La nueva información descolocó completamente al Fata, que no sabía bien cómo interpretar lo que acababa de oír.

- Pensaba que te habías unido al cónclave de asesinos - dijo, y su postura se relajó visiblemente - Entiendo... no haces nada que no hacen los demás, asesinando en grupo como lobos cobardes aprovechando su número. Tú al menos ofreces un duelo de igual a igual.

Acarició la mejilla de su amada, y un atisbo de sonrisa asomó en su rostro.

- Sin embargo, imagino que si al final son los anarquistas los que acaban con la oposición, tú, como agente colaborativo, te permitirán vivir... y a mí contigo - meditó - El problema es que nadie me asegura que yo muera por su mano... o tú.

Suspiró, aliviada, al sentir su tacto. Sus ojos de nuevo brillaban, humedecidos, pero esta vez de algo más bien cercano a la felicidad. 

Se permitió un instante de silencio, en el que se deleitó en aquella caricia, antes de contestarle- Sí, supongo que me dejarían vivir si no me opongo a ellos. ¿Por qué querrían matarme si les brindo mi apoyo? El problema es que, quizá ellos no saben aún de mis intenciones, y pueden obrar de manera inconsciente. Por eso, nuestros esfuerzos ahora deberían centrarse en saber quiénes son y tratar de hacerles saber que queremos apoyar su causa. -aclaró- Todo esto, con el mayor disimulo posible.- añadió, preocupada

- Mi querido Loth, ¿cómo seré capaz de sobrellevar esta prueba? Me cuesta pensar. Me he devanado los sesos para llegar a estas conclusiones. Y he tenido que centrarme, demasiado. Estoy exhausta. - declaró, y acto seguido, apareció a su espalda un sillón, tan desvencijado como todo lo que había en aquella ciudad, pero aún lo suficiéntemente entero como para suponer un asiento seguro. 

Elendire se dejó caer, tirando sin querer de las cadenas que la unían a Loth, mirándolo a continuación con un gesto de disculpa, antes de añadir- Ven, siéntate conmigo, por favor.- pidió- Puedes permanecer de pie, si lo prefieres. - añadió, para que sus palabras no lo atasen.

En silencio, el encadenado Fata se unió a Elendire, y miró al infinito.

- Pasarás esta prueba, porque yo te ayudaré a pasarla. Juntos somos más poderosos - dijo, solemne - No sé si tienes algún otro vínculo, pero yo podría intentar averiguar si Ëssa es parte de los anarquistas. Si lo es, o sabe de alguien que lo sea, podríamos hacerles llegar esta información.

Mesó el cuerpo de tentáculos que le caracterizaban, y con la otra mano acarició el brazo de Elendire de forma distraída. La tensión y posición incómoda de Loth habían dado paso al reflexivo Fata que su amada conocía.

- Primero tengo que empaparme de cuanta más información, mejor. He pasado demasiado tiempo ausente, y no sé cómo son los participantes de este macabro juego.

Elendire observó a Loth, visiblemente sobrecogida por sus palabras. Ahora que él había vuelto, y que el conflicto inicial entre ambos parecía haber pasado a un segundo plano, sentía que todo era más claro y más fácil. A su lado, se sentía indudablemente más fuerte.

Apoyó la cabeza sobre su hombro, mientras lo miraba, arrebolada, cerrando en un momento dado los ojos para centrarse en sus caricias, erizandosele poco a poco la piel- Tengo posibilidad de hablar con Rais y Aidane, así como con Celebia y con Elende-aclaró, respirando hondo y despacio, mirándole de pronto de soslayo, para tomar uno de sus tentáculos entre los dedos y acercarlo a sus labios, besando primero su superficie para, acto seguido, introducirlo en su boca, succionandolo con suavidad, emitiendo un leve e involuntario jadeo

Suspiró, turbada, y se quedó quieta, dedicándole una mirada desconsolada. Hacía tanto tiempo que no habían yacido juntos que a penas era capaz de recordar cómo era q aquello de sentirse suya. Aunque su cuerpo parecía perfectamente capaz de rememorarlo. Sin embargo, tenía miedo de presionarlo demasiado, de romper la tensa cuerda que había comenzado a unirlos de nuevo, y aquello la mantenía expectante en lugar de hacerla actuar impulsivamente, como era habitual en ella.

