Partida Rol por web

Finalmente la última tanda de Villanos entra al bar, al parecer aquel intermediario y procurador estaba teniendo el trabajo de su vida, trayendo poco a poco a todos los Villanos hasta el lugar acordado.

-Y estos son los últimos... -Dijo quedándose bajo el marco de la puerta dando una calada a su cigarrillo- Mi comisión se va a ir por los cielos, pero veo que alguno de estos nuevos candidatos para la Liga los habéis traído vosotros mismos... Os demandaría por intrusismo laboral si mi comisión no fuera tan buena... -Con una amplia sonrisa mostrando su diente faltante, este continuó- Cualquier cosa que necesitéis, ya sabéis dónde encontrarme. Os haré descuento.

... ¿Qué demonios hago aquí? Pregunto al tipejo que apesta a tabaco

-Grrr... -Gruño el peludo con las manos en los bolsillos mientras observaba aquel oscuro bar.

   גועל... - musitaba la ... hasta el momento... silenciosa muchacha mientras pasaba la punta del guante por encima de una de aquellas mesas mas lejanas de la barra principal -   מדוע אנשים לא מבצעים את עבודתם ברצון המצופה ... - para sacar una pañoleta y comenzar a limpiar, ignorando completamente al resto de presentes. 

¿Esto no es el Underground? en fin como sea, ya no debo pasar esa tonta barrera... 

Me quedo parada en una de las mesas. 

Mmmmm

Holita a todes Precioses

 Haciendo acto de presencia en aquella guarida, el elegante hombre caracterizado por su máscara de cuervo observaría atentamente los rostros que se iban presentando. Algunos en silencio, otros apenas abriendo la boca para decir vagas frases… Todos con un carácter y apariencia cuanto menos peculiar.

 -Uhm… -tomándose las libertades de tomar asiento junto a la barra, apoyaría parte del brazo sobre la madera para poder jugar sobre la misma haciendo una ola con sus dedos, un gesto de alguien impaciente que esperaba a que algo sucediese. -. Por un momento pensé que era mentira, pero resulta que si estaban reuniendo villanos… -comentó estudiando nuevamente a los presentes, fijándose particularmente en aquella niña de ojos rojos a través de la cual podía sentir cierto olor a sangre, no precisamente de la suya… Aunque en todo caso, podía imaginar que la mayoría de los presentes tendrían las manos manchadas. -. Uhm…

 Su manera de vestir era cuanto menos formal, utilizando un traje negro conformado por camisa, pantalón y zapatos de punta, así como un pañuelo blanco en el cuello y un sombrero de copa. Su máscara sólo cubría su rostro, dejando ver por el resto de su cabeza un despeinado cabello negro por el lado izquierdo y blanco por el derecho.

Mire a mi alrededor una mezcla entre esperanza y desesperación. Algunos parecían muy poca cosa, pero otros... Tenían el potencial de llevar al mundo hacia la desesperación definitiva. Seguro que me son útiles, pronto seré la reina de este mundo.

¡Vaya, vaya vaya! Así que vosotros vais a ser los que van a ayudarme a sumir este mundo en desesperación ¿Eh? Esforcémonos todos juntos ¿Si?

Por cierto, mi nombre de villana es kuma yoroshiku onegai shimasu. 

¿Y vosotros? Estaría bien saber con quiénes voy a trabajar.

Me deslizo hasta la barra, apenas prestando atención a la gente que ha entrado conmigo. Todavía queda mucho tiempo para conocernos a todos, y hay ninguna prisa en hacerlo. De hecho, pienso echando un vistazo a la estancia, diría que todavía quedan muchos por llegar. Quizás debería estar preparada para cuando estemos todos...

-Ponme el mejor vino que tengas.-le pido al camarero sentándome en el taburete delante de él. Un buen lugar desde el que poder disfrutar de mi copa y además, controlar la entrada de los recién llegados. A los segundos caigo en la cuenta de que lo más probable es que no me haya oído, así que lo repito algo más alto. Ya estaba acostumbrada a que la gente resaltara de mí dos cosas: lo fría y borde que resulto ("ojos gélidos" y "cara de mala hostia permanente", en sus palabras, no las mías) y lo suave que es mi voz en comparación, casi un susurro. 

