Partida Rol por web

La novena luna emergía, y el cansancio ya se notaba, entre los vivos. No podían dejar que alguien les atacase por la noche, pero tampoco podían aguantar ya más de pie, las fuerzas le flaqueaban a todos.

Los lobos de Drakonia rugían ambos lados, fieros enseñando los dientes como presagiando lo que debía de ocurrir, pero ella ya no quería luchar más, no podía…

Con una mano pacifica los calmó, haciendo que se volvieran tras de sí, dejando tan solo humo que la rodeaba…

Ailish extendió sus manos una vez más, y un fuerte viento arrojo a Drakonia contra la pared…

Drakonia no luchaba, tan solo esperaba que fuera rápido mientras con tristeza y dulzura miraba a los caídos, presagiando que serían su compañía durante los enios que seguían a aquel momento.

Cansada Anabel se apoyo en la pared a metros de donde se encontraba Drakonia, y un rápido y metálico brillo recorría la pared, hasta formarse argollas alrededor del cuello y brazos de Drakonia que la mantenían fija a la pared, mientras unas afiladas púas se fijaban a su piel dentro de aquellas anillos de acero.

Kalin no esperaría más, y con Drakonia indefensa en la pared, avanzó con su espada arrastrando por el suelo, hasta llegar al lugar donde inocente se alzaba sobre la pared, e introducir su hoja sobre su corazón…

Y luego cansado dejarse caer al suelo, mientras hacía que su peso desgarrase la carne que poco a poco cortaba la espada.

Los ojos de Drakonia se abrían a una nueva vida… mientras cansados y agónicos, se miraban los tres vivos restantes… ¿Habría acabado todo?

La respuesta era clara… no.

Y la prueba de ello se mostraba al momento, Ailish sentía como su piel se consumía como si la muerte se hiciera dueña de su carne.

Sin fuerzas dejo que la muerte siguiera su curso, hasta hacerse con aquella victoria.

Y no sería la única en caer, pues ahora la que sentía algo que la destrozaba por dentro era Anabel… no pudo ni siquiera separarse de la pared, tan solo dejarse caer. Dejar que la sangre saliera de su cuerpo, corrompida, mientras la vida se escapaba de sus manos.

Parecía, que Kalin, era el único que permanecía en pie, pero pronto uno de los cuerpos se empezó a estremecer, un aire cálido y reconfortante llenaba el lugar. Curando las heridas que la muerte había dejado en su cuerpo.

Temblorosa y aún con la cara ensangrentada, sonrió a Kalin, y dijo cansada:

Parece que somos más duros de lo que parece…

El cansancio y el dolor habían reinado en el lugar, mientras el aire sibilante les recordaba que tan solo ellos ahora estaban vivos. Una noche que dejaba a la vista de todos, las consecuencias de una guerra, donde tan solo la sangre, el miedo, el dolor y la muerte tienen una clara victoria, la noche era larga, y si quedaba algún traidor entre los vivos, la luz de la luna lo delataría.

Kalin no comprendía que había pasado, sólo que estaba él... Ailish... y las puertas seguían cerradas. ¿Se abrirían al amanecer? Debía ser así, puesto que habían acabado con todos los traidores... ¿verdad? ¿Verdad?

Toma, si mañana no voy a ver la luz del día atravesando las puertas abiertas, prefiero que acabes conmigo con ella - le dijo Kalin a Ailish ofreciéndole su filo. El pelirrojo estaba cansado, muy cansado, y la verdad es que sólo quería acabar ya con esto de una vez. Ya apenas quedaba por lo que luchar, y había demasiadas losas, traiciones, desengaños que sus espaldas, su corazón, pudieran soportar...

El espiritu de Drakonia se alzo de su cuerpo ya inerte, confundida miraba sus manos...estaba muerta...se acerco a su cuerpo y contemplo sus heridas, su mano espectral acaricio su mejilla...entonces volvio a alzarse y mirar a Kalin y Ailish...movio la cabeza de un lado a otro en señal de negación y miro el suelo, estaba desilucionada...el imperio estaba completamente perdido, se llevo una mano al pecho....

