Partida Rol por web

[HLdCN] La puerta de Fäe

Salón de los Difuntos

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19/03/2015, 22:48
Narrador

Faltaba muy poco para el atardecer cuando aquel espejo volvió a reaccionar, mostrándoos una vez más lo que quedaba de ciudad. Al mismo tiempo una figura volvía a tomar forma aquí, la de Atanamir, mientras Falmari iba deshaciéndose poco a poco con una enorme sonrisa.

Mientras tanto, cerca de vosotros, la grieta que parecía cortar el aire permanecía inalterable.

Notas de juego

Destinatarios actuales:

Aina Atanamir   Eirien Elendire Essä   Gelion   Leithian Loth Lúva Míriel Namárie Rais Tarma

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20/03/2015, 01:29
Essä

No pude ocultar mi sorpresa cuando Falmari desapareció, había sido un fantástico golpe de efecto porque evitaba que fuera un objetivo al sonar el reloj. Eso solo lo complicaba todo, un inocente muerto y un asesino vivo, cuanto más tiempo pasaba peor se ponían las cosas para Fäe. Había dudado de si hablar con Falmari y buscar respuestas a nuestro pasado, ahora ya no podría hacerlo.

-Aina, tú vivías en palacio. ¿Oíste alguna vez algo sobre una princesa perdida?- La posibilidad de volver a Fäe se esfumaba en mis narices, necesitaba saber el motivo por el que Falmari hubiera tratado de evitar siempre que me relacionara con otras Fatas.

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20/03/2015, 02:51
Namárie

Que no se diga luego que no paso los mensajes... - dijo en voz baja, volviendo a mantenerse lejana a las discusiones. Estaba muerta, y estos no dejaban de pelearse. ¿Que había del descanso eterno? ¿Por qué desaprovechaban su espacio en este lugar odiándose entre sí? Bueno, no, no podía reclamar por eso. Ella también odiaba. Pero ¿Peleandose entre sí? ¡Había suficiente espacio para ignorarse y luego mucho más! - Gracias, Namárie - pensó, reproduciendo la voz de Aina en su cabeza. La mejor amiga de la princesa era tan jodidamente malcriada como cuando vivía en palacio.

Entonces Falmari se fue y Atanamir llegó. Atanamir. Quién había desaparecido al ella llegar. Seth. No pudo disimular su ira en aquel momento. Lo había tenido en tan alta estima por llevarla cuando se habían enfrentado a las arañas, había considerado sus gestos tan atentos, que se había negado la posibilidad de desconfiar de él antes de su muerte. Pero el solo ver que el revivía mientras ella moría la hacía darse cuenta de su error. 

Tú. Tú me mataste. Tú separaste a mi familia. - escupió las palabras con amargura al fata sin ojos.

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20/03/2015, 05:12
Narrador

Salón de los Difuntos

Sucedió lentamente, casi como el tiempo que uno comienza a abandonar el sueño hasta que es consciente de que está despierto. Tus ojos empezaban a abrirse en esta nueva realidad con una sola certeza: habías muerto.

Puede que aquel lugar estuviera hecho para esperar durante toda la eternidad. Quizá, sólo quizá, ese tiempo fuera más breve de lo que parecía al pronunciar esa palabra. O puede que simplemente estuviese disponible durante unos días, el tiempo que todo tardase en resolverse. Como un bar a medio recoger antes de apagar las luces.

Sin embargo una cosa era evidente: el sitio recordaba mucho más a Fäe que al mundo de los soñadores. Se trataba de un pequeño lugar en lo que parecía el Bosque.

Sobre ti, sobre todos vosotros, podía verse el cielo claro, con un sol radiante que calentaba el rostro de los presentes. El suelo estaba lleno de hierba, tierra y rocas. El arrullo del agua sonaba cerca de vosotros, mientras grandes árboles crecían a su alrededor.

En todo el lugar podía sentirse la clara presencia del olor a pino propio del Bosque. Era un aroma intenso y natural, que penetraba en vuestras fosas nasales sin ninguna dificultad.

