Partida Rol por web

Varios de vosotros ibais entrando en por aquella puerta entreabierta, que daba paso a una estancia bañada por la luz de candiles y velas por doquier.

Puede que pareciera una taberna, por tantos barriles, quizás una morada anticuada... pero en sí lo único que mostraba era una gran sala en la que la pared de los barriles y columnas creaban un laberinto delante de vosotros, creando un muro a vuestra derecha de barriles que debiais sortear antes de llegar a la zona donde aquellos sonidos de pasos y repliques parecían haberse callado finalmente.

Aquella voz rota desde el otro lado, os invitaba a pasar.- No os quedéis en la puerta... un cementerio en lugar público. Aquí nadie dirige ningún lugar.

La voz cansada se callaba mientras tomaba aliento, esperando veros pronto avanzar.

Gabrielle había estado siguiendo aquellas sombras del pasado. El miedo que al principio había sentido como una punzada y había contraído su estómago, había dado paso a la curiosidad que aleteaba en esos momentos en sus entrañas. Dama caminaba junto a ella. El gamo de rasgos delicados, olisqueaba el aire mientras sus pasos las iban acercando a la catedral de Odland.

Mas cuando llegaron al lugar, donde otrora se habían alzado las puntiagudas torres, les esperaba una visión desoladora. Gabrielle contuvo la respiración mientras sus ojos negros recorrían las ruinas en las que se había convertido aquella impresionante catedral. 

Estuvo unos minutos parada, en silencio, sin apartar la mirada de la enorme roseta. Las columnas, frías, se alzaban en una burla de lo que un día fueron y el aire se colaba entre las viejas piedras, recreando un sonido triste, de abandono.

Unas voces a su espalda despertaron la ensoñación de Gabrielle. Se volvió, recordando de repente que había llegado junto a más gente. Respiró profundamente, alejando aquella sensación de olvido que había atrapado su alma, y caminó hacia la taberna. Leyó el nombre grabado en el tablón de madera y una suave sonrisa se dibujó en sus labios. 

Dama se adelantó unos pasos, entrando justo detrás de una joven de ojos dorados. La puerta de madera se cerraba justo detrás de ella, pero Gabrielle la sujetó y miró hacia el interior. Su ceño se arrugó y una mueca se formó en sus labios. ¿Qué lugar era aquel?

Escuchó una voz que les invitaba a pasar. Caminó hacia el interior, con la curiosidad reflejada en su rostro. Buscó los ojillos de Dama. Podía sentir el miedo que tenía, reflejo del mismo que ella intentaba retener. Volvió a mirar hacia el enorme pasillo que se creaba entre los barriles y echó a caminar, adentrándose también en aquel extraño lugar.

El tiempo había enseñado a Brif a ser prudente y seguir a un grupo de figuras encapuchadas por un lugar desolado no era demasiado prudente. Aunque bueno, estar con semidemonios desconocidos tampoco lo era. En realidad nada era demasiado seguro en aquellos días, cada día era una lucha continua para la supervivencia, para mantener el territorio, para expandirlo. Por no decir que había que comer y el alimento había que ganárselo.

Si algo le impulsó a continuar no fue su instinto, que le gritaba que se fuera lo más lejos posible. Fue el recuerdo de unas palabras que, pese a haberlas escuchado hace mucho, al principio de su viaje, seguían muy presentes en su cabeza. Se llevó la mano al pecho, agarró algo que debía estar debajo de su camisa y siguió el camino procurando no adelantarse, pero sin quedarse rezagado tampoco. Dicen que las bestias son el reflejo de sus amos. Comenté a Vexy, pero sin apartar la vista de la taberna. ¿Te consideras impaciente? Pregunté, dejando entrever un atisbo de diversión.

Las figuras desaparecieron en el aire, como si nunca hubieran estado allí. Al escuchar aquella voz fruncí el ceño. No parecía agresiva, no en exceso. Aún así, parecía saber más que los demás y no sabía si aquello eran buenas o malas noticias. Cogí aire para armarme de valor y entré en aquel lugar sombrío en busca de respuestas.

El camino de los espectros nos llevó hasta las ruinas de la catedral. Parecía que finalmente mi camino acababa allí, la última pista que podría llevarme a lo que buscaba. Las paredes relataban una gran destrucción y, probablemente, una gran pérdida.

 Lo único que parecía vivo además de nosotros era aquella taberna. Caminé al lado de los que ya conocía hasta la puerta. Todo aquello me ponía los pelos de punta y a Sorin también.