Su espiritu flotaba a centimetros del suelo sus pies no se distiguian, pero si la forma de sus lobos que se formaban con la parte baja de sus ropas...dos lobos espectrales que no la dejaran sola jamas...se acerco a Mustard...sonrio...y acaricio su mejilla...despues miro a Prue, respetaba la opinión que tenia la Elm de la invocadora, asi que solo le regalo una sonrisa maternal...despues se acerco a las hijas de Naivé...tambien les regalo una sonrisa...

Finalmente se encamino hacia Aeidos...frente a el alzo sus manos con sus dedos indices extendidos y los junto...despues le abrazo, escondiendo su rostro entre el pecho fantasmal del brujo...

Mustard había comenzado a moverse. En el más absoluto silencio, se había desplazado hasta donde aguardaba encogida y sin energías, su hermana. 

Cruzaron algunas palabras, y la abraza con una expresión que no podía entenderse de otro que como... alivio. Algo en la historia de las constelaciones había servido de bálsamo para el bardo, que aún sin soltar a su hermana, mira a Elvira. Suspira y siente. 

Posa entonces un beso en la frente de su hermana y levante un dedo, como si le pidiese un solo momento.

Entonces camina hacia los supervivientes y se interpone ante Ailish, mirándola a los ojos, atrapando irremediablemente su atención. Su expresión es de absoluta seriedad. Solo lanza una corta mirada de desprecio hacia Erial antes de mirar nuevamente a Ailish. Niega con un gesto, cruza las manos sobre el pecho y las extiende hacia los lados, como si cortara el aire, mientras en sus labios se formulaba una sola palabra gesticulada de forma que fuera fácil de entender.

"Basta"

Me pongo en pie, agotada tras volver de la muerte, y me acerco a Kalin, ignorando a todos los caídos y sus gestos inútiles.

- Kalin, guarda tu espada, pues te equivocas conmigo si crees que la alzaré contra ti. Aunque parece que no has sido el único que se ha equivocado conmigo... - Añado echando un vistazo a los errantes y deteniéndome unos instantes en Mustard, mirándole con desprecio y lástima a partes iguales. Luego vuelvo mi mirada a Kalin de nuevo y observo su espada con resignación.

- Si tú tampoco vas a levantar tu espada contra mí... Supongo que sólo nos queda esperar al amanecer. Y ahora deberíamos decidir qué haremos con el maldito imperio al salir de aquí.

Me acerco finalmente a Eriel y la miro con el rostro serio. - Eres la única a la que salvaría si pudiera. Pero no puedo tomar tu don. ¿Sabes quién poseía el poder del nigromante?

Me pongo del lado de Eriel y observo a Ailish.

Solo espero que sea lo mejor,  espero que las cosas se hayan dado  para la paz. Ailish te animo para seguir adelante, te animo, porque eres la esperanza para este pueblo, gracias por tu sabiduria, desde donde mi alma este estare agradecida, hasta mi próxima reencarnación

Lamenté su muerte con lo que quedaba de mi alma, pero la tristeza se volvió felicidad al saber que volvíamos a estar juntos, sin un instante que perder recibo a Drakonia entre mis brazos y nos fundimos en un abrazo eterno e inmutable, ahora solo nos queda disfrutar de la eternidad juntos.

Kalin guardó la espada, aunque esperaba que si sus palabras no eran sinceras, tuviera el detalle de usarla para acabar su vida como le había pedido. Luego miró molesto a Eriel mientras Ailish hablaba con ella, pero más furioso estaba con Erial.

¿Que ha significado todo esto? Sabías perfectamente que mi alma no albergaba ningún mal, siempre ha sido así. ¿En última instancia decidiste que si no ibas a sobrevivir tu, no lo iba a hacer nadie? ¿O acaso sólo me usaste para poderte esconder en mi con tus oscuras maquinaciones? Podría perdonar a Eriel, pero a ti, espero que te pudras en el lugar que el infierno te tiene reservado.

El pelirrojo escupió en el suelo y luego miró a Ailish, y apartó la mirada intentando recordar quien se suponía que era el último en tener tal don. Suponer era la jodida palabra exacta, porque aquí habían habido muchas mentiras, y parecía que incluso las verdades eran sólo disfraces de más engaños, traiciones y muerte.

