Partida Rol por web

El sol empezaba su ocaso, y con él, la batalla que estaba por llegar.

Ivhone estaba un poco apartada, pero consciente de que sería la posiblemente la próxima en caer. Cerró sus ojos un momento esperando que su pesadilla no empezase a correr, pero sin embargo al abrir sus ojos, se encontraron con una pared de laberinto de cristales que la reflejaban una y otra vez… Un circulo de diez espejos, que la atrapaban dentro, sin ninguna diferencia aparente, ninguna parecía ser.

Sus ojos bailaban de un cristal a otro, sin encontrar ninguna diferencia, y en aquel lugar, parecía que un eco de unos cascos, sonaba desde cualquier lugar.

Alguno de aquellos espejos debía guardar la salida, ¿pero cuál?… Sabía que todo aquel escenario venía de la mano de Zagam, un experto en el misticismo y la ilusión… Avanzó hacía aquel se situaba tras ella, en intentó tocarlo… pero antes de que llegara a tocarlo, un tentáculo raudo se precipitó desde dentro del cristal para abrazar su pequeño y frágil cuello… En aquel mismo reflejo miró como poco a poco se asfixiaba su poder hacer nada más….

De entre su pelo, salió airosa Shia, y descendió hasta picar con impaciencia la piel de aquel octópodo una y otra vez.

Con suerte pudo liberarse y ver en su reflejo como la extensión de aquel pulpo se retorcía buscando su situación. Contuvo el aliento esperando no mostrar su posición, pero entonces un pequeño pájaro llego hasta su hombro, y antes de que pudiera articular una palabra, el ave estalló en mil partículas que abrasaban como metralla su piel, a la vez que volvían a unirse y volvían dentro de uno de los espejos, que tras él, parecía desaparecer…

La aguda voz de Ivhone despuntaba en un grito de dolor mientras que sus manos querían calmar aquella primera herida en su piel.

Aún ninguna lágrima en su rostro reflejado, ningún gesto de rendición, pero entonces una sombra se situó tras ella, la sombra de un hombre fornido que parecía sujetar encima de ella una maza a punto de estallar. Por suerte para ella, la visión múltiple de Shia la protegía comentando en su mente a cada segundo lo que pasaba a su alrededor…

Rodó por el suelo y esquivo el acero, pero no pudo esquivar las llamas que prendieron desde el suelo, abrasando una de sus piernas, dejando esta vez sobre su grito una estela de lágrimas que presagiaban que la tortura no había hecho más que empezar.

Mientras ella intentaba acariciar su piel abrasada, de otro de los espejos, llegó un nuevo combatiente… esta vez, presenciándose ante ella. Era Alexia, la cuál la miraba con inquina, junto a ella Saskia gruñía y aullaba una y otra vez.

Fue cuestión de segundos que Alexia apretara su puño, y a su diestra apareciera de la nada un circulo circunscrito sobre otro en el que irradiaban sellos cabalísticos ardiendo sobre un rojo intenso, como hechos de sangre y hiel, una sombra parecía aterciopelar el interior del primer círculo… y como sabiendo lo que debía hacer… Saskía la atravesó de tan solo un salto, y a medida que lo atravesaba, aparecía al otro lado, una loba encendida en ira, con ojos iridiscentes, mandíbulas estridentes y un pelaje abrupto lleno de resto de carne y piel… Las garras del animal parecían de acero.

Antes de que Ivhone hiciera nada… aquel animal demoniaco tiraba de su pierna herida, zarandeándola con sus mandíbulas intentando romper su enlace y alimentarse de ella… pero entonces se encontró con un rival… Ya no era solo Saskia la que jalaba de Ivhone, pues de uno de sus brazos se apoderaba una cadena de acero con espuelas que se incrustaban dentro de su piel.

Al otro lado de aquella cadena estaba Zyllah, que miraba con intensidad a la loba, hasta que esta rompió una parte del muslo de Ivhone y se fue sin más junto a su ama, gruñendo mientras despezaba el trozo en sus fauces sin parar.

Zyllah volvió a tirar de su espada látigo, y los eslabones descendieron llevándose con ella gran parte de la piel de Ivhone, la cual solo podía bramar de dolor ante aquella tortura….

