Partida Rol por web

Las miradas se entrecruzaban con tildes de odio e incomprensión mientras el sol acaecía tras aquel primer día lleno de muertes y confusión.

El cielo se teñía de rojo , mientras la luna  empezaba a asomar su rostro aún ambarado en los últimos rayos de luz. El aire enraizado, parecía pesar más como si se detuviese ante aquel momento como un expectante más.

Todo estaba por suceder, solo hacía falta que alguien diese un paso en falso para romper aquel saco de tensión. Y sin esperar más aquel momento las ratas de Sarghagas nerviosas, empezaron a chillar mientras su dueño mantenía aquellos ojos negros fijos en el resto... tomando una decisión.

Pasaron unos segundos en los que todo parecía ir más lento y tras ellos, un leve movimiento, casi un cosquilleo en el rostro de Sarghagas, y las ratas empezaron a correr raudas por el suelo en diferentes direcciones, en busca de un solo objetivo que derribar...

Los ojos de todos vosotros se preguntaban por su meta, hasta que de una manera cierta los ojos de Theora se abrieron expectantes mientras sentía que aquellos chillidos las rodeaban y poco a poco la cercenaban al igual que Wadrjan. Había poco tiempo, debía de reaccionar... pero sus ojos solo podían ir de un lado a otro mientras a cada segundo encontraba un nuevo roedor atenazando su fragilidad. El can esgrimía grandes ladridos esperando una reacción.

Las ratas casi la alcanzaban cuando una mano cercana, la agarro con fuerza y sin poder asegurar su caída la lanzó hacía atrás, mientras su pelo rojo se encendía en el aire bajo el resplandor de aquel atardecer. La cara de furia de Vyka duró un segundo, pues tras el abrío sus fauces y rozando sus colmillos afilados profirió un gran chillido, que poco a poco reverberaba a cada lado, y os hacía a todos temblar, mientras que a las ratas las desconcertaba y las hacía tropezar sobre ellas mismas en el suelo.... Sarghagas al mismo tiempo llevaba sus manos a sus oídos mientras sus ojos se cernían al vacío, esperando poder ubicarse sin más.

El hombre rata, sacudía su cabeza para despejar aquel efecto de la mujer de pelo rojo, cuando sintió su rostro manchado. Alzó una de sus manos y sintió un pequeño hilo de sangre proveniente de su nariz. Enfocó la mirada y vió a lo lejos como Aisha miraba gélida a su mascota, mientras esta en el suelo, destripaba a un secuaz de Sarghagas.... Al ver el pequeño signo de herida en su piel, la mujer rubia, sonrió antes de alzar una de sus botas, y aplastar con ella a una rata más, a la vez que el hombre vinculado a ella sentía un profundo dolor en su hombro izquierdo y se desfiguraba ante vuestra mirada.

Las garras de Sarghagas llevaban casi a Aisha, y con furia las desplegó intentando desgarrarla aunque en él último momento sintió un frío acero que sesgaba uno de sus miembros, y abría una herida en el contrario. El africano liberó un aullido de dolor, mientras miraba con odio a Oliver que portaba su arma con seriedad a su lado, dispuesto a desplegar aquel filo otra vez...

Era momento de huir, al menos de aquel lugar céntrico en la pelea... Y como aquellas mismas que lo seguían empezó a recular, trastabillando sus propios pasos, mientras ratas empezaban a emerger de entre las ruinas cercanas para acercarse y unirse a la pelea y dentellear a aquellos que proferían su odio contra Sarghagas. Pero su huida se trunco... pues tras un silvido en el viento, una flecha se hincaba atravesando las rodillas del hombre, mientras a lo lejos Yaiza, colgaba su arco otra vez, antes de patear las ratas que empezaban a luchar en su contra en aquel lugar.

Con solo una mano, y un muñón sangrante, y entre balbuceos y gritos intentaba liberar aquella flecha que lo cernía al suelo. Y por eso que no sintió ni vio como el gran ofidio de Sylvia tras un susurro de ella había emergido tras reptar en el suelo a su lado, y ahora se disponía a hincar sus colmillos sobre la piel llena de sangre de Sarghagas.

