Partida Rol por web

[HLdCN] La puerta de Fäe

Noche 7: La segunda esfera

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20/03/2015, 01:11
Narrador

Noche 7: La segunda esfera

Por séptimo día consecutivo el atardecer se iba cerniendo sobre vosotros, arropando con su manto de color morado oscuro el cielo de aquellas ruinas que habían sido la ciudad. El reloj estaba presente ya no sólo ante vuestros ojos, sino también en vuestro pecho, podíais sentir su influencia en vuestro interior, creciendo por momentos, obligándoos a proyectar vuestro odio de una forma más intensa que nunca.

Lo sucedido en los últimos minutos había sido una sorpresa para casi todos. Mathias llegaba a tiempo de sumar su odio al de los otros, y también de ser odiado. Sin embargo la mayoría estabais ya demasiado pendientes del reloj, con vuestras decisiones tan enraizadas que era difícil reconducirlas en aquel último momento, a sólo escasos minutos de las campanadas.

Aquel primer tañido sonó más fuerte que nunca. Retumbó dentro de vuestros oídos, de vuestros cráneos, hizo vibrar el aire y el borde de aquellas grietas, atravesando cualquier tipo de barrera. Y sirvió, como siempre, para que localizarais a vuestra presa. Pero en este caso no fue sólo una, sino varias. Hubo quien logró reservar parte de ese odio para sí mismo: ese era el ejemplo de Niba, o el de Paul, que fueron capaces de tragarse ese sentimiento y guardarlo en lo más profundo de su estómago, asumiéndolo y conteniéndolo con fuerza. La segunda campanada no sólo sonó tan fuerte como la primera, sino que pareció durar más que de costumbre, dándoos el tiempo que os faltaba para daros cuenta de con qué aliados y con qué enemigos contaba cada uno. Con la llegada de la tercera os disteis cuenta de que en esta ocasión nadie iba a mantenerse al margen. Todos y cada uno de vosotros habíais decidido entrar en aquel juego. Fue en la cuarta cuando el recuento llegó, rápido, a todos vosotros. Vuestro cerebro contabilizó lo que vuestros ojos habían visto, y le puso nombre a la muerte: Paul. En esa quinta campanada todas vuestras miradas se dirigieron hacia él, como sin saber qué esperar. Y al escuchar la sexta de una forma tan clara y contundente un golpe la acompañó: sus ecos aún resonaban cuando visteis a Paul tirado en el suelo, llevándose una mano a la mandíbula y con la boca manchada de sangre. El combate había empezado, y había sido Adam el primero en lanzarse.

Aquello ya no era que el tiempo pareciese acelerarse para él, o detenerse para Paul. Aquello era algo distinto. Ante vosotros todo parecía avanzar a pequeños cortes, como si estuvierais viendo una película a la que alguien hubiera quitado segundos al azar. En un instante veías al ex-yonqui avanzar hacia el enfermero, y al instante ya le había alcanzado y levantado por las solapas. Y cuando ibais a prestar atención a cómo asestaba su siguiente golpe Adam, Paul ya se encontraba otra vez en el suelo, encogido mientras se agarraba el estómago, escupiendo más y más sangre.

De alguna forma ese Adam ya no parecía el mismo que unos días atrás. Ahora que lo veíais bien parecía caminar más erguido y su mirada estaba más centrada. Parecía, incluso, un poco más corpulento. Quizá fuera la ausencia de pastillas, quizá algo más, pero el cambio era claro.

De nuevo hubo otro corte en el tiempo. Paul volvía a estar en pie, y Adam parecía esperarle con los puños en alto, como si le estuviera retando a una pelea de igual a igual. Una densa niebla empezó a formarse alrededor de los pies del enfermero, y conforme él se movía esta lo hacía con él. Así, cuando Adam cargó contra él la niebla se alzó, interponiéndose y alzándole en el aire. Puede que Paul se hubiera tragado parte de su odio, pero tampoco se había negado a defenderse. Retenido por una especie de grilletes hechos de niebla Adam simplemente formó una media sonrisa y sostuvo la mirada del paramédico. Sabía lo que esperaba al hombre y que, cuando todo acabase, volvería a ser libre.

Paul ni siquiera había terminado de girarse de nuevo hacia vosotros cuando Lyman atacó. O, al menos, el cuerpo humano de Lyman. Ya sin las lentes oscuras sus ojos azules dedicaban una mirada gélida a Paul mientras extendía una mano hacia adelante. Con rapidez cerró sus dedos, y del suelo, de entre los cascotes, emergió rápidamente una columna de hielo que congelaba todo a su paso. Paul la esquivó por poco, y tras cruzar una mirada con Lyman echó a correr. El otro, mientras tanto, continuó enlazando un ataque con otro, extendiendo y recogiendo una y otra vez sus dedos con fuerza. Y cada vez que se apretaba su puño una nueva columna aparecía, marcando así el recorrido de su adversario con un rastro de frío glacial. Mientras tanto la carrera de Paul no se detenía, haciendo un quiebro tras otro, tratando de evitar que el frío que le perseguía le diera alcance.

Sin embargo al final fue inevitable, y una de esas columnas, en su rápido crecimiento, se creó alrededor de su pierna derecha. Paul intentó sacarla de allí, pero era imposible. Intentó también conjurar la niebla para que esta le ayudase, cortando poco a poco el hielo. Mientras tanto aquel otro hombre de mirada azul dio un par de pasos en su dirección, y cuando en esta ocasión alzó su brazo para empezar a invocar el mismo frío que habíais visto unos días atrás, en la muerte de Anya, fue evidente que pretendía terminar con todo eso de una vez por todas.

