Partida Rol por web

- Parece que el cerillo quiere averiguar si puede confiar en ti. - Sonreí abiertamente. - Por supuesto si esa termina siendo la pregunta, C'ailleach le dirá que sí. Entonces él te contará cómo sabe lo que sabe... Y podremos valorar si es un peligro para nosotros. 

- Seth o Alana, me parecen bien cualquiera de los dos. Aunque ambos tienen papeletas para morir pronto. No creo que a los asesinos les guste eso de que anden paseando de noche pero estaría bien saber quiénes son. Él me tiene mosqueada, pensó en mí dos veces. - Dije, recordando lo que Seth había hecho para terminar con Anya. Hice una mueca. - Quería reventarme la cabeza como a la mujer de hielo. 

Suspiré y miré a Namárie. - ¿Tú qué dices, Nami? ¿Te parece bien encerrar al tipo inglés?

Tan pronto escuchó la risita y los comentarios de Serindë, sus mejillas se encendieron rápidamente. Para su suerte, una de las ventajas de ser roja era que no podían asegurar que estuviese avergonzada, pero claro que podían sospecharlo, especialmente ellos dos que la conocían tan bien. Yo... creo que sí - contestó sinceramente, aunque ella aún tenía sus dudas, todas incluidas en la segunda palabra de aquella oración. - Me gustaría que lo encerráramos al final, sí... pero no que viviera una mentira por toda su vida. Así que nada de mundo lleno de sombras a su gusto, por favor... En cuanto a si me utiliza, no me parece. Sus caricias, tanto como su preocupación, son sinceras. Y cumplió su palabra con el voto...

Al escuchar la propuesta de mundo imaginario con sus hijos a Lassa, Namárie negó con la cabeza, desechando la idea de su hermana. Quizás en un principio sería hermoso y esperanzador, pero cuando la falsedad de aquella fantasía se hiciese patente Lassa sería quién más sufriría. Los rostros de sus hijos se transformarían en un peor tormento que sus fantasmas, y las risas en un grito estridente y falso que la haría querer romperse los tímpanos con tal de no escuchar. 

La idea del oráculo, sin embargo, la hizo sonreír. Era una manera casi inofensiva de hacerles perder el tiempo, de retrasarlos en sus conclusiones y asegurar una mayor probabilidad de éxito para atraparlos a todos dentro de aquella fantasía hasta que pudiesen retornar a Fäe. Las palabras de Morchain, sin embargo, iluminaron su rostro y ampliaron su sonrisa, sintiendo una cálidez y ternura incalculables. Sabía con exactitud el significado de aquellos consejos, siendo tanto una fata como una humana cuyo corazón pasaba más tiempo rompiéndose que en buen estado, y lo agradecía desde lo más profundo de su alma. Aunque claro, Morchain si había dicho algo que ella no había pensado antes de escucharlo "él podrá quererte, pero nosotros te amamos". Y tanto como que ella los amaba a ella, era cierto. 

Durante el resto de la conversación, se mantuvo en silencio. Su visión hacia Roger estaba demasiado viciada, le era imposible emitir un juicio imparcial cuando se trataba de él. Y en cuanto a Randir, la idea de matarlo por conveniencia a pesar de su buena voluntad y continua amistad hacia su hermano le sabía mal, a pesar de que Morchain pareciera estar de acuerdo. No fue necesario decir nada. Supo que sus hermanos sabrían perdonarla por abstenerse, y que sabrían exactamente lo que pensaba de aquello.

A mí me gustaría saber más de Seth. Parece alguien bastante razonable, dentro de todo... Y no creo que pensara en ti por maldad. Quizás es como nuestro hermano, y solo quiere completarse. 

- Metamos a Nami y a Seth entonces. - Respondí sonriente. - Y la verdad es que me da igual con qué intenciones haya pensado en mí, si era para completarse o por lo que fuese, el caso es que si fuese por él, yo estaría muerta y ya hemos visto que no es precisamente sutil cuando ataca a la gente. - Añadí, haciendo una mueca y encogiéndome de hombros.

Después miré a Namárie con curiosidad, pero manteniendo aún parte de mis reservas. - ¿Y Nienor te ha contado sus secretos? ¿O sólo se ha preocupado de saber los nuestros? Porque estaría bien saber algo de él, hasta ahora no ha dado ninguna pista.

