Partida Rol por web

[HLdCN] La puerta de Fäe

Noche 0: Lo que la Realidad esconde

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28/01/2015, 02:16
Alana McRae

Sonreí al chico que parecía seguir sintiéndose mal.- De nada. Soy Alana. ¿Te sientes mejor? ¿Puedes incorporarte o necesitas vomitar otra vez? Yo también tengo nauseas a veces cuando estoy nerviosa. –Mientras intentaba hacer que el chico se sintiera mejor, traté de no perderme nada de lo que sucedía junto al árbol. Todo aquello era muy extraño, desde el momento en el que todos acabamos en una estación de metro abandonada hasta que un árbol creciera allí abajo, pero lo de aquella niña era la gota que colmaba el vaso. Preferí mantenerme a distancia no fuera a ser que todo se descontrolara. Me pareció que ni darle el cuchillo ni intentar matarla, fueran las mejores soluciones, tal vez fuera una prueba por parte de lo que fuera que nos había llevado hasta allí.

Misty le dio el cuchillo y la niña cortó la cuerda. Una vez libre y sujetando el cuchillo, pudo defenderse, teniendo en cuenta que el enfermero había intentado matarla, pero no lo hizo. Su actitud al estar ya libre de la cuerda fue de lo más extraña, incluso un tanto maligna, aunque guardara el cuchillo. Sin apartarme del chico me limité a observar, preparada para salir corriendo si se ponía peligroso.

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28/01/2015, 04:58
Thomas Haynes

No podía negar que la niña le ponía nervioso. La joven diminuta en apariencia, parecía tener muchos más huevos de lo que parecía. Y aunque podía percibir que muchos como él se ponían nerviosos con ella, otros actuaban de forma normal. Siguiendo el ejemplo de aquellos, trato de calmarse, empezando consigo mismo. Respiro profundamente un par de veces sin despegar los ojos de la niña, y cuando se sintió más tranquilo, decidió llevar su atención a otros, partiendo por los más cercanos a él, como la Kammy a quién había saludado.

Se acerca a Kammy rápidamente cuando ve sus señas. Se arrodilla junto a ella, y posa la mano en su hombro, dejando el cuaderno y el lápiz a un lado.- Hey, tranquila, ¿estás bien? - Es lo único que atina a preguntar. La verdad es que no tenía del todo claro como reaccionar con alguien desconocido de buenas a primera, sin embargo, creyó que de momento aquellas palabras serían suficientes. Aunque todo cambió cuando la niña cogió el cuchillo, y se liberó de la cuerda que la ahorcaba, incluso apartándose de aquel que por miedo intento asesinarla.

Era bastante claro que nada podrían hacer de momento contra ella. No sé imaginaba que nadie pudiese contra ella, como si su existencia fuese superior a la niña.- Esto se pone cada vez más surrealista.- Definitivamente la escena que presenciaban sus ojos superaba la realidad que conocía hasta ese entonces, aunque si lo pensaba detenidamente, él, y probablemente el resto de los presentes, podían perfectamente redefinir el concepto de "realidad".

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28/01/2015, 09:33
Samuel Nabody

- Samuel - respondió únicamente, con un hilo de voz. Luego, al igual que la joven, dirigió su atención a la macabra y surreal escena que se mostraba ante ellos. Desde la aparición del árbol, pasando por la hipnótica canción, llegando hasta la reacción de la joven, eran como piezas que no encajaran en un puzzle que intentaran fabricar entre todos.

Sin embargo, una de las cosas que más sorprendían a Samuel eran los susurros y comentarios que se escuchaban allí. Hablaban sin tapujos de demonios, de criaturas de otra realidad. ¿De dónde había salido ese cuchillo? ¿Caminaba la joven de blancos cabellos con algo así en el bolso por la ciudad? Por un lado, se sentía tremendamente fuera de lugar, como si hubiera entrado sin permiso en alguna clase de fiesta sobrenatural de la clase alta; por otro lado, sabía que nunca se sentiría más dichoso que entre aquellas personas, como si fuera una familia con la que hacía siglos no se reencontraba, aunque no reconociera ninguna de sus caras.

- ¿Cómo te llamas? - dijo en voz alta, preguntando a la niña que hablaba como si se tratara de un adulto y que acababa de bajar de un árbol donde estaba colgada como si hubiera bajado de un columpio. Inmediatamente se tapó la boca, como si se arrepintiera de llamar la atención sobre sí.

