Partida Rol por web

La octava mañana amanecía acompañada de un continuo replicar… Tañidos opacos que dibujaban en vuestras mentes miles de imágenes, aunque ninguna cierta….

Por fin, el primer rayo del sol dejo ver la cruel y sangrienta realidad, que vuestros ojos no querían creer…

Tendido sobre el suelo se extendía el cuerpo de Vaechio, su torso desnudo estaba cubierto de golpes, su garganta abierta y su mandíbula inferior a metros de su cuerpo.

La cabeza que aún seguía unida al tronco, se encontraba asediada de miles de cuervos, que con su picos creaban aquel triste replicar arrancando piel sobre su rostro, ya cegado por el frio abrazo de la muerte.

Un grito inesperado hizo que todos los cuervos salieran volando formando una banda negra en el cielo a su paso…

A poso metros del lugar, yacía temblorosa, la herrera del ejercito… la bella Anabel despertaba temblorosa…

Sus manos hurgaban en la herida que partía su rostro… A sus pies. Un rio de sangre y un trozo aún fresco dejaba recuerdo del ataque que había sufrido. Con miedo y lágrimas que abrasaban su rostro os miro. Y entonces encontrasteis respuesta al porqué de su llanto.

El lado izquierdo de su rostro se encontraba magullado, descarnado y con una incipiente herida que se introducía en su globo ocular, dejando bien claro que aquel ojo no volvería a ver más…

En el suelo, lleno de sangre, se encontraba el guante de hierro que ella misma había utilizado en su descarnada batalla contra Ankara. Del mismo guante comenzó a fluir una extraña esencia que poco a poco conformo una figura que se movía con la delicadeza del viento, a pesar de su enorme tamaño.

El espíritu de un gran toro respiraba jadeante tras Anabel, y tras ver como esta se levantaba aun ensangrentada. No hizo caso de su instinto y no siguió el rojo de la sangre sino que pateo la arena que había bajo sus pies y rápidamente arremetía contra la puerta aún sellada.

Esta no se abría pues el ente logró atravesarla sin que ni el viento cambiase a su alrededor…

Era la octava mañana… veinte animales había desvelado su imagen  y un destino debía de suceder… mientras todo observáis como en vuestra mente como todo podía terminar aún el aliento de la muerte y la sangre dejaba bien claro que nada había acabado.

Entre cuervos y sangre la mañana avanzaba pendiente de descubrir aquel que tanto odio guardaba.

En esta ocasion los asesinos han realizado el trabajo sucio... pero esto no quita para siga desconfiando de su alma a estas alturas.

Pero ahora mi otra prioridad me pone en una tesitu dificil sopesar con coherencia.... por el momento oire lo que tengan que decir los presentes.... y luego decidire....

De repente como si la tierra comenzara a latir vuestros oídos escuchaban el latido de un gran corazón que se aferraba a vuestras mentes…

Todos mirabais a vuestros alrededor, en busca del corazón al que pertenecía dicho latir…

Y todos encontrasteis el lugar del que provenía… Olvidado desde hace unos días descansaba el pebetero a la altura de vuestros pies… marcado con un anagrama de animales que rápidamente recordasteis con cada una de las muertes…

Mientras encontrabais sentido a todo lo que vuestros ojos veían una explosión de luz procedente del centro del mismo pebetero os acarició envolviendo el día en una triste azul… Mientras el pebetero parecía contener una llama fantasmal, un rayo de energía ascendió rozando el techo creando una visión de la bóveda celeste…

Poco a poco brillaban pequeñas estrellas encima de vuestras cabezas, mientras vuestros ojos dibujaban cada una de las constelaciones que poco a poco habían surgido de cada espíritu…

Parecían silentes pero deseosas a contar todos y cada uno de los secretos… Pronto contarían la historia callada de cada uno de los que un día llegaron aquel conclave, pero para ello antes, todos deberían de volver…

Y  mientras os girabais al escuchar como la hierba de fuera era pisada por alguien que parecía regresar a su morada, visteis como etéreos, y silenciosos volvían uno a uno los caídos…

Cada uno recobraba un lugar en aquella reunión. Sus voces ya muertas permanecerían calladas pero al menos serían testigos de los últimos días que esperaban en el lugar… y serían testigos y jueces de aquello que las estrellas deseaban contar…

Miles de miradas, miles de caricias por dar, y tan solo una respuesta, que se empieza a dibujar…

Vaechio...Miro a Elvira...pareciese que tus deseos son ordenes, Querida... 

Anabel volvio de entre los muertos y eso era bueno...o no...quizas su espiritu tambien la haya cambiado...ninguna muerte me sorprende ni tampoco el aliento de vida que retorna a algunos, pero los espiritus de los caidos si, busque entre ellos los de Aiedos...pero inconcientemente tambien los ojos de Mustard...pues mi duda sera eterna...

Finalmente encontre el consuelo que me brindaban la mirada de Aiedos y me acerque a el, intente tocarle, pero nuestros cuerpos no se unirian, solo le mire con dulzura...Ya no siento odio...le sonrio...se ha ido...