Aparentemente desesperado por luchar por su vida, el paramédico hizo un rápido gesto y un pequeño torbellino de niebla empezó a cubrir a Lyman, causándole cortes y más cortes sin que a este pareciera importarle. En los pómulos, en las mejillas, en las manos y brazos... El cuerpo de Lyman iba cubriéndose de marcas mientras se preparaba para ser más letal que nunca. Fue fácil ver la decisión cruzar los ojos de Paul. Si querían jugar, jugaría. Y si necesitaba llevarse a alguno de ellos para que todo se detuviera, lo haría sin dudar. Además, sabía que si conseguía inclinar la balanza muchos se unirían a la lucha contra Lyman. Una media sonrisa apareció en su rostro mientras, en sus manos, comenzaba a conjurar un arma hecha de niebla, una especie de flecha que ni siquiera necesitaba un arco para ser lanzada. Y a punto estaba de enviarla directa al corazón del que había sido ciego, cuando algo le interrumpió. Algo que quemaba la piel de sus manos, impidiéndole moldear la niebla con comodidad.

No había fuego. No había llamas. No eran necesarias. Y Niba, realmente, no quería dañar a nadie. Sólo quería impedir que Lyman saliera herido. Sin embargo algo se apoderó de aquella chica. Una vez que había empezado, la furia del reloj no la iba a dejar detenerse hasta que no hubiera dado todo lo que tenía dentro. Todos pudisteis ver sus ojos encenderse, brillar como si dentro de ellos estuvieran las mismas llamas que la chica podía convocar, inflamándose. Y de repente fue ella la que estalló en llamas.

Aquello fue como una transformación. De repente el fuego cubría a Niba sin llegar a dañarla, crepitando en la superficie de su piel y calentándola por dentro y por fuera. Con cada movimiento de su cuerpo pequeñas llamas se separaban de ella, creando una imagen hermosa y efímera. Y de repente Niba ya no parecía Niba. Parecía alguien mucho más seguro y lleno de determinación. Alguien que movía sus brazos como si fuesen alas y estuviera en medio de una danza antigua y sagrada. Y de repente todo su fuego la abandonó, comenzando a recorrer el suelo en dirección al enfermero. Las llamas iban a gran velocidad, con pequeños estallidos que resonaban en vuestros oídos durante algunos segundos. Y en cuanto esas llamas le tocaron Paul entró en combustión.

Pudisteis ver sus brazos agitarse. Pudisteis oírle gritar. Pudisteis verle correr en cuanto aquellas llamas derritieron lo suficiente el hielo que lo había retenido. Lanzarse al Río de Almas en busca de ayuda.

Y esa ayuda llegó, por supuesto que lo hizo. En cuanto Paul emergió del Río lo hizo rodeado de la misma niebla que había estado utilizando durante todo ese tiempo. Pero ahora pequeños retazos iban desprendiéndose poco a poco, tomando forma aparte. Y pronto, como quien no quiere la cosa, eran más de veinte los pájaros hechos de niebla que estaban dispuestos a luchar por él. La piel del chico se había ennegrecido en algunos lugares después de la combustión a la que Niba le había sometido, pero aquel dolor parecía otorgarle placer de una forma un tanto retorcida.

Echó a correr una vez más entre los cascotes, tratando de ganar algo de distancia. Era evidente que no se trataba de una huida, sino de un intento de pillaros por sorpresa en cuanto os confiaseis. Mientras tanto todos pudisteis ver cómo su largo abrigo de color oscuro se había transformado en una enorme capa hecha de niebla.

Los que habían parecido simples pájaros comenzaron a crecer, alimentándose de la niebla, hasta que prácticamente todos tenían al menos metro y medio de envergadura. Las formas de algunos recordaban a águilas imperiales. Las de otros a halcones. Y por último, algunos parecían grandes buitres. Todas aquellas aves comenzaron a sobrevolaros, expectantes, hasta que de repente todo un grupo se lanzó en picado. El peligro no estaba sólo en su velocidad, su fuerza o su tamaño, sino también en el número. Por fortuna el portal de Anastasia apareció a tiempo. Al menos el primero, pues cuando otro grupo se lanzó a por vosotros parecían demasiado rápidos, demasiado decididos. La mayoría os agachasteis. Aquellos que no habíais dedicado ni una sola mirada a Paul con la llamada del reloj, sin embargo, os sabíais fuera de peligro y podíais observar aquello desde una posición cómoda.

Los ataques de los pájaros continuaron. Mientras tanto, Paul parecía desaparecido, pero tampoco era como si en ese momento os pudierais preocupar demasiado de ese detalle. Uno tras otro, todos trataban de embestiros, de morderos o de acercarse lo suficiente como para dejaros un buen recuerdo de lo que eran capaces de hacer. No tardasteis en daros cuenta de que el borde de sus alas, cuando iban con ellas desplegadas, estaba tan afilado como la mejor de las cuchillas. Los portales que Anastasia creaba, uno tras otro, eran esquivados por la mayoría de los animales en el último momento, aún cuando esperaba hasta ese instante para ampliarlos. Aún así, cuando alguno caía, ella se aseguraba de que llegase a algún lugar donde fuera inevitable dañar a varios de sus compañeros. Y entonces algo en la mirada de la chica cambió mientras sus ojos se ponían en blanco. Su piel, que normalmente mostraba la imagen del firmamento, cambió ligeramente de tono durante un instante. Un instante después, Anastasia parecía fuera de sí. Movía las manos frenéticamente, ascendiendo y descendiendo, de tal manera que recordaba a todas esas películas en las que alguien era poseído y dejaba de controlar su propio cuerpo. Y entonces, a unos quince o veinte metros sobre vuestras cabezas, apareció: un portal inmenso, casi tan grande como la propia ciudad. Un portal que empezaba a hacer fuerza, absorbiendo todo y a todos hacia él.