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28/01/2015, 09:52
Andy McGregor

Por muy poco no acerté a agarrar el cuchillo antes que la niña lo hiciera. Cuando tuvo el arma en sus manos, una tensión muda se hizo patente, pues parecía haber un tímido consenso en que una vez tuviera el arma se desatarían los siete infiernos, aunque nadie habría sabido decir porqué.

En lugar de eso, la niña hizo lo que yo habría hecho desde un principio, cortar la soga. Con la diferencia que el cuchillo pasaba a quedarse en su poder.

Viendo la resolución de las cosas, me encogí de hombros y me aparté de la niña, dando un par de pasos hacia atrás, como buscando mejor perspectiva de la escena. Su actitud no era la de una niña, quizá la apariencia de niña fuera sólo eso, apariencia, y realmente bajo ese rostro angelical se escondiera alguien de mucha más edad. Lo que no pareció en absoluto un artificio fue la cara de satisfacción que puso al recibir el arma y poder cortar la soga. ¿Cuánto tiempo llevaba colgada de ese árbol? 

Mi mente comenzó a divagar, quizá influenciada por películas y videojuegos de fantasía (no era yo muy dado a la lectura, siendo más de aquellos que cuando le hablan de un libro dice aquello de "me esperaré a que hagan la peli") pero, dado el contexto, tampoco era tan descabellado tomar esas referencias. En mi divagación mental, decía, comencé a imaginar a esa niña como un ser antiguo condenado a aquella soga cuando el árbol era aun cuatro veces más pequeño de su tamaño actual. En tal caso, el motivo de su condena podría convertirse en el nuestro.

Pero, si no se pretendía que la liberásemos, - ¿Por qué cojones se nos había convocado precisamente ahí? - Ese fue un pensamiento consciente, lo demás pura elucubración rayana la subconsciencia de un chico confuso y sobrepasado por los acontecimientos.

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28/01/2015, 10:18
Anastasia Bubois

Anastasia contempló el rostro del francés hablar, se fijó en el movimiento de sus labios, despreocupado, certeros; recorrió el mismo camino que índice de su interlocutor y sonrió ante ese gesto reconociendo en él su filosofía: "Dejarse llevar". La receta de la felicidad cuerda que defendía y no siempre cumplía.

-sí.- respondió en un murmuro a una pregunta inacabada, extendiendo esa confirmación a todas las palabras que había recibido y compartía.

Tensó los párpados para que sus ojos se mantuviesen bien abiertos y saciar antes la curiosidad de Aubin que no se molestó en esconder, sonrió traviesa y cómplice, con la misma diversión tontina del que le saca la lengua a un niño pequeño a espaldas de sus padres y espera su sorpresa, risa y rebote.

Extendió también su mano, en un movimiento deshabituado; se había criado saludando con tres besos, crecido con abrazos tras una presentación, y habituado a la simple inclinación de cabeza o sonrisa marcada.

- Salut. - saludó al encajar su mano. - Anastasia Bubois. - añadió por cortesía, y por falta de ésta retiró su mirada para volver al innecesario rescate.

No fue consciente de ello, no al menos en aquel momento, pero la amenaza procesada por una voz femenina de ser condenados en el averno llevó a los dedos de Anastasia a cerrarse en ellos mismos y apoyarse al final de su garganta, la misma que había vestido una gargantilla en forma de cruz plateada, en otra vida.

Finalmente, como creía saber que debía ser fue la propia niña quien se liberó del juego que debía haberla aburrido para buscar una nueva fuente de distracción.

Los labios de la francesa se juntaron en un pequeño circulo y empezó a silbar la canción que poco antes había oído e integrado en su ser. Silbó para sí misma sin proponérselo, escucharse conscientemente pero sin dejar que ninguna distracción la interrumpiera.

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28/01/2015, 10:34
Seth McCarthy

El momento en que la niña consigue zafarse con el cuchillo que le pasaron niega con la cabeza y se echa hacia atrás. Si ahora hace alguna locura, que la dirija a él. Piensa con rabia mirando al hombre que la trató de asfixiar tirando de ella hacia abajo. No aparta la mirada de ella, tiene los ojos bien abiertos y Seth está preparado para hacer lo que tenga que hacer para salvar el culo, pero aún así, algo en su interior le dice que una muerte en masa no es el objetivo de esta llamada que ha atraído a tanta gente a lo largo del globo.