- Habla con ellos, intenta obtener información... diles que piensen que hay más gente que puede segar vidas, si no, no habría habido varias muertes a la vez cada noche - dijo, y cuando quiso seguir explicando su posición, dejó escapar un suave gemido. Para alguien que no fuera Loth, no podrían entender lo que él sentía a través del racimo de tentáculos, mucho más sensibles que la yema de sus dedos. El rubor acudió a sus mejillas, y sus puños se apretaron - No puedo negarte que anhelo tu cuerpo, pero ¿aquí? ¿En este yermo sin vida?

- Hay otro lugar- convino, enardecida tras haberlo oido gemir- Uno en el que puedes resistirte a mí, si lo deseas-admitió,  desplazándose sobre el sillón hasta quedar sentada sobre su regazo, rodeándolo con sus finos brazos mientras su mirada se sumergía en las rendijas que eran sus ojos brillantes- Tómame en el lugar en el que nos reencontramos, Loth. Tómame si así lo quieres y háblame de lo que hay más allá de la Bruma...- le rogó,  anhelante,  besando y lamiendo con delicadeza otro de sus tentáculos- Quiero oírlo mientras me haces tuya.

Como ya había sucedido en otras ocasiones en este lugar apareció una llama negra sobre el número VI al mismo tiempo que lo hacía en el otro. El reloj parecía cada vez más completo, y eso podía ser muy bueno... O muy malo.

La muerte de Ivanna en aquella ciudad había provocado su misma muerte en esta extraña versión de la urbe. Débil, su figura empezaba a deshacerse.

Pero eso no era lo único. A poca distancia de ella la cadena que la unía con Loth se encontraba rota, augurando un negro futuro para el Fata.

Elendire observó largamente a Lúva, en silencio, mientras alrededor de ambas, el aire parecía viciarse condensarse, convirtiéndose en una densa niebla que poco a poco fue oscureciéndose, hasta alcanzar un tono oscuro que recordaba a la ceniza. 

La fata observó tremendamente entusiasmada el banco de Bruma progresar, adquiriendo formas imposibles, rodeándolas hasta cercarlas en una circunferencia definida, sobre la que comenzó a depositarse, lentamente, una capa de polvo y ceniza. La ciudad dejó de distinguirse claramente, y tan sólo la torre del reloj podía vislumbrarse entre los jirones de niebla espesa. 

En el centro del amplio círculo, se alzó un trono de madera oscura y nudosa, que poseía un aspecto ceniciento y lúgubre. La Bruma se arremolinó a los pies de Elendire, ayudándola a alzarse para llegar a su asiento, sobre el que se dejó caer, reposando los brazos con languidez, justo antes de pronunciar sus primeras palabras.

- Bienvenida. -dijo, esbozando una media sonrisa- Antes de que saques conclusiones precipitadas, te diré que no es la venganza lo que me lleva a hacerte esto- señaló la cadena que pendía de su muñeca, antes de continuar- Alguien a quien debo lealtad me lo ha pedido. Y así lo he hecho. Y ahora, tú me debes lealtad a mí, aunque pueda no gustarnos tener que compartir este lugar tan hermoso. - se encogió de hombros- Supongo que coincidirás conmigo en que, deberíamos tratar de hacer lo posible por colaborar, para facilitarnos las cosas, y para que yo no me vea obligada a forzar tu voluntad de ninguna manera.

Suspiró, apoyando un codo sobre el posabrazos, alzándolo para depositar su barbilla sobre su mano, ladeando el rostro de esta manera- Tengo muchas cosas que explicarte. Pero lo primero que me veo obligada a hacer es pedirte que no reveles que he sido yo quien te ha traido aquí, y que no hables por ahora de lo revelado sobre Serindë en el lugar en el que moran los difuntos.- añadió, con seriedad- Y antes de que prosigamos, me gustaría que me hablases de ti. Que me cuentes qué dones has traído contigo desde Fäe, qué fue lo que te enseñó el reloj, y cuáles eran tus afiliaciones antes de llegar aquí. -pidió, señalándola con un gesto que pretendía animarla a hablar, mientras una silla, de respaldo bajo, aparecía tras Lúva, disponiéndose para que ésta pudiera sentarse.

- Cuéntame todo lo que te ha ocurrido desde que llegamos a la estación abandonada, con quién has sido capaz de reunirte o hablar. Todos los secretos que guardas de otros y todo lo que has aprendido de ellos.- volvió a suspirar- Sé que puedes verte abrumada, y que puede ser mucho que explicar, pero es necesario, y nos falta tiempo.

