Partida Rol por web

El brillo en los ojos de los tres nuevos llegados parecían candente, la luna miraba desde arriba, la sangre comenzaría a correr, y las muertes no serían más que la muestra del destierro y la herida que Oldland estaría de nuevo dispuesta a sufrir.

Lion levantó sus hachuelas hacía atrás armando su punta con precisión, y cogiendo fuerza para desplegar su lado afilado sobre alguno de vosotros con la intención de ser el primero en derramar la primera sangre. Un merito bien preciado entre los Grovehn de aquel lugar.

Por primera vez y ante la mirada de todos visteis como una fiera crecía dentro del pequeño John, sedienta de sangre, mientras su vista se coronaba de miel al igual que en su pequeño esmerejón.

Y el portador de Melknhar, Iagho parecía respirar tranquilo mientras el suelo comenzaba a vibrar.... La muerte tendría su pago aquella noche, y ellos no pretendían ser el justo precio.

La mano diestra de Lion se adelantaba dispuesta a presentar su arma contra su víctima cuando sentisteis un rugido a vuestro alrededor... 

Una forma a caballo entre lo humano y las bestias se agolpaba con una prominente dentadura sobre Lion, derribándolo hacía el suelo, y apostillando sus patas sobre él mientras rugía y se retorcía entre sí, entre gestos de dolor y furía para desencadenar la transformación en una pequeña muchacha de tez oscura que con ojos prominentes y aún gesto amenazante decía al chico derribado.-

 - Ya... basta... ¡¡¡Parad... !!!

 La chica se levantó acariciando sus hombros como si aquella transformación le hiciera más daño del que deseaba, mientras a su lado llegaba un gran ejemplar de oso negro y la acurrucaba con su hocico con mirada inocente.

Todos mirabais a la muchacha cuando un silbido corto el aire, y terminó en una flecha acerada, que se clavaba en la pared junto al muchacho del halcón, dejando el plumaje del arma a escasos centímetros de su nariz... Unos pasos llegaban tras la flecha en un intento de correr aunque ya fatigado. Unos pasos que pertenecían a una muchacha rubia de pelo trenzado que portaba en sus mano un gran arco de milicia, y que tras apoyar una mano en la pared para tomar aliento empezó a hablar.-

- Ni se te ocurra John... 

La chica parecía firme en sus palabras, como si a pesar de que su edad estuviera muy cercana al chico, tuviera más rango que él. Su mirada no se giró ni un ápice a vosotros mientras, que retomaba el aire y tras dejar su trenza izquierda atrás, estiró su mano y colocó de nuevo una flecha en su arco, tensando con firmeza su directriz, preparada por si acaso, nada más.

Y como era de esperar tras ellas dos, apareció de nuevo el tercer legado, una chica más adulta con los rasgos de su legado en la piel, que aderezaba con dilataciones oscuras, como su pelo, en las orejas. Un look diferente al de los otros. Con gesto cansado, pero con unos ojos azules llenos de rencor.

Se aproximó al otro Melknhar y sin dudarlo ni un ápice, extendió su mano y blandió una sonora bofetada a su igual, para luego exhalar ella misma demostrando el esfuerzo que había hecho para llegar allí justo a tiempo.

 Esta chica ahora sí os miro a vosotros y a ellos, y pregunto casi incriminando al Melknhar, con los dientes prietos.

 - ¿¿¡¡ Desde cuando acechamos como asesinos !!??... ¿¿¡¡Desde cuando el destino de Oldland fue puesto en tu boca Iagho... !!??. ¿¿¡¡ Acaso estás olvidando porque se te permite estar aquí... !!??

 - Si madre te viera... juro que haría agonizar mientras su ácido te hiciera recordar que significa ser de la Guardia.

Luego giró su mirada ante vosotros como ahora sí, deteniéndose a ver que significaba vuestra llegada, y contando muestras testas, mientras su piel se erizaba sin querer...