Tuvisteis que agarraros. Tuvisteis que sujetaros con fuerza de cualquier cosa a vuestro alcance, desde piedras pesadas a hierros arruinados y envejecidos. Mientras tanto, todas y cada una de aquellas aves iban siendo reclamadas por el portal, llevadas a quién sabía dónde. Ante vosotros una Anastasia casi sin sentido empezaba a flaquear, y parecía que sería la primera en ser absorbida por su propio portal

Una cuerda, sin embargo, la sujetó con firmeza. Una soga que apareció de la nada, ya anudada, y que sería seguida después de muchas otras, una para cada uno de vosotros. Misty fue la última en ser atada, como si salvarse a ella misma no fuese una prioridad. Y mientras el portal se cerraba ella iba mirando a unos y otros, comprobando que estuvieran bien.

Fue entonces cuando llegó el ataque de Paul hacia la albina. El hombre se había mantenido oculto, esperando su momento, y ahora que le volvíais a ver no sólo su abrigo, sino todo su atuendo se había convertido en niebla. Además él parecía más liviano y ligero, como si apenas un soplo de viento ya pudiera sacarle de allí. De repente el aire alrededor de Misty empezó a condensarse, impidiéndole respirar. Ella no tardó en llevarse la mano a la garganta, confusa, y una pequeña sonrisa apareció en sus labios cuando a su espalda apareció una bombona de oxígeno. Claro que no apareció sólo eso, sino que de repente ella llevaba encima todo un equipo de buceo, con gafas y aletas multicolores a juego con su ropa. Además, en la mano un arpón con el que no tardó en apuntar a quien ahora se movía casi como un fantasma. Realizó sólo un disparo, y no le preocupó fallar. En lugar de eso llevó su mirada hacia Allegra y, cuando sus ojos se cruzaron, Misty le hizo un gesto señalando una boca de bomberos como si se acabase de dar cuenta de que estaba allí. Y no podía ser de otra forma, pues un instante atrás en ese lugar no había nada.

Ante la señal de la chica Allegra realizó un asentimiento y buscó a Paul con la mirada. Este se hallaba levitando, llevado por la propia niebla, y cuando se dio cuenta de que la bajista iba a atacarle se puso directamente a su lado. El aliento del enfermero era vaho puro, que se condensaba en el aire para alimentar su propia niebla. Y tras tomar a Allegra por la garganta ese mismo vaho empezó a viajar hacia su boca, nariz y oídos, penetrando en ella. La expresión de la chica fue mutando hacia la absoluta complacencia, mientras una sonrisa aparecía en el rostro de su atacante. Allegra parecía estar disfrutando de algo que sólo ella podía sentir, pero que al mismo tiempo la dejaba totalmente expuesta. En la mano libre de Paul empezó a tomar forma una daga, y a punto estaba de atravesar el vientre de la chica de pelo azul cuando algo pareció sujetarlo.

De una de las grietas que había en el aire, como salidas de la nada, un par de manos habían agarrado al enfermero y tiraban de él, como queriendo llevarle hacia la propia grieta. Y daba igual lo que el hombre hiciera por librarse de ellas: le tenían bien sujeto. Por más que él forcejeaba parecían dos brazos fantasmales contra los que no había nada que hacer. Y sin embargo algo interrumpió aquello: un golpe en toda la cara de un chorro de agua potente y directo que había salido a toda presión de aquella boca de incendios y había cambiado de dirección en el aire hasta impactar con el paramédico. Ahora, con él en el suelo, Allegra le miraba, jadeante, como si hubiera tenido que hacer un verdadero esfuerzo para librarse de su influencia.

Fue entonces cuando el aire empezó a cubrirse de niebla. Una tan densa, espesa y baja que casi impedía ver. Era difícil distinguir ahora la silueta de Paul, si es que andaba cerca, pero sin duda esto era un truco para que él pudiera atacar sin ser visto. No tardó en desaparecer de donde se encontraba antes. Y entonces se desató el infierno. Esa misma niebla fue volviéndose cada vez más afilada, cada vez más cortante. Se movía alrededor de todos los que habíais osado fijar en él vuestras miradas con las campanadas, causando más y más cortes superficiales. De vez en cuando era el propio Paul el que intervenía, dando algún que otro puñetazo.

Pero había alguien ajeno a todo eso. Alguien que nunca había tenido problemas para observar otros lugares. Alguien que había visto tanto el poder de otros como el suyo propio crecer, y que se preguntaba qué pasaría ahora con aquella capacidad. A pesar de las heridas y cortes, a pesar de los golpes, Andy permanecía con los ojos cerrados, concentrado. Hasta que, de repente, en el lugar donde él estaba ya no hubo nada. El chico había aparecido al lado de Paul justo en el momento en que este iba a herir a Niba, y había desviado su golpe con destreza. Aún con los ojos cerrados, como si de repente pudiera sentir algo del futuro inminente, comenzó un combate difícil de seguir no sólo por la niebla en el ambiente, sino también porque no tardaban más de un par de segundos en cambiar de lugar, uno utilizando la niebla, otro simplemente queriendo seguirle.

Para Andy cada vez fue más fácil. Para Paul, cada vez más divertido. El primero esquivaba sin dificultad cada golpe, el segundo no se cansaba de atacar una y otra vez, creando y conjurando todo tipo de armas de niebla con una facilidad pasmosa: cadenas, barras, cuchillos... Con cada segundo que pasaba Andy parecía más centrado, más en sintonía consigo mismo. Con lo que era. Con lo que había sido. Se movía con la soltura de un combatiente experto, como si aquella fuera una coreografía ensayada y repetida durante años. Y entonces, de repente, apareció algo inesperado en sus manos: una espada. Sencilla, sin adornos, simplemente una empuñadura y una hoja con algunas runas grabadas en ella. A algunos os pareció simplemente un arma bonita. A otros, más precisos, os resultó parecida a una de las dos que Míriel solía usar cuando entraba en combate.

Desde el primer momento Andy pareció sentirse cómodo, como si aquello fuera una extensión de su brazo. Para aquel entonces Paul había tenido que empezar a retroceder, y cada vez que Andy lo hería él parecía disfrutar, como si la visión de su propia sangre le excitara. Y de repente todo acabó. Para los que estabais mirando no sería fácil decir cómo había encontrado Andy el fallo en la guardia de su contrincante, pero de repente Paul se encontraba con el vientre atravesado por aquel filo.

