Partida Rol por web

Horus - II

El Cairo: "Arrivals" (Cap. II)

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27/02/2014, 11:20
Udjat

El tiempo había pasado implacable, y se le echaba encima el momento. Casi todo parecía dispuesto, y lo que no lo estaba, iba encajando con precisión a cada segundo, como si una mano invisible y poderosa lo estuviera organizando desde la sombra. No, no "como si", sino que con seguridad lo hacía.

Fadil sabía que esa mano era la de Umayma, pero no llegaba a adivinar cuáles eran las otras, las que, como las suyas, llegaban hasta los detalles que la mente de la Madre había pergeñado y ella no iba a realizar personalmente.

Porque Umayma no se movía de su guarida, de su Sancta Sanctorum. Y se había fortificado en ella, el acceso estaba absolutamente restringido. No sólo únicamente era permitido a Aisha, al hombretón nubio al que llamaban "Hermano", y a él mismo, sino que se había disimulado y mimetizado con la roca hasta hacerlo desaparecer a los ojos de cualquiera.

Por tanto, ni la maraña de pasadizos ni el Laberinto eran practicables, o ni siquiera conocidos, por el personal del Hotel, o por otros que no fueran ellos tres. La única entrada estaba en el sótano, en la cava donde se guardaban los vinos más caros y exclusivos, una especie de búnquer climatizado y acondicionado del que sólo ellos tenían la llave, además de Zahira y los Chefs, pensado para la conservación y disfrute de los valiosos caldos por parte de unos pocos invitados privilegiados.

Una entrada invisible tras un muro que se deslizaba con un resorte oculto, del que Fadil suponía que ni su colaboradora ni los dos responsables de la Cocina sabían nada. Nunca se atrevió a preguntárselo, o siquiera insinuárselo.

Sus órdenes estaban claras: Obedecer en el silencio más absoluto.

Se resistía, desde luego, le hería saberse, sentirse, una herramienta. Pero no podía hacer otra cosa, y su cerebro amenazaba con estallar cada vez que había opuesto esa resistencia. De modo que acudía cuando era llamado, y seguía las instrucciones. La última vez había sido hacía dos días, y ya sólo había sido para rendir cuentas de la situación. Que avanzaba satisfactoriamente para los planes, según lo previsto.


 

Ahora, mientras ordenaba sus ideas pensando en todo ello, Fadil entraba en el Hall del señorial edificio del centro de El Cairo donde residían los Harunn.

 

Allí le esperaba una entrevista concertada con el abogado, que éste había querido que fuera en su casa, y no entre las paredes asépticas y frías del bufete. Había que recortar los pocos flecos que quedaban para la Inauguración, debía ponerle al corriente de los actos previstos, las confirmaciones de asistencia de las personalidades con invitaciones oficiales, así como de aquellos otros detalles que el hombre quisiera aclarar. Incluso acerca de sus propios invitados particulares, cada uno los suyos. Los de Harunn, y aquellos a los que Fadil también había sido autorizado a invitar...

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10/03/2014, 21:27
Fadil Jannan

Hacía décadas que incluso los abogados habían decidido presentar una imagen de austera eficiencia a sus clientes. El resto de profesionales liberales —generalizando, por supuesto— y empresarios lo habían hecho mucho antes. Y cuando los abogados, los reales e ilustres abogados, se habían desecho de su absurda pompa, quería decir que algo estaba cambiando en la profesión.

No así en su vida personal. Harunn y su familia vivían en un hermoso edificio del centro histórico —de la zona gentrificada del centro histórico—. Elegante, lujoso y clásico, fiel reflejo del viejo hombre de éxito con quien se había entrevistado.

¿Era necesaria la entrevista, o una mera formalidad? El deseo de Umayma se había impuesto, eludiendo cualquier duda y dificultad, y lo que había puesto en marcha estaba transcurriendo de acuerdo a sus expresos deseos. Quizás Harunn, o Stevenson, eran socios de la mujer, iguales, o quizás eran meras marionetas, extensiones de su voluntad en áreas de la realidad que no podía alcanzar por sí sola. Fuera cual fuere la verdad, Fadil estaba convencido de que el resultado del a entrevista estaba predestinado.