El hombre observaba aquí y allí, arriba y abajo como si quisiera hacer un mapa mental del lugar donde estaban.
-Perfectamente querida.-Contesto de manera escueta a la pregunta de Vyka, quien podría darse cuenta que a diferencia del resto, quienes estaban sucios por la caída, él se mantenía limpio y en la misma posición antes de caer.

-Son tres es extraño.-Musito, mientras observaba como sucedían los minutos posteriores.-Puede ser interesante, escuchare primero, si es necesario puedo marcharme en cualquier momento. No, para eso estoy aquí, para conocer la verdad de estas ruinas y sobre nosotros.-Pensó a continuación mucho mas serio. Y en el momento que se puso la cosa mas seria, tres nuevos semidemonios, de nuevo un legado de cada, ataco a los tres jóvenes, esta vez eran tres mujeres. Y era evidente que se conocían.

-Vaya, no sabia que los Eve, podían hacer eso. Conocía los rasgos no de transformaciones. Aunque si hago memoria...-Apoyo su dedo indice en el bajo de su nariz pensativo, buscando en su mente algo referente a eso, cuando la tercera mujer dijo una palabra que lo saco de su ensimismamiento.

-Ha dicho guardia y no guardián, ¿Verdad?-Pregunto a los jóvenes que estaban a su lado.-Es extraño, había oído otra historia.-Comento en alto, antes de alzar la cabeza y mirar a los seis recién llegados.

-Vosotras parecéis mas templadas. ¿Podríais decirnos la razón de su ataque y el porque de la necesidad de formar una guardia?-Se atrevió a preguntar primero, aunque el vietnamita tenia su propia teoría.

Me mantengo de brazos cruzados. Esta rabieta infantil que tienen nuestros "captores" (pues a eso aspiran a ser, aunque es irrisorio cuanto dista de la realidad) se me antoja molesta e insustancial. Cuando pensaba que podría divertirme un poco llegan las mujeres a detener a los tres hombres, o simulacros de hombre que son estos chicos imberbes. Tch...

Sus motivos son poco claros. Parece una disputa de poder interna, una diferencia de perspectivas acerca del trato que nos deberían dar. Realmente no me importa. El caso es que parece que no nos divertiremos, al menos por el momento. Todo se resuelve en un aburrido tortazo. Triste. La chica que lo da nos estudia, como si fuera suya la potestad de decidir que pasará con nosotros. Ilusa... Dejaré que hable con el viejo desaparecedor. Veamos de que pie cojea...

Los ojos marrones de Olenna permanecen brillantes y expectantes conforme los segundos pasan y unos y otros empiezan a mostrar qué están dispuestos a hacer. En silencio empieza a contar molestias y cobardes, y también suicidas. Una vez apartados todos ellos le quedan sólo unos pocos, pero servirán. La pequeña sonrisa baila en su rostro como una luna en el agua, y ver el ridículos de Daeron sólo le sirve para afianzarse en su decisión de presentar combate.

Al escuchar las palabras de Sylvia y su risa Olenna ladea la cabeza, dedicándole una mirada que vuelve a estar llena de interés y preguntas. Siente a la gente de allí como realmente extraña. Sin embargo asiente, prometiéndose comprobar si quemar vivo al último de ellos servirá para que deje de estar frío.

En el mismo momento en que la mujer negra se une a ellos Olenna inicia una nueva cuenta atrás, decidida a hacer algo por desequilibrar esa balanza que parecía suspendida en la esquina del mundo. Ocho, gato, roca, treinta y tres, zapato... Sus ojos iban de uno a otro a pesar de que ya había decidido que su objetivo sería el tal Iagho. Pegada a él, luchando a cuerpo, sería menos peligroso.

Sin embargo un instante antes de que lance su ataque sucede algo inesperado y esa cuenta atrás se queda anclada en la roca. Olenna clava un poco más su postura en el suelo, dedicando un breve vistazo con las pupilas dilatadas a la gente que se encuentra cerca de ella, como queriendo conocer sus intenciones. No parece temer lanzarse a por los seis enemigos ella sola, pero espera saber antes de hacerlo si alguno se uniría a ella.

