Partida Rol por web

Hogwarts Adventures - En busca del tiempo perdido

2038 - Dane Hills

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08/09/2014, 01:43
[Narradoras] Pizpireta y Polvorilla

Primero fueron Matthew y Orsolya los que llegaron allí. Apenas unos segundos más tarde, fue Maxwell.

Tumbados en un césped alto y húmedo, con el aroma del rocío aún en el ambiente, los niños sintieron que sus estómagos se habían vuelto de dentro hacia fuera y que sus cabezas se habían retorcido, la sensación que Maxwell ya había experimentado una vez y que los otros dos quizás podían conocer, pues acababan de ser trasladados por aparición.

Unas colinas daban cobijo a una gruta, cuya entrada tenían justo enfrente. La larga sombra de una única encina desaparecía al posarse sobre la negrura de aquella gran abertura. En el suelo había cuatro juguetes abandonados: un caballito de madera, un soldadito de plomo, un cascanueces y un osito rosa de peluche.

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09/09/2014, 10:54
Matthew Williams

La sensación era desagradable. Muy desagradable. ¿Habían muerto? Matt pensaba que no, o la otra vida después de la muerte era igual de dolorosa y asquerosa que la otra. Se puso una mano en la boca e hizo fuerza para no vomitar. Pero a su estómago eso le dio igual, y casi no le dio tiempo de retirar la mano cuando su vómito alcanzó el suelo.

-Esto... ¿qué es esto?

Las dudas del chico se unía a la confusión y mareo que sentía su cabeza. Sentía, sin duda, que había tenido días mejores. Fue entonces cuando reparó que no estaba solo, que alguien podría contestar sus preguntas, o al menos expresarlas igual que él. Y es que Maxwell y Orsolya estaban con él. Sabía lo que le había pasado a ella, lo mismo que a él... pero desconocía lo que le había pasado al otro chico.

-Max, ¿qué te ha pasado? ¿Sabes donde estamos?

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09/09/2014, 17:57
Maxwell Alden

En un solo instante, el universo se plegó sobre sí mismo hasta desaparecer y se desplegó de nuevo, en una configuración diferente a la que había tenido antes de colapsarse. No era la primera vez que experimentaba esa sensación, así que no tardó en entender lo que había ocurrido, recuperarse y volver a sentir cada órgano interno en el lugar que le correspondía.

—¿Booky? —preguntó. Solo los elfos domésticos podían aparecerse en Hogwarts. El elfo libréstico se lo había explicado. Ni siquiera los profesores, o los alumnos de último curso con licencia, podían hacerlo.

Miró a su alrededor, dando un giro completo sobre sus pies. No había Booky a la vista. Ni Booky, ni Gabriela y Kelly. Solamente Erzsébet y Matt. No, Erzsébet tampoco; esos ojos verdes eran los de Orsolya. No estaba seguro de si debía sentirse mal por no estar sorprendido.

—Me han aparecido —respondió a su compañero, como si fuera obvio—. Estaba con Erzsébet, Gabriela y Kelly. ¿Y vosotros?

 Fue entonces cuando apreció el paisaje. El árbol solitario, la entrada a la cueva abierta en la pared de la loma, y los juguetes antiguos: el caballo de madera, el soldado de plomo y el oso de peluche. Y el cascanueces, que no era un juguete, pero de algún modo no parecía desentonar con el resto del cuadro.

—Es el mosaico —dijo—. Estábamos en un túnel. Había varios mosaicos. El último era este sitio, jodidamente lo mismo.

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09/09/2014, 18:01
Matthew Williams

Matt no entendía del todo las palabras de Maxwell. Él creía haber muerto, o convertido en un ente sin cuerpo. Pero su estóamgo rugía y dudaba que los fantasmas o como quisieran llamarse las cosas que vieron tuvieran ese tipo de dolores.

-Al entrar por la puerta III entramos en lo que parecía ser una ciudad. Sus habitantes deambulaban felices, flotando. Pero no eran fantasmas ni estaban felices realmente. Eran entes relacionados con los mortífagos que fingían para matarnos. Conseguimos no caer en su trampa, a duras penas, pero entonces nos atacaron. Y ella y yo- dijo mirando a su compañera- desaparecimos allí para aparecer aquí.

Siguió a Max y se fijó en los objetos que mencionaba. Seguía sin comprender demasiado, pero según había oído o estaban dentro de un mosaico mágico o los otros niños habían visto pintada la representación de aquel sitio.

-Si hay una entrada espero que también haya una salida, ¿encontrasteis algo interesante a parte del túnel y los mosaicos?

