Partida Rol por web

Visto que nadie le hace caso, comienza ella misma a recoger el desorden. De paso, aprovecha para husmear entre los objetos que va encontrando a ver si encuentra alguna pista de utilidad. Aquella lluvia de acusaciones infundadas no podía llegar a buen puerto. Aireó los armarios de la sala, algunos hacía siglos que nadie los abría, y pasó el plumero por las telarañas añejas que de ellos colgaban. Cuando mencionaron a Peter Pan se paró un momento cruzándose de brazos y se acercó al grupito para escuchar:

_ Ese chiquillo es incorregible... pero no tiene mal corazón... De haberlo hecho, creo que me decantaría más por pensar que hubiese sido un accidente el que llevó a tamaña fatalidad...

Miró de reojo al hada congelada con lástima. 

_ No estamos aclarando mucho... Deberíamos guardar la calma y no lanzar acusaciones al aire. Alguien podría sentirse herido. Mirad la cara de la pobre Alicia... _ chasqueó la lengua y negó con la cabeza.

Dicho esto, cambió el plumero por el escobón y comenzó a barrer la sala, levantando alfombras y sillas y evitando la parte en que Ralph había destrozado el techo.

Los servopistones de WALL-E chirriaban de impotencia. Maldecía a sus creadores por no haber pensado en dotarle de un sistema de emisión de ondas moduladas con el que poder comunicarse con los demás.

Pero claro... ¿Para qué narices necesitaría comunicarse un robot de limpieza? ¿Y con quién? No, aquello habría resultado superfluo desde el punto de vista de un diseñador. Pero quizás aún podía hacerse algo...

WALL-E rebuscó dentro de su pequeño maletín, tratando de encontrar piezas que sirvieran para instalarle un aparato con el que pudiera comunicarse. Con un rayo de esperanza en los ojos, ofreció al monstruo peludo un puñado de chips, transmisores y pedazos rotos de maquinaria, esperando que aquello sirviera para algo.

Waall-e - imploró el pequeño robot.

Aún Vanellope desconfiaba de las hadas. Las miraba con el ceño fruncido mientras el resto de personajes hablaban entre ellos y hacían pequeños grupos. No pudo evitar cruzar una mirada con el hada azul, y arrugó la nariz aún más, como si fuera una lucha de egos. Estaba segura de que algo se tramaban, pero no podía demostrarlo. De la misma manera que no podía demostrar que de todos los que estaban allí al menos uno era un asesino.

Miró a Ralph, contempló su rostro, sabiendo que él también estaba pensando sobre todo lo que ocurría y lo que había dicho ella, pero no estaba segura de cuál era la decisión a la que había llegado. Temió también preguntárselo. Más bien temía que llegara a pensar que ella había sido la causante de todo aquello y que se llevara una idea equivocada de ella. Se le hizo un nudo en la garganta, y se mordió el labio inferior, pensando que toda esa situación no había traído más que desgracia y desconfianza los unos de los otros.

Le escuchó hablar y sonrió para sus adentros. Le había dado varias ideas para desconfiar de algunos de los allí presentes, pero tampoco quería decir nada al respecto. Pensaba que si lo hacía la tomarían por tonta o no le harían caso por ser tan pequeña, detalle que siempre le molestaba. Había visto a adultos comportarse como niños y viceversa. De hecho, Vanellope y Ralph eran un poco así, por eso funcionaban tan bien juntos, como un equipo, unido.

Se bajó del hombro de Ralph de un salto y se fijó en la calavera, en la pareja de patos, en las princesas, en la chica rubia, en los leones, en el viejo, en el niño volador… Uno a uno fue examinándolos con la mirada, escuchando lo que decían, lo que deliberaban, las conclusiones que sacaban, cómo se señalaban unos a otros, las ideas que aportaban para coger al causante…. Pero, terminó aburriéndola.