Cuando la niña amenaza al enfermo muerte se tensa y mira alrededor, esperando a ver las caras del resto y, al mismo tiempo, vuelve a retroceder lentamente. No puede resistirse a decir algo en ese instante en que habla así de un árbol. - Quizá no un árbol con un lo que seas colgado del puto cuello. 

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28/01/2015, 11:26
Paul Adams

Entendía la reacción de aquel chico con camisa de cuadros. No podía presentarme como sanitario y acto seguido intentar acabar con la vida de aquella chica.

Tras su empujón la chica se cortó la cuerda y cayó encima mía.

Por un momento la chica me invitaba al enfrentamiento, pero no accedí miraba sus manos y sus ojos, los cuales denotaban normalidad a pesar de lo que acababa de ocurrir.

Me dirigí al chico que me había empujado y dije mirando al suelo.- Como dije antes, lo siento. Pero darle ese cuchillo es el mayor error de nuestras vidas. 

En sus ojos a la hora de pedirlo había odio y venganza. Por eso pensé en que eliminar la amenaza sería la mejor defensa. Pero como tu dices, me adelante y decidí por todos... vuelvo a pedir perdón.

Limpio mis pantalones tras la caída y digo.- Al igual que tú pienso... que no es algo normal.

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28/01/2015, 12:44
Mr. Ink - Hundo Freneza

"Y sucedió lo que todo el mundo esperaba, la niña fue liberada por su propia mano a pesar de los intentos de los espectadores de ayuda o provocación"

Es lo que la tinta dibujo en su cuaderno, mientras él, un hombre precavido se mantenía alejado y observando aquella extraña escena, que como en sus sueños, todo era tan surrealista como real.

-Increíble, me pregunto que llevara en la mochila.
-Comento el bibliotecario en alto, la misma pregunta que minutos antes había hecho otra mujer. Por otra parte la forma de jugar con aquel enfermero y su escueta contestación no dejo duda alguna para aquel intento de escritor que era el antagonista de la novela, que bien podría ser el guía de todos ellos pero con un claro tinte malvado y siniestro. Típico personaje conductor de la historia y como buen lector o en este caso espectador quiso saber más.

-¡Perdona! Niña aquí. Hundo Freneza.-Alzo la mano como haría cualquier periodista en una rueda de prensa.-¿Podrías decirnos porque nos has reunido aquí? No creo que fuera para cortar tus ataduras, eso lo podría a ver hecho un sola persona. Y aquí somos muchos. ¿Cual es el plan?-La voz era directa y llena de curiosidad, como todo buen creador de situaciones, él también deseaba conocer la situación actual.

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28/01/2015, 16:20
Jane Wild

No sabía dónde meterme, porque ya había otra persona también hablándome, y no tenía claro si podía hablar con dos a la vez. Si hablar con un extraño ya estaba mal, no quería ni imaginarme lo enfadada que estará mi madre cuando se entere de que había estado hablando con gente que no conocía. Gente que podía ser mala, y quería hacerme daño, o llevarme, y “secrestarme” como repetía mi madre cada vez que no podía seguirle el ritmo por la calle, y me separaba de ella.

Asentí a la mujer de pelo azul, sin entender por qué quería que me quedara junto a ella, y miré a la chica con los ojos rasgados, preguntándome en mi interior si sería pariente de una compañera de clase con la que había hablado varias veces con ella para que me ayudara con los deberes.

Jane— murmuré, escueta, respondiendo a su pregunta.

No añadí nada más. Y aunque mi madre insistía en que debía decir el apellido, a mí me gustaba decir sólo mi nombre. Porque sólo los mayores decían todo. Como si tuvieran que pisar más fuerte que con el que hablaban. Una lucha de egos, o algo así. Quien tuviera el nombre y el apellido más largos, o el que tuviera mayor cantidad de apellidos, ganaba el juego.

Vislumbré de nuevo la gente que había allí, y sus ganas de bajar a aquella niña del árbol. O de hablar sobre ella, lanzando teorías para explicar todo aquello. ¿Por qué los mayores siempre tenían que responder a todo? ¿Por qué tenían siempre que tratar de comprenderlo todo? ¿Acaso no podían dejarse llevar y creer en lo que sus ojos les decían?

Contemplé al muchacho que había vomitado, y torcí la boca. Sentí algo de lástima por él, porque debía de dolerle mucho la tripa después del esfuerzo. Me acordé que los pañuelos de papel los tenía en la mochila, y ésta estaba olvidada en la estación. Por lo que no pude acercarme para darle uno y que se limpiara si lo necesitaba.