—Eh —dice de manera escueta, haciendo un gesto hacia el hombre del turbante para saber qué esperar de él. Luego da un paso hacia adelante, ocupando la punta de la flecha que defendía a la cría.

—¿Y ellas? —pregunta luego, desviando sólo un instante los ojos hacia Sylvia. Quizá para otros la llegada de esas tres chicas sea el momento de dialogar, pero para Olenna es un motivo más para estar en guardia. Ve su actitud y escucha sus palabras, pero nada garantiza que no sea una treta. Y si siguen llegando así, de tres en tres, pronto las cuentas no les serían tan favorables.

Mi semblante se ensombrece como si la mismísima noche hubiera venido a visitarme, los recuerdos del pasado afloraban nuevamente mientras mi mano sostenía la de Theora con fuerza, protegiéndola del peligro como si fuera incluso su madre. Desconocía tal sentimiento, sin embargo, emergió desde un rincón lejano de mi interior porque estaba a la defensiva y no les daría lugar a esos tres de meterse con la niña. 

Formando un muro difícil de traspasar, observo con detenimiento la escena que por cierto era un tanto Dantesca al principio. Los jóvenes portando un orgullo digno de apreciar, salvo que sus modales distaban demasiado a los míos ya que los veía como críos insensatos e inconscientes. Éramos muchos aquí y nadie se iba a quedar quieto por un temblor en el suelo o una clara amenaza verbal.

Por lo pronto mi piel se erizaba por Tyr, sentía como el lobo se volvía cada vez más hostil con aquellos muchachos e intento tras leves y pausados suspiros mantener la calma conectando con mi bestia al punto de mermar esos impulsos. -Ahora no Tyr... calma... - susurro acariciando su pelaje encrespado mientras que mis ojos vigilaban el entorno ya que tres mujeres se unieron a la "fiesta".

Enarcando una ceja por la actitud de "poner en el lugar a los críos" sigo esperando paciente, el hombre oriental había tomado la palabra y  esperaba las respuestas a sus interrogantes, no por ello bajo la guardia, ni me separo de la niña. Eso sí, atenta a lo que pueda suceder voy analizando todo y a partir de allí veremos los pasos a seguir mientras que busco la mirada de Nimay para demostrarle que no me movería del lugar.

Lo observé todo con bastante tranquilidad, casi sin inmutarme. Parece que las primeras rencillas ya estaban ocurriendo. Me sentí un poco ofuscado ante la situación producida. -Parece que estos chiquillos saben algo de lo que está ocurriendo aquí, y en vez de darnos información, se dedican a disputar entre ellos.

Así que decidí tomar palabra en el asunto.

-Muy buena demostración, os felicito-dije mientras tocaba las palmas lentamente, de modo irónico. -Ahora que habéis terminado con la actuación, ¿seríais tan amables de decirnos porqué hemos sido convocados? -Cuando finalicé con las palabras, la docena de ratas que me acompañaban hicieron un ruido agudo al unísono, sonando lo mas parecido a una carcajada humana.

La situación es... casi subrealista: nos amenaza un niño, el suelo cede y caemos, siento el crujir de varias maderas y huesos que espero que no estén rotos, donde antes había un niño ahora hay tres, desafiantes, y parecen capaces de plantarnos cara.

Y ahora... tres chicas los detienen, parecen exhaustas. Les escucho hablar mientras trato de entender, hablan de una puerta, de guardias, de que no es su decisión. El oriental parece buscar respuestas, y no es el único. Miro alrededor y alejo mi mano de la empuñadura de mi arma, agachándome para recoger la pluma carmesí que sostenía apenas un minuto atrás.

Una disculpa sería lo correcto.

Digo, con cierto tono de amenaza. Miro a mi alrededor y comprendo que hay muchas caras, algunos parecen saber más, otros no tanto, pero todos parecemos ser engranajes en las ruinas que representan Oldland. Finalmente me fijo un poco más en el oriental y miro el libro que cuelga de un lado en mi cinto.

Esta ciudad ha sido testigo de grandes batallas... y grandes matanzas -murmuro en voz alta, audible para cualquiera que preste un poco de atención-... y si mi instinto no me falla, se acerca otra batalla. Se huele en el aire.

