Partida Rol por web

Al igual que pasara días atrás el silencio eterno, era el murmullo que os hacía despertar... pero aquella mañana un frío corría entre las ruinas, levantando vuestras manos para que calmara aquel aliento en vuestra piel.

Hacía tiempo que el silencio también era el sonido de aquella mujer de tez negra, que junto a su jaguar, se había sentado entre las ruinas y poco a poco se había callado sin más. 

Vuestra mirada por instinto buscó su cuerpo, en aquel sitio donde ella misma se retiró... y allí mismo seguía aunque su cuerpo no estaba terso, ni su piel lucía con fuerza y brillantez. Sino que parecía ser una máscara de la misma muerte que ahora la alimentaba... Su pecho hundido sobre su propio hueso, y su piel marchita era una simple lona apoyada sobre su propia carcasa.

Al lado de Nora, descansaba su Jaguar, que al igual que ella había ido mermando en su nutrez quedando un resto felino que ya no volvería a gritar ni a saltar....

Un pequeño surco en sus vidas, aquel paso por Oldland, que de alguna manera había marcado su largo viaje, como un itinerario hasta su final.

Pero no era el único silencio que amanecería allí... Pues al lado de otra ruina, junto a los cascotes y rastrojos, el cuerpo de Dreide se tendía sin fuerza y sin calor.

Su piel ahora cetrina estaba marcada por mil ríos púrpuras que marcaban sus propias venas.... pequeños afluentes que morían en diversas aberturas que perforaban el cuerpo de la chica pelirroja, abriendo grutas de dolor y angustia en su cuerpo, dejando que la sombra de la muerte se instalara en aquel cuerpo... mientras a su lado Tyr, parecía también mutilado, y perforado por igual...

Los ojos azules de la chica se dibujaban entre agonía y temor, mientras que la mirada del lobo, había desaparecido sin más...

Aquella fría mañana, parecía ser un espejo del aliento de aquellos cuerpos que descansaban serenos a pesar de la marca que la muerte presentaba en ellos... dos cuerpos deshechos por la maldita tierra y su destino y condición.

Ya eran suficientes aquellos cuerpos, como para encontrar un nuevo resto más... pues tras las espaldas del Ángel, veíais un rastro de sangre que era certero en vuestro temor. 

Un rastro que se unía a jirones de carne que de rompía como masticada por unas enormes fauces o destrozadas contras aquellas piedras sin más... Poco a poco la sangre se iba uniendo a trozos de carne cada vez más grandes hasta que el rastro llego a un pelvis que empezaba a entreverse sin heridas, y tras ella, un torso y unos brazos que se extendía con la suave caricia de la muerte, hasta terminar en aquel cuello y cabeza que se tendían sobre el suelo, mostrando como incluso el dolor de sentir aquella tortura, había manchado su blanca tez.

Aquella esencia y cuerpo torturado pertenecían a Yaiza, y junto a su cuerpo tendido como ella, con sus alas contra el suelo, se disponía aquel Vencejo Real, que sin palabras se unió a su dueña, y sin ellas la acompañaba en aquel trance que la muerte se empeñaba en tramar.

Aquel era rumor que traía la mañana, y el sonido muerto que Oldland os mostraba una vez más... Un destino marcado y maldito, en el que las mañanas tenían siempre aquel silencio y aquel ahora a sangre fresca y temor.

Nói, quien en la noche se había mantenido callado y taciturno, despertaba el primero para observar como la muerte aun campaba a sus anchas entre ellos y esta vez, fueron tres los cuerpos. Seguramente de nuevo solo uno a manos de aquellos que deseaban las puertas.

-¿Habrá sido Yaiza? Sería la más lógica... -Musito mientras su compañero se estiraba a sus pies y despertaba con él. Poco a poco el resto de las personas congregadas se despertaron y su mirada se clavo en Sylvia, quien con razón sospechaba de él e incluso pregunto a Olenna, quien respondió mas que adecuadamente a sus palabras.

