Lejos de acabarse la fiesta, la noche iba cayendo en la aldea. Las mujeres de Castronegro comienzan a dejar de observar el duelo de tiro a la manzana y empiezan a reunirse en el centro de la plaza del pueblo. Los niños ayudan a sus mayores a atar tiras de harapos viejos untados en aceite en palos altos para preparar suficiente luz.
Cortesía de la Posada de Wilde, largas mesas con largos bancos a ambos lados para todo aquél que quisiera llevarse algo a la boca. Vino y cerveza no faltaban jamás, a pesar de haber vaciado ya incontables barriles.
Fogatas con cochinillos atravesados por una estaca y dando vueltas lentamente inundaban los alrededores de la plaza, junto con los antiguos hornos de piedra usados desde tiempos inmemoriales donde se cocía pan recién hecho para acompañar al cochinillo. Deliciosas ollas de estofado de perdiz borbotaban en la mesa ansiosas por que se les introdujera un trozo de pan en ellas.
Más pronto que tarde, pues había que cuidar bien a los visitantes ya que de esas rendas vivía la aldea, las mujeres invitaron a sentarse a cenar a aquellos que estuvieran dispuestos a pagar un cuarto de moneda de plata por catar tan delicioso manjar.
Mientras transcurría la noche y la gente iba bebiendo cada vez más, los abstemios hechiceros aprovecharon para animar un poco la noche con magia barata, pero impactante. Los niños hicieron corrillo alrededor, a una distancia prudente, y los más escépticos con la magia que habían acabado de cenar tardaron bastante poco en guiñarle el ojo a aquella rolliza mujer que más les interesaba, mientras iba pensando que tan robustas piernas podrían dar a luz a todo un descendiente digno de él.
No tardaron en arrimarse los pueblerinos que gustaban de sembrar el pánico entre todos los habitantes y recién llegados a la aldea. Comenzaron a contar las historias de cómo unas temibles bestias asolaban la ciudad por la noche, sacrificando a un ciudadano cada vez, algunas veces mirando de reojo para que la guardia no apareciera para apresarlos, pues ese hecho hacía perder reputación al pueblo y estaba prohibido ir divulgando ciertos rumores.
La gente pensó que el trabajo tan duro que requiere el campo, junto a la incomunicada situación del pueblo respecto a otros, habían hecho que aquellos hombres perdieran la pizca de cordura que se podía tener en su situación. No obstante, algunos de los recién llegados al pueblo empezaron a pensar en lo que decían aquellos pobres desgraciados y se preguntaban a sí mismo cuán verdaderas eran esas historias.
Algunos decidieron ir preparando su estrategia y estar preparados para lo que pudiera suceder en caso de que algún ataque ocurriera...
Con la llegada de la noche, era hora de cenar y la travesía que hizo con aquella guapa mujer tambien llegaria a su fin.
-Muchas gracias por su agradable compañía señorita a sido refrescante visitar el mercado con alguien tan amable como vos, pero supongo que ya tenéis que ir a cenar o dormir. Yo por mi parte creo que visitare la taberna cerca del centro de la plaza, parece muy animada y ese cochinillo delicioso.-Palmeo la mano de la mujer y sonriente se fue a despedir.
-Aunque si lo deseáis podemos compartir mesa y plato y disfrutar en compañía de esos juegos, parece que he llegado en el mejor momento, no es como cuentan las historias terribles sobre esta aldea, supongo que conoceréis muchas.
A sus oídos llegaron las palabras del cuenta cuentos -Vaya que casualidad, parece que han empezado, ¿Le hace?-La invito una vez mas.
Aunque la algarabía del pueblo la alegraba, Ciguaco no quería ser partícipe. Las estrellas la habían guiñado el ojo. De momento, tan sólo quería ser una espectadora más de una noche preciosa. La naturaleza la rodeaba y la humanidad ocurria delante suyo. El momento era perfecto.
Como todas las noches me voy al molino, que me da menos miedo que los hombres lobo. Solo si alguien me reclama compañía me acercaré a ver qué quiere.
Se acerca la noche,y, Garos, cansado, se dispone a buscar una posada. O cualquier lugar equivalente, y barato a poder ser, dónde pasar la noche. Pero antes tendría que comer algo. No era difícil pues todavía le quedaba algo de comida del camino, que para haberla preparado de forma improvisada y sin calcular, le había venido bien.
Sentía que quería estar en un lugar tranquilo, lejos de aquel alboroto. Tenía que liberarse de el dolor de cabeza que le había surgido de tanta gente por la calle.
Cuando hubo terminado la cena, se levantó y emprendió camino a encontrar cama. Era verdad que no sabía por dónde andaba, era un lugar nuevo. Pero le gustaba. No sabía por qué.
Tras rato largo de búsqueda incesante, aunque no del todo afortunada, se dirigió hacia la multitud. Que estaba bebiendo, bailando y brincando por todos los lares. Como si de una fiesta grande se tratase,¿Qué celebrarán?¿Son así todas las noches en Castronegro?, pensó Garos.
Bueno, preguntaré a alguien.
- ¿Alguien sabe dónde hay un lugar para poder pasar la noche? -Pregunté en voz alta, pero nadie me hizo caso, por lo que grité lo más alto que pude. Parecía que no se me oía con tanto jolgorio.
Así que me dispuse a dejar de nuevo el grupo de gente.
