Partida Rol por web

Cuando la primera campanada de la seis retumbó en el reloj de la torre, sentí una energía en mi interior. Una campanada más y la energía aumentó, era el momento de la verdad, de descubrir si mi elección era compartida con alguien más o solo mía.

Me sorprendió cuantos de los presentes opinaban como yo, solo esperaba que no nos hubiéramos equivocado. Una vez que todo hubo acabado miré los rostros de los demás tratando de ver una señal, alguna reacción o algo que me indicara que había seguido el camino correcto. Sin embargo, un cambio en el ambiente y en la luz, me hizo volver la mirada hacia el reloj. Al observar el cambio una idea tomó forma en mi mente y tuve que expresarla en voz alta sin dirigirme a nadie en concreto.

-Se me ocurre algo, tal vez sea absurdo, pero es una explicación que se me ocurre a los cambios en el reloj. No sé el motivo de que se ilumine un número u otro pero, creo que encaja en lo demás. Se supone que estamos aquí para purgar la Guerra en nosotros, es decir la oscuridad, quizá por eso el ambiente es tan oscuro y opresivo. Cuando mataron a Zaira, la luz que apareció en el reloj era blanca y el ambiente no cambió. Ahora con Mathias, bueno… la luz que ha aparecido en el reloj es negra, quizá identifique el bando del caído. Además la luz se ha aclarado durante un momento, no demasiado porque todavía albergamos demasiada oscuridad.- Negué con la cabeza pensando que era una teoría ridícula.- Lo sé, no tiene sentido. Lo siento. Yo solo… se me ocurrió. Quizá solo necesito justificar mi decisión.

El ambiente necesitaba respirar tregua en un contexto poco propicio. De VI a III… Aubin arruga su nariz sacudiendo su chaqueta en acto de inercia, cuando el propio cosmos que ocupaban, parecía que manifestaba una respuesta a su pregunta con tenebrosa oscuridad. Un mundo de ilusión... rota. El francés enfoca su entrecerrada mirada en aquella llama, serio, ahora negra, que se traga la luminosidad avivada para liberar una energía que podrían considerar la noche... Blanco, negro. Día, noche… (o lo que fuese)… Las III… la llama dejó de apreciarse y reinó la oscuridad.

El francés escuchaba las idas y venidas de confusión, pero es la conversación entre 2 personas sobre un pensar reciente, bastante propio (Samuel - Roger) lo que provoca que deje por un momento de prestar atencion al reloj. En primera instancia se desentiende de dar explicación alguna sobre su elección. Lo poco ortodoxo de la práctica ya era otro asunto, parecía más una cuestión de dogma interior. Podría admitir que no fue tal y como había pensado que sería, pero se había percibido con cada campanada, y se iba connotando con cada reacción. No era discutible.

Aubin se acerca entonces, no recoge un cigarro de tan humana figura como Templar, pero reconoce el gesto. Se saca un propio cigarrillo de su contraída cajeta, testado guiño de una vida pasada que valía tanto como poco. Lo que hubiese sido, tal vez... mas Aubin - No se quien sois ninguno de los 2… – dice primero – De los 3… - añade tras un vistazo a Ivanna, y arranca – … Que razon te lleva, a no asumir la responsabilidad de preguntar directamente el nombre que buscabas (y se supone, sabes…), rogando que te lo dijesen...? - pregunta chasqueando su mechero hasta encender el pitillito… su atención estaba puesta en Samuel, obviamente. No había estimulo de ataque, pero si de duda. Compartía la opinión del hombre repipi ingles, podría no ser nada. Lo de la Jessica Rabbit extraviada de una pornopeli tampoco se quedaba atrás, respuesta provocada... pero tras lo visto, no correspondida en una mera contradicción. Mal trato... o Aubin se había perdido algo.

Anastasia se sintió guiada por esa misma fuerza que había guiado sus pies a distintas partes del mundo siguiendo la llamada; esa misma determinación que la había empujado a bajar a la estación de Chamber street; el mismo embrujo que la había hecho seguir la melodía de la niña colgando; y la misma necesidad de hacer que la había llevado a atravesar ese telón que abría el espectáculo que ahora vivían.

 Actuó por inercia, otorgando a su cuerpo un reflejo muscular que provenía de algo mucho más interno, de su verdadera esencia, abriendo una brecha en el espacio, impidiendo que el foco de su mirada en la sexta campanada dañara uno de las miradas de la segunda. Y cuando todo acabó ignoró el cadáver para mirarse las manos, con los ojos abiertos, analizándolas como si en ellas se encontrasen las respuestas a todas sus inquietudes.

