Partida Rol por web

"¿Podéis ayudarme, desde aquí y estas condiciones?"

Pregunto un poco extrañado ante la reacción de Melknhar, estaba claro por el susurro que murmuraba que no se le había pasado por alto, aunque sinceramente, una parte de mí se hubiese sentido decepcionada si lo hubiese hecho. No obstante me vuelvo a centrar.

"Dijiste que esto tal vez era un problema de mi cabeza. Pero empiezo a pensar en... otras cosas. ¿En qué fecha estamos... aquí? En cuanto al otro lado, estoy en Oldland, pero un Oldland desvencijado por el tiempo, por la tristeza, por las cenizas, por la muerte. Y por el mal. Estar en dos sitios a la vez me da un poco de dolor de cabeza. En cuanto a todas tus otras preguntas, no sé responderlas aún, no sé qué pretende, por qué actúa así, ni nada. Necesito más información y estoy en ello."

Según sus respuestas tal vez podría decirle lo poco más que sabía sobre la Dama Oscura. Quizá ellos sean la clave para poder llegar hasta ella. He aprendido mucho de De La Croix, y lo principal versa acerca del Bien y del Mal.

Eve escucha las palabras de Nath, pero no comprende nada. Lo miro con sus grandes ojos azules, todavía húmedos, y pestañea, provocando que una lágrima que había quedado enganchada en sus pestañas se desprenda y empiece a rodar por su mejilla. 

- ¿Ayudarte? - Arruga la naricilla y mira hacia Melknhar. - ¿Qué es lo que está diciendo? ¿Odland desvencijado? No puede ser. Odland está bien - . Se muerde el labio y coge de nuevo la muñeca, abrazándola con mucha fuerza. El joven les pregunta qué fecha es, pero ella no lo sabe. - No sé... Mamá murió hace poco y... No sé qué día es... - Aprieta los dientes para no volver a echarse a llorar. No quiere escuchar otra vez a su hermano recriminándola porque llora. Mami...

Seco la lágrima que cae por su mejilla, dejando que sea su hermano quien responda.

"Llora todo lo que necesites, llora hasta quedarte seca, pues cuando no te queden ya más lágrimas, tendrás mucho hueco que llenar."

Le digo, repitiendo unas palabras que me dijo una vez una de aquellas mujeres. Sacudo lentamente la cabeza.

"Sin embargo, si sólo lloras, no podrás cambiar nada, no podrás ayudar a los que te importan. No te olvides de luchar."

Estas últimas palabras son totalmente de mi cosecha. Me separo lentamente y miro al más callado de todos, a mi ancestro, mientras continúo hablando.

"Tal vez yo venga de otro tiempo. Son muchas las preguntas que hay. Por ejemplo: ¿Qué hay de vuestro padre?"

Dejo unos segundos hasta que termino de sintonizar ambos lados de la realidad.

"En el otro lado estamos atrapados, dicen que la Dama Oscura ha despertado, que alguien la ha avisado. Alguien conspira por despertarla. Y nosotros sólo somos piezas en el enorme tablero de ajedrez. Y no me gusta el ajedrez: suelo romperlo con facilidad."

- Menuda tontería. Nuestra madre no era oscura. Tenía la piel sonrosada y suave. Y cantaba bien, y nos contaba cuentos-dijo, volviendo a parecer a todas luces un niño- Esos amigos tuyos son unos mentirosos. Odland está bien... -frunció el ceño, y su rostro infantil se afligió al ver a Eve.

Medio a regañadientes, se acercó a ella, visiblemente afligido, y le besó la mejila. Un beso rápido y vergonzoso, pero uno con intenciones de consolarla. Acto seguido acarició la cabeza de su muñeca- Mira ¿ves? No es cursi. Es bonita. 

- ¡No estoy llorando! - 

La pequeña se defiende de las palabras de Nath y lo mira con una mezcla de dolor y rabia contenida. Pero su siguiente pregunta detienen las palabras amargas que quieren salir de sus labios y lo mira como si él fuera el culpable de todo.

- Papá también está muerto - . Su voz tiembla, pero esta vez el odio que siente contiene las lágrimas que luchan por salir. 

- Fue él quién mató a mamá y... y luego se quitó la vida, dejándonos solos - . Sus palabras parecen estar cargadas de ácido y un rencor demasiado grande para una niña tan pequeña. Mira a sus hermanos, es lo único que le queda y siempre la ignoran. 