Miro entonces a los chicos y a las que parecen ser sus superiores, tratando de evaluar sus movimientos, esperando al menos por parte de alguno de los seis algún tipo de disculpa.

Atónita observo los nuevos acontecimientos y su desenlace. Una vez asimilado lo ocurrido no puedo dejar de apretar el puño mezcla de rabia y lo absurdo de la situación. Respiro con profundidad hasta conseguir calmarme y recuperar la compostura.

-Así que este ataque es producto de la rebeldía y la desobediencia. Miro a los nuevos que intervinieron a nuestro favor. -¿Por qué?-

Una vez que las nuevas integrantes del comité de bienvenida, pone en su lugar a los mocosos insolentes, no puedo evitar soltar una carcajada.

- Bueno bueno, ya sabemos quien manda aquí- dije mirando a los niños que parecía que ahora tenían su orgullo herido:- Muchachos, mi abuela me dijo alguna vez: donde manda calzon, no manda calzoncillo- dije sonriendo otra vez- es momento que hablemos con los que mandan al parecer en este lugar- dije mirando a las jovencitas que acababan de hacer su entrada.

-Señoritas, mi nombre es Oliver Swamp- me presenté, como todo Grovehn debía hacerlo apropiadamente- y les aseguro que no se nada ni de puertas ni de que diantres haya pasado en este lugar, lo que si sé, es que no soy bueno conversando, cuando me amenazan de la manera que lo hicieron estos tres- les dije apuntando con la "Partealmas" a  los mocosos- les pido, que puedan decirnos que sucede, pues no es necesario amenazarnos, sobretodo si no saben lo buenos que somos luchando- les terminé diciendo con cara de "me entienden no?"

Mis ojos se centraron en la chica que cambio de forma, su transformación confirmaba una pregunta que le había hecho a mi madre, desde que Wardjan y yo estábamos juntos, siempre hemos tenido una conexión especial, nuestros movimientos y reacciones son sincronizadas, con solo mirarnos nos comunicamos, he tenido sueños donde me transformo en él, pero mi madre nunca supo cómo responder a mis preguntas y al ver a la chica, confirmaba que era posible y eso me alegraba en extremo, ahora buscaría la forma de entrenar esa transformación, así como mi padre lo hacía con su arma.

Sonreía ante esa posibilidad casi abstrayéndome del peligro en el que estábamos, a lo que mi compañero se dio cuenta y me saco de esos pensamientos, la mano de Deidre me sujetaba con seguridad, me agradaba esa chica, debía presentársela a mis padres e invitarla a casa, lo mismo para Nimay, aunque no sé si tener un elefante en casa será del agrado de los vecinos.

Pese a mi edad, comprendía bastante bien la situación, aunque ¿el cómo? llegue a formar parte de ella…no, pero aquí estaba y si Nimay y Deidre se preocupaban por mí, también lo haría por ellos y por todo aquel que necesite de mi ayuda.

-Wardjan…siempre alerta, no dejes que toquen ni a Nimay ni a Deidre…- Olenna también formaba parte de eso, pero como la pelirroja y el moreno estaba se mostraron más cercanos, serian mi prioridad, yo estaba convencida que no un ave, hachas o la magia podrían mermar los sentidos guardianes de mi compañero, como los de ninguno de ahí presentes.

Todo aquello me parecía muy poco serio, y de muy mal gusto. Había recorrido un camino largo, peligroso, donde había tenido que sobrevivir sola con la única compañía y ayuda de Fyas, con una mano delante y otra detrás, literalmente, ¿para llegar allí y ver ese espectáculo? Tres niños mimados con ganas de retarse entre ellos, o de retarnos a nosotros, siendo nosotros mayoría.

¿Lo éramos? ¿Estábamos todos los recién llegados, unidos? No, claro que no. Yo no pensaba mover un dedo por ninguno de ellos, excepto por Olenna o Deidre, que sin pedírselo han intentado ayudarme a mi llegada, o por la niña, la cual representa lo que he venido a buscar.