Paul se mantuvo aún en pie varios segundos, dedicando una última mirada a cada uno de vosotros. Pero la última de todas, la más larga y densa, fue para Andy. En los ojos del enfermero podía verse la satisfacción del combate. No la que vivía un guerrero, no, sino la que sentía aquel que vive cada emoción como si pudiera ser la última.

Notas de juego

Destinatarios actuales:

 Adam Hart  Allegra Blue  Anastasia Bubois   Andy McGregor  Seth McCarthy  Misty Holes  Niba Laymon  Shawn D. Williams  Xia Han Lyman F. Gale

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20/03/2015, 13:53
Allegra Blue

La primera campanada terminó de tensar los músculos de la espalda de Allegra. Sus ojos se movieron cargados de mucho más odio de lo habitual, alternándose entre el nuevo Lyman de ojos azules y Paul. Sus dedos se crisparon, preparados, mientras eco tras eco las campanadas se desgranaban con la expectación previa al combate. Todo parecía diferente esa tarde. A Allegra le parecía que el odio denso y espeso que el reloj despertaba crepitaba en el aire a través de las grietas tal vez. Sin embargo, la luminosidad del Río de Almas le daba fuerza. Fuerza para contener su odio en tan sólo dos de los presentes. Fuerza para seguir adelante una tarde más, para luchar por su vida. Para luchar por Fäe.

Cuando todo terminó, Allegra estaba jadeante y sentía su mente confundida.  El influjo de Paul la había dejado confusa y sentía su piel enardecida. Ni siquiera sabía cómo se había librado de ese abrazo de niebla que había hechizado sus sentidos. Se abrazó a sí misma para contener un escalofrío y se apartó un poco, hasta quedar de nuevo junto a Lera. Se agachó a su lado y se dejó caer, sentándose y apoyando la espalda en la pared para reponerse. Sentía las manos temblorosas una vez más, pero no había arrepentimiento en ella. Podía verse en su ojos que estaba convencida de que habían hecho lo correcto. 

Desde esa posición recorrió con los ojos a los demás, asegurándose de que Adam y Anastasia estuvieran bien y finalmente terminó por bajar los ojos y mirarse las manos. Hacía días que no echaba cuentas. Cada vez sentía el mundo de los soñadores más lejano y distante, más ajeno. Sin embargo, siguió ese hilo de pensamiento. Siete combates. Siete días. Doscientos ochenta días en el mundo de los soñadores. Más de nueve meses. Una vida nueva podría haberse gestado en el tiempo que llevaban allí encerrados. En esa ocasión ya no llegó a plantearse si alguien los echaría de menos o si habrían notado su ausencia. Con un suspiro acarició la mano de Lera con la punta de los dedos. Desde que la habían perdido cada vez le costaba más seguir siendo Allegra, con su determinación y su buen humor, que había terminado por convertirse en un aire triste la mayor parte del tiempo desde la noche anterior.

Finalmente se tocó con la otra mano los cortes superficiales que cubrían su piel, comprobando que no eran más que arañazos. Miró a Andy y consiguió esbozar una pequeña sonrisa. Cargada de tristeza, pero sincera. - Eso ha sido impresionante. - Dijo, con la voz algo ronca todavía tras el combate. 

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20/03/2015, 16:04
Niba Laymon

Niba respiraba agitadamente cuando todo hubo terminado y Paul fue vencido. Había sido un combate en verdad increíble, y Paul un adversario imponente, su poder y su manera de defenderse de los distintos ataques recibidos y además lograr contraatacar de aquel modo tan devastador... Realmente la muchacha estaba impresionada.

Cuando logró recuperarse un poco más, tomó aire, apartó un mechón de cabello rojo que caía ante su rostro y se giró hacia al chico silencioso: Andy. 

Su gesto no le había pasado desapercibido, si no hubiera sido por él, el golpe de Paul podría haberle salido caro.

- Gracias, Andy - Le dijo - Te debo una.

Luego pareció perder un poco la fuerza y dejó caer sus hombros, luchó contra la sensación que ya empezaba a embargarla y trató por todos los medios de no pensar en ello. Ya quedaba menos, pronto aquello habría terminado; de una forma o de otra.

 

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20/03/2015, 16:14
Andy McGregor

Miré de reojo a Allegra cuando ella me habló. Miré mis manos y brazos, surcados por mil arañazos. Miré la espada con satisfacción. En pleno combate, mi vista interior me llevó donde se guardaba la espada. El resto fue obvio. En una fracción de segundo estuve allí y en otra de nuevo aquí, en plena lucha. Armado y descubriendo en mí mismo una pericia que jamás soñé que poseyera. - Gracias... supongo. - Respondí, y la pesadumbre volvió a mí. Era la primera vez que sesgaba una vida con mis propias manos. No estaba orgulloso de ello. En absoluto.

Lo que fue impresionante era cómo había crecido mi poder. Todo indicaba que lo que yo llamaba "visión lejana" había dado una vuelta de tuerca y ahora no sólo se desplazaba en el espacio, también en el tiempo. Un segundo al menos. Así fue sencillo predecir todos y cada uno de los movimientos de Paul y, de esa manera, simplemente evitar estar en ese lugar cuando ocurriera. Al comprender esto, usé la misma cualidad para predecir dónde se encontraría él el próximo segundo. Entonces resultó inútil cualquier guardia que Paul antepusiera a la espada.

- No hay de qué. - Respondí a Niba, con una mueca humilde.

Regresé a mi rincón, con la espada en el regazo. Miré desde allí a Mathias y a Lyman.

- ¡Tsk! - Negué con la cabeza y torcí el gesto.

