Partida Rol por web

[HLdCN] La puerta de Fäe

La decimosegunda campanada

Cargando editor
15/02/2015, 15:57
Narrador
 

La decimosegunda campanada

Aquello fue extraño. El día avanzaba, y el reloj con él. Continuamente oíais las campanadas del reloj, y había llegado un punto en el que, salvo las temidas seis de la tarde, una hora era igual que cualquier otra.

Sin embargo en esta ocasión, con estas campanadas, algo diferente sucedió. Eran las doce, y al sonar el último gong vuestra mente se desdobló. Pero lo hizo de una forma muy diferente a como lo había hecho otras veces.

Allí estabais, uno frente al otro. En una sala que se parecía a la que había en la torre del reloj, en el último piso. Sin embargo en esta ocasión sólo había un par de llamas: las dos que bailaban sobre el número XII abrazadas. Blanco y negro se mezclaban creando una imagen bella y efímera. Había algo distinto esta vez: la habitación parecía totalmente nueva, y en ella había dos butacas y un par de camas. Y otro detalle más: no había salida.

Allí estabais... Uno frente al otro. Y había otra cosa extraña: por una vez no os veíais Fata contra Fata, sino que eran los ojos de vuestras carcasas humanas los que se miraban, entre perdidos y confusos.

Notas de juego

Al contrario de lo que es habitual, en esta escena postearéis como humanos. :)

Destinatarios actuales:

 Aubin Beaumont  Seth McCarthy

Cargando editor
15/02/2015, 18:23
Lyman F. Gale

El reloj, la habitación, el mobiliario en perfecto estado, la inexistencia de salida y en mitad de la sala la niña: con aquella expresión ingenua e inocente de siempre, ocultando a saber que Fata milenario en su interior.

Por una vez, podía leerse una clara expresión en su impasible rostro. Jane pudo ver sorpresa, confusión y asombro detrás de aquellas gafas oscuras que solían enmascarar a aquél hombre de corta estatura que era conocido por sus hermanos como Lyman.

-¿Qué está ocurriendo? Ya no estamos en el puente…¿Verdad?- Y la pregunta más importante de todas: -Pequeña ¿Eres tú?

-¡Qué engaño es este!- De pronto empezó a mosquearse. –Tú, ¡rastrero y traidor! ¡¡muéstrate!! Ella. Está. Muerta.- Exclamó casi gritando con esa voz vieja y oxidada suya.

- ¿Quién eres tú? - Exigió saber a la vez que intentaba hacer densas las sombras a su entorno.

Cargando editor
16/02/2015, 12:57
Jane Wild

No lo entendía. Yo estaba muerta. Estaba segura. ¿Significaba aquello que el hombre ciego había muerto también? ¿O era un sueño? Quizá, los muertos también soñaban.

Un sueño— murmuré, mientras recorría con la mirada todo lo que me rodeaba.

Me acerqué a Lyman, y traté de tranquilizarlo. Con suavidad, le tomé las manos y las posé sobre mi cabeza, sonriendo.

Soy yo, sí— respondí, divertida—. Es mi sueño. Estás dentro de mi sueño— indiqué, mirándolo—. Estamos en una habitación, donde no hay puerta para salir, pero no pasa nada, porque es un sueño— volví a repetir, ensanchando la sonrisa—. No te preocupes, ¿vale?— dije, tirando de él de manera suave, y llevándolo hacia una de las butacas que allí había para que se sentara, y no se cansara—. Siéntate.

Me senté en la otra butaca, con las piernas colgando, y lo miré, pestañeando. No me pasaron desapercibidas las luces que habían aparecido. Tragué saliva con dificultad, y miré las oscuras gafas de Lyman.

¿Eres malo, Lyman?— lo pregunté, torciendo el gesto—. Si lo eres, no pasa nada, porque yo ya estoy muerta, y no puedo cambiarlo, pero me gustaría que me dijeras la verdad, porque yo he muerto por algo que no es cierto. 

Cargando editor
16/02/2015, 15:38
Lyman F. Gale

El hombre ciego no se apartó a aquella imagen fantasmagórica, no porque no la viera y no supiera que estaba acercándose a él, sino porque no era un hombre de poseer miedo. Además, prefería saber con certeza que su mente no estaba jugándole una mala pasada y que aquello era tan real como el tacto se lo pudiese mostrar.

Cuando la niña tomó sus manos y las puso en su cabeza, sintiendo el calor o no en ella, supo que era real y supo que era ella. –Hola pequeña.- Saludó con su habitual susurro y tratándola como lo que quería mostrarse. –Siento lo que te ocurrió.

Pero mientras tomaba su asiento, algo que le resultó completamente nuevo, se negó ante aquella idea del sueño. Movió resueltamente la cabeza de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, sutil pero inconfundiblemente. -No. Eso no puede ser tu sueño, yo sigo vivo, estoy con ellos, y, ahora, también aquí. Y no, tampoco puede ser mi sueño.

Hace tanto que no duermo…

Aseguró con tranquilidad, y como si el sillón fuese lo más incómodo del mundo, Lyman se levantó y se sentó en el suelo, con la espalda apoyada en el mismo asiento.  -¿Malo? ¿Por qué dices eso?

Las palabras de Jane consiguieron que aquél rostro impertérrito juntase las cejas sobre su nariz. Una leve expresión pero que connotaba y rebelaba que se había sentido dolido por aquella acusación. -No, no he matado a nadie. Salvo Mathias, la muerte del cuál fui cómplice y por lo que sabemos, o lo que dice Paul, él sí era malo.

No obstante, si mi consciencia por ello no lo está, mis manos están límpias.

Cargando editor
17/02/2015, 15:34
Jane Wild

Me encogí de hombros cuando escuché las condolencias del hombre ciego. Era algo que ya no se podía cambiar, y, viendo que allí estaban reviviendo a otros y no a mí, estaba claro que no había sido querido, ni me estaban echando de menos.

Suspiré, tratando de quitarme ese pensamiento pesimista de mi cabeza, y traté de sonreír, porque era un sueño de muerto en el que estaba viva, y quería exprimirlo al máximo.

Ladeé la cabeza, frunciendo el entrecejo, sin llegar a comprender sus palabras. No podía ser. Porque yo estaba muerta. Y si estaba muerta, lo estaba en cualquier sitio. Aquello era un sueño. Lo sabía. Estaba segura.

—No, no, Lyman— dije, sonriente, negando con la cabeza, suavemente—.  Estamos en un sueño. Es un sueño. Seguro— hice una pausa al escuchar que no dormía, y no pude evitar reír—. Seguro que duermes, pero no lo notas, porque para ti siempre es oscuro. No tienes que cerrar los ojos para quedarte dormido. Qué fácil— recapacité una vez que lo había dicho.

Dando por sentado que era mi sueño, y que había decidido soñar con aquel hombre ciego en lo alto de la torre del reloj, en aquella habitación tan rara, me dispuse para acomodarme. Me recosté en la butaca, sonriente, y miré a Lyman.