Contemplo las revelaciones de las estrellas con el ceño fruncido y luego me vuelvo hacia Kalin señalando hacia arriba. 

- Kalin... Tú eras general del ejército de Naivé. Colaborabas con su imperio de muerte y destrucción. Y con las artimañas de Ankara en la sombra. Te hablaré con sinceridad ahora. Si salgo con vida de aquí pienso disolver ese imperio. Mi intención es que nunca, nunca jamás, nadie vuelva a tener tanto poder para decidir así sobre las vidas de tanta gente. - Suspiro lentamente. - Dejaré que el pueblo elija a sus gobernantes divididos por pequeñas zonas, y me limitaré a vigilar que estos gobernantes sean justos y leales. Quiero saber qué opinas sobre esto cuanto antes, pues se termina mi tiempo y tengo que usar mi poder.

Hago una pausa mirando a Erial. - En cuanto al "Emperador" - Pronuncio esta palabra con desprecio, volviendo contra él todas las veces que dijo que no deseaba ser llamado así. - Creo que te votó a ti para tratar de salvarme, al igual que Eriel. 

Me quedo mirando a Kalin seria, esperando una respuesta a la pregunta que le he planteado.

Tras escuchar las palabras de Ailish y Kalin, Erial se acerca despacio, de una forma tranquila, humilde.

Daría un brazo ahora mismo por poder hablar, y explicarles por qué había hecho las cosas que había hecho. Sabía que las comprenderían. Ellos, de entre todos los presentes, eran los únicos con una visión capaz de entender. Pero era la versión de las estrellas la que se había mostrado... no la suya propia, negándole por completo la posibilidad de explicarse. Ellos dos eran las personas en las que más había volcado su confianza desde que habían llegado, y eran los que habían logrado permanecer vivos hasta el final. Una vez más, no se había equivocado.

Ante las palabras de Kalin, sólo pudo encogerse de hombros. Era cierto que le había traicionado. Sin embargo era lo que tenía que hacer. La suerte ya estaba echada, y tenía que elegir a uno de los dos, o su voto no serviría para nada. Igualmente de nada había servido, pero eso era algo que no podía saber antes de decidir por quién apostar. El juego estaba entre ellos dos, y ellos ni siquiera lo habían sabido nunca.

Cuando Ailish habló, Erial escuchó con atención, asintiendo al decir ella que intentaba protegerla. Si alguien podía acabar con esto, si sólo uno de los dos podía sobrevivir frente a Anabel, debía ser ella. Sólo alguien con su don podía hacer lo que fuera necesario. E incluso ahora algo que él no había siquiera pensado: traer de vuelta a su hija.

Mientras la bruja encapuchada pronunciaba su título de emperador, los sentimientos de Erial iban desde el autodesprecio hasta la lamentación. Había llegado diciendo que no quería ese título, y probablemente esas serían las últimas palabras hacia él de alguien a quien había llegado a considerar su confidente frente a todos los demás. Pero nada de eso importaba ya.

Erial caminó entonces hacia su hija. Se paró a su lado, cogiéndola de la mano y susurrando una despedida que le helaba su ya parado corazón.

Después miró a Ailish y, congelando una lágrima antes de que llegase a salir, señaló a Mandrágora.

Con ese último gesto de Erial hacia Mandrágora, Mustard parece consternado. Algo de aquel gesto no le gustaba en absoluto. Se mueve apresurado, como si fuere una advertencia y niega en dirección a Ailish para después hacer una muda señal, como si de un recordatorio se tratara, en dirección a Vaechio. 

Los tres que habían estado unidos, enfrentados ahora por un abismo...

Kalin dejó ir un largo suspiro.

He estado muchos años sirviendo a unos y otros, sin tener más vida más allá de la que otros me ordenaban o tramaban para mi. Y cuando el imperio del mal de Naivé cayó, ninguno de los otros se preocupó lo más mínimo de protegerme cuando las iras de un pueblo castigado fueron a por mi. - una mueca de furia y dolor cruzó durante un instante el rostro del pelirrojo al recordar todo esto - Así que desde luego, no dejaré que haya más voluntades que se impongan a la de los demás. Puedes disolverlos sin temor, y si en el futuro alguno intenta recrear tal imperio y debe ser detenido, podrás llamarme y vendré para ayudarte a detenerlo. Pero cuando mañana las puertas se abran, saldré por fin a vivir mi vida, a intentar encontrar la paz y que sanen más cicatrices de las que este cuerpo puede mostrar...

