Partida Rol por web

AÑO: 4480.

ESTACION: Invierno.

MES: Erathis.

DIA DEL MES: 1.

DIA DE LA SEMANA: Luna.

Ocho esclavos sois conducidos a la Escuela Amarilla de Detritus. Se trata de un conjunto amurallado dentro de la ciudad, protegido por unas sólidas puertas y cuatro torres de vigilancia. Dentro hay una amplia zona abierta con diversos edificios: establos, una carpintería, una herrería, un pozo, viviendas para los maestros, barracones para los guardias y los criados… También podéis ver una arena de instrucción, actualmente vacía.

Os conducen a una entrada lateral del edificio principal que conduce directamente al sótano. Allí hay una zona central con mesas, una armería, una sala de guardia y varias celdas.

El Instructor Amarillo va primero, flanqueado por su ayudante, Limonero, siguen dos guardias, vosotros encadenados, flanqueados por cuatro guardias a cada lado y otros dos al final del grupo.

Al llegar, os ponen ante las Jaulas y el Instructor Amarillo se queda unos momentos observándoos a cada uno detenidamente. Parece evidente que tiene buen ojo para las personas.

- “Escuchadme bien, perros. La mayoría de vosotros sois criminales, otros sois bárbaros extranjeros, no mucho mejores que bestias o monstruos de los páramos. Olvidad vuestras vidas pasadas. Hoy comienza una nueva vida.

De hoy en adelante haréis lo que yo diga, comeréis cuando yo diga, dormiréis cuando yo diga y entrenaréis como cabrones. ¡Por el honor de esta Escuela que haré de vosotros verdaderos luchadores del circo!

Abandonar todo pensamiento de fuga. De aquí sólo se sale o con los pies por delante o para ir a la Arena. En la Arena podréis alcanzar la Gloria y la Fama, y vuestras acciones allí serán las que podrán granjearos la libertad.

Luchad con honor y el pueblo os amará, y vuestros rivales os respetarán. Luchad con vileza y el pueblo os odiará y vuestros rivales os despreciarán. En cualquier caso, la Gloria aguarda a los valientes.” –

El Instructor se acerca a vosotros, empezando por el elfo con grilletes rúnicos Eladrin.

- “De ahora en adelante, Flacucho será tu nombre, elfo. Tu celda será la Uno. Algunos de vosotros poseéis capacidades mágicas u otras capacidades que os hacen peligrosos incluso estando desarmados. No caigáis en la tentación de usarlas, no saldrá bien.

Flacucho, si me das tu palabra de honor de que no usarás tu magia a menos que yo te lo diga, te liberaré de esos grilletes. He oído que para los magos son como llevar puesto un collar demasiado estrecho alrededor de la garganta, algo que te ahoga, que te asfixia. No resulta cómodo ni agradable y aquí tengo la llave que los abre. Ahora bien, rompe tu palabra y no volverás a mentirme nunca, pues yo mismo te arrancaré la lengua con unas tenazas calentadas al fuego.” -

El instructor mira al joven tiefling.

- “Ah, tú eres el de los dientes extraños, un tiefling salvaje además. Por aquí no caen muy bien los de tu especie. Si muerdes a quien no debes me quedaré tus dientes como trofeo. A partir de ahora te llamas Dientes y tu celda es la número Dos.” –

El siguiente es un mediano con aspecto pendenciero:

- “El problema con vosotros, los medianos, es que sois bajitos. Sois demasiado pequeños para que la gente os tome en serio, y muchos de vosotros no sois buenos gladiadores. Además, tienes cara de borracho. Entrena duro y obedece las órdenes y tendrás vino al final de cada jornada. Tu nombre es Champiñón, tu celda la Tres.” -

El Instructor Amarillo se para ante el dracónido:

- “Los de tu raza tenéis reputación de guerreros valientes y honorables, espero que tú no seas una excepción. Muchos dracónidos consiguen puestos de guardia de caravana en las docenas de rutas comerciales que surcan el Imperio. No sé qué haces en mi Escuela ni me importa. Espero que des un buen espectáculo en la Arena. Sólo allí usarás tu aliento de dragón, si lo usas en cualquier otra parte llevarás puesto un bozal. Tu nombre es Lagartija, tu celda es la Cuarto.” -

El Instructor mira a la guerrera bárbara y sonríe.