“Gracias”  la despertó de su ensimismamiento la voz de Allegra, algo distinta pero inconfundible para Anastasia, y cuando sus manos se estiraran para cerrase sobre las suyas, el calor especial de Allegra le invadió las manos y se extendió por sus brazos hasta centrarse en su pecho y dejar que un escalofrío le recorriera la espina dorsal - No. Nada. - fue lo único que Anastasia fue capaz de articular abandonada por esa fuerza fata. - Me alegra que estés bien. - dejó que la última palabra cayera por su propio peso, consciente que “bien” era precipitado, poco adecuado en aquellas circunstancias y aún así no creyó necesario corregirse.

Y, a pesar de su admiración por esa chica, no pudo más que abandonar sus manos cuando llegó a sus oído el consuelo que tanto necesitaba, esa misma filosofía que la empujaba “dejarse llevar, no mirar atrás”. Asintió para sí misma a las palabras de chico de ojos pardos y brazo de madera y con un gesto de cabeza le indicó a Allegra que iba a acercarse al grupo, pidiéndole entre líneas que la acompañara.

- No. - negó en esta vez en un murmuro a las palabras de hombre de madera - Creo que él conocía muy bien el significado de la guerra. - Se defendió por activa y por pasiva. - completó sin ser capaz de pronunciarlo en voz alta y admitir lo que acabada de ocurrir.

Luego miró a Alana, dedicándole una mirada de soslayo a Aubin en el camino a quién la chica respondía quizás sin ni siquiera proponérselo - Espero que tengas razón. Pero ¿y los números? ¿Guardas alguna teoría respeto a ellos? - preguntó con sincera curiosidad a aquella chica que no parecía poder detener su cerebro.

Justificaciones, búsquedas de razón, gente desorientada agarrándose a cualquier asidero para conservar su cordura. Pero ya no éramos humanos, por lo menos no simplemente humanos. No necesitábamos ya aferrarnos a la supuesta cordura de lo moralmente aceptado para estar en paz con nosotros mismos. La mayoría habíamos visto cosas en las últimas horas que no habríamos estados dispuestos a aceptar hace tan solo un día atrás. Pero ahí estábamos y, si bien no entendíamos la dimensión de todo aquello, lo aceptábamos como inevitable.

Daba asco. Pero era lo que acostumbra a pasar cuando la guerra se desata: La repulsa de la razón.

Escuché lo que decían los demás. Las palabras no eran del todo descabelladas. Aquella gente que, cualquiera a primer golpe de vista, habría clasificado como generalmente superficial y de poca hondura emocional, demostraban tener dos dedos de frente, en su mayoría.

Yo mismo no era capaz de aquellos pensamientos antes de hoy. Era como si al recuperar los recuerdos también hubiera recuperado otra manera de pensar, más profunda, más mellada por la larga vida que lastraba colgando a mis espaldas, como un peso, sí, pero como un bagaje también.

- Tiene razón. - Dije finalmente, señalando a Xia. - Más que probablemente los que llevan la guerra en su interior, aquellos que no han sido capaces de esperar UN SÓLO DÍA antes de atacar a alguien... - Señalé a Zaira para personalizar a ese alguien. - ...sean una minoría entre nosotros. Pensar de otra manera sería, como poco, decepcionante. Pero a pesar de ser una minoría, son un grupo, así que habrá que ver qué sucede esta noche, pues si portan la guerra dentro de sí mismos, no creo que se queden de brazos cruzados después de ver cómo su primera víctima volvía a la vida. - Señalé a la llama negra del reloj, la que danzaba sobre el número III, casi imperceptible, pero sumiéndolo todo en tinieblas. - La oscuridad los ampara.

Entonces, un pensamiento lóbrego cruzó mi mente, que me torció las comisuras de los labios hacia abajo, como atrapadas por la gravedad.

Roger guardó su pitillera cuando nadie más de los presentes quiso un cigarrillo. Acto seguido se alisó su traje de una excelente tela y corte, y dió otra calada, la forma de fumar y sus buenos modales denotaban el origen del caballero. Era el mayor de todos, pertencía a una época distinta y su estilo de vida había sido mejor que el de una película.

- Porque... querida Ivanna. Usted ha cometido el error de ser demasiado franca- le dijo a la pelirroja- No ha dudado en señalar a quien ha identificado como la princesa y eso, querida mía, da miedo. Sobretodo a aquellos que no quiere que se sepa su identidad y por eso precisamente estoy bastante seguro de su inocencia a no ser que se demuestre lo contrario- le dedicó una sonrisa- Con respecto a las horas... esto a mi me ha recordado a una de mis viejas películas, una adpatación de una novela de Agatha Cristine. Los diez negritos, se llamaba... en ella se reunió a un grupo de personas en una mansión de la que no podían salir. En el comedor había un total de diez figuras que representaban a diez negritos, cada noche aparecía roto uno de los negritos y a los pocos segundos aparecía el cadaver de uno de los invitados... les ahorraré el final- se aflojó la corbata algo indispuesto por lo que acababa de contar para recuperar a los pocos segundos la compostura y el buen talante- pero como dice la señorita puede ser algo así, en ese caso significaría que no han errado en su primera elección o tal vez no... esto es complicado- se rascó suavemente la sien pensativo.
 