La cosa empeora cuando aparecen las chicas.

Al menos son mujeres.

Todo aquello se vuelve lo que parece ser una rencilla familiar. Dejo de prestar atención, incluso cuando aquella bestia se abalanza sobre el chico, para transformarse en la primera de las féminas recién aparecidas. Sin embargo, un sonido, corto y seco, me hace volver a poner mi atención en ellos, y hasta la acelera la respiración. Un tortazo.

Miré a Olenna sobresaltada. Después al resto. A nadie parecía llamarle la atención aquel sonido, aquel gesto, tanto como a mí. Todos se dedican a hacer como que nada pasa y a pedir explicaciones sobre el "espectáculo", y por primera vez atiendo incluso a lo que dicen los varones, a ver si alguno arranca algo útil a aquellos críos.

Y así es como fijo mi atención irremediablemente sobre Oliver, cuando nombre a su abuela.

Dice que su abuela, una mujer, tenía razón, y mira a las niñas con cierto respeto.

Seguramente mis gestos no sean significativos para nadie, pero algo, preguntas, algunas respuestas que aún generan más preguntas sobre todo aquello que creía conocer, se agolpan en mi mente. Fyas parece advertir mi desasosiego y aprieta un poco el abrazo, intentando tranquilizarme.

Roy, al no recibir respuesta por parte de los críos, se mantuvo preparado para protegerse en caso necesario. Cuando la mujer del arco que anteriormente había mirada al panda se acercó, le miró, tratando de evaluar sus intenciones. Linda, por su parte, pareció asustarse al principio. Todo aquello había dejado de parecerle divertido desde que cayó al suelo. Sin embargo, cuando el hombre asintió en dirección a Yaiza, se tranquilizó un poco y aceptó la caricia, sintiéndose más reconfortada y más protegida.

Mientras tanto, el hombre tenía la atención dividida sobre todo en los tres jóvenes, pero sin olvidarse del panda y la mujer que se había acercado. Las palabras de Yaiza consiguieron oprimirle el pecho. Siempre he pensado que una batalla evitada es una batalla ganada. Dijo, dando a entender que lo que había dicho no era por temor, sino porque, a diferencia de algún presente, no le gustaba pelear. Sin embargo la que sí estaba evidentemente asustada era la cría de panda.

De pronto, las tres mujeres hicieron su aparición y trataron de calmar a los chicos a su manera. Parecía que aquello había terminado, pero aún así se mantuvo atento. No podía bajar la guardia, no con Linda allí. Gracias, por cierto. Añadió, con la vista clavada en los seis hermanos, pero refiriéndose claramente a Yaiza. Le habría gustado presentarse, pero claramente no era el momento.

Algunos de los demás empezaron a hacer preguntas. Roy estuvo atento a todo, alerta. No pudo evitar ver como algunos seguían pavoneándose y chuleando, tratando de provocar a los chicos y chasqueó la lengua, molesto con aquella actitud. Asintió inconscientemente a las palabras del hombre con ropajes propios del desierto y esperó a que alguien respondiese a la sencilla pero correcta pregunta de la mujer con la que compartía legado, la que viajaba con el búho.

Fiona se puso rápidamente en guardia cuando los tres atacantes se mostraron tan solícitos para la lucha, parecía que tenían ganas de sangre y que de allí no se iría nadie sin presentar batalla, de manera que en apenas un segundo convocó una llama sobe la palma de su mano... y ya estaba a punto de lanzarla cuando tres chicas aparecieron deteniéndolos.

- ¿Habéis oído hablar alguna vez del beneficio de la duda?- preguntó a los atacantes mientras extinguía la llama tras escuchar todas las conversaciones que se estaban dando- vaya... me temo que sería mucho pedir...- ironizó cogiendo un nuevo cigarrillo y encendiéndolo con un chasquido de sus dedos.

Colgando desde el filo del pozo sin fin, la vida se ve desde otra perspectiva. La verdad, se me ocurren otras maneras distintas y mejores de ejercitar los brazos. Al final, parece que Vyka me tiende una mano, que cojo para subir.