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20/03/2015, 23:52
Adam Hart

Tras la lucha, Adam miró con cierto asombro a Andy y le siguió con los ojos sonriente. -Hostia puta, Andy. Eres como un Caballero del Zodíaco...joder.- Se acercó por detrás a Allegra y la tomó el rostro con sus manos para darla un beso en la cabeza, ayoyando su prente luego. -¿Cómo estás hermanita?- Susurró, para volver a dar otro beso en el mismo sitio. Se sentó a su lado y tomó junto a la de ella, la mano inerte de Lera, mientras frotaba el hombro de Allegra tratando de reconfortarla. -Perdona por haber estado tan callado...ya estoy aquí, contigo- Aunque no hablaba nada con Anastasia, y a penas la conocía, la miró y le hizo un gesto para que se acercase. Quizás pensó que su proximidad, también reconfortaría a su abatida y nostálgica hermana, pues eso era lo único que parecía importarle en ese momento, como si del mayor de una familia se tratase.-Esta noche la pasaremos juntos, ¿te parece?- Preguntó a Allegra condescendiente.

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21/03/2015, 02:56
Allegra Blue

Allegra agradeció la presencia de Adam junto a ella y cerró los ojos sintiendo la calidez de su beso en la cabeza. El gesto le sacó una pequeña sonrisa. Cuando se sentó junto a ella, estiró un poco la mano para enredar sus dedos con los del ex-yonki.

- La echo de menos. Pero estaré bien. - Aseguró mientras buscaba su mirada para dejar que sus ojos se perdiesen en ella, diciendo más de lo que ponía en palabras. - No te preocupes, sé que estás aunque no digas nada. Siempre estás conmigo. 

Al ver el gesto que hacía hacia Anastasia, asintió hacia la joven, esperando que aceptase la invitación y se acercase. Después miró a Adam y asintió de nuevo. - Me parece perfecto. Pasemos la noche juntos. - Tras esas palabras Allegra se quedó en silencio y se movió hasta apoyar la cabeza en el pecho de Adam. Allí suspiró y entre dientes empezó a tararear en voz muy baja, recuperando la melodía dulce que había estado dedicándole a su hermana. - Perdí la guitarra en el terremoto de anoche. - Dijo, tras varios segundos y haciendo una pequeña mueca.

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21/03/2015, 10:05
Lyman F. Gale

El cuerpo sin vida de Paul, ensartado en la espada de Andy, yace en el suelo, desangrándose. A mi alrededor solo tengo enemigos que, sin duda, buscarán mi muerte de una u otra manera. En mi mente se dibujan preguntas, incoherencias de muchos de los que me rodean, aspectos que parecen importantes si se desea encontrar a los asesinos. 

Sin embargo opto por callar, como ya hice antaño, esperando a que sean otros los que encuentren las mentiras que terceros han dicho. Si esas contradiciones salen de mi boca serán tachadas de mentiras en el apto.

Con este pensamiento en mente me alejo del resto, buscando un lugar en el que descansar en los ruinas de la ciudad.

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21/03/2015, 12:18
Mathias Prats

Mathias se levantó echando una mirada a su alrededor como quien se levanta de una fiesta de desfase total, andó hacia el resto dando traspiés, los miro a todos con curiosidad, como si supiera algo jugoso sobre ellos, cuando llegó observo sus ropas y alzo las manos abarcando a todo a su alrededor-menuda fiesta habéis montado cabrones....y no me habéis invitado perras.-dejo caer las manos y se encogió de hombros-¿que tal?

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21/03/2015, 14:13
Xia Han

Al ver a Paul ensartado con la espada, me di la vuelta andando hacia cualquier otro lugar. Ignorando todo lo demás. No sabía que hacer ahora. Sabía en que ente podía confiar, pero es como si comparas un amigo con un colega o un conocido, no es lo mismo, y en estos dos últimos días lo había perdido. No me apetecía hablar con nadie. Me senté en la orilla del río, esperando...sin saber que esperar.

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21/03/2015, 16:35
Narrador

No habían pasado todavía veinticuatro horas desde que la ciudad había quedado hecha ruinas, y sin embargo ya os habíais acostumbrado a moveros con ella en ese estado, y más después de combatir con ella así.

Ahora se acercaba la noche. El color violáceo del cielo se había ido oscureciendo poco a poco, pero aún faltaba un tiempo hasta que la negrura terminase de caer sobre vosotros, de arroparos y oprimiros como una omnipresente camisa de fuerza.

Cada vez erais menos. Por fortuna sólo un par de cadáveres estaban a la vista, aunque con el paso de los días la visión de la muerte se había convertido en algo habitual.

Adam y Allegra fueron los primeros en notar lo que estaba por suceder. La canción de ella resonaba en vuestros oídos, encogiendo vuestros corazones, y ni siquiera al saber que algo pasaba se detuvo. Ellos sujetaban las manos de Lera, y cuando uno de sus dedos se movió lo sintieron con su piel antes que con su vista. Poco a poco la chica empezó a realizar más movimientos de una forma suave, despertando poco a poco. Al abrir los ojos y encontrarse directamente con la mirada de los otros un suspiro salió de sus labios y una sonrisa creció en su rostro. Parecía tranquila.

Mientras tanto, no muy lejos de allí, Xia se había alejado hasta la orilla del río. Se encontraba ausente, meditabunda. A su lado el Río de Almas desprendía ese brillo tan característico, y eso hacía que fuese fácil perder la mirada en él. Si uno observaba con atención, podía ver retazos de algún sueño inquieto, imágenes vagas que no llegaban a tener una forma definida.

Lentamente, mientras Lera iba despertando, Xia fue recostándose, como si estuviera pensando en descansar un rato. Así, tumbada, estiró el brazo para dejar que las aguas pasasen entre sus dedos, acariciando su piel... Así fue como la muerte la encontró. No hubo dolor, ni agonía. Fue como si su vida simplemente se hubiera marchado con el río.