Fadil se hacía muchas preguntas. La primera de ellas era sobre sí mismo, ¿por qué él? Era evidente que su ascendencia tenía relación con todo ello. Pero no comprendía qué lo separaba de los demás, de los hijos de los Elegidos. Ni comprendía, tampoco, cómo y por qué habían acabado con la vida de su padre. Una incógnita más en el océano de ignorancia en el que estaba sumergido.

Dudaba, por supuesto. Umayma había abierto puertas cuya existencia ni siquiera imaginaba. Había consultado los viejos volúmenes en las bibliotecas, en las tiendas de libros antiguos, en comunidades de místicos en la red. Ni siquiera había arañado la superficie de lo que era esa anciana.

El deseo de venganza era una constante en su mente. Como una herida demasiado abierta como para llegar a cicatrizar. Podía dudar sobre los futuros acontecimientos, sobre su papel en ellos, pero no podía olvidar ni perdonar. Fueran cuales fueren los motivos de Umayma, le había puesto en el camino de la venganza, y le había asignado un rol protagonista.

 

El portero del edificio levantó la mirada cuando los pasos de Fadil resonaron en el enorme vestíbulo.

—Tengo una cita con el señor Harunn —explicó. Entrar en un edificio como aquel era como penetrar en un recinto prohibido. Fadil no era capaz de mostrar la total confianza que hubiera deseado.

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03/04/2014, 10:21
Udjat

Nefissa había salido del búnker con la cálida sensación del té caliente en los labios, y la fría reacción de su padre a su visita. No por ella, estaba segura, sino por el hecho de que Fadil estuviera desterrando viejos recuerdos que, a pesar de ser viejos, eran hirientes y punzantes para el anciano. Aiul lo entendía, extrañamente, y por ello no se posicionaba ni contra ello ni a su favor. A pesar de que su tío siempre era mucho más cariñoso que su padre. Pero el tema siempre henchía de nubarrones grises el azul y soleado horizonte de su relación.

Pero, como había dicho, Fadil era Fadil, y siempre lo sería. Y no pensaba negarle nada, ni siquiera quería hacerlo. Por eso le ayudaría, y estaría a su lado en esta loca idea, como siempre. Incluso había aceptado trabajar como intérprete en el SandCastle durante unos días, lo que requiriera la Inauguración y las ceremonias que la rodeaban. Iban a acudir personalidades de todo el mundo, por no hablar de los mismos amigos de los promotores, el propio bufete, o los invitados de Fadil, lo que hacía que la figura de una intérprete cualificada fuera muy necesaria.

Ahora, mientras a paso tranquilo atravesaba las calles de lo que se había convertido en una ciudad cosmopolita y moderna, la actual El Cairo, en contraste con lo que acababa de dejar atrás, la zona del Cementerio y sus barriadas aledañas, un mundo anacrónico encastado en esa nueva urbe, Nefissa sonreía pensando en su amigo. Su hermano.

Se acercaba más y más al barrio residencial donde vivían los Harunn, y el perfil de lo que la rodeaba iba siendo cada vez más lujoso. Tiendas de ropa, joyerías, restaurantes... Primero, a través de las lunas de los escaparates, podían visualizarse las señas de identidad egipcias.

Pero a medida que avanzaba, los establecimientos iban siendo más internacionales. Se vio reflejada en el acristalado y enorme escaparate de una tienda de moda, y su sonrisa se amplió. No desentonaba nada con los estilizados maniquís que se exhibían, incluso a pesar de su tradicional atuendo. Era una mujer de bandera, y lo sabía, y nada podía ocultar eso, ni su aire elegante o su mirada inteligente en el fondo de esos ojazos árabes...

...de pronto, reflejado a su espalda, vio un cartel que resumía el sentir de lo que era la ciudad: Vida, la de siempre, en la modernidad.

Supo que aquel era su lugar en el universo, su núcleo. Podría viajar, conocer otros lugares, sentirse más o menos cómoda, más o menos integrada. Podía aceptar costumbres ajenas, personas distintas de distintos orígenes, o religiones, o maneras de desenvolverse.

Pero ella, Nefissa, era y sería una pura cepa Cairota...

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03/04/2014, 13:22
Udjat

-Desde luego, señor...?

El nombre, una llamada, la confirmación, y una reverencia. Todo en su cadencia, uno detrás de otro.

