Partida Rol por web

El sol amanecía entre un rojo suelo carmesí… donde la sangre desvelaba el gran festín de dolor que había tenido lugar.

Vuestra mirada se centraba en el suelo, donde una agónica Escoria, crepitaba con su último aliento, mientras intentaba avanzar… su cuerpo dejaba una estela de sangre en su avance mientras que sus vientre parecía devorado o raído, pues la carne rota dejaba clara la moneda de la tortura antes de su pronta muerte.

A su lado las sanguijuelas, se retorcían de dolor junto a ella, desesperadas por aquel intenso dolor.

Y por fín, su mano se alzó una última vez, mientras miraba una tumba en particular, tras ello, cayó al suelo, dejando por fin de respirar, dejando ya aquella agonía que le recordaba el dolor tan solo por existir.

Pero Escoria no era el único foco de aquel pozo de sangre, pues a pocos pasos, estaba Sandor de rodillas, dejando sobre sus manos un aliento de sangre.

Su mirada parecía cubierta del mismo líquido, como si estuviese roto desde dentro… la sangre se derramaba por sus labios, salía de su nariz y precipitaba desde cualquier acceso a la realidad.

Sandor parecía estremecerse como intentando devolver algo que lo asfixiaba, pero era tarde para expulsar todo aquel líquido, que al igual que le daba la vida, ahora lo estaba matando.

Un ruido sordo, cercenó aquel momento en el que ya inerte Sandor cayó de bruces contra el suelo, sin poder resistir su destino. La muerte ahora abrazaba su cuerpo, mientras su cuerpo dejaba todavía un hilo de sangre que expulsar.

Parecía que según aumentaban los días, todo se volvía más fiero, envolviendo la mañana en un agónico despertar.

Un escalofrío recorrió mi columna, agarré con fuerza a Nanuk que yacía junto a mí. Aquella escena no hizo más que hacer la situación más tensa. Observé el estado de los cuerpos, la mano de Escoria....mi mente no paraba de dar vueltas y pensar...pensar de entre nosotros quién había sido el culpable de tal atrocidad.

¿Nos equivocamos con la muerte de Domino?¿Son más de uno? - las preguntas se arremolinaban en mi cabeza mientras no podía pronunciar palabra y estaba petrificada ante los dos cadáveres de ese día.

Me levanto con mi nuevo cuerpo bastante impresionado por seguir aún con vida. Busco con mi mirada a Valfar, esta mañana debería volver... Tiene que estar al caer. Pero mi mirada vuelve a toparse con aquella estatua de piedra... Y no solo eso. veo los cuerpos de Escoria y de Sandor. Parecía que ambos habían sufrido antes de morir. Un escalofrío me recorre la espalda, mientras pienso en quien será la próxima víctima. Espero no ser yo. Quiero estar aquí cuando Valfar reviva.

-Sandor nos ayudó demasiado y con sus palabras hizo que los inocentes pudiéramos unirnos. Los asesinos acabaron con él para que dejase de darnos toda la información que nos daba. La gente creía en él y eso fue su perdición... En cuanto a Escoria, personalmente desconozco en que bando estaba. Al principio creía que estaba de nuestro lado, pero ya no lo tengo tan seguro. Sospecho que los asesinos mataron a Sandor y que alguien más mató a Escoria.-Miro a Yannick-Tú podrías averiguar el bando y el poder de Escoria si así lo quieres. Tan solo deberías tomar el poder de Gael o de Sandor para eso. Te aconsejaría el de Sandor, es más útil... Pero es tu elección.

Me quedo pensativo mirando a todos. Entre ellos se esconden dos de los asesinos. Kaldreade, Elizabeth, Cristie... Mi mirada se centra en ellos tres y no lo disimulo.

De nuevo muertes simultáneas. ¿Es que los traidores iban ganando poder conforme más inocentes iban cayendo?

-Presiento que dos inocentes han caído esta noche... Los traidores siguen teniendo ventaja.

Por supuesto, no tenía pruebas, pero siempre confié en Escoria. Mi confianza en Sandor se había forjado hacía poco, pero aun así no sospechaba de su traición.

Tras la muerte de Valfar mi círculo de sospechosos era cada vez más pequeño. Pero no porque lo tuviese más claro, si no porque cada vez quedaba menos gente y en muchos de los cuales confiaba... Y no quería que entraran en ese círculo.

Claramente el grupo se reduce, no se si los traidores son estupido o que, pero estamos mas cerca de encontrarles...continuo pensando que Kaldreade puede ser uno de ellos y si mi voto no es cambiado por Cristie, es a quien votare...instinto...supervivencia...llamenlo como sea...pero no me siento comoda con él...

