Partida Rol por web

Ivana... Dijo Elende, mientras asentía. Muchas gracias, de verdad. No sabes lo mucho que te debo. No te preocupes no usaré la información para fines oscuros. Se quedó mirando a aquella fata tan extraña durante unos instantes, intentando recordarla. No hace falta que me lo digas si no quieres, es cierto que en malos oídos esa información podría acabar contigo. Sin embargo, conmigo no tienes nada que temer, no tengo nada contra ningún fata, ninguna cuenta pendiente ni nada que saldar. No he venido aquí a matar a nadie ni pienso hacerlo. Siguió Elende, seguro. Aún así respeto tu decisión.

Suspiró. ¿Qué sabes de este lugar? ¿Quién es ella? Preguntó, mirando a Yassela. Parece muy antigua... Aún así este sitio me causa escalofríos.

Al menos por aquí podremos compartir cualquier información que tengamos y que no nos atrevamos a decir fuera... Aunque lamento decir que yo no tengo ni idea de quien está cometiendo los asesinatos.

Serindë negó con la cabeza. -No me des las gracias. Me alegro de haberte ayudado. Tu hermana no recuerda casi nada de su pasado así que tal vez ni siquiera sepa que la estás buscando. Creo que dijo que había perdido la memoria cuando aún estaba en Fae. Espero que vuelva y podáis reuniros. Y... Bueno... Me pensaré si decírtelo. 

El chico preguntó por aquel lugar y Serindë miró a Yassela sonriendo. -¿Miedo por qué? A mí me parece bonito, aunque también me da un poco de pena. Antes de estar en este bosque, Elendire y yo estuvimos en un palacio. Allí había un chico con la voz de oro líquido y nos explicó que estábamos en un sueño perdido. Dijo que el río de almas se había desviado del cauce o algo así y que muchos de los sueños de los soñadores se extraviaban. A tu hermana creo que le gustaba ese chico. -sonrió con picardía. -También nos dijo que podíamos buscar nuestros recuerdos perdidos por aquí o intentar encontrar el camino de vuelta. Nos fuimos del palacio y nos pusimos a andar hasta llegar aquí. Yassela es muy amable. -se acercó un poco a Elende para cuchichear. -Aunque habla un poco raro. 

-Y... justo cuando llegaste Yassela nos enseñaba un agujero en el árbol. Íbamos a ver si había algo dentro, pero... Elendire entonces desapareció. -terminó con una mueca.

Se puso el índice sobre los labios y ladeó la cabeza pensando. -Tampoco sé quiénes son los asesinos. Hay un par de personas que no me caen bien o que me dan mala espina, pero no sé nada seguro. No creo que toda la gente que ha matado esta noche tenga malas intenciones. Pienso que alguno lo habrá hecho pensando que ayudaba. Pero me da que el reloj nos hará buscar un nombre de nuevo hoy también y aún no sé qué haré.

Escuché con atención a Serindë. Parecía una persona bastante sensata y era agradable hablar con ella. Después de la locura que rodeada a aquel puente, el reloj y la ciudad, venía bien un poco de aire fresco y charlar de tú a tú con alguien. Supongo que no lo había visto de esa manera. Dijo Elende, volviendo a mirar alrededor de nuevo. Cierto era que la perspectiva de la muerte de Ellendire en aquel lugar había dejado un regusto amargo al joven, pero ahora las cosas habían cambiado gracias a Serindë. Tal ve los caídos también vayan a un lugar parecido a este a pasar la eternidad. No me importaría que así fuese.

Recuerdos perdidos... yo ya lo he encontrado y espero que Elendire también, aunque no sé si me habrá recordado. Quiero creer que sí. Dijo, con un brillo soñador en sus ojos. En fin, hoy lo descubriré, seguro. Por cierto, ¿qué opinas de Ayna? No sé lo que creer, lo cierto es que no sé de quien fiarme.

Espero que descubramos pronto quien miente, hasta entonces, veamos que hay por aquí. ¿Quieres hacerlo tú? Preguntó Elende. Ella estaba en aquel lugar antes, tenía prioridad. Si quería ver lo que había en el agujero, no iba a impedírselo ni a adelantarse a ella. 