 

 

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10/09/2014, 00:30
Erzsébet y Orsolya Padurearu

La forma de morir había sido desagradable más que dolorosa. Había sido como si aquellos entes fueran arrancando sus recuerdos y sentimientos uno a uno. En el momento antes de diluirse en la nada se había sentido una simple carcasa vacía. Por eso al sentir como su estómago se volvía del revés y su cerebro era estrujado como una bayeta, se sintió viva. Abrió los ojos y respiró profundamente. Matthew y Maxwell estaban allí. ¿Erzy?, preguntó girando buscando a su hermana. Estaban allí tres de los cuatro tejones que habían despertado, ¿por qué? ¿Booky?, se extrañó al escuchar a Maxwell, ¿le has vuelto a ver?

Escuchó a ambos niños mientras miraba alrededor. El paisaje parecía tan real. Es como si estuviéramos en el exterior. ¿Es posible que haya que morir para escapar?, era un tiro demasiado arriesgado pero, ¿sería acertado?

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10/09/2014, 00:42
[Narradoras] Pizpireta y Polvorilla

Había algo peculiar en todo aquello. La encina desprendía una gran sombra, al igual que los juguetes. Pero ninguno de los tres niños tenía a su gemelo oscuro pegado a sus pies...

De la cueva sonó un ruido de sorbidos y de pisadas, como si algo con más de cuatro patas estuviera pululando por ahí dentro. Entonces de allí salió una niña.

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10/09/2014, 00:49
Aggie

¡Hola!, gritó la niña con una enorme sonrisa. Por fin. Joo, llevo tanto tiempo aquí sola sin que nadie me visite.

La pequeña llevaba un vestidito blanco, algo raído y sucio. Era un auténtico primor y radiaba inocencia. Sus cabellos eran castaños y se veían descuidados, como si llevara viviendo en aquella cueva demasiado tiempo, más del que cualquier niño debía...

Los últimos se fueron tan rápido, lamentó alicaída. Poco duró la tristeza porque volvió a mirar a los niños con una sonrisa equiparable a la sonrisa excelsior plus de Booky. Pero por fin estáis aquí. ¡Juguemos!, declaró emocionada, esperando a que eligieran con qué juguete jugar.

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11/09/2014, 23:54
Maxwell Alden

No tenía ni idea de qué eran esos mortífagos, pero imaginó que se trataría de alguna de esas raras criaturas mágicas, así que no preguntó. Por lo que decía, ambos habían sido atacados antes de aparecer allí. Él no, y sin embargo, ahí estaba, con ellos.

—Bichos muertos, millones, saliendo de agujeros en las paredes. Y montones enormes de ropas, y objetos que se llevan encima, como relojes —dijo a Matthew—, todos de niños, pero de diferentes épocas.

Maxwell se había preguntado, en voz alta, si la forma de avanzar sería quitándose la ropa y dejándola allí. Si era esa la razón de la existencia de esos montones. No había tenido la oportunidad de llegar al final de la larga sala y comprobarlo. ¿Qué coño habrá pasado con las demás?

Orsolya preguntó si había visto a Booky. Inconscientemente, Maxwell había llamado al elfo libréstico en voz alta, recordando lo sucedido semanas antes,.

—No —respondió—. Ha sido la aparición. Booky me apareció una vez, en la biblioteca. Os lo dije una vez, ¿no? Esto ha sido igual. Estaba en un sitio, y sin moverme, en otro, como si el mundo se hubiera movido de golpe.

La gemela se preguntó si la “muerte” que habían experimentado a manos de esas criaturas era el medio para salir de dondequiera que estaban. Para Maxwell, sin embargo, había sido diferente.

—Yo no he muerto, creo —dijo, encogiéndose de hombros—. Desaparecí y aparecí de repente.

Iba a proponer entrar a la cueva, pues en realidad no parecía haber otras opciones a su disposición, cuando un ruido desagradable surgió de su interior. Pisadas rápidas, como provenientes de muchas patas, y sonidos de succión. Maxwell se puso en guardia, esperando ver aparecer una criatura de pesadilla. Quien apareció, sin embargo, fue una niña desaliñada de aspecto inocente.

—¿Quién coño eres tú? —espetó Maxwell, con toda su nula diplomacia— ¿Dónde estamos?.

Se agachó rápidamente y agarró el cascanueces. El ruido en la cueva, lo que había explicado Matt sobre impostores, lo extraño de todo aquello, evitaron que el niño bajara la guarda. No era gran cosa, pero si la niña no era una simple niña, al menos tendría un arma para defenderse.