Tras un parpadeo, estaba cerca de la mujer observándola y espero a que su mirada se cruzara con él para dirigirle unas suaves palabras.

-Si tienes dudas, puedes preguntarme, estoy aquí para ayudar en lo que pueda. Como la mayoría. -Se sincero con ella, antes de mirar al resto y observar como Dreide continuaba muerta.

-Y ahora que. -Al parecer había entendido mal aquel asunto del árabe y la mujer de fuego y por eso mismo prefirió preguntar, antes que callar y escuchar.

Fiona observó la matanza que trajo consigo la mañana... arrugó el ceño y no pudo evitar indignarse al ver el cuerpo mutilado de Yaiza.

- Cabrones...- dijo agachándose sobre el cadaver para cubrirlo, ya era la segunda vez que cubría el cadaver de la muchacha... finalmente se levantó para a continuación mirar de reojo a Dreide y a la mujer del jaguar- la víctima de las semillas ha sido Yaiza, está claro- asintió a las palabras de Nói- estoy segura que Dreide ha utilizado alguna treta para despirtarnos... pero os aseguro que ella es una de las asesinas, el fuego no engaña.

Entonces cogió aire y miró a Olenna, le había quedado una pregunta sin contestar.

- No se exactamente lo que significa... pero estoy segura que está bajo el influjo de algo y viendo el cuerpo de Dreide... puede que tenga sentido. El fuego me mostró todos los secretos de esta asesina... me habló de su oscuridad, de la carta oscura que debía entregar para encontrar un aliado y de un lugar. Un lugar donde no existen ruinas ni más mierdas poéticas... que da lugar a un cementerio, lleno de estatuas pidiendo perdón... el cementerio está bañado con una suave luz dorada, parece emitir un cierto aire de tranquilidad... pero hay una vieja sombra que jode todo el encanto... y que amenaza claramente a Oldland.

En aquel punto, la melknhar recogió su bolso del suelo y comenzó a empolbarse la cara... no le gustaba que los rasgos de su linaje se hicieran demasiado visibles, cuando se sintió satisfecha añadió.

- Con respecto al árabe... después de lo que he visto en Dreide, me resulta extraño que si él fuese semilla hubiera actuado de la forma que lo hizo... lamentablemente... el fuego no me muestra a los muertos- volvió a incidir en aquel punto, le había fastidiado no haber visto los secretos de Dyehuty

Esa mañana los ojos de Olenna se abren despacio. El frío de la ausencia se hace presente hoy también en su cabeza, peor más presente se hace la muerte. Sus pupilas no buscan a los caídos: sabe quiénes son, y no necesita ver cómo están. Se levanta entonces poco a poco, como si ese gesto requiriera esmero, y camina hacia el ángel para observar el cuerpo de Yaiza. La mira durante largos segundos sin llegar a tocarla, y sin decir nada emprende el camino hacia la chica del lobo primero y la del jaguar después. Tres muertes, tres legados. Aquello no le gustaba nada.

Las pupilas de la Grovehn observan a los presentes. Por un momento cierra los ojos respirando lentamente, sintiendo cómo la letra que acompaña a su nombre habla hoy de denuedo. Da entonces unos pasos más entre los que quedan, buscando en ellos cualquier detalle que pudiera haber pasado por alto.

No dice nada en respuesta a las palabras del oriental. La garganta de Olenna parece hoy cerrada, como si la presencia de tres cuerpos hubiera llevado a su mente a reflexionar un poco más. O quizá empieza a faltarle con quién hablar. Sin embargo cuando la mujer de fuego se dirige a ella la escucha con una expresión ligeramente tensa.

—El sitio es malo —dice, como si esa fuera toda la conclusión que saca de sus palabras—. El cementerio. Caminamos, pero no salimos de allí. Es malo. Yo estoy. Estamos seis. Hablamos de que estamos muchos. —Entonces la mira durante un par de segundos más, y se puede ver cómo su mente trabaja—. Creo que sé quién nos lleva. Tendrás que comprobar. Preguntar al fuego. Pero eso después. Ahora las semillas.

