Partida Rol por web

La noche traería de nuevo una muerte y con ella, recuerdos que tan solo podían rememorar la traición.

Yannick, apenas podía mirar a Eko, aquel que creía como su hermano desde que entraran en este lugar. Pero el tiempo y las palabras ahora eran dueñas de sus destinos.

Todos estaban de acuerdo en no demorar más aquel juicio que antes o después tenía que llegar.

Fue el propio Eko, el que aceptaba sin tregua el desafío abriendo su posición ante Eko, mientras andaba rodeándolo como antes de cazar…

Todos sabían que era algo entre ellos dos, pero no podían obviar que debían de actuar, así pues Jared sitió el lugar, rodeando a todos en un estrecho círculo de fuego, que pronto podría ser la antesala de muerte de cualquiera de los que allí se reunían.

Pronto todos danzaron como en un premeditado baile, donde cada uno sabe su lugar… Los primeros en actuar fueron Azhariel y Helmuth… el primero batió sus alas con fiereza contra Eko, y tras estrellarlo contra la pared, mostró sobre una de sus manos, una funda de hierro afilada que recordaba la garra de un pájaro y atravesó el antebrazo de Eko, fundiendo el acero de su arma con el grueso de la pared.

Al igual, Helmuth, enarboló uno de sus Kopesh y dejó la palma de su mano aferrada a la pared impidiendo el movimiento de ambos brazos.

En el suelo Bheka gruñía mostrando unas mandíbulas manchadas del color de la sangre, intentando defender a su dueño, aún sintiendo dolor al igual que él…

Eko sonreía como dispuesto a disfrutar del espectáculo, pesé a que sus labios estaban manchados por el dolor….

Aquella sonrisa podía sacar de sus casillas a cualquieras, pues mientras lo hacía miraba hiriente a Yannick que aún lo obviaba sin más.

Kaldreade no soportó más aquella risa y fundió uno de sus puños contra el rostro de Eko, fundiendo el rostro del preso con el color de la sangre. Tras ello, Kaldreade airado se apartaba del lugar.

Nekhbet, cargó su ballesta y apuntó a la testa de Eko, dispuesta a disparar al más mínimo movimiento. No hay lugar para la huida en esta lucha para Eko.

A continuación llegó el momento de las bestias… y con ellas la nueva incorporación de Valfar, el cual tras apoyas el peso de su lanza curvada sobre el suelo, pareció llamar a una bestia dormida en un lugar cercano en el lugar.

Y acompañando a el tigre de Eva, el Carnero de Elisabeth, la pantera de Nybras… llegó un tostado chacal, con mirada fundida en mil batallas dispuesto a luchar. Valfar miró a la criatura, encontrando un vínculo inseparable, mientras la bestia acechaba el cuerpo de Eko a pocos pasos dejándole oler el aroma de la muerte.

Verona dejó escapar a su pequeña serpiente, que tras enroscarse sobre el cuello de Eko, empezó a apretar, abocando su cuerpo a la asfixia mientras seguía mirando obcecado a Yannick.

Y cuando pensó que la muerte vendría sola, fue que Yannick se acercó al lugar. Su mirada se fijaba al suelo, mientras sus pasos avanzaban sin cesar, Eko, parecía tragar saliva en medio de su asfixia, esperando las últimas palabras de su hermano, pero entonces sus ojos se abrieron incrédulos de lo que podían ver.

 Yannick se acercaba hasta donde estaba Bheka, y apretando los dientes y los ojos llenos de furia de un solo tajo rasgó el vientre del can, parando a la altura de su pecho, dejando que un aullido mudo el animal pronto dejara de respirar mientras sus vísceras manchaban el suelo del lugar.

Eko, comenzó a balbucear, pero la sangre a borbotones sobre su garganta le impedían hablar, su fin estaba claro, pues al igual que su bestia su destino pagaría de igual manera las heridas del animal.

Poco a poco todos libraron de sus armas o bestias a Eko, el cual sobre el suelo esperaba la muerte, mientras se acercaba casi reptando hasta los restos Bheka.

La parca ya era dueña del ánima del canido, mientras que Eko, no tardaría en dejarla partir, para seguir a su compañero una vez más.