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12/09/2014, 00:02
Matthew Williams

El joven había visto que no podía fiarse de los fantasmas, o de las cosas que eran similares a ellos. Les habían atacado en la supuesta ciudad que tenían e incluso habían desollado el brazo de Asterope. Si hasta creía que les habían matado antes de aparecer en este sitio, no menos siniestro que el anterior.

-No sé si es buena idea coger nad...- dijo, sin darle tiempo a terminar la frase antes de que Max tomara el cascanueces entre sus manos.

Seguirle la corriente a los entes antes les salió mal, o eso creía él. Por otro lado, tampoco veía más soluciones. Así que, seguro de que podría ser una trampa se acercó a los objetos tirados por el suelo.

-De perdidos al río- balbuceó para sus adentros, imitando una frase que su madre a veces decía.

Sin pensarse demasiado qué juguete escoger, se decanto por el soldadito. El oso rosa era demasiado cursi para él,y no le gustaban mucho los animales. Si iba a caer de lleno en una trampa al menos que fuera eligiendo el que consideraba mejor juguete de los presentes.

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12/09/2014, 01:04
Erzsébet y Orsolya Padurearu

Orsolya iba abriendo cada vez más la boca según Maxwell contaba todo por lo que habían pasado. ¿De diferentes épocas?, preguntó. Eso suena como los puntos de reciclaje muggles, donde hay un contenedor para cada cosa. Qué raro, murmuró.

Sí, es verdad que lo contaste, confirmó. ¿Es eso lo que nos ha pasado? O no, pues ella sí se había sentido morir, sin embargo Maxwell juraba que no. ¿Habrían llegado allí de distintas formas? Me alegro que estés bien Matthew, dijo a su compañero, al que había visto combatir al igual que ella con los entes etéreos.

Fue entonces cuando salió de la cueva una dulce niñita. Casi nada más mirarla Orsolya deseó que fuera su nueva compañera de aventuras. No entendía que Maxwell se pusiera a la defensiva, arrastrando con su desconfianza a Matthew.

Hola, murmuró, repentinamente cohibida. Se acercó al oso de peluche rosa que despedía un olor a fresa y acarició su pelaje.

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12/09/2014, 01:14
Aggie

Agnes se entristeció ante el recibimiento. Haciendo pucheros y al borde de las lágrimas. Me llaman Aggie, dijo sorbiendo mocos. Me llamaban... Llevo mucho sin tener amigos, solo a Lotsi, Cracker, Soldadito y Pezuñas, continuó con pena.

Este es el país de los juguetes rotos, anunció la niña. ¿Vendrán más amigos vuestros?, preguntó con los ojos vidriosos.

Sonrió con pena a Orsolya, que parecía ser la única que quería jugar con ella. Los niños siempre eran un burros que hacían daño a las niñas.

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12/09/2014, 01:20
[Narradoras] Pizpireta y Polvorilla

En el cielo las nubes eran extrañas, parecían compuestas por algodón de azúcar. Ningún pájaro volaba, ningún insecto molestaba y no parecía hacer frío ni calor. Los niños empezaban a sentir hambre, despejando cualquier duda de que pudieran estar muertos.

Cuando Maxwell cogió el cascanueces fue como si en su mente se encendiera un proyector y viera desde los ojos de alguien o algo. Envuelto en un paquete de regalo, su primera visión fue la de una bonita niña de siete años. Se dedicó a partir nueces hasta que su mandíbula se rompió. La niña le ató la mandíbula rota con una cinta de su vestido. Luchó y perdió contra el rey de los ratones, siendo salvado por la niña. Cuando finalmente fue arreglado y se le dio una espada, consiguió finalmente matar al ratón de seis cabezas y volvió a la niña, a la cual se llevó al reino de las muñecas para casarse con ella. La pequeña murió por no tener qué comer, dejando al pobre cascanueces solo y sin amigos.

Matthew optó por el soldadito de plomo y también vio en su cabeza la historia de la figura. El soldadito pertenecía a un regimiento de veinticinco y era el único que destacaba pues le faltaba una pierna. Prendado de una bailarina de papel que se mantenía sobre una pierna, se enfrentó a un goblin que intentó apartarle de su lado. Al caerse por la ventana por culpa del goblin, el soldadito acabó en manos de unos niños que le pusieron al mando de un barco de papel que surcó los ríos hasta caer por las alcantarillas. Navegando por los bajos de la ciudad llegó a un canal donde fue engullido por un pez, que más tarde sería pescado y llevado a la mesa de la casa de donde provenía el soldadito. El niño que había conjurado al goblin, molesto por la vuelta del soldadito, lo tiró a la chimenea. La bailarina de papel sopló y sopló hasta que la casa se incendió quemando a toda la familia. Inexplicablemente solo el soldadito de una pierna sobrevivió.

