Partida Rol por web

Roda escucha, pero no habla. Si la pillan, pierde el poder.

Aleister Crowley escucha y habla en abierto, mientras no use sus poderes. Entonces dejará de hablar, pero seguirá viendo

Rave Maxwell  establecerá conexión a partir del día 2, y hablará normalmente.

Echar un vistazo a este laberinto es una auténtica locura.

¿Dónde van a parar todos los maniquíes rotos?, se preguntaba alguien no hace tanto. ¿Qué más dá lo que les hagamos? siempre habrá más...

Objetos inanimados, sin queja, sin vida, que han ido siendo desechados una y otra y otra vez a lo largo de los años.

Sería perfecto si no fuera por la imagen tétrica que muestran, por la sensación de movimiento constante por el rabillo del ojo, por la falta de aire en una permanente asfixia.

Si esto es lo que esperaba en "El más allá", no es nada agradable.

Y es entonces cuando lo sientes moverse. Hay algo entre los muñecos. Algo que se negó a permanecer inmóvil, como cualquier basura.

De alguna forma instintiva, sabes que ese Algo tiene hambre.

Alexander está sentado ¿Durmiendo? ¿Ausente?

Es entonces cuando Virgil hace aparición. Primero, sólo como un montón de ceniza que cae desde el techo y empieza a agolparse hasta formar un cuerpo que se cubre de llamas al revertir la calcinación, y nuevamente se viste con máscara humana.

El lugar en el que están parece seguro ¿Pero por cuanto tiempo?

Cerca, hay una imagen reflejada en un espejo en la que puede apreciarse claramente a la figura embozada de Jack el Destripador, el acompañante de Aleister

Tras el combate donde fue necesaria utilizar su forma auténtica, tan roja como el infierno el escenario cambia por completo. Una multitud de maniquís, tantos como imposibles de contar, todos ellos rotos, lo que perdieron su utilidad. Las cenizas se juntaron hasta recuperar la carcasa de carne y hueso de apariencia más mundana. La misma que utilizaba normalmente.

Los ojos curiosos de Virgil se fijan a sus alrededores. - Vaya, así que he perdido, una lástima. Y encima el primer día. Sin duda mis vacaciones serán más "largas" de lo que tenía pensado. Eso, sí, que me hayan cambiado mi voto, ha hecho que disfrute menos. Hay que ver. - Comenta con una sonrisa burlona en un intento de esconder su moribundo orgullo. - Bueno, no siempre se gana, ¿cierto? Aunque me parece un insulto que me crean que soy uno de los...."buenos". Que desagradable. - Se dijo a sí mismo. Y es cuando se percata que no está solo, afila su mirada, la primera víctima de los lobos blancos, y un espejo. Lo último captó la atención. Una silueta. Tuvo que hacer memoria.

El silencio fue demasiado. Observó - Y bien, ¿ahora qué? ¿Me toca esperar a que vengan el resto? Eso es realmente muy aburrido. - Dijo con una mezcla de fastidio y burla con una media sonrisa dibujada en la expresión. No le queda otra opción que hacer alarde de paciencia, y tomar asiento. Su participación en la obra había concluido.

Un torrente de diminutas arañas comienza a a aparecer desde docenas de grietas y oquedades. Con pereza, se juntan todas en un mismo punto, comenzando a generar una bola que se va haciendo más y más grande, hasta dar forma a un rostro que reconocen todos los presentes.

Naivé, la dama del destino, ha descendido para hacerles compañía.

Antes incluso de que Naivé se recomponga por la experiencia de descender hasta aquí, algo más comienza a suceder.

Una estrella de cinco puntas se ilumina sobre el suelo. Un espejismo traslúcido en el que se refleja una forma fantasmal que ya han visto...

Se trata de la sombra que siempre acompaña a Rave Maxwell.

Por momentos, este lado de la existencia está más y más concurrido.

Su señor había estado demasiado ocupado durante todo el día, que no había podido atender el resto de sus obligaciones. Pero esta mañana ya parecía dispuesto a tomar una actitud más pro-activa, así que Jack por fin se podía materializar en esta sala.

Bienvenidos seais - digo saludando a Alexander, Virgil y Naivé, agarrando mi sombrero de copa y alzándolo un poco - Mi amo está muy interesado en saber los motivos de vuestras muertes. Oh, y lamenta no haber prestado atención a su muerte, joven Virgil. Seguro que fue excelente - yo sí la había presenciado, pero salvo que pudiese volver a matarle, era información de poca relevancia.

A la espera de que pudiesen decir algo, aparece otro espíritu. O fantasma. O lo que fuese. Seguro que Alesteir sabría definir con exactitud lo que era. Pero jamás me quedó claro que era yo desde que volví de la muerte, cómo para tenerlo claro con el resto de almas errantes.