Se toma la cabeza con ambas manos...Rayos!!, este jaqueca me parte la cabeza...mira a Yannick algo seria...

Piensa lo que quieras, a fin de cuentas, tu ya sabes lo que es morir y por lo tanto parece que no le tengas miedo a lo que mi muerte puede desatar... - le respondió a Verona - La pregunta es: ¿y el resto? ¿Será capaz de sobrellevar la condena que les caerá cuando me sentencien a muerte? Aunque tienes razón en una cosa: mientras esté vivo, los asesinos seguirán teniendo una oportunidad. Una vez me asesinen, estarán condenados al fracaso...

Eso es una confesión Kaldreade??.. Verona mira fijamente al chico, esperando su respuesta, quizas salga con alguna cosa extraña...

Miro a kaldreade detenidamente.

-Qué maldición nos caerá si te matamos, Kaldreade? Porque ahora mismo mi atención se está centrando en ti.

Ese chico nunca me ha caído bien y después de lo que ha dicho parece que quiera librarse de las acusaciones haciéndonos creer que si lo matamos estaremos malditos de alguna forma. Más vale que se explique o ya tendré un objetivo para estas acusaciones.

Yannick se levanta y observa las muertes con tristeza. Después se aleja de los demás, yendo hacia su lápida, y permanece con la mirada en el suelo, levantándola sólo cuando los demás hablan.

En alguna ocasión busca a Verona o a Nybras con los ojos, sin decir nada, pensando.

No comprende las palabras de Kaldreade. ¿Realmente los estaba amenazando?

Finalmente suspiró y posó su mirada en Eko. Su amigo volvía a estar callado, y Yannick estaba preocupado.

-demonios... mas muertos... debemos buscar a los asesinos rápidamente... cuando de pronto al escuchar a Kaldreade, me incorporo y mientras niego con la cabeza -si hay algo que me moleste mas que un traidor o un asesino, son los que tienen delirios de grandeza...- me vuelvo a Kaldreade - ¿de verdad piensas que eres tan importante?... o tienes delirios mesianicos o tal véz estas trabajando para aquel que quiere ingresar y destruir este mundo, por lo tanto te tiene prometido como pago por tus servicios algún lugar importante a su lado... la verdad es que cada vez que hablas.. pareciera que pides a gritos que desconfiemos de tí... piensalo Kaldreade... lo digo por tu bien... ninguno de nosotros es mas importante, que proteger este mundo que nos ha cobijado desde que abrimos los ojos por primera vez... y si tu u otro  intenta traicionar este mundo... a pesar que odie hacer daño a los demas, no dudaré en atacarlo...- me siento nuevamente en el suelo, sin dejar de mirarlo

Nybras abre los ojos, cruzando su mirada con la de Nyx, agradecida por estar viva un día más y se despereza en el suelo perezosamente antes de levantarse. Sin embargo, cuando lo hace, su mirada se endurece y su gesto se vuelve triste. Dos de las personas que ella creía inocentes estaban en el suelo, formando un enorme charco de sangre.

Su mirada se pierde, vagando por las lápidas más lejanas, mientras la joven se mantiene en silencio, observando el espectáculo macabro de los cadáveres y escuchando las discusiones que surgen al respecto a su alrededor. Finalmente se decide a hablar al aire, sin dirigirse a nadie en concreto.

- Gael duda de Sandor, pero teniendo en cuenta que no estaba entre nosotros cuando Sandor demostró lo que podía hacer, no creo que sea una duda justificada. Valfar, por su parte, duda de Escoria. Todavía no sabemos lo que ha pasado, pero Sandor aún no ha dicho nada desde su... tránsito. Si sus palabras aclaran algo, os lo diré.

Una vez transmitida la información del otro lado, Nybras posa su mirada sobre Kaldreade con una cierta desconfianza. El muchacho no le había gustado desde el principio, y cada vez le gustaba menos. - ¿Nos estás amenazando?

Mientras espera que la discusión con el joven siga su curso, ella y Nyx se dirigen a una de las tumbas, para sentarse sobre ella en un movimiento elegante, apoyando la espalda en la lápida.

-Que te jodan, Emo. Nadie es imprescindible. Debemos estar juntos en esto y tu actitud amenazante no está ayudando en nada, así que responde, ¿Eres un traidor o sólo un puto bocazas?