Aquel despojo herido sentía como el veneno entraba en su torrente y lo laceraba por dentro, mientras que al instante le impedía moverse. Apretaba entre temblores los dedos de su mano aún conservada balbuceaba un grito de derrota, pese al cual sus animales seguían a su lado, como queriendo ser el último bastión de aquella batalla.

Pero el fin llegaría sin más dilación. Pues tras todo aquel despliegue de odio, había habido tiempo para acumular confianza y tesón. Las patas de Wardjan se abalanzaban sobre Sarghagas, y tras tirarlo al suelo, comenzaba a deborar con grandes dentelladas el gaznate del mismo.

El cuerpo de aquel hombre temblaba sintiendo la agonía de aquellas heridas, pese a que su voz no pudiera erguirse y demostrarlo en realidad.

Los pequeños pasos de Theora llegaron hasta el sitio, y acariciaron el lomo de su can, mientras que las piernas de su contrincante dejaban de moverse en pequeños espasmos. La pequeña bajo su mano, y se enjuagó los dedos con el gran charco de sangre que había a sus pies procedente de Sarghagas, y con gesto lento los llevó a su boca y los probó...

La sed de la rabia se saciaba con aquella matanza, mientras las ratas que había llegado huían entre ruinas, a la vez que aquellas que nunca se apartaron de Sarghagas, habían caído fulminadas tras los ataques, dejando sus restos por el suelo.

Sin daros cuenta ya era de noche, la luna reinaba allí arriba y sobre el suelo la sangre roja, parecía otro lago en el que la noche podría mirarse a vuestro alrededor. Otra noche que vendría sin saber si habríais hecho bien o mal....

Vyka vio cómo el reptil de Smel parecía aceptarle y decidió permanecer tranquila, aunque no podía estarlo del todo, la tensión era palpable en el aire y esta vez las molestas palabras de Fiona no opacarían el sentimiento que agolpaba en su mente. Su sangre hervía, podía sentirlo. Se acercaba una batalla.

Primero las ratas chillaron y el cuerpo de Vyka comenzó a tensionarse pero cuando las ratas se acercaron a la pequeña niña, la pelirroja saltó hacia ella con gran velocidad, una velocidad que ella desconocía de sí misma y que solo había visto a su madre hacer gala de ella. Tiró a Theora con toda su fuerza hacia atrás para sacarla del alcance de las ratas, cosa que tampoco creía posible de su parte y gritó, un grito ensordecedor que logró desestabilizar a las ratas y al Eve que las acompañaba. Eso era, sin duda, el poder suyo más la ayuda de Oldland. Ahora comprendía por qué la urgencia. A pesar de su falta de participación en el resto de la contienda, quedó mirando sus propias manos en un silencio total y como si no se reconociera a sí misma del todo. Se sentía extraña, diferente, feroz. Su sangre demoniaca parecía aún rugir dentro de sí mientras se giró hacia Smel con cara de sorpresa y luego buscó el rostro de la pequeña niña. Sin duda, era una macabra escena para ver de parte de un rostro tan inocente pero, al fin y al cabo, era una Eve y, niña o no, los Eve seguían siendo cazadores.

Pudo ver que Theora se encontraba bien pero igualmente se le acercó por un momento - Me disculpo si te lastimé. Yo... No pude medirme demasiado - le hizo una reverencia cortés y luego se dirigió de nuevo con su amiga. Había prometido cuidarle la espalda y, tras tener cuidado de no invadir el espacio de su lagarto, volvió a su lado, esperando las reacciones de los demás.

En algún instante escucho como Quón rompe su mutismo semi-abriendo sus fauces para emitir uno de esos guturales ronquidos. Es como si una oportuna intranquilidad se instalara en su mas profundo instinto, me está advirtiendo que algo desencaja. Es más, de un momento a otro... un intruso sentimiento no tarda en desnaturalizar mi propio subconsciente.