La herida que cercenaba su cuello se había cerrado y Lúva simplemente volvió a respirar, aunque una cadena pendía de su muñeca. Trató de mostrar resistencia pero entonces vio a Elendire frente a sí, como nunca antes la había percibido, ahora se sentía en deuda con ella, pero no sabía cómo sentirse al respecto. A pesar de eso, no podía negarse a sus palabras.

- No creo que sea por venganza pero es irónico porque justo le dije a Loth que aún podrías traerlo de vuelta - dijo con una sonrisa antes de tomar asiento. Un gran trono y la Bruma, maldita Bruma. No podía odiarla más.

- No quiero que se ofenda con lo que diré pero he dicho prácticamente todo. El don que me traje de Fäe fue traer a los muertos. Al llegar aquí, tuve una segunda capacidad y era entregarle un mensaje a alguien que yo reviviera, cosa que sucedió con Aina, le dije quién era y le pedí que explicara lo que yo había hablado con Loth para que me ayudara a acusar a Alana. Además, el reloj me dio la capacidad de hablar con un muerto y yo escogí a Samuel. Yo pensaba que era Morchain, no tenía idea que se trataba de Loth y por eso lo escogí, quería hablar con él y ver quién era y si era de fiar para traerlo de regreso - bajó la cabeza con algo de tristeza.

- Pero bueno, no resultó muy bien porque caímos los tres. Mis amigos eran Morchain, Aidane, Loth y Randir. Atanamir me considera una traidora por haberlo liberado cuando él lo aprisionó y por haber escapado de la Linde, pero yo no pertenecía allí, yo era de las Ruinas y mis padres fueron sacrificados por Atanamir para "retener" la Bruma, aunque la Bruma ya estaba cambiando pero no querían admitirlo. Lo odio por eso, por haber matado a mis padres. En las Ruinas, conocí a los demás y a Morchain lo devolví a la vida. Mi mejor amiga es Aidane porque ella tiene una historia parecida a la mía - trató de recordar algo y luego dijo - Además, al despertar, me encontré con Aidane y Vanya en un lugar extraño. Aún no sé nada de eso -.

- Comprendo. Entiendo en parte tu dolor. Y no me agrada imaginar lo que Loth pudo haber sufrido en aquel entonces. En parte, te agradezco que lo liberases, pero a pesar de todo... No puedo pasar por alto el hecho de que Atanamir sólo hacía lo que creía que tenía que hacer. Y que desde que él se ha ido la Bruma parece estar tragándoselo todo. No creo que sea casualidad.- dijo, tras escucharla con suma atención, esforzándose por no desviar su mirada hacia la Bruma, que la llamaba, silenciosa, invitándola a perderse y divagar, contemplando sus formas imposibles.

Suspiró, pensativa- Loth podía volver, pero en la misma circunstancia que tú. La oportunidad se le ha sido ofrecida, pero ha preferido rechazarla. Y lo comprendo. Él sufre de especial manera bajo el yugo de cualquier atadura. Y ya me equivoqué una vez trayéndolo a mi lado, de la misma manera en la que te he traído a ti- confesó- Sí, fui yo. Y tal y como estarás sospechando, obtuve esta fuerza, este don, de la propia vida de Tarma.-añadió, mirándola fijamente- Lo hice, no sólo por curiosidad, sino también por proteger a quienes amaba. Tarma nos había amenazado al otro lado, y temía que sometiera a Aina, o a Loth. O incluso a mi hermano, Elendë, si llegaba a caer como hemos caido nosotros. Y al hacerlo...-negó con el rostro, entristecida- Descubrí que su corazón estaba lleno de odio. Y la comprendí, a pesar de que sigue sin agradarme. Comprendo perfectamente cómo alguien puede llegar a sentir simpatía por los Anarquistas- dijo, utilizando el mismo término que había utilizado Loth en su día- ¿Apoyas tú a los Anarquistas, Lúva? -preguntó, antes de descender, lentamente, del trono oscuro, y acercarse a ella.

- Considero que la Bruma solo te afecta dependiendo de tu corazón. Yo fui llevada de pequeña a la Linde, pero a mí la Bruma nunca terminó de afectarme - miró sus manos y prosiguió - Yo soy de las Ruinas, ese es mi origen, y por mi voluntad siempre fue tan fuerte, por eso la Bruma nunca terminó de afectarme. Considero que la Bruma se traga Fäe porque aquellos que se quedaron, siguen llenándose de malos sentimientos - dijo antes de mirar a Elendire a los ojos, aunque ya se le dificultaba.