Por el contrario, le gustó aquel ser peludo grande, enorme, que sólo rugía para poder comunicarse. Esbozó una sonrisa y miró a Ralph, señalando por encima de su hombro a aquel ser.

-Yo creo que él no ha sido si mete tanto escándalo- dijo, riendo-. El Hada Madrina se habría dado cuenta- se imaginó la escena: el Hada Madrina haciendo sus hechizos o lo que hicieran las Hadas Madrinas y aquel enorme ser peludo, rugiendo detrás de ella, tratando de causarle aquel daño.

Torció el gesto y se cruzó de brazos, recordando lo que había dicho tanto la nena rubia como aquella del vestido amarillo.

-Es verdad. ¿Y si fue Peter?- se peguntó para sí misma, murmurando, y mirando por el rabillo del ojo al niño travieso-. Una broma se le puede haber ido de las manos- se encogió de hombros, dejando el tema, pues no llegaba a esclarecer nada-. Aunque, claro, también puede ser que aquella calavera necesitara más gente para su pueblo y quisiera un Hada Madrina para su próxima Navidad y, de esa forma, hacerla más mágica.

Miró de nuevo a Ralph y se volvió a encoger de hombros, dejando el tema por el momento. Extendió sus brazos para que la aupara de nuevo sobre su hombro para así tener una mejor panorámica de todos los que allí estaban y se divirtió pensando en qué terminaría todo aquello.

Había perdido el hilo de la conversación cuándo las hadas habían dicho palabras que no entendía como "democracia", pero me parecía que básicamente todos estaban diciendo que había sido éste o el otro y que necesitábamos la varita para descubrirlo. Entonces, oí mi nombre, y cómo empezaron a acusarme. Había comenzado la chica con el vestido amarillo, esa que leía muchos libros y siempre me había parecido que sería la mejor madre para llevarle a los niños perdidos desde que Wendy se fue, pues seguro que sabía muchas historias. Ahora, ahora me caía mal.

- Eeeeeeh, eh,eh. ¿Por qué decís que soy yo? ¿Y travesuras? ¡Yo no hago travesuras! Yo peleo con piratas y juego con los indios a las guerras, pero no soy travieso. Mis niños perdidos lo son, y por eso tengo que regañarles... aunque no lo hago mucho, porque casi siempre son bromas divertidas. - ¿Qué esperar de un grupo de niños? - Y yo no me reí del hada madrina, pobrecita, sólo que al principio pensé que era un helado y las otras hadas nos hacían una broma. Nunca había visto una persona de verdad congelada, ¿por qué iba a pensar que era una persona entonces? En Nunca Jamás no hacemos esas cosas, somos buenos. Bueno, los piratas no, pero aún así yo sólo peleo con ellos si ellos vienen a por mí.

Y era verdad. Podía tomarme las cosas a broma o reirme mucho, pero al fin y al cabo ¿Que hacía un niño, sobretodo uno que nunca, nunca, NUNCA, crecería?

- Y tú, chica del vestido amarillo. Tú eres mala, yo no he dicho que tú seas la culpable, ¿por qué dices que he sido yo? Eso es de ser mala. Yo pensaba que tu eras una madre, porque lees muchas historias, y Wendy me dijo que las madres son muy buenas, leen cuentos a los niños y los protegen. Tú no me proteges. No eres una madre.- dije muy decepcionado, poniendo morros.

Chewbacca miró a Wall-e, ladeando la cabeza a un lado y luego al otro de manera pensativa, intentando adivinar qué era lo que el pequeño robot intentaba pedirle. Tomó el canasto con cosas viejas y las analizó. Volvió a mirar a Wall-e y su quejido lastimero le dio la clave. El robot necesitaba un módulo que le permitiera hablar. Y para el caso, tanto él, como el pato necesitaban que los demás lo entendieran, así que, con un poco de buena fortuna y las herramientas adecuadas, el wookie podría lograr los tres objetivos.