Me cabeza se movía con lentitud, mientras asimilaba los visto, pero al empezar a escuchar las palabras de Alana no lo pude remediar y asentí.

Luego las palabras de Anastasia me dieron algo de tranquilidad, parecía que no era el único que conocía aquel secreto, por lo que tras tomar aire me alcé y fui junto a Alana y dije.- Tienes razón... en cuanto al bando que mencionas sobre él. Aguas profundas y lascivas se escondían en él...

Miré a Anastasia que parecía que sabía de lo que estaba hablando y dije explicándome para los demás, si os digo que tras las palabras de Ella, parte de Fäe y su magia volvió a nosotros así como los recuerdos, sabéis que es verdad.

Puede que sea aquellos que se niegan a olvidar la Guerra vean esto como una posible falla que deben derribar, pero no puedo dejar que aquel que trajo de vuelta a Zaira lo haga con él.

Miré hacia el suelo y dije.- He vivido mucho tiempo en palacio, y mi silencio me hizo aprender de ese mismo sentimiento, y no hay mayor silencio que aquel que se allá tras la muerte.

He mirada en los ojos de Mathias, donde Falmarí descansaba sin vida y he visto las ansias de Guerra y corrupción en sus ojos.

Tenía los puños apretados, tenía miedo, sabía que mis palabras firmaban una sentencia de muerte para callar mis labios, pero necesitaba hacerlo y enmendar el error que propicie al intentar acabar con aquella niña colgada. Demostrarles que siempre había intentado salvarlos con aquello que estaba a mi alcance, aunque solo fueran conocimientos.

Ese era el motivo por el que de algún modo el miedo luchaba con la serenidad en mi interior. Alcé la mirada y miré a Zaira  y a todos aquellos que habían ido tras Mathias aquel día y dije.- No sé si alguno de vosotros conocía su naturaleza, pero de todas maneras gracias por vuestro instinto, el cuál fue certero y aumenta nuestras posibilidades.

Miré al gótico Adam y dije.- No sé nada de ti, no sé si estas con nosotros, ni siquiera tu identidad en Fäe, pero por si acaso quiero que el resto sepa que solo pensé en ti, por tu manera de expresarte. No por que sepa nada, como todos sentí la necesidad de odiar a un nombre, y mi mente recordó tus maneras, nada más... Ni te exculpó ni te culpo, simplemente quería decírtelo por sí...- Callé y dije sin más, con miedo a pronunciar aquello.- Quería que lo supieras... nada más.

-No pasa nada Paul, tío. Era Paul, ¿verdad?. - Se colocó el pelo hacia atras, mientras su temblor de manos parecia ir disipándose poco a poco. -Yo tampoco conocía a Mathias, pero sentí la necesidad de elegir a uno de vosotros y sabía que no era para algo bueno. No pensé yo que sucedería lo que hemos visto.- dijo aún con cierta incredulidad. -Así que no pasa nada tronco. No te ralles. Esto ha sucedido porque alguien o a algunos no pudieron estarse quietos ni una puta noche.- Negó ligeramente. - Lo que si tengo claro, es que si esta necesidad de elegir va a continuar, y el resultado va a ser este, tendré que pensar mucho más la próxima vez, porque...- En ese momento se giró y miró a Anya. -¿Eres psicóloga tía?, ¿sabes lo que es el mono?. ¿Te crees que voy a pensar mejor con un monazo como King-Kong?.- Miró a todos haciendo un rápido barrido. -Durante los años de la llamada, algunos habéis tenido una suerte que yo no. Un actor, una estrella del rock, un enfermero...a mi me encerraron porque decían que las voces que escuchaba no eran reales, y me atiborraron a pastillas e inyectables. ¿Te hago un listado de antipsicóticos, guapa?. Así que no digas drogas, con ese rintintín, como si yo fuese un yonki o algo parecido. - Terminó respondiendo con cierto enfado a la chica.

- Tu teoría me parece bastante acertada - dijo, mirando a Alana con una sonrisa, aunque luego dedicó una preocupada expresión a Paul - ¿Habitabas en Palacio? Y tienes el don de ver la Verdad en el corazón de los demás... creo que escuché hablar de ti en alguna ocasión. Es un don poderoso, pero extremadamente peligroso en una circunstancia como ésta. ¿Crees que ha sido lo más acertado?

Posó su mano sobre el hombro del joven, mirándole con gesto afectuoso.

- Siendo así, la teoría de Alana se confirma: cuando muera un anarquista, uno de los asesinos... la llama será negra. Cuando muera uno de los inocentes... bueno, ya visteis qué pasó con Zaira.

Luego miró al joven francés (Aubin) que le había acusado con su expresión neutra nuevamente.