De repente no logro guardar una extraña animadversión contra la chica de pelo rubio. Pero la situación explota por otro frente que no atañe a esta Grovhen, si no al hombre que aparentaba buscar lo que ahora encontraba con ahínco. Sarghagas, del que veo que tomando la delantera en su frenesí de agitación contra la niña, termina combatiendo contra un pequeño despliegue de personas que, incluyendo a Vyka - a quien decido no perder de vista- habían puesto sus ojos en él. Y no alcanzo a ver cada detalle, no. Pero sí logro captar la esencia del filo, la puntería, el siseo y la sagacidad que cercan a un Sarghagas que sucumbe ante el can de la pequeña.

Cuando termina la agitación, corre la sangre... y veo que Quón reposa su basto cuerpo a la luz de la luna. No hemos tenido que movernos, pero ahora entiendo a que se refería Nói con que debemos estar preparados. Y no sé que decir/hacer ante tal acontecimiento, mas que pestañear incertidumbre, por lo menos... hasta que la chica con el cabello rojo fuego regresa a mi lado - Lo has hecho bien, Vyka. Escondes mucha fuerza - Y desconozco si el hombre de las ratas ocultaba algún fin oscuro, pero ha intervenido haciendo temblar todo el ambiente con su voz, impidiendo que las ariscas roedoras llegasen hasta la niña. Supongo que jamas se debe subestimar a un Melknhar. Le sonrío animosamente.

Nói, también me dirijo a él – Y esto... volverá a suceder, imagino – digo, pues Oldland guarda atroces batallas en cada uno de sus mitos. Ahora sabemos un poco mas sobre lo que aquí nos espera.

Cuando el caos estalla de súbito silbo con incredulidad al ver el sangriento espectáculo que se desarrolla ante nuestros ojos. La verdad es que tengo un asiento privilegiado para el show, con buena compañía y un predador de primera clase listo paara despedazar cualquier pequeña alimaña que se acerque.

Cuando la carnicería aacaaba hay sangre por todas partes. Un espectáculo bastante más decente que lo que había visto hasta la fecha. Levantándome aplaudo lentamente.

- Bravo, bravo... Bueno, creo que estábamos debatiendo acerca de nuestra humanidad, la compasión y cosas así ¿no? - digo con mucha mucha sorna mientras miro a los implicados en la pelea. La niña me hace especial gracia, cubierta de sangre tanto ella como su animal.

Olenna se encuentra aún a escasos centímetros de Fyas cuando todo comienza. Sus ojos están en los de la serpiente, y en el instante en que los desvía hacia Katalina con marcada desconfianza siente cómo todo se precipita.

La posición de la mujer cambia de inmediato. No es sólo que agarre su bastón con firmeza, sino que toda su postura corporal es la idónea para saltar en cualquier dirección, en cualquier momento, de una forma que espera ser al mismo tiempo impredecible e indómita.

Desde allí observa todo el combate con los ojos bien abiertos, prestando atención tanto a lo que cada uno hace como a lo que el hombre alimaña resiste. Sus pupilas se dirigen también hacia los demás, echando un ojo para averiguar a quién estarían dispuestos a desmembrar.

Cuando todo termina y la niña prueba la sangre del cadáver Olenna no la juzga. Más bien ladea la cabeza con curiosidad, preguntándose si es consciente de la posición en que la pone eso. Después dedica un asentimiento hacia Sylvia. No es una forma de preguntar si está bien, pues sabe que lo está, sino de dar su bendición a una muerte en la que no cree más que en otras posibles.

Después de eso sus pasos se dirigen sin prisa pero firmes hasta el encuentro de Alastor, siendo esa la primera vez que le habla directamente. Se detiene a un par de metros de él, y antes de proferir ninguna palabra le observa durante un instante, evaluándole una vez más como semidemonio y como posible adversario.

—Por qué.

Cuando la más expresiva de los oradores presentes se acerca a mi y me hace una pregunta TAN elaborada y compleja, con matices sutiles y sibilinos no puedo menos que sonreirle mientras me giro para mirarla.

Con los brazos aún cruzados frente al pecho le contesto.