- “Vaya, ¿qué tenemos aquí? ¿Eres de la tribu de las Cicatrices Blancas? Veo que no te has ganado todavía ni una sola cicatriz. Capturada en tu primera incursión… qué desgracia. ¿Sabes lo que les hacen los de tu tribu a los que se dejan capturar? Los descuartizan. Eso significa que te guste o no, tu destino está ahora ligado al Imperio. Aquí será donde tengas que buscar fortuna. Eres Princesita, celda Cinco.” -

Amarillo se vuelve hacia el semielfo:

- “Hace poco tuve a un semielfo, Bastardo era su nombre. Un buen arquero, hasta que Manchauser lo hizo picadillo. Tú podrías ser Bastardo, pero no creo que el nombre te diera buena suerte. Así que serás Pisaverde, celda Seis.” -

El Instructor se fija en un enano que no ha parado de vomitar violentamente todo el camino hasta aquí, y que tiene sus harapientas ropas de esclavo cubiertas de vómito.

- “Este enano está enfermo, y yo nunca había visto un enano enfermo. Babosa será tu nombre, si es que tu enfermedad no te mata. Limonero te dará luego su remedio curalotodo. Lo siento, pero no tenemos un curandero de verdad. Celda Siete.” -

Se fija en la última esclava:

- “Una enana. ¿Pero qué os está pasando? Los enanos son ciudadanos ejemplares del imperio, nunca cometen delitos… Serás la Bella Mugiente. Celda Ocho.” -

Señala a su ayudante:

- “Este es Limonero, mi ayudante. Os podrá entrenar en algunas cosas. Siempre está comiendo limones e insiste en que los demás también lo hagan. Hacedle caso o no, como queráis, aunque sus métodos de entrenamiento han mejorado la dureza de algún que otro alfeñique. Él os dará de comer, atenderá vuestras magulladuras, escuchará vuestros lloriqueos y cuidará de vosotros. También azotará con el látigo al que se porte mal.

Nuestro presupuesto es limitado, pero esta noche, como bienvenida tenemos pollo asado. El que no quiera su ración que la comparta con otro. Tenéis que estar fuertes. Mañana comienza vuestro entrenamiento. Buenas noches, luchadores.” -

El Instructor Amarillo abandona el sótano de la Escuela. Quedan en el lugar Limonero y una docena de guardias.

- “El pollo está caliente, comed ahora antes de que se enfríe. Cuando hayáis terminado, os quitaré los grilletes de pies y manos, os meteréis en vuestra celda y pasaré la llave. Si alguien intenta algo raro, esta noche dormirá en las letrinas, sumergido en mierda hasta el cuello y con los pies metidos en un bloque de plomo. Y os aseguro que es una forma realmente incómoda de dormir.” – Sonríe con la boca torcida y os da la sensación de que conoce esa experiencia de primera mano.

Miro a Limonero con el ceño fruncido. Mi barba manchada de bilis, los ojos algo vidriosos... el estomago me traquetea como un carro con el eje flojo, las ruedas medio sueltas con holgura y que lo han tirado cuesta abajo y cargado por un camino lleno de piedras y baches - ¿Vas a darme ese remedio milagroso?. Porque sino te puedes comer tu el pollo - le digo con voz ronca. Una arcada hace que un hilillo de vómito asome y me manche la comisura de la boca. Me obligo a tragar y escupo al suelo lo que se me queda en la boca. Las venas de mi frente hinchadas, palpitantes y una mueca de dolor y odio en mi rostro - "Ahora mismo mataría a cualquiera con tal de dejar de potar".

- "Siéntate ahí en el suelo, con la espalda apoyada en la pared. Concéntrate en respirar hondo y nada más, no pienses en nada. Voy a preparar el remedio." -

Limonero se levanta y sale del sótano por las escaleras que hay tras una verja de hierro que los guardias le abren.

Gruño cuando se marcha a por el remedio - Que no piense en nada dice el hijoputa - mascullo reprimiendo otra arcada. Me aprieto el estomago con ambas manos intentando hacer una presa de acero en torno a él, pero no me calma lo más mínimo. Hace tiempo que ese carro ya se estrelló desparramando su contenido venenoso en mi interior. Me arrimo a la pared, apoyando mi espalda en ella y me dejo resbalar hasta caer sentado. Una rodilla doblada contra el pecho, la otra pierna estirada - Joder.. me cago en todo - murmuro mientras me tapo la boca con una mano y se me escapa el vómito entre los dedos que vuelve a pringar mi barba.

