El otro lado del reloj

Fue tras ver el cuerpo de Mathias muerto sobre la piedra. Un escalofrío recorrió tu espina dorsal. Algo en tu mente hizo clic. Y después clac. Y después tic. Y después tac.

Cuando quisiste darte cuenta no te encontrabas allí, con todos. Al abrir tus ojos te viste delante de una gran esfera que no te fue difícil reconocer como la del reloj que estaba presente tanto en la torre que os observaba como en tu propio mundo. Sin embargo la veías desde el otro lado, como si hubieras accedido a un lugar escondido de los ojos de todos.

Frente a ti los engranajes no dejaban de avanzar, constantes e inexorables. Y cada vez que una de las agujas pasaba por delante de un número se te mostraba un nombre y una imagen, como una pequeña revelación. Había uno que parecía más débil, carente de poder. Probablemente otro lo había elegido antes. Sabías que debías escoger. Cada número, dos horas. Cada hora, un símbolo.

El otro lado del reloj

Fue tras ver en cuanto cruzaste una mirada con Ohtar. Un escalofrío recorrió tu espina dorsal, como si aquello te completara de alguna manera. Algo en tu mente hizo clic. Y después clac. Y después tic. Y después tac.

Cuando quisiste darte cuenta no te encontrabas allí, con él, ni tampoco en la ciudad con todos. De hecho eras consciente de que en esos momentos estabas muriendo... Pero habías logrado salir de allí durante un instante y no sufrir. Ausentarte hasta un lugar más lejano.

Al abrir tus ojos te viste delante de una gran esfera que no te fue difícil reconocer como la del reloj que estaba presente en la torre que os observaba. Sin embargo la veías desde el otro lado, como si hubieras accedido a un lugar escondido de los ojos de todos.

Frente a ti los engranajes no dejaban de avanzar, constantes e inexorables. Y cada vez que una de las agujas pasaba por delante de un número se te mostraba un nombre y una imagen, como una pequeña revelación. Había un par que parecían más débil, carentes de poder. Probablemente otros los habían elegido antes. Sabías que debías escoger. Cada número, dos horas. Cada hora, un símbolo.

El otro lado del reloj

Fue en cuanto dejaste atrás el cuerpo de Roger sin vida. La idea de que Míriel estuviera muerto provocó un escalofrío en tu espina dorsal. Algo en tu mente hizo clic. Y después clac. Y después tic. Y después tac.

Cuando quisiste darte cuenta no te encontrabas allí, en esa ciudad oscura. Al abrir tus ojos te viste delante de una gran esfera que no te fue difícil reconocer como la del reloj que estaba presente en la torre que os observaba. Sin embargo la veías desde el otro lado, como si hubieras accedido a un lugar escondido de los ojos de todos.

Frente a ti los engranajes no dejaban de avanzar, constantes e inexorables. Y cada vez que una de las agujas pasaba por delante de un número se te mostraba un nombre y una imagen, como una pequeña revelación. Había un par que parecían más débiles, carentes de poder. Probablemente otros los había elegido antes. Sabías que debías escoger. Cada número, dos horas. Cada hora, un símbolo.

El otro lado del reloj

Fue tras ver en cuanto cruzaste una mirada con Rais. Un escalofrío recorrió tu espina dorsal, como si aquello te completara de alguna manera. Algo en tu mente hizo clic. Y después clac. Y después tic. Y después tac.

Cuando quisiste darte cuenta no te encontrabas allí, con él, ni tampoco en la ciudad con todos. Al abrir tus ojos te viste delante de una gran esfera que no te fue difícil reconocer como la del reloj que estaba presente en la torre que os observaba, y también en esa habitación que ahora compartías con tu antiguo aliado. Sin embargo la veías desde el otro lado, como si hubieras accedido a un lugar escondido de los ojos de todos.

Frente a ti los engranajes no dejaban de avanzar, constantes e inexorables. Y cada vez que una de las agujas pasaba por delante de un número se te mostraba un nombre y una imagen, como una pequeña revelación. Había algunos que parecían más débiles, carentes de poder. Probablemente otros los habían elegido antes. Sabías que debías escoger. Cada número, dos horas. Cada hora, un símbolo.

El otro lado del reloj

Fue mientras recorrías los cadáveres con la mirada. Hubo algo en tu interior que cambió, como si toda aquella muerte te hiciese ir un paso más allá. Un escalofrío recorrió tu espina dorsal, como si te estuvieras completando de alguna manera. Algo en tu mente hizo clic. Y después clac. Y después tic. Y después tac.

Cuando quisiste darte cuenta no te encontrabas en la ciudad con todos. Al abrir tus ojos te viste delante de una gran esfera que no te fue difícil reconocer como la del reloj que estaba presente en la torre que os observaba. Sin embargo la veías desde el otro lado, como si hubieras accedido a un lugar escondido de los ojos de todos.

