimas encendían la mirada de Annie, y os miró al resto uno a uno mientras su tristeza se hacía furia y os juraba mientras no podía parar de llorar, entre gritos de angustia y pesar:

¡¡¡ Yo os Maldigo… A Vosotros a todo vuestra estirpe que ha de venir!!! Cada gota derramada será una sentencia en busca de vuestro destino, con el que enjugaré esta pérdida…

Se mecía envuelta de nuevo en el llanto mientras dijo de nuevo: ¡¡¡ Juro que lo pagaréis!!! Para luego abrazar a su pequeño y volver a llorar.

Eko observó la escena con los ojos bien abiertos, alucinado. No le sorprendía que nadie se acercase a ayudar a la mujer, una asesina confesa. En varias ocasiones a lo largo del proceso se preguntó cuánto duraría, y cuando llegaron sus alaridos los ignoró por completo.

- Y también es malo para el embarazó. - Completó, como si fuera algo olvidado en su intervención anterior.

Me dejé caer sobre la pared, mientras esbozo una sonrisa al ver el espectaculo de Annie y digo asombrado al ver como aborta entre todos nosotros, negando con la cabeza a la vez:

Quien a hierro mata a hierro muere, es ley de vida, ¿no? Digo al terminar mirando a los demás.