- ¿Por qué qué, querida? El lenguaje es lo suficientemente rico y se ha puesto suficiente trabajo en el mismo como para expresar con gran detalle y variedad casi cualquier pensamiento que ronde por cualquier mente, incluso una privilegiada y única como pudiera ser la tuya. ¿Por qué he elegido este atuendo? ¿Por qué  el tribunal supremo promulgó el Decreto 3.5? ¿Por qué los cuerpos celestes describen órbitas elípticas en un plano común? ¿O simplemente por qué te miraba a ti especialmente durante el altercado? Lo divertido es que, fuera aparte la versatilidad de la herramienta que es el lenguaje, lo que más me gusta de ella es que no está regulada. No es obligatoria. Puedo explayarme todo lo que me apetezca y finalmente... no responderte si no me apetece. Como es el caso.

Y dicho lo cual me meto las manos en los bolsillos tranquilamente y me doy la vuelta.

Y en medio de aquel suelo manchado de sangre, de nuevo emergió un nuevo sella que alumbraba por si mismo, como una nueva luz en medio de aquella noche, para velar los cuerpos de los caídos.

La luna, que ya hoy lucía con un color a caballo entre el rojo de ayer y el ambarado, seguía luciendo impertérrita, mientras las nubes las rozaban, curiosas de ser testigos de aquello también.

- Ahaaa... Linchamiento... Pobre hombre rata, me agradaba. Pero murió como un heroe, molido a golpes... Su muerte, digna de pertenecer en las gloriosas páginas de las historias de los súbditos de Caín. HaHaHa!! Vuelves a tu realidad oscura y asquerosa, vuelves a ser una rata... Disfrútalo.... Sargaghas.

Mientras tanto me mantengo mirando a la pequeña niña, quien empieza con acciones extrañas y perturvantes. - ¿Es una niña? Repito una y otra vez en voz baja jugando con mi pelo mientras que con la otra mano me tomaba mis ropajes enterrando las uñas en la tela.

Doy una vuelta por el lugar y camino donde Fiona. Me ubico a su costado observando a los presentes y sobre todo a Theora. Los veo como si estuviera mirando un grupo de cuervos comiendo un animal muerto.

Luego de ver como el Hombre rata yacía inerte, le miró con lastima, pues él se lo había buscado; caminé hacía la pequeña, que se encontraba con Vyka, a la cual le agradecí con la mirada, el haber ayudado a Theora.

me agache ante la niña y saqué de mi bolso un pañuelo blanco, entregándoselo para que se limpiara:

- estas bien?- le pregunté- lamento no haber sido más rápido, pero Vyka, lo fue y estas a salvo, que es lo que importa- le dije.

Y allí estaba, sentada como una mera espectadora observando el escenario con sus actores principales. Esto era una obra típica de un cuadro siniestro, en don su creador embellecía a través de una pincelada la sangre derramada de sus víctimas, sintiendo goce por ello a través de un delirio creativo y perturbador. 

Era algo inesperado, quizás para mi y no para las implicadas que al actuar lo hicieron de una forma muy organizada, igual a los peones en un tablero de ajedrez. Letales en su naturaleza, capaces de sacar su lado oscuro a la luz y reflejarlo de cara a todos, sin preámbulos y coronándose las primeras sospechosas ante un público que no dudará en juzgarlas. Yo no lo haría, cada cual con su conflicto. 

Sin embargo cuando el hombre de las ratas intentó atacar a la niña, fue Tyr quien detuvo mis pasos colocándose delante. Era evidente que el lobo, sabio por naturaleza, me indicaba que esta vez tendría que estar a un costado puesto que la pelirroja sacó su lado oscuro aturdiendo a medio mundo pero sacando a la niña de allí. Al final, Theora disfrutó de la sangre derramada en cuanto la probó, sólo esperaba que eso no la condene ante el resto. 

Avanzo hacia Theora, beso su coronilla como si fuera una madre para luego mirarla a los ojos y decirle. -Defenderse está en tu naturaleza, no te alejes mucho de nosotros para evitar esto la próxima vez. - finalmente me incorporo cuando el hombre moreno se acerca, permitiendo que hablen solos mientras regreso a mi lugar cerca del Rey sin corona.