Pero antes de ello, miro a Yannick a los ojos, para luego mirar a un punto inconcreto, y le dijo con voz entrecortada con un último aliento antes de expirar: Esos lazos... eso... es lo que tenías que ver.

Luego la mirada de Eko, se poso sobre Bheka y en un último abrazo, dejo de respirar, mientras en la mente de todos reverberaría el sonido de una palabra… traición.

Finalmente Eko muere y yo me quedo mirándolo durante unos segundos antes de agacharme para esperar a que el chacal que ha hecho acto de presencia se acerque y pueda acariciarle el lomo, cuando lo hago es curioso, porque siento mi propia caricia en la espalda de una forma que no logro comprender.

Inevitablemente pienso si así es como Raven y Azhariel tenían que sentirse, y me duele aún más pensar en el estado en que terminó Raven en varios de los ataques.

-Uno menos - Digo con un tono seguro - Y ahora, ¿qué puto traidor falta?

-Eko aseguró que esto no terminaría con su muerte, por lo que quedan más como él. El problema es que no sabemos cuántos...

Me callé antes de seguir reflexionando en voz alta. La muerte de Eko era bien merecida, pero me dejó bastante trastocada desde el momento en el que supe que era uno de ellos. Nunca lo imaginé. Parece que todos mis esquemas se estaban yendo al garete... La persona más insospechada podría ser uno de ellos, y no teníamos medios para saberlo.

Una mirada vacía tornaba a su fin... como endurecida por la muerte, cayó de bruces al suelo, dejando de respirar.

El aire se volvía denso a su lado, y acaricando su garganta mientras asumía la muerte, Cristie, dejo la vida en aquel lugar

Mientras a su lado, su perro lazarillo aullaba a su lado, esperando que su llanto la alzará como cada mañana, aunque eso no ocurriría nunca más.

Yannick sostuvo la mirada de Eko durante todo el combate. Comprendía que los demás quisiesen también intervenir, y entendía su ayuda como un apoyo a él mismo. Lo agradecía.

Sin embargo, él no tenía ningún interés en causar dolor físico al negro. Sabía que ya había sufrido bastante. Rajarle con su hoz no cambiaría nada. Pero había algo que le heriría más que ninguna otra cosa.

Caminó decidido hacia Bheka, con Trigo en el hombro. El ratón no quitaba ojo del perro, pero al igual que para Yannick no había temor esta vez en su mirada, sólo resolución.

En cuanto llegó a su altura no dudó, Con una mano empujó al perro sin contemplaciones, sin preocuparse siquiera de ser mordido, y con la otra hendió la hoz en su vientre. Ignoró por completo su aullido de dolor, con satisfacción, entendiendo ahora que ese dolor era también el del negro. Y cuando movió su hoz, subiéndola hasta el pecho del perro, haciendo que vísceras y sangre llenasen el suelo, lo hizo sin apartar la mirada de Eko.

Eko comenzó a balbucear entonces, y no tardó en estar tendido en el suelo, convertido en una madeja de carne oscura.

Las palabras que dedicó a Yannick no despertaron en él ninguna emoción. Todo el poder que el negro había tenido sobre él lo había perdido ya, en el momento en que dejó claro que todo era una gran mentira.

Cogió entonces el cadáver de Bheka del suelo, aún con los intestinos por fuera, y lo llevó hacia donde se encontraba el negro, arrastrando por el suelo las vísceras sin darles ninguna importancia, y dejando atrás algún pedazo informe. Cuando llegó simplemente lo arrojó sobre el cadáver de su dueño, y se dio la vuelta, dándoles la espalda.

Luego comenzó a alejarse, pasando entre sus amigos, alejándose hacia su propia tumba.

- Por mi podéis prenderles fuego. - dijo mientras se marchaba.

No reaccionó ante la caída de Cristie. Para él era una falsa y una colaboradora de los traidores. Estaba mejor muerta.