- Recuerdo cosas, recuerdo mi vida antes de morar en una cáscara de carne. Tú las recuerdas, todos lo hacéis. ¿No tenías amigos? ¿Familia? ¿Quizás un amor? No todos los habitantes de Fäe están entre nosotros, pero sí que hay Fatas escondidas a mi alrededor que recuerdo. ¿No consideras adecuado que quisiera saber si el cadáver que tenía ante mis ojos era alguien cercano a mí?

"Llego la sexta campanada y comenzó así la primera sangre, aquel chico de petulante habla fue victima del recelo, de al menos seis de los allí congregados, la muerte le sobrevino al final, pero para el resto no era mas que el inicio".

Hundo escribía en lo que seria su ultimo libro, sentado en una silla plegable que en la noche anterior se hiciera con ella en una de las casa de la ciudad oscura. Y mientras escribía, tras el primer incidente, las voces de los demás se hacían mas agudas, algunos justificando otros convencidos de que obraron bien y otros como él, tan confusos como el primer momento de su nacimiento. Lo que era un hecho, es que simplemente albergar una duda era suficiente para que aquella ciudad o lo que fuera que controlara sus acciones tras la sesta campanada, para dictar sentencia hacia esa persona elegida.

Freneza observaba entonces el reloj de aquella torre y como una segunda llama ardía en el numero III y a sus oídos llego la teoría de una de los verdugos de Mathias.
-Es interesante lo que has dicho y puede que sea cierto si mañana, en caso de que alguien mas caiga, una tercera llama se una a las demás... Y siguiendo tu lógica, ¿Ese tres podría ser el numero de Fata unidos con la guerra?-Comento el escritor, buscando la mirada de Alana.-¿Claro que entonces que significaría el seis y el siete?-Demasiados enigmas para recién nacidos.

Poco después, después de que apuntara esa teoría, tan valida como cualquiera otra mientras siguieran siendo ignorantes. Escucho a un hombre hablar, como otros, sobre la culpabilidad del acusado, amparándose en su Fata y lo que él hacia hace quince años. ¿Porque mostraban sus cartas? ¿Porque tenían prisa por morir?-Dos preguntas que reflejo en su libro antes de levantarse de su asiento, plegar la silla y mirar a los pocos que hablaron sobre el reloj.

-¿Y porque no vamos, ahora? Al reloj digo, puede que nos de mas respuestas de las que ya sabemos que en mi opinion, son bien pocas.-Hablo Mr.Ink para todos mientras volvía la mirada a aquella sombra del Big Ben.

Allegra siguió a Anastasia, con los ojos fijos en la esfera del reloj. Todavía le temblaban las manos, así que las metió en los bolsillos de su chupa. Se acercó al grupo junto a ella y escuchó las distintas teorías sobre las llamitas blancas y negras y los números. Finalmente negó con la cabeza antes de hablar, sin dirigirse a nadie en concreto. 

- Pues yo no creo que sea tan sencillo. ¿Nos estamos olvidando de dónde estamos, de con quién estamos tratando? Hay Fatas implicados y eso quiere decir que las cosas no serán como aparentan. No sé, está bien que hagamos teorías, pero no creo que tengamos que darlo todo por cierto tan fácilmente. - Miró hacia Samuel al terminar y le dedicó una sonrisa de ánimo. El chico parecía más fuerte que antes de recordar pero aún así parecía necesitar agarrarse a cosas fijas y estables. Quería saber quiénes eran todos y lo que podían hacer cuanto antes. A Allegra eso se le antojaba imposible y peligroso en esas circunstancias. 

Después sus ojos se desviaron hacia el hombre que había dicho ser actor (Roger) y se acercó a él para coger uno de los cigarrillos que ofrecía. Allegra no solía fumar salvo en ocasiones especiales, no era bueno para su salud, ni para su garganta. Pero si aquella no era una ocasión fuera de lo normal, no se le ocurría cuál podría haberla sido. - Gracias. - Le dijo, dedicándole una pequeña sonrisa. - ¿Me da fuego también, por favor?

Entonces miró al enfermero (Paul) con una mezcla entre curiosidad y respeto. - Si es verdad lo que dice, se ha arriesgado mucho al decirlo en voz alta con asesinos escondidos entre nosotros. No me malinterprete. Se lo agradezco, así me siento menos culpable por... Bueno, por él. - Señaló el cuerpo de Mathias con la mano sin mirarlo y su sonrisa se convirtió en una mueca. - ¿Pero no cree que habría sido mejor que no desvelase esa habilidad tan pronto?

El combate con el obsceno de Mathias podujo en Seth la mayor de las sorpresas, si bien no le resultó difícil creer que él saliese elegido. Fue un estúpido de principio a fin. Ver las habilidades de los otros también fue sorprendente, ya que él no se imagina a qué nivel podrían estar las suyas, si bien antes de tener conocimiento de su verdadera naturaleza eran extremadamente sutiles como para ser consideradas poderes. 