Pero Nath vuelve a hablar de aquella Dama Oscura. Eve vuelve a clavar su mirada en la del joven y se abraza con más fuerza a su muñeca. 

Pero entonces Grovehn se acerca y habla de su madre, como si ella fuera... ¡No! ¿Qué está diciendo? - ¡Mamá es buena! - Muchas veces habla como si todavía estuviera con ellos, y, si se concentra mucho y cierra los ojos, puede escucharla cantar. - Grovehn tiene razón, mamá es la mejor mami del mundo. ¿Por qué dices eso? - Pregunta, volviendo a mirar a su hermano. En ese momento él se acerca y le da un beso. Eve le mira con los ojos brillantes. A veces es lo único que necesita, que su hermano esté junto a ella. Sonríe y vuelve a mirar su muñeca, recordando como su madre se sentaba junto a ella y la ayudaba a peinar sus cabellos. Ahora que ella no está, estos están enredados y sucios.

"No decía que estuvieses llorando..."

Digo ante el arrebato de Eve, su enojo me hace pensar que probablemente haya cogido mal las palabras. Y por esto no me gusta el ajedrez.

"... decía que si querías llorar, lo hicieses. ¿Sabes? Hasta yo he llorado. Y más de una vez."

Afirmo con total contundencia. Suspiro lentamente.

"No he dicho que ella fuese vuestra madre, sino que..."

Me detengo, medito por unos segundos mis palabras. Estaba hablando con los primogénitos, o al menos eso decía mi cabeza, un privilegio por el que la mayoría de los semidemonios arrancarían las almas a sus seres más queridos. Y sin embargo, aquí al menos, no eran más que unos niños.

"... no importa eso, en verdad, importa que hay alguien que quiere hacer el mal, y que estoy seguro que, tal cual me decís, vuestra madre no querría eso. Y si ella no querría eso: ¿por qué dejar que lo hagan? Tal vez yo venga de otro tiempo, tal vez vosotros os encontréis atrapados en algún lugar donde el tiempo no pasa. Queréis que vuestra madre vuelva a pesar de estar muerta. Me gustaría poder mostraros mi lado, pero no sé hacerlo."

Entonces miro a Melknhar, seguro que su cerebro ya estaría maquinando cómo conseguir ver el otro lado para averiguar información y elaborar un mejor plan.

Melknhar estuvo a punto de lanzarle un puñetazo a Nathaniel cuando se enteró que decía que la Dama Oscura era su madre. Él era quien había tenido más relación con Josseline de los tres hermanos, aunque la pérdida había sido dolorosa para los tres, Melknhar se había visto solo, apenas alcanzando la década, quedándose al cargo de dos hermanos pequeños... El peso era demasiado para sus jóvenes hombros, ha tenido que madurar de golpe y porrazo y sus hermanos no le permiten errar. Pudo calmarse y no decir nada, pero apretó los puños hasta que le dolieron. 

- Mamá era buena. Era la mejor-reafirmó las palabras de sus hermanos. Se quedó callado, pensando-. Y Nathaniel tiene razón, nosotros sabemos como es... era-se corrigió con un nudo en la garganta- mamá, eso es lo único que debería importarnos sobre ella, no lo que los demás digan. Lo importante es que alguien está intentando hacer daño, y hay que detenerlo. Es lo que mamá hubiese querido que hiciéramos. 

Melknhar comenzó a pensar, cruzó los brazos sobre el pecho y comenzó a caminar por la estancia, como solía hacer cuando intentaba concentrarse.

- Veamos... Nosotros, según tú... estamos en tu cabeza, ¿no?-preguntó a Nathaniel-, si, como tú dices, estamos en tu cabeza... deberías tener el suficiente poder mental como para controlar lo que sucede, es decir... si deseas que lo veamos, lo veremos. Es lo único que se me ocurre por ahora, aunque por ahora lo que podrías hacer es describirnos lo que ocurre con tus palabras, hasta que encontremos una mejor solución. 

"A ver que lo intente..."

Comienzo a decir mientras me concierto.