Ladeé la cabeza. - Por cierto, ¿alguno sabéis algo de un tal Leithian o lo conocisteis en Fäe?

Morchain pareció estremecerse un instante.-Randir dice saber lo que sabe por si mismo y no por palabras de terceros. También que Roger no era portador. ¿Significa eso que él es portador de guerra y Morchain no es capaz de verlo? - Preguntó con cierto pesar pues, aun sin ser su hermano, había logrado llegar a apreciar a su manera, a aquel fata de fuego eterno

Asentí a las palabras de Morchain. - Sí, os dije que ya había confirmado que Roger no colabora con los asesinos. Lassa lo interrogó y a ella no podía mentirle. Pero a nosotros nos conviene que esté muerto si puede ver en nuestro interior. 

Hice una pausa. - No creo que Randir sea uno de los malos. Creo que lo que hace es ver las almas de los muertos, como Paul dice que hace él. Sea como sea, si puede destapar nuestras intenciones, no nos viene bien que esté vivo. Pero si sólo puede ver cosas de los muertos es menos grave. Mientras no muramos, claro. Pregúntale si obtiene esa información de los vivos o de los muertos.

-Estoy de acuerdo contigo- Contestó a Serindë. -Sus averiguaciones parten siempre de los muertos- Se mantuvo unos instantes en silencio pensativo. -Quizás la próxima vez deberíamos enviar a Paul con aquellos con los que asegura hablar.- Miró de reojo a Namárie, pues era consciente que no era muy partidaria de aquellos métodos y aunque sabía que Morchain ya había trascendido de los conceptos de bien o mal, o al menos que los interpretaba de manera distinta, siempre la tenía en consideración cuando hablaba de eliminar a alguien.

Asentí con la cabeza, pensativa. - Creo que Paul no verá la luz del nuevo día. Lassa debe tomar una vida hoy de nuevo y sospecho que él será su elección. 

- Pero Morchi, si ayudamos a los "buenos" - remarqué la palabra moviendo los dedos de ambas manos junto a mi cabeza simulando unas comillas- a acabar rápido con los asesinos... No nos dará tiempo de encerrar a todos en nuestro mundo. Tenemos que intentar sembrar el caos y hacer que los dos bandos se mantengan en equilibrio hasta que los tengamos a todos dentro del sueño. Necesitamos ganar tiempo. Cuanto más correteen todos como gallinas sin cabeza, mejor para nosotros. - Terminé con una sonrisa divertida mientras me imaginaba a todos los habitantes forzosos de la ciudad corriendo de un lado a otro cubiertos de plumas.

- ¡Por cierto! - Dije, cambiando radicalmente de tema. - El oráculo debería responder justo antes de que entren los nuevos habitantes de nuestro reino*. Si preguntan lo último que han hablado, había pensado responderles que sí que hay un traidor entre ellos. Así se aumentará la paranoia y la desconfianza. ¿Os parece bien? Si respondiéramos que no lo hay, y realmente sí lo hubiera, el traidor sabría que el árbol miente y eso no nos conviene nada.

-Lo entiendo- Respondió Morchain a Serindë. -De eso se trata. Creo que más pacifistas que portadores hay muertos. Equilibrar la balanza implica la muerte de Paul, porque... o es que...¿Crees que hay más de un bando que de otro?-

-Por supuesto. Hay que decir que hay un traidor. Aún siendo todos inocentes de portar la guerra. - Refiriéndose al oráculo.

- Por lo que sé con seguridad, ahora mismo hay como mínimo dos del bando de los asesinos en el reino de los muertos: Mathias y Anya. Él como asesino y ella como protectora de los asesinos. Intenté devolverle el chantaje a Falmari sonsacándole cosas de sus compañeros asesinos, pero enmudeció y no volvió a hablarme. 

- Con las cosas que han ido hablando y diciendo... - Asentí con la cabeza. - Sí, creo que hay menos en el bando de los asesinos que en el otro bando. Por eso deberíamos tener cuidado. 

Mis ojos se humedecieron sin causa aparente y mi mano buscó el apoyo del suelo sobre el que estaba sentada. Un leve gemido abandonó mi pecho, cargado de un dolor profundo, como si en ese mismo instante acabasen de herirme. 