- Por eso Atanamir me odia, porque no soy un buen lacayo, porque no obedezco sus órdenes y porque no considero que los sacrificios fueran necesarios. No debíamos pagar nosotros por los pecados de otros - apretó sus puños con fuerza - Los odio - se refería a Atanamir y la Bruma.

- Cuando hablé con Loth, le expresé que Jane podía regresarlo pero él me dijo que no quería estar bajo cadenas, por eso le prometí regresarlo este día, pero morí así que no se pudo - sin duda, el término anarquistas también le era familiar, pues él había hablado con él de ello también.

- No tengo vínculo alguno con los anarquistas. Sus ideales me parecen tontos porque todos somos iguales, todos somos fatas, sin importar qué lugar apreciemos más - dijo segura de lo que decía - En las Ruinas aprendí que no importa de dónde vengas, todos pueden ser cercanos a ti. Todos veníamos de diferentes lugares e igualmente seguimos siendo amigos. Los orígenes no importaban porque éramos todos fatas luchando por sobrevivir. Paul afirma que Gelion es un traidor pero tú lo escuchaste, no creo que sea traidor, solo es un fata con una gran fuerza y tiene sus propias ideas - sonrió levemente para luego continuar.

- ¿Sabe por qué ha vuelto Atanamir y qué es lo que ha sucedido con Aina y Lera? -.

- Es interesante, tu postura- convino- Si te paras a pensarlo, en el fondo estás en contra del orden establecido en Fäe, al igual que Gelion. Y en eso consiste ser un Anarquista, al fin y al cabo. ¿No te parece?- preguntó, con una sonrisa- No me gusta utilizar el término traición. Pues ahora que lo he visto de cerca, creo que no se trata de eso.-suspiró, antes de proseguir- La traición está en todas partes, y en realidad el asunto no alude a la traición en concreto. Alude a unos ideales. Y a una situación. -dijo, con convicción.

- Quien me ha traido de vuelta, a quien debo lealtad, me ha enseñado todo esto. Y ahora yo te lo enseño a ti. Porque junto a mí, estás vinculada a la causa, Lúva. A nuestra causa. A la causa Anarquista. ¿Comprendes?

Escuchó entonces su pregunta, y asintió, entristecida- Creo que ha habido un intercambio equivalente de vida por vida. Y Aina ha sido tan sólo un daño colateral del mismo. 

- Vaya, la vida de Atanamir por la de dos fatas, eso no lo esperaba - la explicación de Elendire continuaba y los ojos de Lúva se abrían como platos con cada palabra. Ella esperaba salvar vidas, no condenarlas, pero ahora no tenía opción.

Aunque cuando comenzó a hablar de su concepción de la Anarquía en Fäe la verdad, no le sonaba tan mal. Era posible que tuvieran razón, que Gelion tuviera razón al decir que el consejo era malvado. Tal vez todos deberían llegar a ser anarquistas para que Fäe llegara a ser un lugar de paz. Se sentía como un ave que apenas había aprendido a volar.

- Entonces... ¿Entonces los anarquistas siempre han buscado la igualdad? - Lúva se abrazó a sí misma, casi que buscando una respuesta a sus dudas. Miró a Elendire como si le hubieran revelado una verdad que no podía digerir.

- ¿Quiénes más pertenecen a... nuestra causa? - dudó por un momento. Aún no se acostumbraba a eso.

Luego, tratando de no entrar en pánico o mostrar una reacción exagerada, dijo - ¿Si traigo de vuelta a Loth, seguirá estando bajo tu control? - miró la cadena que sujetaba su mano y la unía a su nueva ama y le dijo - ¿Entonces estamos segura de las muertes nocturnas? Porque si me matan, dudo que haya quien me traiga de vuelta -.

- Hay excepciones, como en todo.- reconoció- Pero en general, están en contra de la situación actual de Fäe. Son un camino hacia el cambio.-explicó- Y sí, hay otros que nos apoyan, pero lamentablemente formamos un grupo reducido e independiente, y buscamos establecer contacto con el resto de nuestros simpatizantes.- confesó, nerviosa- En ese sentido, nos encontramos bajo ciertos riesgos, hasta que consigamos este objetivo.  Y es por ello que me disculpo en nombre de los demás al decirte que no puedo revelar nada acerca de sus identidades, por ahora.

