—Ivanna arrebató el poder de Niba durante un breve espacio de tiempo, de eso no hay duda algo, te lo aseguro al cien por cien —dijo en dirección a Lúva. Ohtar se encogió de hombros y añadió levantando un dedo en alto. —¿Quien dice que no dijera aquello para librarse de sospecha?

No es tan descabellado después de todo, pensó Ohtar. Como si nada empezó a sentir un malestar general en su cuerpo, esperaba que Elendë no tuviera razón y muriese pronto. El guardian no tenía ningún miedo a la muerte, pero es que esa vez ni siquiera podía luchar o defenderse para evitarlo. Pensar que cada segundo podía ser el último no era la mejor de las sensaciones...

—Espero que no compañero. Niba murió primero y después Ivanna pudo hacerse con su poder, pocos minutos más tarde ella corrió la misma suerte —dijo recordando la experiencia de perder a dos fatas que lo acompañaron. —Además de Lúva, ¿todos estáis vivos? ¿Zaira está entre los presentes? —preguntó con curiosidad. —¿Se sabe ya quien saldrá elegido a las seis?

Por último se dirigió a Randir. —Si queréis podemos preguntarle si soy uno de los traidores, saldréis de dudas y yo estaré más tranquilo sabiendo que otros pueden abalar mi inocencia. ¿Cómo se formula la pregunta? ¿La hace uno en representación de todos?

Asentí como respuesta a la última pregunta de Ohtar.

- Tratamos de consensuar la pregunta y entonces alguien la formula. El oráculo responde coincidiendo con las campanadas.

Creo que sería más prudente confirmar la sinceridad del oráculo, si es que es tal. - comentó escéptica - Podríamos preguntar algo imposible de saber o inventar. Un secreto. Si sabe responderlo, entonces sabremos que efectivamente sabe tanto como dice. 

Los miró durante unos segundos, viendo la falla en su plan. Nadie confiaba en nadie aquí. ¿Quién querría revelar un secreto?

Yo lo haré. ¿Les parece bien? Juro, por mi honor, decirles si ha acertado o no.

Las cosas no funciones. No se puede susurrar y menos en un lugar en el que no sabemos quien está escuchando. Elendë se adelantó. Aún no había preguntado nada, pero el tiempo se acababa y las demás opciones parecían vagas.

La pregunta es la siguiente: ¿Es Kammy una traidora o está aliada con algún traidor?

Niega solemnemente ante la pregunta al árbol de Elendë. - Es redundante. Si sabemos que Kammy es Lúva, y por descarte que Lúva es una traidora, estamos tirando una pregunta. No apoyo esa formulación. No. - Anuncia con tono firme tras su máscara inexpresiva. - Deberíamos preguntar si hay un traidor entre nosotros tres. - Señala con una mano lenta a Ohtar, Namarie y él mismo. - Luego sabremos que estamos entre aliados.

Los ecos de las campanadas empezaban a disolverse en aquel puente lejano cuando los ojos del árbol volvieron a abrirse, amarillos e incandescentes. Sin prisa pasearon de uno a otro, deteniéndose un instante en cada uno de los presentes y de nuevo sonó en el claro esa voz que parecía joven y anciana al mismo tiempo. Sus ecos rodearon a los Fatas presentes con tan sólo una sílaba:

[color=#61210B]- Sí.[/color]

Frente a vosotros, tras la respuesta del árbol, la figura de Atanamir comenzó a disiparse, dejando en su lugar sólo vacío.

—He vuelto a Ciudad Oscura, parece ser que el usurpador no pudo permanecer más allá de las seis de la tarde —dijo Ohtar al grupo con energías renovadas.

Observó la marcha de Atanamir y supo entonces que Seth era su carcasa humana. No hizo más que negar con aspecto ausente y la mirada clavada en la bruma. Tras ello se giró hacia Lúva y confesó su preocupación por la respuesta de su anfitrión.

—C'ailleach ha hablado... Lúva, conozco a los árboles desde que nací, he convivido con ellos y me hice su protector. Y... Y nunca me encontré uno con la necesidad de mentir. ¿Por qué crees que ha afirmado eso?

Lúva se vio derrotada por la respuesta del árbol. Era seguro que esos fatas no le creerían más, solo le quedaba un día como mucho entre los vivos.

- Ohtar, deberías hablar de lo que te sucedió - dijo simplemente para luego escuchar su pregunta.