Ya estando allí, es Alastor quien capta mi atención aplaudiendo y claro está, haciendo un comentario alusivo en aquellos seres que ahora estaban perpetrados a su ferocidad. No dije nada, me mantuve a su lado y Tyr adelante. Sólo rompí el silencio cuando Olenna acercándose, le pregunta al Grovehn el porqué, tomando como respuesta de éste un rodeo digno de un rey. 

- Tal vez no sea él quien deba darte la respuesta sino las personas implicadas. Las fichas comenzaron a moverse y el dulce aroma de la sangre atrae sin más. Aquel hombre. - señalo al más viejo de todos. - Tenía razón. - ahora aguardando silencio de pie con Tyr pegado a mi cuerpo, la sangre le atraía demasiado pero la carne aún más. Las ratas serían un aperitivo para mi lobo y en algún momento necesitará saciar su hambre. 

-Ve, come alguna... - sugiero al animal que apenas se separa para alimentarse con algunas cercanas a mi radio, aprovechando esa distracción le dedico una mirada a Alastor sonriendo. - Aquel será nuestro lugar sin dudas, la vista es espléndida. Espero vuelvas acompañarme ahora que la noche nos cubre en su manto y la luna se tiñe de rojo. - expreso entre risas, comprendería la ironía ya que es su lenguaje cotidiano. 

Olenna pone atención a la respuesta del falso rey, frunciendo el ceño cuando habla de cosas como el tribunal supremo. Es evidente que sus palabras le parecen un rodeo sin sentido, y que cuanto más habla menos interés le causa. Sin embargo no dice nada hasta que termina, momento en que libera una carcajada.

—Es gracioso —asegura en un tono mucho más seco del que ha usado al explicar otros chistes—. Porque sí me has respondido.

Tras esas palabras se dispone a alejarse, cuando la mujer del lobo capta su atención. Ladea un poco la cabeza, intrigada por alguna de las cosas que dice, y pasa a hablar también a ella.

—Quería su respuesta, no la de ellos —explica con un tono seco—. La de ellos la sabe todo el mundo. La que están dispuestos a dar. —Después de eso hace una pausa, como dejando tiempo para que las palabras se formen en su garganta. Cuando salen lo hacen ásperas, como si ellas mismas se resistieran a salir de su boca—. Pero creer que alguien peleó porque la sangre llama a la sangre... —enuncia antes de negar con la cabeza—. Eso es no saber nada.

Después se aleja algunos pasos, posando su mirada en los que han combatido primero, y en los que no después. También observa cómo el lobo pasa a comerse algunas de las ratas que acompañaban al hombre alimaña y frunce el ceño. Ni mujer ni lobo habían peleado: no se habían ganado ese sustento. Sin embargo al final acaba por dibujar una sonrisa y mirar a Nimay.

—Es gracioso —le dice entonces, recuperando una vez más esa fórmula—. Porque las ratas no podían comerse el panda, pero el lobo sí puede comerse a las ratas.

- Está claro que la hipocresía puede ser una aliada cuando uno aboga por la supervivencia. Pero si uno planea usarla, por lo menos debería hacerlo con cierto tiento. Y no quedando como un completo patán, o como un mentiroso confeso. -dijo, mirando a Deidre y a Alastor, fijando sus ojos ambarinos en la primera- Me provoca tremenda curiosidad lo que te han preguntado, yo también quiero una respuesta. ¿Por qué las ratas no podían actuar aprovechando la carne del panda pero tú sí puedes ordenar a tu lobo que ingiera la carne de las ratas? -preguntó, enarcando una ceja, y cruzándose de brazos, mientras Rakshasa a un lado mostraba los dientes afilados a su lobo.