La experiencia de Valfar me había dejado claro que no todos los gilipollas bocazas tienen por qué ser traidores, pero el tono de Kaldreade no me gustaba ni un pelo.

Tras darle muchas vueltas, Yannick decide hablar. Ignora las conversaciones referentes a Kaldreade y se dirige directamente hacia Eko.

- ¿Tienes un minuto, hermano? - le pregunta, haciendo un gesto con la cabeza hacia la iglesia. Sabe que todos les oirán igualmente, pero al menos conseguirán una falsa sensación de intimidad - Me gustaría hablar contigo.

Despierta por la mañana, respirando agitado. Un día mas de vida. Una agonía que aún no terminaba. Lo primero que hizo fue fijarse en Bheka, quién despertaba con el para luego lamer su mano. 

Creía en la inocencia de ambos muertos, y dos muertes habrían reforzado su teoría de que habían otro asesino además de los traidores, pero ya el día anterior le habían explicado que la pareja había perdido su protección nocturna. Aún así era posible.

Observó a Kaldreade, cuyas palabras de defensa le recordaban a las usadas por Domino y Jacob. Sonrió de lado, como si aquel intento de defensa hubiese sido la perdición del muchacho. Al parecer habían encontrado a otro traidor.

Luego escucho a Yannick, a quién se le acerco lentamente, afirmando con un gesto de cabeza a su posición para luego ir hacia la iglesia.

- Habla hermano. -

Kaldreade escuchó las reacciones de la gente y no pudo evitar reírse.

¿Os estoy amenazando? Si, a todos los presentes. La pregunta es... ¿en calidad de que me preguntáis esta amenaza? ¿Como los que queréis salvar al resto de los que están aquí, y con ello la humanidad... o como los que matan por la noche, y quieren llevar el infierno a la Tierra? Porque he amenazado tanto a los que puedan votarme de día, como los que puedan asesinarme de noche.

Y luego su mirada se puso en Elizabeth - Nadie es imprescindible, eso es muy cierto. Tanto como pocos han demostrado su inocencia, o al menos, lo han hecho y siguen con vida. Así que especialmente tu, me gustaría que respondieras a mi primera pregunta, dado que en el último día han habido tantas acusaciones hacia mi como hacia ti. Yo no tengo nada que esconder, así que no tengo nada que callar. ¿Hablas ahora para intentar mimetizarte con la mayoría para eludir tu destino? ¿Si os digo lo que soy, hablarás tu con la misma sinceridad?

Esperando respuestas, miró a Diarmund. Era curioso como él, había hecho comentarios mucho más peligrosos - a su entender - y nadie le había dado importancia, ni siquiera le había hecho caso. Haber dudado durante tanto tiempo de Valfar era algo que no le iban a perdonar. Pues bien, si así lo querían, iba a coger silla en el otro mundo a esperar al resto que fueran cayendo con su estupidez y su incoherencia en confiar demasiado en algunos que no habían dado muestras reales de ello, y no querer confiar jamás a otros por simplemente haber tenido pensamiento propio...

-¿Quién me ha acusado a mí de nada? Si quisiese mimetizarme con la mayoría y pasar inadvertida, me habría mantenido en silencio como he hecho este último tiempo, escuchando  -respondí a Kaldreade-. ¿Y qué destino quieres que evite "mimetizándome"? ¿Acaso es mi destino morir? ¿Me vas a matar tú?

 Parecía que estábamos condenados a aguantar al menos a un gilipollas: se nos muere Valfar, y ahora el emo calladito toma su papel. ¿A qué cojones venían esas acusaciones?

Además reconoció que nos amenaza a todos. Cada vez se le veía más el plumero.

Yannick camina entonces con pasos lentos junto a Eko, hacia la iglesia, ignorando las discusiones que se producen tras él. La sensación de que sus pies le pesan demasiado es enorme. La que viene no es una situación a la que se quiera enfrentar. Sin embargo, sabe que debe hacer lo correcto.

Cuando llegan trata de buscar cómo empezar a hablar, pero las palabras se atascan en su garganta. Es difícil decir algo así. Probablemente lo más difícil que haya hecho desde que ha llegado. Incluso más que asumir su propia muerte.

- Eko, yo... - empieza, dubitativo - No sé cómo decirte esto, pero trataré de ser claro.

Entonces bajó la mirada al suelo. No conseguía encontrar las palabras adecuadas. Ninguna frase expresaba lo suficientemente bien lo que sentía. Finalmente tomó aire, tratando de liberar todos sus pensamientos cuanto antes.