Miré también al hombre con las gafas de sol, y me pregunté cómo podía ver en aquella oscuridad con ellas puestas. Pensé, entonces, que, a lo mejor, era ciego, por lo que vería con sus manos. Ladeé la cabeza, diciéndome que tenía que estar guay eso de poder leer con las manos, y sentir las cosas con más intensidad.

Hasta que escuché los gritos de aquel hombre que parecía enfermo, y se calló en las vías. Abrí la boca para decirle que tuviera cuidado, que estaban electrificadas, que podía hacerse daño, pero me dio algo de miedo. Pensé que él era de la gente mala que “secresta” niños.

Pero, mis ojos se fijaron en lo que comenzaron a hacer los mayores. No lo entendía muy bien, y tampoco sabía qué era lo que querían conseguir, pero me fijé en que aquella muchacha cogía algo, y empezaba a rozarla con la cuerda que la sostenía. Ladeé la cabeza ante aquello, preguntándome por qué no la dejaban columpiarse tranquila.

—O una niña— añadí a su vez a aquella niña divertida, sonriendo por fin.

Me apetecía preguntarle cosas, como a qué colegio iba, cuántos años tenía, y si quería ser mi amiga para poder jugar juntas a la tarde, pero me imaginé que tendría que irse a casa con sus padres, porque ya habría terminado su tiempo para jugar en el parque o, en su caso, en el árbol del túnel.

Me acerqué a ella a paso rápido, y ensanché la sonrisa, alegrándome de poder hablar con alguien de mi edad allí.

—Tu árbol es muy chulo. No lo había visto nunca. ¿A qué jugabas? ¿Te columpiabas?— pregunté, rozando con la palma de mi mano el arrugado árbol—. ¿Juegas conmigo a algo?— propuse, mirando al árbol—. Podemos jugar a que es nuestra casa, y que vienen malos para quitárnosla— reí, dando una palmada ante la idea, pensando perfectamente quiénes podían ser esos malos.  

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28/01/2015, 17:08
Lyman F. Gale

Tras el reproche que se otorgó con licencia de proferir a sus hermanos, Lyman no se quedó a contemplar la escena. Nadie sabría decir por qué, mas tampoco nadie reparó en él. Quizás con la excepción de Jane, la niña inconsciente que desatendió las órdenes y sabios consejos de una madre. No obstante, ¿Había tenido otra opción? ¿Acaso la había tenido alguno de ellos? Con opción o no, él había seguido esa llamada y la había esperado tanto tiempo que al final no existía otra cosa, así que, incluso, es plausible pensar que la escuchó con mayor claridad.

En el árbol, la niña ya no se balanceaba. La habían desatado de su pesadilla, soltado de sus ataduras. Todo ello no mutó la expresión del marmóreo rostro de aquella escultura vigilante. Hasta que, dando un par de pasos hacia atrás, volvió a ocultar sus manos en los bolsillos delanteros de su sudadera. Y entonces, aquél hombre de piel mortecina, delgado y algo enclenque, con la cabeza hundida entre los hombros que tendía a echar hacía delante, se alejó del lugar con calma aparente, tan solo dejando el rastro de otro susurro inaudito. -¡Tsk! Marionetas.-

Y sin esperar a nadie, avanzó por el túnel hasta que lo engulló la oscuridad.

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28/01/2015, 17:28
Allegra Blue

- Allegra. - Respondió a la mujer oriental cuando se acercó a ellas. Le dedicó también una mirada agradecida, esperando que le echase una mano distrayendo a la niña de lo que sucedía algunos pasos más allá. Sus ojos se desviaron de forma inconsciente hacia el árbol al escuchar algún grito y frunció el ceño al comprender lo que intentaba hacer el hombre que había dicho ser enfermero. A su alrededor algunos parecían apoyarlo y otros se oponían. Allegra no estaba segura de qué sentía al respecto. Todo era demasiado extraño y estaba sucediendo demasiado rápido. 

Sin embargo, un suspiro de alivio abandonó su pecho cuando la niña cortó la cuerda y ambos cayeron. Ciertamente la imagen de la pequeña la inquietaba. Pero la idea de que si hubiera muerto -si la hubiera matado ese hombre- tal vez la Llamada habría desaparecido y nunca habría podido saber por qué había llegado a esa estación de metro, era demasiado desoladora.