- Por otro lado, resulta muy conveniente, aplaudir y mirar como asesinos confesos a aquellos que han ajusticiado a Sarghagas. Pero vosotros también mirásteis a alguien, queriendo desmembrarlo. Y si no lo hicísteis fue por falta de apoyos. Es más. Me mirabas a mí, chica lobo. Querías mi sangre. ¿Vas a decirme que la sangre llama a la sangre? ¿Me vas a soltar una perorata digna de un completo soplapollas? ¿O vas a darme una respuesta real?

Silbo por lo bajo ante las acusaciones violentas que vuelan de un lado a otro como puñaladas. Pero que nervioso que se ha puesto todo el mundo en un momento... Me permito contestarle a la chica del jaguar para intentar relajar la situación.

- ¿Por qué la visceralidad? Todos hemos mirado a alguien. Todos hemos notado la necesidad de matar por un momento. Porque somos demonios en parte, espero que nadie lo haya olvidado, y porque estamos en esta ciudad.

Levanto las manos con las palmas abiertas en gesto conciliador, con el cuchillo guardado en su cinto en mi cintura.

- Creo que debemos tratar de calmarnos en esta situación, esto no nos beneficia en nada. Olenna, ese era tu nombre, ¿cierto? Lamento mi condescendencia. Este lugar saca lo peor de nosotros. Te miré a ti porque pensaba, o pienso aún, no sabría decirlo exactamente, que tu actitud tan defensiva era producto de que escondes algo. - Hablo por una vez con tono serio y no mordaz - Estoy seguro de que todos tenemos sospechas y motivos para desear como poco, que algunos de los presentes desaparezcan. Pero almacenar esta inquina en el interior solo va a beneficiar a los que tratan de aprovecharse de ello y darnos muerte mientras dormimos.

El ceder de esta manera y tener que plegar mi orgullo no es algo que me agrade, pero si no se pone freno a esta situación pronto no hará falta que nadie nos mate por la noche porque nos mataremos entre nosotros antes. Y así no quedará nadie para devolver Oldland a lo que debe de ser.

Sonriendo con cierto aire soberbio escucho las palabras de la mujer morena, negando con la cabeza ante su sensibilidad y severidad en sus palabras.  - Has mirado a alguien tu también así que no me vengas con esto. No tengo ganas de discutir contigo y apoyo lo que Alastor dice. No haré una bola de nieve por esto y si quieres hacerlo,  mira a otra persona porque no te daré el lugar. Ahora si me disculpa mi lady, le ordenare a Tyr que no coma más. No vaya a ser que hiera su sensibilidad. - replico con cierta vehemencia mientras realizo una reverencia para luego retirame a un costado.  

Ya sentada debajo del ángel acaricio a mi lobo con mi rostro, ambos nós entendíamos a la perfección. 

Todo había sucedido tan rápido... el paso en falso de las ratas hacia la niña había sido el detonante para aquella muerte, que a pesar de todo yo seguía viendo cruel.

Atiendo a las palabras de Nora hacia Deidre, y no tengo más remedio que quitarle la razón.

- Nora, los cuerpos del panda, de su compañero humano, y del chico, son cuerpos de inocentes, al menos hasta que se demuestre lo contrario. Además, son pruebas. Puede que en ellos encontremos la clave de quién les ha hecho esto. Sin embargo, Sarghagas y sus ratas no necesitan ese "favor". Sabemos bien quién a acabado con ellos, y por qué. 

Le hago un gesto a Fyas, dándole permiso para que coma, pero sólo una.

- Por otro lado, y ya de forma personal... soy fanática del ojo por ojo. Él no habría dudado en devorarnos. Sinceramente, no merece ningún respeto. Y aún así, se lo voy a dar. Fyas sólo comerá una. Le dejaremos algún compañero, por si despierta, que no se vea sólo. Al fin y al cabo, ningún Eve debería verse despojado de su compañero... aunque a él le da igual ocho que ochenta. Podrá encontrar más ratas. Pero Fyas no es sólo mi compañera, es mi amiga. No dejaré que muera de inanición si no hay una razón de peso para ello. Y ésta - señalo al cuerpo de Sargaghas en el suelo - no lo es.