Únicamente las palabras que se escuchaban en aquella taberna parecían inconexas y sin sentido. Tal vez entrar en la taberna era un error, pero lo necesitaba si quería encontrar lo que buscaba. Miré a mis compañeros con duda pero aun así entré en la taberna para averiguar cuáles eran esas sorpresas que nos esperaban.

Mientras avanzaba por Oldland, recordaba el viaje para llegar aquí y  me daba cuenta que el lugar no era como me habían dicho: parecía que a través de los años había renacido y habían nuevos habitantes; sin embargo el ambiente sombrío no se había ido, las calles parecían aún tener un olor espeso, como si reflejaran una peste que nunca se había ido.

Siguiendo a los demás, habíamos llegado ante unas ruinas las cuales solo eran un triste recordatorio de lo que alguna vez fue una impresionante catedral; si bien me quedé observando las ruinas, Amarok me llamó con un ladrido apagado, lo cual hizo que mirara hacia donde estaban entrando los otros; me acerqué lentamente y cuando llegué al lugar vi un nombre en la entrada "Joselinne". Sonreí y me dispuse a entrar:- Amarok, no te separes de mí- le dije a mi compañero y  cuando dije esto, escuche una voz que nos invitaba a entrar, miré a Amarok y le hice la seña que entrara primero, le seguí.

Cuando entre, cerré mis ojos y respiré el aire de ahí tratando de encontrar algún olor conocido o que me alertara de algún peligro; sin embargo solo encontré olor a madera vieja y otro que no lograba  discernir claramente lo que era, sin embargo abrí mis ojos, miré alrededor y continué caminando por el lugar siguiendo a los demás.

Melina, observaba como la gente iba entrando poco a poco, aquellas personas que como ella habían seguido a las animas hasta ese lugar, todos hijos elegidos y todos ellos con un propósito, eso no lo dudaba.

Y ella dudo un solo segundo en seguir al resto de los presentes al interior de aquella tasca o taberna, a aquel lugar inexplicablemente hogareño entre tanta ruina. Pero la voz que salio de ella, finalmente la convenció y ella con su ave en el hombro, mas callada que de costumbre, entro sin mas dilación.

Un lugar lúgubre y lleno de extraños olores, pero sobre todo de ambiente extraño, como extraño era toda aquella noche.

La pregunta de Brif la toma por sorpresa, ya que no la esperaba y trataba de encontrar a Nimah. Para por un momento y reflexiona sobre lo que él ha dicho - La verdad es que no lo había pensado, pero es posible. Aunque Nimah no es solo una bestia para mí. Es mi compañero y único amigo - le sonríe ampliamente a Brif.

Nimah trataba de encontrar desesperadamente al dueño de aquella voz, tratando de abrirse paso entre las personas que iban entrando, mientras que Vexy iba al lado de Brif para buscar la entrada a ese lugar. Ciertamente era una especie de broma la que les estaban haciendo, pero ese hombre era la única pista que podían tener de entender lo que sucedía. Tal vez él tendría respuestas y podría dárselas, aunque quién sabe qué tan generoso podría llegar a ser con la información.

Apenas y entraban, pero la vista era algo extraña. Parecía una taberna, a pesar de ser una bastante peculiar. ¿Sería realmente eso o sería algo más?

Cuando entro al lugar veo que todo es... oscuro. Y no sólo eso, estoy enfadado, parece que puede hablar y responder a todo el mundo, menos a mí. Avanzo los dos primeros pasos completamente decidido pero entonces algo resuena como un eco lejano y me detengo, tenso.

Pasan cerca de veinte segundos antes de que vuelva a moverme, más lento, más cauto, no como una fiera dispuesta a arrasar todo a su paso, sino que más bien como un guerrero en un ambiente hostil, pensando que quizá las propias sombras puedan lanzarse a atacarme.

"No me gusta esto para nada..."

Murmuro en voz alta hacia la nada, o hacia cualquiera que piense como yo. Pero no me detengo, sigo avanzando en busca de esa voz, y ningún laberinto ni nada en general podrá detenerme.

Las bestias corrían entre los barriles, mientras otros avanzaban por su propio paso deseando encontrar alguien con quien enfrentarse.

Aquella voz que con tesón enfrentaba sus preguntas y desafiaba su moral.