Malo— respondí ante su pregunta—. Han aparecido unas llamas nuevas en el reloj. Una negra y una blanca, Lyman— expliqué—. Yo sé que soy buena, por lo que la llama blanca es la mía— aseguré—. Tuya es la llama negra. Así que, eres malo— razoné.

Escuché su respuesta, y fruncí el entrecejo. Si lo había entendido bien, me estaba diciendo que era bueno.

Entonces, ¿eres bueno?— pestañeé varias veces, porque no lo entendía. Las llamas… La negra…

Miré de manera intermitente tanto a Lyman como a la llama negra, y suspiré.

—Lyman, yo soy buena— dije, bajando de un salto de la butaca, y acercándome a él—. Y si pudiera volver  la vida, podría traerme conmigo a dos personas más— expliqué—. Estarían conmigo, y serían mis… colaboradores o ayudantes— suavicé, sonriente—. Pero, devolvería a la vida a dos personas inocentes. Sin embargo, en aquel sitio— noté que se me ponía la piel de gallina, como si una corriente fría acabara de pasar—. No me gusta estar muerta, Lyman— confesé—. Me gustaría ayudar, y quitar a los malos, malosos de allí— dije, suspirando.

Cargando editor
20/02/2015, 10:42
Lyman F. Gale

Frente a la convicción de la muchacha Lyman solo podía encogerse de hombros. -Pues vale, que sea un sueño. – Acordó sin reírse. Cuando sí lo hizo es cuando Jane salió con la lógica aplastante y sin tapujos propia de una niña de la edad que aparentaba, le había hecho gracia y lo había encontrado desprevenido ese argumento sobre que él no notaría diferencia de cuando dormía y cuando no. Rió, algo que quizás no hacía desde la estación en que se habían reunido por primera vez los Fatas bajo sus máscaras humanas.

-¿Malo?- Repitió incrédulo el hombre ciego. – Si es tu sueño ¿por qué sueñas en buenos o malos? ¿Por qué sueñas que soy malo? – Preguntó sin borrar aun del todo su sonrisa.

Escuchó su argumento sobre el reloj y replicó. – En dicho caso… yo soy bueno, sí. La blanca podría ser la mía pero… ¿cómo sé que no eres tú la mala? – Rió de nuevo ante la lógica de su propio argumento. -Tú no conoces como funciona el reloj, aun. ¿Verdad? Pero yo ahora, creo saber que sí. ¿Qué número elegiste?- El hombre se quedó pensando unos segundos brevísimos, pues era un cálculo absurdamente sencillo. –El veinticuatro… hummmm… guadaña. ¿Verdad? ¡Pues el negro es tuyo!- Volvió a reírse antes de ofrecerle una explicación. - El día tiene veinticuatro horas, y el minutero da dos vueltas a la esfera del reloj. ¿No es así? El reloj… solo señala las elecciones que hacemos cada uno. La mía fue el doce. Hay doce horas de luz y doce horas de oscuridad. Día y noche. Fíjate que no hay en ningún sitio dos llamas del mismo color. Por lo tanto, doce números son luz o llama blanca y otros doce la oscuridad, llama oscura. El reloj marca en blanco doce números, y los otros doce para que no los confundamos los marca en negro. El doce es de los primeros doce números. Así que la llama blanca es la mía, y la otra mitad las marcará con color oscuro. Ahí tienes una explicación. ¿Es cierto que elegiste el doce?

Luego escuchó como le contaba que no le gustaba el sitio donde estaba. –¿Hay malos ahí?- Preguntó sorprendido. –Ah, claro, Mathias. ¿No? O eso dice Paul, aunque estan dudando ahora mismo que diga la verdad. Yo lo creo, pero no tengo pruebas tampoco, así que no puedo jurarlo. ¿Tú sabes quienes son buenos o malos de los muertos? Podríamos probar a ver quién miente y quien no. Zaira nos comunica muy poca cosa, aunque ahora mismo nos ha contado tu nombre y tu poder.- Aclaró con una sonrisa.

Observó como arrugaba la nariz al hablar de ese sitio para los muertos. –Mi pequeña Jane, si no te gusta ese sitio, siempre podemos quedarnos aquí. –Objetó abriendo sus manos y mostrando aquél escenario.- No hay puertas, no podemos salir, pero tampoco pueden molestarnos. No es todo tan malo ¿ves?

Cargando editor
20/02/2015, 14:18
Jane Wild

Me gustó oír a Lyman reír, porque así no parecía la persona solitaria y triste que había visto cuando lo vi por primera vez. Se me contagió la risa, y también reí, abiertamente, notando que mis costillas se movían conmigo, divertidas, como si estuvieran deseosas de reírse también. No tenía ni idea de qué nos reíamos, pero, entre tanta sombra y oscuridad, reírse era como un farol encendido en mitad de un mar embravecido.

Ante su pregunta, ladeé la cabeza, sin llegar a comprender del todo lo que decía. Me llevé un dedo al mentón, y noté cómo los engranajes de mi cabeza se movían, tratando de encontrar con la respuesta.

—No lo sé— terminé respondiendo—. No sé por qué sueño con que eres malo, pero yo sé que soy buena, porque lo soy, y porque sueño con ello, por lo que tú tienes que ser el malo, porque la llama negra lo dice— en cuanto terminé de hablar yo misma me había liado en un trabalenguas que no entendía—. Bueno, no lo sé— terminé diciendo, sonriendo, azorada.

Escuché la versión de Lyman acerca del reloj, y mientras me explicaba su teoría, contemplaba las llamas bailar entre ellas. Fruncía el entrecejo mientras hacía su hipótesis, tratando de comprenderla del todo.

—Elegí el veinticuatro, sí— asentí, recordando cómo el símbolo de la guadaña me llamaba, pues lo que sentí al verla era que iba a morir matando—. Yo… soy la llama negra— asentí, mirando de nuevo el fuego fatuo, asombrada por la nueva visión que tenía acerca de él.

Di una palmada cuando me contó lo de Zaira, y resoplé, aliviada. Por fin lo había dicho. Esperaba que la gente viva estuviera ansiosa por querer saber verdad, ya que yo era la única que podía obligar a los resucitados a contarme sólo lo que era cierto.

—Casi le obligué a que os lo dijera, porque quería que lo supierais— dije, mirando a Lyman—. Era mi única carta para que alguien con cabeza me reviviera, elegir a dos personas muertas clave, y poder sonsacarles información— hice una pausa, y me apresuré añadir—. Sé que así suena horrible, pero es lo mejor que puedo hacer.

Asentí algo dubitativa ante su sugerencia. Contemplé cómo sus brazos abarcaban la estancia, y pensé que podía estar bien, aunque iba a echar de menos cosas de fuera.

—Pero, no hay juguetes, o plantas o animales— objeté, suspirando—. Bueno, tampoco nos molestan los demás, la verdad.

Sonreí un poco más, y traté de poner mis pensamientos en orden.