Frente a ti los engranajes no dejaban de avanzar, constantes e inexorables. Y cada vez que una de las agujas pasaba por delante de un número se te mostraba un nombre y una imagen, como una pequeña revelación. Había algunos que parecían más débiles, carentes de poder. Probablemente otros los habían elegido antes. Sabías que debías escoger. Cada número, dos horas. Cada hora, un símbolo.

El otro lado del reloj

Fue mientras recorrías los cadáveres con la mirada. Hubo algo en tu interior que cambió, como si toda aquella muerte te hiciese ir un paso más allá. Un escalofrío recorrió tu espina dorsal, como si te estuvieras completando de alguna manera. Algo en tu mente hizo clic. Y después clac. Y después tic. Y después tac.

Cuando quisiste darte cuenta no te encontrabas en la ciudad con todos. Al abrir tus ojos te viste delante de una gran esfera que no te fue difícil reconocer como la del reloj que estaba presente en la torre que os observaba. Sin embargo la veías desde el otro lado, como si hubieras accedido a un lugar escondido de los ojos de todos.

Frente a ti los engranajes no dejaban de avanzar, constantes e inexorables. Y cada vez que una de las agujas pasaba por delante de un número se te mostraba un nombre y una imagen, como una pequeña revelación. Había algunos que parecían más débiles, carentes de poder. Probablemente otros los habían elegido antes. Sabías que debías escoger. Cada número, dos horas. Cada hora, un símbolo.

El otro lado del reloj

Fue al ver el cuerpo de aquel chico de pelo verde caer al suelo. Hubo algo en tu interior que cambió, como si toda aquella muerte te hiciese ir un paso más allá. Un escalofrío recorrió tu espina dorsal, como si te estuvieras completando de alguna manera. Algo en tu mente hizo clic. Y después clac. Y después tic. Y después tac.

Cuando quisiste darte cuenta no te encontrabas en la ciudad con todos. Al abrir tus ojos te viste delante de una gran esfera que no te fue difícil reconocer como la del reloj que estaba presente en la torre que os observaba. Sin embargo la veías desde el otro lado, como si hubieras accedido a un lugar escondido de los ojos de todos.

Frente a ti los engranajes no dejaban de avanzar, constantes e inexorables. Y cada vez que una de las agujas pasaba por delante de un número se te mostraba un nombre y una imagen, como una pequeña revelación. Había algunos que parecían más débiles, carentes de poder. Probablemente otros los habían elegido antes. Sabías que debías escoger. Cada número, dos horas. Cada hora, un símbolo.

El otro lado del reloj

Fue después de encontrar la muerte. Al llegar al otro lado y ver a los presentes, sucedió algo. Un escalofrío recorrió tu espina dorsal, como si te estuvieras completando de alguna manera. Algo en tu mente hizo clic. Y después clac. Y después tic. Y después tac.

Cuando quisiste darte cuenta no te encontrabas con los demás. Al abrir tus ojos te viste delante de una gran esfera que no te fue difícil reconocer como la del reloj que estaba presente en la torre que os observaba. Sin embargo la veías desde el otro lado, como si hubieras accedido a un lugar escondido de los ojos de todos.

Frente a ti los engranajes no dejaban de avanzar, constantes e inexorables. Y cada vez que una de las agujas pasaba por delante de un número se te mostraba un nombre y una imagen, como una pequeña revelación. Había algunos que parecían más débiles, carentes de poder. Probablemente otros los habían elegido antes. Sabías que debías escoger. Cada número, dos horas. Cada hora, un símbolo.

El otro lado del reloj

Fue al encontrarte a Vanya en esa versión alternativa de la ciudad. Esa que realmente era tu ciudad. Al verla y observar sus ojos, su rostro... sucedió algo. Un escalofrío recorrió tu espina dorsal, como si te estuvieras completando de alguna manera. Algo en tu mente hizo clic. Y después clac. Y después tic. Y después tac.

Cuando quisiste darte cuenta no te encontrabas con los demás. Al abrir tus ojos te viste delante de una gran esfera que no te fue difícil reconocer como la del reloj que estaba presente en la torre que os observaba. Sin embargo la veías desde el otro lado, como si hubieras accedido a un lugar escondido de los ojos de todos.

Frente a ti los engranajes no dejaban de avanzar, constantes e inexorables. Y cada vez que una de las agujas pasaba por delante de un número se te mostraba un nombre y una imagen, como una pequeña revelación. Había algunos que parecían más débiles, carentes de poder. Probablemente otros los habían elegido antes. Sabías que debías escoger. Cada número, dos horas. Cada hora, un símbolo.