Esté de acuerdo o no, es cierto que lo segundo es un fastidio a la mínima que requiero algo de alguien. Y si hay música alta, ya me podía olvidar de que alguien me oyera a no ser que sacrificara mi garganta en el intento. Al menos aquí el ruido todavía está a un nivel decente... Pero algo me dice, mirando al tipo de gente que nos hemos reunido, que es probable que eso cambie. ¿Tantos villanos juntos en una sala? Peor que meter al zorro en un gallinero. Será divertido de ver.

Una rubita pide nuestros nombres de villano. No es lo que suelo hacer, pues suelo esperar a la primera o segunda bebida, pero tras un titubeo decido contestarle. Aunque no lo comparta, su entusiasmo me es adorable. 

-Puedes llamarme Sister.

Una figura oscura permanecía erguida en una esquina de la habitación. Hay quien diría que estaba de pie, pero no tenía pies. En realidad, todo lo que tenía era una sombra negra que se difuminada poco antes de llegar al suelo y estaba coronada en su punto más alto por una máscara blanca.

En realidad,  estaba tan inmóvil y silenciosa y era tan oscura a excepción de la máscara, que cualquiera podría haberle confundido con una lámpara. Pero no era una lámpara. Era Kagekami.

Rompió su silencio para ronronear quedamente como un motor al ralentí. 

Prrrrrrrrrr. Prrrrrrrrr.

Cuando preguntaron por los nombres de unos y otros, al fin emitió algún sonido aparte de aquel constante ronroneo.

Dookoo-soy Kagekami.

Su voz era suave y algo aguda, lo cual contrastaba con su aspecto, pero lo más llamativo era que la boca de su máscara blanca no se movía al hablar. Aun así, quedaba claro que podía emitir sonidos. Sonidos incluso humanos , más o menos.

Después, siguió con su ronroneo.

Prrrrrrr.

 Quizás la intención original de la joven era ignorar al resto de la comitiva hasta que pasara algo interesante... pero al escuchar que la gente comenzaba a presentarse como la gente decente... la misma no pudo mas que resoplar, sacar de su bolso de mano una especie de tubo el cual introducía en una clase de collar con forma de caja, la cual a los segundos dejo escapar un sonido un tanto sintético.

Tape 002 

Y sin mas continuar con la limpieza de aquella mesa solitaria.

La chica peliblanca a través del portal acabó cayendo justo en una de las sillas, como si todo hubiera estado completamente calculado a pesar de que todo fue puro azar. Manteniendo la compostura, decidió decir algo. - Sois todos bastante raritos ¿eh? - comentaba con una sonrísa bastante amable, a pesar de lo que había dicho.

Me podéis llamar Kanshu, es mi apodo. - comentaba mientras se recostaba un poco en la silla, expectante a lo que hacían y decían sus compañeros.

También sentado en la barra había un hombre con una bebida en la mano, el primero en llegar a esa habitación. Y, si le preguntases a él, te diría que el más importante, también. En su vaso había un líquido transparente con hielo. ¿Vodka? ¡Dios mío, no! ¡Él jamás se envenenaría el cerebro de esa manera! Era agua con gas. A saber como podía beberla, si no parecía tener cara.

-En este pequeño planeta viven miles de millones de organismos. Y, aunque cada uno de ellos tiene su propia vida, sus propios pensamientos, ninguno es particularmente diferente de los demás. Así que si me llamas "rarito", no tengo más remedio que tomármelo como un cumplido.-

No se levantó de su taburete para saludar a los demás. Al contrario, se relajó aún más, apoyándose en la barra en una posición que debía de ser demasiado incómoda para ser sincera. Desde luego, intentaba aparentar que no le importaba esa conversación.

-Mi nombre es Magellanic. Y me sorprende que no hayais oido hablar de mí. Creía que los villanos estaríais más atentos a las nuevas estrellas de vuestro firmamento.-

Bebió un sorbo de su vaso.

-Os doy la enhorabuena. Cualquier influencia que tengáis se verá aumentada por vuestra asociación conmigo. Hoy aterrorizáis ciudades, países. Mañana, el infinito.-

El peludo clavó su mirada en la chica que pregunto por los nombres de los demás y mientras dudaba en responderla otros parecían obedecer y presentarse uno a uno. Tras divagar un corto periodo, aquel villano solto un largo resoplido por su grueso hocico antes de acercarse a la chica, hasta que ocultara la figura de ella con la sombra de mas de 2 metros de la bestia. -El adorable Kusatta Uwaki. -Dijo con voz ronca y tosca a la chica demasiado cerca de ella, tanto que el olor a flores silvestres que desprendía era fácilmente captado por aquella muchacha. Algo no parecía encajar entre sus formas y sus palabras.