Estaba tan absorta contemplando a la niña hacer un amago de amenaza al enfermero para después guardar el cuchillo que ni siquiera se dio cuenta de que Jane se apartaba de su lado hasta que no escuchó su voz junto a la que acababa de descolgarse. 

Dudó entonces. No creía que esa niña fuese a hacerles daño. O más bien, en lo más interno de su pecho lo que creía era que si quisiera hacérselo, ya lo habría hecho. Observó a las dos niñas recreándose en su dualidad. Aparentemente ambas parecían tener una edad parecida. Parecían encontrarse en ese momento de la vida en que no eres nada por completo, pero al mismo tiempo eres un poco de todo. Un poco niña, un poco adulta. Perdida a medio camino. Recordaba cómo había sido esa época un tanto confusa para ella sin una referencia femenina cerca. Aunque quería pensar que no le había ido tan mal.

Escuchó las palabras de ambas y casi estuvo a punto de sonreír al ver lo diferentes que eran. Jane, todavía parecía una niña llena de dulzura que deseaba jugar a defender el fuerte y que no comprendía el fino hilo que separa la vida de la muerte. La locura de la cordura. La otra niña, sus mechones rojos, sus botas militares y su actitud desafiante y burlona... Como si quisiera parecer más adulta de lo que era. Riéndose de ellos -adultos, llenos de preocupaciones que son ajenas a la  pubertad-, convirtiéndolos en bufones para sentirse por encima de ellos.

Y fue al darse cuenta de eso cuando sintió sus músculos relajarse. Ni siquiera había sido consciente de la tensión con la que envaraba su espalda hasta que la liberó. Una leve sonrisa de medio lado volvió a sus labios, aunque todavía era sólo una sombra de la que solía portar. Dio un par de pasos hacia el árbol, ladeando la cabeza para contemplar a la niña con curiosidad y finalmente se cruzó de brazos, enarcó una ceja y le hizo una sola pregunta. La única que le parecía importante en ese momento. No fue consciente de que repetía algo que ya había preguntado el escritor, tan sólo su voz ya recuperada pronunció lo que le estaba pasando por la mente.

- ¿Para qué nos has llamado?

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28/01/2015, 17:53
Niba Laymon

Niba dio un paso atrás y luego otro mientras miraba cómo la niña colgada alzaba las manos, con una sujetaba la gruesa soga de la que pendía su cuerpo, con la otra hacía movimiento de sierra rozando la hoja del cuchillo contra ella para finalmente cortarla sin que nada ni nadie pudiera evitarlo. Ninguno de los miembros del grupo, a pesar de sus palabras y acciones, pudo evitar que se liberase, que se hiciera con la mochila y que guardase el arma dentro. 

Demasiada gente actuando y opinando de forma contraria, no había forma de ponerse de acuerdo, algunos habían entablado breves conversaciones, otros, como ella, permanecían callados, más o menos silenciosos, asustados, imperturbables a la expectativa, quizá sin saber qué esperar o qué decir, o quizá sí pero sin actuar a pesar de todo. Solo veía un detalle común a todos: Querían respuestas, saber por qué estaban allí, quién era la niña, por qué les había citado bajo aquel extraño y enorme árbol, en definitiva, saber qué demonios estaba sucediendo. 

Algunos verbalizaron esas dudas en voz alta, solo restaba esperar si habría o no respuesta. 

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28/01/2015, 18:04
Zaira Castleworld

Los ojos de Zaira se abrieron como platos al escuchar a la chica que se dirigió a ella. La miró fijamente, buscando alguna señal de locura en su mirada. 

Esta gente está como una cabra. Vale que aquella niña era muy extraña y daba un poco de mal rollo, pero de ahí a creer que era un demonio y les iba a toturar y a condenar la vida eterna en el averno, había un abismo. 

Mierda, ¿dónde narices me he metido? Se preguntó, deslizando su mirada rosácea entre los presentes. Sin pensarlo, había seguido aquella llamada que había estado tirando de ella. Durante mucho tiempo deseó estar allí, ignorando lo que era aquel sitio. Y ahora que se encontraba entre todas aquellas personas, sabía que había llegado a donde tenía que estar, pero a la vez se sentía como una extraña. 

La niña del árbol cogió el cuchillo que Misty le tendió y cortó la cuerda. Zaira se volvió a mirarla y la sombra de una sonrisa empezó a entreverse en sus labios. Por un momento había temido que aquel hombre le hiciera daño y todo aquello se perdiera para siempre. 