Uno de sus brazos estaba despellejado, su hombro astillado, su pierna mordida y herida, incluso con falta de carne en su exterior de un miembro abrasado.

Se sentía atrapada, mientras cerca de su pelo, Shia temblaba a la vez que sentía el mismo dolor, Ivhone acercó una mano al reflejo intentando acariciar aquel momento, pero entonces algo atravesó su espalda y tiño de rojo sus labios y sus torso… La katana de Tetsuo abría una herida cerca de estomago, amaneciendo el acero hasta el otro lado.

El oriental retiró su arma, y desapareció dentro de aquel espejo, quedando tan solo dos…

Ivhone miro en uno de ellos su reflejo como si el tiempo empezara a ser más lento cada vez, la falta de sangre y el dolor hacía que todo fuese más liviano, incluso el sonido, que parecía ya sordo a su alrededor.

De aquel espejo surgió una flecha que dio contra el suelo cerca de ella, como errando el tiro a propósito el reflejo del espejo se oscureció dejando a la vista a Lennish, que con ira y furia miraba sin parpadear a Ivhone.

Entonces pasó las yemas de sus dedos, por el fino hilo de diamante y carbono dejando una estela en sus dedos que dejaba caer gotas de sangre sobre el suelo, rompiéndose mientras Lennish susurraba un nombre tras otro esta vez.

Al parecer nadie se había percatado de aquellas marcas en los dedos de Lennish. Ivhone no sabía lo que estaba pasando.

Miro el último espejo aquel que ella pensaba que sería su salida de aquel lugar, y entonces vio claro lo que estaba pasando dibujando una lágrima en su rostro lleno de angustia antes de caer en una súbita muerte sin más…

Los quelíceros de Shia brillaron con pasión en el aire, antes de inyectar todo el veneno de su cápsula sobre la vena principal de Ivhone.

Ya sobre el suelo, la pálida piel de la hija de Eve parecía entristecer, amoratándose alrededor de los orificios de los colmillos de Shia, mientras a su lado, la pequeña araña, contracturaba sus largas y afiladas extremidades antes de perecer también.

Sin poder evitarlo, aquella ilusión se rompió y sobre el centro de la estancia el cuerpo de Ivhone y de Shia torturados, y flameados hasta el final.

Entonces vuestra visión se centró en el final de su pierna herida, donde aquel legajo escrito parecía arder otra vez.

Puede que fuera el peso, o puede que estuviera previsto, pero la cuerda que sostenía el cuerpo de Yormund se rompió y dejó el cuerpo tendido en el suelo por un momento…

Tan solo bastó unos segundos para que una especie de rocío denso inundara el lugar… las heridas del cuerpo del felino y de su acompañante se regeneraban al contacto con aquel efímero elemento, a la vez que una pequeña enredadera de hiedra se enredaba entre los pliegues de sus heridas como una nueva sujeción a la nueva piel

Entonces un golpe de tos, y Yormund volvió a respirar su mano se perdía entre aquel humo mostrando su nuevo yo.

Una ligera mirada a todo cuanto había cambiado desde su ida, y luego de nuevo una sonrisa al sentir la caricia de Naica sobre su piel, enredándose de nuevo entre sus pies.

La mirada ahora jaspeada y esmeralda de Yormund lucía con vitalidad ataviada de unas pupilas verticales, como las de cualquier felino peculiar.

La luz dorada del atardecer alargaba las sombras en el suelo mientras sentía la expectación previa al combate crecer en mi interior, despertando mi sangre y erizando mi piel. Cerré los ojos un instante, respirando profundamente, preparándome para lo que vendría, y cuando los abrí los clavé directamente sobre Ivhone, con las pupilas afiladas.

Mis dedos cosquilleaban acercándose a la empuñadura de Irad, con el convencimiento de que esta vez también podríamos participar. Podía sentir el acero de mi arma latiendo con la misma sed que recorría mis venas y el contacto entre ambos fue casi como un chispazo eléctrico al desenfundarlo en un movimiento rápido, como un resorte. 

Algo cambió en un abrir y cerrar de ojos y miré a mi alrededor, desconcertada durante un instante con la ilusión que nos rodeaba. Sin embargo, ver a la joven de la araña en el centro del círculo de espejos me hizo esbozar una sonrisa de anticipación. Esperé mi momento sin quitarle el ojo de encima y cuando Irad se extendió lo hizo de forma certera. 