Comenzó a separar lo que aún era útil de lo que no, cuando Mary Poppins empezó a dar vuelta el lugar, poniendo orden. Entre tanta cosa que movía, sacaba y volvía a guardar, Chewbie divisó algunas que podían serle útiles. Hizo el gesto universal de "espera aquí" con las palmas de las manos y fue en busca de un par de destornilladores que vio volar de un armario a otro, algunos pedazos de cable de aluminio y otros de cobre y un pequeño anotador con un lápiz nº 2.

Volvió junto al robot, tomó asiento y buscó una página libre. Anotó algo allí con cuidado, arrancó la hoja, la plegó en cuatro partes y la colocó a un lado antes de ponerse a dibujar unos planos de lo que debía hacer para conseguir hacer hablar a Wall-e.

Mientras escribía escuchó una voz infantil que le llamó la atención. Al levantar la vista vio a la pequeña niña de la motosierra que miraba hacia donde estaba él y sonreía. ¿Otra posible amiga quizas? El wookie respondió a la sonrisa y saludó con su mano y luego continuó con lo suyo.

Una vez que el diseño estuvo terminado, Chewbie se puso manos a la obra. Aunque no se le daba tan bien la robótica como a su amigo Luke, los años reparando el HM le habían dado suficiente experiencia para poder lidiar con aquello. Tomó al pato por su chaqueta y le encajó un montón de herramientas entre las manos. Iba a necesitar un ayudante y aquel estaba más que disponible.

Advirtió mediante señas al robot que iba a desarmar parte de su cuerpo para hacer los ajustes necesarios y comenzó a sacar tornillos y reacomodar cables para alimentar el nuevo dispositivo que iba a crear. Alguna de las piezas eran muy pequeñas y al wookie se le resbalaban de las manos. Necesitaba alguien con manos más delicadas.

Esperanzado levantó la vista buscando a la niña y le hizo señas. -Wrrhw raaaaaahhgh aaahnruh huurh?*- preguntó amablemente antes de volver a lo suyo. Si la niña se prestaba, irían mucho más rápido. Si no, el pequeño Wall-e tendría que esperar que las grandes manos del wookie y las plumas de Donald, ayudante por obligación, se tomaran su tiempo para dotarlo de "voz".

Observo con cierta tristeza en el rostro el juego de acusaciones el juego de acusaciones que alguno de los presentes han empezado. Esto no puede llevar a nada bueno.

La mujer de mi hijo parece que por fin ha decidido romper su silencio y, tal y como me tiene acostumbrado, sus palabras son sabias -Jasmine, tu sabiduría es bien recibida en este lugar.

A continuación miro al pollo, aún perplejo por su presencia. ¿De donde habrá salido este? pero no me detengo si no que me aparto para que Mary Poppins se dedique a limpiar todo el desorden que alguien, tal vez yo mismo, ha montado. El gigantón peludo parece más inofensivo de lo que parecía y, para más inri, parece dispuesto a ayudar a el metal rodante.

Me acerco a ser peludo y le toco con cuidado lo que debe ser el pecho con un dedo, temeroso de perderme entre la maraña de pelos -Tal vez yo pueda ayudaros -le digo, comenzando a sacar nuevamente objetos de mi túnica. Una bolsa de nachos, un DVD de crepúsculo, una silla de ruedas, un calcetín lleno de caramelos, un oso panda que sabe hacer kung fu. Continúo sacando objetos hasta que, por extraño que parezca, saco la lámpara del genio de mi bolsillo. Vaya, no se que hacía aquí, se le debió caer a alguien dentro cuando hicieron la colada. Toma amigo, tal vez esto te sirva de ayuda -le digo tendiéndosela.

A Donald le pareció que el gorila-oso gigante le miraba raro, como pidiendo ayuda para no sé qué cosa de la que el pato no entendía de lo más mínimo pero que parecía estar orientado a que el robot unitema dijera cosas nuevas.