Observó a otro hombre que llevaba una libretita, acercarse y preguntarle a la niña el motivo de su llamada. Zaira le miró, arqueando suavemente una ceja, y volvió a mirar a la niña, esperando su respuesta. Pero antes de tener tiempo de contestar, un torbellino en forma de muchacha se acercó y le pidió para jugar. La chica del pelo azul también se acercó y volvió a preguntar lo mismo que el de la libreta. 

Zaira apartó un mechón de cabello de delante de su rostro, sujetándolo tras la oreja y chasqueó suavemente la lengua. Aquella niña parecía tener bastante carácter y una actitud burlona. Así que quieres jugar con nosotros. Pestañeó y clavó sus extraños ojos en aquella desconocida. 

Antes de nada, ¿cómo te llamas? 

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28/01/2015, 19:13
Misty Holes

Con el corazón en un puño, Misty vio como aquel horrible hombre intentaba acabar con la vida de tan misteriosa niña sin pensárselo dos veces. Por suerte, había sido lo suficientemente rápida y sonrió cuando la niña consiguió cortar la cuerda y caer al suelo a salvo. Cuando los dos se levantaron le dedicó una mirada reprobatoria al enfermero, pero en seguida desapareció de su rostro cuando la niña le puso en su sitio.

Volvió su atención a la niña y la expectación volvió a reflejarse en su rostro. Quería escuchar lo que les tenía que decir. Cuando la niña volvió a mirarla, Misty sintió de nuevo aquel estremecimiento de emoción. ¡Incluso se había quedado con el cuchillo!

Puedes quedártelo. Dijo, con tono jovial, pese a que ya se lo había guardado. No lo necesito. Continuó, sin apartar la mirada de la niña con mechas.

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28/01/2015, 19:16
Kammy Phillips

Los sollozos seguían ahogando su voz pero al sentir la mano del chico en su hombro, pudo calmarse un poco.

Respiraba cada vez más lento hasta recuperar la normalidad y mira al chico mientras sus ojos teñidos de negro recuperaban color. La sensación de ahogo había pasado, pero sus ojos regresaron a un tono violeta, lo cual aún manifestaba su temor.

- Sí, estoy bien. Te lo agradezco - pone una mano en su pecho tratando de recuperar la calma, mientras la niña que permanecía colgada cortaba la cuerda. ¿Cómo era que podía hacer eso? ¿Acaso ella misma se había colgado para atraparlos? Con muchas preguntas, trató de recuperar su punto de apoyo y se puso de pie lentamente. Sus ojos regresaban al tornasol habitual y ante el comentario de Thomas, ella solo dice - También siniestro - Allegra Blue, la integrante del grupo favorito de Stewart, estaba de pie junto al árbol, expresando seguridad. ¿Cómo podían mantener la calma? Y ese hombre "Hundo Freneza" ¿Qué tenía en la cabeza?

Dijo suavemente a Thomas - Aunque siendo sincera, no sé qué es más extraño. La niña o quienes no sienten miedo -.

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28/01/2015, 21:25
Adam Hart

Adam permaneció en el suelo y rodeó sus rodillas con los brazos. El cuello casi inerte dejaba caer el pelo ocuro como si fuese una cortina azabache. Comenzaba a tomar conciencia de que se le había ido la mado con lo suyo, y un par de resoplidos salieron de su boca. Finalmente levantó la cabeza para seguir viendo lo que allí estaba sucediendo con aquella niña, aunque los ojos se le cerraban con frecuencia. La boca entreabierta, dejaba ver parcialmente la punta de su legua rosada. Seguía cabalgando a lomos de su colocón, aunque parecía haber cambiado de fase. Intentó decir algo, pero solo salió de su boca otro resoplido de aire.

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28/01/2015, 21:37
Shawn D. Williams

Cada vez estuvo más claro quien era aquella niña, no era normal, no tenía miedo, no moría. Era evidente que era como nosotros, tenía habilidades de eso no había duda y claro estaba que sabía qué ocurría ahí abajo. Solo llevaba un puñado de horas en la ciudad, y aunque me costase tenía que aceptar que ahí abajo no podía presuponer nada. 

-Es una de nosotros, si supiera qué es lo que nos une le pondría nombre pero... -enuncié con una mueca de preocupación, sin perder de vista a la chiquilla-. Por ahora me atrevería a decir que esto no puede ser lo más extraño que hayáis visto. ¿Me equivoco? He de admitir que yo mismo me quedé frío al principio.