—No sé quién es malo o bueno de los muertos, porque allí nos vemos como fatas, y no con la carcasa humana esta— informé—. Me cuesta mucho saber quién es quién en un mundo y en otro— dije, como si me estuviera disculpando por mi torpeza—. Además, se me dan muy mal los nombres, y no me quedo con la cara de la gente. Me cuesta recordar quién hizo tal cosa, y quién no. Siento no ser de ayuda, Lyman— suspiré profundamente, notando un picor en la nariz—. Soy un poco tonta en ese sentido. Todos se acusan, todos dicen cosas, muy rápidas, se tiran flechas sin parar, y yo estoy en medio, sin saber si es verdad lo que dicen o no— relaté—. Zaira, bueno, Aina nos lleva algo de información, pero me cuesta entenderla, porque no recuerdo muy bien de los que suele hablar. Soy una tonta. 

Cargando editor
21/02/2015, 19:00
Lyman F. Gale

Se rascó a un lado de la frente mientras escuchaba a aquella Fata que le gustaba de refugiarse en su infancia. Y asintió levemente. – Esa chica… -Hizo una pausa tragándose un insulto que determinase el pobre juicio que tenía de ella o al menos del intelecto demostrado. – Zaira. Cuenta más bien poco al otro lado. Sabe los nombres de todos esos Fata y no lo ha compartido. Exige mucho y nada aporta, y su raciocinio… es más bien limitado, para atesorar esa información. Además, parece demasiada pegada a ese actorcillo de quién confío poco o nada. - Se encogió de hombros y se acomodó, lo cual le resultó raro, pues comodidad no era algo que fluyera en su última vida como humano.

-No. No hay juguetes, ni objetos, ni nada con qué distraernos aquí.- Corroboró a su vez. –Ni siquiera información con la que entretener la mente.- Se lamentó haciendo chasquear la lengua.

Se levantó y paseó por la habitación como un león enjaulado. Dio un par de palmadas al aire, y se frotó la sien pensativo.

-Claro que yo sí recuerdo unos y otros. Podría darte explicaciones de lo que ves. Qué Fatas están contigo. Veamos. Está Míriel, Vanya, Elendire, Elendë, Falmarí, Aina (que es quién habla con vosotros) y tú, Tarma. ¿cierto, no? ¿Quién me falta?

Cargando editor
22/02/2015, 20:40
Jane Wild

Escuché las palabras de Lyman, y asentí. A mí tampoco me caía demasiado bien Zaira, o, como ahora la conocía, Aina. Presentía que se callaba cosas para sí misma, y no nos contaba de manera sincera lo que pasaba al otro lado. Los vivos hablaban, pero ella nos daba su visión, y no me gustaba.

—Jo, cómo me gustaría estar viva— murmuré, algo asqueada—. Tenemos que saber las cosas por boca de ella, y no me cae bien. Pienso que es mala. Bueno, no sé si es mala— me sinceré ante mi desconocimiento—, pero sí parece que quiere tergiversar las cosas, barrer hacia su campo— resumí, haciendo un gesto con la mano, algo enfadada, como si me hubieran negado comprarme una piruleta.

Escuché los nombres que Lyman dio, y lo miré sorprendida, pensando en cómo sabía todo aquello. Me imaginé que era un hombre muy inteligente, y que sabía muchas cosas, aunque yo no sabía cómo él sabía tanto. Supuse que él era más mayor que yo, y eso lo decía todo.

A ver…— comencé a mirarme los dedos, y a relatar todos los que estábamos en aquel lugar frío, y lleno de disputas—. Sí, Míriel es el actor, el tal Roger, porque ha dicho algo así como que es una lata tener que morir, luego resucitar, y luego morir. ¡Já! Pues que me deje a mí la parte de resucitar— me quejé arrugando la nariz—. Perdona, Lyman, es que estoy enfadada. No lo pago contigo. No quiero.

Suspiré, y me concentré para recordar los nombres de cada uno de los que estábamos allí.

—Sí, estoy yo, que soy Tarma, fata del Bosque— sonreí, como si me presentara—. Después, sí, está Aina que es Zaira en el mundo de los vivos, y habla con vosotros, y nosotros, y no sé qué más hará, pero no me cae bien— volví a quejarme—. Loth también está— apunté, pues no lo había mencionado Lyman—. Y Vanya acusa a Aina de estar con los malos, malosos— ahogué un grito, sonriente—. Aidane también está. Era Niba— afirmé, recordando el momento en que se confesó como tal—. Pero, creo que no hay ningún Elendë— me llevé el dedo al mentón, pensativa—. Loth y Elendire creo que son novios— añadí, en tono confidente, haciendo una mueca de asco—. Y, no sé— suspiré, perdida—. Todo el mundo se sigue acusando. Y se sigue defendiendo como puede. Me cuesta seguirles porque no sé qué es verdad, y qué es mentira— torcí el gesto, algo compungida—. Me vuelven un poco loca.

Cargando editor
23/02/2015, 19:09
Lyman F. Gale

-¿Te gustaría estar viva?- repitió. –Y a mí durante muchos, muchos años me hubiera gustado ver. No siempre tenemos lo que deseamos, pero a veces, nuestros deseos se cumplen.

Se encogió de hombros, aunque tras las gafas oscuras brillaba una idea.

Siguió escuchando sus quejas con una sonrisa que se ensanchaba, no solo por lo que la pequeña decía sino también por las muchas partes en que su mente viajaba. -Si no quieres saber las cosas por boca de ella... ¡pregúntamelas a mí! Te propongo un trato. Yo te puedo contar lo que ocurre ahí, si tú me cuentas que ocurre a tu alrededor. Quid pro quo. ¿Hay pacto?- Y como si fuera un juego, terminó su pacto alargándole la mano directa a la niña con una sonrisa afable. -Si prefieres también podemos sellarlo con el meñique.

Repasó aquella nueva información en su cabeza, Míriel, Tarma, Aina, Loth, Elendire, Vanya, Aidane… -Te has dejado a Falmarí, pero no importa.- Sentenció. – Así que la chica silenciosa era Aidane… interesante. Veo que "ella" al final la encontró antes que yo. Huh, eso que me ahorro.- Sabía que Jane no podía entenderlo pero ya casi hablaba más por él que para nadie de ahí, como si de pronto olvidase que no estaba solo.

-Vale, Quid pro quo. Me has servido un favor, ahora me toca a mí darte un regalo.- Se levantó las gafas de sol y le guiñó el ojo. Luego, como si no las necesitase se las quitó y las olvidó a un lado. Librándose de ellas, al menos a este lado del reloj.

Se quedó pensativo un rato, a muchos sitios a un mismo instante. Y reprimió una carcajada.

Se levantó y desapareció. Físicamente delante de los ojos de la niña, para aparecer un parpadeo después a su lado sentado en el reposabrazos de su sillón, con las piernas cruzadas y apoyando sus codos sobre ellas. No obstante, el peso no había desequilibrar el mueble, pues su cuerpo parecía más hecho de sombras sin definir que ropas, carnes y huesos.