-zNo puedo ayudarte con ejso- se lamentó. No porque no quisiera ayudar, si no porque todos sus inventos acababan volviéndose contra él quemándole el trasero o golpeándole en el pico y la cabeza- pero siempre puedesz pedirj  un milagro zNavideño para que hable... como Pluto, quje hasta que llegamos akqui no había hazblado nuncca.

Claro que tampoco es que hubiera hablado mucho más que aquellas pocas palabras. El milagro navideño había durado muy poco.

Miro a aquel extraño ososuperpeludo trabajar con las herramientas y no puedo evitar acercarme a él para ver que hace. Como habla distinto no he entendido lo que dice, aunque parece que otros sí, es cuestión de ir aprendiendo.

-¿Cómo aprendiste a hacer eso? - pregunto, ignorando por completo el universo Star Wars cuya compra por Disney es posterior a mis películas.

Y en lo más alto de la más alta torre del reino, se emitió un juicio. Las tres hadas empezaron a hacer cuentas y os miraron a todos, asintiendo con tristeza. A la vez, lanzaron un hechizo con sus varitas. Unos rayos rosas, verdes y azules empezaron a dar vueltas ante vosotros. Subieron al techo y empezaron a descender lentamente. Allí, mi mano, la de Walt Disney, se materializó ante vosotros. Y con él, mi magnífico lapicero. Pero no es lo único que llevaba conmigo. Entre mis dedos, tenía un borrador con esta forma:

Chewbacca, sin poder evitarlo, salio corriendo hacia el borrador con forma de su antiguo amigo. Al verlo así, pensó que podría volver a recuperar su forma en tres dimensiones. Pero empuñé el borrador y comencé a borrar a este peludo dibujo.

Tras un rato, pues tanto pelo no se borra con facilidad, Chewbacca desapareció.

¿En serio? Le dejaba a medio montar... ¿y se largaba? ¿EN SERIO?

Para que luego te fíes de las nuevas adquisiciones. - metapensó WALL-E amargamente.

Al constatar la mala hostia que se gastaban tanto el ladrón como el oso que ni se dignaban en contestarle cuando les hablaba así que opté por alejarme de ellos y caminar en otra dirección.

Luego veo como un borrador gigante con forma de hombre se lleva al oso peludo. Re cáspita ¿qué acaba de pasar? luego veo al robot y noto que el oso hacia algo que dejó inconcluso. Me acerco hasta walle.

me gustaría ayudarte. ¿puedes guiarme?

¿Qué ha sido eso? - pregunté aún atónita - ¿Walt Disney nos borra si tenemos más votos? ¡O dios mío! ¿Y que pasa si no era culpable?

Se horroriza al ver como Walt Disney borra lo que fue de Chewbacca, y busca a Bella para abrazarla. Se ha convertido en un punto de apoyo, y ahora necesita que alguien la tranquilice.

-¡No! ¡No puede ser!-Grita horrorizada.-No pensé que Disney iba a borrar a quién tuviera más votos, ¡no quiero votar a nadie más! No es justo... ¿y si era inocente? ¿y si yo también voto a un inocente? ¡Somos buenos! ¿Por qué tenemos que acabar así...?

Se acomodó en el hombro de Ralph cuando éste la aupó y volvió a mirar a todos los que estaban allí, frunciendo el ceño, pensando, de nuevo, quién podría haber sido. Se entretuvo, mientras, mirando a Peter y se divirtió cómo se excusaba. Era cierto que era un niño travieso, pero ella también lo era, y no por ello ya debía de ser el causante de todo, y el malvado capaz de hacerle daño al Hada Madrina… Aunque, ¿y si lo era? ¿Y si en lugar de un ser que se puede transformar en lo que le diera la gana, era una broma (pesada, sin lugar a dudas), de un niño famoso por sus travesuras y su mente hambrienta de pasarlo bien?

Vanellope compartió una mirada cómplice con Ralph, y se encogió de hombros como si dijera que no sabía nada, que no era más que un puzzle en el que ella se perdía. Estaba mucho más segura y tranquila en una carrera de karts que allí, entre tanto personaje animado junto, entre los cuales uno era alguien malvado.

