Partida Rol por web

¿Podía haber un lugar más solitario, más frío, más desolador, del que os encontrabais? Eso parecía. Como si hubieran arrancado un pedazo de vuestra mente, de pronto os estabais en un lugar donde reinaba el vacío. Si ya parecía complicado escapar del confinamiento de hielo del Abismo de los Lamentos, esto era directamente el lugar donde lo único que escapaba era la palabra escapar de su propio diccionario. Quien y porque os encontrabais en este lugar, era uno de sus muchos misterios...

Mira a su al rededor y solo ve vacío. Se gira y ve a LeBlanc y no puede evitar sacar su lanza de la espalda.

-¿Que me has hecho, bruja? ¿¿Donde me has traído?? 

Leblanc abrió los ojos en aquel lugar y dudó unos instantes. Habría jurado que tenía los ojos abiertos, pero no era capaz de ver nada más que oscuridad. Por un momento pensó que había muerto, pero una voz hizo que se girase, alerta. Se trataba de Jarvan.

Alzó el bastó, lista para saltar a un lado al mínimo atisbo de hostilidad de Jarvan. No iba a dejar que la derribase con su lanza. Sin embargo el Demaciano no llegó a atacarla. Tal vez no había llegado su hora al fin y al cabo.

Aún en tensión, y con los ojos entrecerrados de pura concentración, decidió hablar. No he sido yo el que nos ha traído aquí, Jarvan. El vacío se escapa de mi conocimiento. Añadió, con un toque de gravedad.

Fue relajando el rostro y poco a poco fue bajando su bastón, despacio, esperando que el jefe demaciano hiciera lo propio.

Ve como LeBlanc baja el arma, pero Jarvan se queda unos segundos más apuntándole con la lanza.

-¿Y si no has sido tu, quien nos ha traído?

Se queda unos segundos en silencio mirándola. A pesar de ser una noxiana, una enemiga, ahora mismo están metidos en el mismo saco, y por ahora, no quedaba otro remedio que confiar en ella. Así que baja lentamente el arma y vuelve a ponerse la lanza en la espalda.

Sé lo mismo que tú. Leblanc relajó el rostro al ver que el Demaciano se calmaba al menos un poco. Pero quien sea tal vez esté escuchando. Miró alrededor. Aquel lugar era escalofriante.

Volvió a clavar la vista en el hombre que había sido su enemigo. Incluso había suplantado su identidad para fingir una falsa batalla en la que Jarvan era derrotado por Swain, lo cual desmoralizó a las tropas demacianas. Sin embargo en aquella situación había que romper con el pasado, o dejarlo al margen, al menos durante unos segundos.

Freljord esconde más poder del que jamás habría podido imaginar. Confesó, adquiriendo una actitud más relajada. Si queremos salir con vida de este lugar, vamos a tener que cooperar. Examinó el rostro de Jarvan durante unos segundos antes de seguir. Siento lo que le ha ocurrido a Lux. No soportaba su irritante risa, pero no se merecía lo que le ha pasado.

Se permitió sonreír. Era una sonrisa sarcástica y divertida, como si todo aquello le pareciese una broma macabra, pero graciosa. ¿Qué te parece si nos damos tregua mientras dure esta locura? Si nos guiamos por el odio solo conseguiremos darles ventaja a los que nos quieren muertos. Si hace dos días le hubieran dicho a Leblanc que diría aquellas palabras, se habría echado a reír, pero las circunstancias lo exigían.

Se cruza de brazos y empieza a mirar al rededor.

-¿Alguien escuchándonos? ¿Crees que él que nos haya metido aquí está escuchándonos? -se queda unos segundos en silencio- Pues si de verdad está escuchándonos, que me ayude a sobrevivir, ya que me da que ahora mismo tengo todas las papeletas para ser el siguiente, y espero que con ello no te arrastre a ti. -mira de reojo a LeBlanc. Aún no sabe si confiar en ella o no, tantos años luchando uno contra el otro para acabar en un sitio así, juntos. baja la cabeza ligeramente.- La verdad es que si es una pena lo de Lux, seguro que ella habría hecho cualquier cosa para intentar arreglar las cosas y encontrar a los culpables... Pero no le ha dado tiempo para ello.- se acerca a ella, la mira y asiente- Si, tenemos que hacer una tregua entre nosotros dos... Bueno... Tres si de verdad hay alguien escuchando. -la mira directamente a los ojos- Intenta protegerte, como sea, creo que seré yo el siguiente en ser votado, y no quiero arrastrarte.