Un poco más adelante, frente a vosotros, podía verse un pequeño estanque, alimentado por un riachuelo que traía las aguas limpias y cristalinas.  Aquello podía recordar al Bosque, sí... Aunque cualquiera que lo hubiera habitado no tardaría más que unos minutos en darse cuenta de las muchas diferencias. Quizá se parecía más a la visión que un Fata de Palacio podía tener del lugar. Sin embargo estaba claro que cada brizna de hierba, cada piedra, cada detalle, habían sido colocados con esmero.

Y lo que confirmaba esa idea era el claro que había un poco más allá, donde había bancos y mesas para poder sentarse a disfrutar del hermoso paisaje que se abría ante vuestros ojos.

Pero había algo más. El claro estaba rodeado por un enorme banco de Bruma oscura y cambiante, tal como sucedería con la que se encontraba en la Linde.

Lo único que desentonaba en aquel paisaje era la enorme torre del reloj, similar a la que podía verse en la ciudad a la que todos habíais llegado unos días atrás. En esta los mismos fuegos ardían, constantes y continuos, como dispuestos a desafiar toda lógica y razón.

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20/03/2015, 05:13
Narrador

Habían pasado sólo unos minutos desde la llegada de Atanamir cuando aquel espejo ovalado que os mostraba sucesos del mundo de los vivos volvió a reaccionar, enseñándoos una vez más el poder que unos y otros desplegaban.

Una vez el combate terminó una nueva figura empezó a formarse entre vosotros: Nu-Taur-Dunath, habitante de Palacio, os acompañaba.

Notas de juego

Destinatarios actuales:

Aina Atanamir   Eirien Elendire Essä   Gelion   Leithian Loth Lúva Míriel Namárie Nu-Taur-Dunath Rais Tarma

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20/03/2015, 08:30
Loth

Indiferente a quienes acababan de llegar, Loth llamó la atención de Elendire tomando su mano.

- Te he hecho una pregunta, pero veo que no me has escuchado. Me han pedido que te pregunte "¿Cuándo ocurrirá?"

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20/03/2015, 09:34
Nu-Taur-Dunath

El frío del acero recorría mi ser, cuando aquel aroma me hizo abrir los ojos... A Mi lado la hierba crecía y las piedras se disponía a dosel junto a las cortezas de varios árboles.

Al parecer la muerte me había llegado al recuerod que en mi cabeza hacía del Bosque desde Palacio.

Busqué con la mirada a Ayna y dije.- Creo que ya no la podré proteger...

Me senté en uno de los bancos y comencé a recordar las sensaciones de aquella batalla. Miedo, confusión, soledad, dolor... fuerza, valor. Aquel reloj era extraordinario... como nos sacaba más de una emoción, aunque hasta ahora solo había encontrado cada tarde el odio.

Mis dedos tamborileaban encima de aquella mesa en medio de aquel lugar, aspirando el aroma del Bosque, por una vez eterna...

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20/03/2015, 10:57
Rais

Rais esperaba la respuesta de Falmari, pero en vez de responder... intercambió su lugar con Atanamir. - La madre que te... - Maldeció Rais, y lanzó un bufido de desagrado. La llegada de Nu-Taur-Dunath le era indiferente, más allá que esperaba que con las votaciones echas al otro lado, aquí empezaran a llegar las respuestas que andaba esperando...

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20/03/2015, 12:33
Elendire

Elendire observó la llegada de Atanamir, sintiendo que se le encogía el corazón. Se llevó una mano al pecho, notando que aquel órgano vital quería dejarle de latir, abrumado por la congoja y la tristeza. Su respiración se detuvo, y sus ojos se posaron, incrédulos y llenos de dolor sobre las cuencas vacías que horadaban el rostro de su viejo amigo. 

Sintió que no era capaz de reaccionar. Pero entonces Loth tomó su mano, y aunque encontró sus palabras en un principio carentes de sentido y totalmente devastadoras, hizo un esfuerzo por asimilarlas, y le contestó, con la voz temblorosa- Cuando amanezca. -y tras ello, apretó su mano con fuerza. Toda la que poseía por si misma, aunque no fuera mucha. 