El portero le acompañó hasta los ascensores, como si él mismo no hubiera podido encontrarlos solo en aquel fasto de estilizadas columnas. El ascensor izquierdo, concretamente. Cada ala, su ascensor. Y llamó al piso, el ático.

Ascendió imperceptiblemente, sin grandes velocidades. El confort por encima de lo moderno, aquello era la nota característica del tipo de residencia en la que estaba. El ascensor se detuvo y abrió sus puertas directamente en el recibidor de la casa de los Harunn. El rellano y las escaleras quedaban en otra parte, fuera de la vista.

Un hombre vestido de mayordomo, a la europea, le esperaba sonriente y discreto.

-Si es tan amable de acompañarme... le esperan en el salón del té, caballero.

Le siguió, naturalmente. Y así era. En un coqueto saloncito decorado en tonos azules, muy femenino, estaban cómodamente sentados Harunn y su esposa. Ambos con sendas sonrisas en el rostro, y una actitud distendida. Esperándole frente a una mesita donde la tetera de porcelana humeaba, y en una bandeja de plata las pastas se ofrecían a la vista con promesas al paladar.

Había visto a la Sra. Harunn en alguna ocasión, pero nunca en su entorno, nunca en su hogar. Se sintió extrañamente cómodo, integrado. Hanif se levantó de inmediato, y le tendió la mano, mientras que ella siguió sentada, la cabeza inclinada y los ojos brillantes.

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03/04/2014, 13:40
Hanif Harunn

-Bienvenido a nuestra casa, Fadil, mi buen amigo.

Fadil notó que era todo un privilegio estar allí. Que no era lo habitual, que era algo que no solía ocurrir entre los empleados del abogado.

-Espero que le apetezca compartir el té con nosotros mientras charlamos. Creo que ya conoce a mi esposa...

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03/04/2014, 23:04
Fadil Jannan

—Fadil, por favor —se presentó—. Cada vez que me llaman señor, mi frente gana otro centímetro. No quieres cargar con mi sufrimiento en tu conciencia.

El portero lo condujo hasta el ascensor. No con un gesto de su brazo, sino con sus piernas, dando un paso tras otro. Verdaderamente extravagante. Ni siquiera le permitió tocar el botón de llamada.

Fadil entró al habitáculo sin esperar al otro hombre y le sonrió, incómodo, mientras pulsaba el botón del ático. No esperaba que le acompañara hasta la misma puerta, pero prefería asegurarse.

Si había un rellano en el ático, se encontraba en otro lugar. Las puertas del ascensor se abrieron en el recibidor del hogar de los Harunn. Cómodo, pero inseguro.

El mayordomo de la familia ya le estaba esperando. Se permitió fantasear con la idea de que ese hombre era toda la seguridad que necesitaban, y tras su chaqué  y su sonrisa se ocultaba un veterano de las fuerzas especiales israelíes.

De nuevo, se dejó guiar.

Hanif y su esposa se encontraban en una acogedora sala de estar, decorada por mano femenina. Quizás, la de la propia señora de la casa. Ambos sonreían, y la escena era tan familiar que Fadil no pudo evitar sentirse a gusto, como si reunirse allí, en lugar del frío despacho, fuera lo más natural del mundo.

Cuando Hanif lo saludó, se hizo un nudo en la garganta de Fadil. La escena era diferente, pero al mismo tiempo, tan similar a la que le habían arrebatado hacía una década. Fue solo un instante, un parpadeo. No eran sus padres, al fin y al cabo.

—Después de captar el aroma del té, mi paladar no me perdonaría jamás que no aceptara, Hanif —respondió al saludo del abogado, tuteándolo también—. Así es. Es un placer volver a verla, señora Harunn.

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10/04/2014, 11:50
Pakinam Harunn

-Pakinam, por favor, Fadil. Nada de formalismos, no aquí por lo menos. Además voy a hacerte una petición muy... familiar, me temo. Así que prefiero que te sientas como en casa, jajaja, para poder tenerte de mi parte...

Sonrió cómplice a su esposo, quien arqueó una ceja cómicamente, y se encogió de hombros. Luego Hanif se volvió a Fadil, y negó con la cabeza mientras murmuraba un "mujeres..." lo suficientemente alto como para que su esposa le riñera sacudiendo el índice, justo antes de ponerse a servir el té.