- Espero que no tengamos que comprobarlo. -meditó Serindë tras un instante, refiriéndose al lugar donde podían ir los muertos. Después sonrió y asintió hacia el fata. - Claro... Haré los honores. -y tras dedicar una mirada hacia Yassela pidiendo permiso, metió la mano en el agujero del árbol, palpando dentro para comprobar si había algo.

Mientras buscaba estirando el brazo, se quedó pensativa. -Anya es una de las que no me gustan, si te soy sincera. Me parece una mandona y una sabionda. Y todo el rato dice cosas y espera que nos las creamos sólo porque ella lo dice. Pero no tengo pruebas ni nada. Aunque ahora Zaira acaba de decir que Roger sí las tenía. A ver qué responde ella ahora.

La anciana permaneció en silencio mientras los dos Fatas hablaban. No respondió a las preguntas de Elendë, tan sólo ladeó un poco la cabeza mientras se mantenía en una espera paciente, mirando con sus ojos ciegos a cada uno de ellos cuando tomaba la palabra. 

Al ver que Serindë avanzaba hasta el árbol y metía la mano en el agujero, la anciana dejó su espera y se acercó un poco a mirar. En ese momento la Fata sacó de él un pequeño objeto, una concha azulada que brillaba con colores iridiscentes. 

[color=#0B3B17]- Yassela no habla raro.[/color]- Dijo entonces, con una severidad amable. [color=#0B3B17]- Pero Yassela lleva mucho tiempo viviendo en un sueño perdido y no quiere perderse a sí misma.[/color]

Las tres cabezas miraron aparentemente sin necesidad de ver a Elendë y la anciana sonrió. [color=#0B3B17]- Has encontrado tus recuerdos perdidos. Me alegro por ti. Eres afortunado, muchos buscan toda la vida sin encontrar nada. ¿O encuentran toda la vida sin necesidad de buscarla? ¿Quién podría decirlo? Yassela no podría.[/color]

Rió y su mirada se dirigió hacia la mano de la Fata. [color=#0B3B17]- ¿Qué te ha dado el árbol, niña? Los árboles saben.[/color]

Serindë sacó la mano del árbol y estudió el objeto que había encontrado dentro. Le dio la vuelta y lo miró por ambos lados. Varias veces. Luego miró a la vieja que le preguntaba.

-Es... una concha. Es bonita, pero no la recuerdo, Yassela. -respondió con cara de no estar muy segura de qué se esperaba de ella. -Aunque ahora mismo tenga piernas soy una sirena. -explicó, mirando hacia abajo, y se frotó un pie descalzo con el otro. -Quizá es algo sobre mis padres, pero no puedo saberlo porque nunca los conocí. -aventuró, arrugando un poco el ceño. Luego preguntó algo más a Yassela. -¿Me la puedo quedar?

Mientras esperaba la respuesta de la vieja, volvió a mirar a Elende. -Ya no sé qué pensar, Anya ha dicho cosas que podrían tener sentido. Me sigue cayendo mal, pero no sé si es ella la que miente o es Roger. ¿Tú qué piensas de todo eso?

Elende miró como Serinde cogía un objeto de aquel árbol. Lo contempló unos instantes y se asombró con las palabras de la chica. Vaya, una sirena. Conocí una vez a una. Dijo, recordando aquel tiempo en el bosque. Aunque está muerta. Falmari se llamaba. Quizá ella tenga las respuestas que buscas. Comentó, intentando mostrarle apoyo a la joven. Él intentaba recuperar su pasado y ella encontrarlo. Era en cierta manera irónico.

Lo cierto es que no me fío de ella, pero tampoco estoy seguro de si es la culpable que buscamos. Respondió. Temo que estemos cometiendo un error ajusticiándola, pero tampoco sé a quien votar si no es a ella. No tenemos ninguna otra pista.

De pronto se le ocurrió algo. Voy a ver si encuentro yo algo. Se le ocurrió de pronto. Cuando Serinde se apartó, Elende metió el brazo para vez si encontraba algo. No esperaba encontrar nada, pero tal ve se equivocase.