Cuando termina el combate Nybras se reúne con Nyx, sintiendo todavía la sangre caliente de Eko entre sus labios. De reojo observa a la muchacha que pretendía ser ciega caer como fulminada, probablemente no fue capaz de soportar la presión de la situación, y no se puede decir que lo lamente por ella. Si incluso un traidor le había dado las gracias por su actuación, estaban mejor sin ella.

Recuperando poco a poco su actitud relajada y abandonando la furia de la lucha, la muchacha y la pantera se acercan a Yannick y Trigo y, mientras Nybras posa su mano en el hombro del joven, el animal se sienta a un par de pasos de ambos, manteniéndose alejada del ratón para no atemorizarlo con su presencia. 

- Has hecho lo correcto y nos alegramos de haber podido ayudarte. - Le dice la joven con la voz aún ligeramente ronca después del combate. 

Después se aparta y la pantera camina a su lado, acompasando su paso al de su compañera, hasta llegar a la siguiente lápida, sobre la que se acomodan, dispuestas a escuchar y observar lo que suceda, intentando adivinar las intenciones que se esconden tras los rostros de los presentes.

Helmuth valor, estaba algo decepcionado, esperaba mas de aquel negro una lucha como la del resto de los traidores. Del resto que a tenido opción a luchar. Observo por un instante el cadaver de pestilencia. Y después el sello.

-No podemos fiarnos de las palabras de un traidor, bien puede ser un engaño para que estemos preocupados en esta noche. Y mucho me temo que hasta mañana no sabremos si era o no él ultimo. Aunque yo así lo creo.-Limpio su arma con un rápido gesto y guardo ambas en su funda.

-Odio esperar.

-Yannick, ¿Eko o Cristie estaban entre los que estas reunidos?-Su pregunta era directa y esperaba una respuesta directa. No compendia la muerte de la niña ciega pero no podía importarle menos.

Nybras se gira dubitativa hacia el resto, con la esperanza de que alguien pueda resolver la duda que le acaba de surgir. - No sé si tener la cabeza llena de traidores me está empezando a volver demasiado desconfiada, pero Escoria me está empezando a dar mal rollo. ¿Nadie sabe algo sobre ella para descartarla o confirmarla como traidora?

Cuando Nybras se acerca, Yannick se incorpora levemente, por si ella quisiera iniciar una conversación. Sin embargo son sólo unas palabras de apoyo.

Yannick se queda pensativo entonces. Era cierto, había tratado de hacer lo correcto incluso cuando decidió hablar con Eko, pero no lo había matado sólo por eso.

Cuando la mujer y la pantera se alejan hasta la tumba cercana, Yannick las mira a las dos, empezando a dibujar una sonrisa. La mayor parte de los muertos eran traidores, y eso era algo bueno.

- Gracias, Nyb. Eres una buena amiga. - le dice, mientras comienza a pensar en la relación entre Trigo y los otros animales.

Después, cuando Helmuth se dirige a él, Yannick lo mira un instante antes de responder.

- Ninguno de los dos está en ese lugar. - responde brevemente, dudando sobre qué contar y qué no - Acaban de llegar dos más. Ahora somos ocho

Y finalmente se dirige una vez más a Nybras.

- Sobre Escoria sabemos que aún ayer seguía diciendo que desconfiaba de Gael, cosa que creo imposible, y que alguien había cambiado su voto, algo que creo que es, directamente, mentira. Además de que siempre trataba de desviar la atención de los asesinos a aquel que nos reúne en ese sitio. No tengo pruebas de su culpabilidad, pero tampoco apostaría por su inocencia. Quizá también colaboraba con los traidores.

Miro a Nybras.
-Si tienes dudas, tal vez son porque son ciertas.-Se giro al resto.-A quien este levantando cadáveres no lo hagáis con Escoria. No hay nada para estropearlo, como revivir a quien se tenga dudas.-Pensaba que estaban muy cerca del final y no quería sorpresas estúpidas.

Miro el cadáver de Eko con asco. Había conseguido engañarme completamente. Le había creído inocente casi hasta el último momento. Él, que más de una vez había afirmado que Valfar y yo éramos inocentes. Él, que había participado en la muerte de Jacob. Precisamente él era uno de los que tanto había deseado nuestra muerte. Asqueroso traidor, te salió mal la jugada.