-¿Cómo lo tomas, muchacho? Nosotros lo tomamos al estilo árabe, con menta, pero tengo limón, y leche, por si lo prefieres a la inglesa...

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10/04/2014, 12:06
Udjat

No parecía que hubiera ninguna prisa por tratar los asuntos por los que Hanif le había llamado. O, quizá, no había inconveniente en que los trataran allí, y de modo distendido. No faltaba mucho para que llegara Nefissa, suponía, y por tanto no disponían de demasiado tiempo para aquello que el abogado quisiera hablar en privado.

Sus planes eran claros: Presentar a Nefissa, quien de hecho ya había sido aceptada como traductora en el SandCastle, acabar de comentar los pequeños detalles pendientes de la Inauguración, como saber si había alguien de entre las personalidades invitadas que requiriera algún trato o algo especial, y poco más. Oh, bien, y comentarle lo del videoclip a Hanif, aunque suponía que eso ya estaba más que acordado puesto que la discográfica era la de Stevenson, su socio del bufete.

Ya casi no quedaba nada por hacer, sólo rogar para que todo saliera bien, y que los problemas que surgieran fueran fácilmente resueltos.

Cuando salieran de allí, Nefissa y él, tenían tiempo de sobras de ir hasta el aeropuerto para recibir a Sam, y trasladarse los tres al Hotel.

Una comezón empezó a subirle desde la boca del estómago y se propagó por su pecho, hasta la garganta. Era una comezón casi eléctrica, nerviosismo y excitación a la vez.

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10/04/2014, 12:17
Udjat

No había sido fácil, no después de haber pasado unos días de trabajo frenético en la Gran Manzana, pero por fin las cosas habían encajado.

Volvió a Miami con el tiempo justo de rehacer su equipaje, El Cairo no era NY, eso estaba claro. Y aunque su trabajo allí sería muy parecido al que acababa de realizar en el centro cosmopolita del mundo occidental, habría tiempo libre, esperaba, y eso requería una indumentaria especial. Por no hablar de la Inauguración, a la que estaba invitada. Una fiestaza por todo lo alto, con personalidades de todo tipo, lujos y glamour.

Ahora, en la inmensidad del Aeropuerto Internacional de Miami, Sam buscó la puerta de embarque alzando ligeramente las gafas de sol que lucía con estilo. Acababa de facturar su equipaje, y aún le sobraba tiempo para tomar algo en la cafetería de la zona de salidas. Comprar algunas revistas, quizá, o quizá simplemente relajarse imaginando lo que se le venía encima.

Sabía que Fadil la estaría esperando, así se lo había comunicado cuando le avisó de su llegada. Y que se alojaría directamente en el SandCastle, que empezaría por el Hotel, antes de implementar su sistema en la sede del Bufete de Will en el Cairo. Pronto vería a Mike y a Mel, los mellizos. Bueno, y a toda la peña de amigos del grupito estrambótico, los... "hijos de..."

Se rió, sola. ¡Menudo gallinero sería juntarlos a todos!

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23/04/2014, 01:07
Fadil Jannan

El embrujo cesó. Fadil parpadeó rápidamente y sonrió, apartando de su mente las imágenes que la habían asaltado repentinamente.

La familiaridad que mostraba la pareja con él era agradable, pero al mismo tiempo le confundía. No los conocía tanto como para que le mostraran ese aspecto de sí mismos. Puede que simplemente fueran amigables, o incluso le apreciaran por alguna razón, pero dada la situación en la que se encontraba involucrado, era comprensible el recelo. La paranoia le parecía incluso sana.

—No tengo preferencias —reconoció—. Soy más aficionado al café. Cuando bebo te, suele ser por invitación. Y en esos casos, me encomiendo a la sabiduría de mis anfitriones.

No le servía de nada, sin embargo, especular sobre los motivos de los Harunn. De una u otra forma, más tarde o más temprano, tenía que ultimar los detalles de la inauguración. Limitarse a dejar fluir el momento y disfrutar de él parecía un curso de acción perfectamente válido.

—No me dejes en ascuas, por favor —pidió—, ¿cuál es esa petición familiar a la que te refieres?

