Partida Rol por web

La quinta mañana amanecía con un tétrico estandarte…

Ante vosotros se alzaba un delicado y tierno cuerpo, suspendido en el aire, sus piernas aún temblaban a causa de la agonía que consumía su vida mientras su mirada se borraba entre lágrimas.

Una afilada rama rota se introducía por la garganta de Shioban y volvía a salir al exterior por su boca…

Sus manos manchadas de sangre ya estaban cansadas de luchar por su vida… y pronto ante vuestra mirada se dejaron caer a los lados de su frio cuerpo, señalando el suelo donde un gran charco de sangre la observaba desde abajo, dando un cruel reflejo del último ataque que la noche había llevado…

El peso de su cuerpo, y fragilidad de la carne cedieron, y finalmente Shioban cayó al suelo, con la mandíbula abierta en dos, y con una  mirada ya olvidada tras el paso de la muerte…

Ahora su cuerpo descansaba sobre el lecho de sangre que su propia agonía había organizado…

Era un ataque sangriento, y sin piedad alguna… Una herida abierta en su rostro y miles de lágrimas acompañaban aquella fúnebre ida, pero no serían sus únicos compañeros pues de los labios de su mortal herida, empezaron a emerger unas delicadas luces que evaporarían su alma…

Poco a poco tomaron forma, irguiéndose con  fuerza y precisión, grandes tentáculos olvidaban el cuerpo de Shioban y se alzaban queriendo acariciar el luminoso cielo…

Finalmente un gran Kraken, se presentaba ante vosotros, su mirada húmeda buscaba entre vosotros una respuesta, aunque antes de que sus brazos eligieran un destinatario, la luz del sol borró cualquier rastro o huella del Kraken, dejando bajo la luz del día el pálido rastro de la muerte a vuestros pies…

Algo cambió en mí, al ver la funesta muerte que descubría la luz de la mañana.

Primero callé y luego me arrodillé, dejando mi cuello totalmente a la vista, como si de un siervo me tratase.

Perdoname... Mustard. Era la primera vez que lo llamaba por su nombre, y temía que pudiera sufrir alguna represalia por no haberlo hecho hasta ahora. Pero ahora me daba cuenta, que tanto odio, solo llevaba hacía una meta con dos destinos... La muerte o la guerra.

....Maldita sea... - mascullé entre dientes-. Ante nosotros el cuerpo de Shioban, atroz imagen...su boca desfigurada y su mirada blanquecina me hizo girar y no ver tal imagen.

Miré a mi hermana y después a Mustard, necesitaba confiar en él, lo necesitaba...

- Grandes dudas empiezan acumularse en mi mente, no quiero ser presa de mis propios temores, pero tenemos que tomar una decisión a todo aquello, si no lo hacemos, me temo que todos seguiremos la senda de la muerte... -dije cabizbaja-.

- Por otro lado, mi don está activo y necesito que me digáis quién queréis que traiga a la vida.... a Mandrágora..a Shioban...- dije-

Miré a Xar,  parecía realmente arrepentido....

La mirada de Mustard hacia Xar seguía siendo dura por necesidad. ¿cómo creer en unas disculpas si ya antes lo había visto arrodillado de esa misma manera? Suspira, apartando la vista. No le gustaba verlo así. Algo en sus ojos había cambiado, pero el límite del bardo había sido sobrepasado hacía tiempo. 

Da la espalda a ese hombre al que aún amaba, y habla nuevamente, con más suavidad esta vez - Ya te he dicho... que no busco que te humilles. - Pero al menos lo había llamado por su nombre... aquel detalle, por insignificante que pudiera parecer, estuvo a punto de derribar la distancia que por necesidad él había levantado.

Y fue la mirada de Eriel la que terminó de conmoverlo. Se acercó a esa hermana a la que tanto había añorado durante aquellos años, y sin mediar palabra, la abraza. Era difícil saber quien de los dos necesitaba más aquel gesto. 