"Estamos en el año 2957, Oldland está cubierta de cenizas y desolación. La vieja catedral de Baal ha perecido bajo las guerras que se han librado intentando contener el mal de los Demonios, la humanidad ha sido abocada a su extinción casi completa y ahora vuestros legados pueblan la Tierra. Es la noche de las brujas, las calles están adornadas con velas y las sombras de aquellos que lucharon antes que nosotros vagan como zánganos hacia el interior. Somos muchos los desconocidos que nos encontramos por primera vez bajo el cartel desvencijado de la ciudad, de todos los linajes, de todos los lados del mundo, con motivos tan distintos como distintos son los copos de nieve. Seguimos a las sombras mientras un viejo reloj replica la media noche, justo cuando encontramos un cartel que reza "Joseline" y una voz que nos invita a pasar, el viejo nombrado como Vael. Seguimos la voz, lo encontramos, y nos explica que aquel lugar es el sepulcro de la madre de todos los linajes, de la Dama Oscura, que nos tentará, intentará cambiar nuestro destino, que nos aguarda bajando las escaleras. La mayoría desciende sin dudar, yo a estas alturas ya estoy con vosotros, pero también parecemos como marionetas guiadas por una mano invisible. Alguno intenta servirse un trago de sangre y una de las sombras lo golpea y se desvanece. Descendemos, las escaleras se pierden en el infinito y un camino de túpido carmesí nos indica la llegada a una gran estancia, Vael nunca ha estado ahí, Vael nos dice que alguien ha avisado a la Dama, nos enseña un papel y el sueño nos vence."

Mientras he hablado, en mi mente he intentado redibujar todo lo que he dicho, me tomo más de tres latidos para retomar el aliento antes de seguir.

"Ha amanecido. Un cadáver, de una de nuestras acompañantes, con punzadas rituales para su desangramiento además de una violencia feroz. No ha sido agradable, desde luego. La situación es tensa. Vael se ha levantado, ha dejado caer un lirio dibujado, firmado por la muerta, diciéndonos el significado del mismo."

Termino de hablar, espero a que lo asimilen y me apoyo en una pared, estas cosas suelen darme dolor de cabeza, más aún cuando no es mi especialidad. Yo sólo sé luchar. Pero no voy a rendirme ante algo como esto.

"Y antes de pasar a conjeturas y conclusiones, os toca: ¿cómo creéis que podríais ayudarme?"

Nathaniel intentó hacer aquello con su mente... recordando cada uno de los esbozos vividos en aquel día, pero ni aún así pudo recrear aquel mundo en su mente.

Primero hubo frustración, pero entonces la rabia le hizo llegar allí donde debía.

No estaba allí para enseñarles nada ellos, sino para recibir algo de ellos...

Puede que fueran solo el recuerdo de unos niños... un recuerdo herido... un recuerdo huérfano... pero al fin y al cabo un recuerdo que tenía algo que enseñar.

En algún momento cada uno de ellos podría mostrarle algo que le podría ayudar... aunque aquella lección solo mostrase una única oportunidad por cada uno de ellos.

EL tiempo corría en Oldland, pero en la mente de Nathaniel, el podía decidir, cuando sería el momento para hablar de aquella lección con cada uno de ellos...

Extiendo mi mano hacia Eve finalmente. Puede que fuese sólo una niña, sin embargo, lo cierto es que ella necesitaba más atención que sus hermanos, en apariencia al menos.

"Vamos, ayúdame pequeña. Sé que escondes algo grande, y es hora de demostrar qué es lo que hay en ti."

Dibujo mi mejor sonrisa, en verdad era un ofrecimiento sincero, más que una orden, seguro que le vendría bien tener algo que hacer, algo en lo que distraer sus pensamientos dada la situación actual.

Las palabras de Nathaniel resonaban en la casa como un eco repetido, mientras los tres pequeños miraban a Nathaniel con gesto sin comprender.

Entonces la pequeña Eve, limpio su rostro con el dorso de su mano, a la vez que aspiraba su tristeza con el filo de su vestido. Un movimiento que parecía haber disipado dudas en la pequeña o tal vez no quería que nadie dudara de si.

Una sonrisa teñida por antiguas lágrimas en sus ojos. La pequeña se acercó a Nathaniel y tiró de sus ropas para decirle algo con calma:

- Yo no soy grande... solo una niña que aún llora a su mamá...- apretó su mano como si sus propias palabras le hubieran recordado aquella pérdida y se dijo a sí misma soltando la mano, mientras las lágrimas volvían a ahogar su voz.- _{Debo ser fuerte...} 

Lo miró antes de volver a la escalera junto a su muñeca: Mamá siempre me dijo que debía de hacerme escuchar... pero cada vez que lo intento.... Aprieta sus dientes los cuales parecen crecer, al igual que sus dedos, los cuales sin querer perforan la maltrecha muñeca de trapo en sus manos.