Desde la barra, sin tomar nada, los observaba a todos, midiendo las distancias. Para él, aquello no era un encuentro social en un club. Para él cada día, cada instante, era una batalla por prevalecer. Esbozó una sonrisa, una muerca torcida y horrible que desprendía tanto descaro como desprecio. Uno anda perdido, el otro era un furro. La siguiente era incapaz de hablar. Otra pretendía entablar conversación. Gente elegante, una mujer con hábito de monja. Rarezas, como en un circo de variedades de los años cuarenta. Monstruos, engendros, máscaras, locos y, sobretodo, mediocres. También había arrogancia.

—Kuma yoroshiku onegai shimasu —paladeó el nombre como si se tratase de un postre con sobrecarga de azúcar —. ¿Eso es un nombre o un anuncio de detergente? Tsk. ¿Y por qué íbamos a ayudar a alguien que tiene un rostro tan feo.

Ignoró a la niña. Se centró en Magellanic. Una criatura que si parecía un villano. Tan henchido de su propio ego que no pudo hacer más que provocarlo, solo para ver hasta donde podía llegar.

—Las estrellas son las luces de cuerpos que murieron hace tiempo. Nosotros vemos la luz, pero en su origen, esos cuerpos, ya están muertos. Como tu nombre. Nadie ha oído hablar de ti...

Por supuesto, no se presentó.

 Un hombre de poca estatura y avanzado en edad se sentó en una de las mesas del fondo, manteniéndose en sus propios asuntos. Aunque lo único que parecía que estaba haciendo era arremangarse de forma lenta y metódica las mangas de su saco. Luego, apoyó sus brazos sobre la mesa, ahora confiado de que no iba a machar su ropa teniendo contacto con los objetos de aquel desmejorado lugar.

 Por pura gentileza, se presentó a los demás.

- Bonjour. Mi nombre de villano es Le Mal... mi nombre verdadero es private.

Magellanic se cayó de su taburete. Vaso roto, suelo y pantalones mojados. Se levantó rápidamente para intentar conservar algo de dignidad.

-¡Tú!- Señaló al tipo del pelo blanco que le acababa de contrariar. -¡Túuu no sabes de lo que hablas! ¡Típico cerebro bidimensional! Mi música llegará hasta más allá de la Vía Láctea. Solo... necesito un poco más de fondos, eso es todo. ¡Pero aún así sigo teniendo un gran efecto entre los terrícolas! ¡Tengo un blog!- De un gesto, le plantó el móvil en la cara. Ahí estaba su blog. Cada párrafo era interminable.

-Y, para que lo sepas, las estrellas más lejanas que vemos a simple vista tan solo están a unos miles de años luz. Mucho menos tiempo de lo que dura su brillo.-

La cosa se estaba animando a medida que nos íbamos presentando. Todos parecían muy interesantes, cada uno a su manera claro, y ya empezaba a apuntarme mentalmente ciertos nombres o detalles de la gente. Por ejemplo, desde que vi a Magellanic, no he podido quitarle la vista de encima. El orbe que tiene en vez de cara es hipnotizador. Y le miro de manera poco disimulada. Si tienes ese cuerpo, lo más normal es que la gente lo haga. No voy a expiarme ni sentirme culpable por ello.

-¿Y quién eres tú?-mi pregunta va dirigida al chico albino que intenta hablar con él. No se me ha escapado su comentario hacía la rubita, ni como ha pasado de decir su nombre.

Soltó una risotada ante la caída de aquel tipo. Todo un villano, desde luego. La palabra era, siempre, más afilada que cualquier espada.

—¿Un blog? ¿Te crees que estamos en el año 2000? Los blogs están tan muertos como tus seguidores —contestó sin dignarse a mirar el teléfono —. Además, ¿Quién vive atrapado dentro del mundo virtual cuando aquí fuera todo es tan real, tan intenso?

Le costó escuchar la voz de la chica con hábito. Una vocecita que, si uno no prestaba atención, podía pasar desapercibida. Pero él estaba siempre al tanto de todo. Porque de cualquier lugar podía llegar la amenaza. Nada escapaba de él.

—Yo no digo mi nombre, eso es algo que te tienes que ganar —emitió una sonrisa menos socarrona que antes, incluso cálida —. Pero te diré quién voy a ser. Si hay una prueba para llegar a ser un villano de esta asociación, y si solo uno pudiera pasarla. Ese sería yo.