Alguno da explicaciones sobre el por qué de haber votado a uno de los presentes. Seth no, si bien votó a Allegra no va a menospreciarla poniéndose un raído abrigo de cordero, pues por el hecho de elegir a un culpable, aunque sea por el bien común, todos somos un poco lobos, y hay que ser determinado. 

Ignora el cuerpo sin vida de Mathias y sin embargo se centra más en las heridas de Lera, quien parece que mutilándose puede hacer daño a otros. Sin duda alguna, un poder aterrador. Pasa al lado de ella y con cuidado aprieta su hombro con la mano, en gesto de ánimo. Recorre a continuación la escena, escuchando al resto hablar, y la idea de explorar la torre del reloj le parece verdaderamente tentadora. Las teorías dichas hasta ahora sobre el significado del color de los fuegos y los números podrían estar igualmente bien o mal. 

- Estoy con él. - Dice cruzado de brazos y asintiendo ante Hundo. - Vayamos ya, no queda mucho tiempo. Descifrar el significado de la hora señalada y los fuegos es crucial. ¿Y si los colores fuesen del revés? Imaginaos que, no sé, la muerte de Zaira hubiese sido positiva y ese tono blanco era una señal, y la de ese bocazas incorrecta, y se nos avisa con la oscuridad... - Comenta pensativo y mueve la mano en gesto de que le dejen continuar. - Es solamente un ejemplo. Creo, personalmente que las cosas están mejor como ahora... - Mete las manos en los bolsillos y mira desafiante al reloj. - No debemos echarnos atrás en ningún momento.

Misty, que se encontraba paseando alegremente con Mathias y otros, intentando desconectar de aquella charla que no llevaba a nada, sintió como todos aquella sensación que, acompañada de imparables campanadas, acompañaba a la guerra. Notó como muchas miradas se centraban en el grupo, juraría que en Mathias. Lo inevitable no tardó en llegar y Misty fue testigo del gran poder que estaba reunido en aquel oscuro lugar.

Se sentó al borde del camino donde se encontraba y contempló la batalla con tranquilidad. Sus ojos intentaban captar todos los movimientos de los contendientes sin perderse un solo detalle, pero era complicado, ya que los ataques llegaban por muchas partes. Le pareció increíble que aquel joven aguantase una y otra vez los envites de aquellos que los querían muerto. Finalmente, el hombre no pudo aguantar más y exhaló su último aliento.

Fue entonces cuando la joven del pelo blanco se levantó y se acercó a él. Escuchó lo que se decía del joven, pero poco le importó. Se arrodilló junto al cadáver y lo observó unos segundos en silencio. Después, arregló un poco su pelo y lo colocó en una posición cómoda. Falmari... Dijo, finalmente, mientras miraba su rostro, como intentando ver algo de ella. Gracias por todo. Siguió, dedicándole una sonrisa agradable. ¿Sabes? No sé si lo que dicen es verdad, ni siquiera sé si eres tú. Pero, aún así, gracias. Espero que, estés bien allá donde estés. Quien sabe, tal vez nuestras vidas se vuelvan a cruzar algún día y te pueda devolver el favor.

En silencio, se agachó y besó los labios de Mathias. Que tengas un bien viaje. Tras dedicarle una última mirada profunda se dio la vuelta y cogió aire mirando al cielo con ojos fantasiosos, como si estuviera viendo algo más. Tras unos instantes volvió hacia el grupo.

Vaya, es una pena que los fármacos que te dieron a ti te hayan causado consecuencias duraderas. Comentó al llegar, mirando a Adam algo ausente. Las mías me dejaban ida y me acallaban las voces, pero ya estoy bien. Supongo que tu sitio era aún más horrible que el sitio de donde me escapé yo. Le dedicó una sonrisa algo infantil. Parecía contenta al encontrar a alguien a quien también encerraron.

No entiendo... ¿Porqué el blanco es positivo y porqué la oscuridad negativa? Preguntó de pronto. Había habido comentarios que no entendía. La noche es oscura, pero no por eso tiene que ser mala. La oscuridad es tan necesaria para las plantas como la luz. 

Al escuchar las palabras de Alana, Zaira se había quedado en silencio y pensativa, con la mirada anclada en el reloj. Su teoría podía ser buena, pero tenía la sensación de que debía haber otra cosa y de que estaban jugando con ellos. Pero entonces fue cuando el enfermero aseguró haber visto la guerra en los ojos de Mathias. La joven se volvió a mirarle, con los ojos como platos y una pequeña mueca en sus labios.

- Ha sido muy valiente decir lo que has visto, pero... - Miró, primero a Samuel y después a Allegra y asintió con un leve gesto de cabeza.Todo aquello era muy peligroso, se escapaba a su comprensión y podía ser que, como él preguntaba, no hubiera sido lo más acertado. Aunque eso les ayudara a comprender que no habían matado a un inocente.  - Sí, ha sido muy arriesgado decir que podías ver en su interior - . Dijo, volviendo a dirigir su mirada hacia Paul. - Procura no quedarte solo por la noche... - Tragó saliva. La noche se acercaba y ella empezaba a tener miedo. Miedo de estar sola y que volvieran de nuevo a por ella. Se quedó unos segundos en silencio, intentando calmar los fuertes latidos de su corazón y centrándose nuevamente en lo de las llamas del reloj.