Deje los brazos de Aeidos por un instante...y me deslice hacia Ailish, pose mis manos en su hombro y negue dos veces...tape sus ojos con una de mis manos y con la otra señale su corazón...mire a Kalin y le señale, a la vez que cruzaba por mi cuello pasaba mi dedo indice, despues señale la puerta y volvi a señalar a Ailish...y asenti con mi cabeza...di unos pasos a atras y señalando a los demas caidos y negando con mi cabeza...

Al ver el gesto de Mustard y escuchar unas palabras que los vivos no pueden percibir, Erial hace un gesto a Ailish, suplicando unos minutos de espera. Después se acerca a hablar con el bardo, esperando encontrar una respuesta en las palabras de cualquiera de los caídos.

Observo a Erial acercarse a Kalin y a mí y tratar de transmitirme con la mirada todo lo que no puede decir. Y creo comprender parte de todas esas palabras no dichas. 

Asiento con la cabeza hacia él cuando señala a Mandrágora. Pero entonces varios de los caídos tratan de hacerme cambiar de opinión y señalan en varias direcciones.

Observo a Mustard sorprendida. - Mustard, no entiendo qué quieres decir. ¿Crees que Vaechio es el nigromante? - Sacudo la cabeza pues creo que el comportamiento del bardo en las últimas horas es demasiado aleatorio.

Cuando Kalin habla, no puedo menos que sonreírle. - Me alegra escuchar eso. Espero que puedas vivir una vida propia y que tus decisiones no dependan nunca más de otra persona. Siempre dije que eras el más sensato de los presentes, espero no estar equivocándome ahora contigo.

Sin embargo, comprendo perfectamente lo que quiere decirme Drakonia con sus gestos. La observo triste, negando con la cabeza mientras me fijo en Erial que parece pedirme un tiempo antes de que use mi poder. - Drakonia, encuentra por fin la paz. Llegaste aquí guiada por el odio, pero debes liberarte ya de ese peso. Deja a tu alma ser libre por fin, ahora tienes a Aeidos, que él sea tu descanso.

Decido esperar hasta el último momento, pero poco a poco voy sintiendo como mi poder está a punto de desaparecer. Una mirada a Eriel termina de convencerme y sin fijarme más en los gestos de los caídos me dirijo a la tumba de Mandrágora y tomo asiento junto a ella. - La suerte está echada...

La figura de Anabel comenzó a aparecer poco a poco, fluyendo como una cascada desafiando las leyes de la gravedad. Su cuerpo, ahora etéreo, estaba de nuevo sentado en el lago en el que había pasado sus últimas horas de vida. Su mirada estaba muy atenta a las acciones de Ailish y Kalin, ignorando los aspavientos inútiles de los que ya habían dejado el mundo, incapaces de aceptar que ellos ya no podían influir en él, que su tiempo había acabado. Ahora les tocaba descansar.

Pero ella solo podría descansar si de allí salía un Imperio digno.

Mustard observa frustrado el gesto de Ailish. Parece evidente que no lo hablan entendido o no lo habían querido entender. 

Niega, mirando con una mezcla de asco y temor el cuerpo del tendido. 

Si tan solo fuese capaz de hacerla entender... pero solo puede negar. ¿Llegaría a tiempo su advertencia?

Trata de señalar a Eriel como sugerencia, pero tal vez sea demasiado tarde...

La imponente figura de Mandrágora se materializa delante de aquellas parodias de seres vivos. Cruzado de brazos observa a aquellos dos personajes que mediante engaños y argucias habían conseguido sobrevivir e imponerse ante la muerte... Aunque su incorpóreo y traslucido rostro no reflejaba sentimientos. Ambos sabía que su odio hacia ellos era tangible... Pues tenían motivos suficientes para ello. En ese momento su mirada se poso sobre Ailish y tras un guiño de ojo su etéreo cuerpo se esfumo para siempre.