Partida Rol por web

Los ojos amarillos de Sir Geralt de Rivia brillaron cuando la luz desapareció por unos instantes del lugar. Esos ojos de brujo, que hacían temer a muchas criaturas con sólo mirarlos, deba al muchacho la capacidad de ver perfectamente por la noche, sin temor a tropezar. Él suponía que era lo único que había heredado de su madre Gala, aunque también tenía alguna que otra sorpresa preparada, ahora mismo no era el momento de dar a conocer todas sus cartas. Para eso habría tiempo, muertes, ejecuciones y traiciones. Y traidores. Sobre todo traidores.

Su espada de plata brillaba con la luz de la luna y hacía que se iluminara plateada, y que las runas que tenía grabadas en la hoja, dibujaran una especie de garabato extraño sobre las oscuras paredes del castillo. Se quitó el pelo de la cara con el dorso de su mano, escuchando lo que los hermanos Elm hablaban entre ellos. Tenía unos excelentes oídos gracias a sus preparados con hierbas.

- Esperanza es una palabra muy poderosa, amigo Mustard. No deberiáis utilizarla en vano. No mientras haya gente entre nosotros cuya esperanza sea distinta a la tuya y a la mía. Por que aquí estamos, en este Aquelarre, ¿Y sabéis lo que sucederá, no es así? - De Rivia miraba a los hermanos con el rostro ladeado, con una sonrisa paternal y amistosa.

Se acercó a ellos y apoyó sus manos en sus hombros.

- La Esperanza de un mundo sin guerra está ligada a que en este aquelarre actuemos en consecuencia. Está claro que habrá confianzas y desconfianzas, gente que hablará sin saber, inventándose cosas, simplemente para salvar su pellejo, pero amigo Mustard, amiga Prue, todo saldrá bien, os lo aseguro. Pese a lo que sucederá cada día, pese a las muertes de inocentes, yo me encargaré que en este Aquelarre se haga justicia. Justicia para todos. -

Mientras Aeidos escuchaba el parloteo de todos los alli presentes la noche cayó, esa forma del día que tanto le gustaba y con la que se sentía tan identificado... la oscuridad era su amiga y el se sentía muy agusto bajo su manto... Mientras el tal Geralt escupía palabras en forma de provocaciones...

-Querido Geralt señor del cambio... a quien vas a imponer justicia?... Crees que tu pirokinesis asusta a alguien que no sean monstruos de alcantarilla?... Quizá la justicia caiga sobre ti... quién sabe... jajaja

Una risa aterradora salió de la garganta de Aeidos mientras sus ojos rojos miraban a Geralt...

Desde la espalda de Vaechio Xar le susurra al oír todo lo que están diciendo.

Ahora van a sacarla a ver quien la tiene más larga, desde que llegamos aquí nadie hace nada que no sea amenazar o defenderse de los demás y presumir de sus habilidades. Este aquelarre será muy corto... Antes de caer la noche empezarán a matarse, aunque yo desconfiaría de todos esos que amenazan a los demás sin razón.

Aeidos se levanta y se pone en el centro de todos los presentes...

-Basta ya de cháchara... que mi sangre sea el Preludio de todo lo demás...

Voy a usar una de mis pócimas en mi mismo, ya que es de noche antes de salir al medio de toda la gente ya me la habría tomado

Durante el intercambio de palabras y acusaciones veladas guardo silencio y trago saliva para finalmente alzar la voz.

-A mí... A mí me dá miedo. El fuego. Es destrucción... Y pasión. Las quemaduras duelen.

Reconozco sin ningún tipo de vergüenza más allá de la de pronunciarme ante todos los presentes aunque una duda me asalta, una duda que de seguro me hará parecer como una idiota ante todos los presentes pero a su vez una duda que debe de ser solucionada para poder seguir adelante.

-Debo de ser una pequeña bruja ignorante... Pero a mis once años no conozco a casi ninguno de los presentes y a pesar de que yo me presenté prácticamente nadie lo ha hecho... Ya he dicho que no domino la magia y mis estudios son bastante pobres respecto de lo que se esperaba de mí.

Sólo entonces miro a todos y luego alzo mis ojos hacia la luna y sonrío dulce e inocente tal cual recuerdo la sonrisa de mi madre al contarme historias o enredar sus dedos entre mis cabellos, siempre me decía que envidiaba mis cabellos rizados y perfectos y aunque sé que mentía al menos yo me sentía un poco más feliz.

-Apenas tengo fuerza que aportar y menos aún sabiduría, lo siento. Pero no por ello me callaré.

Afirmo, cojo la mano de mi hermana con calidez y desciendo mi mirada hacia Mustard.

-Me gustan los animales que hay grabados.

Kalin esperó pacientemente, quizás estaba en su naturaleza de siervo - algo que jamás reconocería abiertamente -, pero prefería callar y esperar a ver que se debía hacer. No, no era su naturaleza de siervo... era su naturaleza de guerrero, de no adelantar movimientos que dejaran abierta su defensa a sus enemigos. Y su habilidad como jugador de cartas, sólo los locos y los que no tenían nada que perder exponían todas sus cartas y subían las apuestas al tope. Y él ya había perdido demasiado, era hora de empezar a cambiar su suerte, de ganar... De vivir.