La rabia la consumía, era como una pequeña fiera sin domar... una pequeña bestia que guiaba su corazón por los instintos, y pasaba en segundos de la tristeza a rabiar, sin más.

La pequeña removió su cabeza, como intentando zafarse de aquel sentimiento, bajó su mirada hacia la muñeca y dijo hastiada como cuando un niño tiene deberes que hacer: De nuevo me toca coser....

Y sin más, fue hasta un mueble viejo y sacó una cesta de mimbre, de la cuál empezó a sacar avíos con los que poder zurcir aquellos rotos.

"Eres realmente fuerte."

Le digo a Eve tras ver cómo se enfada, cómo destruye su muñeca, cómo me habla... y cómo me insufla. Le dedico una media sonrisa tranquila, amable.

"Y sabes hacerte escuchar. Y creo que podrás ayudarme a salvar alguna vida y detener lo malo que está pasando."

Me siento nuevamente al lado del fuego y suspiro, miro hacia el techo.

"La chica que ha muerto luego ha vuelto a la vida, después de que todos viésemos el lirio que dejó Vael. Antes se me olvidó decir que parece que hay una llave importante, pero soy bastante malo para las descripciones: ¿me dejáis un trozo de madera y un filo? Si lo hacéis, os podré tallar una forma aproximada para que la veáis. ¡Ah! También mencionan a la vieja Tata, otros dicen que su nombre era Mimí, Minerva Braxton. ¿Os suena algo de todo lo que estoy diciendo?"

Les pregunto mientras espero a que me digan algo acerca de lo de traerme un trozo de madera y tallar.

Eve ha vuelto a sentarse en las escaleras y centra su atención en la muñeca. Desde que su madre no está, la pequeña busca el refugio de los escalones. Allí está a medio camino entre el salón y su dormitorio, donde Joselinne solía cepillar sus cabellos castaños. 

Al escuchar a Nath levanta la cabeza y le mira. Arruga suavemente el ceño, mientras sus mejillas se sonrojan. - Yo no he hecho nada - . Le dice, sin entender qué es lo que quiere decir. - Haces cosas muy raras - . Se muerde el labio y recorre con la mirada la estancia, hasta detenerla en la pared que tiene una ventana. Bajo ésta hay un mueble de madera oscura, con un pequeño trapo encima, protegiéndolo del polvo. - Allí dentro tienes madera. Es la que usamos para la chimenea - . Le dice y señala hacia la cocina. - Y allí hay cuchillos - . Se queda unos segundos en silencio, pensativa, y finalmente sus ojos brillan y una sonrisa baila en sus labios. - ¿Me harás una figurita? - Le pregunta, ignorando todo lo que él ha explicado sobre lo ocurre en el otro lugar. Habla de muerte y resurrección, ella no quiere saber nada de todo eso, aunque si... Su rostro palidece y se levanta del suelo, dejando caer a la muñeca y la aguja que había clavado en un costado. - ¡Nath! Esa chica... ¿Es verdad lo que has contado? ¿Podéis traer de vuelta a mi mamá? - Le pregunta con un nudo en la garganta y voz temblorosa.

Con tranquilidad, conforme me señala dónde coger la madera, me levanto y la cojo, junto con un cuchillo, y regreso.

Me dispongo a comenzar a tallar cuando escucho su comentario de hacerle una figura y asiento con la cabeza.

Apenas he pasado dos o tres veces el cuchillo cuando me pregunta con una voz temblorosa. Dejo a un lado el trozo de madera y el cuchillo para mirarla. Me gustaría responderle de modo casi automático, pero su tono me impera a responderle personalmente. Le miro a los ojos y niego con cierta tristeza.

"Sé que ella ha vuelto a la vida. No sé si hay alguien que pueda devolver a otros a la vida. Créeme, si estuviese en mis manos, haría todo lo posible por traerla de vuelta, por que fuese la madre que vosotros recordáis. Quizá por eso estéis aquí atrapados, quizá haya algún modo de asegurarnos de que vuestra madre vuelva a ser ella, de resucitarla, quizá haya algún modo de poneros en contacto con ella. Haré todo lo que esté en mi mano, lo prometo."