- Falmari... Era mi madre. - Dije en un susurro, todavía tratando de hacerme a la idea. - Intentó ahogarme al nacer, librarse de mí como lo había hecho ya con otros antes. El agua debía darme la muerte, pero respiré y fue vida para mí. - Hice una pequeña pausa y cuando hablé de nuevo, había una rabia densa y espesa en el fondo de mi voz. - Y la misma que intentó robarme mi existencia y me abandonó en el río es la que ahora intenta chantajearme con información sobre mi pasado. 

Aquella noche parecía una gran noche. Al fin Namárie se encontraría con Randir, y podríais seguir manipulándolos a todos a través de ese falso oráculo. La noche parecía una gran noche... Pero algo la interrumpió. Un ataque inesperado que os hizo exponeros a los demás para salvar la vida de Morchain. Era un precio pequeño por salvar a un amigo, claro... Pero probablemente no lo podríais repetir.

Tan sólo la música de aquella melodía junto a la hoguera había conseguido apaciguar el dolor por haber descubierto que mi propia madre había sido también la primera en darme la espalda. Caí dormida entre los ecos de los gritos de una discusión que tenía lugar en un sitio apartado en mi mente, en un sitio en el que la vida y la muerte podían reunirse. Del lugar donde me había encontrado con mi madre para descubrir tan sólo a una asesina.

Mis ojos se abrieron de golpe en todas las realidades en las que mi mente se dividía ante la necesidad pulsante de proteger a mis hermanos. Y mientras en aquel puente mi carcasa se interponía ante cualquiera que intentase acercarse a ellos, en ese lugar donde nos encontrábamos, busqué las miradas de ambos.

- Ha sido Lassa. Anastasia. Ha tenido que ser ella. - Pronuncié con una mezcla de rabia y decepción. - Me dijo que sería Paul, pero parece que cambió de opinión. Y ahora se ha unido a Aina. 

Hice una pequeña pausa, tomando aire despacio. - Quiero matarla. - Anuncié. - Ella no sabía que Adam era mi hermano, pero me ha mentido. Nos ha herido aprovechando las sombras de la noche. Me sigue mintiendo ahora entre contradicciones. Es peligrosa y puede que quiera atacarnos para prevenir que nos volvamos contra ella.

Miré a ambos. - Por la noche puede que esté protegida, pero no lo estará ahora por el día. Será una muerte real a todos los efectos... Pero volverá de ella. - Me frustraba esa idea. Miré a Namárie. - ¿Quieres vengar la herida que ha sufrido nuestro hermano? ¿Quieres que cree una ilusión de muerte falsa para ti... Para que puedas llevarte a Anastasia contigo?

La alegría de haber reunido por fin a Namárie y Randir estaba apagada por el ataque que habíamos sufrido. Sin embargo, saqué fuerzas para preguntar algo más. - ¿Te ha llamado el reloj, Nami? ¿Qué te ha regalado al completarte?

El concepto de madre siempre había sido ajeno tanto para Namárie como para Lera, por lo que no podía comprender el dolor de Serindë. Jamás había sufrido ninguna clase de dolor por la ausencia de aquella pieza fundamental en la familia tradicional, probablemente porque nunca había tenido la oportunidad de saber como se sentía tenerla en su vida. Sin embargo, cuando vio a su amiga sufrir así por aquella revelación, entendió lo importante que era para ella y acudió en su dirección. Se sentó a su lado y sin decir palabra acarició su cabello durante un buen rato, intentando darle consuelo a través de ese simple gesto. La vio dormir, su propia mente demasiado ocupada para permitirse aquel descanso. Namárie no poseía la habilidad de su hermana para dividir con tanta delicadeza distintos mundos y conciencias. 

Sus ojos se posaron en Morchain tan pronto sintió aquella horrible llamada en su mente. Estaba ahí, estaba vivo. Sin embargo, en otra conciencia corrió en su ayuda, sin permitirse el lujo de pensar que tenerlo aquí aseguraba nada. Casi al mismo tiempo, se levantó y fue hacia él, buscando sus brazos para ver si de alguna manera, sus heridas parecían haber reaparecido allí también. 