¿Podía haber un lugar más solitario, más frío, más desolador, del que os encontrabais? Eso parecía. Como si hubieran arrancado un pedazo de vuestra mente, de pronto os estabais en un lugar donde reinaba el vacío. Si ya parecía complicado escapar del confinamiento de hielo del Abismo de los Lamentos, esto era directamente el lugar donde lo único que escapaba era la palabra escapar de su propio diccionario. Quien y porque os encontrabais en este lugar, era uno de sus muchos misterios...

 Casi al unísono con la Shyvana herida y reunida con todos bajo la cúpula, la presente medio dragón pronunció las mismas palabras que acababa de articular en aquella prisión de hielo. La única diferencia, tal vez, era la mayor confusión en su tono. - ¿Qué es esto? - Repitió antes de que la recorriera un escalofrío.

 - ¿Sois vosotros los responsables de que esté... Aquí? - Preguntó desorientada. - ¿Es que sabéis algo sobre los culpables? ¿O sólo queréis divertiros un rato antes de completar el trabajo que no habéis podido acabar esta noche? - Continuó con su ronda de preguntas, más desconfiada esta vez. 

 - No se a quien servís, pero Lissandra no se saldrá con la suya. - Afirma con recelo y seriedad.

Leblanc abrió los ojos en aquel lugar y dudó unos instantes. No se encontraba en la cúpula y todo a su alrededor era vacío y desolación. Por un momento pensó que había muerto, pero una voz hizo que se girase. Se trataba de la medio dragona. También vio a Braum. Aunque la compañía no era precisamente de su agrado, al menos agradecía no estar sola en ese lugar.

No he sido yo la que te ha traído aquí. Empezó Leblanc, frunciendo el ceño. El vacío se escapa de mi entendimiento. Admitió, adquiriendo una pose aparentemente despreocupada, pero que estaba lejos de serlo. No era tonta, se protegería si tenía que hacerlo.

Y tampoco tengo nada que ver con ninguno de los ataques nocturnos, no soy un patético esbirro de Lissandra. Miró a Braum, una mirada que indicaba la duda que sentía sobre él. Luego se volvió a la medio dragona. ¿Crees que el que nos ha traído aquí puede oírnos?

 Shyvana miró seria a LeBlanc, valorando la verdad de sus palabras y sus dudas que, por otro lado, no estimó faltas de razón. 

 - Yo misma me había preguntado eso. Incluso si no estuvierais aliados con La Bruja del Hielo, esto podría ser peligroso si hubiera un cuarto campeón entre nosotros, que se limitara únicamente a observar sin ser visto. - Coincidió con la noxiana, y miró a Braum.

 - ¿Y tú, grandullón? ¿Qué sabes de todo esto? ¿Y con quien estás? - Preguntó al bigotes, inquisitiva.

Braum despertó de golpe, aturdido y con un dolor de cabeza espantoso. Tambaleándose consiguió ponerse en pie y aún con la vista nublada y apoyado en su escudo miró alrededor, allí vio a Leblanc y Shyvana con una expresión en sus rostros que supuso parecida a la suya propia, sorpresa y aturdimiento. Inmediatamente la dragona sacó a relucir su temperamento y la maga como siempre despreocupada aunque cautelosa, nada raro en el ambiente.-Yo estoy aquí igual que vosotrras, no se que o quién nos ha trraido aquí, nisiquierra se que es aquí exactamente.- volvió a mirar atentamente a su alrededor.- ¿Dónde demonios estamos y donde están los demás?¿Estarrán bien? Y vosotrras podéis parrarr de mirrarme así, si yo fuerra el causante de todo esto o quisierra matarros ¿no lo habrría hecho ya mientrras estabáis inconscientes como yo? Y no, no tengo nada que verr con esto ni he visto a nadie trrayendonos a este lugarr. 