Todo empezó a suceder a toda velocidad, de nuevo muchos participaban, y cuando terminó el combate, contemplé durante un instante los cuerpos de Ivhone y su araña en el suelo. No recogí a Irad de inmediato, pues antes de que me diese tiempo a apartarme, el cuerpo de Yormund cayó del lugar donde colgaba y una nube de rocío lo recubrió mientras se restauraba y levantaba.

Lo contemplé mientras sucedía, pero no dije nada al respecto. Me limité a sacudir a Irad, dejando de nuevo un latigazo de sangre en el suelo. Después me di la vuelta y empecé a alejarme, mis ojos, todavía brillantes tras el combate se cruzaron primero con los de Eko mientras asentía levemente con la cabeza y después busqué los de Alexia, esperando alguna sentencia por su parte. No se me había escapado quiénes habían participado en el combate y quiénes no. La lista se cerraba cada vez más.

Me aparté de todos, para sentarme alejada y limpiar cuidadosamente a Irad en silencio, quitando cada resto de sangre de sus escamas metálicas, como después de cada combate.

Mientras el momento del combate se acercaba una media sonrisa adornaba los ojos de Eko, cada vez más consciente de que serían mayoría. Todo su ser pedía participar, y desde luego tenía ganas de darle a Ivhone su merecido. Nadie se atrevía a llamarle perro faldero y continuaba mucho tiempo con vida.

Esta vez durante el combate lo sintió como algo distinto. Como si por primera vez todos hubieran actuado de verdad a una, ayudados por la ilusión de Zagam. Al terminar, su expresión era de satisfacción, y mientras su compañero volvía a él en un rápido vuelo sólo podía echar cuentas sobre los que no habían votado a la ajusticiada.

El negro colibrí se posó en su hombro desnudo, y tanto uno como el otro repasaron con la mirada a los que habían sido sus compañeros en esta batalla, con una expresión casi solemne.

Luego los ojos de ambos se posaron en los que no se habían unido a ellos. Quizá esto era lo que encontraba distinto. Marceline primero, Andrew después. Y luego Ira, Liam, Annie. - Cuando ven el peligro acechar, cuando las orejas del lobo se acercan, - Dice en voz alta, volviendo a mirar a estos últimos. - los verdaderos culpables no escogen nunca el bando correcto. - Afirma lentamente, pronunciando con cuidado cada sílaba. Luego dirige una mirada con los ojos aún brillantes por la adrenalina del combate adonde Zyllah se encuentra, antes de volver a hablar. - Comprendo de sobra lo de Marceline. - Dice, levantando durante un instante las manos. - Pero no creo que sea casualidad que todos mis sospechosos hayan escogido votar a los que pedían ser votados. Lo tomaré como una confirmación múltiple. - Afirma tranquilo, antes de comenzar a alejarse.

En ese instante un sonido sordo le llamó la atención: el cuerpo de Yormund había caído al suelo. Esperó expectante los cambios físicos que pudiera haber en él, y se sintió algo decepcionado al no verle cubierto de pelo de gato.

- Bienvenido, Lince. - Le dijo con voz grave. - Estaba a punto de cogerte la chupa.

Cuando llegó el momento, comprendió lo que querían decir algunos con las actitudes de Liam y Annie, y probablemente, no fuese lo mejor para los leales al sello ahora mismo, por lo cual, tragándose toda su rabia se obligó a reconsiderar su voto.

Su intervención contra Ivhone fue corta, directa, y precisa, como si reflejara en sus actos la poca atención que merecían, pero sus deseos eran totalmente contrarios. Quería matarla, descuartizarla, arrancar cada extremidad de su cuerpo, y destruir su cuerpo y su cabeza tantas veces hasta que de su cuerpo no quedase nada más que una masa sin forma de carne y sangre.

Cuando el combate hubo terminado, ignoró a todo y a todos nuevamente, quería estar solo y no acercarse a nadie, pero esto también se contradecía con lo que sentía. No quería estar solo, odiaba estar solo... pero necesitaba estarlo. Su mente estaba todo menos clara a estas alturas, no podía razonar como debería, solo quería destruir a los traidores, hacerles pagar por todo el daño que habían hecho, por lo que le habían hecho.