Por primera vez desde esa tragica noche su alma estaba en paz y su espiritu tranquilo...la invocadora habia sido liberada de sus ataduras de venganza...el oso al que habia invocado, rugio y desaparecio con una brisa que inundo el lugar meciendo los cabellos de Drakonia...y ocultado una lagrima 

Escupiendo sangre y levantándose dolorida, Anabel levantó la vista temblorosa justo para encontrarse con la luz azulada del pebetero, que se alzaba hacia el cielo de manera majestuosa. Los muertos comenzaban a aparecer poco a poco y por un momento Anabel sintió que habían ganado, que todos volvían a disfrutar del don de la vida. Pero sus sombras se quedaron en eso y la tristeza volvió a embriagarle, mientras se llevaba la mano dolorosa a su cuenca vacía, de la que no volverían a caer lágrimas...

- Sois unos parias...fue lo único que masculló a nadie en concreto, completamente sumida en una furiosa catatonia, bien lejos de la su hasta ahora calmada forma de ser. Unos putos cabrones cobardes.

Un brillo en mis ojos, una luz cegadora y después ante mi la fortaleza donde hace unos días entre tras conocer la muerte de Naivé.

Avance hasta quedar cerca de los vivos. Me senté al pie de las escaleras que ascendian al piso de arriba y mire a la familia de Naivé que junto con el resto de Caidos avanzaban solemnes hacia el lugar.

Solamente pude hacer una cosa, recostarme sobre los peldaños, esbozar una sonrisa y mirar aquel majestuoso cielo estrellado que se tendía sobre el techo a plena luz del día.

Todas las constelaciones han sido liberadas... ahora sólo quedan liberar las verdades - dijo Kalin ante tal espectáculo.

Eran 7 los que quedaban con vida, y como mínimo había un traidor entre ellos, quizás dos. Y el tiempo se agotaba para descubrir quienes eran antes de acabar todos muertos, como los que ahora les acompañaban en silencio.

Elvira, por lo que oí ayer por la noche tienes ahora un don similar al mío. No te voy a hacer nada si así es, pero tengo una duda: ¿a cuantos manipulaste ayer? Porque tengo la impresión que no fui el único que su voto cambió y que no fue por mi mano...

Cuando llego a la sala y veo el cadáver de Vaechio me sorprendo, pero no siento ninguna pena por él. En cambio, Anabel sí provoca algo en mí y me dispongo a acercarme a ayudarla cuando del pebetero comienzan a surgir todas las constelaciones. Los caídos entran en la sala y una primera impresión de alegría me invade al verlos. Pero rápidamente se desvanece al percibir que siguen siendo intangibles... - Siguen muertos, estos son sólo sus espíritus.

Me acerco a Anabel y me siento a su lado, sin saber muy bien cómo reconfortarla. Hay una pregunta que tengo que hacerle. - Anabel... ¿Fue Vaechio quién te atacó?

Después escucho a Kalin. - Si él no tiene problema en hablar abiertamente de su don, supongo que puedo mencionar lo que quise saber anoche... - Kalin, ¿fuiste tú quien cambiaste mi voto ayer?

Luego miro a mi alrededor, fijando mis ojos en los vivos que quedan. Al menos uno es un traidor... Trato de recordar quiénes volvieron por sus medios y a quiénes resucitó Eriel, pues parece que al resucitar por uno mismo el poder podría haber sido cambiado.

Finalmente me dirijo a Drakonia y le dedico una sonrisa. - Drakonia, me alegro de que sigas entre nosotros y lamento haber dado por seguro que caerías esta noche. No quería que pasara, pero con tu poder... Me parecía una posibilidad muy grande... Sé que tendrás tus propias ideas y teorías, pero... ¿Podrías mirar a Alexandra cuando tengas ocasión? Creo que ella y Anabel son los únicos que quedan que han vuelto por sus propios medios y no por manos de Eriel. Quizá sea una idea tonta, pero... Es lo que más me hace sospechar ahora mismo.

- No lo se. Susurró nerviosa, aceptando la tierna preocupación de Ailish. Puede ser, pero no lo creo.

Anabel alzó la vista la cielo, mirando las constelaciones que se formaban, en busca de su querido protector. Pero allí solo había un luz cegadora.

-El Escorpión me protegió. Cuando mi constelación se mostró elegí su escudo, pero me pidió un nombre. Y di el de Kalin. Su mirada se clavó furibunda en la del brujo. ¿Y si ese cabrón le había atacado? No...agachó la cabeza con una mezcla de vergüenza y rabia, antes de volver a fijar su vista en la de él. Ahora entendía todo...Creo...que mi don ha mutado para transformarse en el suyo.

Kalin, no es ahora cuando lo tengo... siempre ha sido así... desde los principios.... y veo por lo que se comenta que ahora hay demasiados con habilidades similares, incluidas las mías......

Y permite que no te de una respuesta al... quien pues es mejor dejarlo en el silencio, por ahora.

Mi desconfianza recae en los que parecen saber que han de hacer los demás, quienes a toda costa quieren controlar nuestras acciones, y quienes con sutileza reivindican su inocencia en pos de apuntar en otras direcciones, dando por sentada que la suya es la que prevalecerá... el enemigo es muy posible que este dentro y no fuera...