Acto seguido la Grovehn permanece un instante más mirando alrededor. Sus ojos se posan en Sylvia, comprobando que se encuentra bien, y también en la niña. Luego mira al hombre alimaña por un instante, pero no dice nada más. En lugar de eso camina hacia la linde, empezando lo que ya es un ritual que paradójicamente la ayuda a dejar de sentirse como un animal enjaulado. La ayuda a pensar.

—La negra no está aquí —dice señalándose la sien. El ruido de su bastón la acompaña y ella trata de entender a través del sonido de la piedra lo que está pasando—. Una noche, una muerte —enuncia—. Otra noche, una muerte. Otra noche, una muerte. Otra noche, dos muertes. Hoy, tres muertes. —Entonces hace una pausa, negando con la cabeza—. Malo para todos. Malo. —Vuelve a callar un segundo antes de hacer una pregunta para la que quizá nadie tenga respuesta—. ¿Mañana?

Abro mis ojos. nuevamente es de día. otro día mas en este maldito lugar.

me siento y miro a mi alrededor y veo como Olenna ya esta caminando de un lado a otro, como buscando respuestas; me levante y caminé hacia ella.

- alguna noved...- no alcanzo a terminar la frase y vi un rastro de sangre, que llevaba detrás del ángel, un cuerpo; rápidamente me voy acercando y puedo ver entre la sangre y los restos, se distingue el rostro de Yaiza. cerré mis ojos por lo que le hicieron, retrocedí un par de pasos y vi como cerca habían 2 cuerpos más: Deidre y Nora.

Me voltee a Olenna y le pregunté estupefacto:

- Pero como?, tres?- le dije negando con la cabeza- mientras más semillas encontramos, mas muertes se vienen por la noche?, que demonios pasa aquí!- pensé en voz alta- las semillas se multiplican, o  tal vez... debe haber otra explicación- 

Algo tras la muerte de Nimay me había quitado el habla, me costaba asimilar aun todo esto, apenas ponía atención a algunas cosas, pero cuando llego el momento del atardecer, mi sorpresa fue mayúscula cuando un escudo apareció frente a mí, ahora poseía los tres legados…un Canto Melknhar, un Escudo Grovehn y mi Hermano Eve.

Mi mirada se cruzaba con la de Olenna, cuando confirmaba que ahora si la habían llevado, yo seguía solo reunida con Nói como todos ya sabían.

Pronto la noche cayó y una lágrima solitaria se escapó al recordar que aquella noche Nimay no la cobijaría entre sus brazos, ni Haathee nos brindaría su calor, pero abrazada a Wardjan pasaría la noche con la esperanza de despertar nuevamente para seguir buscando a las semillas.

Nuevamente el alba traía la desgracia dantesca, un espectáculo cruel donde tres cuerpos yacían mostrando las huellas de un ataque sin piedad, Nora, Deidre y Yaiza…ahora mi vista se cruzaba con Vyka…¿será confiable después de todo?, Deidre había muerto mientras dormíamos, ¿habrá sido obra de Yaiza?, quizás Oldland le dio el mismo regalo que a mi…era tan confuso todo.

-Olenna, del otro lado…del vivo…¿qué conclusión has sacado?...si Dyehuty era semilla, entonces…¿Quién más queda?-

Y mientras vuestras palabras se cruzaban heridas, por el toque de la muerte de aquella mañana, uno de los cuerpos de los caídos, parecía extremecerse, como si a pesar de la muerte existiera espacio al dolor.

Estremecido y amoratado aún, el cuerpo de Smel se alzaba, mientras aquellas heridas que señalaban cúmulos de sangre sobre su piel, emergían hacía fuera como llamadas por un nuevo respirar.