Tomé aire y exhale profundamente tratando de quitarme todos los nervios. -¿Quien te colgó de ese árbol? -me uní a la tanda de preguntas.

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28/01/2015, 23:10
Niña

Vuestros gestos y palabras llegaron a la niña, que no parecía perder detalle de lo que cada uno hacía o decía. Igualmente no parecía que le produjerais más que una leve diversión, como si hubiera algo que se os estuviera escapando. Como si supiera más que vosotros, y ni siquiera se molestase en disimularlo.

Aún con la bolsa colgando del hombro, la cría dio un paso hacia atrás al ver cómo unos y otros os movíais, esperando manteneros a todos dentro del campo de visión. Sus ojos se escaparon un momento para seguir a Lyman Gale, pero no tardaron en volver a posarse sobre los demás, atentos.

Antes de decir nada dedicó una larga mirada a Seth, como evaluándolo después de lo que había dicho, y al volver a hablar sus palabras sonaron como una burla directa. - Eres muy observador, tú. - Le dijo, antes de formar una pequeña sonrisa irónica. - Ja, ja. - Silabeó después, sin llegar a reír. Sin embargo no esperó a que el hombre le diera respuesta. En lugar de eso pasó a hablar directamente al enfermero de una manera molesta, exageradamente ofendida.

- ¿Que en mis ojos había qué? - Le preguntó de manera retórica. - Y en los tuyos había ganas de follarme el culo, no te jode. - Le espetó con rotundidad, sin cortarse ni un pelo. Su tono era directo y contundente, como una maza terminando su recorrido, y no había duda en sus palabras: estaba claro que sabía exactamente lo que significaban, y no era algo aprendido y repetido sin más. Aún permaneció algunos segundos más observando a Paul, evaluando su reacción y asegurándose de que sus palabras calasen bien hondo. Y sólo cuando se cansó de eso su expresión se relajó, suavizándose un poco.

- Tú me gustas más. - Le dijo a Hundo Freneza antes de poner los ojos en blanco. - Por fin alguien con un poco de educación... - Murmuró antes de señalarle con el dedo, como dándole la palabra. - Pedir permiso para hablar está bien. Puede que luego te de una galleta. - Continuó, como si estuviera hablando realmente en serio. Luego se tomó un segundo más para hablar, como si por una vez fuera a decir algo serio. - No sé por qué dais por hecho que yo os he traído aquí. - Observó. - De hecho no ha sido cosa mía, ha sido Ella. - Explicó, señalando hacia atrás, hacia la zona del túnel que había más allá del árbol. Y hubo algo en la forma de decirlo que hizo evidente que hablaba como si supierais a quién se refería. Luego echó un vistazo a Allegra, como si ambas preguntas se respondieran a la vez. - Yo sólo os he pedido que dejarais de hacer el memo en el andén y os pusierais en marcha. Que no tenemos toda la tarde. - Aseguró. Fue entonces cuando abrió la mochila y bajó la vista, como rebuscando en su interior. De ella no tardó en sacar un revólver de color cobrizo que parecía de todo menos de juguete.

- Toma. - Dijo alzando la mirada y posándola en Jane. Extendió entonces el brazo, tendiéndole el arma. Y a pesar de que su rostro en ese momento volvía a ser la imagen de la más pura inocencia, era evidente que aquello iba en serio. - Por si vienen los malos, ¿vale? - Preguntó de manera retórica, con una media sonrisa. - La cabeza vale un punto, los huevos tres. Si llegas a diez te compro un helado. - Le prometió antes de ampliar aún más su sonrisa convirtiéndola en una radiante, angelical, como de anuncio de dentífrico.

Y después de toda esa retahíla se dio la vuelta y comenzó a caminar en dirección opuesta, siguiendo el camino que había tomado Gale.

- Oh, se me olvidaba... - Volvió a empezar entonces. Y sus ojos en ese momento brillaron con satisfacción, como si hubiera llegado su verdadero momento.

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28/01/2015, 23:58
Amazarac

Fue entonces cuando algo empezó a cambiar. Pudisteis sentir el aire vibrar durante un instante antes de que delante de vosotros el árbol comenzase a descomponerse, retrayéndose sobre sí mismo. Fueron sólo un par de segundos, nada más: el mismo tiempo que tardasteis luego en daros cuenta de que no es que se estuviera deshaciendo: es que estaba disolviéndose sobre el suelo, como si estuviera hecho de un líquido espeso y oscuro. Pero fuese lo que fuese parecía moverse de manera distinta a la que cualquier fluido tendría: encharcaba el lugar de una manera muy rápida y que parecía casi aleatoria. Y no fue hasta que llegó a vuestros pies que os disteis cuenta que no se trataba de ningún líquido: eran miles, millones de arañas, huyendo a toda velocidad y en todas direcciones.