Miró hacia la Bruma, con el rostro desencajado, y deseó durante un instante que aquella fuese realmente la que había encandilado su ser. Pues nada deseaba más en aquel momento que sumirse en la niebla oscura y misteriosa y dejar que lo Desconocido se la llevase. Nada deseaba más que olvidar de nuevo para no sentir dolor. Y para ahorrarse la desgracia de vivir el día en el que, de volver a Fäe, se supiese sola, desprovista de la compañía y el amor de Loth y de la inquebrantable y sempiterna presencia de Atanamir.

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20/03/2015, 13:34
Atanamir

Atanamir vuelve con los Fatas difuntos en la misma postura con la que se fue. Su expresión, su ánimo, su porte y las sensaciones que transmite son exactamente las mismas. Es imperturbable hasta las últimas consecuencias. Siente las miradas en él, a lo que tarda en reaccionar. La primera es la de Namárie. Tan solo le duevuelve la mirada, mirándola con sus ojos vacíos y oscuros.

- Erré. Entre otros me mataste. No diré que estamos en paz. - Responde a Namárie. Da la espalda ahora a la Fata, y se gira buscando a Elendire. En su camino encuentra la mirada de Rais sobre él y escucha su maldición. Durante unos significativos segundos lo mira. No dice nada. Su cara sigue siendo indescifrable. 

Avanza tan solo dos largos pasos que bien podrían ser levitados, ingrávidos y nunca haber tocado el suelo. Se queda a una distancia prudencial de esta y la mira. Mantiene su vista centrada en ella, a modo de saludo. Inclina levemente la cabeza hacia abajo. No dice nada.

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20/03/2015, 14:48
Aina

Aina apretó con fuerza los puños al ver como la figura de Falmari empezaba a desvanecerse. Había elegido a Atanamir, que no tardó en estar de vuelta con ellos. La fata de palacio pestañeó y le saludó con un pequeño gesto de cabeza. Ahora con Falmari entre los supervivientes todo empezaba a complicarse. Lo único que esperaba es que su princesa estuviera a salvo. 

Se volvió a mirar a Essä y arrugó ligeramente el ceño.

- No hay ninguna princesa desaparecida. La única que existe es Celebia - . Le respondió y sacudió suavemente la cabeza, apartando echando su cabello dorado hacia la espalda. 

Vio llegar a Nu-Taur-Dunath y se mordió el labio, pero prefirió no decirle nada, saludándole tan sólo con un leve gesto de cabeza.

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20/03/2015, 17:17
Leithian

Leithian respiro de manera profunda cuando sintió la mano de la fata sobre su piel y después quiso responderla.

-El chacal es aquel que no tiene miedo a matar, pero a diferencia de los que desean la guerra este lo hace de día, delante de todos.-Giro su cabeza para mirarla a los ojos.-A pesar del dolor y la duda que eso pueda producir, es el peor de los roles y aun así el lo porta con convicción y paciencia, pues al instante de liberar al chacal sera una evidencia para todos.-Contesto a Elendire, con un esbozo de sonrisa en su cara, antes de que Loth la reclamara.-Si lo que queréis es llevar a alguien que sea capaz de matar sin tener miedo, ese debería ser vuestra elección, pues se de día y no de noche, cuando mata.-Concluyo antes de que el lugar se removiera y trajera gente nueva, aunque personalmente Leithian ahora daba vueltas al tema de los niños nombrados y en su muslo pronto cicatrizo con las palabras: "niños" y "miedo".

Pero sin olvidar al recién llegado Nu-Taur-Dunath a quien le dedico un saludo con un gesto de su cabeza, mientras de la sangre derramada por las nuevas palabras, formo de nuevo esa silla en la que descansar y pensar.

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21/03/2015, 00:00
Míriel

Míriel se quedó atónito cuando la sirena volvió a parecer en el mundo de los vivos.