- Cualquier cosa que elijas estará bien para mi, Eriel. - sonríe, retirándose para mirarla a los ojos - aunque es cierto que ya no somos tantos como cuando llegamos. Si quieres mi opinión... ahora lo que el cónclave necesita es acción. Las cartas ya están levantadas. Si yo estuviese en tu lugar, escogería a Mandrágora.

La calidez de su abrazo y sus palabras de aliento me conmovieron:
- Gracias....- dije mirando a Mustard mientras acariciaba su mejilla- esperaré la opinión de los demás, pero estoy contigo - dije con una pequeña sonrisa-...por cierto, me alegro que hayas dejado de lado tu tristeza y te des cuwnta que hay solución..

-Shioban...

Mascullo entre dientes al ver la crueldad con la que ha sido asesinada, una crueldad que he visto en bien pocos. Apenas escucho las palabras de Xar, pero al girarme para comprender qué sucede, parece algún tipo de arrepentimiento y un pensamiento que lleva toda la noche formándose en mi interior se desvanece con premura.

Miro ahora a mi hermana y aprieto los labios en un esfuerzo por ordenar mis ideas antes de decirlas, y buscar las palabras para que no suenen a un capricho infantil.

-Mustard, debes decirnos qué has aprendido. Quizá así sepamos quién tiene mi maldición... En cuanto a Mandrágora, él... Él me cae bien pero... -miro el cuerpo tendido de Shioban y a Mustard, y también a Xar, la pérdida de su hermana le ha afectado- ¿Para qué queremos acción si no tenemos nadie seguro contra quien dirigirla?

Mi pregunta es más un pensamiento formulado en voz alta. Pero entonces una sonrisa brillante en mi cara.

-Yo también me alegro. Te estás haciendo daño a tí mismo, Mustard.

Al llegar observo el cuerpo de la pobre Shioban yaciendo en el suelo, pero enseguida aparto la vista ante el horror de su asesinato. - Bien, ya nos han dejado a ciegas como vaticinaba Erial... Aunque por otra parte, no estoy segura de que Shioban tuviera todavía el don de la videncia...

Entonces me fijo en Mustard y el nuevo interés por la vida que parece demostrar. Me mantengo apartada y me cruzo de brazos con una sonrisa mientras lo observo.

Hay algo que me da vueltas en la cabeza desde que llegué a la escena, y ahora al caer en ello, no puedo evitar interrumpir la escena para hablar en voz alta. - No sé si lo habéis notado, pero esta noche sólo hemos tenido un ataque. Supongo que eso quiere decir que acertamos con Elvira. Un traidor menos, una buena noticia en este amanecer. - Me pregunto por qué Kuvia hablaba de otro poder en Elvira una vez muerta. ¿Estará fingiendo? ¿Y entonces Shioban...?

Mis ojos se fijan escrutadores en Kuvia y las dudas que las palabras de Mustard sembraron el día anterior en mi mente, vuelven con más fuerza. - ¿Será Kuvia una traidora a pesar de la dulzura que aparenta?

Un viento gris ondea a mi alrededor mientras estas preguntas planean sobre mi cabeza. - ¿Me habré equivocado de cabo a rabo al confiar en la pequeña? - Aparto mis pensamientos para dirigirme a Eriel.

- Eriel, yo si estuviera segura de que Shioban o Drakonia son videntes, te pediría que trajeras a una de las dos de vuelta. - Hago una pequeña pausa.

- Pero sinceramente, creo que una de las dos miente y tiene el poder de la nigromancia. Y ninguna de las dos se ha ganado mi confianza por encima de la otra. En cambio, Mandrágora, aunque brusco, me parecía inocente. Mi opinión es que es mejor traerlo a él que arriesgarnos a tener un nigromante entre nosotros. Aún así, lo que tú decidas me parecerá bien, ya que confío en tu criterio.