La anciana Fata sonrió afablemente al escuchar a Serindë y ante su pregunta asintió. [color=#0B3B17]- Claro que puedes quedártela. No tienes que pedirle permiso a Yassela. El árbol te la ha regalado. O te la ha devuelto. ¿Quién podría decirlo? Es tuya.[/color]

Cuando Elendë se acercó para meter la mano, ella permaneció junto al árbol, tan sólo mirando. Al principio parecía no haber nada pero entonces los dedos del Fata encontraron algo. Se trataba de lo que parecía ser una pulsera trenzada. A simple vista parecía hecha de ramas, con algunas flores silvestres entre ellas. Con una mirada más atenta, se podían intuir algunos cabellos entrelazando las flores. En cuanto la pulsera salió a la luz verdosa del bosque, un jirón de bruma brotó de ella, disolviéndose en el aire en apenas un segundo. 

Los tres pares de ojos de la anciana miraron la pulsera con curiosidad. [color=#0B3B17]- Eso ha sido sorprendente. ¿Te dice algo, muchacho?[/color]

Al mismo tiempo que en la otra realidad que habitabais, en el reloj aquí presente surgieron de la nada unas llamas gemelas a las que allí podíais ver, acompañando con su danza continua y perpetua a las otras.

Serindë miró sorprendida a Elende -Falmari es la que estaba dentro de Mathias, ¿no? Dicen que era una asesina... Si eso es verdad no sé si prefiero que ella tenga mis respuestas o que no lo haga. -sonrió resignada y luego miró curiosa a Elende metiendo la mano en el árbol. -¿Cómo la conociste? ¿Cómo era?

-Ese es el problema. Yo tampoco estoy segura de que no sea un error, pero si no es ella no sé quién podría ser. Estaba pensando que quizá los que se mantienen al margen podrían ser sospechosos, pero ni idea. Y hasta que Paul no diga nada sobre Roger, no sabemos si él dice la verdad.

Miró agradecida a Yassela y luego al árbol. -Gracias. -se guardó la concha entre la ropa. Luego sus pupilas granates se pararon sobre la pulsera de Elende. - Alaaaa... -dijo con sorpresa  y dando un pasito atrás al ver la bruma salir de ella.

Vaya. Comentó Elende, sorprendido. La verdad es que no sé lo que es... Aunque la bruma tal vez sea una pista. Igual las respuestas que tengo que encontrar se encuentran dentro la misma. Tal vez esta pulsera se hizo allí y por eso contenía bruma.

Tras mirar un segundo, decidió ponérsela. Tendré que investigarlo cuando consigamos entrar. Gracias Yassela. Dijo, dedicándole una sonrisa a la enigmática fata.

La conocí en el bosque cuando buscaba a mi hermana. Yo soy de palacio, pero desapareció el mismo día que murieron aquellos dos niños y, pese a que todos la daban por muerta, yo sabía que no era así. Siguió. Era una fata muy agradable y... Atractiva. Muy atractiva. Pero más importante que eso, me dio una pista a seguir de Elendire. No sé que la habrá llevado a unirse a ese bando, supongo que tendría sus razones.

No desesperes, intentaremos encontrar tu pasado. Te ayudaré, como tú has hecho conmigo.

-Espera, te ayudo a atarla. -dijo Serindë y se acercó para ayudar a Elende a ponerse la pulsera. -Quizá yo sepa algo... Ayer tu hermana y yo estuvimos oliéndonos... -puso los ojos en blanco y se rió. -No por nada raro, no te vayas a pensar. Pero bueno, la cosa es que ella olía al bosque, pero también olía a algo más... Algo que recordaba a la Linde. Yo me crié allí y bueeeno, creo que tu hermana olía a la bruma mezclada con el bosque. No sé si te sirve de algo.

Luego escuchó la explicación sobre Falmari y pensó en ello largos segundos. -Mmmmm... A mí Mathias no me caía nada bien. Pero, a ver, esto igual es una tontería pero... ¿Y si Falmari no era mala? Sólo Paul ha dicho que lo era y lo hemos creído sin más. Aunque Paul se ha muerto esta noche, debería ser bueno entonces. ¿Por qué iba a mentir? -entrecerró los ojos y negó con la cabeza. -No sé, estoy paranoica. No sé de quién fiarme ya. Todos me parecen sospechosos. Pero si vuelvo a ver a Falmari... Le preguntaré si conoció a mis padres o si sabe quiénes eran. -afirmó decidida. Luego suspiró. -No tengo ni idea de qué nombre pensar cuando llegue la hora. 