Entonces tras un recoveco apareció aquella persona que os miraba por encima de sus gafas. Agazapado como podía en un pequeño taburete, mientras descansaba sobre el suelo una prótesis ortopédica en una pierna, y en la otra solo había muñon, y al lado en el suelo, una pequeña muleta de madera y piel.

Su piel era integra, y no había rastro de bestias ajenas a vosotros en el lugar.

Volvió a descender su mano hacía un vaso algo sucio a su lado de cristal, un nuevo trago y con mirada dura dijo a Nathaniel que fue el último en hablar.- ¿No esperarías un cinco estrellas como campo santo, verdad?...

Negó con la cabeza y empezó a mirar vuestra llegada y luego un reloj.- Pronto la noche llevara al día y todo está por empezar...

Entré con paso firme y el semblante serio, no sabía que podía esperar ahí dentro pero tampoco estaba por la labor de quedarme fuera, no era de las que se amedrentaban por un poco de oscuridad, aunque había que reconocer que aquellas sombras que me habían traído hasta aquí me habían dejado algo inquieta.

De todos los que habíamos llegado esa misma noche, aún quedaban algunos por llegar hasta aquí, quizás habían optado por la prudencia, pero fuese cual fuese sus motivos para no venir, poco me importaba. Al adentrarme un poco más volví a sorprenderme, no era lo que me esperaba, aunque tampoco sabía que esperar. Barriles por doquier cubiertos por la oscuridad pero ni rastro de aquellos a los que había seguido. Una voz me sacó de mis pensamientos y me puso los vellos de punta – ¿un cementerio? ¿Esto de aquí dentro es un cementerio? –la confusión se hizo latente en mí, en los cementerios se esperaban tumbas o nichos, incluso mausoleos, no barriles. Algunos de los que ya habían entrado hablaban entre ellos, Nathan comenta que aquello no le gusta nada y asiento con la cabeza aunque no sé si me ha visto o no,  y los animales correteaban a sus anchas – al menos ellos de divierten – pensé mientras una suave sonrisa relajaba mi rostro. Pero una vez mas la misma voz de antes me hizo llevar rápidamente mi mano a mi espada aunque como siempre sin desenfundarla, la prudencia era más que necesaria para alguien como yo, y no estaba dispuesta a perderla ahora mismo. Mis ojos fueron hasta el punto de donde salía la voz , aunque ahora si podía ver quien profesaba esas palabras.

Un hombre que mostraba el implacable paso del tiempo por su vida se apoyaba mientras respondía y bebía, su cuerpo mutilado en mas de un lugar solo le hacía parecer mas lúgubre pero también más idóneo para este lugar - ¿Qué está por empezar? – pregunté llena de curiosidad.

- Eso mismo digo yo. - dijo Nessa a Mariam, cada vez más impaciente. Después miró al hombre que hablaba sobre ello y continuó intentando sacar alguna respuesta clara. - ¿Qué es lo que está por empezar? Basta de hablar con enigmas y misterios por favor. 

No entendía como personas que se conocían desde hace tan poco hubieran acabado juntas en ese lugar, pareciera que las sombras de antes las hubieran guiado a todas con algún propósito que de nuevo desconocía. 

- Estoy asustada... ¿Por qué estamos todos aquí? - continuó preguntando, aprovechó que se había dirigido a Miriam hace un momento para continuar la conversación con ella. 

Llego ante la mirada del hombre y me detengo, le observo: parece roto, herrumbroso como el lugar. Pero su mirada es dura mientras me habla y entonces le devuelvo la mirada, sencilla y pura, a la par que ligeramente desafiante.

Aunque no puedo ver el asentimiento de Mariam, sí que escucho las palabras de Nessa, que parece haberme entendido mejor que el hombre. Aprieto un poco los dientes y cuento mentalmente hasta cinco antes de hablar.

"No hablo del lugar, sino de la situación y de los juegos. El lugar se me antoja más acogedor que otros lugares en los que he pasado noche."

Replico, directo, avanzo un paso hacia atrás con el resto de mis compañeros.

"Es un buen punto, Nessa, por qué estamos todos aquí, para qué. Oh, y no nos olvidemos: ¿Quién eres?"

Termino de hablar mirando al hombre, esperando alguna respuesta, respuestas es lo que necesitamos para aclarar todo esto, cualquier cosa menos silencio.