El chillido de las ratas rodeándome me congela por un momento quedándome absolutamente paralizada, mientras Wardjan ladraba feroz intentando alejarlas, las pupilas de mis ojos fijas en ellas comenzó a dilatarse, sentía como si la tierra despertara en mi la esencia de mi legado, los Hijos de Eve éramos demonios sedientos de sangre y ante el peligro no dudaría en actuar defendiéndome.

Todo mi cuerpo se tensó y sentí aún más fuerte la conexión con Wardjan, cada ladrido era como si mi propia garganta lo emitiera, un paso atrás a la vez que una de las patas de mi compañero retrocedía, en ese instante la mano de Vyka me jala sacándome de en medio y ensordeciéndome con su grito aturdidor, me cubrí los oídos por instinto, mire a mi hermano intentado ayudarle y por un momento me abstraje de lo que ocurría hasta que Vyka se silenció y comprobé que Wardjan estaba bien.

Lo que vino después fue una seguidilla de ataques, Aisha y Blanca Noche sobre las ratas, Oliver cortando una de las manos del Eve de las Ratas, Yaiza y su flecha certera y para terminar la mordida mortal de Fyas junto a Sylvia.

Con cada ataque más viendo como mis hermanos de legado se movían hacían crecer la rabia que tenía recordando que quería devorar los cuerpos de Roy y Linda, mi mano se mantenía sobre el lomo de Wardjan que continuaba ladrando y gruñéndole a las ratas, mi propio instinto y el despertar de mi sed volvían a dilatar mis pupilas, levante la mano y deje libre a mi hermano ambos debíamos mostrar que también podíamos defendernos más cuando alguien intentara atacarnos como lo había hecho Sarghagas.

Wardjan se abalanzó sobre el hijo de Caín arrancando su garganta hasta terminar con el trabajo de todos, podía sentir el sabor metálico en mi garganta, Wardjan se retiraba alzando su cabeza con estampa cuando sintió mi mano sobre su pelaje, era la indicación de retirarnos, no sin antes probar en mi boca la sangre del Eve y saciar lo que Oldland había despertado, ambos se alejaron con paso firme y seguro, mirando a todos los que me creían débil o me subestimaron.

Mire a Nimay y le habría sonreído, pero reconocía que lo que había hecho no sería del agrado de muchos y no debía jactarme de aquella victoria, pues había sido en defensa…él inicio esto…;miro a Nói…_{-Caza antes que te cacen…-} y luego a Raffariel sin ignorar su pregunta, pero no respondiendole.

Camine hasta estar frente a Deidre… -Soy una hija de Eve…aunque sea una niña…nuestro instinto es superior a todo, si me atacan reaccionare y no dejaré que pasen por sobre mí, porque con orgullo me levantaré y demostraré la sangre de nuestra madre que corre por nosotros- acaricio el lomo de Warjan mientras perro y niña se fundían en una mirada que fusionaba sus almas.

Tras eso se retiró a un lugar más apartado, debía asimilar su posición en todo esto, habrían más muertes, reclamadas por la noche y al atardecer, podría ser ella la víctima, como ejecutante e incluso la espectadora, solo Oldland sabría qué destino estaba escrito para ella...y como poco a poco ese lugar comenzaría a corromper su inocente alma.

Oliver ofreció su pañuelo, con el que limpio primero el hocico de Wardjan y luego sus labios y manos... -Gracias-

Contemplo la escena final de una muerte anunciada, mientras lentamente restriego en la arenisca la suela de la bota para limpiar los restos de la alimaña aplastada. Tras el silencio que siempre hay después de la tormenta es interrumpida por unos lentos aplausos. ¡Maldito seáis! Mis pasos se dirigen hacia el engreído y prepotente Grovhem. Y con cierta furia en mi tono. –Yo no soy el divertimento de nadie, Grovhem. Tras un silencio. -Grábate a fuego estas palabras pues no volveré a repetírtelas.

 Tras estas palabras me dirijo hacia Silvya. -Nadie quemara al cuerpo de Sarghagas, sino todo lo contrario… Dejaremos seguir el cauce de la naturaleza. Ayúdame, si lo deseas, a llevarlo a los límites de este bosque hasta donde nuestros pasos no los permita y dejémoslo. Al caer la noche las alimañas del lugar se darán un festín con él.