La chica del pantano jadeaba ante aquella sensación que abría su piel, y hacía emerger de ella escamas y puntas escamadas, como si su propio cuerpo sirviera como mezcolanza entre Quón y su piel.

Allí donde debía caer sangre, se vertía un espeso lodo... que caía al suelo y dejaba marca. Las manos de la chica recorrían aquel nuevo cuerpo que le brindaba su vuelta a la vida, mientras a su lado, Quón parecía desperezarse de un letargo... Las heridas se marcaban por aquella mezcla oscura que formaba el lodo, y tras gotear sobre el suelo todo volvía a su lugar... mandíbulas y dientes, escamas y mirada parpebral...

Smel sonrió al ver como Quón seguía con su mismos movimientos lentos tras volver, y lo abrazó como hace una hermana que hace tiempo que deseaba volverte a ver.

Fijo la mirada en vosotros, pero entonces... su mirada se desvío hacía el suelo, pues poco a poco, la luz marcaba el nacimiento de nuevos sellos en aquel centro que poco a poco se labraba a base de luz.

Nuevos glifos marcados, mientras la maldita tierra seguía aún bajo vuestros pies...

Presté atención a las palabras de Fiona y contesté justo cuando esta terminó de pronunciarse.

-Señora del fuego, tus llamas revelan la identidad de los vivos y confío en que son fidedignas-comenté-No debes de preocuparte por los muertos, ya que mis ratas son portadoras de información. Puedes estar tranquila, Dyehuty era una semilla. Quizás un día no lo fuera y su maldad se pronunció con el paso del tiempo. No hemos errado en la decisión de acabar con él.

Haber estado 4 días ausente me había perjudicado, ya que solo tenía cierta información transmitida por Olenna. No sabía de quién desconfiar y no estaba totalmente integrado en el grupo.A pesar de esto, intentaría hacer mi trabajo, descubriendo la condición de los sentenciados.

Observé a cada uno de los presentes, fijando la mirada en ellos. No sabía cuantas semillas quedaban ya que los muertos no dejaban de volver. Oliver fue el que mas dudas me suscitaba. Era poco hablador y cada palabra que salía de su vota sonaba agresiva. Volví a susurrar a mis ratas, que se pusieron en tensión, atentas a las palabras que salían de mi boca. Se adelantaron unos metros y fijaron su vista en Oliver. A partir de ahora, iba a estar pendiente a sus acciones y comentarios.

Olenna escucha con la respiración pausada las palabras del negro primero y de la niña después. Al primero lo mira por un instante, evaluándolo, mientras que a la segunda le dedica un vistazo que dura varios segundos más.

—Sé un asesino. Yaiza lo vio —anuncia con seguridad en dirección a la niña—. La del lobo dice que hay dos semillas. —Entonces lleva sus ojos por el lugar, como recomponiendo la escena nocturna—. Creo que una mata a Yaiza, otra a la del lobo. Creo que por querer ayudar. Ella... —valora mirando finalmente a la chica del jaguar, la callada—. Ella no sé.

—Pero no digo ahora quién es asesino, digo luego. —prosigue con determinación. Su voz es tan hosca como siempre y sus palabras igual de directas—. Hay prisa de otra cosa. He contado. En el sitio donde van dos estamos muchos. Cada vez más. Ahora seis. Esta tarde ocho. Si hoy muere el asesino al amanecer podemos estar todos —Niega con la cabeza—. No.

—Los muertos dicen que el sitio es malo —señala a la mujer de fuego—. Ella dice que el sitio es malo. Hoy yo busco quién nos mete. Pregunto muertos. Escucho piedra. Y creo que encuentro. Si no hay tiempo de preguntar al fuego, podemos preguntar a las ratas.

Sabia que ese lugar no era bueno, Nói tenia razón, seguramente es el Manipulador, observo y escucho a Olenna, comprendo su preocupación, pero mas ansias tengo de saber quien es la semilla que queda.