El fuego. Respondo a Kuvia, es solo parte del equilibrio, la destrucción y la pasión es necesaria para momentos como estos en los cuales  se necesita un renacer. Digo de manera calma. Yo no le temo al fuego. Posiblemente las personas pregunten el porque mi vestiduras rojas que hacen referencia a él y a la filosofía del dragón. El fuego renueva, el fuego da vida y representa al sol renaciendo, cada mañana por muchos años espere un cambio y ahora es momento...

Sonrío de lado al escuchar las palabras que Xar susurra al oído del que parece su señor. Eso es precisamente lo que yo estaba pensando. Me pregunto quién será el primero en atacar...

Mis ojos se dirigen a la puerta , que continúa cerrada manteniéndonos en este lugar lleno de leyendas oscuras. Quien salga con vida de aquí probablemente tendrá el poder para cambiar el mundo miserable que conozco.

Me mantengo en silencio observando cómo siguen alardeando de sus poderes, mostrando sus cartas antes de empezar. Los que más peligrosos me parecen son los que aguardan en un discreto segundo plano. Si no necesitan alardear en voz alta por algo debe ser.

Sus ojos de felina brillaban el la oscuridad, donde solo se veían relucir dos esmeraldas verdes, que tenia por ojos. Cruzada de brazos, fría como un tempano de hielo, ni una lagrima derramo por la que fue su señora.

-Solo sobrevivirán los mas fuertes- miro directamente a Kuvia, saliendo de las sombras -¿Entiendes pequeña? no le demuestres lo que quieren, no eres débil, y si realmente eres hija de tu madre, demuéstralo y deja de llorar, para nada sirve eso, el dolor nos hace fuertes- miro a Mustard, nunca le había caído bien, pero mucho menos ahora, tratando de alagar a una enemiga, sierva de Gala, puso cara de asco y negó.

Vaechio quedaba un poco apartado apoyándose en su bello bastón de plata mientras miraba las conversaciones que se producían por doquier: dureza,demostración de poder,defensa de la inocencia.

Cambió de pierna mientras suspiraba y desviaba un poco la mirada mirando el pebetero y la estancia en si. Fue a decir algo pero espero que los demás dejaran de alardear...no era cortes interrumpir.

Mustard aceptó de buen grado la cercanía de su hermana, a pesar de lo extraño que se le hacía aquel gesto. Buscó sus ojos y a pesar de su aparente dureza, veía ahora en ella más semejanzas que diferencias. ¿porqué habría dejado que su relación se deteriorase tanto? y ahora, con la emperatriz muerta... hasta esas diferencias carecían de sentido.

Sin atreverse a decir nada en voz alta, posa una mano sobre la de ella, que ahora sostiene su brazo. Reprimió el impulso de inclinarse y besarle la frente... ella ya no era una niña. Conteniendo su propia emoción, aprieta su mano para transmitirle seguridad - Estoy aquí, no me alejaré otra vez, hermana - antes de responder a de Rivia con un gesto decidido.

- Sé que podremos darle fin a esto. Lo haremos

No todo el mundo habría captado el gesto... pero alguien acostumbrado a observar a su audiencia sabe cuando uno de sus oyentes quiere intervenir. 

El gesto de invitación es sutil y educado, pero a Vaechio no pudo pasarle desapercibido. - Adelante...

Nadie se había percatado de la desaparición de Mandrágora. Mientras unos lloraban y otros maldecían este se dirigío a aquella puerta hecha añicos y recogió pedazos de madera. Busco un lugar cómodo, ni cerca, ni lejos de aquellos que supuestamente iban a ser sus compañeros de aquelarre, traición y dolor. Si más preámbulos hizo un modesto fuego pues la noche se terciaba fría y larga. Busco en su zurrón algo de sustento, carne seca, algo de pan y se refresco el gaznate con vino. 

Su mirada estaba perdida en el danzar de aquel fuego, aquel fuego que ardía con pasión, el fuego de una pasión olvidada. De sus labios afloro una vieja canción, una canción de guerra y traición...

And who are you, the proud lord said,
That I must bow so low?
Only a cat of a different coat,
That’s all the truth I know.
In a coat of gold or a coat of red,
A lion still has claws,
And mine are long and sharp, my lord,
As long and sharp as yours.
And so he spoke, and so he spoke,
That lord of castamere,
But now the rains weep o’er his hall,
With no one there to hear.
Yes now the rains weep o’er his hall,
And not a soul to hear.

Drakonia se mantenia en silencio, habia ofrecido tregua y ante eso nada mas tenia que agregar a las constantes palabras de despresicio, asi tambien no esquivo ninguna mirada dirigida a ella, acariciaba a sus lobos, pero cuando Mandrágora comenzo a cantar, los lobos alzaron sus cabezas mirando al brujo, sus orejas dirigidas a la musica, los ojos de mis criaturas me miraron...y les deje ir...Adelante...Los lobos se acercaron a Mandrágora y mientras cantaba el aullido de los lobos acompañaba su melodia, aquellos animales que solo eran invocaciones conocian la canción...