Fue en ese momento cuando salió de su ensimismamiento. Escuchó el rugido de aquel ser peludo y se señaló a sí misma, como si corroborara que le llamaba a ella. Sonrió, divertida, y bajó del hombro de Ralph sujetándose a su brazo. Cogió su mano, y le hizo que le acompañara hasta donde estaban WALL-E  y la bola de pelo.

Miró a Ralph, divertida, tratando de transmitirle su entusiasmo, y le pidió con la mirada que también ayudara él. Luego se recordó en todos los líos que metía al pobre rompedor, pero siempre pensaba después que estaban juntos, como cuando estuvieron vagando por la red.

Mientras miraba piezas, se rascaba la cabeza, pensativa, y miraba al resto de personajes que se prestaban a ayudar al pobre robot, apareció aquello, y no pudo evitar pegar un grito.

Se asustó, y se quedó detrás de Ralph, agarrada a su pierna, mirando lo que pasaba. Con horror, vio a la bola de pelo desaparecer poco a poco, y arrugó los labios, notando cómo se entristecía por que un personaje así fuera el primero en caer.

Negó para sus adentros con la cabeza, y se dijo que no podía ser que esa criatura fuera malvada, que pudiese haber hecho algo malo al Hada Madrina. Estuvo a punto de decirles a los demás que estaban equivocados, que era imposible que él hubiera hecho aquello si por cada paso que daba, rugía. El Hada Madrina se habría dado cuenta a leguas de que la bola de pelo estaba detrás de ella. Pero, prefirió no hacerlo.

Suspiró, algo triste, y miró a Ralph. Al segundo siguiente, pensó que también tenía suerte. Él seguía con ella. No tendría que lidiar con todo aquello sola, como había lidiado en su juego con el resto de corredoras de karts.

-Ven- murmuró a Ralph, cogiéndolo de su enorme mano, y se acercó a WALL-E para poder seguir arreglándolo-. Ayúdame, porfi.

Ahora que se había marchado el bicho peludo, tras dejarle medio desmontado, otros dibujos se ofrecían para echarle una mano y configurar su sistema de audiocomunicación de frecuencia longitudinal modulada. Qué amables eran...

Waaall-E. - les imploró a los nuevos ingenieros, mientras les mostraba las piezas de las que disponía. Realmente, menuda faena que le había hecho la Mano del Creador...

Miro alucinado al sitio donde antes estaba Chewbaca y pongo una mueca de indignación. Miro a los demás:

-¿Por qué habéis votada a nuestro peludo amigo? ¿Acaso alguno de vosotros puede darle el habla a... a... ¿Wall-e?? - no me sale el nombre y miro al robot con tristeza.

Al ver que uno de los patos se dispone a ayudar le sonrío, y me ofrezco yo también.

-No puedo usar herramientas, pero he visto cómo lo iba haciendo.

La cercanía de la chica con motosierra y su gigantesco amigo me ponen nervioso, aunque parece que quieren ayudar a Wall-e igual que yo. 

¿Tu tienes un soldador? Le pregunto a la espeluznante pareja. Saco un destornillador del bolsillo. Eugenio me lo regalo en un cumpleaños con esto creo que podemos trabajar. Aunque claramente hacia falta algunos puntos de soldadura. Espero que la niña terrorista traiga uno con ella.

No te muevas Wall-e, Veamos... y entonces noto que hay conexiones muy pequeñas. Salgo corriendo hasta mi tío Donald y le esculco los bolsillos de la camisa hasta encontrar la lupa, Gracias la necesito. Y vuelvo con wall-e Bueno esto será cosa sencilla. Confía en nosotros.

Merida se encontraba sumida en las conversaciones de los demás dibujos mientras no paraba de pensar cómo resolver el enigma...quería volver a casa para comer algo y practicar con el arco, seguro que si practicaba allí escandalizaría a los presentes y sería algo más desagradable que las broncas de su madre...