- No...- dijo para sí apretando los puños- maldita sea- ¿Cómo era posible que la hubieran revivido? Aquello sólo podía significar que los traidores estaban más cerca de la victoria y que tenían el poder de traer a la vida a los muertos. El rostro de Míriel se ensombreció, ni siquiera el resultado de las votaciones lo animó. Miro a Paul de reojo para después ignorarlo, aquel sátiro lo había criticado hasta la saciedad poniendo en tela de juicio su lealtad, si no lo hubiera criticado tanto probablemente Míriel hubiera podido vivir algo más y recabar más información... pero no había tiempo de ser rencoroso, sencillamente había jugado mejor sus cartas que él y se merecía estar en aquel lugar.

Después los demás fatas continuaron hablando y el guardaespaldas decidió permancer callado, no era mucho lo que podía decir. Por eso su mirada se desvió hacia Aina, ella seguía siendo el único enlace al mundo de los vivos.

- ¿Puedes ver que está pasando Aina? ¿Cuales son las reacciones de los que viven?

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21/03/2015, 12:23
Elendire

Cuando la mirada de Elendire volvió a posarse en quienes se encontraban a su alrededor, ésta lo hizo cargada de una innegable disforia. Sus pupilas, perdidas, buscaron, posándose sobre cada uno como si los desconociera en absoluto, desesperadas. Sus labios emitieron un quedo sollozo, mientras su rostro de expresión enajenada viraba, acompañando a sus ojos desesperados. 

Su respiración comenzó a agitarse, presa de la ansiedad. Su mirada acabó por posarse sobre la figura de Loth, al que aún se aferraba, a través de su mano, y su aflicción pareció empeorar. Se posó sobre Aina, sobre Miriel, sobre Rais y sobre Tarma, rápidamente, entre pequeños parpadeos que los descartaban de alguna manera. Se posó sobre Eirien, sobre Nu-Taru-Dunath, sobre Essä, Namárie, Lúva y Gelion, pero tampoco se detuvo, como si ellos no fueran adecuados para la idea peregrina que había anidado en su mente nublada. 

Se posó sobre Leithian, y se detuvo, meditabunda a pesar de su circunstancia, pero él tampoco serviría... No... Lo que ella buscaba... Lo que ella necesitaba... Estaba en el interior de otro. Y sobre éste fue sobre quien finalmente se posaron sus ojos, sin vacilaciones- Tú la tienes...-dijo, alargando las palabras, agazapándose mientras daba un paso al frente, aún sin soltarse de Loth- Tú la tienes... Dámela...- su mano se extendió, acercándose a Atanamir. Tomó su menton, mientras sus pupilas adquirían un brillo salvaje y depredador- ¡Damela!- le rogó, mientras su rostro se acercaba, enturbiado por aquella idea fugaz. 

Sus dedos se apretaron sobre su máscara sempiterna, y su rostro se acercó aún más, hasta sentir los suaves aleteos del aliento que brotaba de entre sus labios. Pensó en la Bruma, más cerca que nunca de sus cuencas vacías. Pensó en la Bruma, en hacerla suya, y finalmente sus labios lo rozaron, tocaron los suyos, ávidos, y comenzaron a beber de su aliento- Dámela... Muéstramela...-susurró, con desespero, volviendo a unirse a él, perdiendo finalmente toda clase de autocontrol, bebiendo su aliento, y su mismísima esencia, a través de sus labios, y de su lengua, jadeando al sentir su preciosa vida fluir hacia su garganta, ardiente y radiante. 

Su mano se crispaba en torno a la de Loth, y a través de ésta y de las venas que comenzaban a marcarse bajo la piel de su brazo, la vida del vagabundo también se escapaba, como el aleteo de una mariposa. Y mientras tanto Elendire buscaba desesperadamente en el interior de Atanamir, aferrándose a él. Y encontraba destellos fugaces y reconocibles de un pasado compartido, con él y con Loth, pero no encontraba lo que ansiaba. ¿Dónde estaba la Bruma? La había visto salir de él, estaba segura. Era la Bruma, y sin embargo, ya no estaba. O él la había guardado, muy lejos de ella. 

