Partida Rol por web

El clérigo agradece con la cabeza los halagos de Grendalin y frunce el ceño ante el acento de goblin. Parece reflexionar antes de contestar.

- Poco más. Ciertamente hay magia en la enfermedad o los dones de la señora me permitirían curarla - contesta - Pero no puede ser una simple maldición o sería fácilmente detectable. Me inclino porque alguien ha envenenado mágicamente el agua. - sonríe, orgulloso de su inteligencia, y añade - Podría ser la comida, pero los borrachos del pueblo no han enfermado.

¿Sabe quién podría estar interesado en ello? - preguntó Bastia secamente mientras miraba alrededor, sin gustarle la cantidad de esfuerzo y dinero que habría costado levantar aquel edificio.

- Rybalka tiene muchos enemigos. - comenta el sacerdote - Puede ser cualquiera de los emperadores, el Nuevo Reino nada contento con nosotros o incluso los Reinos del Sur celosos de que el imperio aumente sus fronteras. - vuelve a sonreír seguro de si mismo - Pero casi seguro que son los Vikmordere. Nunca han aceptado nuestra presencia en este lugar. Con buen juicio evitan la guerra abierta, pero esperan echarnos usando tretas. Esto tiene su firma: sus druidas usan magia extraña y adoran a los Otros Ascendidos.

- Ocurre lo mismo con todos los adoradores de Los Tres: tienen muy buenas intenciones, pero no comprenden la naturaleza del mundo. - pontifica - Sin duda los Vikmordere merecen ser ayudados, pero solo son unos barbaros que no aprovechan las riquezas de la tierra. No ven que nuestra ayuda pronto serán más ricos y civilizados.

¿Vikmordere? - preguntó Bastia extrañada, girándose hacia Abbot que quizá sabía algo más sobre eso. - ¿Qué son y dónde se encuentran?

Ese sacerdote no le daba demasiada confianza pero al menos les había señalado un posible culpable, algo donde comenzar a buscar el origen del problema.

Por fin se llegaba a algo interesante. Unos enemigos reales y no algo etéreo e imaginario. 

—Los reinos del Sur no han sido. El uso de venenos es deshonorable y estúpido, nunca hay que dañar a unos aliados potenciales. —además, para ello hubiesen mandado a los exploradores grises y eso creo que va en contra del código por todos los lados. —Deberíamos comprobar esos Vikmordere, sean lo que sean. Si hay magia residual en el agua, alguien ha tenido que lanzar los conjuros, y no se me ocurre ningún otro. 

- Está claro que el agua tiene algo que ver. Gracias sacerdote por dirigirnos en la dirección adecuada. Es muy interesante lo de los Vikmordere. ¿Usan habitualmente esas prácticas?  ¿Dónde tienen el asentamiento más cercano? Han tenido que hacer una incursión aquí, si han envenenado el lago.

Parecía que Juriendor ya tenía una teoría completamente elaborada, aunque a Abot no le gustaba hacia dónde apuntaba.

- Los restos mágicos son claramente brujería. ¿Los arcanos de Vikmordere son capaces de ejecutar brujería? ¿O quién de la zona puede?

El goblin se frotaba la barbilla con el ceño fruncido, señal de que no estaba muy de acuerdo con las conjeturas que estaban saliendo. 

-Zi "cazi zeguro que fueron loz Vikmordere", cazi zeguro que no fueron. Ziempre igual. Humanoz ziempre igual. Ziempre ez otro que ze aprovecha, ziempre piztaz van a donde no ez. Pero zi queréis inveztigarlos, hagámozlo. Lo del zur no tiene zentido. Rybalka no ez amenaza para elloz y zí un pozible aliado.

- Vayamos rio arriba, o donde detecteis mas magia ... seguro que encontraremos algo en el camino o cerca de esa magia que detectais ... - dijo ragnar algo despreocupado

¿Vikmordere?

La pregunta parece sorprender al sacerdote.

- Estas tierras teóricamente les pertenecían, aunque realmente no las estaban explotando. Son la tribu que habita en esta zona. Tienen asentamientos más al norte, creo que el más cercano a 30 o 40 millas. De todas formas suelen enviar partidas cerca de Rybalka. - contesta - En realidad es una suerte para ellos que hayamos aparecido. Explotamos la mina, pescamos en el lago. Nuestra presencia y trabajo les abre no solo una vía de civilización sino que les enriquece gracias a las posibilidades de comercio que les abrimos.

En tono triste añade:

- Pero claro, son poco más que unos salvajes. Casi ni son hum... están poco desarrollados, algunos de ellos no logran entender las ventajas que les traemos. Una pena.

Kai Lin no participó en la conversación. Realmente estaba aprendiendo mucho, y prefería pasar por estúpido, que hablar y confirmarlo. Pero eso no le impedía elucubrar teorías en su mente, que como todos sus procesos pensativos, seguro se convertirían en palabras más tarde.

Asintió con rotundez ante la afirmación del pequeño duende. Aquél ser empezaba a despuntarse como el más espabilado y sabio de la comitiva entera, y Kai Lin lo reconocía, a su manera un tanto salvaje. Escuchó la explicación del sacerdote con atención, a pesar de que todos los enviados especiales estuviesen empeñados en bombardearlo a la vez con sus preguntas. No entendía la mitad de lo que decían, pues las creencias religiosas de su isla natal eran un tanto distintas. 