¿Y tu que haces aquí? Sé quien eres. Tu acompañabas a ese loco, que se atrevió a votar contra mi Señor. - en realidad lo que me molestaba no era la votación, sino la falta de apoyos para ello. Nada me haría más feliz que acuchillarlo y robarle el último aliento de su cuerpo de eunuco.

Y así... mi destino me trae hasta un lugar de juguetes rotos. Irónico y divertido a partes iguales.

Mis primeros momentos se pierden en cada detalle del lugar, cada pieza fuera de donde debería estar, la sensación que el lugar transmite... y los no tan ilustres pero desde luego sí selectos invitados que lo conforman.

Tenía un recuerdo del inframundo... mucho más muerto. Sí.

Pero reparo entonces en que no es que mis compañeros sean demasiado habladores, con lo cual niego con cierta tristeza.

Me concentro en lo que sucede en el otro lado, a la par que un nuevo ente aparece aquí... pero mi concentración sigue en otro lugar, hasta que Yidorac habla... y calla. Y sonrío.

Buen trabajo.

Me felicito a mí misma, y es entonces cuando vuelvo a reparar en los presentes... y en la sombra nueva. Les sonrío a cada uno de ellos.

Me mataron los traidores -explico- por acercarme. Demasiado. Hacen bien, sí... pero no sabían que era parte de mi plan, como tu señor acaba de escuchar en el otro lado... pude ver a uno de mis asesinos. Hazme un favor, y a tu señor, y destrípalo. Seguro que se te da bien.

Entorno la mirada, esperando que mi respuesta satisfaga la necesidad de respuestas de su acompañante. Luego reparo en la sombra que aún no se ha pronunciado.

Tienes permiso para hablar, ¿eh? Prometo que no voy a matarte.

Río, de mi propio chiste. Y luego me fijo en el ajusticiado por vox pópuli, que parece que escucha* pero no dice nada.

¿Vas a quedarte ahí quieto y callado?

Le desafío, casi sin pretenderlo, mientras pongo uno de mis brazos en jarra. Finalmente pierdo mi mirar entre los maniquíes.

No estamos solos.

Sentencio.

Ante la afirmación que se me daba bien destripar, asentí con la cabeza.

Desafortunadamente ese placer, si se confirma que iremos a por el crío, se encargará mi Maestro. Cosa que no se le da nada mal, aunque probablemente opte por métodos menos... físicos.

La sombra formada por Charles Maxwell juguetea con dos conchas en sus manos. Objetos que no son suyos, pero que a sustraído a algún desgraciado incauto.

Interesante lugar este, presiento que pronto empezará a estar mucho más concurrido. Decirme Naivé, ¿Viste realmente quien te mato?

Jajajajajaja.

Me río, abiertamente, ante el espectáculo que están dando.

Lo siento... pero es que en serio, ese chiquillo es de lo peor...

Pero rápidamente me pongo seria, y priorizo sus preguntas.

Sí, lo ví. Ellos me mataron, no tengo motivo para mentir... y más cuando nunca acusé al mocoso.

Me encojo de hombros con cierta indiferencia.

La anciana ha transmitido mi mensaje... más o menos. Recordad que los acompañantes sois sólo una proyección de la voluntad de vuestros maestros... puedo manejarla desde este lado, pero cuesta... y pronto se extinguirá. Es como un último aliento de vida, ese mensaje.

Les guiño un ojo, antes de cruzarme de brazos.

Me alegra ver que han caído en mi trampa, pero no caigáis en la suya vosotros ahora. Si se salva del linchamiento, sólo conozco a un protector capaz de salvar a alguien del linchamiento: el protector oscuro, que protege a los lobos para dotarlos de una noche más y alargar así el sufrimiento. Además, no podemos obviar que somos lobos consumados, he conocido toda clase de lobos, desde el lobo feroz, que tenía la capacidad de matar a alguien más por su cuenta, hasta el lobo alfa, capaz de convertir a un inocente a su manada. No me extrañaría que existiese un lobo-gato o algo así, capaz de vivir de más.

Explico, como si me tratase de una enciclopedia.

Menos mal que habéis hablado, por cierto, empezaba a pensar que era la única viva en el lugar... por cierto: ¿soy la única que ha sentido una presencia devoradora al venir?

Miro entonces hacia los lados, mientras hablo de otro tema, siendo capaz de ser completamente multitarea.

Mira, es ahora cuando el imbécil de Guips repite mis palabras de jugar con las cartas bocarriba y dando los votos... y le tachan de inteligente. Qué casualidad. Jejeje.

Prestar atención a los sonidos de la sala hace que sea más evidente un suave crepitar casi imperceptible. La clase de crepitar que recuerda que hay algo más allá que no alcanzas a ver.