Y a medida que la sentía cada vez más fuera de su alcance, aquella idea peregrina que había enturbiado su juicio fue difuminándose, hasta convertirse tan solo en la reminiscencia de una locura momentánea y febril.

Elendire se encontró de pronto a si misma, llenándose de la esencia de aquellos que eran para ella intocables, siendo consciente en aquel preciso instante de lo que estaba haciendo. De lo que había estado a punto de hacer. Y se soltó de ambos, despacio, mientras se agazabapa sobre si misma una vez más, temerosa, al mismo tiempo que retrocedía, alejándose de sus figuras mientras miraba alrededor, esta vez buscando un lugar donde esconderse. Un lugar en el que esconder su vergüenza, lejos de sus miradas, que no era capaz de enfrentar en ese instante.

Y al percatarse de que se sentía plena y satisfecha al paladear la esencia de Loth y la de Atanamir entremezclándose en el fondo de su gargánta, se horrorizó de si misma, y se llevó las manos al rostro, queriendo taparlo y vetarlo hacia los demás mientras su cuerpo, finalmente, se deslizaba tras el tronco de un árbol y se dejaba caer, aovillándose.

Notas de juego

Como siempre suelo decir en estos casos, cualquiera que se sienta aludido es libre de pedirme que modifique el post ^^

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21/03/2015, 13:46
Loth

Cuando quiso darse cuenta, Loth estaba preso de aquella retorcida y repugnante demostración de poder de la que estaba haciendo gala Elendire. Intentó tirar de su mano, sin éxito, y gemidos de dolor se escapan de su garganta mientras caía de rodillas al suelo y su escamosa piel se tornaba grisácea.

Finalmente, la brillante Fata le libró de su hechizo, y boqueó violentamente buscando oxígeno, o lo que ahora le sustentara. Miró con expresión sombría a Elendire y luego a Atanamir, y cuando recuperó las fuerzas, se incorporó en silencio y se alejó de su cercanía.

Podría haberle dedicado millones de palabras, pero había algo que lastimaría tanto a Elendire que quizás, y sólo quizás, se asemejaría al tormento que ella le estaba provocando a Loth.

El silencio. El silencio y la soledad.

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21/03/2015, 14:18
Atanamir

Recién llegado no encontró el hilo común de la conversación. Escuchó hablar sobre un chacal, entendiendo a medias qué es. Recibió saludos puntuales, disimulados. Discretos, como es él. Discretamente no los respondió, pero sí que miró a quien le saludase. Estaba de nuevo entre los muertos, y no paraba de pensar que ese no era su sitio. Las cosas no podían ser así. Había un Fata culpable de su muerte, y buscaría la manera de sacrificarlo a la Bruma. Eso no era algo egoísta. Se dirige finalmente a Leithian. - ¿Quién es el chacal? - Pregunta con tranquilidad y voz neutra. Luego dirige sus cuencas a Aina y niega una vez con su rostro inexpresivo. - Lo lamento. Mi decisión te arrastró. - Confiesa a la Fata de Palacio que se había ganado parte de su confianza. No preguntó por lo que sucedía arriba, otros lo habían hecho.

Perder de vista a Elendire entre tantos Fatas que no recordaba y no habían signiicado para él más que pequeños encontronazos era algo imposible. Elendire, su amiga y pupila, buscaba algo. Él lo entendía. Lo vio mil, si no infinitas veces. Era su impulso, su necesidad, su naturaleza. Se podía respetar, como Atanamir, o repudiar como otros. Solo había una solución válida, y él lo entendió siempre, al contrario que muchos. No reaccionó al modo en que la Fata se aproximaba a él, intuyendo con mortífera certeza qué sucedería. Nunca le negó ni hubiese dudado nada, y ahora, muertos, menos. Sin haberse movido ni un milímetro, hizo que ella llegase hasta él, hasta su rostro inexpresivo y cualquiera diría intocable. 

