Partida Rol por web

Los recuerdos que de repente habían llegado a vuestras mentes dejaron palpitando vuestras sienes. Eran muchas cosas que asumir, y sin embargo ahora todo parecía tener sentido.

Vuestros ojos miraban a los demás de una manera totalmente distinta ahora. Y en algún momento hubo una mirada que se quedó grabada en vuestras retinas, presente en la parte delantera de vuestro cerebro como si estuviera grabada a fuego. Una mirada del pasado que ahora se hacía más presente que nunca.

Puede que fuera la unión de dos Fata que habían olvidado su pasado. Quizá se tratase del tiempo compartido en la Linde, con el peligro y amenaza constante de la Bruma haciendo latir vuestros corazones. O también pudo ser algo más, una unión a la que estabais destinados. Tal por eso ambos habíais acabado allí, después de todo. Unidos como uno solo. Encontrados.

Elendire, mi princesa. Un torbellino de emociones en un mar en calma que es mi corazón. ¿Cuántos siglos? ¿Cuántos labios has besado sin recordar los míos? ¿Dónde estás? Ven a mí. Volvamos a casa y empecemos de nuevo.

Elendire miró a Loth directamente a los ojos, con el brillo del reconocimiento en el rostro, mientras posaba una mano sobre su mejilla- Ha pasado mucho tiempo. Pero hemos vuelto a encontrarnos. No importa lo que haya sucedido antes. He besado muchos labios, he tomado muchos cuerpos, he yacido en muchos lechos y nunca, jamás, sentí la felicidad que pude sentir a tu lado.

Se abrazó entonces a él, emocionada y embargada por la nostalgia- Pero ahora eso carece de valor. Hemos vuelto a ser nosotros, y como nosotros, ahora estamos juntos. Y pronto vislumbraremos de nuevo el Bosque con sus árboles cambiantes, y nos perderemos observando las formas indescriptibles de la Bruma. 

- La Bruma ha engullido la Linde, y el Bosque se está secando. ¿No te parece terrible, Loth? - suspiró, con tristeza-Y mientras nuestro hogar perece, otros quieren que nos matemos. Como si eso fuera a solucionar algo o fuese a impedir que en el futuro no tuviésemos algún conflicto como raza. He vivido suficientes vidas humanas como para entender que las generaciones van olvidando lo que para sus antecesores era importante. - se encogió de hombros, antes de proseguir- Y otros Fata olvidarán la Guerra, olvidarán que estuvimos a punto de morir engullidos por la Bruma. Otros conflictos tendrán lugar aunque nos obliguen a hacer esto. No se puede predecir lo que nos espera más allá de los próximos segundos. En un mundo en el que ni siquiera los árboles permanecen en el mismo lugar, ¿cómo pueden aventurarse a hacer cualquier clase de predicción de futuro? 

- He viajado durante demasiado tiempo como para saber que salvo contadas ocasiones, los Fata no cambian, amor mío. Y si antes fuimos abocados a la Guerra, no importa lo que nadie diga, que terminaremos arrebatándonos la vida nuevamente. Seamos astutos, seamos previsores. Si ella nos está poniendo a prueba, será porque no podemos confiar en nadie de los que nos rodean. Sé mis ojos, que yo seré los tuyos, así saldremos con vida de esta amarga situación.

- Seré tus ojos, mi bienamado Loth-declaró, con una sonrisa- Quiero protegerte, aquí y en cualquier otro lugar. Dime, ¿en qué cuerpo has vivido durante los últimos años? ¿Cuál de esos mortales porta tu esencia encerrada? Quiero mirarte a los ojos, quiero saber a qué rostro debo acudir cuando el miedo se apodere de mí. 

Y con el amanecer algo sucedió.

Ese lugar que habitabais juntos, ese en el que vuestras mentes eran una... Ese lugar apareció contigo como único habitante. De alguna manera, no sabías cómo y no sabías por qué, Elendire había desaparecido.

El atardecer había traído violencia. Violencia y sangre. Pero eso no era lo único. La figura de Elendire volvió a aparecerse poco a poco en este lugar abandonado. Volvíais a estar juntos, como debía ser. Ahora y por siempre.

- Amor mio – su compañera pudo sentir cómo las emociones de Loth se disparaban. El muchacho, o más bien, el Fata dentro de aquel cuerpo débil y gris, casi había perdido la razón cuando había perdido todo rastro de Elendire, y casi inmediatamente, Zaira había aparecido muerta. Su corazón se había encogido de dolor, y las lágrimas habían aflorado desaforadas, pero no fue hasta que reveló que no era otra que Aina, la doncella de la Princesa Celebia, que se calmó. Sin embargo, su dolor había sido sustituido por un nuevo interrogante - ¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde te habías metido?

- Mi querido Loth- musitó, con alivio, sintiendo cómo los ojos se le humedecían al recordar aquellas emociones que habían quedado tan lejos durante lo que pudo ser una eternidad o incluso un instante- Estaba en un sueño perdido. Me separé de mi piel humana durante la noche, y me vi impelida a seguir un camino de fuegos fatuos que me llevó muy lejos. Y entonces me di cuenta de que te había perdido de vista- dijo, con la culpabilidad y la preocupación matizadas en la voz- ¿Qué ha ocurrido? No he tenido noción de mi ser en esta tierra hasta el preciso instante en el que Mathias ha recibido su sentencia. Y veo que otros tenían intención de atacarme de la misma manera.-añadió, asustada- Ivanna. Ese ha sido mi nombre antes de que recordase que en realidad portaba otro distinto y más antiguo. -confesó, mordiéndose el labio inferior con cierta impaciencia- Dime amor mio, ¿ha pasado algo con Ivanna mientras yo no era capaz de sentirla?