-Voy a preguntarte algo, pequeña.- Aspiró con calma y tomándose su tiempo, eligiendo quizás sus palabras.  –Luego te relataré dos cuentos, uno que conoces y otro que no. Pero primero, veamos qué piensas...

 ¿Si alguien te roba algo que es tuyo? ¿Eres mala? ¿Y si te enfadas, eres mala? ¿O crees que es ella, la persona mala? ¿Y si te roban tu casa, tu hogar y te dicen que no puedes entrar en él? Entonces… ¿eres mala? Si esa misma gente, te privan de las cosas que te gustan, de la compañía de tus iguales y te dejan a un rincón como si nunca hubieses existido… durante mucho, mucho tiempo sin nada ni nadie, y lo sumaras todo y pensaras en recuperarlo aún haciéndoles daño, ¿serías mala?

Esperó una respuesta antes de proseguir.

Cargando editor
24/02/2015, 12:57
Jane Wild

Las preguntas de Lyman me parecían obvias. Puse los ojos en blanco, y asentí con la cabeza, sin pestañear.

—Claro que me gustaría estar viva— respondí algo más arrogante de lo que me hubiera gustado—. Y espero que quien pueda traer a la gente a la vida, me considere como una posibilidad. Me gustaría tanto volver a estar en el mundo de los vivos— suspiré.

Escuché más seria, sin embargo, aquel trato que Lyman me proponía, y lo miré con el entrecejo fruncido. Me preguntaba por qué le interesaría alguien como yo, que no tiene ni idea de lo que ocurre a su alrededor, y va diciendo lo que ve, y oye sin importarle demasiado las consecuencias. Me imaginé, pues, que, a partir de ese momento, debía de ser más cautelosa, y quedarme mejor con las cosas, pues, si iba a sacar algo a cambio de Lyman, quien me parecía extremadamente inteligente, ciego, pero muy listo, me valía la pena.

Hay trato— y tomé su meñique para sellar nuestro pacto, sonriente.

Asentí ante mi olvido, y recordé a aquel fata azul que también se enzarzaba con facilidad en insultos.

Ladeé la cabeza ante sus siguientes palabras sin llegar a entender lo que decía, pero no pregunté. No aún. Me imaginaba que más adelante me contaría lo que sabía, por lo que no insistí por el momento. Me limité a escucharlo, por si contaba alguna cosa más que pudiera llegar a entender.

—Bien, ¡un regalo!— exclamé, dando una palmada, escuchándolo atentamente, y esperando mi sorpresa—. Dime, dime.

Intenté guiñarle yo también un ojo, pero no me salió. Traté de intentarlo una vez más, pero sólo me salían muecas en la cara. Lyman no podía verme haciendo el ridículo, por lo que me alivié un poco, aunque también nos hubiéramos reído por mis caras.

Miré cómo dejaba las gafas a un lado, y las señalé con una mano dubitativa, por si se le estaban olvidando. Cuando me quise dar cuenta, Lyman no estaba, y me dio un vuelco al corazón, pensando que me había dejado sola. En el momento en que apareció a mi lado, exhalé un suspiro de alivio, y sonreí, divertida.

—Qué guay— dije, mirándolo—. Tu poder está muy chulo.

Lo contemplé, y atendí ante lo que me dijo. En un principio, me quedé con poco, pero, después, fui analizando sus palabras, y me quedó un cuadro más o menos definido en mi mente. Quería saber aquella historia que no sabía, por lo que contesté en cuanto tuve la oportunidad.

—No, no sería mala— contesté, segura—. Son mis cosas, es mi hogar, y si quiero volver allí, ¿por qué no iba a poder hacerlo?— pregunté, enfadándome sin saber muy bien por qué—. Robar está mal. Y que no te dejen volver a casa cuando quieres, también está mal. Por lo que, sí, los malos son los otros, no yo— respondí, alzando un poco la nariz, orgullosa, porque yo sabía que era buena—. Los malos son los demás. Yo no— afirmé.

Fue, entonces, cuando me di cuenta de que algo pasaba. Lo noté en mi interior, como una calidez de un rayo de sol perdido en aquella penumbra. Me di cuenta de que algo había pasado conmigo.

—Oh— sonreí, divertida—. Mira, Lyman, etoy de vuelta— no sabía cómo porque no veía nada que hubiera cambiado, pero era como si pudiera sentirme viva, como si hubiera abandonado aquel lugar de muertos—. ¡Estoy viva!— dije, dando palmadas—. ¿Lo has hecho tú? ¿Tú me has traído de vuelta?— lo pregunté, teniendo ganas de saltar, y gritar de alegría. 

Cargando editor
24/02/2015, 19:13
Lyman F. Gale

-¿Mi poder?- repitió sorprendido. No solía usar la nomenclatura “poder” para referirse a lo que hacía de una forma tan natural, al Don que le había ofrecido su madre la oscuridad. Sonrió amablemente y respondió al halago. -Gracias.

Y se quedó con esa sonrisa, con los ojos entrecerrados como un gato feliz.

Y su sonrisa se ensanchó a cada una de las respuestas a dichas preguntas obvias que Lyman le había propinado. Aunque la niña aún no comprendiese, él le estaba ya entregando su regalo. No se trataba de buenos o malos, sino de derechos y reclamos. De justicia. De liberarnos de nuestras ataduras, de girar la llave que encierra nuestra jaula y de extender las alas para salir a volar.

-Sí, lo veo- corroboró. -Estás viva, pequeña. Te he echado de menos.- Aquél hombre ciego volvió a desaparecer y se desplazó por la sombra hasta al pie de la gran esfera y contempló a través de ella, doblemente testigo de esa resurrección, contemplando la ciudad, el puente y los Fata reuniéndose alrededor de Jane.  -Mi pequeña lazarilla.- Soltó cariñosamente haciendo un juego de palabras. -Bienvenida.

Luego anduvo alegre hasta sentarse otra vez, frente a frente. -¿Si lo he hecho yo? Jujuju. ¿Físicamente? Nah, no he sido yo. No puedo devolver la vida a los muertos, pero… sí puedo convencerlos para que lo hagan otros aunque sea con sinceras dulces frases o con engaños. Yo dirigí, sin que lo supieran, a quienes pueden hacer eso, para que así ocurriera. No lo hice yo devolverte la vida, pero yo soy el responsable de ello. ¿Crees que fue casualidad que te dijera que “a veces hay deseos que se cumplen”? ¿Crees que fue casualidad que te preguntase si querías vivir? Pues ahí lo tienes, se cumplen, solo basta dar con el genio de la lámpara indicada.- Se rió como si no se hubiese reído en siglos, una risa larga, desinhibida y sonora.

-Ahora… creo que te debo dos historias. ¿No es así?