- Sé que eres un asesino. - sentenció. Y entonces se quedó callado unos segundos.

- No quiero saber por qué. Ni quiero pensar en por qué me consolabas tras la muerte de Verona. Bastante sabor a traición tuve ya con Jacob. - continúa, tratando de mantener la compostura.

- Sólo te pido que no me lo niegues, por favor. No me mientas mirándome a los ojos. Porque eso es algo que ya no quiero soportar. - dice y, mientras tanto, un nudo se va formando en su garganta.

Tras unos segundos consigue hablar de nuevo, tratando de explicar la situación.

- No soy el único que lo sabe. Lo más inteligente, lo más ladino y lo más astuto habría sido votarte los que estamos convencidos llegado el momento, sin decir nada antes. He echado cuentas. sé que ganaríamos... pero no me parece justo. - le explica, mirándole a los ojos - Yo no voy a ocultarme para no recibir tu golpe.

Entonces Yannick junta sus manos, apretándolas con fuerza, pensando en cómo continuar.

- Estoy seguro de que caerás en estas votaciones. - afirma - Pero yo no quiero que mueras como un traidor, y quedarme recordándote como alguien que me engañó durante tantos días. Quiero que mueras mientras pienso en ti como un amigo. Como un hermano. Y si tienes que llevarme por delante, hazlo. Será el pago por no haberme dado cuenta antes.

- He tratado de comprender a Domino y a Jacob. Incluso a Mark. Mientras estaba muerto he hablado con ellos y he querido saber por qué hacían lo que hacían. Pero contigo no quiero hacerlo. Prefiero creer cualquier otra cosa. Que te engañaron, manipularon, o que estabas equivocado. Me da lo mismo. No quiero pensar en ello. - dice, con el tono de voz ligeramente alterado. Antes de continuar busca de nuevo los ojos del negro, esperando que comprenda.

- Ya sabes que siempre digo lo que pienso, y que no sé mentir. No iba a aguantar hasta las votaciones mirándote a la cara sin decirte esto. Te quiero, hermano, de una forma que no acabo de comprender, pero voy a tener que matarte. Y lo haré con la hoz que hace sólo dos días te pedí que tomaras.

Tras esto, Yannick necesita un momento para reponerse. Se lleva la mano a la cara, y luego la retira para secar con su brazo las primeras lágrimas.

- No sabes cómo lo siento. No el haberme equivocado contigo, sino el tener que darte muerte.

- Cuando los dos estábamos en la cabeza de Nybras, Azhariel me dijo que su don me permitiría elegir, que me volvería egoísta, pero no ha sido así. Me he aferrado a lo que soy, a lo que consideraba correcto, y acabar contigo forma parte de ello. Poro mucho que me duela.

- Sólo espero que no me guardes rencor. No es algo que desee hacer. Pero es lo que debo.

Entonces Yannick se queda unos segundos callado. Las palabras ya no le salen y se queda callado, jadeando.

- Me gustaría que me dejasen hacerlo yo solo. Tú contra mí. Uno contra uno. Como siempre has querido que se hiciera. Es lo menos que te debo.

La risa de Kaldreade se incrementó con la respuesta de Elizabeth.

Si ayer no escuchaste que tanto Verona, Sandor y Nybras sospechaban tanto de ti como de mi, es que de verdad tienes un serio problema de oídos. A Nybras no le dije nada, a fin de cuentas, yo la acusé por dos veces, así que no tengo derecho alguno a reprocharle cualquier desconfianza. Sandor... oh, Sandor está muerto. Y Verona parece haberte omitido hoy, supongo que a fin de cuentas ayer también me escuchó cuando dije que los motivos por los cuales te acusaban no me parecían justos, comparando ejemplos presentes. Posiblemente, la única que no debió escucharme ayer debiste ser tu, porque ayer descartaba a Escoria como una de las posibles asesinas... y ha sido la víctima de hoy. Me gustaría pensar que ha sido casualidad y que no fueron mis palabras la que la condenaron a la muerte, pero no me preocupa especialmente... ya que parecéis tener la idea de que muy pronto me pueda disculpar personalmente - finalizó con una sonrisa irónica.

Y entonces empezó a escuchar a Yannick, y calló. Tras sus palabras, hoy ya no había nada más que decir. Simplemente, miró a Nekhbet y sonrío. Quizás no lo hizo con los motivos adecuados, aunque no sería él quien se lo reprocharía porque en ese momento y en esa posición, seguramente habría hecho lo mismo. Pero desde luego, había sido como un movimiento del destino, y ahora daba sus frutos.