Se fue hacía una de las paredes para tomar asiento tras ella, apoyando su espalda contra el muro. Antes de hacerlo, dejó caer a Mugetsu a su lado, como si no pudiese o no quisiese sostenerla. 

Estaba demasiado confuso, demasiado enojado, cualquiera que le conociera sabría que se comportaba muy diferente al calmado Tetsuo, como si no fuese él. Apoyo los brazos en sus rodillas tras flexionar sus piernas, e inclino el rostro hacía abajo dejando que su cabello lo cubriese, lo único que salía de sus labios eran continuas maldiciones en su idioma natal.

- Chikushou*... chikushou... - 

Miré lo que quedó de Ivhone y pensé en lo difícil que se estaba volviendo todo esto, comparado con sus expectativas, dada la experiencia anterior en este mismo lugar; por primera vez desde que llegué a Oldland sentí miedo, miedo a no detener a tiempo a los traidores, miedo a perder este mundo, que si bien no era perfecto, me había enseñado que a pesar de lo dura que es la vida, valía la pena luchar por los que uno ama... éste último pensamiento me hizo recobrar el ánimo.

levanto mi cabeza y me dirijo a Andrew...- Perdona si te molestó lo que dije... pero creo que nos ha ayudado a que algunos se muestren aún más como lo que son... traidores...- digo esto último mirando de reojo a Liam, le doy un golpecito en el hombro y continúo- vamos... que se viene la noche y queda mucho que discutir- termino diciendole a Andrew, mientras me alejo y miro a mi alrededor buscando a Marceline, cuando mi mirada se detiene en Yormund.

Me acerco lentamente y le miro sonriendo: - bueno.. has vuelto, no tenías algo que decir?.. se de provecho y ahora cuéntanos lo que querías decirnos, algo que viste no?... o no es así Marceline?- le pregunto a la mujer que se ha mostrado mas dispuesta a escucharme, pero sin apartar la mirada de Yormund.

Marceline vio apartada como la mayoría de sus compañeros acababan con la vida de Ivhone. - Más os vale estar en lo cierto... - pensó, sin terminar de comprender como habían ido por ella teniendo segura la culpabilidad de Annie. Tras eso, escuchó las palabras de Eko, y se limitó a responder asintiendo con la cabeza. Entonces regresó Yormund, y Marceline se sintió de mejor humor.

Las niñas demonio ya querían devorarte, ya has hecho bien de regresar. - dijo con una sonrisa en su rostro.

Luego su mirada se puso en Andrew, por las insinuaciones primero de Eko y luego las palabras de Nil, y miró a Gabriel antes de volver a centrar la mirada en Andrew. - Aunque no compartía a quien ibais a votar, lo hecho hecho está. Así que espero que ahora hagas lo que corresponde hacer. - Si de verdad podía cargarse a Annie, habría sido al menos un día provechoso entre eso y el regreso de Yormund.

Finalmente, Marceline optó por quedarse de momento al margen ante la conversación de Nil y Yormund. Estaba claro que tenían de que hablar ellos dos.

-¡Naica!- Mientras la gata se frotaba contra mi, no pude hacer mas que jugar con ella y mimarla como si la vida me fuera en ello.- Nunca, nunca, nunca, vuelvas a dejarme solo, ¿Vale?

Levanto la vista un instante.

-Ah, si, Annie es una de las asesinas, la vi antes de morir. A mi me mato alguno de los supuestos aliados.- Con bastante rencor en la mirada, barro la estancia.- Cabroncetes.- Después vuelvo mi atención a la gata.- Por cierto, Tetsuo, tengo un mensaje para ti. Aishiteru, o algo así.

Andrew observa la batalla, pero se mantiene alejado de ella. No tiene ninguna prueba contra Ivhone, solo sospechas, así que decide votar por la que ya ha sido confirmada como asesina. Pocos siguen su ejemplo, pero tampoco le preocupa demasiado. Ivhone no había hecho nada para que mereciera su confianza. Cuando todo acaba se acerca a Alexia con una sonrisa mezclada con sorpresa. Eso ha sido genial y aterrador a partes iguales! Saskia ya imponía respeto, pero ahora... Creo que los traidores estarán lamentando haber ido a por ti ahora mismo. Le guiña un ojo antes de girarse hacia Eko.