Vaya, entonces parece que me equivoqué con Anabel, creí que era ella la responsable de las "segundas" muertes aquí. En cualquier caso, ahora estamos mejor sin Elvira... - dijo Kalin haciendo una pausa - pero me queda entonces la duda contigo Anabel, y más cuando ayer votaste a Shioban. Que conste que no te acuso, porque entonces también tendría que acusar a Erial y ahora mismo él no está en mi lista de posibles lobos, pero si expreso mi curiosidad.

Tras estas palabras, Kalin meditó sobre la petición de Eriel.

Creo en la inocencia de Shioban, y si tenía el don de la videncia entonces será de gran ayuda... aunque no me gustaría volverla a ver morir por ello. De Mandragora sólo se que en las votaciones pensaba igual que yo, pero desconozco que si su muerte fue un error o un acierto.  - Kalin suspiró - Ya son difíciles mis propias decisiones, lo siento mucho Eriel, pero en esta ocasión no creo que pueda ayudarte...

-No.

Corrijo sin dudarlo a Ailish mientras mis ojos le miran.

-Confío en la inocencia de Mandrágora, particularmente en el momento en el que averigüé quienes eran los traidores... Pero puedo asegurarte que, en el momento de su caída, Elvira era inocente. Quizá ambos hayan atacado a la misma persona, o quizá hayan querido silenciar la verdad que dijo... No lo sé. Pero a Shioban la han atacado dos noches seguidas... ¡Dos noches! Quizá, como también dije en su momento... Las muertes se deban, entre otros, a las garras de los animales que están saliendo, alguna de ellas podría matar a alguien, aunque... Creo que Xar es el que mejor puede respondernos a eso... ¿Cierto? Pues tiene las Garras de la Tortuga...

Una dulce sonrisa hacia Xar, y luego mi rostro vuelve a ponerse neutro.

-Pero si vuelve, al menos le podré devolver su licor...

- Tienes razón Ailish, yo también dudo de Shioban ...y sincerament prefiero a Mandragona, antes ne gustaria saber la opinión de Erial- dije mirando a mi padre- me fio más de sus palabras que de aquellos que decían portar el don de la videncia.

Erial asiente ante las palabras de su hija, un instante antes de comenzar a hablar:

- Es cierto que, de entre los muertos, el que menos dudas aporta es Mandrágora. Siempre ha sido un buen hombre y un compañero fiel. Si esa es tu decisión tienes todo mi apoyo y agradecimiento.

Al ver las reacciones de todos me limito a asentir con la cabeza. Espero que no nos quedemos ciegos con todo esto... Pero mi hermana y su padre creían que era la mejor opción... Así que supongo que ellos sabrán más que yo. Entorno mi mirada y aguardo, preparándome para darle su licor en cuanto se levante. ¿Cómo se tomará que se lo haya estado cuidando?

Anabel ni se inmutó ante las palabras de Kalin, aunque su manera tan directa la sorprendió. ¿Ella, causante de muertes? ¿Acaso no había dejado bien clara su opinión durante el transcurso del día anterior?  

- Kalin, Shioban no me dio ninguna muestra de poseer en realidad el don de la videncia ante mis ojos. Drakonia si lo hizo. Se encogió de hombros. Acertó con mi don y aunque soy consciente de que soy la única que puede tener esa certeza, tengo claro que ella era quién poseía realmente el don. Aunque la reciente muerte  de Shioban ante los traidores quizás signifique que me equivocaba. Se encogió de hombros. Era bien consciente de que sus palabras no valdrían para convencer a nadie, no a estas alturas. Pero la guerrera confiaba en su inocencia y en que lo había dejado claro con sus acciones. Se equivocaba, pues era humana, pero lo admitía.