Desconozco que es lo que nos acompaña, pero sospecho que se sentirá más atraído por los nuevos muertos que no por los espíritus viejos como yo. Es más, mi señora, ¿No sentís como poco a poco este lugar os va atrapando ahora que habéis muerto aquí?

Supongo que entonces habrá que cazarlo.

Sonrío, como si al menos aquel desafío pudiese significar algo en aquel lugar. Avanzo unos pasos mientras busco algo con lo que cortarme las muñecas o algo similar.

No, la verdad es que no... no me siento atrapada.

Respondo sinceramente ante las dudas del fantasma.

El niño se habia salvado de morir linchado por el resto de habitantes de la casa. ¿Que pasaría ahora?

- Presiento que pronto alguien mas vendrá a hacernos compañía aquí - dice mientras juguetea con las dos conchas que sostiene en su manos.
 

Me clavo una aguja vieja de madera que encuentro por ahi -o más bien diría astilla, de no ser por que era negra y particularmente lisa y dura- y con la sangre que brota de mi mano comienzo a dibujar símbolos arcanos en el suelo.

Venga quien venga, espero que me ayude a cazar a esa presencia... tampoco es que tengamos mucho más que hacer, ya que parece que al traidor lo han protegido... o se ha salvado. Poco importa.

Me giro entonces, cuando me percato de las conchas.

¿De dónde las has sacado...?

Pregunto, mientras le observo penetrante y curiosa, casi acusadora... me suenan demasiado.

Mi Señor se siente intrigado y molesto a partes iguales que el chavalin no haya descendido hasta este lugar.

Algo en el silencio contenido de la sala comienza a cambiar. Como si llegasen desde más adelante las hondas de un cambio en esta realidad, ecos de unas hebras invisibles que alguien agarrase y sacudiese con fuerza. El sonido es parecido al chirriar de unas uñas sobre una pizarra.

Pero hay otra cosa que llama la atención de Naivé.

Desde el techo, está descendiendo una diminuta araña de color rosa chillón, cargando con una pequeña nota que es depositada en sus manos.

Virgil parece ausente, no se preocupa por ella.

Alexander se mantiene en la misma posición, con los ojos vacíos, cada vez más oscuros.

La sombra sobre el pentagrama y el reflejo en el espejo no pueden acercarse ni interaccionar en modo alguno con su entorno, por lo que sólo les queda aguardar.

Naivé sonríe, y respondiendo a aquello que sólo ella puede percibir, y escribe algo más en la nota con su propia sangre.

Dame una palanca y moveré el mundo. Sí, acepto

Y como si esa fuese toda la señal que requería, algo oculto comienza a alzarse. Los vivos con ojos en esta realidad tratan de avisarla, pero ella está ahora sorda a lo que sucede a su espalda.

Es el devorador. Ha presentido lo que quiera que va a pasar y trata de impedirlo.

Pero entonces, las almas inertes se interponen. En la expresión de Alexander se lee en ansia de la violencia, de la destrucción. No importa cuanto se haya deteriorado su alma. El impulso de la más pura destrucción sigue intacto. En la expresión de Virgil se lee algo más profundo. Está llorando lágrimas de sangre, y no tiene su espada. Aún así, se interpone.

El demonio habla - Abandónanos si es lo que te hace feliz, Naivé. Vete ahora, antes de que me arrepienta.

Esto último sí parece haberlo escuchado, pero antes de que pueda girarse para responder, grita con dolor, llevándose una mano al pecho y cayendo de rodillas, retorciéndose.

La abominación hecha con fragmentos de maniquíes ataca, pero una llamarada que brota desde el suelo a una orden de Virgil y el lanzamiento de piedras con violencia de Alexander mantienen a esa... cosa... a raya.

Entonces, de entre las sombras, se acerca alguien más.

Con la luz de este lugar, el profesor de yoga parece más muerto que vivo. Con una graciosa reverencia, se inclina ante Naivé, ofreciéndole una mano.

- Si la señorita desea acompañarme...

Como ya dije antes -comienzo a responder al destripador, inconsciente de lo que estaba a punto de suceder- puede ser un protector oscuro, o incluso que sea un lobigato o algo así, ya sabes, un lobo con más vidas...

Me río de mi propio chiste cuando aparece una araña... tomo la nota con naturalidad, respondo.

Y todo se desencadena... pero mis ojos parecen estar en otro lado.

¿... así?

Una voz a mi espalda... y una lágrima lucha por nacer en mis ojos... pero no llega a ver la luz.

Eres tú quien la ha abandonado, y a tí mismo con ella.

Respondo, filosa como una espada. Entonces una figura entre las sombras y extiendo mi mano y le sonrío, como si este dolor que siento sólo me diese fuerzas.

Vamos.

Sentencio.