Luego dirijo una mira a las chicas que estan en ese lugar... -¿quien de ustedes, fue la primera en llegar? ¿Llego sola o habia alguien esperandola? Si nos dais esa posta sera util para descubrir al Manipulador...- 

Acariciaba la testa de Wardjan, esperando una respuesta... -¿Olenna es alguna de ellas la semilla?- habia que descartar.

Olenna escucha las preguntas de la niña y la mira con un deje de orgullo. Camina entonces hasta ella y pone una mano en su cabeza.

—Dos semillas —le recuerda—. El asesino que sé no está dentro. Por eso matarlo es ayudar al que mete. —Entonces prosigue—. Primero llegaron dos, Yaiza y ella —dice señalando a la chica de cara pintada con el bastón—. Y creo que nadie esperaba.

—Estoy esperando que Yaiza diga una cosa. Si dice, creo que sé quién mete.

- ¿¡3 muertos!? Solté sin pensarlo. 

- No puedo creerlo, que mierda pasa, como y quien tiene la capacidad de realizar algo así... De los que ya no están solo puedo decir que Yaiza no es uno de ellos, y tampoco creo que sea semilla. Digo con convicción. - No puedo verla pero de acuerdo a su situación sé que no era una semilla. De hecho hay algo que me llama mucho la atención. Digo mirando a Noi y Fiona.

- Me parece demasiada casualidad que estén tan seguros que Yaiza era semilla, y además que rápidamente se hicieron tan cómplices... ¿No querrán encubrir algo?

Sabía que aquellas palabras pueden ser un arma de doble filo, pero tenía que decirlo.

Todo comienza a encajar como perfectos engranajes y asi se cumple una vez mas, que por la boca muere el pez.

- Raffariel, ¿es idea mia o intentas insinuar algo de Nói y yo?, pues te aclaro por si no te has enterado, que Oldland nos unio a Nói y a mi...aqui- hago el gesto de Olenna para diferenciar los lugares, bien aprendo de los adultos.

- Y hemos sido sinceros en decir que no es lazo que nos una o nos manipule en ese sitio, solo surgio de la necesidad de hacernos compañia y todos lo saben.... Pero el tuyo es diferente, nadie ha dicho que Yaiza sea semilla, asi que si tu y ella estaban al inicio apostaria mi alma a que eres tu la Manipuladora-

Di un paso al frente - dime...¿quieres capturarnos a todos ahi? ¿Hacernos tus esclavos? ¿Para que? ¿Que pretendes? Quizas eres tu la que ha estado tras todo esto desde el inicio- le miro con rabia, pensar que ella podria ser la culpable de todo me enfurecia.

Nói observo como las miradas ahora se centraban en buscar al títere y sonrió, al menos no todo en él estaba equivocado.

-Como bien se ha dicho, si esta noche sois ocho entonces seréis mayoría y sin saber las intenciones reales de quien os arrastra a ese lugar, creo de segunda prioridad encontrarle. -Dijo mientras miraba a Olenna. -Tal vez de primera, si es que entre vosotras no hay ningún asesino... -Pensaba explicar la razones, pero seria repetir lo que otros acababan de mencionar.

-Entiendo que ese manipulador, puede ser Raffariel. -La miro entonces a ella. -Dinos, ¿Cuando llegaste tu y Yaiza a ese lugar habia una tercera persona esperándoos? -Antes de acusar como hacia la niña, el oriental quiso saber un poco mas de todo aquello.

-Y por cierto, has cometido un error, yo nunca he dicho que Yaiza sea una semilla, es más, creo que ella a sido la única victima real de ellos. Ya la mataron una vez, matarla una segunda es totalmente plausible, creo que la temen por alguna razón.

Esperaba despertar con los niños esos entre nosotros. Sin nadie más cerca del ángel malrollero... pero fue peor de lo esperado. ¿Cómo demonios parecía que estábamos tan cerca, y a la vez habían cada vez más muertes? Cuando vi a Nora muerta, me percaté que realmente había estado aún con vida hasta esta noche. Creí que Oliver era el más silencioso porque ya ni me percataba de la presencia de la chica.