Pues supongo que las posadas dan posada a los desconocidos, digo con un dejo de sarcasmo, en fin... es una noche caluroza y no tengo sueño, espero poder entretenerme un poco
A pesar de no ser muy amigo de salir por la noche, me doy una vuelta por el pueblo, puedo observar a extraños personajes, atraídos por el bullicio y el mercado, me retirare pronto tras pasar por la posada, al entrar veo el corrillo de lugareños contando las típicas historias sobre supersticiones locales.
- "¿Ya estáis otra vez con lo mismo?, la única superstición con copyright y licencia es la que yo represento, así que a cascarla. No hagan caso a estos gañanes supersticiosos, por cierto, mañana tenemos misa en honor de la Santa Erección del Prepucio Incorrupto de San Onofre".
Había conseguido espantar el corrillo de curiosos, sólo faltaba que tras dos mil años de supremacía cuatro paletos me espantaran la clientela.
Me senté en la barra mientras esperaba mi cerveza. Observé la posada con atención. Otro día en Castronegro. Otro día de tranquilidad. Tomé mi cerveza y escuché atentamente el rumor de la gente.
Temibles bestias innombrables asolaban aquella aldea pequeña y llena de vida. El caballero encontró en la desdicha y temor de la gente la motivación para quedarse una noche más y enfrentar a los viles lobos en busca de un reconocimiento a su valor y heroísmo.
-"Esta noche velaré, y al temible monstruo enfrentaré"- Dijo.
Parecía que alguien había contestado a la pregunta. ¿Por qué no había caído en ello?
Garos, así, se dirigió hacia una de las posadas locales a pasar la noche.
-Mañana será otro día- y cerró los ojos procurando no pensar en nada y descansar.
Tras la puesta de sol la gente se reunió de noche mientras conversaban a cubierto. Lidia se cubría con una manta mientras escuchaba las conversaciones nocturnas temerosa de irse a dormir aunque los ojos empezaban a cerrarse por el cansancio.
Me quede frito en mi cama nada mas plantar el culo en ella. Estaba deseando ver que pasaría al siguiente dia.
Vinganna despachó lo que el hombre de grandes ojos le pidioó. Con la noche encima, recogió sus cosas y contó sus dineros. Durante unos instantes dudó si merecía la pena gastarse media moneda en una posada o regresar al bosque y dormir en su choza. El camino era largo y la noche había caído... así que prefirió no arriesgar porque había oído rumores sobre lo que pasaba por las noches en la zona.
Entró en la posada y pagó su habitación. Tras dejar sus cosas a buen recaudo, bajó a la sala a disfrutar de una rápida cena y a escuchar todo lo que pudiera oir.
¿"Terribles monstruos y bestias que acechan en la noche"? Eso no me lo contaron cuando llegué aquí, nadie me avisó de aquello. Lo cierto es que tenía algo de miedo, pues aquel que vendría a comprarme las especias, mi gran fórmula de hierbas, no había aparecido.
Las instrucciones habían sido claras, pero ni rastro de él. Tan sólo me quedaba maravillarme (o acongojarme) al calor de esas historias tan espeluznantes (tan hacedoras de miedo como los propios narradores), y colocarme como un chiquillo boquiabierto cerca de ellos. Si se hacía tarde, bien podría pasar la noche en alguna posada, resguardado por el calor de una buena lumbre.
Parece que el tiempo vaya a ser malo esta noche. Buscaré algún pajar sin vigilar donde por pasar la noche. Suerte que compre una pequeñas viandas para pasar mi primera noche en Castronegro...
Espero poder dormir del tirón hasta los primeros cantos del gallo.
El castigador de tontusos permanecía en la penumbra, en una oscura esquina de la posada, con el pañuelo tapandole hasta casi los ojos, estaba ojo avizor. Esta era una tierra de leyendas y en este lugar no paraban los chismes, tal vez había encontrado lo que venía buscando. Le temblaba, bajo la mesa, la mano con la que apretaba la vara, sabía que iba a terminar por usarla, pues era el lugar idóneo.
la Santa Erección del Prepucio Incorrupto de San Onofre
La niña de trece años por primera vez se queda estupefacta, abre la boca sorprendida, y luego piensa que preferiria estar en otro sitio. Seguro su madre ira a buscar a ese sacerdote y lo golpeara cuando se entere.
XDD
La cerveza se me salía por la nariz cuando escuché esas obscenas palabras. Siempre he sido un hombre muy recatado en ese aspecto, y muy caballeroso también.
- Por favor, un poco de decoro, que hay pequeños delante. - Señalé a la niña - Un segundo, ¿no deberías irte ya a tu casa Felicia, pequeña? Es tarde, y aunque Catronegro es un lugar seguro; no hay que tentar a la suerte.
Miró al extrañado personaje, no lo reconozco entre mis parroquianos habituales´.
- No hay nada ofensivo en mis palabras, las reliquias de San Onofre han obrado muchos milagros y son conocidas en toda la Cristiandad, es un hecho milagroso que sucede desde hace siglos, muchos peregrinos vienen en romería. Soy el padre Melchor, ¿Con quién tengo el gusto de hablar?.
Despues de tantas horas trabajando, y de tomarse sus vinos despues, vuelve a casa a descansar de tan agotadora jornada y cenar. -Mañana será otro dia.....