~

-La primera, la que no conoces. He ahí un joven Fata que lo tenía todo y en su arrogancia jamás creyó que pudiera faltarle de nada. Un reino, un poder, unos aliados y un respeto. De pronto, se lo arrebataron y lo dejaron vacío. Lo aíslaron. Vidas enteras. Una existencia de sumisión, de marginación, de completo desprecio y perpetúa solitud y oscuridad. Lo despojaron de su poder, de su hogar, de su futuro, de su rostro, de su talento, y no satisfechos con ello incluso le arrancaron los ojos despojándolo de su visión.

Y así lo dejaron durante años, como un muñeco roto. Generaciones enteras. Hasta que los días y las noches pasan, hasta que los años y las horas no presentan diferencias, hasta que el tiempo ni siquiera es una ilusión.

Y mientras él, languidece como un gusano arrastrándose por el barro, nadie lo busca o lo consuela, todos se olvidan de él. Se regodean nadando de sus riquezas, de sus aplausos, del cariño de cuantos los rodean. Derraman una risa por cada lágrima suya, obtienen un beso, o un abrazo, cada vez que él tirita de frío, y duermen con los estómagos llenos cuando él, el hambre lo mantiene en duermevela.

El final… lo escribes tú. Tarma.

¿Lo dejamos pudrir? ¿Por qué habría que apiadarse de ese ser desgraciado? ¿Por qué habría que devolverle sus juguetes?

Aquél humano de corta estatura se levantó sin una sonrisa, con aquella máscara marmórea que no toca el tiempo ni la emoción, y dio un par de pasos deambulando sin rumbo por la sala, y tras hundir su cabeza en la capucha de su sudadera aguardó del frío sus manos en los bolsillos. Su vista se perdía más allá del reloj, del puente, de la puerta de Fäe y la misma Linde.

Sin apartar la vista sin siquiera para observar la expresión de su atenta espectadora prosiguió.

-Lástima que no sea una historia muy feliz. Seguro que no te ha gustado mucho. Aun te debo otro. ¿No es así? Intentémoslo de nuevo, a ver si es mejor.

Poco a poco, Gale se deshacía, perdiendo forma de los pies a la capucha, como si el suelo se lo estuviese tragando. No se lo veía en parte alguna, pero ahí seguía su voz:

-Este te será más conocido. No hace muchos días, había una niña.- Pronto las sombras tomaron formas de cuervos, muchos, volando lejos de un bosque. -Feliz. Con sus cosillas pero feliz, despreocupada y con una familia que cuando se desvelaba por las noches, corrían a consolarla. ¿Por qué no habría que hacerlo? Pues era su pequeña.- Como sombras chinas en un teatro cuyo marco es solo hecho de oscuridad, se ven animales, árboles y en medio una niña, corriendo y saltando de uno a otro, montando un tigre, deslizándose por el cuerpo de una serpiente y ululando en una rama junto a un búho. -De pronto, como el títere del que tiran sus hilos, la joven se ve alejada de su mundo,- desapareció el teatro y quedó solo oscuridad -devorada hasta el mismo vientre del monstruo. Otros héroes y protagonistas de otras fábulas, saldrían de ahí, con ingenio, quemando al ser desde dentro. Pero ella no puede y jamás podría sin ayuda de alguien suficiente fuerte para dar muerte al titán, abrirlo y sacarla de ahí.- Aquél que se había declarado dueño de la ciudad oscura recuperó su forma.

-Sabes de quién hablo ¿verdad? La niña…- Deformó su brazo desde la yemas hasta el codo formando un rostro familiar, que le devolvía la mirada como un espejo. -¿verdad, Jane?- Tras entregar el mensaje recuperó su mano y la devolvió al bolsillo.

-Ellos, los Fata, tus “hermanos” te reciben con alegría fingida mientras siguen dudando de ti, te miran con recelo y piensan la forma de devolverte a un sitio donde puedan sentirse seguros. Los culpé, les grité y los maldecí por haberte buscado en su elección con el reloj, y ni siquiera lamentaron su decisión. Ahora se disculpan con arrepentimientos vacíos, dispuestos a volverlo a hacer. Hace pocos minutos, te habían robado la vida, habían decidido que no la merecías. Te robaron todo lo que tenías como humana: tu familia, tu inocencia, hasta tu vida. ¿Te dieron a cambio un destino como Fata? No. No te dieron nada mejor. Te apartaron. Como a una muñeca rota. Quisiste estar viva y no podías. ¿Sentiste rabia? ¿Eres mala? ¿Qué habrías hecho por conseguirlo, y parar quién te volviera a la vida? ¿Y qué harías para que los que te usurparon tus derechos lo pagasen?

Todo ese dolor libre castigo. Encerrada sin NADA, sin juguetes, sin inocencia, sin todo lo que habías apreciado, anhelado y deseado. Negada, hasta tu inocencia.

¿Te suena ese cuento?

Y ahora, pequeña. Recuerda quién. Quién mediante palabras y engaños ha procurado tu vuelta, quién les ha dicho que no estabas rota, que te necesitaban para poder volver a casa, convencerlos de traerte solo por sus propios intereses egoístas. Recuerda quién te ha abierto la puerta y te ha devuelto tus juguetes, tu vida, y la posibilidad de regresar a tu hogar. Todo.

Quid pro quo.

Aquél Fata se arrodilló hasta quedar a su misma altura que ella, a menos de dos palmos de su nariz. -Yo te pregunto. ¿Me ayudarás a mí, a recuperar lo que me pertenece y me robaron?

Notas de juego

P.d.: Bienvenida al lado oscuro :P

XDDDDDDDDDD

Sí, puedes culparme a mí X___DDDDDDD

Te aconsejo, lo pondría on-rol y si quieres lo haré, pero de moento el post ya es muy largo y llevo toda la tarde :P


-Que seas tu misma. No hagas cosas raras ni levantes demasiada la atención.

-No repliques a provocaciones. Están susceptibles y eso ya se llevó al menos dos por delante.

-Darme información (bueno, eso ya era un trato, necesito saber de los traidores y de lo que pasó cuando estuviste muerta, sí, voy con los malos, obvio) :P

-No digas lo que sabes, "no digas jamás lo que piensas a un extraño" ¿te suena? XDDD (Sí es tu frase del Padrino) a no ser que tengas una muy buena razón. Y con ello me lleva el siguiente y último punto:

-Tú y yo no guardamos ningún vínculo de cara a la galería. Este lado del reloj no existe, y si existe no lo compartimos nosotros dos.

Cargando editor
25/02/2015, 17:02
Jane Wild

—¡Síiii!— exclamé, dando saltos de alegría por toda aquella sala del reloj—. Vuelvo estar con vosotros. Qué bien— dije, dando una palmada—. Yo también te he echado de menos, Lyman— me acerqué a él, en plan confidente, y susurré—. Además, tú eres mucha mejor compañía que esa pesada de Zaira— puse lo ojos en blanco—. No hay quien la aguante.

Escuché la contestación de Lyman, y torcí el gesto al saber que no había sido él quien me había traído de vuelta. No sabía, entonces, quién podía haberlo hecho, pero le estaba muy agradecida. Sin embargo, un mar de dudas me surgió cuando tampoco desmintió del todo que no hubiera sido él el que hubo instado para mi resurrección.