Terminó por encogerse de hombros y dejarlos hacer su trabajo, sin dejar de prestarles atención.

Lo cierto es que habían sacado más información al sacerdote de la que habría imaginado en un principio Grendalin. Lo cual era bueno. Pero él preferiría contrastar también con el sabio antes de ir a investigar fuera. Siempre era mejor ver todas las opciones antes de tomar una decisión.

El rastro de la magia está ahí. Se puede seguir más tarde. ¿No sería más práctico hablar con los que saben, o creen saber algo, dentro del poblado antes de que salgáis a explorar los alrededores? Por comparar datos más que nada.

El escriba estaba tomando unos apuntes rápidos de lo que había dicho el clérigo, por si luego tenían que repasar y comparar información. Le hubiese gustado pasarlo a limpio, con pergamino de calidad y preparalo para una buena encuadernación. Pero se tendría que apañar con lo que tenía.

—Si el más cercano está a tres días de camino* no entiendo cómo no se pueden dejar en paz unos a otros. A pesar de que comerciar para obtener metales sería buena idea por su parte. 

Miró al escriba. 

—Sí, deberíamos ir a hablar con ese sabio —quizá es el culpable de todo.

Se fijó en que el escriba... bueno, escribía. —¿Tienes que escribir todo? ¿Tan mala memoria tienes?

El grupo abandona la catedral y vuelve al pueblo. Yuri Statel, el sabio, alquimista y mago del pueblo regenta una pequeña librería muy cerca del ayuntamiento en pleno centro de Rybalka.

El viejo sabio se encuentra clasificando varios libros viejos en la entrada de su librería. Cuando el grupo aparece se da la vuelta y gruñe:

- Los nuevos matones del alcalde, supongo - dice a modo de saludo - Imagino que querréis saber lo que se de la enfermedad. Poca cosa: no es una maldición, más bien parece el resultado de beber agua alterada mágicamente. El la boca del río que se encuentra unas millas al oeste es donde más fácilmente se detectan rastros. Creo que la causa estará rio arriba.

Queda mirando con cara de pocos amigos a los investigadores.

- Si no queréis nada más, tengo bastante trabajo - añade golpeando uno de los libros, lo que levanta una abundante polvareda.

Según ve acercarse al grupo el sabio , hospitalario como él sólo, los recibe renegando.

- Norm, un tío amable como tú. Y parece que también tenéis en común el amor por los libros...

Cuando el sabio concluye Abot está tentado de encogerse de hombros y dar media vuelta pero espera a ver qué hacen los demás.

- si parece una foca, se mueve como una foca y hace narfnarf*, debe ser una foca. Vayamos pues al río a rastrear la fuente de la magia.

- Aunque quizás deberíamos de nuevo al alcalde y preguntar más sobre los Vilmorke. O a usted, señor,. ¿Son agresivos o negociadores? ¿Directos o suelen emboscar? ¿Cuantos son en la aldea más cercana? ¿Todos guerreros?

Flogdegnurt no ocultó su desagrado por el recibimiento recibido por parte del alquimista. 

-No zomoz matonez, ni del alcalde. Y ezoz libroz no paza nada porque deje de moverloz de zitio. Para zer  alquimizta local, tu no parece que te preocupa envenenamiento ¿no creéiz, amigoz?¿Tú ocultaz algo?¿Qué raztroz zon ezoz?

Yuri arquea una ceja ante las palabras de Abbot y lo otra en cuanto habla Flog.

- Los Vilmorke son una tribú del norte. Viven en el borde de la civilización entre el Muro, la Llama y la Oscuridad. ¿Tu que crees que son? ¿Gente del Sur? - contesta al druida e ignora al goblin.

Se fijó en que el escriba... bueno, escribía. —¿Tienes que escribir todo? ¿Tan mala memoria tienes?

Prefiero tomar nota de las cosas, así luego no tengo que preocuparme de tener que recordarlo. Sólo tengo que leerlo. Es más práctico y dejo mi mente espacio para las cosas que son verdaderamente importantes.

Al ver al sabio del poblado Grendalin se sorprendió ante la cantidad de libros que tenía.

Interesante colección de libros. No se ofenda, pero nunca habría esperado encontrar un surtido como éste en un lugar así. Es digno de una biblioteca en una ciudad capital. ¿Son suyos?

Al parecer el hombre estaba un tanto molesto con su llegada. Pero lo cierto es que lo que dijo coincidía con lo poco que ellos sabían, y podría serles de mucha utilidad.

Muchas gracias por su ayuda. Coincide con lo que nosotros hemos detectado, pero siempre es bueno tener alguien más que nos lo confirme. ¿Pero si sabe que es el agua por qué no se lo ha dicho al alcalde? ¿O acaso no le ha creído?

La punta de una flecha es lo que va a ocupar tu cerebro a este paso... - pensó Bastia al escuchar al escriba hacer esos alardes sobre la escritura. Pero eso no era su problema.

¿Cree que los Vilmorke pueden ser los responsables? - el tipo le había caído simpático, no se andaba por las ramas y buscaba la practicidad de la rapidez, por lo que no le importaba si ello venía con trazas de sequedad y bordería.

¿Conoce algún caso similar? - miró hacia los libros, suponiendo que Statel podría haber leído al respecto.