Vanya

Fría. Inteligente. Letal. Así es Vanya. Esa es su naturaleza, y nunca ha estado dispuesta a negarla.

Nació en el Bosque, y en ese mismo momento su presencia congeló el lago que le había dado la vida, volviéndolo duro como el acero. Ese fue el inicio. De piel azul y unos ojos que helarían el corazón del mismísimo Rey, Vanya siempre fue diferente. No sentía lealtad hacia el Palacio, ni tampoco hacia el Bosque o la Linde. Ella no se sentía parte de ningún rincón de Fäe, y quizá era por eso que la temían en todos.

Nunca necesitó de nadie. Nunca quiso a nadie. Creció rodeada de una soledad autodefinida, consciente de que cualquier Fata con el que entablase una relación acabaría por desconfiar de ella. Por traicionarla.

Sin embargo hubo alguien diferente. Nienor, se llamaba. Un habitante de la Linde que se había autoerigido como Emperador en secreto. Sólo eran unos pocos los que le seguían, pero los que lo hacían era con una devoción total. Aquel Fata tenía las cosas claras: sabía cómo debían hacerse, y tenía la voluntad para llevarlas a cabo. Para que los Fata dejaran de ser sólo un recuerdo en el subconsciente de los soñadores. Para crecer. Sólo le faltaba el poder. A cambio de eso poseía astucia y paciencia. Y la convicción de que con eso sería suficiente.

Vanya no quería una revolución, ni tampoco una Guerra. Pero las palabras de Nienor sonaban sabias y tentadoras, y sabía que sólo era cuestión de tiempo que la lucha estallase. Si había que escoger un bando, ella tenía claro cual. Y aún así, encontró diversión en la forma que tenía el Fata de hacer las cosas.

Hubo alguien de Palacio, Elória, que descubrió lo que estaba pasando. Vanya supo lo que había que hacer, y no dudó al respecto: heló su corazón, deteniendo así su existencia. Paralizándola en el tiempo. Las acusaciones no tardaron en llegar, pero era algo que tanto ella como sus aliados ya esperaban. La gente de Palacio no eran más que piezas en un tablero, y ni siquiera se habían dado cuenta. De modo que Vanya se dejó llevar, interrogar y amenazar sin perder la satisfacción de saber que, mientras tanto, los engranajes de algo que sus captores ni siquiera comprendían se estaban moviendo en su favor.

A ojos de todos Vanya fue inocente. Incluso fingió dejar que le quitasen su poder para que todos se sintieran más seguros. Y mientras su gente se colaba en los aposentos reales, robando a la Princesa Celebia e intercambiándola por otra Fata sin Sangre Real. Así, cuando con tiempo no hubiera alguien poderoso en el trono, sería sencillo aplastar lo que quedase de ellos. De todos. De Fäe. Y construir algo nuevo.

Aquello no fue todo, claro. Como muchos se empeñaban en no darse cuenta, había que esperar. Aguardar a que cada pieza estuviera en su sitio. Vanya se refugió en las Ruinas, aparentando desolación por la supuesta pérdida de poder. Allí fue dejando pasar el tiempo, esperando como si aquello no fuera más que un juego. Y aprendió, claro.

Aprendió a proteger a aquellos que le eran de utilidad. A cuidar de ellos y levantar muros contra sus perseguidores. A ayudarles de una manera que parecía sincera. Aprendió a ocultar su frialdad y a hacer que la gente confiase en ella. Aquello era necesario. Después de todo, quién sabía si no acabaría siendo Reina.

Los Fata de las Ruinas eran prácticamente despojos. Restos inconexos de lo que un día habían sido. Vanya observó a lo largo del tiempo cómo fueron llegando otros de diferentes partes de Fäe. Fata que lo habían perdido todo, muchas veces por las tensiones que implicaba la cercanía de la Guerra. Y, mientras tanto, ella sólo esperó.

Hubo una en particular que llamó su atención. Donde los demás la veían miedosa, desvalida y vulnerable, Vanya sólo la veía manipulable y útil. Vanya no tardó en acoger bajo su seno a la pobre Aidane, huérfana como era. Al parecer la Bruma había consumido a toda su familia, y eso la dejaba totalmente desprotegida. Accesible.