- Ivanna - el tono de voz de Loth denotaba una terrible sorpresa - ¿Cómo...? ¿Acaso tu máscara es tal que incluso cambias de forma de ser tan diametralmente cuando te diriges a los demás? Mi amada Elendire, cuando desapareciste, pensaba que estabas dentro de Zaira, pero luego confesó ser otra criatura. Luego llegó la noche... y mostraste un rostro salvaje cuando besaste los labios de ese pobre desdichado y le arrebataste el aliento. ¿Por qué... por qué...?

Loth parecía confuso.

- Me resulta extraño tu comportamiento, ¿tanto te han cambiado los siglos alejada de mí? - dijo, y su voz ya no sonaba como la de Loth, el vagabundo, sino como la de un chico gris e inocente, que no quería destacar. Un chico llamado Samuel - ¿Cómo sabías quién era ella en realidad? ¿Por qué pensaste que era mejor que siguiera muerta?

- Yo no dije eso. Eso es horrible. Y ni siquiera sé quién es la princesa o quién apareció muerto mientras no me encontraba realmente con vosotros. ¿Quién es? ¿Y a quién le dije semejantes palabras?-afirmó, y la confusión en su voz fue más que evidente- Antes de que amaneciera, me encontraba en otro lugar. En un sueño perdido, junto a otro de nuestros hermanos, que estaba igual de perdido que yo. Lejos de Ivanna, y de ti.- aclaró, con tristeza- Creo que alguien ha tomado mi lugar, y el de el fata que sufrió el mismo percante. Alguien invadió mis formas humanas y habló por mi boca. A penas soy consciente de todo lo que pudo haber hecho el intruso durante mi ausencia. Y no me atrevo a preguntarlo públicamente. Eso me haría vulnerable.-confesó, asustada, pero más que el miedo, lo que gobernaba en su voz era la pena 

La pena al escuchar la manera en la que su amado Loth se refería a ella- Ivanna y yo no somos tan diferentes.  Ella sólo expresa a su manera lo que yo soy capaz de hacer. Y ésto es símplemente... Probar una esencia y tomarla, descubrir sus recuerdos, sus vivencias y sus emociones mientras se entrega a mí sin ninguna clase de impedimento- suspiró-Hay quien dice que soy un parásito, y de seguro tuve que grajearme la enemistad de alguien por ello. Pero símplemente tengo demasiadas curiosidades como para que mi cuerpo pueda rechazar esa clase de intercambios. Es cierto que a veces... Bueno... Más de una vez... Se me ha ido de las manos.-esperó la respuesta del fata, sin poder evitar emitir un quejido de pura tristeza- Durante un instante soy feliz, e incluso amo a quien se encuentra entre mis brazos. Soy puro éxtasis- lo miró, con los ojos anegados en lágrimas- Pero entonces me encuentro con un cuerpo hermoso y frío entre mis brazos, y me siento confusa, llena de recuerdos que no son míos y de la esencia de otro ser. 

- Es algo que no tiene nada que ver con la Guerra. -afirmó- Es... Parte de mi misma.-añadió, mirándolo a continuación con el desamparo pintado en el rostro- Oh Loth... Y pensar que posaste tus ojos sobre mí... Pensar que estabas dispuesto a matarme sin saber que era yo quien se encontraba bajo la piel de Ivanna... Oh, por todo Faë. ¡Es más de lo que puedo soportar!

La muerte de Elendire fue haciendo que su figura fuese más y más tenue, hasta terminar por desaparecer. Fue entonces cuando Loth comenzó a seguirla guiado por la pena, la ausencia, y la búsqueda. No tenía sentido seguir aquí. Ya la había perdido una vez, y si esta vez era la muerte quien se la llevaba, la seguiría ahí donde fuera.

Ahora que Loth volvía a la vida, ahora... Ahora volvíais a estar juntos, pudiendo encontraros en este lugar que antes compartíais.

Queriendo romper el silencio que reinaba en aquel lugar, Elendire recorrió la distancia que la separaba de su amado con urgencia. Encaramándose a él en un movimiento grácil, rodeando su cintura con sus piernas torneadas, y su cuello con los brazos, quedó anclada a su cuerpo.

Lo miró, enardecida e implorante, y se inclinó sobre su oido, para susurrarle- Olvidemos todo Loth. Tómame aquí y ahora. Háblame de la Bruma y hazme tuya.- pidió, con ansia, suspirando- Mañana podríamos estar muertos. Y no me perdonaría el no haber aprovechado el tiempo que nos queda. 

Y de nuevo Elendire había fallecido. Su muerte había hecho que su imagen desapareciese paulatinamente, poco a poco, tratando de fundirse en un último beso con su amado al comprender lo que estaba sucediendo. La imagen de Loth no tardaría en seguirla, disolviéndose poco a poco en el aire.

Y al atravesar aquella grieta ambos volvisteis despacio a este lugar. Fue de una forma etérea, inconsistente, pero suficientemente firme como para poder conversar de nuevo. Al menos por ahora.