Una vez que estoy arriba, de nuevo en pie, me sacudo las ropas de tierra, y le dedico a nuestros tres nuevos amigos una mirada llena de odio, sangre y frialdad incluso cuando las tres nuevas chicas vienen a pararles. Poco a poco bajo la cabeza, y comienzo a temblar un poco... Finalmente acabo soltando una carcajada enorme.

-Pero mira que hay que ser inútil. Me podriais haber matado cuando estaba indefenso, o simplemente haberme hecho caer. Espero que las risitas que os habéis echado a mi costa no sean algo de lo que os vayáis a arrepentir.- Continuo riendo bajito durante un momento. -De todas formas, agradezco que me hayáis enseñado donde estaba el tobogán del pueblo.-

Doy unos pasos atrás evitando el agujero y mirándolo, sacando un cigarrillo nuevo de la caja y encendiéndolo. Después, le dirijo una mirada a Vyka mientras sonrío. -Oh, y gracias por ayudarme. Aunque tenía la situación totalmente bajo control.- Continuo riéndome un poco mientras miro como esos tres extraños hablan con las tres nuevas llegadas. -Tal vez, cuando terminen de hablar, podremos luchar tranquilamente.-

Escuché las palabras de Roy con una cálida sonrisa en mi rostro mientras mis dedos se perdían en el pelaje de su amiga, Linda. Traté de quitarle importancia a sus pesares, llevándome, con palabras tranquilizadoras, un poco del peso caído en sus almas inquietas. Sin embargo, no pude, se saboreaba la tensión.
Ante el amago de ataque de aquellos tres chicos desconocidos, me recompuse directamente, clavando con firmeza mi vista en el frente.

Agarré con fuerza el arco y tensé una flecha. No tenía miedo, pues destacaba en rapidez gracias a mi cabeza serena.

De pronto, en medio de lo que habría sido el comienzo de una masacre, la sorpresa me invade aun más. Llegaron tres nuevas chicas. Cada una de un legado. Instaurando el orden.

Aflojé mis dedos, llevándome conmigo la flecha y bajando el arco. Torcí el gesto y fruncí ligeramenge el ceño. No entendía a qué venía aquello, pero me desconcertaba.

- No tienes que darlas- dije con calma volviéndome a dirigir a Roy pero sin perder de vista lo que sucedía.

Al escuchar que esos tres chicos pensaban acabar con todo un grupo grande de semidemonios, Nimay tan sólo apretó sus puños, preparado para defender su posición y con ello proteger a todos los que estaban cerca de él, especialmente a Theora. Tal vez con ello podría compensar en una pequeña parte no haber podido defender a Priya. Sentía también la presencia del doberman cerca y si la situación no hubiera sido tan tensa tal vez habría esbozado una sonrisa al ver que la niña no estaba tan desprotegida como podría parecer.

Por su parte, Haathee y él estaban en guardia y preparados, listos para el combate... Cuando apareció la bestia y tras ella otras dos jóvenes. Aquellos seis que parecían ser familia comenzaron a discutir y poco a poco Nimay fue relajando su postura. Seguía atento, contemplando con sus ojos oscuros la discusión y listo para tensarse de nuevo en un instante. 

Sintió la mirada de Deidre, creyó comprender su mensaje mudo y le devolvió un asentimiento. No iba a moverse, aquello todavía no se había aclarado. Y, de ser necesario, lucharían juntos. 

Después siguió contemplando a los atacantes y las chicas que los habían detenido, muchas preguntas se habían hecho y aunque no comprendía algunas de ellas, esperaba por las respuestas. 

Suponía que Oldland guardaba sensaciones bastante experimentales, pues al final... estoy sobre lo que creo la entrada del mismísimo infierno. Así lo llamaba la mayor de mis hermanas cuando aún teníamos lazos en el pelo, y así lo seguimos las 3.