Dejó que ella se alimentase de él, perdiendo fuerzas, siendo una víctima de Elendire. Dejándose ser víctima por ella, por su salud. Estaba también Loth. No le gustaba en absoluto ese triángulo. Desearía estar en su dominio, la Linde, tan solo por hacer indeformables a los triángulos. Su cabeza fue inclinándose por la succión de su esencia. Él no tenía la Bruma. No aquí, no en la muerte. Cuando se sintió más difícil que nunca, Elendire paró y se alejó como el ser atormentado que era, Atanamir no movió un solo músculo. Debilitado miró a Loth también. Un odio gastado pero jamás roto se podía leer en esas cuencas vacías como respuesta a la mirada que les dedicó. Este se acentuó al descubrir el silencio que dedica a Elendire. Solo silencio tenía para ella. Con el silencio se equivocaba. 

Contempló a Elendire, alejada y avergonzada de sí misma, poniendo distancia entre ella y todos. La incomprensión de los demás es la que hace brillar a la de Atanamir. Este se acerca hacia ella deslizándose entre los demás Fatas, sin mirar a ninguno en concreto ni reparar en ellos. Se sitúa al otro lado del árbol y rota alrededor del tronco para estar al lado de Elendire. - No está conmigo. Estamos muertos, Elendire. - Le recuerda de manera mecánica. - La Bruma espera al otro lado. - Dice sentencioso manteniendo la distancia y la pose que le caracterizan. Permanece a su lado, aún así. - Estás afligida. - Es lo último que dice, a modo de observación, pues no sabe decir las cosas de otra forma.

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21/03/2015, 16:00
Gelion

Nuevamente se le tachaba de traidor, y Gelion no hizo más que reír ante las acusaciones. Se soltó del abrazo de Lúva, no esperaba que ella quisiese seguir abrazándole.- El Bosque es, y será Fäe.- No dijo nada más, a nadie convencería, y nada podía hacer ya.

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21/03/2015, 17:06
Narrador

Y cuando el espejo reaccionó una vez más, mostrándoos lo que sucedía en el mundo de los vivos, todos pudisteis ver cómo Xia iba muriendo y Lera volvía a la vida. Aquí, al mismo tiempo, la figura de Namárie empezaba a deshacerse mientras otra tomaba forma: la de la Princesa Celebia.

Notas de juego

Destinatarios actuales:

Aina Atanamir Celebia   Eirien Elendire Essä   Gelion   Leithian Loth Lúva Míriel Nu-Taur-Dunath Rais Tarma

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22/03/2015, 01:16
Eirien

Nu-Taur llegaba al lugar, Eirien se sentía relativamente compensada ante sus apariencias de impostor ya muertas, y con ello… se había apartado, bastante. Solitaria como ella sola, conjetura con sus secretos durante muy largo rato. La respuesta de Elendire le resultó entretenida, pero las consiguientes informaciones de Aina, del otro lado… desmantelaban demasiado todo, pues en realidad… casi podría matar cualquiera. Que decir de la confesion de Tarma, que ya se inmolaba. La dama de los secretos se quedó en notorio segundo plano, escuchando, pero evitando todo contacto hasta la llegada de Atanamir, con la cual niega enlazando sus manos a su espalda, ts!… manteniendo sus silencio.

El resto fue simplemente... esperar. La llegada de Celebia… en parte, le da igual, responde a Rais, pero lo que había sido la vuelta de Falmari, solo apestaba a muerte para el resto, incluso mas que la de Namírie, que también.

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22/03/2015, 02:07
Celebia

Llegué casi sin darme cuenta, seguía practicamente en mis pensamientos, sin saber que lentamente me dejaba caer sin vida sobre el río.

Al reaccionar, vi allí a todos los demas, sin saber donde ir primero, a quien abrazar. Así que simplemente me dejé caer.

-¿Qué...que hago aquí..?

-Claramente sabía que había pasado, pero no por que ni como.