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27/04/2014, 23:44
Samantha Johnson

Una maleta grande, otra mediana y una de mano le parecían insuficientes. No se avergonzaba de hacer un espacio en su vida para la moda, además de en su gran armario. Allá cada cuál con sus fetichismos, y si el suyo era la moda y la informática... ¿hacía daño a alguien? Bueno, mejor obviar los hackeos.

- Un macchiato. Y por favor, nada de leche ecológica, de soja o cualquiera de esas chorradas. Leche genuina -Sonrió.

Tomó asiento en la moderna cafetería y echó un vistazo en su tab a los últimos acontecimientos en Egipto, incluido el clima. Pasaría allí el tiempo hasta que embarcara, con las piernas estiradas antes de lo que sería un muy largo viaje. Incluso había elegido un vestido cómodo, un casual rojo para acentuar a la rubia con gafas de pasta negra que era.

Tendría tiempo de pensar en el tremendo revuelo que se iba a formar cuando la Liga de los Superhéroes se juntara, todos unidos gracias al Maligno Will. Si se dejaba llevar se echaría a reír como una loca, y tal y como estaba de estricta la seguridad aérea seguro que la dejaban en tierra.

Sonó el aviso. Su vuelo iba a embarcar.

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28/04/2014, 03:12
Nefissa Mahub
Sólo para el director

Nefissa avanzó por las calles de El Cairo, procurando deshacerse de la sensación amarga que la reacción de su padre había suscitado en ella.

 

Paladeó el sabor de los restos de té que aún calentaban el fondo de su garganta, y se concentró en aquello, recordando todas aquellas tardes felices en la terracita pintoresca del hotel que era su casa. Ella, su padre aún entre aquellas paredes. Y aquellos extranjeros. Los padres de los invitados de Fadil. Algunos también habían tomado el té en aquella terraza. Si tan solo pudiera recordar con claridad todo lo que pudieron decir en aquel entonces...

Suspiró. Decidió dejar aquel tema a buen recaudo, en un rincón de su mente donde no perturbase el entusiasmo que Fadil ya había logrado contagiarle con respecto a lo que ella consideraba la loca idea del Castillo de Arena. 

Miró alrededor, y sonrió al verse reflejada en los escaparates. Colocó un mechón de pelo rebelde tras su oreja, y leyó las letras que, al reflejarse quedaban a su espalda. "Life in modern Cairo"- pronunció, metalmente, y reprimió una pequeña risa que luchó por entreabrir sus labios. Se observó a ella misma, cubierta por su Hijab y su tradición, y ciñó la prenda sobre su cabello, con orgullo. 

Retiró las gafas oscuras que habían ejercido de diadema improvisada mientras permanecía en el búnker, y cubrió con ellas sus ojos castaños, protegiéndolos del sol, sintiéndose de pronto más coqueta y femenina. Su sonrisa se ensanchó. Era y se sentía mujer, y no necesitaba nada más que aquello para demostrarlo. 

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07/05/2014, 10:28
Comunicador

Mientras hablabais vibró el comunicador con un mensaje entrante. Era de Mike. Le echaste un vistazo, aún estando donde estabas, por si había alguna novedad importante.

"Fadil, mi hermana necesitará una habitación doble. ¿Seguro que puedes arreglarlo verdad? Muchas gracias, eres el mejor. Ya hablamos y no llegues tarde a buscar a Sam, se que llegará dentro de poco"

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07/05/2014, 19:01
Pakinam Harunn

-¿Café, eh? Pues hoy va a ser uno de esos días en que la sabiduría de tus anfitriones te hará degustar una verdadera delicia autóctona.

Con gesto habilidoso Pakimam le sirvió un té con menta, y añadió una generosa ración de azúcar. Si a Fadil le gustaba la bebida dulce, o no le gustaba en absoluto, no pareció preocuparle nada a la mujer. Sin dejar de sonreír le guiñó un ojo y siguió hablando, removiendo su propio té con un movimiento cadencioso de su cucharilla.

-Mi petición familiar atañe a nuestra joya de la corona. A nuestra querida hija, Yasmin, quien lleva casi dos años sin pisar nuestro país y nuestra casa. No es que nos molestáramos unos con otros, no, sencillamente la vida sigue su curso, y cuando ella se fue a Estados Unidos buscando nuevos horizontes no creímos que llegáramos a distanciarnos tanto. Por suerte Hanif la puso en manos de su buen amigo Will Stevenson, ya sabes, el hijo del fundador del Bufete y compañero de mi marido...