He de interpretar que estoy en tu lista de asesinos confirmados, Eko? Levanta una ceja, divertido. Yo aún no he hecho mi movimiento y en cuanto lo haga esta noche confirmaré mi inocencia... Pero no puedo decir lo mismo de otros con la capacidad de matar y el bando aún sin decidir... Demasiadas muertes hubo anoche y solo un bando conocido.

Asiento a Nil cuando este se acerca. No te preocupes, Nil, no me molestó que dijeras que me viste, solo me molestó mal que pensases que disfruté de aquello que vi. También creo que hiciste bien en contarlo, yo habría hecho lo mismo en tu lugar. Mira hacia Marceline después. No os preocupéis, tengo mis objetivos claros. Su mirada se desvía hacia Liam y Annie. Uno de ellos morirá esta noche, no les perdonaré lo que le hicieron a Alexia cuando se creían protegidos por la noche.

De pronto, de la nada más absoluta, Marceline estalló en risas. - Claro, claro, ahora todo tiene sentido... - empezó a decirse hacia si misma. Entonces, ante la evidente reacción de los demás, se contuvo y puso cara de inocente y de no haber roto un plato.

Que Yormund regresase normal, en vez de haber recibido el Último Legado, hizo que me hiciera preguntas en el otro lado. - Empezó a explicar para todos los presentes - Y entonces, el misterio de como esta noche habían habido 3 muertes se reveló rápidamente: sólo habían matado a Alexia. Yormund y Megan recibieron la falsa muerte, algo que vuestros padres bien sabrán - dijo mirando a Zyllah y Eko. - Se que la otra vez nadie se arriesgó a comprobar si los "muertos" de Nekbeth podrían regresar al cabo de unos días como ella predijo, y dado que espero creer que estamos muy cerca de terminar todo esto y salvar el sello, yo no me arriesgaría a esperar a ver si Megan "despierta" una vez finalizado todo - dijo mirando a Tetsuo - Supongo que la responsable de esto es bastante evidente, y le tocará a ella dar las explicaciones oportunas, si es que quiere decir algo en voz alta sobre ello.

Tras esas palabras, se sentó a esperar a ver que más información podría sacar del otro lado. A fin de cuentas, tocaría esperar hasta mañana por la mañana, para comprobar si Andrew habría podido acabar con uno de los traidores restantes, como esperaban todos los inocentes de un lado y otro.

Al escuchar las palabras de Andrew, Eko se gira hacia él con el ceño fruncido, hablando con tono duro.

- ¿He dicho algo de ti, Andrew? - Le pregunta con una mirada desafiante. - Decir que todos los chicos del pueblo van al río no significa que no vayan chicas. Decir que todos mis sospechosos han votado a quienes lo pedían no significa que tú lo seas. Repasa mis palabras si las recuerdas: En ningún momento he dicho nada de ti. Pero si quieres, puedo decirlo, no te preocupes por eso. - Añade, afilando los ojos.

- Te dije que te apoyaría y no he hecho otra cosa, bien lo sabes. - Continúa con un deje de rencor ante el arranque del Grovehn. - Sabes lo que sé y lo que he hecho con ello. De modo que no busques problemas donde no los hay. Vamos ganando, estamos trabajando en solucionar todos los problemas que surgen, y tienes a Alexia contigo, ¿qué más puedes pedir? - Le pregunta con voz grave, casi como si estuviera riñendo a un crío.

- Anoche hubo más muertos de los habituales. Sin embargo a mí nadie me vio levantarme. ¿En serio te estás planteando acusarme? Muchos poderes están aún desencadenándose, - Dice, haciendo un gesto hacia el tobillo del chico. - de modo que no des por hecho que alguien tuvo que despertarse para ello, ni descartes a nadie por no tener la capacidad de matar. O por haber matado ya esa noche. En otras palabras: piensa más en lo que dices. Hay demasiado en juego como para que reacciones así por una ofensa que no ha existido. - Añade al final, sosteniéndole la mirada. - Podrías terminar arrepintiéndote.

Luego, ante la explicación de Marceline Eko levantó una ceja y volvió a mirar a Andrew, esperando ver cómo reaccionaba a las afirmaciones hechas por la mujer.

Sin embargo, habló en voz alta una vez más, dirigiéndose a ella.