Al ver lo que hacían las hadas pensó que iban a salvar ya a su compañera congelada pero lo que ocurrió hizo que retrocediera por el miedo y disimuladamente se escondió tras los personajes más cercanos mientras cogía a morfo para ocultarlo un poco también (era el único dibujo que parecía acercarse a ella...)

Todo se vino abajo, confiaba en que las hadas no les harían ningún daño...ahora la cosa se ponía mucho más seria u.u no se sabía si el grandullón peludo era inocente o no pero...como lo podrían saber ellas??

Nos...nos van a borrar a todos?? como saben si lo hizo él?? preguntó aún entre los personajes.

Cuando consiguió salir de su asombro se acercó a donde estaba el dibujo, donde ahora se congregaban otros compañeros, vio que el pobre estaba intentando arreglar al pequeño robot, así decidió ayudar a terminar lo que dejó a medias... Puedo ayudar en algo? dijo dirijiéndose a los que ya estaban trabajando en ello

El bicho peludo había desaparecido. Vale, era el nuevo, y hablaba raro, pero no se merecía eso. Si era inocente, claro, si era culpable se merecía eso y más. Pero Donald no sabía si mostrarse obtimista.

-Cjuuuaacccc. Esjto se pone crudo- y luego su sobrino empieza a toquetearle hasta que le coge la lupa- Luisitjo, ya he dicho antesz que me he dejado losf pantalones en casa.

Aunque por suerte siempre llevaba su lupa cerca, por lo que finalmente su sobrino pudo cogerla.

-A verg que encuentrasz con eso.

En cuanto a su compañera pues no tuvo ningún problema a auparla, a cubrirla y a seguirla dejándose arrastrar por su mano donde quisiera; como siempre.

Al llegar junto al robot Ralph se sentó al lado en el suelo procurando no causar ningún desperfecto.

Cuando el gran Dios de ese lugar dejó ver su mano para extinguir la existencia del ser peludo, el grandullón se incorporó asustado ocultando la pequeña detrás de él. Un último gruñido ininteligible y ese mono gigante ¿Abú? Había desaparecido.

Vanellope se mostraba desconsolada y él trató de suavizar el choque causado con caricias y palabras tiernas, como tantas y tantas otras veces que habían encontrado algo aterrador en la GRAN red. –Tranquila pequeña, yo estoy aquí, no dejaré que nada malo te ocurra.- Le susurró.

Luego, cuando esta consiguió dejarlo atrás, y olvidar el tema, lo arrastró de nuevo junto al robot y siguiendo su empeño de dotarle de habla. Juntos se mesclaron entre toda esa farándula de seres que se habían sumado a aquella tasca. Seguía siendo una niña inocente que trataba de ayudar a los desvalidos, o al menos eso pensó hasta que… le pidió que le ayudase a arreglarlo.

 -¡¿Cómo?!-

De pronto Ralph no lo quiso creer y una sorda desconfianza creció en él. -¿YO? Sabes que yo no sirvo para arreglar cosas Van, yo las estropeo, aunque no lo quiera- Señaló la improvisada entrada que hizo donde antes hubo una ventana. -Si pongo mis manazas en él…- Volvió a mostrarlas recordando a quién lo viera, que estas eran demasiado enormes para cosas delicadas, fueran ya varitas o destornilladores. -…lo destrozaré sin quererlo. ¡No sirvo para arreglar cosas! Y no voy a destrozar ese robot. Lo sabes MUY bien, o deberías saberlo. ¿Qué pasó pequeña? ¿Cómo sé que alguien no ha usurpado tu identidad?- Una muy incómoda idea cruzó su mente, atormentándole y destrozándole el alma. Si esa no era su amiga, donde estaría la auténtica. Quizás solo había sido un momentáneo colapso de su parte debido al shock pero en aquél momento en que la muerte del gorila aún estaba tan presente, el grandullón tomó distancias alertado.