Miró a Hanif, quien asintió, pero dejó que fuera ella quien siguiera explicándose. El hombre parecía divertido con la historia de su esposa, quizá su punto de vista no fuera exactamente el mismo.

-...Will la contrató como secretaria personal cuando ella acabó sus estudios. Que cursó de forma brillante, por cierto... amor de madre, y realidad, todo al ciento por ciento. El caso -sacudió la cabeza, tratando de centrarse en lo que quería decirle- es que viene. ¡Viene! Después de meses de ausencia, acude con Will a la inauguración. Bueno, y aquí llega mi petición. Verás, Will no deja de ser su jefe, y además va a estar muy ocupado. Y yo estoy preocupada porque ya no tiene lazos aquí, no tiene amigos de su edad... ya me entiendes.

Le miró con los ojos suplicantes, parecía un corderillo. Todo un contraste con su esposo, quien estaba más y más socarrón a cada segundo que pasaba.

-Y pensé que... sería una buena idea que... bueno, que la, hum, ayudaras a adaptarse, estos días....

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08/05/2014, 13:37
Udjat

Se acercó a la puerta correspondiente con paso flexible, atrayendo miradas hacia su esbelto cuerpo enfundado en rojo. Viajaría en primera clase, la Stevenson Enterprises no escatimaba en gastos a la hora de mimar a sus empleados valiosos. Y ella lo era.

La azafata la acompañó hasta su asiento, una butaca cómoda y amplia, que podía reclinarse hasta convertirse casi en una cama. Su equipaje de mano fue colocado en su sitio, y al poco le sirvieron unos dátiles de bienvenida, algo simbólico sin duda yendo a Egipto.

No había nada peligroso u extraño en el momento actual del país, según pudo comprobar en los periódicos y en las noticias. Nada que abonara las teorías conspiratorias del grupito, tampoco. Pero con toda esa gente junta, podía pasar cualquier cosa, incluso provocándolo ellos mismos sin advertirlo...

Se relajó, tenía unas cuantas horas por delante hasta que el inmenso avión aterrizara en El Cairo. Y, una vez allí, conocer a Fadil personalmente para que la llevara al SandCastle también le apetecía.

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09/05/2014, 00:36
Fadil Jannan

Fadil observó en silenció cómo la mujer echaba a la taza más azúcar de la que se podía disolver en el bebedizo. No era un hombre goloso. Su paladar apreciaba mejor el sabor amargo que el dulce, pero ya se había encomendado a “la sabiduría de sus anfitriones”, de modo que no podía quejarse.

La petición de Pakinam resultó ser tan sorprendente como inocente. Fadil le dedicó a Pakinam una sonrisa vasta y honesta. Era agradable encontrarse con algo así en medio de todo aquello. Una estrella especialmente brillante en una noche de inconmensurable negrura.

A menos que hubiera algo más detrás de la petición. Fadil se negó a contemplar siquiera esa opción, como tantas veces había hecho durante los últimos meses, por el bien de su humor y su salud mental.

—Esa es precisamente una de las funciones de mi trabajo —respondió—, asegurarme de que la visita de nuestros invitados resulte confortable e inolvidable. Y aunque no lo fuera, no podría negarme a una petición tan cándida, Pakinam. Ayudaré a Yasmín con cuanto esté a mi alcance. Y estoy convencido de que mi hermana también estará encantada de hacer una nueva amiga.

Y era una chica, joven. Fadil no se hubiera negado aunque Yasmín no hubiera tenido ningún tipo de relación con los dos miembros más prominentes del bufete. Compartir el tiempo con señoritas —o señoras, para qué mentirse a sí mismo— era uno de los grandes placeres de la vida.

Bebió un sorbo del té. Estaba todavía demasiado caliente, y siempre demasiado dulce. Casi. La caricia del azúcar era un bálsamo para el aguijonazo de la menta. Si no se hubiera quemado la lengua, no hubiera podido evitar vaciarlo de un solo trago. El sabor no se instalaba en la lengua, deshaciéndose con parsimonia, como ocurría en las bebidas amargas, pero era delicioso.