- Los ojos de Yormund han cambiado, como lo hicieron los de Nybras tras su falsa muerte. Posee el Último Legado. Una cosa no tiene que ver con la otra.

Mis ojos se posaron sobre Tetsuo con preocupación cuando se apartó y dejó caer su katana con descuido. El oriental no parecía encontrarse bien y, a pesar de no entender sus palabras, era claro que estaba maldiciendo. Mi ceño se frunció, pero no dije nada, tan sólo me mantuve observándolo.

Después escuché a Andrew y mi ceja se enarcó levemente con sus palabras. Era... curioso, cuanto menos. Sin embargo, tampoco dije nada hasta que Marceline empezó a reírse. 

Tras su explicación me encogí de hombros. - Tu teoría tiene un fallo. Mi madre consiguió el Último Legado al volver de la muerte falsa. Y Yannick también. Puede que algo así explique por qué había más de una víctima esta mañana, pero no tiene relación con el Último Legado. Y de todas formas, no sé si es que no te has fijado... Los ojos de Yormund están distintos. Sospecho que sí que lo tiene aunque quizá no sea algo tan evidente como en tu caso.

-Creía que la parte de las enredaderas dentro de mi cuerpo era bastante obvio, pero todo el mundo se fija en mis preciosos ojos verdes. Sois un amor todos, vais a conseguir que me sonroje. 

Después vuelvo a bajar la vista hacia Naica, las noches siempre eran aburridas, parecía que después de morir eso era algo que no cambiaba. 

- Marceline, no te compliques tanto la vida. Ya te dije estando muerto quién era uno de los culpables. Veremos como van las cosas ésta noche,y después habrá que seguir improvisando.

Marceline se encogió de hombros ante las respuestas.

Detalles. La verdad, al ver a Naica regresar pues ni me había fijado en el resto detenidamente. Pero si Nybras regresó también con el Último Legado, mi teoría sigue siendo cierta aunque me basara con un error de apreciación. Que la memoria pasados tantos siglos ya no es lo que solía ser. - dijo de forma risueña - Oh, y ella ya no es un peligro si estoy en lo cierto. Aunque no auguro que pese a ello, no acabe hecha filetes...

Andrew se siente como se habría sentido un niño que recibe una reprimenda por parte de su padre, pero eso él no lo sabe. Jamás había recibido ninguna. Cuando escucha a Marceline las cosas empiezan a encajar y la sensación de haber hecho algo mal le invade. Sus conclusiones han sido precipitadas y en sus cálculos no había tenido en cuenta todas las variables.

-Lo siento, Eko. Yo... pensé que habías sido tú porque era la única forma para que las cuentas me cuadrasen, pero no conté con el que causaba la muerte simulada y tampoco con los poderes de los tatuajes. Las muertes podrían haber venido del propio cementerio. Recuerdo que Azhariel me habló del anciano Gael, que obtuvo ese poder. Tal vez incluso los propios asesinos matasen a dos gastando uno de los ases en su manga al ver que su fin esá cerca en un intento desesperado por torcer las tornas. Mira a Eko a la cara, visiblemente arrepentido. No tengo la posibilidad de ver la identidad y el poder de la gente. Me guío por lo que veo y escucho. Es por eso que hasta ahora no me he atrevido a actuar. Una mala decisión y podría acabar con un inocente.

Se coloca frente a él y le mira a los ojos. La verdad, he sido un estúpido al decir esas palabras. Creía que me estabas acusando. Con eso y con las muertes de anoche saqué conclusiones claramente erróneas sin tener en cuenta muchísimas cosas. Tú ya has demostrado muchas cosas. Sabemos de sobra de que lado estás. Fuiste el que señaló a Poron sin dudarlo y has acabado con los demás traidores. El que no ha demostrada nada aún he sido yo, pero esta noche lo haré.

Baja la mirada avergonzado. No debería haber dudado de ti, pero este sitio hace que piense mal de casi todos los presentes... Solo quiero salir de aquí y empezar una nueva vida. Las últimas palabras las pronuncia mirando a Alexia y una sonrisa aparece en su rostro de nuevo.

Tras la muerte de Ivhone em quedé en completo silencio, ese nuevo poder también me había impactado y estaba un tanto aturdida. Cruzé la mirada con Zyllah notando su silenciosa pregunta, agité la cabeza a modo de negativa, no la había visto, al menos no todavía. - No la he visto, lo siento.- dije en un murmullo.