—Lyman, no sé cómo lo haces— dije, ladeando la cabeza—, pero creo que has tenido mucho que ver en el tema. Así que, gracias— agradecí, sonriente—. Si no hubieras intercedido por mí, seguramente todavía estaría con Aina y los demás fatas.

Extendí dos pequeños dedos, y asentí. Sí, me debía dos historias. Una que ya conocía, y otra que no. Y tenía muchas ganas de escucharlas, por lo que me quedé en silencio, enmudecí, y lo contemplé mientras narraba.

La primera historia me pareció horrible. Sentí mucha pena por aquel que lo perdía todo, y tenía que vivir solito. Me pregunté las razones por las que la vida había decidido hacerle aquello, aunque intuí que no tenía nada de filosófico el asunto; más bien, era cosa de personas malas.

Pobrecito— murmuré sin poder contenerme al oír que el hombre pierde la visión. Bueno, se la quitan.

Pegué un respingo cuando me dijo que el final dependía de mí. Pestañeé varias veces sin llegar a entenderlo del todo, y fruncí el ceño, señalándolo.

—¿Eres tú?— pregunté, asombrada—. ¿Eres tú el hombre de la historia? ¿A ti te hicieron todo eso?

Seguí con la mirada a Lyman, sintiendo mucha lástima por él, porque me imaginaba que alguien le había hecho eso, y había sufrido mucho en el mundo. Él era una buena persona. Me había ayudado a revivir, y soportaba mis tonterías. Me alegré que fuera mi amigo, y decidí que lo ayudaría en lo que fuera necesario.

Iba a abrir la boca cuando vi que continuaba con la segunda historia. Me centré, y lo dejé hablar, escuchando todo lo que tenía que decirme.

Sonreí, encantada, al ver el espectáculo de las sombras. Di un par de palmadas, como si estuviera en una función de teatro, y contemplé cómo se movían formando las figuras, mientras Lyman narraba el cuento. En seguida, por puro egocentrismo, me imaginé a mí misma como la niña de la que hablaba la historia.

Soy yo— reí, señalando la imagen que había creado el hombre ciego.

Sin embargo, mi sonrisa fue desapareciendo me contó lo siguiente. Tragué saliva con dificultad, y noté cómo se me aceleraba el corazón. Pestañeé varias veces, sin poder creerme lo que me decía, y una ira muda comenzó a crearse en mi interior.

Mentirosos— murmuré, más para mí misma que para que lo escuchara Lyman.

Señalé a Lyman, y me puse a su altura.

Tú, tú has conseguido que esté de vuelta— respondí ante sus preguntas—. Tú me has ayudado mucho. Tú no eres como ellos, como esos… mentirosos.

Estaba algo alterada, y notaba mis manos temblar, pues creía que el recibimiento que me habían dado allá abajo era sincero.

Te ayudaré— lo prometí, mirándolo—. Dime, ¿qué debo hacer?

Notas de juego

Mala, malosa. Guay ¬_¬

XDXDXDXDXDXD

Tranquilo, actuaré como si nada de esto existiera :P

XDXDDXDDXDXD

Cargando editor
26/02/2015, 10:33
Lyman F. Gale

Lyman solo dedicó un asentimiento muy leve cuando la joven Fata le preguntó si era el protagonista de su primera historia. No hacía falta más, su expresión corporal y lo que se leía en su falta de brillo en la mirada al contarlo, no dejaba mucho margen a dudas.

Quería ayuda, no lástima. Y quizás por ello se había obligado a esconderse bajo la capucha, o quizás fuera que no habría podido soportar que vieran sus debilidades.

Por lo demás, había seguido su segunda historia y había establecido su pregunta.

Escuchó con ávida atención las respuestas de Tarma que asomaba con inteligencia detrás de la ingenuidad de Jane. Sintió su rabia pero no la acrecentó, juntos harían justicia y para conseguirlo necesitaban estar serenos.

-Te diré qué hacer. Vamos a trabajar. Codo a codo. Extirparemos de Fäe ese cáncer de egoísmos, juntos. Cuando hayamos limpiado a Fäe de todo lo perverso haremos un mundo nuevo. Pero para ello nos queda un largo camino que solo la paciencia y la suerte nos permitiran ver que nos guarda la recompensa que se encuentra al final.

No se acomodó, ni se apartó de donde estaba, la contemplaba a los ojos y le fue indicando los pasos a emprender.

-Primero, necesito información. Exacta y certera. Eso será mucho más provechoso que un poderoso ejército y mil espadas. Necesitamos controlar mucha más información que no ellos. Y luego, haremos hacer circular información falsa aumentando nuestra ventaja. Así que, necesito que me digas quienes son tus compañeros para que pueda, si llega el momento, contactar con ellos. Puede que llegue el momento en que tengamos que sacrificar algunas piezas para fortificarnos, pero de momento mejor saber con qué piezas contamos para no ir eliminándolas sin saberlo. Así que necesito que me digas quienes bajo esas máscaras de carne y hueso estan nuestros aliados.* Luego, que me cuentes cada detalle que hayas podido apreciar cuando te contaste entre los muertos. Todo información es buena, damela y la interpretaré. Por ahora tengo, creo, más datos que tú, vamos a ponerlos en común.** Y finalmente, necesito saber que haces y como lo haces, conocer el enemigo es casi tan importante como conocerse a uno mismo y sus propias fuerzas y límites.***

Entonces, más allá del reloj, ocurrió que volvió Ivanna. El hombre ciego pareció enormemente fastidiado, eso podía perjudicarlos y mucho.

-¡¡M!3%&a!! A esa la necesitaba muerta, y que la alzases tú para nuestros fines y órdenes. ¿has sido tú? Dime que sí, socia, esto podría sernos un problema... Esa m@ld!7a no solo puede robar la esencia que alimenta nuestra vida y matarnos, sino que además puede robar nuestros dones como Fatas. ¡Tsk! Mil veces odiada, además ama a Loth, que creo que es el único que puede perjudicarme.

Algo de ira mal contenida asomo de sus ojos.

-Pufffff... poco podemos hacer ahora al respecto. Y esa engreída de palacio... Aina, es como un grano del tamaño de este reloj en el culo. Suerte que nos perjudica tanto a nosotros como a ellos con sus palabras llenas de omisiones y prejuicios.- Se encogió de hombros cada día lo tenían más difícil, al final tendrían que jugársela asestando un rápido y fuerte golpe, pero antes tenían que disponer los elementos. No se puede usar una máquina sin montarla.

-¿Por donde iba? Segundo, discreción. No reveles a terceros nada que sepamos, de momentos ni a nuestros aliados. Estudiaremos uno a uno los datos que vamos a permitir circular. No responderemos a provocaciones, y las acusaciones solo lo justo y acordado para librarnos de un castigo. Si las cosas se llegan a torcer... te pediré que me delates, te ganes su confianza y cuando esto esté terminando me vuelvas entre los vivos. Eso me lleva a buscar quién devuelve las vidas. Nos iría muy bien bajo nuestro liderazgo. Sé tú misma. No hagas cosas raras ni levantes demasiada la atención. Y tú y yo, jamás nos hemos visto, ni hablado, salvo en la ciudad oscura, como hacen bien en llamarla. ¿Entendido?