Notas de juego

Destinatarios actuales:

 Adam Hart  Allegra Blue  Anastasia Bubois   Andy McGregor  Lera Madison  Seth McCarthy  Misty Holes  Niba Laymon  Shawn D. Williams Lyman F. Gale

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21/03/2015, 18:33
Shawn D. Williams

— Descansa en paz, enfermero —susurró en dirección al lugar donde había caído Paul. Esta vez no iba a acercarse para mirarlo de cerca, ni siquiera para tapar su rostro o construirle un mejor lugar de descanso. Días atrás estuvo preocupado, después cansado de aquel encierro y ahora finalmente no mostraba ninguna emoción.

Solo existía una preocupación latente en Shawn, y era que la bruma no consumiese el bosque de Fäe.

Tomó aire profundamente y fue expulsándolo mientras posaba sus ojos en su amiga (Niba). — Lamento que hayas tenido que participar en esto, sé cuanto odias levantar tu mano contra otros... — dijo con seriedad.

El guardian estaba a punto de explorar el area cercana cuando por sorpresa la muerte se cebó de nuevo con ellos. Cada día después del combate algo extraño sucedía, esta vez Xia les abandonó y Lera tomaba su lugar. Shawn se llegó a preguntar si fue un intercambio de un fata por otro.

— Es el momento de mirar en el alma de Paul si era inocente o no. — Esta vez se dirigió a Andy y lo hizo frunciendo el ceño, como si estuviera molesto. — De esa manera podremos confirmar si sus palabras eran ciertas o no era más que un embustero.

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21/03/2015, 21:07
Allegra Blue

Allegra había vuelto a tararear en voz baja esa melodía que se asemejaba a una nana para su hermana y al sentir el ligero movimiento en su mano no se detuvo. Pero su expresión triste empezó a cambiar despacio. Sus labios se fueron estirando en una sonrisa, titubeante al principio, casi como si se le hubiera olvidado cómo sonreír, pero que poco a poco se fue ampliando hasta llegar a sus ojos, que brillaban ilusionados. 

Su voz continuó sonando hasta que Lera abrió los ojos mientras de los de Allegra brotaba una lágrima solitaria de alegría. El nudo que había apretado su pecho de forma dolorosa desde la noche anterior, se disolvió de repente al ver a la joven parpadear llena de vida y Allegra soltó todo el aire de sus pulmones de repente mientras apretaba su mano con fuerza. 

- Estás aquí. - Murmuró antes de tirarse sin miramientos sobre ella para abrazarse a su cuello. - Estás aquí. No vuelvas a marcharte, ni se te ocurra volver a irte. - Exigió sin saber realmente ni lo que estaba diciendo, sintiendo su pecho invadido por la felicidad de tenerla de nuevo a su lado. - No vuelvas a marcharte nunca. Te he echado tanto de menos... - Se interrumpió con un sollozo de la más pura alegría mientras sus manos se aferraban al cuerpo de Lera. 

Ni siquiera fue consciente en ese momento de lo que había sucedido en el río con Xia, toda su atención estaba dedicada por completo a la recién regresada a la que amenazaba con devolver de nuevo al mundo de los muertos de la fuerza con la que la abrazaba.

 

Notas de juego

Por supuesto, Lera, si quieres esquivar mi abrazo eres libre de ello, sólo dilo y reescribo lo que sea necesario :).

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21/03/2015, 22:23
Lera Madison

La cálida sensación del contacto de su piel contra la de sus hermanos fue lo primero que sintió. Antes que el aire, que el ruido, antes que cualquier indicio de su propia manifestación de manera física y tangible, los sintió a ellos. Y luego una dulce canción, en voz melodiosa e inconfundible, que le daba la bienvenida. No se atrevió a abrir los ojos por unos minutos, disfrutando de aquel momento sereno y acogedor que la envolvía en una sensación de seguridad y esperanza, y en silencio rogó que al abrir los ojos, ellos fueran su primera visión. Rogó jamás tener que separarse de ellos. Que cada buen deseo se cumpliera, y que estuvieran juntos, felices, por fin. Rogó por qué esto no fuera una burla de su propia imaginación, y que lo imposible se hiciera posible para ella, solo por esta vez.

Pestañeó un par de veces mientras una sonrisa adormilada se dibujaba en su rostro, como si volviera de un profundo sueño, y cuando por fin abrió los ojos, temerosa de lo que fuera a encontrar, buscó la mirada de ambos con lentitud. Un suspiro escapó de sus labios, aliviada por estar allí, por verlos sanos y salvos, y su sonrisa se amplió, con inmensa alegría y gratitud por el favor concedido. No son una ilusión... - pensó, alentándose a abrazarlos sin miedo de que se esfumaran como humo entre sus brazos. 

Allegra se lanzó sobre ella, y ella correspondió envolviéndola con sus brazos. Y aunque el abrazo de su hermana se hacía tan fuerte que casi parecía buscar romper su cuello o asfixiarla en el proceso, ella solo sonrió y acarició su espalda con ternura, queriendo consolarla en su sollozo. 

Lo... siento... - dijo con el hilo de voz que le permitía la falta de aire, para luego darle un tierno beso en el rostro,, sin separarse de ella.

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21/03/2015, 23:22
Anastasia Bubois

Su intervención en combate había sido cuanto menos agotadora, y aun después de que Paul exhalará el último aliento, Anastasia seguía sintiendo su cuerpo debilitado y sus pulsaciones se habían instalado en su cerebro, punzantes y agobiantes.

Intentó no moverse lo más mínimo siquiera para comprobar una vez más que sus ojos no le habían engañado con los rizados cabellos de Mathias, le costaba comprender su vuelta.

No fue hasta que Adam llamó su atención con su gesto invitante que su consciencia volvió a ella tras un parpadeo y con el asentimiento de Allegra sus pies empezaron a moverse hacia la familia.

Y a pocos pasos de llegar a ellos vio como los dedos de Lera empezaron a moverse y una sonrisa se dibujó en todo su rostro, a la vez que sus pasos se iban ralentizando hasta detenerse a una distancia prudente y respetuosa de ese momento.