Mis ojos nuevamente se fijaron el los Hermanos Elm...Quizas...espero que no...Cerre mis ojos para continuar escuchando la melodia...

Mandrágora sale de su estupor al escuchar los aullidos de aquellas quimeras meras ilusiones. Su mirada penetrante se posa en ellos, ahoyando en lo más profundo de aquellas falacias.

¡Mal augurio!, ¡mal augurio!... canción de leones cantada por lobos. Hubo un tiempo que esos salones estaban adornados con las cabezas de esos perros sarnosos y ahora son lobos quién canta esa canción... ladeo la cabeza con incredulidad El destino tiene una forma cruel de burlarse. Vuelve a beber del odre el preciado vino para después escupir en el suelo. ¡Pues me cago en el destino!

Poco a poco dejo que la danza de ese fuego volviese a atraparle. Para caer en el más absolutos de los silencios

En un momento dado, ya cansada de tantas discusiones, gritos y peleas ahora sin sentido, me levante y grite,

!YA CAYENSE¡

-. Estoy mas que harta de oír sus parloteos, esto ya es de por si insoportable en ciertas compañías, pero esto, es que no dejar a una ni oír sus pensamientos y me provocáis dolor de cabeza.

-. Si estamos aquí de nuevo por algo será, y Naive hizo lo que hizo para sobrevivir, al igual que lo hizo Gala y punto.

-. Hoy es el primer día de una nueva era, un nuevo imperio se levantara de aquí, y se que estamos destinadas a ello, pero solo los supervivientes tendrán tal derecho y eso es lo único que cuenta al final, lo único.

-. Ahora se tranquilicen y piensen en ello de una maldita vez.

Levanto mi mirada hacia Ankara. No sé quién es esa chica pero habla ruda y aunque parece ruda una ligera sonrisa aflora en mí, una sonrisa sincera e inocente. Estoy acostumbrada a ver más allá de las apariencias por que así era mi madre y así me enseño a ver y a observar aquello que se esconde así como escuchar aquello que no ha sido pronunciado. Sólo percibo preocupación, pero de decirlo posiblemente heriría algún orgullo desmedido que no comprendo.

-Dije que no me callaría, y no lo haré. ¿Cuál es tu nombre?

Pregunto directamente a Ankara sin preocuparme por el resto, ni siquiera por la extraña y siniestra melodía lupina que acompañaba la canción, en ese preciso instante mi estómago ruge aunque decido no mostrar ningún tipo de importancia hacia ello. Pero el grito de la parca me hace girarme hacia ella y soltar a mi hermana para encaminarme y ponerme justo frente a ella, mirándole directamente a los ojos.

-Los imperios suelen destruir la libertad. No me gusta cómo suena.

Prue miro ruda a Geralt y aparto su mano de su hombro, no deseaba que nadie la tocara y menos alguien que se creía la justicia, eso creyó ser su "madre" y su padre murió por lo mismo, la justicia solo era parte del ego individual y nada mas.

-Mi hermano puede confiar en ti, pero yo no. Aléjate de mi, no voy a escuchar palabras cariñosas de quien mata aliados por igual en una guerra.-Con la actuación del hijo de Gala, su fuerza volvió así como su juicio, no obstante se mantuvo cerca de su hermano.

Escucho la canción y sonrió por lo apropiada que era en esos tiempos. Luego miro a la pequeña Kuvia que le hablaba.

-Me llamo Ankara pequeña, y fui la más leal de las consejeras de tu madre, siempre estuve a su lado cuando me necesito y creeme yo la conocía bien, no creas nada de lo que dicen aquí de ella ¿que te dice de ella tu corazón de como era?- miro a la pequeña aunque su mirada no dejaba de ser fría, no era lo que se dice muy empática.

Geralt inclinó su cabeza al oir las palabras de Aeidos y después, negó un par de veces como desencantado. La verdad, es que esperaba que surgieran algunos hechos antes de que alguien desvelará así por que si su verdadero Don, pero aún le faltaba un cabo por atar: su muerte. Los hechos sugerían que el brujo había desvelado algo, algo sutil, pero en sus palabras estaban. Claro que podía ser una trampa, pero si la trampa era esa... ¿soltar esas palabras nada más empezar el Cónclave? Sería algo que aclararía muchas cosas, y más si esta noche morían dos personas.

El rubio estaba seguro de eso.

Y los brujos novatos pecaban de eso mismo, de novatos. Ninguno tenía la edad de Geralt, ni había vivido tantas cosas como él, menos Aeidos.

- Es una lástima, querido Aeidos, que desveles a todos lo que verdaderamente eres. Puede que tus palabras no hayan sido entendidas por los demás, pero si esta noche dejas de existir, la cosa se pondrá más que interesante. Mucho diría yo. - Geralt sonrió. - Sólo espero que recapacites en lo que acabas de decir, no sería sensato que dos personas murieran esta noche. -