Habían vuelto a matar a Yaiza, y era incapaz de entender el porque se recreaban con ella de esta forma. Pero pese a que siempre parecía hablar en tono de susurro, no me caía mal, y me desagradaba que fuera el objetivo de estas malditas semillas. Habían vuelto a matar a Yaiza, y era incapaz de entender el porque se recreaban con ella de esta forma. Pero pese a que siempre parecía hablar en tono de susurro, no me caía mal, y me desagradaba que fuera el objetivo de estas malditas semillas.

Pero estaba viva, y debía una explicación. Al menos, parte de ella en estos momentos. Entonces noté que Smel regresaba entre nosotros. Al menos se compensaba un poco la pérdida nuevamente de Yaiza. Y las runas brillaron nuevamente. Si, ahora ya era el momento de hablar.

No quisiera distraernos de lo que realmente es importante, pues parece que hay 2 peligros que nos acechan y uno podría no ser mejor que la muerte. Pero algunos os habéis preguntado por mi actitud desde que llegué aquí, y prometí explicarlo si había un nuevo mañana para mi, cosa que otros no han podido decir por igual. - Cogí aire mientras mi mente se remontaba tiempo muy atrás - Los Melknhar tienen sus Poderes. Los Eve a sus Bestias. Y nosotros los Grovehn, nuestras Armas. Sólo que la mía... estuvo alejada de mi durante la mayor parte de mi vida. Me faltaba algo, y al menos en las regiones nórdicas de donde provengo, los otros no fueron precisamente amables con una "paria" como yo. No fue hasta que encontré mi martillo que supe a ciencia cierta que era una Grovehn, y como el resto de nuestro legado, había sido el más cruel de los 3 conmigo hasta ese día. - Suspiré recordando tanto injusto maltrato - Pero esto no es todo. Mi martillo está vinculado a Oldland. Ya estuvo aquí antes. Al menos, una parte de él lo estuvo tiempos atrás. Y sus "consejos" no hicieron replantearme todo el sufrimiento vivido, sino que lo justificaba. Ha venido a terminar lo que empezó en su día, o a evitar que todo acabe si no puede contar su historia. Tarde o temprano contaré su historia, mientras haya alguien para poder escuchar su historia. Quizás mis labios serán capaces de que pronuncie su nombre, y que alguien lo entienda. Pero no sé si será antes que vuelvan los "guardianes", si será en su presencia... o si sólo me ha llevado hasta aquí para dejar su marca, a la espera de pueda ser liberada su historia de la piedra en la que está forjada.

Finalmente miré a Olenna.

Las runas han hablado, pero no buscaban ser solistas sino hacer un dueto...

Una pequeña bocanada de aire me hace sentir vida mientras mi cuerpo se evapora de un lugar a otro. Tengo la vista nublosa, salgo de la cabeza de Olenna, me siento distinta ante el lodo... pues ya no hay necesidad de encubrir mis escamas, realmente, estoy en comunión con mi bestia más que nunca. Siento alguna influencia de los pantanos en todo mi ser, representando aquello de donde vengo. ¿Esto es lo que se viene a buscar a Oldland? . No lo sé... pero estoy un poco mosqueada.

Noto a mi cocodrilo acompañarme -hasta al fin-, a quien no dudo en abrazar con fuerza tras ver sus movimientos. Elevo mis mofletes con una estirada sonrisa y los ojos cerrados mientras inspiro... estamos vivos – Ya estamos aquí, Quón – busquemos a esas semillas del tío Lucifer. Vamos. Tras algunos parpadeos absorbiendo oxigeno, me alzo para ver como nuevos sellos alumbran ante mí, me sostengo el pelo viendo que ninguno es el mío y arrugo ligeramente el ceño. Aun no. 