Historia:
La historia de mi vida no tiene nada de singular, es más, podría decirse que es la historia perfecta. Me crié en una gran ciudad de los Estados Unidos de América junto a mis padres y mis tíos, inmigrantes rusos que huyeron de su país para buscar un futuro mejor. En nuestra familia siempre ha reinado la armonía y el bienestar, gracias a una mezcla de comprensión, saber estar y pura suerte. Al menos eso pensaba.

Mi madre me enseñó desde pequeña a cuidar mis modales, tener siempre una gran sonrisa en el rostro y a buscar la felicidad. Juro que busque esta en cada rincón de mi vida y que muchas veces creí encontrarla pero siempre acababa sintiéndome vacía, con un gran hueco en mi interior que era incapaz de rellenar.

Poco a poco mi carácter se fue enfriando, siendo incapaz de sentir felicidad, sorpresa o, incluso, ira. Las situaciones o eventos a los que asistía no lograban encender una chispa en mi interior. Los golpes que me propinó la vida, relaciones rotas o traiciones de amigos, no provocaron en mí sentimiento alguno.

Cuando tuve que elegir estudios decidí buscar las respuestas a lo que me ocurría en la psicología, buscando el porque de mi falta de emociones. Allí descubrí muchas cosas pero nada referente a mi problema, aunque fue una decisión acertada pues tratar a los pacientes era muy fácil para mí. Pese a mi juventud conseguí que hombres al borde del suicidio levantaran el ánimo y que personas llenas de odio se tranquilizaran.

Mis éxitos se contaron por cientos pero poco a poco comencé a descubrir que no eran mis palabras y mis técnicas las que conseguían equilibrar a mis pacientes sino que era yo misma. Algo en mi rebajaba los sentimientos de los que tenía cerca, explicando así la felicidad de mi familia y mi éxito.

Lo más extraño de todo fue el descubrir que podía reducir la temperatura de lo que me rodeaba con solo desearlo. Más preguntas se abrieron ante mis descubrimientos y un extraño eco, una llamada, resonó durante meses en mi cabeza. Finalmente decidí partir y buscar respuestas, esperando encontrar junto a ellas mis emociones.

Poder:

El poder de Anya es el de conseguir minimizar las emociones de la gente que le rodea. Los violentos se vuelven apacibles, los depresivos ven desaparecer sus penas y la gente que desborda ánimo y felicidad ve como estos descienden hasta llegar a una especie de Nirvana de calma y sosiego. También ha descubierto que es capaz de reducir la temperatura, incluso de helar cosas, con solo desearlo. Sin embargo es un "poder" que acaba de encontrar y que le cuesta dominar.

Rasgo físico:
Nada distintivo a primera vista. Si se fija los suficiente sus ojos están carentes de toda emoción, algo parecido a los ojos de algunas muñecas, fríos como el hielo.

Volviendo la vista atrás, al momento en la estación de metro, se te hace complicado pensar que te has equivocado. Es difícil calcular cuánto tiempo ha pasado exactamente desde ese momento, pero aún así cada vez sientes a esos que te rodean más cerca, como si compartierais algo más. Como si fueran parte de algo que no puedes recordar. Hay algo más: una sensación latiendo en tu interior. Algo que te dice que para ser tú de manera completa tendrás que escoger a uno de ellos como foco. Puede que aún no sepas cómo o para qué, pero hay una cosa certera: esa elección es importante.

Elijo a Hundo, que por ahora me parece un personaje "pintoresco" y me ha caído en gracia.

Un saludo.

Me gusta el rol y el personaje, espero estar a la altura y sobrevivir lo suficiente para hacer muchos amigos ;)

Ahora que tu alma volvía a ser consciente de quien eras realmente, ahora que empezabas a intuir de lo que eras capaz... Las cosas volvían a estar más o menos claras para ti.

Sin embargo aun faltaba algo. Sabías que no estabas completa. Tu poder, tu capacidad para lograr tus objetivos... Aún podía crecer un poco más. Sólo tenías que terminar de encontrarte a ti misma. Pero ¿cómo? La respuesta no estaba sólo en ti. Estaba en tu pasado. Estaba en tu presente. Escuchabas a los que te acompañaban, consciente de que allí, entre ellos, se encontraban algunos de los Fata que conociste en otro tiempo. ¿Podría estar en ellos ese catalizador que te diese lo que te faltaba?