No te asustes, estamos todos en la misma situación - le comento a Nessa mientras saco una de mis espadas de su funda y apoyo la punta de esta en el suelo. Nathan vuelve a hablar pero de momento no se escucha respuesta - ¿para qué hemos venido? - susurré mas para mi que para los demás, yo sabía por qué había venido ¿no? pero no para qué, y comenzaba a impacientarme a la misma rapidez que comenzaba a sentir una creciente ansiedad. 

¿Quién eres? - le pregunté al anciano, sabía que por mas que le preguntásemos si no quería responder, no lo haría, pero tampoco estaba dispuesta a jugar a esto mucho mas tiempo - o comienza a dar respuestas, o yo me largo.

Los pasos de Marion eran mudos, amortiguados por el movimiento de sus rodillas. El tamaño de la estancia le había sorprendido desde el mismo instante en que había atravesado la puerta, pero en su rostro sólo se había reflejado de una manera muy discreta. Sus pupilas paseaban bajo la luz de las velas por todo el lugar, recorriendo piedra y madera para buscar el origen de aquella voz. No hacía falta conocer el pasado de Oldland o haber visto esas figuras de unos minutos atrás para intuir que las cosas aquí no eran normales. Que las palabras de ese hombre les llegasen con claridad a pesar de la distancia, como si algo las impulsara hacia ellos, era una prueba más de que había más de lo que se podía ver a simple vista.

Marion no trató de avanzar más rápido de lo que su cuerpo y mente pedían, pero tampoco más despacio. De vez en cuando se fijaba en sus compañeros, intentando adivinar qué pensaban de todo esto, qué sabían y también qué les había traído a este lugar. Dam llevaba un buen rato callado y probablemente no fuera algo gratuito. Katia tampoco había vuelto a hablar desde la aparición de los espectros. Quizá era más inteligente o intuitiva de lo que parecía. O sencillamente más miedosa. En cualquier caso el silencio era algo que Marion agradecía, al menos hasta que diesen con aquel que se dirigía a ellos como si les estuviera esperando.

Doblar esa última esquina y encontrar al tullido y marchito anciano hizo que la respiración de Marion se detuviera un instante. Sus pupilas se anclaron en las de él mientras su visión periférica iba recibiendo cientos de detalles más. Las gafas, su cabello descuidado, su postura y por último el estado de sus piernas...

Otros no dudaron en hablar, y la forma de hacerlo de alguno pareció a Marion de todo menos acertada. Le llamó la atención la facilidad con la que la mujer de pelo oscuro reconocía tener miedo aún siendo Grovhen, pero nada dijo al respecto. En lugar de eso permaneció callada, convencida de que aquel hombre les daría la misma información independientemente de sus preguntas. Les diría lo que él quisiera por mucho que le interrogasen, rogasen o amenazasen. Así que ahora sólo cabía esperar.

Lylian se deslizó en silencio por el laberinto formado por los barriles. Su mirada recorría el lugar con curiosidad. No podía evitar sentir en cierta forma que estaban invadiendo el hogar de esa voz que los atraía. No dijo nada hasta llegar al punto en que se descubrió al dueño de la voz y allí ladeó un poco la cabeza arqueando el cuello en un gesto elegante mientras lo estudiaba.

No pudo evitar fruncir un poco el ceño al escuchar a algunos recriminar o incluso hablar al hombre con voz desafiante. Esa actitud no le resultaba sorprendente, pero sí de lo más fuera de lugar en esa situación. Al fin y al cabo, nadie les había obligado a entrar. Sus ojos plateados se entrecerraron levemente. Entendía la inquietud, pero no la mala educación. 

Y sin embargo, tampoco entonces dijo nada. Su mirada volvió a dirigirse al hombre, cambió el peso de su cuerpo y sencillamente esperó con paciencia a que dijese lo que tuviera que decir. 

La chica avanza lentamente y con paciencia al lugar, casi siguiendo el paso quedo del Melknhar que iba a su lado. Nimah llegó a los pies de aquel anciano pero al ver que no era quien pensaba, se devolvió con rapidez a su posición al lado de Vexy. Se sentía un poco intimidado por los extraños, al menos en primer lugar, así que decidió alejarse.

Las palabras del anciano eran claras: habían llegado a su destino, aunque había cambiado mucho en los últimos años. Ahora lo que le perturbaba un poco a la chica era el contenido de esos barriles. ¿Por qué serían tan grandes?