¿Fue Lassa? - aquel nombre sonó como veneno en su boca, asqueada por la lástima que había sentido por ella durante este tiempo - Debe morir. - se limitó a aseverar, sin espacio para dudas y así respondiendo todas las preguntas de su hermana de una sola vez. Estaba dispuesta a lo que fuera por quitarla del camino. Nadie tocaba a uno de sus hermanos y salía victorioso. 

No me he decidido aún por ningún símbolo. Lo haré, solo dame un tiempo... 

Morchain permaneció intacto, inmóvil como una estatua. Solo el rezumar de sus ojos indicaba que allí seguía. Permaneció de igual manera mientras Namárie consolaba a Serindë. Largas horas pasó viendo aquella imagen que duraron minutos para sus hermanas. Cuando Namárie se acercó a él para ver el estado de sus brazos, el fata ronroneo con aquel sonido gutural y continuo. La tomó de la mano y se acercó con ella a Seridë. Se puso de cunclillas frente a la fata, sin soltar a la fata roja, para que hiciese lo mismo. -Tsssssshhh. Tranquiiiila.-Posó cada una de las manos en el hombro de sus hermanas. -Serindë...Nosotros somos tus padres, tus hermanos y tus hijos. Al igual que tú lo eres para nosotros. Tú no eres tu madre.- Retiró las manos y las apoyó contra el suelo, entre sus piernas. -Os habéis expuesto mucho al proteger de esa manera a mi carcasa. Ahora Randir ya intuye que sois las personas de las cuales conozco su inocencia...pero os lo agradezco.- Un nuevo ronroneo inundó el lugar.-El posee el don que presume tener Paul... Puede descubrir la esencia los muertos...o eso dice. No sé si fiarme de él. En cuanto a Lassa...¿habrá muerto su bondad, junto con sus hijos?- Preguntó con tranquilidad. -Si ha de morir...que así sea.-
 

Agradecí las caricias de ambos con una naturalidad que habría sido impensable antes de conocerlos. Pero con ellos me sentía a salvo. Quería contarles lo que había descubierto sobre mi madre, pero antes había cosas importantes sobre las que hablar.

- Paul mintió sobre Roger. Y lo que Randir te dijo sobre Falmari era exacto. Demasiado para estar mintiendo. Creo que Randir dice la verdad... Mientras estemos vivos no será un peligro para nosotros y si ha creído en tus palabras no creo que quiera hurgar en nuestros secretos. Tendremos que mantener un ojo sobre él, pero creo que no es necesario eliminarlo por ahora. Toda la información que comparta contigo puede sernos útil. 

Asentí y pensé con la mente más clara ahora que Adam estaba en pie. - Lassa lo niega, pero debía derramar sangre esta noche y dudo mucho que haya intentado derramar la suya propia. - Continué con un poco de acidez. - Primero me dijo que quiso ir hacia Paul, pero la interceptaron por el camino. Salvo que ella lo llama Nu-Taur-Dunath. Supongo que ya sabemos qué Fata esconde el enfermero en su interior. Cuando le dije que entonces Paul habría tenido al menos algún rasguño, dijo que en realidad no había ido a por él, que había estado entretenida esclavizando a Aina. Uniéndose a ella cuando sabe el daño que me hizo. - Mis ojos se volvieron sombríos. - Contradicciones en apenas unos instantes. Y después me despreció. "Qué puede esperarse de una sirena". - Cité. - Las mismas palabras que Aina pronunció antaño, cuando me acusó del crimen que no había cometido. Y ahora está lamentando mi silencio en ese lugar. 

Hice una pausa, centrándome y tomando con cada mano una de las de mis hermanos. - Quiero que muera. - Afirmé. - Pero quiero que lo hagamos de la mejor forma posible. De la que nos sea más beneficiosa. - Miré a Namárie. - Si creo la ilusión de muerte para ti... Durante dos días y dos noches no podremos meter a nadie en nuestro reino, hasta tu vuelta. Y todavía faltan demasiados. Si lo pienso con la cabeza y no con las entrañas, no estoy segura de que sea la mejor opción. - Miré a ambos y suspiré. - ¿Qué pensáis vosotros? ¿Deberíamos tal vez esperar a que el reloj otorgue su regalo para saber con qué herramientas contamos? Tal vez otorgue a Nami algo que nos facilite este asunto. 