Orsolya también vio otra historia muy semejante con el oso, que de igual forma acababa con muerte y soledad.

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14/09/2014, 01:43
Maxwell Alden

Cuando la niña —la desaliñada—, el árbol, la cueva, Matthew y Orsolya volvieron a aparecer ante sus ojos, Maxwell tiró al suelo el cascanueces como si estuviera al rojo vivo y le quemara la mano.

—¿Qué coño es esto? —ladró.

Miró a derecha e izquierda, a Matthew y Orsolya. Ambos estaban bien, conscientes al menos. ¿Habían pasado por lo mismo? Había sido como uno de esos juegos de realidad virtual en primera persona, pero diferente. Pasajero dentro de los ojos de alguien, del cascanueces. Una historia jodidamente horrible, tanto que casi se la podía creer.

Clavó una mirada feroz en Aggie. Estaba convencido de que no era lo que decía. Poco era lo que parecía en Hogwarts, y nada en aquel maldito lugar donde las reglas no tenían sentido, y tenían que hacer algo pero no podían hacerlo porque no sabían cómo.

Suavizó la expresión un instante después. Al menos, no le había dado un puñetazo. Unos meses antes quizás lo hubiera hecho, aunque fuera una niña, aunque no le hubiera razón para ello. Solo para descargar su frustración de alguna manera.

—Vale, el País de los Juguetes Rotos —razonó, rascándose detrás de la coronilla—. Cuando era más pequeño, otros niños de la calle y yo fuimos una noche al polígono. El padre de uno ya no tenía trabajo porque había cerrado la fábrica donde trabajaba, una de juguetes tradicionales, de las pocas que hay, la última en Gran Bretaña decía el hombre, pero siempre estaba bebido. Volcamos los contenedores, todos llenos de juguetes, a medio hacer, sin pintar, rotos…

Maxwell hizo una pausa para coger aire. La piel del rostro y el cuello se le había enrojecido como si hubiera pasado demasiado tiempo al sol. No solía decir tanto tan seguido.

—Pero aquí no hay nada —añadió—. Mira, queremos arreglar el tiempo. Está roto, como el cascanueces… ¿Cracker? Si sabes qué tenemos que hacer, dínoslo y ven con nosotros. Venimos de un lugar lleno de niños con los que puedes jugar.

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14/09/2014, 01:46
Matthew Williams

Al coger entre sus manos el objeto que simulaba un soldado en miniatura se formó en su mente la historia del juguete. Una historia extraña, pero no por eso menos trágica. Que incluía, como no, la muerte de personas reales. No sabía hasta qué punto lo que parecía fantasía podía ser real. Pero tampoco quería averiguarlo.

Al ver la reacción de Max intuyó que no había sido el único en ver algo al tocar uno de los juguetes. Algo posiblemente igual de fantástico o cruel que lo que el tejón experimentó con "Soldadito". Miró a la niña, sin saber siquiera si ella misma era real. Maxwell la invitó a ir con ellos, él esperaba que fuera una treta, porque ya no confiaba en nadie. Pero... si la niña era real, y estaba atrapada como ellos, el mundo se volvía para Matt más incomprensible, más cruel.

-Sí- no se atrevía a hablar demasiado. De todos modos, seguiría el juego que había iniciado Max- No es necesario que tengan que venir más niños si tú vas donde ellos están.

Realmente no confiaba en que fuera a funcionar, ni siquiera de si era una buena idea confraternizar con ella. Los últimos acontecimientos habían vuelto a Matt en alguien distinto al que entró en Howarts. Distraído, tímido pero intentando ser amable. Pero ahora... ahora era más difícil confiar en que las cosas se arreglan siendo inocentes.

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15/09/2014, 01:24
Erzsébet y Orsolya Padurearu

Tras ver la historia del peluche rosado a través de sus ojos, Orsolya se quedó abrazándolo, apenada por el pobre oso al que Aggie había llamado Lotsi.

Se sorprendió al escuchar a Maxwell, al que debían haberle dado cuerda. Salir de Hogwarts le sentaba bien si era capaz de hablar tanto y sin decir ni una sola palabrota. Abrazó más a Lotsi y aspiró su aroma a fresa.

Asintió ante la propuesta de Maxwell y Matthew. Si podían llevarse a Aggie con ellos, quizás podían ocultarla en la tejonera. Una nueva niña a la que vestir, peinar y con la que jugar. Orsolya tiritó de la emoción.