No Ailish, yo hice que Ankara votase a Vaechio, y yo voté a Elvira. Obviamente, ella u otra persona hizo que mi voto cambiase a Ankara, y lo mismo hicieron contigo. - luego escuchó las palabras de Anabel - Genial, más tozudos, lo que nos faltaba aquí. Aunque por otro lado, si ese don fuera incompatible con ser lobo, dejaría pocas dudas de quien lo sería...

Kalin empezó a meditar pues quien aquí podía ser un lobo, tenía un nombre en mente, quizás dos... pero necesitaba algo más de información para confirmar o descartar.

Estaba allí de nuevo, entre los vivos...poco a poco figuras espectrales se hacían presentes en el cónclave, poco a poco nos dejamos ver. Busqué de un lado a otro, ví a Anabel muy afectada, su rostro te obligaba a desviar la mirada, ví a Vaechio caído, ningún sentimiento de pena hacía él.

Y de pronto, la encontré allí estaba Aillish, la única persona con vida que me importaba, me acerqué a ella, esperando una reacción a mi presencia.

Vaechio se manifestó como una sutil sombra de lo que fue,desconfiaban de su inocencia ahora la tenian firmada con su propia sangre.

Flotó lentamente ahora sin su bastón y miro a Anabel apenado,no había llegado a tiempo pero aún asi cumpliria la promesa que le costó la vida. Con una mano fantasmal e inquisidora señaló a Mandragora y asintió levemente con aquella faz desfigurada sin mandíbula.
Su promesa había sido cumplida y ahora se retiraba,quedandose al lado de Mustard, para dejar a los vivos deliberar.

Esta manifestacion de los muertos, no es otra cosa que una señal de que el fin esta proximo.... para bien o para mal, pero en definitiva siempre para mal de muchos.....

Y Kalin, no des por sentado eso de la incompatibilidad, pues creo recordad de precedentes o algo asi..... en cualquier caso hasta tu mismo podrias serlo y estar fuera de sospecha, si sabes a que me refiero....

Nuevamente volvía a estar en el mundo de los vivos, pero esta vez de una manera peculiar. Iba a poder ver lo que finalmente estaba por terminar, eso me gustaba y una sonrisa en mi rostro mostraba.

Ante semejante espectáculo lo único que podía hacer, era retomar mi viejo árbol. Acomodarme como estaba acostumbrado y a permanecer callo aquí también. Ya que decidí no hablar nunca más.

Avance hacia delante y vi. Que esta en el mundo de los vivos supuse que ya quedaba poco para descubrir al traidor... me fui hacia las escaleras y me senté al lado de Xar. Y me que observando a todo lo que estaban diciendo lo que permanecían vivos... Dentro de poco uno estará entre nosotros.

Pero el espectáculo estaba a punto de empezar y esta muy atenta a lo que esta viendo…
 

Alargo mi mano y hago una caricia reconfortante en el hombro de Anabel. Entonces me parece sentir una mirada sobre mí y cuando alzo la vista mis ojos se cruzan con los de Eriel.

Me levanto y me acerco a ella triste por su estado, pero a la vez feliz de poder verla otra vez. - Está tan... traslúcida... - extiendo una mano tratando de tocarla.

- Eriel... Estás aquí otra vez. Te he echado mucho de menos... Esto no es lo mismo sin ti. - Le dedico una sonrisa triste. 

Es entonces cuando Vaechio señala a Mandrágora y mi mirada se dirige hacia allí confusa. Lo cierto es que no sé qué pensar de que tanta gente posea de repente el poder de alterar las votaciones.

Intento acariciar a Drakonia mientras ella hace lo mismo...

Mis labios se mueven al viento, queriendo trasmitir lo que mi corazón piensa, pero tan solo el viento suena, pues mi voz estaba silenciada.

De pie, cruzado de brazos, delante del pebetero observo impasible los acontecimientos sucedidos. La muerte de Vaechio y de Anabel. La aparición del enorme toro, el último de los animales y con ello la culminación del ritual. 

La bóveda celeste debajo nuestra resplandecía. Levante la cabeza unos breves instantes para observar el espectáculo. Pero poco me importaba aquello. Pues me sentía como una marioneta cósmica danzando un macabro baile estelar. De repente las almas de todos aquellos que murieron en este encierro hicieron su aparición. Y los muertos danzaron junto a los vivos. ¿Acaso el ritual abrió las puertas del Hades? Inevitablemente mire hacia el enorme portón que nos encerraba... Continuaba igual. 

Aún así aquel despliegue poco me sorprendió pues se trataba de una falsa esperanza. Después observe la resurrección de Anabel. No puede evitar sonreír al verla de regreso. – Ahora podéis decir que sois una guerrera... Porta con orgullo esa marca... Pues es señal inequívoca de que aún estas viva. Pues somos pocos los que podemos decir esto. Miro al resto de los presentes para volver a centrar mi atención en ella. Aunque supongo que mis palabras te importaran una mierda.