"Que no piense en nada dice el puto limón.. ¿como coño no voy a pensar en nada?" - otra arcada y el vomito mancha mi pecho y se desliza por la tripa - "Ya no me importa.. hace rato que estoy hecho una mierda y apesto como un cerdo. Si hubiese un puto nigromante cerca podría pasar por una de sus jodidas criaturas pútridas y enfermas" - coger aire por la nariz, echarlo por la boca, mente en blanco, mente en blanco, mente en blanco, arcada - Puta mierda, tráeme ese asqueroso remedio ya joder - rezongo doblándome de dolor.

En silencio, paso la pierna por encima del banco corrido y me siento a  la mesa, limitándome a coger un trozo de pollo sin cruzar palabra con ninguno de mis impuestos compañeros. Un ácido olor a vómito lo impregna todo y las arcadas del enano, que han adornado todo nuestro viaje hasta este agujero, hacen que el mero hecho de masticar, tragar y mantener la comida en el estómago se convierta en una proeza.

Lo miro de refilón. Está sentado en el suelo y apoyado contra la pared, poco más que un despojo de criatura convulsionada por algún tipo de enfermedad o veneno que le corroe las tripas. Me siento tentado a levantarme y poner mi mano sobre su boca para que se ahoge en su propia mierda, pero no creo que me lo consintieran. Sirvo un poco de agua en un vaso, me levanto y se lo tiendo.

- Bebe.

Eldorin no puede hacer otra cosa que seguir el impuesto paso hasta que llegan al que será su "hogar". Desde que fue capturado ha sido vejado, insultado e incluso golpeado varias veces, haciéndole sentir que ha sido desprovisto de todo el honor que a su raza caracteriza.

Pero eso no es lo único, le han puesto unos grilletes que asfixian su magia.

Solo, derrotado, capturado... perdido y arrancado del seno de su pueblo, Eldorin tan sólo puede seguir a la partida y dejarse conducir.

Al llegar a la escuela su amo le deja las cosas muy claras... Matar o morir, obedecer o morir, morir... son las únicas opciones, y todo para divertimento de un público enfermo... Por los Dioses, como puede alguien degradarse hasta niveles tan bajos...

Al escuchar las palabras del instructor responde, con una posición altiva y noble propia de su raza.

-No puedes hablarme de honor, pues no percibo honor desde que fui arrancado de mi pueblo... vosotros no teneis honor. Aún así he entendido las condiciones, he entendido el "juego" al que tenemos que jugar, y te doy mi palabra de que mientras seas tú mi amo no utilizaré la magia en tu contra, ni en contra de los tuyos.

Eldorin se siente degradado por el sometimiento al que se ve obligado, y al mirar las celdas se da cuenta de que prácticamente no cabe en la suya, y observa mientras se realiza el reparto que criaturas de menor tamaño poseen celdas más grandes... Esta claro que la justicia y el honor no es algo que exista en esta tierra.

Tras esto se dirije a la mesa y tras rezar a su Diosa, que espera no se haya olvidado de él, comienza a comer el pollo ya que parece que tendrá que mantenerse en la mejor de las formas para tener alguna posibilidad de retomar su libertad y regresar con los suyos.

Parada en donde Limonero nos ha dejado observo la habitación sin verla…¿estas cuatro paredes van a ser mi casa desde ahora? ¿aquella celda, será mi habitación? Un suspiro escapa de mis labios mientras cierro mis ojos y agacho la cabeza Si es la decisión de Moradin que así sea….pero no lo entiendo….no lo entiendo! No hice nada malo para estar aquí….se lo merecía!! Un nudo se estruja aun mas en mi estomago, un nudo que me acompaña desde que decidieron venderme como esclava.

"Puta mierda, tráeme ese asqueroso remedio ya joder" la frase de su compañero resuena fuertemente en mis oidos haciendo que lentamente sea consciente de mi nueva realidad. Abro los ojos y estos se dirigen hacia el enfermo, un rápido vistazo a la situación es suficiente para mi.

Me dirijo hacia el enano y sin dudarlo me arrodillo junto a el mirando la copa que el tipo verde le esta ofreciendo:

-Dame el vaso! le digo agarrando la copa de sus garras a el le resultara difícil hacerlo por el mismo, ¿es solo agua verdad?

Con cuidado huelo el contenido del vaso para estar segura.