- Porque este no es un árbol real. ¿Recuerdan cómo llegamos aquí? Siguiendo un sueño. Esto es un sueño, un sueño creado por alguien que se encuentra en el puente. No importaba quién fuera el preguntado, nos dejaría en el punto en que estamos, preguntando por una persona aunque esta haya mostrado su habilidad, cosa que insisto, ninguno ha hecho aquí, excepto yo. Se empeñan en creerle al árbol pero no se han preguntado qué sucederá si todas las personas del puente llegan a este lugar. ¿Se lo han preguntado? ¿O simplemente quieren creer que este lugar es una puerta a Fäe? Pues yo no creo que lo sea y tampoco creo que sea aleatoria nuestra llegada a este lugar. Creo que alguien nos está enviando aquí para encerrarnos y que no lleguemos al verdadero Fäe, creo que es una trampa, pero a excepción de Namárie, ninguno ha llegado a considerarlo - dijo con voz derrotada.

- Me queda poco tiempo entre los vivos ahora que se ha conocido mi poder y ni siquiera mi amigo me cree - mira a Randir con tristeza mientras se aleja del grupo y se sienta en un lugar sola, a pensar.

Como ya había sucedido en otras ocasiones en este lugar apareció una llama negra sobre el número VI al mismo tiempo que lo hacía en el otro. El reloj parecía cada vez más completo, y eso podía ser muy bueno... O muy malo.

Las campanadas del reloj dieron las seis y ninguna voz se había alzado con una pregunta. Esos ojos, amarillos e incandescentes, sabios y cándidos, se abrieron una vez más en el tronco del árbol y estudiaron a los presentes largamente. Los ecos de esa voz que resonaba en todo el lugar volvieron a hacerlo una vez más con el mismo tono cálido y añejo. El lugar se llenó de ese olor a madera húmeda que ya resultaba familiar a los Fatas presentes. Sin embargo, las palabras de C'ailleach sonaron a despedida.

[color=#61210B]- Me alegra que todas vuestras preguntas hayan sido resueltas. Suerte en vuestro camino, viajeros de sueños.[/color]

Aún con los ecos de su voz prendidos en el aire, los ojos se cerraron y el tronco volvió a parecer liso una vez más. 

Con la llegada del amanecer algunos esperabais ver formarse aquí nuevas figuras. Sin embargo, en lugar de eso, sólo pudisteis observar cómo la de Lúva empezaba a desaparecer, deshaciéndose en el aire.

En cuanto los ojos del árbol se cierran un fuego fatuo se enciende de nuevo tras él. Y después del primero, otro y otro más, dibujando un camino más allá del claro. La Bruma se aparta, desvelando el sendero con cada fuego fatuo que se enciende, tal y como hizo cuando llegasteis. 

Apenas unos pocos pasos y al mirar atrás el claro y el árbol parecen haber desaparecido entre jirones de esa niebla densa que parece formar muros a ambos lados del camino. El cielo continúa gris en lo alto y apenas se escuchan los pasos al caminar. 

El reloj, continúa constante, visible más allá a pesar de la Bruma en su lugar en lo alto, siempre delante y siempre lejos, como si la distancia recorrida no fuese nunca suficiente para alcanzarlo. Como si sólo fuese posible llegar a él por pura fuerza de voluntad.

Un movimiento detrás de los viajeros llama su atención sobre un anciano que parece haber surgido de la misma Bruma. Camina despacio y un poco encorvado, como si a cada paso necesitase afianzar su peso sobre el mundo. Una capucha azul con ribetes dorados cubre su cabeza con el mismo color que la túnica que viste. Su barba, tan blanca y limpia como la nieve, se mueve con un ligero balanceo, asemejándose a los jirones de la bruma que moran por todo el lugar. De esa misma barba cuelga un manojo de llaves que tintinean con cada paso que el anciano da.

El Fata sube un par de los escalones y se gira a mirar a los visitantes desde allí antes de hablar, con una voz tan etérea como su mirada. 

[color=#086A87]- Una buena pandilla de viajeros de sueños, ¿no es así? Supongo que queréis traspasar la puerta.[/color]- Dice, sin andarse con rodeos. [color=#086A87]- Pero como ya sabréis, sólo se puede atravesar la oscuridad, convirtiéndose en oscuridad.[/color]- Contempla a los viajeros con mirada afable tras sus palabras, como esperando algún tipo de reacción a ellas. 