Aquellos que habían llegado eran bastante rudos con él y muchos guardaban silencio, cosa que no parecía normal cuando los ánimos iniciales eran tan fuertes pero sus razones debían tener. Vexy se acercó un poco a la comitiva que se encontraba con el anciano y dijo - Creo que los gritos no le ayudarán a hablar - Nimah se sube a la cabeza de Vexy para mantener su distancia del anciano y de los demás extraños.

- Si este es el campo santo como dice, quiere decir que la leyenda se convertirá en realidad durante la noche. La maldición de Oldland - observa a Nessa, quien parecía más contrariada que el resto.

- No puedo decir con exactitud de qué se trata, pero sé que no es nada bueno -. 

- El miedo alimenta a la ira, y la ira, mal usada, es inútilmente destructiva- dijo, con un suspiro, tras entrar en la taberna y observar el panorama- Buen hombre, ¿podría usted explicarse, si es posible?- pidió con educación. 

Trevor no era la persona más pacífica que se encontraba entre los presentes, pero aquel hombre no parecía armado y prefería dejar actitudes más beligerantes para otra clase de encuentros. Aquella situación era extraña, y si alguien podía colaborar aportando alguna información, no se le podía apedrear antes de tiempo. Él también notaba el nerviosismo vibrando en sus entrañas, pero procuraba retener esa clase de reacciones inoportunas e improductivas. 

Ithan se enciende un pitillo mientras el resto de la gente habla e intenta sacar información al anciano, espera a que baje el sonido del murmullo de sus voces que usa para ofrecer un pitillo al abuelo.

Gusta?

Despues mira a sus compañeros y añade ninguno sabemos que hemos visto fuera y bueno… esto es una taberna  y quizás este buen anciano nos entretiene para que gastemos algo,póngame ya que esta una copa de burbon,del bueno,  da una calada antes de continuar hablando,Sin ofender a nadie ahora parecemos animales enjaulados buscando una salida bueno y la puerta esta abierta… perdonad… yo he venido a buscar una persona de mi pasado… para mi esto es una mera coincidencia el estar con vosotros…..

Una chiquilla parece asustarse, y otros agitarse. Intentando retener cada una de las preguntas que les van haciendo y de las reacciones de otros empieza por decir.

Normalmente, es el que llega es que se ha de presentar... o al menos así se enseñaba en mi casa.

No obstante... soy Vael.

Escucha las palabras de Vexy y las agradece con un gesto cadente, mientras dice, mirando con los aviesos a Ithan.- La gangrena y la hemoptisis ya hacen su trabajo, no es momento de ayudarles más... pero gracias.

Aunque le conviene escuchar más... pues como la joven de pelo rojizo ha repetido, esto no es una taberna, sino un mausoleo del campo santo de Oldland.

Tierras que un día guardaron los alrededores de la gran Catedral y que hoy solo dormitan acogiendo sus restos y cimientos.

Traga saliva, mientras un gesto amargo se acerca a su rostro para continuar diciendo.- Lo que acaba de empezar es un triste cumpleaños pequeña... pues hace mucho tiempo, en esta misma fecha nació una pequeña joven, que tiempo atrás cambiaría el destino de muchos. Y al tiempo en esta misma fecha, su cuerpo dejo de respirar, bajo las manos de aquel por el que lo dio todo, y por el que todo perdió.

Una sonrisa de medio lado se deslizó hasta los labios de Lylian al escuchar las primeras palabras del hombre. Y es que a la joven le parecía que tenía toda la razón. Abrió la boca como para decir algo, pero finalmente volvió a cerrarla para escuchar el resto. 

Miró a su alrededor dubitativa cuando Vael mencionó que estaban en un cementerio una vez más. Le resultaba extraño, teniendo en cuenta que estaban rodeados de barriles y no de tumbas. Y sin embargo, fue al escuchar el final del discurso del hombre cuando sus ojos se detuvieron en la luz titilante de una de las velas reflejando su brillo en su mirada del color del acero.

- Joselinne... - Murmuró, todavía con la sonrisa colgada de los labios y la mirada perdida en la danza de la pequeña llama, antes de parpadear varias veces y volver a centrar sus ojos en el hombre. 

Se acercó a él con un par de zancadas, largas y flexibles, y le ofreció su mano enguantada. - Soy Lylian. Es un placer conocerlo. - Ladeó la cabeza y su sonrisa se acentuó durante un breve instante. - O eso espero. - Añadió tratando de aliviar con una pequeña broma el ambiente que se le antojaba demasiado cargado.