- Pese a todo, me uno a la propuesta de devolver a Mandrágora. asintió la guerrera, ante las palabras de Erial y Kuvia. No estaba segura de que fuera a valer de mucho, pero desde luego, tenía más confianzas puestas en el terco guerrero.

Entiendo las dudas, a veces cuesta creer que haya más de una persona con el mismo don, por mi lado está aclarado - respondió Kalin a Anabel.

La inocencia pérdida por la muerte de Shioban, había hecho mella en vuestras almas… una lágrima desgarraba vuestros corazones, pero pronto fue callada por una grata sensación…

El aire parecía más cálido que antes, y el sol resplandecía como nunca… ante vuestras miradas una delicada lluvia de plumas cegó vuestra mirada ocultando el cuerpo de Shioban… Cuando todo parecía perdido, una fuerte brisa levantó las plumas arrastrándolas fuera del lugar… Dejando a vuestros ojos, una Shioban de nuevo viva… Una cicatriz marcaba su rostro dividiendo su labio inferior…

Una cicatriz que poco a poco también cicatrizaba en su corazón, había visitado la muerte… aunque ya estaba de vuelta.

En vuestros rostros una ligera sonrisa, además de la incredulidad se esbozaba con razón, aunque pronto esa emoción se tornó por alerta…. El suelo temblaba bajo vuestros pies…

El cauce del rió empezó a cambiar, y empezó a bañar zonas que antes estaban secas…

Algunos cadáveres fueron sumergidos por el agua, intentasteis salvarlos, pero fue inevitable… La fuerza de la corriente arrastraba un cuerpo marchito, y descarnado…

Pronto paró cerca de los muros de la Fortaleza, el agua empezó a brillar a su alrededor…

Allí donde faltaba carne, comenzó a aparecer rosada y tersa de nuevo, allí donde la vida se había ido, volvía presta para dibujar una mirada inquieta, unas manos delicadas y un rostro sabio…

Sus ojos se habrían de nuevo a la vida, tras una muerte llena de odio y rencor. Pero en sus ojos, no había odio, tan solo esperanza por borrar los errores.

Pronto el cuerpo se irguió ante vosotros, Elvira, había vuelto… poco a poco desando el camino que la muerte le había marcado, y paso a paso volvió junto al libro que hace tan solo una noche había abandonado en el suelo…

Os miro y agachando la mirada dijo con respeto: Aún no era mi hora…

Y mientras sus palabras se alzaban su nombre y el de Shioban, se borraban poco a poco del funesto libro…

Estaba un poco aturdida porque hace poco que estaba muerta, y roce la muerte pensaba que llego mí momento de estar muerta... pero por lo que se ve mis seres queridos del inframundo, y mis familiares que estaban muertos no permitieron que estuviera muerta... Y me ayudaron a volver a la vida.

No sabia que iba a pasar a partir de ahora confiaran en mi o seguirán desconfiando de mí. Que les costo algunos en creer en mis propias palabras. Espero que aquí al menos tenga un buen recibimiento no como en el lado del cementerio. Que el único que me saludo fue Cole.

Mire haber quienes estaban allí y les dije a todos. -¡Hola! Pensaba que no iba a volver creía que llego mi hora de la muerte.

- ¿Shioban? - mirándola con sorpresa. Finalmente sonríe - Increíble... definitivamente éste es un día lleno de buenos presagios. 

Bienvenida tu también, Elvira. 

Entonces se gira a Kuvia - Respondiendo a tu pregunta, aún me siento igual. Avisaré en cuanto haya algún cambio.

Veo como Mustard veo que le dio sorpresa que estuviera con vida... pero no me había dado cuenta que tambien esta viva Elvira...

Me dirjo donde esta Mustard y le respondo.

–La verdad que si hoy por lo que parece es un día de presagios... 

Miro a Elvira que estaba con vida. -Bienvenida de nuevo Elvira. Le sonrió amablemente para que vea que yo no le guardo ningún rencor... Y me daban igual si desconfiaran o no.