Ordena tus palabras en tu mente si lo necesitas, tenemos tiempo. Las prisas jamás fueron buenas.

Notas de juego

*Vamos, necesito saber quienes estáis en la escena de lobos. :P

** Lo que se haya dicho y desvelado entre los muertos.

*** Tus habilidades y roles. ¿Qué hace guadaña? XDDDD Sí, sí, te contaré los míos a cambio :P

Cargando editor
26/02/2015, 12:15
Jane Wild

Ante aquel gran discurso de Lyman, y ante todas sus peticiones, me sentí muy pequeña, porque no sabía si iba a desempeñar bien mi papel. Me daba miedo equivocarme o decir algo fuera de lugar, y yo no tenía la inteligencia que él poseía, por lo que su plan, tan calculado, podía irse al traste por mi culpa.

La presión que sentí en mi interior fue en aumento cuando vi que aquella chica resucitaba. Pestañeé varias veces, porque no entendía la razón por la que la habían traído de vuelta.

Bufé por la nariz, y la señalé con el mentón.

Menos mal que le dijo a Loth que no quería que la resucitaran, porque quería estar siempre con él— dije, divertida—. Supongo que, ahora, ya no lo echará tanto de menos.

Sin llegar a entrar más en la broma, me concentré en sus peticiones, y asentí para mí misma.

—Antes que nada, he de decirte algo, Lyman— dije con premura—. Me veo a veces con Rais, un amigo fata del Bosque, que tiene a Chris como carcasa humana— agregué—. Me ha preguntado si he sido yo quien ha resucitado a esa chica. Le he dicho que no, y lo mismo te contesto a ti— lo miré, fijamente—. Yo no he sido— respondí—. No sé quién lo ha hecho, pero yo no he sido.

Torcí el gesto, y pestañeé varias veces.

No sé por qué le importaba tanto que fuera yo quien la había traído de vuelta— me encogí de hombros, pensando que era una simple curiosidad del fata, y miré de nuevo a Lyman—. También me ha pedido una cosa: que no vote a Kammy, que la necesita, me dice— torcí el gesto de nuevo—. Me he dicho que no se preocupe, que no la votaré. Yo votaré hoy por Thomas, como estoy viendo que hará mucha gente, así me disimularé— sonreí, satisfecha sintiéndome un genio—. Por otro lado, le he preguntado por qué no quiere que la vote. A ver si me responde. Cuando lo haga, te lo cuento— dije, sonriente. 

Notas de juego

No me olvido del resto de cosas, pero quería publicar cuanto antes ante lo que ha pasado hace poquito :)

Después, te pondré otro post con el resto de las peticiones :)

Cargando editor
26/02/2015, 12:19
Lyman F. Gale

Era una buena aliada, sin duda, en pocas palabras ya le había traído un buen río de información, nuevas cosas que desconocía, aquello aportaba muchos datos incluso más de lo que ellos podían calibrar por el momento: -Muy bien. Estoy orgulloso, quizás todo ello nos sea útil. ¿Será Rais otro poderoso aliado...?- No obstante se le hacía difícil pensar en ello. A qué lado serviría Paul? -¡qué lástima que mi memoría esté mellada en algunas partes! ¿Será Kammy necesaria para él en algún otro sentido? Tendré aún mucho para investigar, pero has hecho muy bien, pequeña.

-Por otra parte... acabo de observar la reacción de Zaira, y parece que también comparte ese conocimiento, primero te castigó con la mirada, pero luego se olvidó de ti. Alguien le ha dicho que no has sido tú. Lo he visto en sus ojos. Lo sabe, y NO lo sabe por algo que se haya dicho en la Ciudad Oscura, lo sabe por conexión mental con alguien. Pero... ¿ese alguien, cómo lo sabe? ¿Será posible que esta muchacha esté en contacto con quién resucita? Cada vez más me gustaría descubrir quién es, y quererlas ambos muertos, o bajo nuestra influencia... Ella y la chica esa del pelo morado que atacan noche tras noche hoy están muy juntas, podría ser ella, podría ser que hablasen en otro lugar fuera del espacio y tiempo... me inquieta, quizás si sea cierto después de todo que es capaz de hasta abrir un portal en el mundo de los muertos. Sí es así... habrá que encontrar la forma de deshacernos de ella, y traerla a nuestra causa. Eso sería... sencillamente delicioso. M!·%&a necesitaré descubrir quienes de los nuestros pueden matar.

Notas de juego

Don't worry. Está genial la info ^__________^ Mi espia habla-búhitas XDDD

Cargando editor
26/02/2015, 12:46
Jane Wild

—Acabo de hablar con Rais, Lyman— dije, apresurada, pues la información lo requería—. No entiendo del todo lo que quiere decir lo que me ha dicho, pero yo te lo cuento igual.

Pestañeé varias veces, ordené las ideas en mi cabeza, y comencé a hablar:

—Me ha dicho que tiene el poder de alterar las votaciones— confesé, algo nerviosa—. Pero que ese poder no era todo— hice una pausa—. Supongo que quiere decir que no lo tiene al máximo o algo así— añadí, encogiéndome de hombros, tratando de descifrar las palabras de Rais—. Me ha dicho también que su poder está ligado con Kammy— dije, poniendo los ojos como platos—. Tiene contacto con ella— aseguré—. Me lo ha dicho. Porque dice que cuando contactó con ella, notó si algo se aflojara, un nudo ha dicho— torcí el gesto de nuevo, sin llegar a entenderlo del todo—. Dice que hoy estará más liberado ese nudo, pero que no será suficiente, por eso necesita un día más de margen, y por eso me ha pedido que no la vote, para asegurarse de que sea otro el que reciba más votos— resumí, satisfecha por haber hecho el trabajo.

Callé por el momento, y pestañeé un par de veces más.

—No tiene el poder sobre las votaciones, sino sobre el voto de una persona— añadí—. Me lo acaba de decir— dije, asintiendo con la cabeza—. Rais hará que Kammy lo vote a él, y no a Andy— hice una pausa—. También me ha dicho que su poder se hará más fuerte una vez lleguen las votaciones de mañana. 

Notas de juego

XDXDXDXDXD

Madre mía, qué tráfico de información :DDD

Cargando editor
26/02/2015, 12:56
Lyman F. Gale

Escuchó con mucha atención cada palabra aguda de Jane. Y lo meditó algunos instantes, casando ideas en su cabeza, hasta que sentenció: -Rais necesita a Kammy para obtener el favor del reloj.- Compartió. -La cuestión es sencilla, cuando más comparten esa conexión telepática más se acerca a completar su destino, pero no sé si nos sirve que pueda "completarse". Me iba a votar a mí mismo pero ahora dudo y no sé si votar por Kammy. Sea como sea, no nos queda otra opción, hazle caso y gánate su confianza.