-Escúchame le digo al enano con esto solo enjuagate la boca y escupe, quítate el sabor del vómito y solo despues toma un sorbo pequeñito, solo uno, ¿entendido? Vamos a esperar a ver que te trae Limonero, no nos quiere muertos así que traera algo util para ti. Le aproximo el vaso a sus labios para que coja un poco de agua y haga lo que le he dicho.

Una gran culpa se apodera de mi al darme cuenta de que he obviado la enfermedad de este enano desde que ha estado junto a mi. Grumcha, estúpida enana! espabila! Moradin ha querido que estes aquí y aquí vas a estar! Algo te tendrá reservado! Deja de quejarte!

Cojo un trozo de la parte de debajo de mi vestido y lo rompo de un fuerte tirón, lo mojo con parte del agua y le limpio la cara y la barba al enano ¿Se puede saber que es lo que has tomado, o te han hecho tomar, para estar tan mal? En mi mente se forma la idea de un poderoso veneno,pero solo es una conjetura así que espero a ver que me puede contar el enano, si puede.

- ¡Dame el vaso! - me dice la diminuta mujer agarrando la copa de mis manos - A él le resultara difícil hacerlo por el mismo, ¿es solo agua verdad? - pregunta al tiempo que lo huele.

- ¿Difícil sujetar un vaso? En ese caso, más le valdría morir ahora ahogado en su vómito, pues mayores problemas tendrá para sujetar la espada o el hacha si quiere seguir vivo, mujer enana - respondo sin un ápice de ironía -. Y en cuanto a tu pregunta, salvo que aquellos que dicen ser nuestros dueños hayan desperdiciado su dinero con el fin de matarnos en este infecto agujero, envenenando el agua que hemos de beber, diría que sí, que solo es agua. Pero si quieres asegurarte, puedes probar tú primero - señalo antes de volver a sentarme, servirme de la jarra y beber.

El ambiente cargado de los subterráneos hacían que el semielfo no fuera capaz de levantar mucho la cabeza, "mierda de sitio", su humor era gris, como las paredes, y su aspecto dejado y desgarbado.

No hacía tanto, estaba en el exterior, vagando de acá para allá buscándose la vida de manera más o menos honrosa, hasta que lo capturaron.

Tras las palabras del limones, Taren se sentó en una silla y comenzó a comer con tranquilidad, mirando primero con desdén a la comida que le habían servido, "¿y a esto le llaman pollo?", pensó justo antes de coger un trozo escuálido de quien sabe qué ave.

Mientras el enano vomitaba y los otros dos se enfrentaban dialécticamente, Taren se mantenía cabizbajo en su asiento, masticando un trozo de pollo con más cartílago que carne.

"¿Cúanto estaremos aquí?", pensó en voz alta ensimismado en su mugriento plato.

- Antes de marchar, el Instructor Amarillo acepta el juramento de Flacucho y le quita los grilletes antimagia.

Gruño ante las palabras del reptil cuando me ofrece un vaso con agua. Antes de que pueda darle un manotazo para apartar el vaso una hembra de mi especie le arrebata el vaso y se arrodilla ante mi - No necesito compasión de ninguno de vosotros - digo bufando molesto ante la atención de ambos. El esfuerzo me hace tener otra arcada. La enana me habla, menciona algo de Limonero, que no nos quiere muertos, pero apenas la escucho. Una nueva arcada y mi barba se llena de vómito cuando la enana la había limpiado con un trozo de su propio vestido. Me pregunta que he tomado, mi respuesta es - He dicho que estoy bien.

Si no fuese de mi propia raza la habría mandado a paseo de un empujón como habría hecho con el lagarto si no se hubiese ido. Le quito el vaso de las manos y me lo llevo a la boca para enjuagármela y escupir en el suelo, bebiendo solo un sorbo a continuación como me había dicho ella - No necesito los cuidados de una mujer, vete a comer tu ración - le respondo en tono seco - "Lo que menos necesito ahora es que me vean en este estado lamentable, soy un enano.. esto no es nada para mi" - intento incorporarme apoyándome en la pared, pero me fallan las fuerzas y doblo una rodilla jadeando y una nueva arcada me hace vomitar - Mierda - mascullo con los dientes apretados. El vaso escapa de mi mano y rueda un poco por el suelo.

Las paredes petreas de la mazmorra, encerraban, la vogosidad del mediano.. ¿en que se había convertido?, ¿condenado a la arena?, como vil delincuente, o un asqueroso asesino...

un momento, ¿pero qué...?... A la porra, con la tradicion familiar, esos pazguatos charlatanes, se merecen lo mismo que yo... yo no hize nada... sóol bebía, esos guardas se entrometieron demasiado!