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15/09/2014, 01:36
Aggie

Agnes restregó su nariz sucia con un puño mientras sus nuevos amigos veían las historias de sus cuatro juguetes favoritos. Aunque para ellos se les había hecho largo el visionado, lo cierto es que apenas fueron unos segundos. Con el tiempo detenido lo que ocurría en un suspiro y lo que se alargaba demasiado apenas se diferenciaba.

Pero no se puede salir, contestó la niña. Estáis rotos, por eso estáis aquí, como yo. Solo se puede salir por allí, dijo apuntando el cielo, donde las nubes de algodón parecían arremolinarse.

¿Tenéis hambre?, he recogido bayas y nueces, puedo compartirlas con vosotros y enseñaros donde podéis dormir, dijo acercándose a la entrada de la cueva. Estaba emocionadísima con la idea de tener al fin nuevos compañeros. A ver si llegan vuestros amigos pronto y podemos jugar todos juntos.

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15/09/2014, 23:10
Maxwell Alden

Maxwell suspiró. ¡Joder! ¿Cuántas putas veces he suspirado desde que había llegado a ese sitio raro?

La cría decía que estaban rotos. Matthew y Orsolya podían estarlo, les habían hecho algo desagradable a ambos. Pero no a él, solo lo habían aparecido allí. Mentía, solo quería uqe se quedaran allí para hacerles algo. O para que se quedaran, sin más, porque estaba sola y ella no podía salir de ninguna forma.

—¿Y cómo subimos? ¿Tienes escobas en esa cueva? —preguntó—. Has dicho que los últimos se fueron rápido. Así que tiene que ser posible salir de alguna forma.

Maxwell miró a sus compañeros. Miró al árbol y a los juguetes, y otra vez a sus compañeros. No se había fijado hasta el momento, pero ninguno de los tres tenía sombra. Miró entonces a la hierba bajo los zapatos de Aggie, en busca de la sombra de la niña.

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18/09/2014, 20:42
Matthew Williams

Si la chica le había dado mal rollo en un inicio, a cada instante que pasaba se lo daba aún más. Quizá debía compadecerse de la niña, como hacía Orsolya e incluso Max. No le gustaba la niña, aunque estuviese "rota" como ellos. A él le seguía gustando el mundo que él consideraba real.

Había presenciado el entierro de mascotas y no le apetecía que hicieran otro por él, por bonito que fuera. Quería seguir aprendiendo conjuros, invesitagar cosas absurdas con las gemelas. Y, por supuesto, volver a ver a Elisabeth. Ni siquiera se había podido despedir de ella.

-Las cosas rotas se pueden reparar- dijo, aunque de su varita no podía salir ningún conjuro- si nos dices como llegar arriba podríamos intentar salir. Seguro que fuera nos "arreglan".

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19/09/2014, 00:02
Erzsébet y Orsolya Padurearu

Fue hablar de comida y el estómago de Orsolya contestó por ella. Sonrió con los labios y con los ojos, impaciente por adentrarse con Aggie en la cueva, para comer y conocer donde vivía.

Empezó a saltar de una pierna a otra, tenía algo de frío y estaba segura que allí dentro haría un calor agradable. Además podrían jugar, ¿qué cosas tendría la niña?

Podemos comer primero y después vemos como salir, propuso Orsolya a Maxwell, un poco impaciente.

Pero si las cosas pudieran arreglarse, no existiría este lugar, dijo primero a Matthew y después miró a Aggie, ¿no?

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19/09/2014, 00:17
Aggie

Agnes no pudo evitar reírse. No era cortes reírse de la ignorancia, sobre todo cuando uno era un recién llegado y no sabía nada, pero la verdad es que le hizo mucha gracia la propuesta de los niños.

No se puede subir. Tengo una alfombra pero no vuela. No se puede salir de aquí, volvió a repetir, abriendo mucho los ojos en gesto inocente.

Lo que hay aquí está lejos de poder arreglarse. No están rotos como cuando partes una rama, sino que están rotos aquí, dijo indicando su corazón.

Maxwell se fijó en que Agnes sí tenía sombra, pero era un tanto peculiar. No era como las sombras habituales, aquellas que tenían el mismo contorno de aquello que bloqueaba la luz radiante; no, la sombra de Agnes era una mancha Rorschach cambiante, donde lo que se podía ver dependía del ojo del observador y además no paraba de tornar formas.

En lo alto restalló un trueno, y las nubes de algodón comenzaron a oscurecerse. Agnes apretó los labios, pues lo que veía no le gustaba nada. Entrad, entrad, no queréis estar aquí fuera para cuando la tormenta descargue, apremió a los pequeños. Había algo que impelía a que los niños entrasen...

Notas de juego

Tirada Concentración dif 13 si queréis evitar la compulsión.