A Elende le pareció curioso ver como compaginaba con Serinde. En apenas una noche habían intercambio mucha información a cerca de posibles pistas a seguir para encontrar lo que buscaban sin siquiera conocerse con anterioridad. Tal ve fue ella la que hizo la pulsera. Bruma, bosque y cabello. Elende se fijó para ver si la longitud y el color del cabellos coincidía con el de su hermana. Sea como sea, si puedo, penetraré en la bruma. Dijo, con convicción.

A mi no me caía del todo mal Mathias. Tenía sus cosas, sí, pero al menos iba de cara. Otros esconden su verdadera naturaleza y eso me parece fatal. Miró alrededor. Me da miedo lo que vaya a pasar cuando el reloj decida que ha llegado la hora.  Comentó, levantando la vista y mirando en su compañera. Si no sale Anya el resultado va a ser impredecible, y es peligroso. Pero tampoco quiero votar a Anya, sobre todo cuando su posible culpabilidad puede ser desmentida esta misma noche. Seguramente no vote por la rubia, pero eso significa que tendré que votar al azar y de forma ciega.

El joven se mordió el labio, dudando. Y luego está lo de Chris. Todo esto es una locura. 

Serindë miró al chico alarmada. -¡No puedes entrar en la bruma! -exclamó con un poco de énfasis de más y mirándolo fijamente. -La bruma es muy peligrosa, se alimenta de nosotros. Si entras en ella, no sales nunca más. Por eso en la Linde nos encargábamos de mantenerla a raya, para que no invadiese Fäe. Aunque... en los últimos tiempos la cosa se ponía cada vez más difícil. -sacudió la cabeza mirando al chico con seriedad. -Así que no vuelvas a decir que quieres entrar en ella. No tienes pinta de ser un suicida. Sencillamente creo que tu hermana debió pasar un tiempo en la Linde, o algo así, pero no hay nada que puedas encontrar dentro de la bruma.

Lo siguió mirando un poco todavía, como asegurándose de que hubiera comprendido el peligro. Luego cambió de tema. -Yo no la voy a votar. -dijo con seguridad. -Aunque solo sea porque ella quiere que la votemos y eso no me gusta nada. Pero no sé a quién votaré y lo que dices es verdad, va a ser impredecible. Puede que vote a alguno de los que hablan poco. Puede que a la niña. No me gusta que se porte como si no supiera que es una fata. O puede que a ese Andy o al escritor, me dan mala espina. Te diré antes a quién votaré, para que me avises si eres tú, a ti no quiero votarte. -terminó encogiéndose de hombros con una risita.

Ladeó un poco la cabeza, como si prestase atención a cosas lejos de allí y luego miró a Elende con curiosidad. -Oye, tú estás en el puente ahora mismo, ¿no? No estás poseído ni nada de eso...

Entiendo... Dijo Elende cuando Serinde le explicó todo a cerca de la bruma. En palacio se dice que exageráis, pero puede que tengas razón. Estuve un tiempo en la linde buscando a mi hermana, pero no encontré pista alguna. Pensaba que, al descubrir esto, tal ve se había adentrado en la bruma, pero la linde es enorme. Tal vez no busqué donde debía. podría haber estado en el otro extremo y no saberlo. Seguiré tirando de los hilos antes de cometer una locura.

Sonrió a Serinde, agradecido. Gracias por confiar en mí, aunque no tienes de que preocuparte, no soy ninguno de ellos. Y sí, sigo allí, en el puente. No me han poseído, al menos que yo sepa. 

Lo cierto es que a mí la niña también me da que pensar, así como el escritor. La actitud de la una y lo que dice el otro, sin mojarse nunca y repitiendo lo que los demás dicen sin mojarse nunca, hacen que sospeche de ambos. De Adam no sé lo que pensar, no está entre los que desconfíe así de primeras, pero tampoco entre los que confío. la verdad es que no confío en nadie ahora mismo. Se lamentó. Bueno, podemos ponernos de acuerdo y votar al escritor o a la niña. Así al menos nos aseguramos de que nuestros votos vayan en la misma dirección, aunque no creo que valga de nada. Anya acumula demasiados votos y no hay otro candidato claro.