Me llamó débil. No sabe lo equivocado que estaba. Gracias a mí habían caído uno a uno esos traidores. Yo había conseguido eso. Yo y su estupidez por no unirse a tiempo contra Valfar y contra mí. Sonrío, consciente de que todo estaba a punto de acabar.

Escucho a los demás, sin prestar mucha atención mientras sigo pensando en el inminente final de todo esto. Valfar y yo, juntos. No lo creía posible debido a todo lo que hemos tenido que pasar para llegar hasta aquí, pero... Era posible.

Nybras y Yannick me sacan de mis pensamientos.

-Es posible que no quede ningún asesino más si lo que decís es cierto.-Digo con una sonrisa.

Con Eko muerto, Kaldreade necesitaba saber de una información que dijo, y miró a Diarmund, Verona y finalmente a Nybras.

Decidme, ¿es cierto que Diarmund está de vuestro lado? La verdad, si lo habéis "reclutado" vosotras o simplemente sus palabras fueron una fachada para ver la reacción de los demás - inexistente, pensó, al menos comparado con la reacción que tuvieron sus propias palabras -, yo al menos dormiría más tranquilo sabiendo que hay un peligro potencial menos.

-escoria era una de los traidores, no una de los principales quizás, pero estaba de su lado, lo tengo casi seguro. Si quien devuelva a la vida quiere seguirlo haciendo, Gael o Sandor son mucho mejores candidatos, ambos sabemos con certeza que son inocentes.

Tras ver morir a Eko se alejó acariciando su ballesta. Se sentó y permaneció en silencio escuchando. Hasta hacía unas horas, Eko había sido amable, educado y servicial, pero tras esa especie de posesión infernal había dicho muchas cosas sobre las cuales quería reflexionar.

-Que asegure que se cambie su voto no creo que sea motivo para considerarla traidora, Yannick. Azhariel aseguró lo mismo en más de una ocasión... -dije, refiriéndome a Escoria.

-No era Cristie la que había cambiado mi voto?-Pregunto mirando a Elizabeth.-A mí es lo que habían dicho. Si era ella la que me metía esas cosas sobre Valfar en la cabeza... Demasiado poco ha sufrido para todo lo que ha hecho.

Hay 5 de los presentes que no sabemos de que lado estan...Kaldreade, Helmut, Elizabeth, Eva y Avla, la ultima nos ha apoyado con su voto...del primero desconfio mucho, mas aun con esa amenaza que a mi me parecio confeción...y las palabras de Eko, quedaron en el aire...y entre ustedes estan los traidores que quedan, ahora somos mas los inocentes y si no confiesan sus verdaderas intenciones iran cayendo cada tarde...

Verona parecia ajena a la muerte de Eko, tenia una fuerte dolor de cabeza que la hacia apartarse o quedarse callada mucho rato, sus cadenas estaban alborotadas a sus pies, inquietas espectantes...dirigia miradas a Nybras como pidiendo ayuda...

Verona no había respondido su duda, cosa que no le sorprendía, y ya por eso casi había hecho la pregunta a Nybras, pero lo que dijo le arrancó una sonrisa.

Anda mira, si resulta que hay más gente que me escucha y todo. Porque di 5 nombres, los mismos que ahora dice Verona, cambiándome a mi por Escoria, la cual casi descartaba como una de las asesinas... y apareció muerta el día siguiente. Aunque quizás me confundí, siempre había asumido que Escoria era la víctima de los asesinos, y Sandor una víctima colateral de otra persona... quizás fuera al revés, cosa que sinceramente, a mi me aliviaría dadas las circunstancias.

Miro a Kaldreade.

-O eso es lo que te conviene, ¿no? Intentar que todos creamos que Escoria era inocente para que vuelvas a tener un aliado. Tú me mataste, y, ¿sabes? mataste a alguien que sabías que no era uno de los asesinos, así que, bajo mi punto de vista, queda un poco claro de qué pie cojeas.

Me quedo más tiempo mirándole.

-Por cierto, deberías dejar de intentar parecer tan emo, das pena, pero no pena de que alguien se pueda apiadar de ti, sino pena de que das asco.