Meditaré en todo ello, pero me da que sé a quién sirve Rais... y no es a nosotros. Gracias pequeña.

Notas de juego

XDDDDDDDDDD

Me da que a partir de ahora, para ti y para mí ma a ser un no parar. En fin, salgo volando para casa, tengo que ir a Prats, espero no tardar mucho. Te atro!!!! <3

Cargando editor
01/03/2015, 19:35
Jane Wild

Cuando creí que ya tenía las ideas aclaradas, miré a Lyman, y comencé a hablar.

—Bueno, te prometí que hablaría de todas las preguntas que me hiciste y demás— empecé, sonriente—. Bien, hablaré primero de mí, que es de lo más segura que estoy— reí, divertida—. Mi don no es tan horrible como decía Zaira. Puedo revivir a dos personas, y les obligaré no sólo a contarme la verdad, sino a decirles lo que pueden o no hacer, lo que tienen que hacer. A darles órdenes en definitiva— me encogí de hombros—. Bueno, sí, tal vez sea algo horrible, pero sacaremos verdades absolutas, que es más de lo que se ha hecho hasta ahora— resoplé, algo molesta—. Después, cuando comuniqué con el reloj, me dio otro don. Elegí el número XXIV, por eso estoy aquí contigo— le señalé, sonriente—. Me daba la capacidad de matar a alguien, a quien yo quisiera en el momento en que me diera la gana. Esté yo viva o muerta, mi petición se cumplirá— aseguré, algo más seria, pues el tema lo exigía—. He de confesarte que este don lo he usado esta noche. Contra Zaira— añadí, cogiendo aire por la nariz—. Aparecerá muerta por la mañana, pues, aunque podía hacerla desaparecer ahora mismo, prefiero que se confunda con un ataque más de nuestros compañeros, por lo que, así, se disimulará— me sentí orgullosa de mi ingenio y astucia.

Hice una pausa, y seguí hablando cuando llegué a mi siguiente punto.

—Después, sabes que tengo una conexión con Chris, bueno, con su fata, Rais— concreté—. Me ayudó en el Bosque. Yo estuve siempre sola, y él me ayudó sin que yo lo supiera, hasta que un día lo sorprendí, y me enteré. Le estoy agradecida y eso, aunque no hemos hablado de tal cosa aún, la verdad— resumí—. Nuestras conversaciones son más prácticas— asentí con la cabeza—. Te dije que podía controlar un voto, que podía cambiarlo a su voluntad, cosa que pasó. Tiene algo con Kammy, y la necesita para catalizar su poder sobre los votos— me encogí de hombros—. De lo que habla con ella lo ignoro— indiqué—. Ya me gustaría saberlo, pero no lo tengo claro. Lo único— alcé el dedo, recordando algo que dijo Rais— es que se le escapó un nombre, diciendo que también mantenía una conversación con esa persona. O puede que sea el fata que se esconde en Kammy. Dijo Eirien. ¿Te suena ese nombre de algo?— le pregunté, ladeando la cabeza.

Tragué saliva, y me centré en el nuevo tema a exponer.

—El lugar de los Muertos— anuncié, suspirando—. Tengo recuerdos algo confusos, y he de decirte que tampoco presté mucha atención por lo que decían. Me daba rabia estar muerta— dije, encogiéndome de hombros—. Bueno, Zaira es quien se encarga de trasladar los mensajes. Allí se la ve como Aina. Y dice lo que le da la gana, yo creo, haciendo un filtro entre un mundo y otro a conveniencia. Si lo hace aposta o por despiste, no lo sé— negué con la cabeza—. No sé con quién tiene sus lealtades. Antes de revivir, dijo algo bastante interesante.

Comencé, después, a dudar, y soltar las ideas tal cual me venían a la mente:

Loth y Elendire parecían quererse de verdad. No quería revivir ella sin él, porque era su fuerza, y no sé qué chorradas más— puse los ojos en blanco, asqueada—. Ya sabes cómo ha terminado aquello, al parecer— y me moví como si me estuvieran haciendo cosquillas, imitando de manera grotesca a Ivanna.  

Hice una pausa, y continué:

—Por su lado, Vanya y Miriel, el actor, no paraban de seguir discutiendo sobre quién decía la verdad, y la mentira— dije—. Se contradecían todo el rato, y no llegué a entender del todo quién podía estar diciendo verdades, y quién no. Vanya lo acusaba de asesino. De que tenía sangre en sus manos. Vanya también aseguraba que Aina estaba compinchada con Miriel. Que ellos dos eran malos, y que habían confabulado para poner en contra de Vanya a todos. Así parece a ojos de los vivos una mala más— suspiré, algo liada—. Vanya cree que Aina, Miriel y Falmari están compinchados.

Me llevé un dedo al mentón, y pestañeé varias veces, para seguir hablando:

—También Falmari dijo algo de que Elendire tenía muchos cuernos— y me llevé dos dedos a las sienes, simulando astas de toro, riendo—. Que no era un secreto en Fäe, al parecer.

Fruncí el ceño ante lo que iba a decir a continuación.

—Zaira, bueno, Aina, tiene un romance con Anastasia— confesé—. Dijo que su amor era tan grande como el que Elendire y Loth tienen… Bueno, como tenían antes, quiero decir— añadí—. Dice que era muy fuerte. Se la veía feliz, la verdad— agregué, encogiéndome de hombros—. Dice que la protegerá de todos los que quieran hacerla daño. Bueno, no sé si realmente podrá, la verdad. Pero, creo que, esta noche, si mi plan sale bien, Zaira caerá, y con ella, Anastasia— no pude evitar torcer el gesto, porque no quería hacerle ningún mal a Anastasia, pero asumí que eran daños colaterales.

Suspiré de nuevo, recordando algunas ideas más.

Hablaron también de una tal Lassa. Aina no cree que sea asesina, aunque otros no lo ven así— dije—. Míriel miraba el interior de nosotros. Sabía lo que podíamos hacer— tragué saliva y continué—. Aidane podría copiar lo que hacemos— miró a Lyman—. Es una copiota— dije, sonriendo—. Pero, no sé si una copiota mala o buena.

Me mordí el labion inferior, y miré a Lyman.

—Nu-Taur-Dunat mira también lo que hacemos. Su carcasa humana es Paul— informe.

Me quedé callada durante un rato más, y me encogí de hombros.

Creo que no sé más— y torcí el gesto, algo apesadumbrado, pues no sabía si le estaba liando más o le había servido de algo la información que le acababa de dar. 

Cargando editor
09/03/2015, 04:06
Narrador

Durante las últimas horas Lyman había permanecido callado, más ausente que de costumbre. Y desde el atardecer su mutismo había sido tal que podría haberse confundido con falta de ganas de vivir.

Sin embargo, al amanecer, algo parecía haber cambiado en él. Sería difícil decir exactamente de qué se trataba de buenas a primeras, pero parecía... Sí, diferente en cierta manera.