- De todas formas, no podemos dar ciegamente por válida la teoría de Alana - . Dijo finalmente, volviéndose hacia los que estaban comentando lo de las luces. - Sí, ha sido muy curioso lo de las llamas. Pero también podría ser que la luz blanca aparezca cuando alguien muera a manos de esos asesinos y la oscura si el resto decide condenar a alguien, independientemente de su culpabilidad - . Un escalofrío recorrió su espalda. Había creído las palabras de Paul y, a pesar de que no estaba convencida del significado de las llamas, sí que era verdad que aquella vez coincidía con esa teoría. 

Volvió nuevamente su mirada hacia la esfera del reloj. - No sé si hallaremos alguna respuesta, pero, quedándonos aquí lo único que haremos será conjeturar. Quizás sí que deberíamos ir a la torre - . Propuso, sin recordar quién había dicho de ir. Le sonaba que había sido el hombre de las gafas de sol, pero no estaba del todo segura. Recorrió con la mirada los rostros de todos los que allí estaban reunidos, deteniéndola finalmente en los ojos de Shawn. - ¿Vamos a ver qué hay? - Dijo casi a la vez que Seth. Se volvió a mirarle y una mueca se formó en sus labios. Otro que insinuaba que podía ser una buena idea que ella estuviera muerta. ¿Pero qué coño le pasa a esta gente? Suspiró y empezó a caminar hacia la torre, sin importarle ya si la gente iba o no detrás suyo.

Las preguntas empezaban a llegar, ya no había vuelta atrás debía de decirlo todo. Puede que fuese arriesgado, pero ese fue el sentimiento que me guió en ese momento y ese fue el movimiento que me alentó a hablar.

Miré primero a Adam y choque la mano con él y dije.- Me alegro haberlo arreglado, y de algúna manera sentir ahora que tus formas son una bocanada de esperanza para mí.

Ojala, como dices aquellos que traicionana a Fäe hubieran pasado esa noche sin actuar y nada de esto estuviera pasando.

Luego miré a Allegra y dije.- Y dejar que aquel que con la magia de Fäe trajo de vuelta a Zaira, hiciera mañana lo mismo con él... Siento que he sido demasiado impulsivo, pero tenía que decirlo, creo que es algo que nos ayudará a encontrar un final a esto.

Después me dirijo a los chicos que hablaban de ir a investigar hacia el reloj y asentí.- Si la mayoría quiere, creo que puede ser una actividad que nos mantenga alerta.

Asentí a las palabras de Zaira y dije: Procuré estar a vista de todos... más por mí, que por el resto.

Sé que no es fácil creerme, y que incluso mis palabras traerán sospechas, incluso sea el siguiente...- Frené mis palabras mientras miraba a Mathias y dije.- incluso puede que mañana yo sea el siguiente en quien plasmar las sospechas. Pero de una manera u otra el camino para mí era esperarme a morir, solo tengo esa información... nada con lo que resguardarme e intentar aguantar para decir luego todo lo que sé.

Como digo... sé que es difícil creerme, creo que incluso yo no lo haría de mi mismo, si fuera vosotros, pero es lo único que puedo hacer. O al menos lo único que he pensado que debía hacer.

Siguiendo mis palabras me puse en una zona céntrica a los demás, saqué mi chaqueta oscura y la tendí al suelo mientras me sentaba en ella esperando a la decisión del resto por si al final la excursión al reloj se iniciaba al final.

Escuchó a Roger, con el ceño fruncido- La princesa...- musitó para si, mientras el hombre aún se explicaba- La princesa es un río lleno de lágrimas de tristeza y congoja...-añadió, con expresión afligida,  para acto seguido dejar escapar una carcajada y sonrojarse- ¿Te ha gustado? -le preguntó, ruborizada, mordiéndose de nuevo el labio inferior, justo antes de acercarse a su oido y susurrarle- Tú a mí sí que me gustas...- se separó entonces de él, dedicándole una sonrisa cargada de intenciones, y prestó atención nuevamente a lo que sucedía a su alrededor.

No pudo evitar dejar escapar otra carcajada al escuchar cómo Adam reprendía a aquella mujer que no paraba de intentar mostrar su buen hacer social, pero sabía que tanta risa le propinaría más de una mirada reprobatoria, así que respiró hondo, y suspiró, manteniéndose en silencio hasta que se hizo alusión al asunto de las luces.