El reloj siempre fue un misterio para Ohtar, hacía unos días llegó a creer que su comprensión podía llevarles a Fäe y sin embargo ahora... Ahora ya solo se limitaba a contemplarlo mientras iban apareciendo más y más llamas en cada uno de sus números. Si aquello tenía algún significado, él no llegó a entenderlo.

De repente y sin previo aviso la bruma se disipó en un punto. Una apertura apareció dando inicio a unas escaleras y al final de ellas una puerta rodeada de más espesura. ¿No es acaso letal? Todos los que se habían internado en la bruma habían muerto, era una historia que conocía todo fata.

Estuvo a punto de hablar cuando otra voz se unió al grupo. 

—¿Quien eres tu? ¿Qué hay tras esa puerta?—preguntó al nuevo fata presente en el oasis.

El árbol se despidió y Serindë hizo una pequeña mueca triste. Luego el camino se abrió de nuevo y avanzó por él siguiendo los fuegos fatuos, manteniéndose cerca de Elende y lo más separada de las paredes de bruma que podía. Al llegar a la puerta la miró con los ojos muy abiertos. -A-laaa. -dijo antes de rodearla para mirar por detrás y darle una vuelta completa. -no hay nada al otro lado. -informó con cara de circunstancias a los otros. 

Luego apareció el viejo y se apartó para mirarlo a varios pasos de distancia. -Eso, ¿quién eres? ¿Y por qué íbamos a querer pasar al otro lado? yo solo quería llegar al reloj, pero no llegamos nunca.

Lamentó que Lúva hubiese tenido razón en sus últimas palabras, puesto que toda muerte en este lugar era innecesaria. Sin embargo, si tenían razón y el oráculo no mentía, eso la transformaría en una traidora merecedora de aquel castigo. Y ninguna sentencia debía posponerse por piedad mal enfocada. Se despidió de C'ailleach con otra caricia y siguió su camino, atravesando la temible Bruma. 

El extraño personaje que encontraron le pareció curiosamente agradable, como un anciano sabio que te toma bajo su tutelaje a cambio de un poco de compañía. 

Oscuridad, oscuridad - pensó mientras sus compañeros hacían las preguntas pertinentes. 

El anciano sonrió afable y cruzó los dedos de ambas manos sobre su pecho antes de responder.

[color=#086A87]- Puedes llamarme Aranae.[/color]- Respondió con tono amable, mirando a Ohtar primero. [color=#086A87]- Y soy el Guardián de las llaves.[/color]

[color=#086A87]- Lo que haya tras la puerta, tan sólo dependerá de vosotros. De vuestros deseos y decisiones. Hay muchas elecciones que tomar en el laberinto. Tantas como posibilidades. Nunca se sabe hasta dónde podríais llegar atravesándolo.[/color] - Contempló entonces a Serindë. [color=#086A87]- Y si no quisierais pasar, no habríais llegado hasta aquí, ¿no es así?[/color]

Dio un pequeño paso hacia un lado y luego hacia el otro, llevando las manos a su espalda. [color=#086A87]- Pero para poder abrir la puerta, tendréis que resolver el pequeño acertijo. Para atravesar la oscuridad, hay que convertirse en oscuridad.[/color] - Terminó, dedicando a los viajeros de sueños una sonrisa y una mirada de curiosidad.

El guardían frunció el ceño y se cruzó de brazos mientras observaba al fata con visible desconfianza. ¿Para cruzar la oscuridad hay que convertirse en oscuridad? Aquella frase podía tener muchísimos significados, desde luego no iba a ser algo trivial cruzar esa puerta.

—Para atravesar la oscuridad, hay que convertirse en oscuridad. ¿Significa que debemos cambiar? Si queremos atravesar esa puerta, deberemos convertirnos en oscuridad —comentó hacia el resto.

Miró al viejo mientras hablaba y luego escuchó a Ohtar para finalmente hacer una mueca con la boca. -¿esto qué es? ¿Cómo el lado oscuro de la fuerza? Pues yo no me pienso pasar al bando de los siths. -soltó una risita. -Vaaaale, si es un acertijo tiene que tener algún tipo de truco o algo, ¿no? No creo que sea algo tan obvio. -se quedó pensativa unos segundos. -Pero la verdad no sé. Convertirse en oscuridad. Suena fatal, vaya. Supongo que tendremos que buscar la clave o el doble sentido. -Miró al viejo otra vez. -¿No nos das una pista o algo?