Escucho las voces de este vil juego de la muerte, y tengo mucho que preguntar, pero de inicio tan solo busco a mi compañera mientras escucho la historia de la mujer del martillo, entre comentarios. Oldland pues. – Hay que detener ese sitio en el que os meten – digo preocupada, o terminaré ahí yo también. Aunque el brillo de mis ojos indica que me alegro de ver a Vyka con vida. Voy escuchando de nuevo. Y bien viva.

Olenna observa durante algunos segundos el inesperado cruce de acusaciones. Presta atención, así como la presta también a la historia de la chica del martillo, pero no tarda en decidir que puede escuchar mientras camina.

Así vuelve a dirigirse a la linde una vez más, dispuesta a comprobarla. Tantea cada punto, buscando cómo salir, y lleva en ese trabajo un par de minutos cuando deja que su voz abandona su pecho.

—Yaiza aún no contesta, estará pensando —enuncia—. Pero en el sitio preguntan quién es el asesino. He dicho. Así que digo aquí también —prosigue. Entonces detiene su caminar un instante antes de mirar al negro—. Él. Él mató a Yaiza.

Fiona asintió al comentario de Sarghagas, era todo lo que necesitaba oir, entonces emergió de entre los muertos la Eve del cocodrilo... no es que le tuviera aprecio, pero no era mala y eso era una buena noticia, teniendo en cuenta las circunstancias en las que se encontraban.

- Las llamas hablarán antes del anochecer- respondió a Olenna mientras se miraba las uñas y daba una calada al cigarrillo expulsando su humo para a continuación mirar a Raffariel y a Oliver enarcando una ceja- Te creo Olenna- añadió simplemente cuando la Grovehn del bastón señaló al Grovehn de la guadaña, parecía que las cosas empezaban a encajar pero debían actuar con celeridad.

Vyka no había abandonado el lado de Smel durante todos esos días y se levantó para ver las múltiples muertes que habían acontecido. Las miró con curiosidad y con dolor. Era cierto que Nora era también familiar de un anterior visitante de Oldland pero no podía creer que eso estuviera pasando. Tres muertos. ¿Cómo?

Entonces, vio las reacciones de todos con atención pero hubo algo que le robó la atención. El cuerpo de su amiga parecía moverse de manera extraña mientras las escamas se hacían visibles y el lodo salía de su espalda. La miró con asombro y con una leve sonrisa.

Le dio su tiempo de asimilarlo, al igual que a su cocodrilo. Ya era más fuerte. Ya poseía el último legado. El poderoso último legado. Cuando ella le buscó, Vyka solo esperó que le viera y al sentir su mirada sobre ella, le dijo – Bienvenidos – y luego miró a Quón. Su madre la odiaría donde no hiciera aquello. Y asintió decidida ante las palabras de su amiga.

Olenna habló y ella miró a Oliver con severidad. Sin duda, el hombre de tez negra había mantenido un perfil bajo durante demasiado tiempo y ya en aquel lugar lo había manifestado, aunque las palabras de la pequeña Theora tampoco pasaron desapercibidas para ella. Ella también lo había considerado. Miró a Theora y dijo – Raffariel ha ayudado poco en la búsqueda y cada que tratamos de hacer una búsqueda conjunta, se negó a participar – la miró por un momento -. Por ello, yo hice la misma deducción que tú y apoyo tus palabras – le dijo con una leve sonrisa tratando de ser tan simpática como se le daba para girarse hacia el Grovehn otra vez.

- Aquel afán de mostrarte protector y defensor de la justicia después de tan largos silencios fue lo que me hizo fijarme en ti. Guardabas silencio y opinabas poco, preguntándoles a otros sobre sus sospechas por temor a dar las propias. Además de tu explosiva aparición cada que se hacía una acusación certera. Para mí eso es lo que te convirtió en un sospechoso primario – dijo con su voz seria.

No sabía si Smel tomaría su mano una vez más pero se la ofreció igualmente. Era bueno sentirla cálida y no tan fría como el día anterior.