Suspiró hastiada, desacostumbrada a aquellas formalidades. Su postura se relajó, y se sentó sobre el suelo ceniciento, cruzándose de brazos y piernas- Ven, siéntate conmigo. Hablemos de igual a igual.-la invitó, dejando a un lado el rencor que sentía al imaginar las palabras que podía haber compartido con Loth, perjudicando su imagen ante él- Olvidemos todo lo que ha ocurrido entre nosotras, independientemente de la causa, ¿de acuerdo?- propuso, con cierta aflicción- Están ocurriendo demasiadas cosas como para que nos centremos en nuestras rencillas. Y en el fondo, sé que no te agrado porque aprecias a Loth, lo cual es bueno- convino, antes de proseguir- La cadena que le ataba a mí ya está rota, y si volviera sería libre. Sólo el amor...-dijo, apretando los labios en una fina línea- nos seguiría vinculando. 

Volvió a mirarla, intentando esbozar una sonrisa- Él sabe lo que pienso de todo esto. Y lo ha aceptado.- añadió- Quería ayudarme, a pesar de todo el daño que le he hecho- miró hacia el suelo, afligida, acercando las yemas de sus dedos a la ceniza para sentir su tacto- ¿Cómo...Cómo debe comportarse alguien para demostrar lo mucho que quiere a otra persona?- preguntó, verdaderamente confusa, sin saber cuál podría ser la respuesta.

Era bastante malo andar a tientas con todo eso, así que no quiso decir nada. Después de todo, sus razones tendrían.

Cuando se sentó a su lado, Lúva se sintió algo intimidada, no sabía muy bien qué hacer o qué decir. Más cuando mencionó el problema entre ellas por Loth. Elendire lo amaba, eso era claro, pero Lúva lo quería de tiempo atrás, y el hecho de que ella lo lastimara tan frecuentemente, le generaba una gran incomodidad, aunque no sabía muy bien cómo actuar ahora, debido al respeto que sentía hacia quien controlaba su voluntad.

- Tampoco es que me sienta muy capaz de discutir contigo - admitió avergonzada para luego agregar - Creo que lo que Loth resiente es que no seas el único para él y aunque acepta cómo eres, le duele que muestres más interés por fatas como Atanamir que por él. Realmente, él no parece ser tu prioridad y eso es lo que duele - dijo en un tono tranquilo.

- Si realmente lo amas, deberías hacer que se sienta especial, amado de verdad - trató de ser lo más amable posible con aquella fata.

- Él es importante para mí- convino, tras quedar pensativa durante un tiempo indefinido- Atanamir también lo es- admitió- Pero aún no he matado a nadie para proteger a Atanamir. Aún no he arriesgado tanto por nadie como lo he hecho por Loth. -suspiró- Puede que lo que ocurrió al otro lado fuese un error. Yo... tan sólo me emocioné al encontrar de nuevo a mi viejo amigo, y tenía la esperanza de que lograría salir con Loth de allí, por lo que no me mostré afligida- negó con el rostro- Pero he removido cielo y tierra por él. Y me he manchado las manos de sangre para proteger su libertad de quien no lo ama.  

Quedó entonces en silencio, apesadumbrada. Y cuando volvió a hablar, lo hizo cambiando de tema- Mañana será otro día, aunque no sé si llegaremos a verlo. Espero que sí- dijo, esbozando una leve sonrisa- Hablaremos, juntas, y convendremos entre ambas y junto a la persona a la que debo lealtad a quién debemos traer de vuelta. 

- Creo que con simplemente mostrarle que él es más importante, era suficiente. Matar para un fata como Loth no es lo mejor, ya que él siempre ha sido un pacifista de corazón - mostraba un gran aprecio al hablar del fata que compartían.

- Por eso, digo que la respuesta era mucho más simple que eso - quiso mencionar a Amazarac pero se contuvo. No era el momento indicado - A pesar de todo, él te ama y así seguirá siendo -.

Cuando mencionó a quién traer de vuelta, Lúva dijo - Tenía pensado que fuera Eirien porque imagino que Aina podría ser un riesgo ya. También tenía pensado votar a Chris por el favor que él me pidió y que no pude cumplirle. ¿Qué opinas? - se sentía como una niña pequeña pidiéndole permiso a su madre pero bueno, así más o menos era que actuaba.