Y no lo sabía, pero sentía que podría pasar algo. En el mejor de los casos esperaba encontrar gente aquí. Y esperaba encontrar problemas, desde luego, como saqueadores de féretros, o algún misero diablillo que terminaría sus días ante mi cocodrilo por intentar tocarme el esmalte. Pero al final se han conjugado ambas opciones... y no esperaba dar con alguien muy problemático, con poder, y que pueda anular el mio tan fácilmente como Iagho.

Veo que Vyka está bien, pero para entonces no tardan en llegar tres jóvenes chicas que ponen fin a la escena de sus iguales, o casi iguales... mas bien inferiores. Me quedo perpleja con la transformación de la primera, con la que pestañeo varias veces con especial asombro  – W...wow... – suelto un suspiro de admiración llevándome las manos al centro del pecho. Mi atención se desvía hacia la flecha, el merecido bofetón... y desde luego, trato de no perderme aquello que dicen o bien preguntan mis casuales acompañantes. Mi atención capta al hombre del turbante, pues también parece saber de historias de la historia.

Eso han dicho – confirmo al veterano Melknhar de la visera. Han dicho la Guardia. Me quedo en gesto dudoso por un momento. Pero entre asuntos, o uno en concreto... también se hablaba de “las puertas”. Ha! Sabía que existía un umbral que dividía ambos mundos, o al menos eso creía entre historias de boca en boca. Pero estos chicos nos dejan deducir directamente que ademas de existir por seguro, también está mas cerca de lo que parece. Imagino lo que es la guardia, imagino esas puertas... ignoro lo que es todo, pero estos guardianes son pésimos porteros por evidentes razones a la vista. Han intentado provocarnos. 

En posición gacha, frunzo el ceño y con suaves gestos sacudo un poco el tronco de mi bestia. No dudo en indicarle de quienes debemos defendernos si pasa algo, seria un horror que se confundiese. Y no soy de callar, pero no soy tonta, me empiezo a dar cuenta de que fue una temeridad al borde de mi atrevimiento partir solos hasta Oldalnd. Si puedo, pretendo no separarme mucho de Vyka y Daeron, y tampoco me alejo del hombre llamado Nói. Empieza a hacerse de noche.

Los músculos de Olenna permanecieron tensos, firmes, preparados para ese momento en que algo haría clic en su cabeza y se lanzaría a la batalla. Los segundos se deslizan por su piel sin que esta cambie lo más mínimo, como si se hubiera convertido en una estatua. Sus labios están ligeramente apretados, y con ello su color se ha vuelvo un poco más blanco. Sin embargo ni siquiera la perspectiva de la batalla borra el atisbo de sonrisa de su cara. Se puede notar que está cómoda con la situación, casi como si fuera una costumbre.

Los oídos de la mujer van escuchando las palabras de unos y otros y, como es costumbre, se siente diferente a ellos. Ajena. Olenna no se siente convocada por nadie, como dice el hombre de las ratas, ni tampoco tiene ese instinto que diferencia unas batallas de otras del hombre del desierto. Pero se tiene a sí misma, y con eso siempre ha sido suficiente.

Es consciente de la expresión de Sylvia cambiando, pero no dice nada al respecto: una vez más son preguntas de las que no se ponen en voz alta, y ahora la prioridad es seguir viva para poder responderlas. También lo es de las excusas que dan unos y otros para no presentar batalla. Ojalá que, en el peor de los casos, al menos no se pongan en medio.

—Niña —llama entonces a Theora, con una voz grave y vibrante—. Si ves la oportunidad de correr... No —le dice con seriedad, sin llegar a mirarla—. Huir te hace juguete y presa —asegura al fin, con la certeza de quien ha estado tanto en ese lado como en el del cazador—. Quédate cerca de quien esté vivo hasta que muera, y luego de otro.

La pequeña Yamileth, aún se estremecía mientras los huesos de su hombro crujían al terminar de terminarse en su sitio. La niña miró al asitático y dijo tras sus palabras de asombro.- No crea que es una bendición... fracturar tu cuerpo cada segundo, cada instante para luego volver a romperlo otra vez.

La pequeña abrigó su propio brazo con su mano mientras mira con fiereza al muchacho de las hachuelas, como si deberia seguir en guardia por la posición.