Finalmente miré a Morchain y asentí. - Nos hemos expuesto, pero era necesario. No podíamos dejar que te hicieran daño. Y tal vez tenga su utilidad. Si creen que podemos repetirlo cada noche, no se acercarán a nosotros. Hablaré con Misty para ver si ella puede protegernos, al menos a alguno de nosotros.

Y para terminar esbocé una sonrisa de medio lado y los abracé, primero a uno y luego al otro. - Mi madre apesta. Pero eso lo dejo para otro momento. Os tengo a vosotros. No necesito a nadie más.

- Lassa permanece ante mi puerta suplicando mi presencia a su lado. Le habla al vacío y revela cosas para ganarse mi favor. Dice haber descubierto que Atanamir se esconde tras la máscara de Seth. Y también que es capaz de indagar en nuestras esencias, como hacía Roger, pero Seth colabora con los asesinos. Sospecho que podría haber contactado con Paul y entre los dos haber urdido las tapaderas de ambos, uno fingiendo tener el don que posee Andy y el otro fingiendo pasear por las noches. También asegura que Aubin, Eirien, fue quien la atacó esta noche. Continúa negando haber atacado a Adam, pero sigo creyendo que fue ella. Sabe muchas cosas y mueve muchos hilos. ¿Debería fingir para que siga hablando?

Medité en silencio algunos instantes. - Kammy y Thomas. Lúva y... - pensé un instante, haciendo memoria- Gelion.  No me gustan. Kammy intentó sembrar la idea de que Adam está herido por atacar a Anastasia y Thomas ha aprovechado rápido para secundarla. Quizás temen que podamos protegernos cada noche y quieren acusarnos de día. Deberíamos mantener un ojo en ellos.

- Si ahora mismo tuviese que apostar, diría que los asesinos se encuentran entre Thomas, Kammy, Aubin, Paul y Falmari. Seth y Anya como sus ayudantes. Creo que hoy pensaré en Thomas o en Paul cuando el reloj me llame. Estemos vigilantes, pues si la semilla que Kammy ha querido plantar prospera, quizá tengamos que presentar un frente común cuando lleguen las seis.

-No recuerdo si Lassa tenía algo personal contra mi. Tampoco si la agravié de alguna manera en el pasado. - Meditó el fata. -El dolor puede llevar al odio y el odio es buen amigo de los portadores. Quizás lo sea o no, pero si el dolor y el odio la inundan, y maneja tanta información, es peligrosa.- Asintió Morchain. -Creo que debería morir...Tal vez en otra situación se la podría ayudar, pero mucho está en juego y cada día van a ir cayendo más. No hay tiempo...-

Miró a sus hermanas y comenzó a dibujar con el rezumir de sus ojos algo parecido a llamas que simulaban una cabeza humeante. -Damas y...damas. Os presento a Randir. El fata que creo que podría ser un aliado...por ahora.- Adoptó una pose que imitaba a la del fata, al igual que su voz.

- Falmari, o Mathias, era un ser despreciable. Atraía a humanos y Fata sólo para acabar con sus vidas por diversión. La presencia continua del agua como compañera, como herramienta y arma ejecutora. El regocijo en el engaño. Una y cien muertes a sus manos. Y vi algo más, algo mucho más lejano... ¿El secuestro de una niña? Aquello no fue lo único. También comprendí su esencia al observar a Mathias agarrar por detrás a Zaira, asiendo su garganta con fuerza para impedirle gritar. Sí, estaba claro que esa noche había actuado solo. Aunque eso no significaba que no tuviera compañeros, claro.

- La pequeña Jane, Tarma, siempre había estado sola. Su primer recuerdo era de ella misma abrigada con la hoja de un gran árbol. Tuvo que crecer enfrentándose a los peligros del Bosque, ayudándose de lo que el propio Bosque le brindaba para ello. Bien era cierto que alguien parecía ayudarla desde las sombras, atrayendo soñadores para ella, pero nunca llegaron a establecer contacto.

- Hubo una vez en que tuvo la oportunidad de cambiar las cosas. En la orilla de un lago Tarma encontró una hermosa Fata recién nacida, cuyo lamento era una mezcla de canto de sirena y llanto. Sin embargo el miedo y la indecisión hicieron que no la dejase quedarse con ella. La llevó al borde de la Linde y allí la dejó, esperando que se hicieran cargo de la pequeña, y continuó viviendo sola.