 De repente, la confusión de Shyvana desapareció entre la seriedad y la molestia que volvía a mostrar, pero no era a Braum a quien miraba así.

 - No, igual que nosotras no, eso lo tengo bastante claro. - Se cruzó de brazos e inclinó ligeramente la cabeza para mirar a LeBlanc, inquisitiva. - Desdoblarse siempre ha sido más natural para unos que para otros, ¿Verdad? No juegues conmigo, hechicera, no soy tan ingenua como crees. Dime qué quieres de mí, y qué puestos ocupamos Braum y yo en esta ecuación. Si no tenéis nada que ocultar, decid a cual de las tres hermanas seguís de una vez, y de qué sois capaces. Como comprenderéis no seré yo la primera que se pronuncie al respecto al haber sido atacada esta noche. Eso debería decir ya bastante sobre a quien sigo, o, más bien, a quien no sigo.  - 

Leblanc asintió a Braum, pero su mirada de suspicacia no desapareció. En realidad no te miraba así por este lugar. No confío en ti porque no entiendo la razón por la que acusaste a Shyvanna. Ahora mismos las votaciones son la pista más clara que tenemos y, a mi entender, la medio dragona no ha sido sospechosa en ningún momento. Se encogió de hombros. ¿Porqué la votaste? No te estoy acusando ni nada por el estilo, solo quiero saber tus motivos. Tal vez hayas visto cosas que a mí se me han escapado.

Después se giró a la Dragona y puso los ojos en blanco. Era testaruda. Yo no sé desdoblarme. Sé jugar con ilusiones. Empezó. Y créeme, no soy ninguna ilusión, soy tan real como vosotros dos. No fui yo la que nos trajo a este lugar, mi poder es otro. Estaba seria. La pregunta es de parte de quien está el que nos ha traído y cuales son sus intenciones.

El calvo afable dirigió una mirada un tanto molesta a Leblanc.- Ya expliqué mis motivos de por qué vote a Shyvana, prrecisamente como has dicho ella no ha levantado sospechas y me niego a votarr a sabiendas de que mi decisión podrria significarr la muerrte de alguno de nuestrros amigos. Vote a Shyvana porrque sabía que a ella no la votarria nadie, así al menos no serria mi voto lo que marrcarria la diferrencia entrre la vida y la muerrte.- volvió a la conversación anterior.- No nos queda mas rremedio que esperrarr aquí y verr que pasa.

Leblanc asintió, es cierto que Braum ya había dado su explicación, pero, con todo lo que estaba pasando y aquel lugar, se le había olvidado. ¿Podría ser que estuviera perdiendo facultades? Imposible.

Tienes razón, lo siento. Leblanc se mordió el labio. No sé por quien votar. Todo el mundo está muy callado...

 La medio dragón miraba desconfiada a LeBlanc. Incluso explicando sus ilusiones, parecía que no terminaba de creerla.

 - Si Braum hubiera visto algo sobre mí, sabría de sobra que no tenía motivos para votarme. Pero yo sí se a quien votar. - Dijo claramente a los dos. - Más sospechoso que su voto, me pareció el de Olaf. Él señaló a Katarina, incluso habiendo sido atacada la noche anterior, y al contrario que aquí el grandullón, ni siquiera se molestó en dar una explicación. - 

Volvió a centrarse en la noxiana. - Tengo motivos para no confiar en ti, aunque me apoyaras contra Jarvan. Como Katarina ha dicho, bajo la cúpula, los muertos hablan. Se que este lugar no te es tan desconocido como a mi, que has sido la primera en llegar aquí, y que propusiste una alianza al mismo demaciano que señalaste la noche anterior... - Le dice seria, abiertamente. - Pero creo que teníamos razón con la culpabilidad de Jarvan, y entiendo que, como todos, quieras tener completa discreción con todo esto, así que esta noche señalaré a Olaf y te daré el beneficio de la duda, y espero, que por tu bien y el de todos, nos aclares estas cuestiones. Porque si después de decirte esto no te explicas y esta noche vuelvo a ser atacada, todo estará dicho, y en las votacionesde mañana iré a por ti. Y créeme cuando te digo que no temo a otro ataque, y que podré ser consecuente con mi amenaza. - Termina de hablar con firmeza.