Conforme su ira entraba en su interior, sus pequeños pies caminabn silenciosamente, hacía el lecho... agh!, ¿quieren que me pelee?, pues así lo haré!, de unas u otras maneras, en esta puñetera vida acabaremos muertos!...

la ira desaparecía de su ser, y dejaba sitio al sentimiento de autocomplacencia... si no acabo muerto antes de que me den la libertad, te prometo señor, seas quienn seas, que no beberé tanto vino!

Sentado, observaba la divertida imagen, en los que, sus ahora compañeros, razonaban sobre la posibilidad del envenenamiento del agua

Su corazón estaba en pausa, no había nada que le hiciera sonreír, sentirse mejor o peor, incluso no había nada que le hiciera temer. Levantó la vista cuando el instructor se dirigió a ella, sabía perfectamente lo que hacían los de su raza a las que se dejaban atrapar pero aunque ella no se había dejado atrapar, sabía perfectamente que la habrían descuartizado de igual manera pero nada le importaba en realidad, todo le daba absolutamente igual.

Lo miró con desprecio, eso era lo que le provocaba un hombre como él. No sabía nada de ella y nunca lo sabría nadie pero era mucho mejor así, nadie teme a lo conocido, sino a lo desconocido. Echó una mirada a lo que sería su celda de ahora en adelante, sin dejar de repasar los posibles castigos, estaba bien, había que obedecer y ya. Quizás la mataran en el primer asalto y entonces, entonces se libraría de aquel inmundo lugar. Aunque no tenía hambre, pensó que si no comía en ese momento, quizás no lo haría nunca más y se sentó a la mesa al lado del elfo.

Estaba por coger un trozo de pollo cuando se giró a ver al enano y a los que los rodeaban, hizo una mueca, aquello era asqueroso pero tendría que aprender a vivir con ello. Le pareció que la enana era una buena compañera y que eso era lo que estaba haciendo, al igual que Lagartija pero no dijo nada, sólo los observó durante unos instantes, no quería molestar a nadie. Su cabeza estaba en aquellos que sin duda ya no eran su gente y ella lo sabía bien, pero alguien pagaría por ello, si es que no moría en el intento.

Dio el primer mordisco a una pierna de pollo y la masticó casi sin ganas, le supo a nada pero era mejor que nada precisamente y luego dio un sorbo a un poco de agua que se había servido. Se repetía mentalmente que todo podía ser peor y también, se repetía las "recomendaciones" del instructor, aunque esperaba que nadie la llamara como él le había puesto, odió enseguida el mote pero nada podía hacer.

Eldorin come en silencio reflexionando sobre lo que ha de venir...

-Malditos, me han arrebatado hasta mi nombre...

Se gira al ver que una mujer se sienta a su lado.

-Disculpadme, mi señora... Él os llamó Princesita, pero, ¿Cuál es vuestro verdadero nombre?

De pronto recuerda su orbe y su libro de hechizos. Son sus únicas posesiones materiales que  podría recuperar... que le serían de utilidad y de interés para sus amos, lo cual podría aprovechar en su propio provecho.

He de esperar a que Limonero regrese... Él es mi única esperanza para este asunto... y menuda esperanza.

Lo escucha cuchichear acerca del nombre, él tiene razón. Y a saber cuántas cosas más van a arrebatarles, pero de pronto se da cuenta que no puede responderle, porque... Un nudo se hace en su garganta pero respira profundo.

-Sí, él me llamó así...-intenta respirar y buscar entre sus recuerdos, no se echa a llorar porque sería una verdadera tontería.-No lo recuerdo, señor... No lo recuerdo.

Sus ojos brillan entre confundidos, rabiosos y cierra un puño sobre la mesa, intentando inútilmente recordar cuál es su nombre, aunque parece no tener sentido. Lo mira fijo a los ojos al elfo, un sentimiento de frustración se apodera de ella, provocando que eché el plato de comida hacia atrás, no puede comer.

Limonero regresa con una jarrita de barro, tropezando en su camino con Dientes y pisoteándolo sin darse cuenta.

Se acerca a Babosa y le tiende la jarra.

- "Apúralo de un trago, hijo, te sentará bien." -

Babosa toma la jarrita con mano algo temblorosa, huele a zumo de limón, especias, y algo de aguardiente enanil...