- Cualquiera se preguntaría cómo había logrado Tarma sobrevivir tanto tiempo casi sin ayuda, creciendo en la más absoluta de las soledades. La respuesta era al mismo tiempo increíble y evidente: nunca había estado sola. Había aprendido a hablar con cada brizna de hierba, con cada árbol, y pedirles ayuda. Ellos la escuchaban y le contaban secretos. Como el de la vida. Como el de la muerte.

- También miré dentro de Roger Tamplar y vi cómo Míriel había habitado en Palacio. Cómo había llevado su sed de justicia a todos los campos de su vida. Y, efectivamente, vi cómo había dado muerte a los hijos de Lassa de una forma contundente y efectiva...

- Pero él tenía razón: lo había hecho porque había visto la maldad en ellos. Porque si algo podía hacer Míriel era escrutar en los corazones de la gente y conocer la verdad que ocultaban. Y ahora se encontraba muerto por esas mismas verdades. Por haber buscado justicia.

Tras aquella interpretación, hizo el saludo correspondiente.

En cuanto me di cuenta de que Morchain estaba preparando una pequeña actuación, sonreí, apartando las preocupaciones a un lado y dejándome llevar, al menos el tiempo que durase.

Lo contemplé mientras hacía su imitación, con un brillo ilusionado en los ojos y sin perder la sonrisa. Y cuando terminó, aplaudí generosamente.

- Eres genial, Morchi, creo que deberíamos pensar en suplantar a alguien de nuevo y dejar que te diviertas imitándolo. Y Randir debe estar comiendo de tu mano si te ha contado todo eso. Además, creo que es cierto lo que dice... Esa niña era yo. Tarma me recogió del lago y me abandonó en la Linde, aunque allí siempre me contaron que lo había hecho para entregarme como sacrificio. - Ladeé la cabeza, con curiosidad. - ¿Y él qué opina de que Paul se atribuya sus dones?

Después volví por un momento al tema anterior. - Lassa no es una de los asesinos. Ella va por su cuenta, tiene el deber de mantener el equilibrio. Una noche se lleva una vida y la siguiente debe devolverla. Mató a Roger una noche. Lo resucitó la siguiente, encadenándolo a ella y obligándolo a decirle la verdad. Anoche debía llevarse una vida. Me dijo que sería la de Paul. Pero por algún motivo cambió de opinión y eligió a Adam. - Suspiré. - Ella no sabía ni sabe ahora que Adam te esconde a ti, tampoco sabe que es Nami quién está tras Lera. Y no sabía quiénes eran mis hermanos, sólo le dije que existíais, pero no vuestras carcasas ni vuestros nombres. No creo que lo hiciera con intención de atacarnos, tal vez sospechó de tu carcasa por algo. Pero no me dijo que había cambiado de objetivo. Dijo que sería Paul y mintió. Si lo hubiera hecho, le habría dicho que no se acercase a ti. Por eso debe morir. 

Hice una pequeña pausa. - Y lo hará. Pero hagámoslo de la forma que nos resulte más útil. Y ojalá que Aina se vaya al infierno con ella.  

Arrugué la nariz en este lugar al mismo tiempo que mi marioneta lo hacía en nuestro reino. - Atanamir es culpable, pero no sabemos si Lúva lo es. Si preguntan por ella tendremos que inventar la respuesta. Si decimos que es inocente, podría no serlo y si decimos que es culpable, tanto Atanamir como ella podrían saber que el árbol miente. Nami, por favor, ayúdame a desviar la pregunta hacia otro lado más seguro para seguir manteniendo el engaño.

Tras el momento afectuoso de consuelo hacia Serindë, volvió su atención a las grandiosas cantidades de información que ambos fatas tenían para compartir, y supo que había hecho bien al decidir concentrarse en Anastasia para el momento de su muerte. - Usaré mi maldición contra ella en caso de que me ataquen - confirmó - Pero, ¿Que haremos con Kammy? ¿Debería pedirle a Nienor que vote en su contra junto a nosotros? 

Escuchó entusiasmada la imitación de Morchain, cuyas historias la hacían sentir como una pequeña niña frente a una fogata. Disfruto de las primeras dos, pero a la tercera, un nudo en su estómago se formó al escuchar que se había equivocado con Miríel, y que aparentemente era inocente. 

Haré lo que pueda - responde esbozando una sonrisa.