El entusiasmo de Andrew me sobre saltó, le sonreí con alegría parecía realmente impresionado.- Gracias, la verdad es que no lo entiendo muy bien, bueno en realidad nada. Yo también creo que es impresionante.- acaricié a Saskia que ya estaba normal otra vez.

El regreso de Yormund desató una nueva sesión de conversaciones sobre la noche de mi muerte, escuché con atención pues yo también quería saber que pasó. -¿Cómo es eso de una falsa muerte? nunca había escuchado algo semejante, cuando estuvimos en el otro lado no me pareció que estuvieran menos muertos que yo.- pregunté a Eko y a Zyllah ya que parecía que eran los que más información tenía, por lo visto les pasó a sus padres.

Asentí levemente ante las palabras de Alexia antes de responder su pregunta. - Se lo comenté a Zagam esta mañana. - Me encogí de hombros antes de seguir, sin darle mucha importancia. - Pero creo que pasó desapercibido entre tantas discusiones.

- En la batalla anterior había alguien con la capacidad de provocar muertes simuladas. Se lo hicieron a mi madre y al padre de Eko. Parecía una muerte normal y corriente, pero se suponía que después de un periodo de tiempo te levantabas como si nada. Como dice Marceline no llegaron a comprobar si era cierto, los llevaron de vuelta antes de ese tiempo. - Hice una pequeña pausa para añadir algo más, con un tono un poco vago. - Según mi madre había algo diferente cuando morías de verdad y cuando era falso. Algo como que no se veían unos sellos numerados. Pero no sé muy bien cómo es esa historia y tampoco si tiene mucho sentido ahora.

Ivhone había muerto, y la mayoría se habían unido en procurarle aquel destino, aún no sabíamos si la decisión había sido la correcta, sin embargo que fuéramos capaces de unirnos contra un objetivo común inclinaba la balanza hacia aquellos que queríamos proteger el sello, las armas de los traidores eran la manipulación, el engaño, su única opción era volvernos a los unos contra los otros y por fortuna no lo estaban consiguiendo.

Mis ojos se tornaron blancos como la propia faz de la muerte, ya me habían visto antes entrar en trances similares, el pasado se mostraba ante mi, desvelándome sus secretos... que pronto arrastrarían a alguien hacia la otra vida. No era sencillo escudriñar aquellas líneas temporales, confusas, caóticas, llevaba tiempo... pero había encontrado algo, y se mostraba ante mi de forma que no dejaba lugar a la duda. 

-Puedo ver como has tratado de evitar durante años una parte de ti mismo, la herencia demoníaca que te impusieron, solitario... perdido... al llegar a Oldland escogiste un camino, el camino de la traición, el único camino que te otorgó un cierto alivio, has perdido tu batalla interna contra la corrupción, y abrazarla ha sido la forma que has encontrado para evitar que te siguiera consumiendo. 

En las sombras, tratando de proteger a aquellos que ansían destruir el sello, deseando ser partícipe del poder que quieren reclamar para sí. 

Mi cuerpo desaparece en un pestañeo, y aparezco junto a Liam, con la mirada ahora centrada en sus ojos, desafiándole.

-Tu camino acaba ahora, tú decisión te llevará a la muerte. Espero que en el otro lado encuentres la paz que no tuviste aquí. Adiós, Liam.

Me materializo detrás de Andrew, colocando la mano sobre su hombro con confianza.

-No tengas ninguna duda respecto a Liam, puedes acabar con él si lo crees conveniente, Azhariel.

Sonrío de forma afilada, seguro de que estábamos un paso más cerca de acabar con ellos, un paso más cerca de cumplir el destino que nos había traído hasta aquí.

- Veamos entonces, me voy a permitir hacer un resumen. Los asesinos actuarán de nuevo ésta noche, Andrew va a matar a alguien y tenemos que confiar en que los resultados de todo esto nos salgan rentables...

Me encojo de hombros.

- Perfecto me parece, antes de que me trajeran iba a jugar a algo parecido. Por cierto Marceline, le puedes decir a Megan que son dos cuatros. Aunque sea aquí tenemos algo con lo que apostar.