- Bienvenida.- la recibió con más aprecio en su tono que en las palabras expresadas e ignorando por completo la muerte de Xia - Muy bienvenida.

Notas de juego

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21/03/2015, 23:26
Misty Holes

Cuando la batalla terminó, Misty dio unos pasos con sus nuevas aletas, las gafas y la bombona, disfrutando de su nuevo atuendo a juego con todo lo que llevaba. Se quedó mirando el río unos segundos, ignorando por completo el cadáver de Paúl. Sin pensárselo dos veces saltó a él y desapareció en las profundidades.

Tras unos minutos, Misty salió de nuevo a la superficie empujando dos bolsas pesadas. Una parecía el estuche de una guitarra y la otra una maleta colorida de plástico. Pasó junto al cadáver de Xia, al que solo dedicó una mirada de curiosidad y siguió avanzando. Sin quitarse las aletas ni las gafas, se acercó de nuevo al grupo y sonrió mientras se quitaba la bombona de oxígeno. ¿Queréis probar? ¡Es genial! Exclamó, emocionada.

Después giró la vista y vio a la chica que acababa de llegar. aya, parece que me lo he perdido. Bienvenida. Había gente que te echaba de menos. Dijo, antes de mirar a Allegra.

Mira lo que he encontrado. Mientras lo decía, abrió el estuche de la guitarra y todos pudieron ver exactamente la misma guitarra que había hecho aparecer apoyada en la barandilla días atrás. No podía ser la misma, ya que la otra había quedado destruida con la ciudad. Parece ser que fue a parar al río. Es una suerte que se me haya ocurrido buscar ahí. Le dijo, con una de sus sonrisas inocentes.

Y también he encontrado esto. Dijo, abriendo la maleta. Cuando lo hizo, volvió a sonreír, visiblemente emocionada. ¡Mira! ¡Los zapatos que me pediste! La maleta estaba llena de zapatos negros sin tacón, exactamente iguales, pero de distintas tallas. ¡Qué suerte!

Dicho esto, le tendió a Allegra los objetos que había encontrado y se giro hacia los demás. ¿Alguien quiere probar? El agua está un poco fría, pero se puede soportar.

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21/03/2015, 23:46
Adam Hart

Adam sonrió sin poder evitar convertir sus ojos mate en otros vidriosos, al comprobar cómo Lera comenzaba a despertar de la muerte. Casi tuvo que apartarse cuando su Allegra se abalanzó a abrazarla. Se echó la mano a la frente y rió, para luego abarcar a ambas con sus brazos. -Qué haría yo sin tí, pivón...- Dijo dándo un toquequecito a la barbilla de Lera, emulando un puñetazo. Sonriente y lúcido, tomó a su hermana por el cuello, con el brazo y la plantó un sonoro beso en la mejilla que deformó su carrillo e hizo que la boca de Lera adquiriese una forma divertida.

Alzó un instante la vista para encontrarse a Anastasia parada, dando la bienvenida a Lera. La miró con los ojos muy abiertos, ladeando ligeramente la cabeza con un gesto de asombro. Extendió la mano en su dirección. -¿Por qué te paras?- Sonrió después...moviendo la mano hacia él, indicando que se acercase de igual manera.

Xia...¿quién?

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22/03/2015, 00:39
Allegra Blue

Al escuchar la voz ahogada de Lera, Allegra aflojó su presa y cuando Adam se acercó, terminó por soltarla, dejando que él también le diese la bienvenida y contemplando su reencuentro con una enorme sonrisa. 

Fue entonces cuando se dio cuenta de que Misty había vuelto del río, mojada y arrastrando un par de bultos. Al ver el contenido de la funda de la guitarra se acercó para cogerla. - Oh, genial. Parece increíble que haya terminado en el río sana y salva. - Respondió mientras se asomaba para ver qué contenía la bolsa multicolor. Y al ver un montón de zapatos negros sin tacón de diferentes tallas no pudo evitar una carcajada, sintiéndose mejor de lo que se había sentido desde que llegaron a esa ciudad. - Joder, Misty. Eres grande. - Se acercó a la joven albina para darle un abrazo antes de poner de nuevo su atención en los zapatos.

Se sentó en el suelo junto a la bolsa para rebuscar en ella hasta encontrar unos zapatos de su talla y no tardó ni un minuto en ponérselos cuando los consiguió. - Esto es otra cosa. - Afirmó tras ponerse en pie y dar algunos pasos probándolos. - Esto está mucho mejor. 

Miró a Misty y se encogió de hombros con esa nueva sonrisa que parecía haberse instalado en su rostro. - A mí no me hace falta oxígeno para bucear, pero gracias. - Respondió mientras caminaba hacia los restos de la barandilla y se subía en ella de un salto, con la guitarra en la mano. 

La puso sobre su regazo y dejó que las yemas de sus dedos acariciasen las cuerdas mientras miraba a su alrededor y sus ojos se detenían en Misty, en Anastasia, en Adam y Lera. Su sonrisa se amplió. Allegra se sentía bien, optimista. Había recuperado a Lera, tenía una guitarra y unos zapatos sin tacón. Cierto era que todo estaba lleno de muerte y destrucción a su alrededor, pero en ese instante la felicidad por la vuelta a la vida de su hermana era tan grande que incluso emborronaba las desgracias que la ciudad lúgubre les había traído y hacía que las pequeñas tonterías pareciesen un motivo más para sonreír. Durante el rato que durase la canción podría olvidar que estaban rodeados de muerte y sencillamente disfrutar del gran peso que había desaparecido en su pecho con la vuelta de Lera.

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22/03/2015, 10:43
Narrador

La noche estaba cada vez más cerca. Cada vez faltaba menos para que la oscuridad total os bañara de nuevo, dejándoos una noche más en medio de la inseguridad y el miedo. Sin embargo algo más sucedería antes de que ese momento llegase.