Con un poco de suerte Nienor se encontraría también allí. Era tu oportunidad de habla con él, de volver a conspirar para salir airosos de todo esto una vez más. O Aidane, siempre tan voluble y dispuesta a ayudarte. Y luego estaba ese escritor, Hundo Freneza. ¿Quién era en realidad? ¿Tendría él las respuestas que buscabas? 

La noche se acerca, y con ella el momento de concentrar tu poder de cara al día siguiente. Puedes sentir la tensión en el ambiente, paladear la proximidad de la muerte... Y sabes lo que vendrá después. Sabes cómo querrán tomarse la justicia por su mano, como un día intentaron contigo.

Debes escoger. Escoger a quién protegerás de su falsa justicia. De su intento por acabar con vosotros. De sobrevivir.

Debo elegir a uno de ellos ¿quién es amigo? ¿quién se desvivirá por acabar con mi existencia? Todos ellos muestran rostros que me son ajenos, caretas que poco a poco espero ir arrancando para desvelar la verdad. La chica de pelos azules, la famosa, su ego y fogosidad me recuerdan a Aidane. Ella será la elegida...

Voy a usar la escena también para ir dejando mis sospechosos sobre roles jefe, con el fin de no tener que ir luego revisando escenas.

-Samuel Nabody. Vidente de los malos.
-Ivanna. Vidente de los buenos.
-Anastasia. Medium.
-Misty Holes. ¿Asesina o princesa?
-Shaw. ¿Bruja?

El día iba pasando, y delante de ti unos y otros iban tomando posiciones ante lo sucedido. Las acusaciones empezaban a volar, y era difícil saber cuáles de ellas tenían verdadero fundamento. Si es que alguna lo tenía. Mientras tanto, una cosa estaba cada vez más clara: Tenías que ganarte su confianza cuanto antes.

Ya lo habías hecho en el pasado. Habías fingido sacrificar una parte de ti para que creyesen que eras totalmente inocente. Además, en aquel entonces no trabajabas sola como ahora, sino que otros estaban a tu servicio. Poder contactar con ellos ahora sería de ayuda. Sin embargo el precio a pagar era alto. Esta vez no habría triquiñuelas, no en eso. Para conseguir algo así había que perder otra cosa. Puro equilibrio. Y eso era peligroso.

No termino de entender la diferencia entre mi habilidad de serie y sacrificio pero, aún así, la uso. Cuando piedas aclaramelo y disculpa las molestias.

Normalmente tú decides a quién proteger, pudiendo protegerte a ti misma. Si eliges un traidor y esa persona es la más votada, se crea una escena para conspirar.

Desde el momento en que uses Sacrificio hasta el final de la partida ya no podrás protegerte a ti misma. Sin embargo, si eliges a un traidor se creará escena aunque esa persona no gane las votaciones.

Avísame con confianza si no me he explicado en condiciones. :)

Si, ya todo perfecto. Pensé que con el poder normal solo con elegir a alguien ya podía crear conexión, sin necesidad de usar el poder. Por tanto le doy visto bueno al sacrificio.

Por cierto, ¿solo funciona con los asesinos? ¿o puede funcionar con otros "malos" que tengan roles de ayuda como el mio?

Un saludo y gracias.

Para que nos entendamos sin llegar a revelar nada, diré que funciona con cualquiera que gane junto a los asesinos. ^^

El atardecer pasó, y por suerte tu protección no fue necesaria. Sin embargo, mientras Mathias recibía un golpe tras otro, el regusto amargo de no haber acertado llenó tu paladar. Allegra no parecía ser afín a tu causa. Una auténtica pena. Por ella.

Mathias: Adam, Alana, Allegra, Anastasia, Ivanna, Lera, Lyman. (7)

Ivanna: Anya, Hundo, Misty, Niba, Samuel. (5)

Chris: Jane, Mathias, Thomas, Zaira.  (4)

Andy: Chris, Andy*. (2)

Samuel: Roger, Aubin. (2)

Adam: Paul. (1)

Shawn: Shawn. (1)

Misty: Xia. (1)

Allegra: Seth. (1)

Kammy: Kammy. (1)