Dicho esto empiezo a cargar con el cuerpo del hombre rata con o sin ayuda de Sylvia. -Si alguien más desea acompañar es bienvenido.

Katalina se habia quedado en segundo plano ante toda la batalla que se libró frente a ella, en ningun momento penso en ayudara ninguno de los lados no sintiendo algún sentimiento con uno u otro de los dos afectados. Pero cuando todo esto termino y empezaron las discusiones entre los presentes su mirada fue hacia Deidre que no solo se defendia sino que lo hacia por su caballero. Aquello le irritaba pero no era lo que reclamaría en ese momento.

"Me parece que todos tenemos una buena idea porque nos han mirado mal a cada uno, sin necesidad de hacer preguntas a las personas." comento la mujer flotante antes de mirar a Olenna. "La envidia es una razón un poco simple pero la acepto, porque no sos la primera." dijo con una sonrisa pícara.

"Imagino que envidias como puedo estar socializando facilmente con otras personas mientras vos sin importar tus palabras te mantienes al margen de todos y todas. Puede ser tambien por mi aspecto y tal vez porque ninguno de los hombres te ha dado un vistazo que haya durado mas que un instante. O tal vez mi humor porque por las veces que repites como son de graciosas me doy cuenta que no tienes mucha idea cuales lo son y cuáles no." comento no para unirse en la defensa de alguien o para apoyar a alguno, sino por el simple placer de darle palazos con sus palabras a esa mujer.

Luego miro a Sylvia sonriendo y asintiendo de acuerdo. "Por otro lado lo que dice Sylvia parece lo más adecuado, el tipo se lo busco y sus animales son abundantes. Aunque la verdad no me gustaría comerme a una rata..." dijo con algo de asco mirando las que habían quedado. "O al menos crudas. Lamentablemente no soy como sus compañeros en esto."

Olenna observa interesada la intervención de Nora. No parece que le sorprendan sus palabras, más bien parece suscribirlas casi por completo. Después asiste a las excusas que ponen tanto el falso rey como la mujer del lobo. Es evidente que no cree nada de lo que sale de la boca de ninguno de los dos, pero no dice nada al respecto. Al menos no de momento. Al primero le observa mientras habla, con una expresión de claro escepticismo. A la segunda en cambio le dedica una mirada que roza más la incredulidad.

—Encerrados con asesinos —responde al primero, empezando a enumerar—. Cuatro muertos en un día, y aún no sabemos cómo defendernos —dice mientras una sonrisa va perfilándose en su rostro—. ¿Lo extraño es actitud defensiva? ¿Lo extraño no es que todo sea normal, y jugar a frotarse unos con otros? —pregunta con calma, como si ni siquiera creyese que ese fuera el verdadero motivo del Grovehn para fijarse en ella en el momento crítico.

Después de eso escucha las palabras de Sylvia con curiosidad, y dedica un asentimiento a la cría, haciéndole entender que no ha hecho nada por lo que se tenga que justificar.

Posteriormente, cuando ve que la mujer flotante se dirige a ella Olenna ladea la cabeza, poniendo atención, y no parece que sus palabras le afecten en absoluto. Sin embargo poco a poco su expresión va convirtiéndose en una máscara de imperturbabilidad y la mira a los ojos con seguridad antes de negar con la cabeza.

—¿Envidia en cómo te ignoran? —pregunta como si la duda realmente fuera genuina. Su mirada es desafiante, pero su cuerpo no está en tensión: no parece considerar a la mujer un peligro—. No —le dice totalmente convencida—. No te he mirado por eso. Te he mirado porque eres una asesina —afirma con naturalidad, haciendo un gesto hacia Roy y el panda. Sostiene entonces la mirada de la mujer un par de segundos más antes de liberar una carcajada.

—Es gracioso, porque si no hubieras dicho eso no lo habría explicado —le explica, sin verdadera esperanza en que ahora sí encuentre la gracia del chiste.