Sobre el tema, algunos argumentaban con los principios antagónicos e hipócritas tan típicos de los mortales. Otros sin embargo, querían ver más allá, e Ivanna los observó con renovado interés y franca admiración, añadiendo- Blanco bueno, negro malo... ¿Seguimos creyendo que sólo somos humanos? ¿Desde cuando eso significó algo para nosotros? - negó con el rostro, como resignándose, y miró hacia la torre del reloj- Si queréis ir deberíamos movernos ya. No sé si habéis pensado que a lo mejor no está lo cercana que aparenta estar. 

- ¿Falmari? - Giro la cabeza hacía el cadáver y hacía el hombre que decía haber visto en el corazón de Mathias una vez había caído. Hasta el momento, observó la escena sentado, viendo de reojo como el resto hacía su trabajo. Pero cuando supo la identidad de ese Fata, si es que era esa, se puso de píe y se acerco al cadáver. 

Se arrodillo junto a él, poco después de que Misty se apartara, y se quedo allí, observandole, con el rostro de quién no entiende lo que dicen.- No... ¿Cómo? Pero... No... - Se puso de píe para darle la espalda y cruzarse de brazos. En su mente no había resolución entre lo que sabía de aquel Fata y lo que ahora se decía. Sin embargo, eran dos personas las que defendían esa posición, y no consideraba probable que ambos mintiesen.- Al parecer lo que dijo Ella era verdad... La guerra esta en todos nosotros... - Mencionó más para si mismo que para el resto, antes de acercarse al grupo que ya se formaba.- También me gustaría ir al reloj... a ver que encontramos... 

Las reacciones ante mi teoría no se hicieron esperar, evidentemente algunos estaban de acuerdo y otros no tanto. No pretendía que fuera una certeza, de hecho era consciente de que tenía muchas lagunas pero expresarlo en alto podía ayudarnos a ir descifrando las incógnitas, completándolas con las teorías de los demás. Sin embargo fue lo que dijo Paul lo que más me llamó la atención.

-¿Mathias era Falmari?- Miré hacía el cuerpo de Mathias con tristeza. Aunque había participado en su muerte seguía sin estar segura de que mi elección fuese correcta. Me volví hacia Paul.- ¿Entonces estás seguro de que era uno de los asesinos? La conocí en el bosque hace mucho tiempo, si entonces me hubiera dicho que nombrara a una Fata que llevara la Guerra en su interior, no habría sido ella. Está claro que las cosas han cambiado mucho.

Me giré secándome los ojos húmedos con las manos, no podía seguir pensando en cuantas de esas personas ocultaban en su interior Fatas que conociera o me hundiría. Decidí concentrarme en la incógnita del reloj para mantener mi mente ocupada.

-No pretendo que mi teoría sea una certeza, pero si planteamos distintas opciones puede que demos con la correcta. Se me ocurre alguna idea sobre los números pero ninguna acaba de encajar. No creo que el tres sea que hay tres asesinos y el siete se refiera a los inocentes.- Añadí dirigiéndome a Hundo.- Eso nos daría diez Fatas y, en ese caso, ¿para qué traer aquí a los demás? Más bien se me ocurre que le reloj tiene doce números pero son 24 horas para un día completo, al menos desde el punto de vista humano. Eso significaría que cada número puede estar ocupado por dos de nosotros, pero seguiría sobrando uno.- Me encogí de hombros consciente de las múltiples lagunas de mi teoría.- Estoy de acuerdo en que deberíamos investigar el reloj, tal vez nos aporte más información y mejor si lo hacemos antes de que caiga la noche.

Kammy estuvo indecisa hasta el último momento y cuando la batalla comenzó, ella se hizo a un lado. Nunca se hubiera imaginado que un chico como él pudiera querer acabar con todos. Además era... ¿Falmari? Por los comentarios de muchos, era un fata del bosque y parecía tener ya tres amigos que lo extrañarían.

Sentía dolor y perturbación, a pesar de no haber participado y se giró hacia Lena. La chica parecía realmente afectada por todo lo que había hecho y es que atravesar tu propia garganta y vivir para contarlo no debía ser una sensación cómoda para ella. Cuando Adam intervino, Kammy lo miró con tristeza y dijo - Yo fui escondida a simple vista toda mi vida. A veces no sabemos qué es lo peor - tocó un mechón de su cabello violeta y jugó con él mientras observaba a otros fata.

Observó a Misty y a Thomas mientras se acercaban a Mathias y se giró a mirar a los otros fata. Entre ellos, fijó su mirada en Chris, quien la miraba de forma reprobatoria y entonces parecía recordar algo. Su respiración se aceleró y sus ojos se fueron tiñendo de un color naranja. Era él, era él...

Fijó su mirada en él y lo señaló. El carácter tranquilo de Kammy luchaba por salir pero parecía luchar con su fata para calmarse. A veces no le era posible pero ahora que había recordado, le costaba más - Yo no quería eso. ¡Eras tú! ¡El tuyo era el nombre que yo señalaba, no el mío! - el naranja se iba tornando más intenso.