Desde la noche anterior, cuando aquel reloj había reaccionado una vez más provocando la destrucción completa de la ciudad, ninguna llama había vuelto a aparecer. Y era inevitable preguntarse cuánto tardaría o qué sucedería cuando la única que faltaba, la blanca sobre el número II, hiciera acto de presencia.

En cuanto la luz empezó a cambiar supisteis que ese momento había llegado. Todo el cielo se tiñó de negro una vez más, como si la claridad fuese absorbida por aquella torre. Y en esta ocasión lo malo no era no ver nada, sino temer que pasase algo como lo del día anterior sin la luz suficiente como para luchar por vuestras vidas.

La llama que restaba no tardó en aparecer. Blanca, danzando obstinada junto a las demás. El número II estaba completo. Todo el reloj lo estaba. Viéndolo ahora, lleno de pequeños fuegos blancos y negros casi daba la impresión de que debía haber estado así siempre. Que ese era su estado natural.

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22/03/2015, 11:03
Narrador

En cuanto la luz se marchó todos vuestros sentidos se expandieron, haciendo que estuvierais alerta. Algo en vuestro interior podía sentir el aire cambiando, como si la concentración de oxígeno estuviera disminuyendo de repente. Sin embargo era imposible saber de dónde o cómo llegaba el peligro. Poco a poco un denso olor a humo empezó a inundar el lugar, y aquellos lo suficientemente inteligentes como para ser temerosos de la Bruma no tardasteis en sentir un escalofrío.

A vuestro alrededor sí había algo que podía distinguirse: esas grietas, reaccionando, haciéndose más presentes y cambiando de tamaño. Algunas de ellas se hacían más grandes, mostrándoos enseñándoos ya de forma clara retazos de lugares lejanos. Otras, en cambio, encogían hasta volverse simplemente un punto. Algunas traían aromas, como una que se abría justo ante un restaurante de un lugar que perfectamente podría ser la India, pero esos olores no tardaban en ser tapados por el humo.

Hubo algunas que empezaron a vibrar de una forma extraña y que se antojaba peligrosa. Una en concreto, la que llevaba a ese lugar en que algunos de vosotros habíais habitado al encontrar la muerte, parecía estar entrando en resonancia, reaccionando cada vez con más fuerza hasta hacerlo de una forma casi violenta.

Y de repente se detuvo, adquiriendo una solidez que antes no poseía. De ella comenzaron a salir, la mayoría dubitativos, numerosos Fata. Todos los que habían encontrado su muerte en este lugar y aún no habían vuelto a la vida. Poco a poco, uno a uno, fueron posando sus pies en lo que quedaba de la ciudad, haciéndose presentes con una consistencia inusitada. Fruto de la negrura sólo podíais verles mientras atravesaban esa grieta, pues luego se perdían en la oscuridad. Aún así pudisteis contar catorce figuras que ahora se pasearían entre vosotros.

Y de repente la luz volvió. El contraste entre las carcasas humanas que algunos habitaban y los Fata presentes era notorio, pero ninguno de vosotros tuvo tiempo para entretenerse demasiado tiempo con eso. A vuestro alrededor, en todas partes, la Bruma parecía acechar, rodeándoos en un círculo perfectamente definido de unos cincuenta metros de diámetro. No era una ilusión, ni una copia hecha en esta ciudad a medio camino entre Fäe y el mundo real. Era vuestra Bruma, y quienes la conocían podrían decir que se encontraba ansiosa, hambrienta y juguetona.

Algunas figuras parecían tomar forma en ella, como si la propia Bruma se molestase en mostrároslas. Uno tras otro, cada uno de los sacrificios que había pedido a lo largo de los años. Lo hacía con calma, sin prisa, como si tuviera toda la eternidad para enseñaros a cada Fata que había perdido la vida en su interior.

Notas de juego

Destinatarios actuales:

 Adam Hart  Allegra Blue  Anastasia Bubois   Andy McGregor  Lera Madison Lyman F. Gale  Seth McCarthy  Misty Holes  Niba Laymon  Shawn D. Williams  Aina Atanamir Celebia   Eirien Elendire Essä   Gelion   Leithian Loth Lúva Míriel Nu-Taur-Dunath Rais Tarma

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22/03/2015, 12:19
Atanamir

Entre los vivos pero con su verdadera forma, como Fata, Atanamir no se puede centrar en ninguno de los que portan sus cuerpos humanos. Carecen de importancia cuando la Bruma está cerca. No le importa estar muerto, morir otra vez o arrastrar el mundo a la Bruma si es petición de esta. Es la Bruma. No hay otra cosa más que la Bruma y sus leales. 

Al ver a esa especie de grieta abrirse sintió desde un primer momento el pulso de la Bruma, dejándose guiar con ella. Buscó la mirada avergonzada de Elendire con la suya ciega y asintió, ofreciéndole su mano para acompañarlo, si ella lo tenía a bien. Desde el otro lado y donde los muertos reposan pudo escucharse su voz decir con profundidad, inexpresividad y, aún así, un pequeño halo de deseo. - La Bruma. - Con o sin ella, atraviesa la grieta, sin vacilar ni temerosidad. Las cosas pudieron salir mal. Ahora nada saldrá mal. No.

Ver como la Bruma le mostraba los sacrificios hechos en su nombre no hace que le tiemble el cuerpo por nervios, ni que se muestre en la máscara que tiene por cara algún remordimiento o placer. Esos sacrificios no los llevó a cabo un sádico. Esos sacrificios fueron lo que tuvieron que ser. Cada una de esas almas tuvo su propósito, como lo hubiese tenido él mismo si la Bruma le hubiese encargado eso. Se dirige a la Bruma, abriendo sus brazos y llevándolos en forma de cruz hasta la altura de sus hombros, con la cabeza estirada y mostrándose descubierto.

- Dímelo. Lo haré. - Pide, implora, con una volumen imposible para un humano normal pero sí posible para un Fata. Él era Atanamir, en estado puro. No conoce los límites de la carne de Seth. Tiene la Bruma. No conoce los límites de los Fatas.