—¿Regresa a Egipto —inquirió—, o es solo una visita?

Mientras hablaba, ojeó con disimulo los mensajes que acababa de recibir. Los hermanos Yaddow eran dos individuos curiosos. Tenía interés por conocerlos, aunque el paso por su vida fuera a ser tan breve.

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09/05/2014, 11:54
Comunicador

Efectivamente, el segundo mensaje de los Yadow, éste de Mel, acababa de aparecer en su comunicador.

Hola, Fadil, mi hermano se ha equivocado en mandar ese mensaje. No necesito una habitación doble. Gracias.

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10/05/2014, 16:12
Samantha Johnson

Estaba tentada. Si desactivaba el laptop para enviar/recibir señal podría seguir trabajando, pero... ¿qué había de malo en aceptar las atenciones propias de la primera clase? Hasta tenía un asiento reclinable, perfecto para dormir las horas necesarias y presentarse con una pinta estupenda.

Cuando el avión ya estuvo en el aire y eran libres para desabrocharse los cinturones de seguridad llamó a la azafata

- Señorita, ¿me recomienda una bebida que no se me suba demasiado a la cabeza? No viajo en primera clase habitualmente y esto hay que celebrarlo.

Después de mostrarle una espléndida sonrisa esperó. Mientras, como era común en ella, echó un vistazo a los pasajeros que estaban en primera clase sin parecer muy obvia. Seguro que habrían altos ejecutivos, famosos de alto standing... En general personas que pueden permitirse un viaje de primera clase tan costoso como aquel.

¿Qué habría de comer? Estaba sintiendo un poco de hambre. Por temor a que el desayuno le sentara mal optó por algo ligero, y ahora se estaba arrepintiendo.

Y sobre películas o música... ¿cuántas opciones tendría?

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19/12/2014, 10:12
Udjat

Nefissa llegó a su destino puntual, tal y como se había propuesto. Allí estaban reunidos Fadil y el señor y la señora Harunn, departiendo amigablemente acerca de la Inauguración, y, al parecer de cosas más triviales, como la inminente llegada de la hija del matrimonio a El Cairo, y de la petición de que su buen amigo se hiciera cargo de la mujer, la... integrara en la sociedad cariota, y le hiciera un hueco entre sus amigos.

Cuando ambos salieron del piso de los Harunn se rieron acerca del encargo, intercambiándose pullas al respecto. Se dirigían al aeropuerto, a recoger a la primera del grupo de invitados que llegaba a la ciudad: Sam. Invitada y empleada a la vez, puesto que venía a trabajar al Hotel y al Bufete, por expreso deseo de Will, mandamás y alma mater del SandCastle. Quizá Sam conocía a Yasmín, puesto que trabajaba para las Stevenson Enterprises, y la egipcia era la mano derecha de su director.

En cualquier caso, los dos "casi hermanos" aguardaron la llegada de Sam en la zona de llegadas internacionales  desde que el vuelo fue anunciado en tierra hasta que las puertas de cristal se abrieron y dejaron paso a una rubia mujer vestida de rojo, elegante y resolutiva a un tiempo.

 

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19/12/2014, 11:32
Udjat

El vuelo había transcurrido sin contratiempos, y el viaje llegó a su fin. Un mozo la ayudó a recoger su equipaje y a disponerlo en un carrito, así que Sam salió por las puertas de cristal de la zona de llegadas internacionales pisando firme, y sin trazas de cansancio.

No tardó en situarse, a pesar de ser la primera vez que visitaba Egipto. Los aeropuertos eran muy parecidos en todas partes, y ella conocía un montón de ellos. Por eso escudriñó la hilera de personas que se encontraban esperando tras la baranda de acero. Algunas con carteles de compañías de vehículos de alquiler, o con los nombres de viajeros que habían contratado transfers.

Les vio enseguida. Las fotos del facebook no les hacían justicia, los dos egipcios eran aún más atractivos de lo que parecían ser allí, en la pantalla.

Fadil y Nefissa. Por fin se conocerían en persona. Y, en breve, el grupo entero se reuniría en pleno desierto.

 

Notas de juego

Estáis juntos. Podéis intervenir cuando queráis.