Dijo en un tono de voz moderado para que otros pudieran escucharlo - Por alguna razón, me retracté en el último momento, pero no era lo que quería, yo quería señalarte... - sus ojos comenzaron a aclararse, casi como si Kammy fuera la que recuperaba el control y su fata solo dejaba eso pasar - ¿Cómo pudo pasar eso? Si otros hubieran ido a por mí... - miró a Mathias - sería yo y no él quien se habría visto atacado por todos - pasaban de naranja a violeta por la angustia de pensar en ello.

- ¿Quién lo ha hecho y por qué a mí? - miró a todos con determinación y volvió a girarse hacia Lena. Su descomposición era notoria y aunque hablaban del reloj, ella le prestó poca atención para acercarse a ella.

Trató de no dejarse perturbar por la tristeza que sentía y el dolor de la chica, cosa difícil, pero a la final, logró calmarse y le puso una mano en el hombro a la joven. Sonrió abiertamente y le dijo - No sé quién eres en verdad y creo que no sé tu nombre. El mío es... Kammy. No puedo borrar de tu mente tu agonía, pero podría ayudarte a calmarte un poco - sus ojos se rotarnaron en un rosa profundo y luminoso. Cerró sus ojos un instante y el aire a su alrededor se volvió más denso, casi como atraído por la chica, aunque comenzó a tomar un olor a canela, suave, dulce, penetrante, un olor que puede invadir los sentidos de quien lo contemple. A ella le producía calma y un poco de alegría y esperaba poder transmitirle lo mismo a Lena.

Abre los ojos y espera ver si ha podido ayudarle en algo.

Más teorías, algunas interesantes, otras no tanto, en cualquier caso ninguna podía ser probada. Todos dieron su opinión al respecto, o casi todos, y obviamente Xia no se quedaría al margen, menos si le afectaba de forma directa, al igual que el resto, estaba allí, seguramente atrapada con desconocidos y misterios, sin olvidar los recuerdas de otra vida, una vida anterior, y sin embargo le pareció tan lejano como cercano. Extraño.

Tal vez…no les interesaban esperar un día, quizás el regreso a casa le suponga algún problema o quizás solamente quieran ser los únicos en volver. A saber. – Añadió al comentario de aquel joven que se dirigió a ella. – Aunque pienso como Alegra, aquí las cosas no parecen ser tan claras, al menos así es mi perspectiva.

Sobre los números, quizás mañana sepamos más, si al amanecer se ilumina otro número en blanco, la teoría de…Zaira sea cierta, si no, ya iremos viendo. – Expuso brevemente antes de mantenerse callada durante unos segundos, una práctica habitual para tomarse un necesario respiro con tanto por analizar.

Si el chico es culpable eso significa buenas noticias, un paso más cerca de finalizar este despropósito. Solamente espero que no juegue en nuestra contra, poniéndolos más nerviosos. -  Añadió un poco preocupada mientras no perdía de vista el cuerpo del susodicho.

Yo también llegué a pensar que cada hora simbolizaba a uno de nosotros, pero es imposible, imagino que se refería a fases. Ahora bien, que se complete no sé si será buena señal, o más bien todo lo contrario. – Comentó una vez más con referencia a aquella torre, o más bien, la sombra de uno. Un reflejo oscuro, como si fuese la otra cara de la moneda.

Observó con detenimiento a aquel chico que se sentó encima de su chaqueta. - De todas formas, tarde o temprano ya nos conoceremos mejor entre todos, pero esa confesión…no sabría decir si ha sido valiente por tu parte o quizás un temeridad, no me decido entre ambas. En cualquiera caso, te digo lo mismo que los demás, mantente cerca. – Le habló con naturalidad, y con una mirada carente de juicio.

Y tengo que estar de acuerdo con la pelirroja, la noche se nos echa encima, si queremos ir, mejor partamos ya. – Comentó finalmente antes de empezar a acortar distancia con su destino ya expuesto en silencio.

Shawn escuchó hablar a todos los presentes y más tarde decidió aparcar el tema durante un rato, estaba un poco cansado de toda aquella palabrería. Aquello no era lo suyo, nunca lo fue. Una vez más tomó aire profundamente y exhaló lentamente. 

Eran varias las teorías que hablaban sobre el reloj y las llamas que chispeaban sobre los números, ¿qué importaba? Suponiendo que alguna de las teorías fuese cierta, no iba a ayudarles a detener la guerra. Todo apuntaba a que el reloj no era más que un display con una cuenta atrás, aunque... 

-¿Y si no se tratase de algo tan simple como blanco inocente, negro culpable? -dijo volviéndose hacia el resto, maldiciendo por tener que volver a sacar el tema. ¿Y si todavía quedara otro fuego por aparecer? ¿No podría simplemente ser algún tipo de seña en referente al origen de los caídos? Linde, Bosque, Palacio.

Desvió la mirada hacia el suelo con una mueca de enfado y continuó rumiando sobre Fäe.