Pero bueno, si hacemos eso... Clavó los ojos en los de Serinde. Nos descubriremos. Sabremos quienes somos.

Y uniéndose a las demás, una nueva llama oscura apareció sobre el número IIII.

-Lo sé. -dijo con un suspiro. -En el palacio se dicen muchas cosas que no son... exactas. A mí me enviaron allí para informar de lo que estaba pasando con la bruma y nada más llegar me intentaron matar por el asesinato de esos niños. -se encogió de hombros. -Yo no había sido y por suerte el asesino confesó. Pero después de eso nadie quiso escuchar sobre el problema que teníamos con la bruma. Supongo que terminó descontrolándose mientras no estábamos.

Luego se quedó mirando al chico con sus pupilas completamente granates, como si no hubiera pensado en lo que él estaba diciendo. -Uh-oh. -dijo finalmente sin apartar los ojos de los del chico. -Eso es verdad. No me había dado cuenta. -terminó por reírse. -Bueno, tal vez otros piensen el mismo nombre y no lo sepamos seguro... No me fío de nadie y no entiendo por qué cuentan tantas cosas tan alegremente en el puente, pero tú no me pareces un asesino por ahora.

Se fijó en el reloj. -Como eso sea una cuenta atrás, va a toda velocidad.

La anciana Fata había hecho un pequeño gesto con la cabeza ante el agradecimiento de Elendë y después, poco a poco, había ido apoyándose sobre el árbol. Seguía con la mirada la conversación de los dos Fatas, pero no parecía tener nada que decir al respecto y lentamente se iba mimetizando con el árbol hasta el punto de que sería posible confundir su piel rugosa con la corteza o algunas de sus ramas.

Estaba allí, presente junto a los dos y con una paciencia ancestral no parecía tener intención de interrumpirlos. Pero al mismo tiempo, sus ojos ciegos no se perdían nada de lo que sucedía y una sonrisa apacible se había instalado en sus labios.

Me acuerdo de aquello. Rememoró Elende. Fue muy trágico. Dos muertes brutales y y mi hermana desapareciendo. Como para olvidarlo. Le dedicó una medio sonrisa. Siento que no me hubiera quedado para ver el juicio ni nada, salí en busca de mi hermana en seguida y ni siquiera me preocupé por ello. Lo siento.

Era un poco tonto pedir perdón a aquellas alturas, pero él no había hecho nada por ayudarla en aquella época. Sentía que tenía que hacerlo. Jaja. Rió, divertido. Tal vez no lo parezca porque no lo soy. Dijo, divertido.  Tú tampoco me pareces una asesina. Creo que me decantaré por la niña esta vez, aunque no creo que salga ella. Tengo cierto miedo de que el destino quiera que salga yo. Estas votaciones... Parecen bastante aleatorias, como las anteriores. No me gusta.

Serindë movió la cabeza y la mano quitándole importancia. -No te preocupes, eso fue hace mucho. No me voy a hacer mala sangre por eso a estas alturas y ni siquiera me conocías. Además, al final no me pasó nada. -le sonrió. -Aunque te agradezco que te preocupes por ello ahora.

Luego suspiró, como pensando en sus últimas palabras y asintió. -Yo también creo que puede pasar cualquier cosa. Pero aún estoy decidiendo si votar a la niña o al escritor. Ninguno de los dos me dan confianza. Lo que parece seguro es que Anya no va a morir y morirá otro en su lugar. Si muchos la votan a ella, a saber a quién le toca. También tengo miedo de ser yo. -hizo una mueca. -¿Tú al final votarás a la niña seguro? Igual me uno a ti y dejo de comerme la cabeza.

Miró también a la vieja con curiosidad. -¿Yassela se encuentra bien? -le preguntó, hablándole en tercera persona como hacía ella misma. -¿Luego podemos explorar más? ¿O ya no hay más sueños de estos?