Con la muerte de Braum, este abandona el lugar, dejando a solas a las 2 damas...

Leblanc miró a Shyvanna, seria. Sí, estuve con Jarvan y sí, le dije que apartásemos nuestras diferencias. Empezó, dándole la razón a la medio dragona. Jarvan te ha contado la verdad. Sin embargo yo no le traicioné.

Se tomó una pausa para ordenar sus ideas. Yo no me alié con él en ningún momento, ni siquiera sabía en que bando estaba, no tendría ningún sentido hacerlo. Simplemente decidimos dejar a un lado las diferencias para intentar llegar hasta el fondo del asunto. Las rencillas personales entre ambos eran muy grandes, la rivalidad podría habernos nublado el juicio y me pareció que lo mejor sería tratar de aparcar las diferencias y trabajar para dar con los esbirros de Lissandra. Cuando Sivir lo acusó yo, como vosotras, creí que podría tratarse de uno de ellos, así que actué. Pero en ningún momento le traicioné, porque en ningún momento fui su aliada, y mucho menos si estaba en el bando de Lissandra. 

Negó con la cabeza. Pero eso es el pasado y ya no se puede hacer nada. Lo que me interesa es Olaf. Él ha afirmado que su poder es llevarse a alguien con él al morir y parece que no le creáis. ¿Porqué?

 -​ ¿Cuándo ha afirmado eso? No es así como lo he entendido yo. Creo que lo que ha querido decir es advertir a Katarina, que después de ir a por él, la traicionaré a ella, pero no es así. - T​omó del brazo a LeBlanc.

 -​ Escúchame, bruja. No pienso contarte todo lo que se sobre mis aliados, porque no se nada de ti. Pero si sirves a Lissandra, ya dará igual, siendo tan pocos los que quedamos. Pero en caso contrario, sí importará que sepas lo que está pasando. Katarina sirve a Serylda, y Draven y yo, a Avarosa. Si no morí cuando me atacaron, fue gracias a ella. Su esencia me permitió seguir con vida, y la de Serylda mandar a Xin durante dos días al mundo de los muertos y ver lo que está pasando allí, donde confesó que él fue el responsable de los ataques de Sivir y Katarina. Algún muerto debió contactar con ella y habérselo contado, aunque no se como sobrevivió ella. Pero sin la esencia de Avarosa estoy indefensa, y sigo sin saber qué tramáis tú, Swain u Olaf, y siendo éste último tan esquivo e incoherente, es mi mayor sospecha. Si me votas, lo lamentarás. Apóyame. - Repitió -​ Y sólo Swain quedará como sospechoso, si mañana por la mañana no hay ningún muerto más. - F​runció el ceño, seria.

La hechicera no rechazó el brazo de Shyvanna, aunque sí le extrañó el gesto. Frunció el ceño e hizo memoria, recordando las palabras de Olaf. Tal vez tengas tengas razón y haya malinterpretado las palabras del bárbaro. Estaba advirtiéndole que si iba a por él ella sería la siguiente en caer por la noche. Incluso él usó esa misma palabra... Quizá quería meterle miedo.

Miró a los ojos de la semidragona intentando ver más allá. Hasta ahora he estado trabajando sin saber absolutamente nada de nadie. Me he tenido que guiar por las impresiones que me han dado los demás campeones. No soy una esclava de Lissandra, puedes estar tranquila. Y no está todo perdido. Te agradezco que hayas compartido conmigo esta información, estaba volviéndome loca tratando de leer entre lineas y averiguar intenciones. También entiendo que hayáis sospechado de mí y que no hayáis querido contarme nada. Para no ser el blanco de los ataques he decidido mantenerme ambigua y parece que lo he hecho muy bien. Sonrió, satisfecha.

No me queda otra opción que confiar en ti, espero estar haciendo lo correcto. La información es poder, eso lo sé desde hace muchos muchos años, y nadie, salvo tú, ha compartido información conmigo. Asintió, finalmente. Me uniré a vuestra lucha una vez más y espero que de verdad estemos en el mismo bando.