Y fue al volver a llevar la mirada al frente cuando os disteis cuenta de que algo más era diferente ahora. La niña ya no era una niña. sino una especie de persona adulta, pálida y deforme con una piel realmente extraña y los ojos totalmente blancos. Sin embargo había algo que permanecía inalterable: su enorme sonrisa.

[color=#000000]- M[/color][color=#0E0000]e[/color][color=#1C0000] [/color][color=#2A0000]l[/color][color=#380000]l[/color][color=#460000]a[/color][color=#550000]m[/color][color=#630000]o[/color][color=#710000] [/color][color=#7F0000]A[/color][color=#8D0000]m[/color][color=#9B0000]a[/color][color=#AA0000]z[/color][color=#B80000]a[/color][color=#C60000]r[/color][color=#D40000]a[/color][color=#E20000]c[/color][color=#FF0000].[/color] - Dijo antes de empezar a caminar, adentrándose en la oscuridad del túnel. Su voz había sonado totalmente diferente a la de antes, como si hubiera usado frecuencias que ni siquiera estabais acostumbrados a escuchar. Y había algo más: a pesar de que le habíais entendido a la perfección ni siquiera podríais decir en qué idioma había pronunciado esas palabras.

La situación era con total seguridad la más extraña que habíais vivido en vuestras vidas. Y probablemente lo que todos habríais hecho en otras circunstancias habría sido huir en la dirección contraria. Pero en cuanto esa cosa empezó a andar hubo un nuevo empujón en vuestro pecho: la Llamada, más fuerte que nunca, diciéndoos que esa era la dirección correcta. Que cada vez estabais más cerca.

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29/01/2015, 02:36
Anastasia Bubois

El vocabulario y la actitud cínica de la niña hicieron que Anastasia se le escapara una risa tonta y breve, divertida en los recuerdos de su preadolescencia en el Internado de "les Madelonnettes". Recordó con una mezcla de sentimientos encontrados de nostalgia, orgullo y arrepentimiento el día que las mayores -y Anastasia entre ellas- metieron a la maleducada de Florine en el pozo falso del jardín, le ataron el pelo al arco de hierro y le aseguraron que a pesar de que sus pies estuvieran sobre tierra, ello era porqué solo por la noche subía el agua, y que no iba a salir de allí hasta que aprendiera a comportarse.
Lloró toda la noche. Se recordó la parte más amarga de ella y antes de encontrar el momento para incomodarse por ello y por la falta de empuje que sentía para encararse a la malhablada en defensa de la pequeña asustada por lo inadecuado de tenderle un arma, el árbol empezó a descomponerse.

A medida que el árbol se fundía los ojos de Anastasia se abrieron más y más como si quisieran salirse de sus cuencas para hundirse en ese horror del que el resto de su cuerpo quería huir.
Sus hombros se cerraron sobre su cuello y recogió los dedos de los pies, sintiendo un doloroso cosquilleo fruto del más profundo de los ascos recorrerle los tobillos, las piernas, las rodillas, los muslos, la espina dorsal, los brazos hasta instalarse en su nuca punzante, desquiciante.

Estalló en un salto involuntario queriendo expulsar aquel cosquilleo de todo su cuerpo, arrimándose con ello a Aubin aferrándose a su brazo y clavando en él sus dedos como si fuese una toma de tierra capaz de conducir ese sentimiento de repugnancia lejos de ella.

Luego llegó la voz, una nueva, y la incapacidad de asegurar que había hablado en inglés a pesar de haberla entendido a la perfección, y con ello la calma de Anastasia.

Se apartó de su refugio improvisado y retiró con la yema del dedo índice un inicio de lágrima de ambos ojos. Aclarándose la visión para fijarla más allá del túnel, a la oscuridad en la que se había adentrado esa criatura y poco a poco volvió a recostar sus vertebras en su sitio, recuperando la determinación.
Avanzó con la mirada perdida en el horizonte incapaz de mirar bajo sus pies, siquiera a una media distancia, su estómago todavía tardaría a recuperarse.

Notas de juego