Y yo prometo pocas cosas, pero de algún modo estar en este lugar me hacía sentir parte de algo, de algo bueno, algo que me gustaba, hacía mucho tiempo que no me sentía como aquí. Podía ayudar, podría, quizá, hacer algún bien.

Vuelvo a coger el cuchillo y la pieza de madera.

(...)

Poco después tengo en mis manos una réplica de la llave, no es exacta, pero sí bastante aproximada a lo que yo vi. Sonrío satisfecho con el resultado y se la muestro a los tres hermanos.

Eve escucha las palabras de Nathaniel sin apartar sus ojos azules de los de él. - ¿De verdad me lo prometes? ¿Harás cualquier cosa por traérnosla? - Su voz suena inocente, la de una niña que suplica por volver a ver a su madre. Le mira fijamente y se muerde el labio tembloroso. - Gracias... - Dice finalmente, con un hilo de voz y vuelve a coger su muñeca. Tiene que coserla, si su madre vuelve no quiere que la vea rota. Si la ve así se pondrá triste y no, no quiero verla triste. 

No levanta la mirada hasta que Nathaniel vuelve a hablar. Mira la llave de madera que les muestra y niega con la cabeza.

- No sé, creo que nunca la he visto - Se rasca la cabeza, pensativa, y arruga la nariz. - La única llave que he visto es la de mis papás, y creo que no se parece a esa. Grovehn, enséñasela - . Le pide a su hermano, dirigiendo su mirada hacia éste.

"Sí, lo prometo."

Digo con sencillez, aún pese a que odio repetirme. Entonces miro a Grovehn, mi antepasado, o al menos su recuerdo.

Pero algo del otro lado me hace interrumpir un poco apresurado.

"Rápido: ¿flor favorita de vuestra madre y el por qué? ¿Y cómo era físicamente?"

Seguro que se acordarían como si la hubiesen visto ayer mismo, y eso podría ser muy útil, aunque no dejo de mirar esperando la llave, además de las respuestas.

La pregunta de Nathaniel pilla por sorpresa a Eve. La pequeña vuelve a dirigir su mirada hacia el joven y parpadea.

- A mamá le gustaban todas las flores - . Le responde, sin entender por qué lo pregunta, pero deseosa de poder hablar de su madre. - Solía traer ramos de flores silvestres. De muchos colores, para iluminar la casa - El recuerdo le hace sonreír. Sorbe con la nariz y se la frota con el dorso de la mano. Desde que su madre no está, el hogar familiar se ha vuelto triste. Ya no hay flores en los jarrones, ni el olor de los jazmines cuando abría la ventana. - A mi me gusta el olor del jazmín. Lo echo de menos - . Sus labios se tuercen en una mueca y se rasca detrás de la oreja. - Y mamá era muy guapa - . Retoma la conversación, respondiendo las dudas del joven. - Y muy dulce. Me cantaba cuando cepillaba mis cabellos - Una sonrisa triste, cargada de añoranza, se dibuja en su rostro y sus ojos brillan, al recordar como los suaves dedos de Joselinne desenredaban sus cabellos  - Y siempre sonreía - .

"Gracias, supongo que no importa... es Michelle Braxton, una anciana acompañada de un gato. Ah, y otro muerto ha vuelto a la vida. ¿Y esa llave?"

Pregunto, bastante más calmado al sentir todo lo que pasa en el otro lado. Desvío mi mirada hacia el vacío. No podía ser tan fácil...

"Bueno, no os dije que esta mañana murieron dos personas. Por cierto, Eve, ¿sabes que a mí también me encanta el jazmín?"

Le guiño un ojo a la niña en una muestra de complicidad. Casi me planteo si acariciarle o no el cabello, sin embargo, no creo que sea el mejor momento, ni que ella fuese a aceptarlo. En su lugar acaricio su hombro tratando de reconfortarla.

- ¿Por qué nos preguntas esas cosas?- dijo, frunciendo el entrecejo- ¿Es que quieres regalarle flores a una chica que te gusta? Eso es muy cursi. - señaló, elevando el dedo- Bueno, es sólo cursi si no se las regalas a Eve, si se las regalas a ella o a su muñeca, está bien- corrigió, acordándose de cómo había hecho llorar a su hermana, sin quererlo- Y mamá era la más guapa de todas las mamás del mundo. 

- ¿Y como es eso de que se está muriendo gente? Últimamente se mueren demasiados. ¿Eso está bien?